miércoles, 31 de marzo de 2010

PROBLEMAS DE SALUD


Denuncian al Gobierno de la Ciudad por retacear fondos al hospital Garrahan. En lo que lleva de gestión, el macrismo redujo en 62 millones de pesos los fondos para el hospital de pediatría más importante del país. Los riesgos del ajuste.


Por Carlos Romero

La única verdad es la realidad. Y cuando se habla de plata, más aún. Esto, al margen de lo se pregone en los discursos o, como en este caso, en los afiches. Sucede que en mucha de la costosa cartelería que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires viene colocando en la vía pública, en partidos de fútbol y eventos varios, se sostiene que “Los Chicos” –así, en mayúsculas– son la “Prioridad 1” de la administración que encabeza Mauricio Macri. Sin embargo, desde que el macrismo llegó al Ejecutivo porteño, las demoras y recortes millonarios en las partidas destinadas al Hospital “Juan Pedro Garrahan”, la institución pediátrica más importante del país, se volvieron una insana costumbre.

El hecho se inscribe en las carencias que padece la salud pública porteña en general. Las mismas por las que Néstor Kirchner recibió el consejo de operarse en una clínica privada de Palermo y no en el Hospital “Cosme Argerich”, donde se encuentra la Unidad Médica Presidencial, destinada a la atención del primer mandatario y su familia.

En el caso del Garrahan, que se financia con los aportes de la Nación y la Ciudad divididos en partes iguales, este año el gobierno porteño le aplicó un recorte de 48 millones de pesos en el presupuesto solicitado. Y no es la primera vez que el macrismo “pasa la tijera” en las partidas destinas a esta institución, donde se atiende al 40 por ciento de los niños con enfermedades oncológicas de toda la Argentina y al 100 por ciento de los cuadros graves.

El año pasado, el Pro ya había recortado sus fondos en 14 millones de pesos, desoyendo incluso lo aprobado para ese ejercicio por la propia Legislatura de la Ciudad. Y del dinero que finalmente aceptó girar, hay unos 30 millones de pesos de ejecución presupuestaria que todavía no han sido transferidos a pesar de que ya están hechas las órdenes de pago.

El auditor general porteño, Adriano Jaichenco, que hasta 2007 fue titular de la Asociación Mutual de Personal del Garrahan, recordó que recién en enero pasado, y por orden judicial, la Ciudad pagó los cerca de 6.800.000 pesos que adeudaba de 2008; y que al 9 de febrero del año en curso no se había hecho efectivo el aporte correspondiente a la primera cuota del presupuesto 2010.


Así las cosas, en sus dos primeros años de gestión el Pro “podó” en 62 millones de pesos los fondos que le solicitó el Garrahan, que llegan a 92 millones si se suman las partidas demoradas. Por otra parte, hay 26 millones de pesos que la Asociación Mutual le exige al macrismo en concepto de ajustes salariales y de puesta en marcha de la Carrera Hospitalaria, cuestiones que los dos vocales que el Ejecutivo de la Ciudad tiene en el hospital habían aceptado al firmar un acuerdo paritario en 2009. El reclamo de los trabajadores ya está en manos de la justicia contravencional de la Capital Federal, a la espera del dictamen que debe emitir la jueza Elena Liberatore.

Los médicos aseguran que una situación similar no se había dado nunca en los 22 años de historia del hospital, inaugurado en agosto de 1987 por Raúl Alfonsín y que hoy emplea a unas 2.700 personas. “Del ’87 a 2008, el giro de los fondos fue cumplido por todas las administraciones. En el único momento en que esto se quebró fue con Macri”, sostuvo el auditor, para quien el Pro está “incumpliendo el decreto 815/89, que regula la relación bi-jurisdiccional con la Nación”.
Para este año, el presupuesto solicitado por el Consejo de Administración del hospital, que encabeza Jorge Alberto Goldberg, fue de $ 558.659.960; unos 279 millones de pesos por jurisdicción. Nación ya lo aprobó, pero la Ciudad lo redujo a 231 millones, es decir, en más de 17 por ciento.

Veintitrés consultó sobre esta situación al Ministerio de Salud porteño que dirige Jorge Lemus, pero al cierre de esta edición no obtuvo respuesta.

Sin ánimo de hacer conjeturas políticas, el presidente del Consejo de Administración recordó que “el Garrahan es lo que hoy es gracias al apoyo que históricamente recibió de las distintas administraciones nacionales y porteñas, sin distinción de colores partidarios”, lo que le permitió ser “un hospital de todos y para todos”.

Según fuentes del hospital que tomaron parte de las negociaciones con Lemus, uno de los argumentos del ministro fueron los problemas en las cuentas de la Ciudad. Para algunos también pesa el hecho de que sólo el 16 por ciento de los pacientes que se atienden en el Garrahan son porteños, mientras que el 61 viene del conurbano y el 22 de otras provincias. El dato cobra significancia si se tiene en cuenta que una de las primeras “líneas” bajadas por el ex presidente de Boca Juniors desde su llegada a poder fue que, en materia de salud, “la prioridad la deben tener los vecinos de la Ciudad” sobre los venidos de otras partes del país. Para Jaichenco, “es un argumento embromado”, que al mismo tiempo no contempla a las miles de personas que a diario cruzan la General Paz para trabajar, consumir y dejar en la Ciudad dinero en concepto de impuestos.


Por lo demás, la relación entre pacientes porteños y no porteños se repite en los otros hospitales pediátricos de la Capital Federal, el Ricardo Gutiérrez y el Pedro de Elizalde, que son financiados sólo por las arcas de la Ciudad.

De seguirse por este rumbo, los trabajadores del Garrahan auguran recortes internos que por el momento no afectarán al pago de salarios y a la entrega de insumos (el 65 y el 16 por ciento del presupuesto, respectivamente), pero que en proyección irán degradando el mantenimiento de la infraestructura.

Dos ejemplos de planes que ya deberán postergarse son la renovación de la instalación eléctrica –que resulta obsoleta– y el mantenimiento de los ascensores. Un panorama sombrío para una entidad que se considera modelo y referente a nivel nacional e internacional, tanto por su servicio pediátrico como por su desarrollo en investigación, que cuenta con 480 camas, 120 de ellas para terapia intensiva, cifra única en Latino América. Según datos oficiales, en 2009 el hospital atendió 315.000 consultas ambulatorias y efectuó 1.618.000 determinaciones de laboratorio (estudios), tuvo 19.648 egresos y realizó 9.651 cirugías, casi todas de alta y media complejidad.

A pesar del descalabro que en los ’90 sufrió el tejido estatal, las cifras del Garrahan aún brillan en un escenario donde el sistema sanitario arrastra heridas profundas y crónicas.

MEDIO SIGLO DE UN ÍCONO REVOLUCIONARIO



Alberto Korda abrió la puerta de su casa, en el barrio Miramar de la capital cubana, vestido con un simple pantalón de baño. Su rostro mostraba rastros innegables de una siesta reciente y profunda. Intentó una disculpa, innecesaria por otra parte, y contó que había llegado horas atrás de una localidad del interior de Cuba, donde había presentado una muestra de sus trabajos. Apenas entramos a la vivienda, advertimos que la habitación principal estaba dominada por la imagen del Che con la boina y la estrella. Korda se dio cuenta inmediatamente del impacto y comenzó con sus recuerdos.


   "La tomé el 5 de marzo de 1960, en un mitín fúnebre por las víctimas del atentado al vapor La Coubre, anclado en el puerto de La Habana —recordó el fotógrafo—. Nuestro país había comprado armas que llegaban en ese barco y la CIA montó un atentado que costó 136 muertos. La ceremonia se hizo en la cercanía del cementerio de Colón. Fidel Castro fue el orador central y fue en esa oportunidad, que por primera vez dijo la frase «¡Patria o muerte!»".


   Todo parecía transcurrir como uno de los tantos actos combativos, en los que resonaba la voz del comandante en jefe y Korda hacía su trabajo de rutina.


   "El Che estaba en segundo plano, con otras figuras del gobierno. Yo me situé frente a la tribuna con mi máquina Leica, con una lente de 90 milímetros, dispuesto a trabajar para el periódico Revolución, donde era reportero gráfico", relató.


   Mientras recordaba ese día de marzo, Korda repasaba su vida de fotógrafo Para despertarse definitivamente de la siesta, trajo una botella de ron con varios vasos. "Korda no es mi nombre verdadero. Lo tomé de dos actores del cine húngaro: Alexander y Zoltan Korda. Además de la sonoridad, ese apellido remite a Kodak, que en esos años era en Cuba sinónimo de fotografía. Fui fotógrafo de actos sociales, de modas, conocí a mujeres hermosas y con algunas de ellas me casé. Un día, me dí cuenta que en mi país había habido una revolución y yo no había hecho ninguna foto de Sierra Maestra. Sufrí un impacto y cambió mi vida profesional", confesó.


   Contó entonces que tenía más de 500 fotos del Che pero que en las exposiciones en distintos países sólo exhibía 40, porque, a su juicio, un fotógrafo que se precie de tal sabe que no todas las fotos que toma son buenas, sino que debe escoger las más representativas de los distintos momentos de la vida del personaje.


   Cuando supo que nuestro encuentro sería filmado pidió permiso para colocarse una camisa. Korda se levantó, cambió su ropa, fue a su estudio y produjo un momento mágico en la entrevista. Trajo en sus manos los pequeños negativos de 35 milímetros, que miramos al trasluz de una lámpara. En pocos centímetros, estaba el rostro inconfundible con la boina y la estrella.


   "Yo tomé fotos de Fidel hablando, de los visitantes extranjeros, pero el Che no se veía. En un momento determinado da un paso al frente —detalló Korda—, se asomó en la tribuna y miró a la muchedumbre. Yo estaba revisando a los personajes con la cámara y su aparición me sorprendió. Alcancé a tomarle una foto con la cámara en posición horizontal y otra, vertical. Inmediatamente el Che se fue de la escena. Eso ocurrió en 20 ó 30 segundos, no más. Ningún otro fotógrafo, y había muchos, pudo registrar la imagen de Guevara".


Historia de un ícono


   Cuando le pregunté sobre el camino que recorrió su foto me habló de la casualidad. "Llevé la foto al periódico, pero a ningún editor le interesó. A mí sin embargo me impactaba. Hice una copia y la colgué en mi estudio. Pasaron varios años hasta que llegó a mi casa Giangiacomo Feltrinelli, propietario de una casa editora en Milán. Feltrinelli venía desde Bolivia, donde había realizado gestiones por la libertad del francés Régis Debray. Aunque no lo hablé personalmente con él, siempre me quedó la impresión que Feltrinelli tenía la certeza que quien dirigía la guerrilla boliviana era el Che y pensó que no saldría vivo de allí".


   Korda trata de transmitir con gestos el asombro del italiano cuando vio el retrato colgado en la pared. Inmediatamente la señaló y le dijo: "Me gusta, necesito por favor dos copias para mañana".


   Feltrinelli no había llegado de casualidad a la casa de Korda. Quería llevarse a Italia fotos del Che. Lo había enviado, con una nota personal, Haydee Santamaría, asaltante del Cuartel de Moncada, directora de Casa de las Américas y una personalidad con gran historia en la Revolución Cubana. "Le hice las copias, pasó a retirarlas puntualmente el día siguiente y me preguntó el costo. Le dije que era un regalo, que él había llegado a mi casa enviado por una persona que yo estimaba mucho", recordó el fotógrafo.


   Ignorada por los editores fotográficos de Cuba, la foto viajó a Milán. Poco tiempo después el Che fue asesinado en Bolivia y Feltrinelli, que si bien era un famoso editor de libros tenía un gran olfato periodístico, inmediatamente hizo un póster. El tamaño original fue aproximadamente de un metro por sesenta centímetros. La imagen se difundió en los cinco continentes y así comenzó la historia de la foto, que su autor llamó Guerrillero heroico.


   La charla se prolongó varias horas. Acabamos con la botella de ron. Enumeramos los países, en que distintas demostraciones políticas llevaban la imagen como estandarte. Podía ser una manifestación en Palestina, una reunión de jubilados en Francia, un mitín antibélico en Asia, reuniones de mujeres africanas, batallas estudiantiles y obreras en América latina. Comentamos el fenómeno de la imagen del Che en los estadios de fútbol. Korda no abandonó en ningún momento su magnífica sencillez.


   En el regreso al hotel, junto a los compañeros del equipo de televisión, tratamos de desentrañar el curioso y complejo mecanismo en el que se combinaron el ojo del fotógrafo, el carisma del modelo, la visión de un editor y la decisión de la gente para convertir a ese pequeño trozo de celuloide en la matriz del retrato más difundido en la historia de la fotografía.






NIÑEZ VAPULEADA


Hay medio millón de adolescentes fuera del sistema educativo. Los programas de reinserción escolar no alcanzan a sacarlos de las calles y algunos cuentan con menos recursos para funcionar. Las críticas de los especialistas.


Por Sabrina Díaz Rato

De nada vale si hay un niño de la calle”, entonó la voz de la Negra Sosa en una de sus últimas interpretaciones antes de irse. Y tal vez, esa canción de Armando Tejada Gómez y Angel Ritro no encuentre mejor expresión para narrar el calvario que padecen niños y adolescentes que se “la rebuscan” a diario trocando estampillas por las avenidas o durmiendo bajo chapas y cartones. Si bien en los últimos años se implementaron diversos programas nacionales y provinciales de reinserción escolar que apuntan a sacar de las calles a esos niños y retenerlos en las escuelas, aún hay medio millón de chicos fuera del sistema.

Desde la cartera educativa nacional se vienen implementando programas de reinserción para los cuales se invierten 700 millones de pesos por año, más otros 250 millones para infraestructura escolar. Volver a la Escuela (para primaria) y Todos a Estudiar (para secundaria), son dos de los programas más importantes que se conjugan, además, con becas de ayuda para alumnos que se encuentran en situación de protección judicial, educación rural y educación especial. Este año el ministerio prevé crear 500 Centros de Actividades Juveniles, una estrategia más para reducir la deserción escolar y retener alumnos del secundario.

Con el mismo espíritu, un equipo de educadores, psicopedagogos y psicólogos de la Secretaría de Educación del gobierno porteño, intenta mantener en funcionamiento Puentes Escolares, creado en 2001 para integrar a chicos en situación de riesgo y pobreza. Mario Méndez, uno de los integrantes de ese equipo multidisciplinario, resalta la intención de “cubrir una necesidad a la que el sistema formal de educación aún no ha podido encontrar respuestas”. Méndez, que trabaja a diario con esos pibes “cuya niñez es negada y vilipendiada”, cree que el programa es una pequeña puerta, una oportunidad de recuperar el derecho a la educación. “No es poco, aunque no alcance”, apunta y lamenta contar “con recursos cada vez más limitados”.

Según un informe de UNICEF, en América latina hay 40 millones de niños en situación de calle y aproximadamente la mitad de ellos son víctimas de la adicción a las drogas. Una realidad dolorosa que encuentra la excepción en Cuba donde, según José Juan Ortiz, miembro de Unicef, “no hay ningún niño en la calle”. La afirmación del representante de ese organismo, vertida en una entrevista con BBC Mundo, se debe a que “en Cuba los niños son todavía una prioridad y por eso no sufren las carencias de millones de niños de América Latina”, en referencia a la problemática del “trabajo infantil, explotación y violencia sexual”. Además, precisó Ortiz, la isla cuenta con una escolarización del 100 por ciento de los niños hasta 9º grado, la desnutrición infantil es la de menor índice del Cono Sur y la salud está garantizada a los niños y niñas desde antes de nacer mediante el control de la salud materno infantil.

Esos datos son los que toma en cuenta Myriam Feldfeber, profesora investigadora de la UBA y especialista en temas de política educacional, al considerar que en la Argentina los niños en situación de calle están excluídos “de todo” y no sólo del sistema educativo. “Si las políticas públicas de reinserción se piensan como paliativos o formas de contención social de los jóvenes o, incluso, los ven como futuros delincuentes, se los aleja de cualquier concepción de ciudadanía –dice Feldfeber–. Esas políticas deben transformarse en inclusivas, que garanticen el derecho a la educación como derecho social, pero además deben integrarse en un universo más amplio que garantice la integralidad de todos los derechos.”

La asignación universal por hijo constituye hoy una de las apuestas más fuertes del gobierno nacional para resolver la situación. “Con la asignación esperamos que se reintegren al sistema educativo los chicos que hoy no están las escuelas”, expresó recientemente el ministro de Educación, Alberto Sileoni, en una entrevista radial. Sin estimar por ahora el alcance de la medida, Jaime Perczyk, jefe de Gabinete de Asesores del organismo, indicó a Veintitrés: “Queremos que los padres entiendan que se trata de una transferencia monetaria para que los chicos vayan a la escuela. Creemos que va a ser una de las medidas más importantes para resolver el problema educativo”. Y en lo que respecta a las metas para los próximos años, puntualizó: “Queremos llegar a 2011 con los 40.000 niños que hoy no están en salas de cinco integrados a las escuelas y que todos los menores de 15 años abandonen el trabajo infantil”. El funcionario considera necesario “romper con la representación mediática que se hace de los jóvenes cuando se los vincula con el exceso y el delito. Muchos de ellos fundan clubes de barrio, participan de orquestas y son muy solidarios. Tienen mucho para dar”.

Repasando algunos ejemplos de los conflictos suscitados tras el otorgamiento de becas escolares en la jurisdicción porteña, o el intento de cierre del centro educativo Isauro Arancibia –que atiende desde hace diez años a chicos que habitan en las estaciones de Constitución, Once y Retiro–, Feldfeber arriba a una conclusión similar: “La política educativa del actual gobierno porteño implementa medidas y designa funcionarios como el renunciado Abel Posse que evidencian una mirada estigmatizante, tanto hacia los jóvenes como hacia los docentes”.

Más allá de las diferencias de perspectivas, y cualquiera sea la medida que se impulse, habrá de considerar una mirada integral e inclusiva. Porque, como subraya Feldfeber, “es importante que las propuestas de reinserción escolar no sean tan pobres como sus destinatarios”.

SIGUE GIRANDO


En tiempos de alta tecnología, el vinilo pasa al frente. Otra vez en el mercado, los long plays vuelven a encontrar su lugar. Para coleccionistas y oyentes inquietos los discos brillan en las bateas y desempolvan las bandejas.


Por Lucas Cremades

Siempre se vuelve al primer amor. Y si de música se trata, hay un objeto que nunca dejó de ser lo que siempre fue (y seguirá siendo): el vinilo. A contramano de la música comprimida en formato de mp3 y de los CD grabados, los grandes sellos discográficos decidieron reintroducir al mercado nuevos lanzamientos y reediciones exquisitas de clásicos en 180 gramos (el peso ideal).

Jóvenes, adultos y ancianos que vuelven a las bateas para recuperar aquel sonido místico que se creía perdido. Nostálgicos empedernidos que mediante el objeto circular recurren al ritual del tocadiscos y a las selecciones de los temas del lado A contra el lado B. Volvieron los vinilos: originales, clásicos, remasterizados y subastados al mejor postor en tiendas de coleccionistas o a través de Internet. Una vuelta del pasado que ya no depende de una estrategia masiva de venta como en los años dorados del rock, del blues y del pop por una sencilla razón: en el mundo quedan muy pocas fábricas de vinilos que puedan responder a la urgencia con que las bandas necesitan salir a vender su último trabajo artístico.

En la Argentina, la cadena de disquerías Zival´s adquirió los lanzamientos de la Warner Music para poner a la venta las ediciones masterizadas de bandas clásicas como The Doors, Yes y otros artistas más actuales como Madonna, Prince y Van Morrison, entre otros. Para el gerente general, Fernando Laviz, la decisión de lanzar vinilos al mercado fue una respuesta a la demanda: “Al principio traíamos por encargue de Estados Unidos cualquier disco editado en vinilo. La decisión de sacar a la venta estos últimos, vino por la expresa demanda de la gente. Años atrás, los vinilos tenían un precio prohibitivo en el país y llegó a ser un consumo exclusivo. Aunque es una porción muy marginal del mercado y no viene a reemplazar nada, este es el primer evento que adquiere una forma de comercialización más habitual. Si las personas tomaron distancia del vinilo con la aparición del formato compact disc, se van a dar cuenta de que la diferencia sonora es expresamente superior. Y cuanto más long plays haya, más se van a vender. Las bandejas no son terriblemente caras (hay desde $400, y por $1000 se consigue una usada muy buena) y vienen con salidas para el USB de la computadora.” explica el gerente de Zival´s.

En el 2009, el ex Soda Stereo Gustavo Cerati decidió editar su último trabajo, Fuerza Natural, en el novedoso formato Music Pass (una tarjeta con un código para descargarlo de Internet) pero también en vinilo: las dos mil copias a $170 se agotaron de inmediato. En sintonía con esta tendencia, la edición de Es Imposible! de Miranda tuvo también sus copias en vinilo. Para el cantante Ale Sergi, se trató de un hecho artístico: “Teníamos el plan de sacar el disco y por eso hicimos 10 canciones, cinco por lado. Entre los chicos de la banda teníamos una pequeña colección, pero nos faltaba el que más queríamos tener”, dijo.

La movida de los oyentes vinílicos implica una búsqueda frenética del objeto en sí, el cual les brinda una entidad superior al de un CD. La pauta para desear un vinilo la marcan los repertorios, estilos de música, artistas, bandas de culto y los lanzamientos de algunos grupos ultra modernos que sacan a la venta un vinilo de lujo donde el envoltorio, la presentación y el material gráfico, tienen tanto valor objetual como el sonoro.

Pero en el mundo de los vinilos, no todo es masterización y reedición de clásicos. Están los coleccionistas, que con lupa, ahorros y mucha paciencia, pueden vivir aguardando la muerte de algún colega que no tenga heredero.

De estos vicios pueden hablar Andrés Kazi y Cacho Iovanetti, los dueños de Bonus Track, la disquería que desde 1994, a contramano del auge del sonido láser, se instaló en una galería de la calle Corrientes para darles a los amantes del vinilo, un espacio donde defender la dicha de sus oídos. “Nuestra onda –la de los coleccionistas– son las ediciones originales, las primeras ediciones. Lo que se nota respecto a las ediciones nuevas importadas, es una demanda de bandas clásicas pero no masivas. La reaparición del vinilo es para gente que está buscando una forma nueva de escuchar música ante la explosión del mp3, donde sólo oyen la música. Tener un vinilo es tener la música en tus manos, hay mucho fetichismo y algo de moda, que pasa por comprarse una bandeja y pasar un vinilo. Es una moda retro igual a la que se dan en otras áreas culturales. Hay mucha demanda, vender es fácil, lo difícil y lo que nos preocupa es dónde y cómo conseguir la mercadería” explican.

De música se trata. Del pasado que viene en vinilo y guarda un culto con los oídos, los ojos y las manos.

AVANZAN LAS MILICIAS DE ULTRADERECHA


Según un informe de una ONG especializada, la crisis económica en los EEUU bajo la presidencia de Obama, generó un caldo de cultivo para la proliferación de grupos racistas, milicias antiinmigrantes y organizaciones neonazis.



El número de grupos extremistas de ultraderecha creció enormemente en Estados Unidos bajo la presidencia de Barack Obama cuando las milicias y otros grupos estallaron en locas teorías de conspiración, explotando el enojo populista en el país, según un informe emitido ayer por el Southern Poverty Law Center (SPLC), una organización no gubernamental que monitorea el tema.

Los llamados grupos Patriotas antigubernamentales –milicias y otras organizaciones extremistas que ven al gobierno federal como su enemigo– surgieron a la vida en el último año después de más de una década en silencio. El SPLC documentó un 244 por ciento de aumento en el número de grupos Patriot activos en 2009. Sus cifras crecieron de 149 grupos en 2008 a 512 grupos en 2009, un aumento de 363 nuevos grupos en un solo año.


Según el informe, titulado “La Furia de la Derecha”, los grupos Patriotas han sido alimentados por la furia sobre los cambios demográficos del país, la creciente deuda pública, la problemática económica y una serie de iniciativas del presidente Obama, que han sido llamadas “socialistas” y hasta “fascistas” por sus oponentes políticos.


“Este extraordinario crecimiento es motivo de serias preocupaciones” –dijo el editor del newsletter Intelligence Report, Mark Potok–. La gente asociada con el movimiento Patriotas durante su pico en la década de los ’90 produjo gran violencia, especialmente el atentado en la ciudad de Oklahoma, que dejó 168 muertos.” El movimiento Patriotas caló hondo en la escena política conservadora, de acuerdo con el nuevo informe. “Los ‘tea parties’ y los grupos similares que surgieron en los últimos meses no pueden en honor a la verdad considerarse grupos extremistas, pero están atravesados por ideas radicales, teorías conspirativas y racismo”, dice el informe.


A diferencia de la década de los ’90, las ideas centrales del movimiento Patriotas están siendo promovidas por gente que reúne grandes audiencias, como Glenn Beck, de FOX News, y Michelle Bachmann, representante republicana de Minnesota. Beck, por ejemplo, revigorizó una teoría clave conspiratoria de los Patriotas –la acusación de que la Agencia Federal Emergency Management está dirigiendo en secreto campos de concentración– antes de “desacreditarlos” finalmente.


El crecimiento de los grupos Patriotas llega en un momento en que el número de grupos de odio racistas está un niveles record –aumentando de 926 en 2008 a 932 en 2009–. El crecimiento corona una década en que el número de grupos de odio aumentó en un 55 por ciento. La expansión habría sido mucho mayor en 2009 si no fuera por la desaparición del Partido Americano Nacional de Trabajadores Socialistas, una red neonazi cuyo fundador fue arrestado en 2008.


También hubo un aumento de grupos “extremistas nacionalistas” –organizaciones paramilitares que van más allá de abogar por políticas estrictas de inmigración y en realidad confrontan o acosan a inmigrantes sospechosos–. Estos grupos crecieron de 173 en 2008 a 309 en 2009, un aumento de casi el 80 por ciento. Estas tres corrientes de la derecha radical –los grupos de odio, los grupos extremistas nacionalistas y las organizaciones Patriotas– son los elementos más volátiles del paisaje de la política estadounidense. Tomados en conjunto, sus números aumentaron en más de un 40 por ciento, creciendo de 1248 grupos en 2008 a 1753 este año.


Ya hay señales de reminiscencias de la violencia de la derecha radical de los ’90. Los extremistas de derecha han asesinado a seis oficiales de las fuerzas de seguridad desde que asumió Obama. Skinheads, racistas y otros han sido arrestados en supuestos planes para asesinar al presidente. Más recientemente, individuos con opiniones antigubernamentales y racistas han sido arrestados en una serie de casos con bombas.


Los grupos de odio en la lista de este informe incluyen a los neo- nazis, nacionalistas blancos, neoconfederados, skinheads racistas, miembros del Ku Klux Klan y separatistas negros. Otros grupos de odio apuntan a los gays o inmigrantes y algunos se especializan en producir música racista o propaganda que niega el Holocausto.


Edición y traducción: Celita Doyhambéhère.

LA PESTE NEGRA Y EL DEBUT DE LA "SALUD PÚBLICA"


Si la peste negra de 1347 era un castigo divino por la corrupción humana, ¿por qué la enfermedad mataba a familias enteras, pero no acababa con la corrupción política y económica de la era feudal? Nadie lo entendía, y en este marco surgieron en Italia las Juntas de Salud, primera iniciativa de salud pública a gran escala en Occidente.



Por Marcelo Rodríguez

Dice un proverbio japonés que quien no le teme a la oscuridad es porque no tiene imaginación. Las sórdidas y minúsculas existencias de organismos causantes de enfermedades comenzaron a ser reveladas al ojo humano en el siglo XIX, cuando Robert Koch y Louis Pasteur –cada uno por su lado– fundaron la microbiología. Hoy es común imaginar a los siglos que precedieron a ese momento como una edad oscura, en la que nada era capaz de moderar el terror cuando se aproximaba alguna plaga mortal. Y en ese contexto aparecieron los primeros precursores de la actual salud pública.


En 1347, la gente de las poblaciones costeras del Mediterráneo comenzó a morirse de una especie de fiebre cuya descripción no se condecía con ninguno de los relatos de la antigua escuela hipocrática –que ya llevaba dieciocho siglos de vigencia–, ni de los pocos médicos de entonces. La muerte sobrevenía tras la aparición de enormes “bubones” en el cuello y en la ingle de los enfermos, que a los pocos días se reventaban. La mortandad se extendió a las regiones bañadas por el Mar del Norte y el Báltico, como así al interior europeo al que se accedía por el Rin o el Danubio. Mataba, según las crónicas de época, entre un octavo y dos tercios de las poblaciones donde se instalaba. Horror, pestilencia, hambrunas y 24 millones de muertos en el Viejo Continente: la llamaron la peste negra.


Diferente a todo lo que los cronistas habían llamado “peste” anteriormente, la peste bubónica –según se sabe hoy, causada por el bacilo Yersinis pestiss, propagada por las ratas y transmitida al hombre por las pulgas– volvería una y otra vez, por la propia dinámica de la enfermedad, a azotar a Europa durante los siguientes cuatro siglos.


Para los médicos universitarios, que sabían más de astrología que de anatomía, esta nueva y extraña fiebre mortal era un desequilibrio de los humores internos. El principio hipocrático de que “no existen enfermedades sino personas enfermas” suena muy válido y actual hoy que el paciente parece reducido a un conjunto de parámetros vitales, pero en tiempos de la peste negra jugó a favor del poder deshumanizante, porque la enfermedad, bajo ese lema, era considerada un desvío de la normalidad del mismo modo que el vandalismo o la prostitución. La peste, decían, se debía a ciertos miasmas o aires corruptos. En especial –observaban– los de las ciudades portuarias de mar, donde la gente era más proclive a la promiscuidad y a las ideas extrañas que alejaban al hombre de la obediencia y de sus sanas costumbres. Para restablecer la normalidad era preciso controlar los hábitos de vida, eligiendo cuidadosamente los alimentos, purificando el ambiente y depurando los humores que se hallaban en exceso.


Más allá de los dudosos resultados que obtuvieran, sólo quienes disponían de una situación holgada podían procurarse buena comida y pagarle al médico. Y salvo que algún rey generoso, algún noble o algún rico mercader protector solventara los servicios de un facultativo para hacerse cargo de la salud del pueblo, cabe suponer que la medicina fue un privilegio de las clases socialmente acomodadas. Sólo algunas ciudades italianas e ibéricas y, después de 1536, en el Imperio Germánico, contrataron médicos con ese fin.


PRIMERAS JUNTAS DE SALUD


En 1348 se instaló en Florencia la primera Junta de Salud para supervisar las actividades públicas de control de la peste. Sus primeras medidas resultaron desastrosas, ya que organizar procesiones para rogar por el fin de la epidemia, por ejemplo, no hacía otra cosa que favorecer su propagación.


Pero ante los sucesivos rebrotes algo había que hacer, y las Juntas fueron replicándose en toda Italia, tomando cada vez más relevancia en la vida social. Controlaban los desplazamientos de gente, establecían cuarentenas que equivalían a reclusiones masivas, organizaban los entierros colectivos de víctimas y confiscaban efectos personales.


El impulso de las Juntas de Salud para controlar la peste, asegura el historiador Sheldon Watts en Epidemias y poder (2000), fue un gran motor para unir a las fragmentadas clases dominantes de toda Europa –la nobleza y los ricos mercaderes– bajo la tutela del clero, temeroso de perder poder ante las primeras reformas protestantes.


En 1578, las Juntas llegaron a Inglaterra. Allí, el pueblo se enardeció frente al desamparo de tener que morir fuera de la ley divina cuando se prohibieron los funerales. Se construyeron costosísimas “casas de apestados”, donde el caos contrastaba con el orden estricto impuesto en la sociedad, donde se prohibían riñas de gallos y de perros, tabernas y procesiones, y no quedaban espacios de alternancia social. Estas “casas de apestados” apilaban cadáveres y enfermos, asistidos por médicos y barberos cirujanos a sueldo del Estado, duchos en el manejo del cuchillo.


Las medidas de las Juntas afectaban fuertemente a las economías. Por eso los comerciantes venecianos se negaron a acatarlas cuando llegó el brote de peste de 1629: la muerte masiva hizo que la urbe de los canales y las góndolas dejara de ser una potencia mundial para sólo resignarse en adelante a su destino de ciudad pintoresca.


La última epidemia de peste que hubo en Occidente ocurrió en Marsella en 1720 y, gracias a las ya existentes medidas de aislamiento, las cosas no pasaron más allá del puerto y sus ejidos aledaños. En los cuatro siglos en que Europa fue azotada por este mal, la política resultó más eficaz que la medicina de entonces para controlarlo. La teoría de que la peste era provocada por un miasma malsano se mostraba cada vez menos capaz para explicar por qué la medida de resguardo más exitosa era cerrar puertos y bloquear caminos.

martes, 30 de marzo de 2010

PENSAR BOLIVIA


Por María Teresa Zegada Claure*

Ponemos a consideración de este panel un conjunto de interrogantes y tensiones que provienen de un acercamiento al complejo proceso de transformaciones políticas que operan en Bolivia desde inicios de la actual década.


El conjunto de interrogantes que guían la investigación que iniciamos hace unos meses, está referido a las distintas dimensiones del campo político boliviano en este proceso de cambios:


¿Cuáles son las características del nuevo campo político instalado en Bolivia a partir de 2005 y que se han consolidado en estos últimos cuatro años de gobierno de Evo Morales? ¿Cuáles son las dimensiones y alcances de dichas transformaciones? ¿Cuáles son las percepciones y expectativas de los actores sociales y políticos en relación con este proceso? ¿Cómo se articulan en términos institucionales los “nuevos” y “viejos” elementos del sistema democrático en la propuesta de nueva Constitución Política del Estado y en las propuestas de reforma del Estado elaboradas por los principales actores sociales y políticos? ¿Cuáles son las representaciones simbólicas en torno de la democracia y sus resignificaciones planteadas por los movimientos emergentes?


Dadas las características del proceso boliviano, la investigación encara dos tipos de desafíos, uno de tipo conceptual y otro de carácter metodológico, ya que las viejas categorías que permitían el abordaje y la comprensión de la realidad socio-política en las décadas pasadas, resultan ahora insuficientes y por tanto se requiere nuevos conceptos y maneras de pensar y leer la misma.


En consecuencia consideramos necesario, en primer lugar, trascender los conceptos que restringen el análisis de la política a la eficiencia y eficacia de las instituciones, y pretenden explicar desde ahí el conjunto de procesos políticos asociando, por ejemplo, la estabilidad con un estado óptimo de gobernabilidad y concurrentemente los momentos de crisis o conflictos con disfuncionalidades y peligros para la democracia. Nuestra opción es, por el contrario, intentar explicar los procesos de ampliación y profundización de la democracia como consecuencia de la acción colectiva de los sujetos y su incursión en el campo político, y de las transformaciones que operan en el mismo como efecto de la reversión del orden constituido.


Por esta razón hemos partido de la noción de campo político1 y no así de sistema –aunque este último está contenido en el primero– que nos lleva a pensar la política como un campo de fuerzas, de disputa en torno de determinados recursos de poder, que trasciende los tradicionales escenarios institucionales.


En ese sentido, partimos de la identificación de los principales objetos de disputa que signaron la lucha política durante los primeros años de gobierno de Evo Morales, y la construcción de una nueva hegemonía, y que fueron demarcando momentos políticos por los que atravesó este complejo proceso, que como resultado fueron consolidando la presencia de un nuevo sujeto político y nuevas subjetividades, así como nuevos elementos discursivos y simbólicos que ocuparon el centro del escenario.


De esta manera se pudo determinar que en Bolivia no se estaban produciendo sólo conflictos coyunturales o corporativos por demandas e intereses particulares de grupos sociales, sino que éstos se articulaban en torno de temas estructurales que cuestionaban a los partidos políticos, a las estructuras de poder, a la trama institucional así como a los habitus2 y las formas de ser de lo social y de lo político, fuertemente ancladas en los sustratos profundos de la sociedad y en ámbitos de poder alternativos y diversos como las organizaciones de la sociedad civil, los sindicatos campesinos, los pueblos indígenas o los sectores urbanos organizados que fueron tomando cuerpo a partir de la década de los noventa, por ejemplo en el caso de los movimientos indígenas en la denominada “Marcha por el Territorio, la Dignidad y la Vida” que partió del oriente boliviano, las protestas y la constitución de un movimiento social como la Coordinadora del Agua y de la Vida a partir del 2000 en torno de sectores urbanos afectados por las políticas neoliberales, y que más adelante se manifestarán con todo rigor tanto en la guerra del agua en Cochabamba el año 2000, como en la denominada guerra del gas el 2003, que concluyó con la destitución del entonces presidente de la república Gonzalo Sánchez de Lozada3.


Por otra parte, consideramos que la política involucra también una disputa sobre el conjunto de significaciones culturales y sociales que se construyen en torno de referentes discursivos y simbólicos, visiones de la realidad e interpretaciones académicas que imponen la necesidad de una nueva gramática social y una nueva forma de relación entre el Estado y la sociedad4.


El otro desafío de la investigación, se encuentra relacionado con la abundante información que, en sus distintas dimensiones, aporta la realidad política boliviana en estos años, la cual nos llevan a discernir sus distintas cualidades en un momento de crisis y metamorfosis de sus elementos constitutivos.


Así, privilegiamos una visión sincrónica para dar cuenta de las expresiones de los cambios en sus distintas dimensiones, pero sin descuidar los aspectos históricos –diacrónicos– que permiten precisamente explicar las raíces, alcances y limitaciones del proceso. En dicha explicación histórica, encontramos que precisamente los factores que desencadenaron esta coyuntura tienen que ver con la conjunción de distintas temporalidades históricas en un momento determinado, que son recuperadas por los sujetos protagónicos y llevadas al campo político.


Estas temporalidades provienen en unos casos, de la memoria colectiva larga5, es decir, de los quinientos años de colonización española, que luego fueron, como señala la misma autora, reproducidos mediante mecanismos de colonialismo interno –aludiendo a una categoría largamente difundida por Aníbal Quijano–, excluyendo a las grandes mayorías de los procesos políticos, sociales y económicos; aluden a factores de explotación económica y de clase que arrastran una larga historia de desigualdad e injusticia; del mismo modo remiten a procesos inconclusos de construcción de ciudadanía y ausencia de reconocimiento de una realidad socio cultural y étnica diversa, como sucedió en el episodio de la revolución de 1952 que si bien logró cambios profundos en el patrón de acumulación y de hegemonía, pretendió constituirse sobre las bases de una sociedad homogénea –que no era tal– bajo las categorías de pueblo o campesinado reproduciendo el modelo de exclusión cultural; y por último, nos remite a factores de la memoria corta, relacionados con el ciclo histórico del neoliberalismo y la democracia representativa inaugurados en la década del 80 que, bajo los parámetros de igualdad formal, libre mercado y estrategias multiculturalistas, intentó encarar problemas estructurales profundos. Su incapacidad de enfrentarlos con éxito condujo a su profundo cuestionamiento y prematura debacle.


De esta manera, el ciclo de protestas6 iniciado a principios de 2000 en Bolivia recupera y conjunciona elementos de carácter estructural e histórico y coyuntural, y encuentra su derrotero de transformaciones en el campo político. Los nuevos sujetos políticos combinan diversos repertorios de movilización social con su participación directa en procesos electorales, pues mediante las propias reglas de juego de la democracia representativa, una opción política como el Movimiento al Socialismo logra acceder y consolidarse en el poder trastrocando el viejo mapa de comportamiento electoral.


Empero, el conjunto de demandas y aspiraciones introducidas en el campo político, no quedan ahí, sino que propugnan una transformación estructural a través de la refundación del Estado, mediante la demanda y realización de una Asamblea Constituyente que permita la redacción de un nuevo instrumento normativo más representativo de las fracturas sociales y culturales y de la realidad boliviana actual.


El cuestionamiento al Estado partió de los movimientos indígenas en la década de los noventa junto a la demanda de inclusión sociocultural; y si bien lograron un primer impacto en las lógicas multiculturales implantadas durante el neoliberalismo –como por ejemplo la incorporación por primera vez en la historia de Bolivia de las categorías mutiétnico y pluricultural, en la reforma constitucional de 1994, y su correlato en leyes secundarias– éstas resultaron ciertamente insuficientes para el alcance de las reivindicaciones de estos sectores sociales que continuaron pugnando por una reforma estatal más profunda a través de la demanda de la convocatoria a una Asamblea Constituyente.


Ahora bien, en este marco de análisis histórico, situamos el conjunto de transformaciones producidas en el campo político boliviano en estos años de gobierno del MAS, que con fines metodológicos las agrupamos en distintas dimensiones de análisis: Nuevos sujetos colectivos en el campo político; nuevas formas de acción política colectiva desde la sociedad civil; nuevas formas de administración del poder y de relación del gobierno con las organizaciones sociales, cambios en la trama institucional y normativa de lo político, es decir, nuevas reglas de juego en el marco del Estado Plurinacional; por último diversas y renovadas articulaciones democráticas emergentes que conviven con las prácticas modernas y liberales preexistentes.


Estos son, básicamente, los campos de análisis que abarca la investigación y que de manera preliminar, nos permiten dibujar los rasgos centrales del proceso y sus principales tensiones, a las que muy brevemente, nos referiremos a continuación.


RASGOS DEL NUEVO PROCESO: ¿QUE CAMBIO EN EL CAMPO POLITICO BOLIVIANO?


NUEVOS ACTORES, NUEVOS SUJETOS POLITICOS


Asistimos a la emergencia de nuevos sujetos que provienen de la sociedad civil, de los denominados no lugares de la política7 que, vinculados de diversas maneras al Movimiento al Socialismo, cambian el rostro social del Estado, incursionan en el campo político y operan tanto al interior de los escenarios institucionales como desde fuera de ellos.


Se trata de las organizaciones sociales que dieron lugar al surgimiento del Movimiento al Socialismo, fueron capaces de imponer una nueva agenda y se constituyen en su principal base social. Algunos dirigentes fueron invitados por el MAS y por el propio presidente a formar parte de las representaciones camarales y de cargos en el gabinete, pero a la vez, las organizaciones sociales afines al MAS se constituyen en los principales vigilantes del proceso de cambios, en ese sentido despliegan un conjunto de acciones colectivas en defensa del gobierno y sus medidas y en contra de la oposición social y política, mediante diversos repertorios de movilización desde pronunciamientos públicos hasta marchas, vigilias, cercos y concentraciones.


La acción estratégica de los movimientos sociales en el campo político adopta, en esta coyuntura, una cualidad distinta a la que operaba en años anteriores, lo cual le otorga un sentido histórico y le permite la construcción de significados compartidos pues estos sujetos colectivos cobran protagonismo en un campo de conflicto estructural, a que nos referíamos anteriormente, de ahí que las relaciones de fuerza entre los actores en pugna si bien se producen en torno de diversos objetos de disputa8, están articulados a un campo de conflicto hegemónico o estructural en relación con el cual se constituyen los dos bloques en pugna.


En relación con la participación de las organizaciones sociales en el campo político quedan un conjunto de interrogantes aun no resueltas que son tema de discusión, inclusive al interior del propio Movimiento al Socialismo y de las organizaciones de base, como por ejemplo, las posibilidades de institucionalización política de las mismas y su pertinencia, la pérdida de autonomía que implica su relación con el gobierno, las tensiones entre los dirigentes y las bases en relación con la toma de decisiones políticas, la posibilidad de que el formato organizacional corporativo pueda eventualmente desplazar o sustituir a los partidos en escenarios de representación política, entre otras.


De otro lado, los partidos políticos, principales actores del sistema de representación política, paradójicamente se convirtieron en su principal nudo de vulnerabilidad, fundamentalmente el incumplimiento de las funciones de representación y articulación con la sociedad. Ante dicha inoperancia, emergieron justamente formas de auto representación social con capacidad de interpelación efectiva a otros actores sociales y a la sociedad en su conjunto, y de articular con éxito sus expectativas a objetivos y propuestas comunes.


Los grupos privilegiados y sectores políticos antes hegemónicos fueron desplazados a espacios institucionales minoritarios, tanto en el Congreso como en la Asamblea Constituyente, a las prefecturas de las regiones opositoras al gobierno (que en su momento fueron cinco de nueve departamentos del país), así como a la acción colectiva de organizaciones cívico/regionales, otorgándoles un carácter político de resistencia al gobierno detrás de la demanda de autonomía; la coyuntura los obligó a adoptar repertorios de movilización poco convencionales para dichos actores como huelgas de hambre, marchas, tomas de instituciones, entre otras, revelando una serie de transformaciones particularmente de tipo social y político objetivadas en el nuevo proceso. Queda planteada la necesidad de repensar las formas organizativas más apropiadas para el ejercicio político en concordancia con los nuevos formatos de la democracia.


NUEVAS FORMAS DE LO POLITICO


El proceso político abierto en diciembre de 2005 con el triunfo del Movimiento al Socialismo pone en el centro del debate no sólo a los nuevos sujetos del campo político, sino también el conjunto de relaciones y articulaciones políticas, formas de ejercicio político y expresión de intereses, representaciones simbólicas y tramas institucionales.


Las nuevas formas de acción colectiva se expresaron, por ejemplo, en las vigilias y cercos al congreso en los sucesivos episodios de empantanamiento para presionar en la toma de decisiones, en las movilizaciones de apoyo al gobierno y en defensa del proceso de cambios, la auto-organización, las reuniones de evaluación de las políticas gubernamentales propiciadas por las organizaciones de base, la elaboración de propuestas de cara al proceso constituyente, entre otras. Cabe destacar que los movimientos de resistencia y oposición al gobierno también generaron un conjunto de acciones colectivas nuevas para estas organizaciones.


En todo caso, se percibió un desplazamiento de los viejos conflictos entre el Estado y la sociedad que fueron habituales durante la era democrática, a enfrentamientos directos entre ciudadanos que representaban a los bloques políticos en pugna, como fue el caso de los enfrentamientos del 11 de enero de 2007 en Cochabamba.


Otro escenario privilegiado de confrontación fue el mediático en que se ponen en juego los recursos discursivos y las batallas simbólicas, así cobran relevancia dispositivos ideológicos mutuamente descalificadores funcionales a la acumulación de poder particular.


Del mismo modo, la vía del voto, es decir la convocatoria a una serie de consultas ciudadanas (referéndum), revocatorios y elecciones tuvo la finalidad de legitimar a las fuerzas políticas en pugna, en muchos casos, para desequilibrar las posiciones y el crítico empate en que en determinado momento se encontraban. Estos procesos, a la larga tuvieron un efecto político muy favorable para el gobierno que justamente logró el punto de inflexión para su recuperación de fuerzas en el referéndum revocatorio de agosto de 2008, el cual le permitió su consolidación hegemónica.


EL “GOBIERNO DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES”


Otra arista importante de análisis reside en la relación del gobierno con las organizaciones o movimientos sociales afines bajo la figura, aún discutible, de gobierno de los movimientos sociales que adquiere un carácter simbólico muy importante desde el gobierno bajo la reiterada enunciación de mandar obedeciendo.


La relación de las organizaciones sociales con el gobierno del MAS adquiere formatos y contenidos diversos, desde afinidades ideológicas y políticas, solidaridad y disciplina sindical, y apoyo al proceso de cambios hasta relaciones pragmáticas de apoyos condicionados a beneficios sectoriales y personales, relaciones de tipo prebendal mediadas por cargos políticos y otro tipo de incentivos selectivos que ponen en entredicho la consistencia ideológica del proceso. De igual manera se cuestionan las nuevas jerarquías internas mediadas por las nuevas relaciones de poder, los aportes obligados de los empleados públicos y la serie de intercambios clientelares.


El riesgo de que el carácter corporativo de la gestión pública pueda prevalecer sobre los intereses generales, surge por ejemplo, del doble rol dirigencial que asume el presidente por el hecho de ser presidente del Estado y a la vez sucesivamente reelecto como presidente de las Seis Federaciones del Trópico Cochabambino (sindicato de cocaleros).


Otro elemento que también resulta crítico en el ejercicio gubernamental es el riesgo de la fetichización del poder9, que supone trastrocar los intereses colectivos por beneficios particulares de las organizaciones y personalidades que ocupan espacios en la gestión pública entre otros, que distorsionan los fines y el ejercicio político de las organizaciones.


LA REINSTITUCIONALIZACION POLITICA EN TORNO DEL NUEVO ESTADO PLURINACIONAL


El valor del proceso constituyente no sólo reside en el resultado: un nuevo texto constitucional, al que nos referiremos más adelante, sino también en el propio proceso, ya que en el mismo se involucraron distintas organizaciones, movimientos sociales y políticos, e intelectuales en un importante proceso de discusión, acuerdos y generación de propuestas.


Las organizaciones sociales articuladas en torno del Pacto de Unidad lograron introducir una propuesta de transformación estatal que involucraba distintos aspectos normativos del Estado, entre los puntos principales resaltan el Estado Plurinacional, las autonomías indígenas, así como una nueva estructura estatal más participativa y representativa de los intereses de las mayorías nacionales.


Si bien no todas sus propuestas se incorporaron en el nuevo texto, el proceso logró un valor en sí mismo por la visión estratégica del Pacto, puesto que las organizaciones particulares tuvieron que deponer algunos de sus intereses sectoriales para consagrar una propuesta única e influir en la Asamblea Constituyente y en sus resultados.


La aprobación de la nueva Constitución Política del Estado abre nuevos espacios de participación y acción política, a través de mecanismos como el control social, la revocatoria de mandato, las autonomías, entre otras; así como nuevas pautas en la relación estado-sociedad civil.


No obstante, las medidas más relevantes apuntan a la incorporación en la narrativa constitucional de diversos elementos provenientes de una matriz de pensamiento distinta a la liberal republicana propia de las comunidades indígena originario campesinas cuyo epítome es precisamente el Estado plurinacional.


La relación y convivencia entre ambas lógicas es compleja y plantea una serie de desafíos desde la participación de representantes de pueblos indígenas en distintos niveles de gestión pública, hasta la incorporación de prácticas culturales de las comunidades en determinados ámbitos como en la justicia, a través de la jurisdicción indígena originario campesina, o mediante la figura de las autonomías indígenas basadas en usos y costumbres. Su complejidad y formas de articulación se verificarán en el proceso de aplicación de la nueva Constitución y la construcción de leyes y mecanismos secundarios.


LA AUTONOMIA: DE LA RESISTENCIA A LA DEMOCRATIZACION DEL PODER


Un eje que cambia sustancialmente el carácter del Estado es la incorporación de la autonomía, que plantea una serie de tensiones políticas ya que en principio fue bandera de resistencia de la oposición y luego fue articulada por el frente oficialista en la nueva Constitución, en el marco de un proceso amplio y que involucra diversos niveles de administración territorial del Estado.


La incorporación en la nueva Constitución de la autonomía es apenas el principio de un largo proceso que involucra varias dimensiones relacionadas con la redistribución del poder en primer lugar, implica formas diferenciadas de acceso a los recursos –en especial de los recursos naturales–, en segundo lugar, la asignación de atribuciones y competencias, en tercer lugar la coordinación administrativa de distintos niveles territoriales así como la combinación de formatos y lógicas que se superponen con niveles de jerarquía similares, la elección de autoridades por voto directo en distintos niveles territoriales, entre otros.


Las autonomías indígenas constituyen nuevos espacios basados en las dinámicas internas de las unidades territoriales preexistentes que, por primera vez, se encuentran reconocidas en la Constitución y tienen niveles de interpelación formales frente al Estado, sin embargo también plantean una serie de interrogantes sobre la posible institucionalización de las formas de autogobierno y de los usos y costumbres, la presencia de grupos de poder internos y externos, sus posibilidades y limitaciones como unidades autónomas capaces de un desarrollo sostenible, entre otros.


RESIGNIFICACIONES EN TORNO DE LA DEMOCRACIA


Por último, en esta breve relación de los elementos analíticos del campo político boliviano nos planteamos varios cuestionamientos en torno del decurso de la democracia y los procesos de desarticulación/rearticulación discursiva en relación con sus significados.


En la nueva Constitución conviven los enunciados de democracia representativa con otros formatos como la democracia directa y participativa, así como la democracia comunitaria.


En los hechos, estas formas de ejercicio democrático están vigentes aunque desarticuladas. Por ejemplo, las formas de representación democrática siguen siendo predominantes en la conformación de los poderes públicos, pero conviven con formas de democracia directa y participativa que se incorporaron en reformas constitucionales previas, así como con formatos como la democracia sindical basada en el mandato imperativo que rige en formas colectivas de organización social, y con la democracia comunitaria que emerge del paradigma de las organizaciones y sistemas políticos propios de los pueblos indígenas bolivianos. Estos prevalecen en distintas comunidades bolivianas, sobre todo del área andina e implican diversas formas de autoorganización y autogobierno.


La democracia comunitaria o de ayllu se basa en lógicas colectivas antes que individuales, y si bien sus características varían en cada localidad, comparten algunos elementos comunes como la rotación de cargos; la obligatoriedad en el cumplimiento de funciones de autoridad; la concepción de autoridad no como privilegio sino como servicio, el consenso deliberativo a través de la asamblea como máxima autoridad de mando colectivo, sistemas de rendición de cuentas y control social, la revocatoria de mandato, procedimientos que garantizan la participación de los miembros de la comunidad en las decisiones y en el control a sus representantes, entre otros. Las particularidades no sólo dependen de las condiciones históricas de cada comunidad y sus prácticas culturales propias, sino también de los grados de hibridación con otras formas de ejercicio del poder, éstas han coexistido, por ejemplo, de manera crítica con los sindicatos campesinos que en su momento se constituyeron en formas iniciales de hibridación y penetración cultural10.


Ahora bien, su reconocimiento constitucional rompe el monopolio de la democracia liberal, sin embargo presenta notables ambigüedades y contradicciones que deberán ser superadas en el decurso de su aplicación.


La democracia representativa fue perdiendo efectividad y fue cuestionada en su eficacia, de esta manera se produjo un desmontaje de la eficacia simbólica de la democracia representativa instaurada como régimen de verdad en el período neoliberal y dio lugar al surgimiento de visiones, interpretaciones y objetivaciones distintas de la democracia. A esta mirada renovada y crítica a la democracia se adscribe también De Souza Santos11 cuando se remite al concepto de demodiversidad.


La nueva CPE no sólo reconoce elementos de la democracia comunitaria para su ejercicio en el nivel local (indígena, campesino) sino también para su aplicación en el nivel nacional mediante la incorporación, por ejemplo, de principios ético-morales como los mandamientos propios de los pueblos indígenas originarios entre los principios que rigen el Estado; asimismo reconoce como oficiales los idiomas nativos y establece su uso obligatorio en el ámbito público. El desafío es pensar en formas articuladas que relacionen las diversas formas de gobierno y organización existentes, algunas de éstas han sido propuestas en los trabajos de Luis Tapia12, mediante la construcción de un núcleo común (o un núcleo intercultural democrático), o su articulación con sistemas institucionales modernos a nivel macroestatal (García s/f).


EL HORIZONTE DEL PROCESO DE CAMBIOS


Como señalamos al iniciar esta exposición, más que respuestas, planteamos una serie de interrogantes y tensiones conceptuales que plantea el proceso de transformaciones del campo político boliviano y que demarca múltiples dimensiones relacionadas tanto con aspectos históricos, cuya referencia nos permite percibir la dinámica del proceso, como coyunturales que nos remiten a la permanente reconfiguración de fuerzas y a la construcción de una nueva hegemonía, cuyo seguimiento permite identificar los principales elementos del proceso y sus conexiones.


La profundidad del proceso iniciado a principios de la actual década da cuenta de la profundidad del mismo y de su alcance, que se encuentra inclusive más allá del liderazgo de Evo Morales y el eventual protagonismo del MAS, y se verifica en el contexto de relaciones sociales, de clase y étnico-culturales.


El horizonte de la interculturalidad parece mostrar un posible derrotero de resolución de estas tensiones de coexistencia y materialización de la diversidad social y cultural boliviana en el campo político, mediante una (re)institucionalización de las estructuras y una concepción de democracia amplia, renovada y dinámica.


* Socióloga con maestría en Ciencias Políticas. Profesora e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) y de la Carrera de Comunicación de la Universidad Católica Boliviana (UCB). Investigadora y coordinadora de área del Centro Cuarto Intermedio (CCI), miembro del directorio Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres).


Los Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano constituyen una iniciativa del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) para la divulgación de algunos de los principales autores del pensamiento social crítico de América latina y el Caribe: Ruy Mauro Marini (Brasil); Agustín Cueva (Ecuador); Alvaro García Linera (Bolivia); Celso Furtado (Brasil); Aldo Ferrer (Argentina); José Carlos Mariátegui (Perú); Pablo González Casanova (México); Suzy Castor (Haití); Marilena Chauí (Brasil); Florestan Fernandes (Brasil); Orlando Fals Borda (Colombia); Mayra Paula Espina Prieto (Cuba); Edelberto Torres Rivas (Guatemala); Carlos Tünnermann Bernheim (Nicaragua); Daniel Mato (Argentina); Hugo Aboites (Brasil); Jaime Ornelas Delgado (México); Jorge Landinelli (Uruguay); Marcela Mollis (Argentina); Pablo Gentili (Brasil); Víctor Manuel Moncayo (Colombia); Susana Novick (Argentina); Antonio Negri (Italia); Guillermo Almeyra (Argentina); Luis Tapia (Bolivia); Boaventura de Sousa Santos (Portugal), René Zavaleta Mercado (Bolivia); Enzo Faletto (Chile); Angel Quintero Rivera (Puerto Rico); Carmen Miró (Panamá); Emir Sader (Brasil); José Mauricio Domingues (Brasil); Raul Prada Alcoreza (Bolivia); François Hourtart (Bélgica); Ximena Soruco Sologuren (Bolivia); María Teresa Zegada Claure (Bolivia); Gerard Pierre-Charles (Haití); y Juan Carlos Portantiero (Argentina) entre otros.


Los Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano se publican en La Jornada de México, en los Le Monde Diplomatique de Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, España y Perú, y en Página/12 de Argentina.


Coordinación Editorial: Emir Sader


Clacso es una red de 270 instituciones que realizan actividades de investigación, docencia y formación en el campo de las ciencias sociales en 25 países: www.clacso.org


* Fuente: El texto publicado en este Cuaderno es parte de un trabajo de investigación dirigido por María Teresa Zegada Claure con la participación de Gabriela Canedo, Claudia Arce y Alber Quispe en el marco del Programa de Becas para Equipos de investigación 2009-2010 de Clacso. La versión completa de este escrito se publicó en el tercer número de la revista Crítica y Emancipación (Buenos Aires: Clacso, 2010) y está disponible en www.biblioteca.clacso.edu.ar.


1 BOURDIEU, Pierre (2001) El campo político. La Paz: Plural.


2 FOUCAULT, Michael (1983) El discurso del poder. México: Folios.


3 La guerra del agua que se inició en rechazo al alza de tarifas de ese servicio contra una empresa transnacional en Cochabamba, concluyó con la expulsión de dicha empresa y se convirtió en el inicio del ciclo de protestas y crisis socio/política en el país. La guerra del gas que fue protagonizada por organizaciones y movimientos sociales sobre todo de El Alto, que comenzó como un rechazo a la política hidrocarburífera de Sánchez de Lozada, terminó imponiendo su dimisión y fuga del país en octubre del 2003.


4 DE SOUZA SANTOS, Boaventura (2004) Democracia de alta intensidad. Apuntes para democratizar la democracia en Cuaderno de Diálogo y Deliberación.Nº 5, La Paz: CNE.


5 RIVERA, Silvia (1983) “Democracia liberal y democracia de ayllu” en: Miranda Pacheco (comp.): Bolivia en la hora de su modernización. México: UNAM.


6 TARROW, Sidney (2004) El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política. Madrid: Alianza Editorial.


7 TAPIA, Luis. (2009) “Movimientos sociales, movimientos societales y los no lugares de la política”, en Le Monde Diplomatique, Ed. Peruana, Nº 23, Marzo, 2009. CLACSO.


8 DUSSEL, Enrique (2006) 20 Tesis de política.México: Siglo XXI Editores.


9 DUSSEL, Enrique (2006) 20 Tesis de política. México: Siglo XXI Editores.


10 RIVERA, Silvia (op. cit).


11 DE SOUZA SANTOS, Boaventura (op.cit).


12 TAPIA, Luis (2006). La invención del núcleo común. Ciudadanía y gobierno multisocietal. La Paz: Muela del Diablo.

SERÁ EL BARRIO CARLOS MUGICA


Se puso en marcha la mesa participativa para urbanizar la villa 31. La integran vecinos, legisladores, el Ejecutivo porteño, diputados nacionales y el arquitecto de la UBA que diseñó el anteproyecto. Antes del 8 de agosto se hará un censo y en diciembre el plan debe estar terminado.



Por Pedro Lipcovich


“Ya no seremos villa: seremos barrio, y ya no tendremos que esconder dónde vivimos para conseguir trabajo. Seremos el barrio Carlos Mugica.” Con estas palabras, uno de los vecinos de la actual Villa 31 resumió el sueño de décadas que, por primera vez, ha encontrado bases firmes para hacerse realidad. Ayer se reunió por primera vez la Mesa de Gestión Participativa destinada a implementar la ley 3343, de la ciudad de Buenos Aires, que garantiza la radicación de los habitantes de ese barrio –con una historia de 80 años– y establece su urbanización e integración al resto de la ciudad, preservando la mayoría de las construcciones y mejoras desarrolladas por los vecinos. En la jornada de trabajo, el reclamo más insistente fue el de otorgar mayor participación a los habitantes de la 31: se decidió incorporar esta presencia en el reglamento de la Mesa y efectuar reuniones en la villa misma. Se estableció un cronograma por el cual, antes del 8 de agosto, deberá concluirse un censo de la población actual y, antes del 8 de diciembre, deberá estar listo el plan definitivo. Al abrir el acto, la diputada porteña Rocío Sánchez Andía (Coalición Cívica), titular de la Comisión de Vivienda de la Legislatura, recordó “la lucha histórica que los vecinos desarrollaron desde hace 80 años”, y señaló que “la base de la ley es el trabajo del equipo de investigación de la UBA que dirige Javier Fernández Castro, desde 2002” (Página/12 precisó sus detalles el 18 de enero pasado). Destacó que la normativa “fue votada por unanimidad de todas las fuerzas en la Legislatura. Ahora sí hay respaldo político: todos hemos aceptado los principios de urbanización y radicación y es el momento de trabajar”.


Al resumir la historia del barrio, Sánchez Andía recordó que “la villa se formó en la década de 1930, con trabajadores del puerto y de ferrocarriles. En los ’60 y los ’70 llegó la conciencia política: aún hoy, en cada reunión que hemos hecho, los vecinos recordaban al padre (Carlos) Mugica”. El recuerdo del cura villero, asesinado el 11 de mayo de 1974 por la Triple A, estuvo muy presente en distintas intervenciones, en la jornada de ayer, y recibió un aplauso largo y emotivo.


Sánchez Andía recordó también que “en los años ‘70, la última dictadura hizo el intento más fuerte para erradicar a los vecinos que habían construido sus casas y sus calles. Llegaron a quedar sólo 48 familias”, cuando la debacle de los militares en las Malvinas frenó sus propósitos. “Al volver la democracia empezaron a llegar nuevos vecinos, de las provincias y de países limítrofes. En los ’90, al crecer la pobreza, surgió la 31 bis. Muchas veces se habló de urbanizar, pero la diferencia es que hoy existe una ley: si no cumplimos, estaremos fuera de la ley.”


A su turno, el arquitecto Fernández Castro destacó la importancia de “preservar un proyecto participativo: que los vecinos sean tomados como primera referencia para trabajar”. El jefe del equipo de la UBA reveló “la conformación de una red de especialistas para transformar el anteproyecto en un proyecto ejecutivo”, y contó que “ya se iniciaron auspiciosas conversaciones con equipos técnicos de la Administración General de Puertos”, propietaria de parte de los terrenos afectados. Fernández Castro subrayó “la preservación de la capilla Padre Mugica, una especie de monumento fundante del barrio, que ahora es un lugar casi inaccesible y donde se hará un memorial”.


El diputado nacional Mariano West (Frente para la Victoria), quien participa en la Mesa como representante de la Comisión de Vivienda de la Cámara baja, requirió que “la urbanización incluya otorgar a cada vecino el título de propiedad de su vivienda”. Guillermo Marzioni, representante de la Comisión Nacional de Tierras para el Hábitat Social, recordó que ese organismo público “relevó con certeza” una parte de la villa, “lo cual muestra que existe una trama regularizable: hay lotes definidos y cada vecino sabe cuál es su espacio”.


Diego Santilli, ministro de Ambiente y Espacio Público de la ciudad, también afirmó que “este proyecto es virtud de los vecinos; ellos saben cuánto lucharon por él”. Agregó que “el equipo técnico de la UBA estuvo a la altura de las circunstancias” y que “este ministerio tiene voluntad de avanzar para que la actual Villa 31 sea un barrio más de la ciudad”. Anticipó que la 31 “requiere cambio de infraestructura en el cortísimo plazo”.


Mauro Chelillo, de la ONG Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), con trabajo en la villa, destacó a este diario que “con esta ley se empiezan a cumplir los compromisos que, respecto de los derechos económicos y sociales, incluye la Constitución de la ciudad”, y la representante de la Defensoría del Pueblo de la ciudad, Silvina Penela, manifestó la “preocupación en cuanto a que esta voluntad política se sostenga en el tiempo”, e insistió también en que la ley surgió “de un proyecto en consenso con los vecinos”.


También habló el padre José María “Pichi” Meisegeier, que residió más de 20 años en la Villa 31, para advertir que “ahora hay voluntad política, sí, pero seguramente la voluntad económica no es muy favorable. Por eso es importante no aflojar, seguir peleando”.


La Mesa fijó un cronograma por el cual, antes del 8 de agosto, deberá realizarse el censo de los habitantes de la villa y, antes del 8 de diciembre, deberá estar redactada la propuesta definitiva de urbanización, que incluirá un presupuesto pormenorizado. Las actividades se centralizarán en la Comisión de Vivienda de la Legislatura (comvivienda@legislatura.gov.ar), y la próxima reunión plenaria, abierta a los vecinos, se hará el 20 de abril a las 18 en la Legislatura porteña.

EL VIEJO TRUCO DE CRIMINALIZAR LA POBREZA


El jefe de Gobierno Maurico Macri, anunció un proyecto de reforma al Código Contravencional que incluye castigo a los trapitos y cudacoches y manifestantes que lleven palos y capuchas. Las medidas apuntan a “que tengamos más seguridad”. Amplio rechazo opositor.



“Hay que desterrar las mafias que se han enquistado en la sociedad”, argumentó el jefe de Gobierno porteño, flanqueado por los integrantes más renombrados de su gabinete, en la mañana de ayer, al informar que envió a la Legislatura un proyecto para reformar el Código Contravencional. Porque “hay miedo y preocupación de la sociedad por la inseguridad”, Mauricio Macri explicó que la prioridad será instaurar la “prohibición absoluta” de la actividad de los cuidacoches popularmente conocidos como “trapitos”, así como el uso de capuchas y palos en manifestaciones, y la habilitación para detener a un sospechoso “antes de que cometa un delito”, además de establecer penalizaciones para quienes ensucien monumentos históricos y edificios públicos. El anuncio desató de inmediato una catarata de repudios de todos los partidos políticos opositores representados en la Legislatura, que el presidente del bloque porteño del PRO, Cristian Ritondo, procuró neutralizar explicando que “se está con la mafia o se está con el vecino”.


La apuesta mayor del proyecto, cuyo contenido exacto no trascendió más que por palabras de los funcionarios macristas, es ganar el control de los cuidacoches para el Estado. De acuerdo con el deseo de Macri, sólo podrían trabajar quienes “estén regulados por el gobierno porteño”, mientras que los infractores recibirían una sanción de uno a cinco días de arresto.


El jefe de Gobierno estuvo escoltado por el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta; la ministra de Desarrollo Social, María Eugenia Vidal; la diputada y ex vicejefa Gabriela Michetti; el jefe de la Policía Metropolitana, Eugenio Burzaco, y el ministro porteño de Justicia y Seguridad, Guillermo Montenegro. Este último precisó que el proyecto prevé penas para los trapitos mayores de 18 años que cobren a los automovilistas que estacionan sus autos en la vía pública, y también a quienes “lideren” esas organizaciones.


“En el caso de trapitos y limpiavidrios queremos que la gente no se sienta amedrentada e invadida”, explicó Macri, antes de encomendar a los legisladores que su intento de reforma “sea tratado con urgencia y que no sea politizado, ya que hay miedo y preocupación de la sociedad por la inseguridad”. “He comprobado de cerca cómo ha aumentado la angustia de la gente a raíz del incremento del delito”, aseguró el jefe de Gobierno, antes de explicar que las mafias enquistadas trabajan “manipulando y abusando de nuestros jóvenes, haciéndolos extorsionar y delinquir diariamente”, por lo que su gestión intenta reprimirlas “con toda la dureza que podamos”.


El jefe de Gobierno explicó que las medidas “buscan contribuir a que tengamos más seguridad”. En aras del mismo objetivo, explicó Montenegro, se pedirá a la Legislatura “una ley específica” para permitir el uso de las pistolas eléctricas Taser, que el comunicado oficial llama “disuasivas”, cuya compra por parte de la Policía Metropolitana desató un escándalo más para la flamante fuerza. Fue Montenegro también el encargado de detallar las propuestas de modificación del Código de Contravenciones: “la prohibición absoluta de todo lo que tiene que ver con los cuidacoches y trapitos; también a la utilización de palos y de estar con las máscaras cubiertas en las protestas (callejeras) y pasa a ser contravención el solo hecho de portar ganzúas o cualquier otro elemento que hace presumir la comisión de un delito”. También “endurecer la pena cuando se ensucien los bienes públicos y monumentos históricos”. De aprobarse, todas esas reformas, aseguró Macri, “no solamente ayudan a la Policía Metropolitana sino a todas las policías y fuerzas de seguridad que lleven adelante su accionar en la Capital Federal”.


Aun cuando no formó parte del paquete de reformas propuestas al Código, Montenegro agregó que el gobierno, que tiene por “prioridad” la construcción “de precintos o comisarías en cualquier lugar de la ciudad para brindar seguridad a los vecinos”, procurará habilitar “un registro de ADN para violadores u otros delitos”.


A pesar del alto impacto que tuvo la presentación en sociedad de la propuesta de reforma, legisladores porteños de distintos bloques pusieron en duda su existencia. “El Poder Ejecutivo nunca presentó el proyecto en la Legislatura”, aseguraron en un comunicado conjunto Fabio Basteiro (Proyecto Sur), Eduardo Epszteyn (Diálogo por Buenos Aires) y Martín Hourest (Igualdad Social). Además, indicaron, “no hay estadística seria que indique que hay un aumento del delito por presencia en las calles de la ciudad de ‘trapitos’ y ‘gente encapuchada’”.


El vicepresidente tercero del cuerpo, Sergio Abrevaya (Coalición Cívica), tildó de “llamativo” que Macri “anuncie este proyecto, que aún no escribe ni envía a la Legislatura, en momentos en que debe revisar la foja de al menos 14 oficiales de alto rango de la Policía Metropolitana, y cuando el titular de esa fuerza está por ser citado para informar a esta Legislatura sobre el caso Colombo”, el oficial desplazado por tener una causa judicial por protección de prostíbulos. Claudio Presman, presidente del bloque de la UCR, explicó que sobre “el fondo de las propuestas opinaré una vez que el proyecto ingrese y pueda estudiarlo”, mientras que coincidió en vincular los anuncios con “los reiterados fracasos en la política de seguridad de la Ciudad y de la implementación de la Policía Metropolitana”. El legislador macrista Ritondo, de todas maneras, insistió en que “para nosotros se hace necesario modificar una ley que quedó obsoleta”.

lunes, 29 de marzo de 2010

LA PROCESIÓN DE LOS SIKURIS


Cada Lunes Santo parte desde Tilcara una peregrinación que se interna tres días en la montaña. Son 60 bandas de sikuris con dos mil músicos y seis mil peregrinos que suben 23 kilómetros hasta el santuario del Abra de Punta Corral, a 3890 metros de altura. El antropólogo Axel Nielsen participó de la celebración y lanza algunas hipótesis sobre qué hay detrás de ella, qué significa ser aborigen hoy, cuál es el papel actual de la Iglesia.



Por Julián Varsavsky

–En la procesión de Punta Corral observé kollas “rubios” con flequillo emo y anteojos a lo CQC, sikus fabricados con caños de PVC, zapatillas Nike y ushutas modelo inca, ponchos de todo tipo y camperas Patagonia, bufandas palestinas y aguayos con la guagüita colgando en la espalda, chulos peruanos...


–Sí, a mucha gente la causa un poco de gracia tanta mezcla, pero es ingenuo pensar una cultura viva como algo estático, como si fuese una esencia que se desnaturaliza cuando se mezcla con otra cosa. La cultura nunca funciona así; es una trama de relaciones permanentemente cambiantes que permite a sus integrantes inventar y tomar los elementos que están a mano, combinarlos y reinterpretarlos de diferentes formas. Los únicos que vemos una contradicción en esto somos nosotros, pero la gente de la Quebrada de Humahuaca se siente cómoda y lo ve como algo natural. Yo creo que una cultura jamás es algo idéntico a sí mismo en dos momentos diferentes.


–¿Cuál es el origen de esta celebración?


–El origen de la procesión de Punta Corral se remonta a 1835, cuando un pastor, Pablo Méndez –luego de que se le apareciera una virgen– encontró en la montaña una piedrita que parecía una virgen. Al bajar a Tilcara se la entregó al párroco, quien certificó que era una virgen y se quedó con ella. Pero a los pocos días ésta desapareció para reaparecer en su lugar de origen. Y fue el mismo pastor quien la habría reencontrado, por lo que se interpretó que la virgen expresaba su deseo de permanecer en los cerros. Para celebrar el milagro se construyó un santuario de altura. En Tilcara existen documentos certificando la existencia de la peregrinación ya en 1920.


–La procesión es liderada por la Iglesia como institución, pero algunas personas ven algo más que una mera celebración católica en Punta Corral, una muestra del sincretismo con la religiosidad aborigen. ¿Será realmente así o eso es ver las cosas como uno preferiría que fuesen y sin embargo no lo son?


–Si uno indaga un poco detrás de las vírgenes que se veneran a lo largo de los Andes, descubrirá que detrás de muchas de esas vírgenes hay una piedra. Hay incluso lugares en Bolivia donde el culto es directamente a la piedra, no a la imagen de una virgen; se trata de grandes piedras vestidas con mantos a las que se les dibuja un rostro para asemejarlas a una virgen. Es claramente una deidad aborigen asimilada a una deidad católica, un proceso que seguramente comenzó en un momento lejano en que, si una comunidad no reconvertía sus creencias –o al menos su simbología– hubiera sido sometida a sanciones. De hecho la piedra que dio origen a Punta Corral está ahora –supuestamente– adentro de la imagen de la virgen que se lleva en una de las dos procesiones, la de la vecina localidad de Tumbaya. Por eso muchos cultos a la virgen son en verdad cultos a las piedras, que en las religiones originarias tenían una importancia enorme. Esas piedras se conocían como huacas y eran espíritus con poderes muy concretos en la vida de las personas.


–Arriba, en el santuario de Punta Corral, asistí a una misa algo extraña, con dos mil músicos tocando –o saliéndose de la vaina por tocar–, mientras el cura les pedía que hicieran silencio. ¿Cómo interpreta usted esta misa?


–Uno ve en esa misa arriba de la montaña una explosión festiva que no es propia o característica de la Iglesia Católica. El formato del rito católico es restrictivo, no da mucho lugar para expresar libremente las emociones. Todo es más contenido, mientras que lo que se ve ahí arriba es una celebración muy festiva. Y después de esa misa llegan las cuarteadas, un baile que se realiza en otras ceremonias del calendario católico, como los días de los santos patronos, pero que tiene que ver con otro tipo de religiosidad. En la cuarteada, parejas de bailarines ofrecen a la virgen mitades de corderos previamente sacrificados, que descuartizan al culminar el baile, llevándose cada danzante un “cuarto” de cordero. Algo así como un sacrificio de raíz andina que la Iglesia Católica tolera.


–En la procesión están un poco a la vista elementos sincréticos –o híbridos, como prefieren referirse ahora los antropólogos al hablar de estos cruces– que son parte de dos cosmovisiones religiosas: la aborigen y la católica. ¿Cuál predomina?


–Es difícil definir dentro de un fenómeno sincrético cuál de las dos vertientes que lo componen –la católica y la aborigen en este caso– es la predominante. Cuando las bandas son bendecidas en la iglesia de Tilcara antes de partir al cerro, allí predominan los elementos formales del catolicismo. Sin embargo, cuando están arriba en el santuario, la peregrinación se convierte más bien en una fiesta que tiene poco que ver con la liturgia católica y predomina más lo aborigen. En la tradición judeocristiana, la liturgia tiende a ser algo rígido y solemne, a veces hasta oscuro y culposo; en cambio lo que ocurre arriba del cerro es una verdadera fiesta que implica pasarla bien, reírse, emborracharse, bailar. Y la ritualidad de los pueblos originarios siempre estuvo ligada a la celebración de la vida que brota de la tierra como las cosechas. Aquellas celebraciones eran grandes banquetes donde se distribuían los alimentos, las hojas de coca, la chicha y se honraba a las deidades. El santuario de Punta Corral es entonces algo periférico dentro de lo que es la disciplina católica; la gente está allá arriba dispuesta a liberar emociones, además cuartean corderos, encienden fuegos frente al santuario; en definitiva es un formato muy distinto al de la institucionalidad católica. Es un espacio que está un poco fuera del control de la institución, en especial a la noche cuando no hay misa. Luego, cuando las bandas y peregrinos que retornan del santuario ingresan al pueblo y en una escena muy curiosa les entregan la virgen a unos hombres disfrazados de soldados romanos y el cura comienza a predicar con un megáfono, queda muy claro que ése es el momento y el espacio en que los sikuris le devuelven la virgen a la institución católica y ésta retoma el control de algo que allá arriba estaba un poco funcionando según otra lógica.


–¿El hecho de que la procesión se haga hacia las alturas no tiene un componente aborigen? ¿No sigue una tradición milenaria anterior incluso a los incas, que por cierto nunca fue parte de la liturgia católica?


–El hecho de que la Iglesia de Punta Corral esté en un cerro es algo ligado sin dudas a las culturas originarias, que construyeron muchos santuarios en las alturas a lo largo de la Cordillera de los Andes antes de la llegada de los españoles. Entre las deidades importantes en épocas prehispánicas estuvieron los cerros. Y en la cosmovisión originaria la naturaleza está animada, llena de presencias, espíritus que animan las piedras, los ríos. Y las montañas ocupan un lugar muy alto en esta jerarquía de deidades. Los incas –que llegaron hasta la Quebrada de Humahuaca– no sólo reverenciaban los cerros sino que además subían físicamente a ellos a realizar sacrificios. Como un intento de controlar las idolatrías, la Iglesia comenzó con esa obsesión por ubicar cruces en la cima de los cerros, para apropiarse de las alturas. Porque estos lugares son sagrados en la cosmovisión aborigen.


–Un aspecto que me llamó la atención en la procesión fue una variopinta simbología que incluía bandas que portaban una veintena de banderas del Vaticano mientras que otras enarbolaban la Whipala, la bandera de la nación india del Tawantinsuyu.


–Ahí se puede ver una muestra de visiones esencialistas de la cultura; los emblemas expresan materialmente la idea de lo cristiano y lo aborigen, son dos “cosas” que no se pueden mezclar, dos objetos que no se pudieran fusionar físicamente. Pero la presencia de estos emblemas oculta algo que es mucho más complejo. La Whipala hace 20 años –cuando yo fui a vivir a Tilcara– jamás se veían ondeando; no existía en la Quebrada de Humahuaca. Esa bandera fue un emblema que se adoptó de otros movimientos indígenas de Bolivia, que en última instancia tiene que ver con un movimiento del Perú y que tienen otro nivel de organización e identificación. Este emblema ingresó en la Quebrada en los años ’90, al igual que ciertas celebraciones como el Inti-Raymi que antes no se celebraban. Es interesante ver cómo algo tan reciente se percibe como algo de tiempo inmemorial. De algún modo es como que la bandera misma crea la nación.


–¿Y qué pasa con las banderas del Vaticano que hay en la procesión?


–Del mismo modo, diría que la bandera del Vaticano crea al católico, porque si uno indaga lo que es el catolicismo para un campesino de la Quebrada y lo que es para un católico de un barrio de Buenos Aires, estoy seguro de que las respuestas serían absolutamente diferentes. Y de algún modo la bandera tiende a homogeneizar todo esto y da la impresión de que es parte de una sola cosa, que es el catolicismo. Pero el catolicismo es muy diverso, como lo aborigen.


–¿Se atrevería a hipotetizar qué sería el catolicismo para aquellos que llevan la bandera vaticana en la procesión y qué significaría la Whipala para los otros?


–En mi experiencia, el catolicismo para un campesino del noroeste argentino tiene que ver con la pertenencia a una institución que juega un papel destacado en las culturas locales. Ser católico es ir a la iglesia, participar de los ritos; tiene mucho que ver con la socialidad de la comunidad en esas prácticas y bajo ese sistema de valores. Y de la misma forma, yo creo que quienes llevan la Whipala se sienten más cerca de la religiosidad indígena, es situarse en otro círculo social donde encuentran reconocimiento y se sienten afines con otros individuos dentro de la comunidad. Entonces, creo que mucho tiene que ver con esto lo microsocial que sucede al interior de las comunidades antes que estar referido a una religiosidad u otra, a un emblema u otro. Estos símbolos y esta religiosidad tienen que ver con los espacios sociales e identidades a las que las personas acceden mediante su práctica. No es tanto una especulación filosófica abstracta sobre la existencia de un dios único o la naturaleza de la tierra como deidad dadora y sustentadora de la vida. Más tiene que ver con la práctica y la cotidianidad, con el tipo de interacción que se da en la institución.


–En las discursividades sociales de la Quebrada de Humahuaca se ve claramente un resurgimiento de lo aborigen como identidad que años atrás era un poco más difuso.


–En Occidente cualquier cultura tiende a verse a sí misma como una cosa antes que como una trama de relaciones. Y en el noroeste los aborígenes han tomado muchas veces, de manera estratégica, esta idea de que la cultura andina es algo en sí mismo. Pero si uno ve la historia prehispánica, los procesos también son enormemente dinámicos. ¿Qué cosa sería lo indígena originario? ¿Lo que sucedía dos siglos antes de que los incas conquistaran las tierras del sur andino? ¿Lo que sucedía 3000 años atrás cuando eran cazadores recolectores y probablemente tenían una religiosidad totalmente diferente? Todas estas posibilidades serían legítimas, válidas, pero el pasado aborigen nunca fue estático. Y por supuesto que hoy en día lo indígena es totalmente distinto a lo que habrá sido en la época de la colonia, en la mita potosina, o en las guerras de la independencia cuando se comenzó a reivindicar al indio por una cuestión de estrategia política en un contexto de guerra. Entonces lo indígena –como lo occidental o lo nacional– también es una “invención”. Simplemente es una vertiente, un proceso que tiene raíces, ciertas memorias compartidas, pero también cambia todo el tiempo. Entiendo por qué se hace; por una reivindicación. Se busca esencializar lo indígena como algo distinto que no se mezcla con otra cosa. Es algo que ayuda a identificarse y a establecer sentidos de pertenencia en comunidades que necesitan organizarse y necesitan este tipo de emblemas como la Whipala. Aunque definir lo indígena como algo puro es como preguntarse si existen la argentinidad, la cultura argentina o los argentinos como si fueran en sí mismos algo que existe realmente. ¿Cuál es la argentinidad pura? ¿La de 1810, la de 1855, la de 1880? En realidad es un proceso que incluye una enorme diversidad y que cambia constantemente.


–¿Qué papel juega hoy la Iglesia Católica en la Quebrada de Humahuaca? ¿Es una herramienta de dominio?


–Todas las religiones, como todas las cosmologías, legitiman o están asociadas a ciertas visiones jerárquicas del mundo. Y por lo tanto favorecen o apuntalan estructuras de poder, relaciones de dominación. Algunas son más desiguales, más severas, más perversas, otras más igualitarias, más inclusivas, más sanas. En ese sentido creo que la religión siempre está asociada a una estructura de poder. Pero en este momento me parece que la Iglesia Católica es mucho menos un vehículo de dominación en relación a lo que fue en la época de la colonia. Hoy en día creo que hay otros elementos mucho más eficaces en lograr ese tipo de dominación. Me refiero a la publicidad, a Internet, la TV, al fomento del consumo por los medios masivos. Difunden una cosmología, ya que ofrecen valores y una interpretación de la realidad, de cómo lograr el éxito, de quiénes somos, de cómo lograr el respeto, la felicidad, es decir que tiene muchos de los elementos que da una religión. Hoy en día veo que los medios masivos tienen mucho más efectividad que la iglesia en instalar estas visiones del mundo al servicio del poder. Es increíble cómo los medios y los valores que difunden llegan hasta los parajes más remotos de la Quebrada y Puna, donde ya hay televisión o cybers.


–Retomando el análisis histórico, el cura de la iglesia de Tilcara me dijo en una entrevista que en el siglo XVI “la Iglesia entró a América con la cruz y no con la espada”.


–Eran dos caras de la misma moneda. La cruz justificaba y facilitaba lo que la espada ejecutaba. Saber si los curas directamente blandieron espadas –algo que debe haber sucedido en más de una ocasión– no es necesario para decir que la Iglesia fue instrumental a la violencia que se ejerció sobre los pueblos indígenas. Además, a partir de fines del siglo XVI y principios del XVII se orquestó la campaña de “extirpación de idolatrías”, donde se dieron órdenes muy precisas; se mandaron curas extirpadores a documentar todas las prácticas aborígenes y a destruir violentamente todo lo que tuviera que ver con los objetos de culto e incluso ejecutar a quienes instigaban a esas prácticas. O sea que la Iglesia ejerció violencia física y no solo ideológica. Es algo que está ampliamente documentado.


–En aquella entrevista el cura también afirmó que “la Iglesia vino a purificar las religiones autóctonas”.


–Ah, bueno... así como creo que las culturas puras no existen, no creo que la religión –como parte de una cultura– pueda ser algo estático que se puede presentar de forma pura. Ese es un concepto viciado desde su origen. La religión es una práctica dinámica y en ese sentido la Iglesia Católica no purificó la religión indígena, porque no hay nada más allá de las impurezas. La Iglesia transformó las religiones locales pero no pudo eliminarlas por completo. Y la religión católica también se transformó a sí misma en este proceso. Yo creo que hay una religiosidad popular en los Andes que no tiene nada que ver con la religión católica que uno encuentra en Roma. Los andinos hicieron del catolicismo algo nuevo.


–A algunos participantes de la celebración les pregunté si la Pachamama era un Dios y todos me dijeron que no, que era una costumbre. Y tengo entendido que en quechua no existe la palabra Dios.


–Claro, la tierra es la tierra. Yo siembro una semilla y sale una planta, o sea que de allí viene la vida. El de Dios es un concepto totalmente occidental. Dios es la tierra. Por eso en la cosmovisión aborigen esa idea no tiene ningún sentido, ya que allí hay una cantidad de entidades animadas de las cuales depende su vida. Preguntar si hay un dios en las religiones aborígenes es como preguntarse: ¿Los incas eran fascistas? ¿Eran comunistas? Esas son categorías occidentales que no tienen nada que ver con otras sociedades. Uno podría encontrar elementos de autoritarismo y elementos colectivistas en los incas, una especie de comunismo extremo. Y en realidad es otra cosa totalmente diferente. Yo creo que el mayor obstáculo que debemos saltear para el entendimiento intercultural es el juzgar con nuestras propias categorías a los demás; entender que otra gente puede organizar el mundo de manera totalmente diferente.


–Creo que entendí: los incas eran stalinistas.


–Sí, por supuesto.