lunes, 28 de febrero de 2011

EL PROCESO REVOLUCIONARIO


Por Nelson Mandela

Un agente nos recibe en la estación y nos lleva en coche hasta el centro de operaciones. Nos recibe Abdelhamid Brahimi, jefe de la sección política del FLN. A las 16, nos llevan en coche a la base de entrenamiento de Zegangan, situada en lo que se conocía como el Marruecos español. Llegamos allí a las 18 y nos recibe el comandante del campamento. Nos enseña el museo del ejército, que contiene una interesante colección de armamentos del FLN, empezando por el utilizado durante el levantamiento del 1º de noviembre de 1954. Después de cenar visitamos el teatro de los soldados y escuchamos música y sketches. Los dos sketches presentados contienen una tremenda propaganda contra el dominio francés en Argelia.Después de visitar el taller de imprenta del FLN y el cuartel general de transmisiones, vamos a Bouleker en compañía de dos agentes. Visitamos primero el cuartel general del batallón de la división del norte. Está convenientemente situado en la zona más estratégica y sumamente protegida. Comemos allí, carne de conejo y pan del día.Poco después seguimos hacia el cuartel general de uno de los batallones situados justo en la frontera argelina. Vemos y entramos en los refugios subterráneos. Hay muchos refugiados en el campamento y su aspecto es de lo más conmovedor.
Hay que hacer entender a la elite del país que la mayoría de la población, por pobre y analfabeta que sea, es la inversión más importante del país. En todas las actividades y operaciones debe haber una amplia difusión entre los intelectuales y la población (campesinos y obreros, trabajadores en las ciudades, etcétera).En tercer lugar, hay que hacer entender a la población que la acción política, en forma de huelgas, boicots y manifestaciones similares, se ha vuelto ineficaz por sí misma. La acción debe aceptarse como la forma más fundamental y básica de la actividad política.Mientras que la conciencia política es clave para la formación de un ejército y para movilizar el apoyo de las masas, no se deben perder de vista las cuestiones prácticas. Por ejemplo, una mujer sin formación política puede hacer mucho por la revolución simplemente porque tenga un novio, marido o hijo en el ejército. Asimismo, los pueblos pueden mostrar iniciativas concretas que deben fomentarse.Existe el caso de un pueblo que atacó un puesto francés sin haber recibido instrucciones del FLN. En otro pueblo, la gente excavó un túnel subterráneo por iniciativa propia.También se sabe que, en un cierto momento, el FLN evitaba que sus soldados se casaran. Esto se modificó más tarde y se dio permiso general para que los soldados contrajeran matrimonio. Las mujeres que estaban ahora casadas con los soldados del FLN, así como sus familias, se convirtieron de inmediato en partidarias del FLN y de la revolución.Hay determinados asuntos cruciales que deben tenerse en cuenta al crear un ejército revolucionario:Aunque es importante que nuestra gente reciba entrenamiento de manos de países aliados, esto debería ser tan sólo una parte del plan. Lo que hay que entender fundamentalmente es que hay que crear escuelas propias que establecerán centros de entrenamiento dentro del país o en sus fronteras.También hay que planificar y tener preparados sustitutos por la sencilla razón de que en el combate se va a perder a muchos hombres. Echarás a perder la revolución si no realizas los preparativos necesarios. También darás confianza al enemigo. Por el contrario, y desde el principio, debes demostrarle que tu fuerza va en aumento.Debes ser flexible y original, pues de lo contrario el enemigo aplacará tus efectivos.También debe tenerse en cuenta que, cuanto más dura la guerra, más aumentan las masacres, y la gente se cansa.Los espectaculares y certeros ataques de los revolucionarios permitieron que el pueblo argelino recuperara su dignidad. Establecieron en Argelia comandos de zona que tenían una función especializada. Sus actividades no suponían una ventaja económica, pero son sumamente útiles para subirle la moral a la gente. Ese tipo de acciones no deben fallar. Ejemplos de operaciones propias del comando son los ataques por tierra a los soldados franceses en ciudades, las explosiones en cines.Tampoco debes fiarte simplemente de la declaración de un recluta en potencia de que está listo para luchar. Debes ponerlo a prueba. En un pueblo, doscientas personas declararon estar preparadas para unirse al FLN. Entonces se les dijo que al día siguiente atacarían al enemigo. Al convocar a los voluntarios, sólo se presentaron tres. En otro caso se les dijo a los nuevos reclutas que fueran por la noche a un determinado punto, donde se les prometió que se les entregarían armas. Al llegar al lugar a medianoche se les dijo que el hombre que había prometido entregar las armas no había llegado y se les pidió que regresaran la noche siguiente. Quienes se quejaron, revelaron que no serían de fiar en situaciones más difíciles.Consideraciones que deben tenerse en cuenta al iniciar una revolución. Debe haber una garantía absoluta de que se han tomado todas las precauciones para asegurar el éxito; la organización es de suma importancia. Ante todo, debe haber una red por todo el país. Tenemos que hacer un estudio exhaustivo de todas las revoluciones, incluidas las que fracasaron. La buena organización es absolutamente fundamental. En la provincia se tardó un año en lograr una correcta organización.Debe evitarse cualquier levantamiento que sea local. Muchos alzamientos fracasaron porque la idea revolucionaria no era compartida por todos.El levantamiento debe organizarse de tal forma que se garantice su continuidad.Debemos tener el coraje de aceptar que habrá represalias contra la población. Pero debemos tratar de evitar esa situación mediante una cuidadosa selección de los objetivos. Es mejor atacar objetivos que están lejos de la población que aquellos que están cerca. Los objetivos deben estar lo más cerca posible del enemigo. Para la gente, y para el mundo, el levantamiento debe adoptar el carácter de un movimiento revolucionario popular. Al enemigo debe parecerle un alzamiento de tan sólo unos pocos.Debemos buscar el apoyo de toda la población, con un perfecto equilibrio entre clases sociales. La base de tu apoyo radicará en la gente normal, pobres y analfabetos, pero también debe implicarse a los intelectuales.Finalmente, debe existir una perfecta armonía entre la delegación externa del movimiento revolucionario y el alto mando. Ambos deben estar integrados por personal similar e igual de formado.
Extraído del cuaderno sobre su entrenamiento en Marruecos con el Frente de Liberación Nacional de Argelia (FLN) en 1962. El todavía jóven dirigente del Congreso Nacional Africano (CNA) había tomado la decisión de volcarse a la resistencia armada contra el régimen del Apartheid. La profundización del odio racial por parte de la minoría blanca tuvo como punto culminante la matanza de Shepardville, un crimen de Estado destinado a aterrorizar a las mayorías negras. Ante la actitud tibia de la CNA, Mandela y otros revolucionarios decidieron crear un brazo armado al que llamaron La Lanza de la Nación. Mandela fue a Argelia, donde terminaba el proceso de liberación del colonialismo francés. Allí escribió estos párrafos. A la vuelta de ese viaje, Mandela intentó encabezar la lucha armada, pero fue detenido y comenzó su largo período de cárcel que terminaría 27 años después.

LA EDAD DEL ARTE


Por Jimena Arnolfi

La colonia de arte para adultos mayores surge del convenio firmado entre la Fundación Madres de Plaza de Mayo, el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y el Pami. Los talleres de arte se dan en el Ecunhi, la ex Esma. Un día con los 200 abuelos que llegan a los talleres de arte para adultos mayores en la ex Esma desde distintos centros de jubilados, hogares de día y geriátricos


Lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros.

Jean Paul Sartre

Hombres y mujeres juegan a las cartas abajo de los árboles. Algunos tocan algún instrumento, otros toman mate y fresquean en sus reposeras. Es un día de sol. Avanzando entre los jardines de la ex Esma se llega a uno de los edificios, pasando entre una colorida pintura de la cara del Che Guevara y una foto tamaño real donde Néstor Kirchner le entrega el bastón presidencial a su esposa Cristina Fernández. Al costado, hay un enorme salón donde hombres y mujeres bailan chacareras y carnavalitos. Tienen un promedio de 70 años. Los hombres llevan sus pañuelos blancos colgados del pantalón y las mujeres zangolotean los suyos al viento. Sonríen.La profesora de baile los acaba de reunir en el centro en forma de ronda para recordarles que “lo más importante es mirarse a los ojos y sonreír siempre”. Mientras unos bailan, otros muestran un pasillo que conduce al microcine. En las paredes, cuelgan retratos –tan imponentes como la foto y la pinturta anterior– de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Del techo cuelgan las fotos de sus hijos y nietos desaparecidos. Desde adentro del microcine sale una carcajada generalizada. Los abuelos están mirando una de Lolita Torres y no pueden parar de reír. Cuando termina Novia para dos (1956), una de las señoras que lleva una flor blanca entre sus rulos rubios, cuenta que todavía guarda un long play de Lolita Torres cantando temas infantiles y populares que “es una joya imperdible”. Su esposo asiente y señala a su mujer con amor: “Susi tenía la misma cinturita que tenía Lolita cuando joven”.Siguiendo el recorrido por el Ecunhi –Espacio Cultural Nuestros Hijos- se llega al salón de actos que funciona como comedor cuando hace mucho calor o mucho frío para comer afuera. La figura se compone a medida que uno avanza. Sobre las gradas puede verse El Eternauta hecho por los abuelos muralistas del Pami.
–Yo siento que acá adentro se me hermosea la cabeza– dice Tito, 78 años, abuelo muralista.
La colonia de arte para adultos mayores en el Ecunhi es un proyecto que surge del convenio firmado entre la Fundación Madres de Plaza de Mayo, la Dirección Nacional de Políticas para Adultos Mayores dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y Pami, el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados. Por día, llegan cerca de doscientos abuelos. Algunos lo hacen por sus propios medios y otros llegan con los colectivos escolares que recorren los centros y hogares de la ciudad. Llegan pasadas las nueve de la mañana, a tiempo para que empiecen los talleres. Después viene el almuerzo y siguen los talleres hasta la hora de la merienda. La propuesta de la colonia incluye talleres artísticos y recreativos a elección de cada uno de los abuelos. Todo gratuito.“Tienen la opción de cambiar cuantas veces quieran de taller hasta que se enganchen con alguno que les guste”, dice Liliana Szwarcer, la responsable del área de Comunicación del Ecunhi. Hay clases de poesía, folclore, pintura, grabado, juegos teatrales, candombe y murga, cuento, percusión, clown y danza afro, entre otros talleres. El día esperado es el viernes. Son varios los que mencionan el tema del “bailongo” que se arma con el espectáculo musical que cierra la semana. Desde folclore, pasando por salsa y cumbia por qué no.
–¿Qué edad me dan? –pregunta Juano y clava los ojos sabiendo de su mirada fuerte– Nooo, para nada, mucho menos. Para mí que ese es el secreto, yo no me siento viejo –se ríe.
Está sentado junto a su amigo Mario como quien mira el baile desde una barra. Tiene el pelo teñido de un color ceniza y una camisa roja impecable. Charla del hogar por donde todas las mañanas, alrededor de las ocho y media, pasa el colectivo a buscarlo para venir al Ecunhi. Es verdad, Juano representa mucha menos edad que la tiene. Dice que baila mucho pero que hoy está cansado, pasa un mate y relojea a las compañeras que sí bailan pañuelo en mano. Su amigo Mario le comenta que La Culebra le mandó saludos. Al parecer es una señora que está medio sorda y habla mucho. “La conocí el viernes de bailongo y ya se me enamoró”, chicanea Juano, el galán. Después lo deja a hablar a su amigo Mario que es músico y quiere contar su historia. “Soy sólo desde chiquito, mi madre era muy pobre, y me tuvo que dejar en otra casa. La música fue mi única compañía real”, dice Mario y se acomoda los anteojos como quien se acomoda los recuerdos.En comparación con su amigo galán, Mario, nacido en México y de nacionalidad peruana, no está muy contento con el hogar geriátrico donde está viviendo últimamente. Es por eso que todas las mañanas se toma el colectivo escolar que manda el Ecunhi. “No me gusta ese hogar, allí nadie está muy interesado en vivir.” Mario va al taller de música, ritmo y movimiento por la mañana, y a musicoterapia por la tarde. Le gusta tocar los tambores. Cuenta que ahora tiene un problema en las piernas y no puede estar parado mucho tiempo. No importa. Sigue tocando.Liliana Szwarcer señala que el crecimiento de este proyecto es el reflejo del deseo de las Madres de Plaza de Mayo por convertir un lugar de sombras en un lugar de luz. Proyectos como la colonia de arte para adultos mayores ayudan a un construir una sociedad mejor para todos y todas.“El crecimiento es cualitativo más que cuantitativo, si bien cada vez son más los abuelos que vienen, los resultados que estamos teniendo son los que nos llenan de energía para seguir: Sombrerito –videoclip–, Señales de vida y Viejo es el viento y todavía sopla”, cuenta Szwarcer. Un video, un disco y un libro, tres proyectos surgidos de los talleres para adultos mayores.
–Ya no necesito que vengan a rehacerme la vida, ahora soy protagonista de la mía –dice María, 71 años, del taller de actuación.
Liliana Marino, la psicóloga de la colonia comenzó a trabajar cuando Señales de vida empezaba a tomar forma. Alguien debía acompañar el proceso de creación. “Ese disco fue pensado para demostrarle al mundo que una persona de 70, 80, 90 años puede tranquilamente hacer lo que se proponga aunque no lo hubiera hecho nunca”, sintetiza Marino. Señales de vida, que contó con el madrinazgo de Teresa Parodi, directora del Ecunhi, fue presentado a fines del año pasado en Radio Nacional para luego culminar en el escenario de Cosquín, en el Primer Festival Nacional de Mayores realizado en la Plaza Próspero Molina de Córdoba.“La vida abre sus puertas. Aquí, en el Ecunhi, se da cabida a todas las voces y se alberga y profundiza las ganas de los que llegan, porque esa es la consigna: aquí la revolución de las Madres está sucediendo, está haciendo realidad el mundo mejor con que soñaron los hijos”, escribe la cantante Teresa Parodi a modo de epílogo.Entre los tangos, milongas y valses que se encuentran en el disco, están Barrio viejo, La milonga y yo, Pituca, El conventillo y Muñeca brava. Los cantores son siete adultos mayores del taller de interpretación. Entre ellos está José Paletta, nacido en 1935 en una zona periférica del barrio de Villa Urquiza. Cuando era chico, José cantaba tangos para comprarse golosinas con las monedas que le daban. Siempre cantó. Toca el bandoneón de oído. Ahora que está presentando Señales de vida con sus compañeros, está tan metido con el tema del disco que se olvida el bastón en todos lados. Antes no podía caminar sin él.
–Acá me siento con ganas de hacer cosas, ya no camino arrastrando los pies –dice Marita, de 70, del taller de danza afro.
El rol de la psicóloga fue de mucha ayuda para muchos de los que llegaban un poco indecisos y con historias pesadas en sus espaldas. “Algunos llegaban muy angustiados, con muchos problemas y soledades. Hay mucha gente que necesita una terapia y desestima la posibilidad sin saber de qué se trata. Los adultos mayores suelen pensar que el terapeuta es para gente loca.” Marino cuenta que ese prejuicio se fue venciendo de manera natural, “de pronto me iban llamando para charlar, se fueron dando cuenta que el espacio de la terapia permite pensar las cosas que nos pasan, que nos preocupan. Si de 20 o 30 que lo necesitan, hay uno solo que se dio cuenta, ya es muy significativo”, concluye.Otro de los emprendimientos es el libro Viejo es el viento y todavía sopla, coordinado conjuntamente por las áreas de artes visuales y letras. “Siento que me abrió una ventanita en la cabeza y entró un poco de aire fresco, renovador”, escribe Mercedes Navarro retratando la experiencia de conocer el Ecunhi. Es una recopilación de poesías y relatos de algunos de los talleristas.Los profesores Rodolfo Edwards y Leila Said cuentan que una de las primeras frases que pronunciaron en el taller fue: “Escribir es darle sentido a la vida”. Juan Diego Incardona, escritor y coordinador del área de Letras cuenta que en sus primeras clases se dio cuenta que el programa de contenidos que había delineado iba a ser modificado rápidamente.“Empezaron a hacer literatura desde sus propias experiencias y recuerdos.” Así recuerda a los talleristas: “Venían de Burzaco, Lugano, Saavedra y Devoto, entre otros barrios. Ahora, me vienen a la memoria algunos de ellos: Jorge, un gran lector de poesía, admirador de Raúl González Tuñón; Walter, a quien bautizamos el poeta campero, porque escribía sobre temas rurales y trabajos campesinos; Josefina, la poeta romántica, que anotaba poemas de amor en su cuaderno Gloria; Reinaldo, el poeta de Villa Urquiza, un verdadero erudito de la historia del tango; Raúl, el poeta anarquista, que viajó por toda Latinoamérica, y Nélida, la poeta desfachatada, una señora de ojos muy claros que, al declamar, actuaba sus poemas con tanta gracia que sus compañeros la comparaban con Tita Merello”.Este tipo de proyectos ayudan a romper con los prejuicios asociados a la edad, la idea de lo “gagá”, el estereotipo del adulto mayor en el imaginario social representado por personajes como Mamá Cora de Gasalla o La Nonna de Tito Cossa. El “viejo” asociado a los problemas de salud y la vida en pausa. En su libro Proyectar la vida (Editorial Manantial), Ricardo Iacub, psicólogo, director científico de la Sociedad Iberoamericana de Gerentología, señala: “cada sociedad construye una idea de envejecimiento que determinará ciertos espacios y recursos para cada grupo social. Esto a su vez posibilitará mayores o menores expectativas para hacer, construir o inventar una nueva forma de vivir”. Iacub dice que el gran desafío de las nuevas generaciones será el de construir diversos modelos sociales para que los mayores tengan los derechos que les corresponden, incluyendo la abolición de esos estereotipos construidos en torno a la vejez.Ya lo escribió Elda Vernieri, del taller de poesía: “Será, me dije, que es una forma por la cual estas Madres tratan de reivindicar a sus hijos que dieron su vida por una patria con justicia social”. Aquellos que llegan al Ecunhi, para trabajar, para disfrutar o para visitar, saben perfectamente de la enorme dimensión del trabajo impulsado por las Madres.Hoy, la ex Esma es pura vida.
Para más información: 4703-5089 / www.nuestroshijos.org.ar / informes@nuestroshijos.org.ar.

NO COMPRE TRABAJO ESCLAVO


Por Exequiel Siddig



Según la Afip, en 2009 la evasión impositiva del sector agropecuario alcanzó los 650 millones de pesos. Vía tercerizadas, las empresas trasladan los costos laborales al limbo de la economía no registrada. Hasta ahora hay 17 dueños de talleres textiles procesados que esperan el juicio oral.




Lacar . Montagne . Graciela Naum . Rusty . Awada . Topper . Puma . Martina Di Trento . Kosiuko . Yagmour . Cueros Crayon . Chocolate . Rash Surf . Belén . Gabucci . DM . Batalgia . Lidase . Bill Bell . Le Coq Sportif . Denitro . Perdomo . Escasso . Jomagui . Eagle . Cleo . ND . By Me . Fiers . Tavernitti . Fila . Vago´s . Muua . Zanova . Zizi . Mimo . Rush Serf . Denitro . Port Said . Claudia Larreta . Street . DOS . Zanova . Zaf . Mela . Duffour . Akiabara . Marcela Koury . Pamplinas . Cueros Chiarini . Manía . Bensimon . Yakko . Yessi . Bombes . Capitu . Leed´s . Ciclo . Lecop Arena .


Cuáles son las marcas textiles y agrícolas que abusan de su poder para explotar inhumanamente
Probablemente, el presidente de la Sociedad Rural Argentina, Hugo Biolcati, haya tenido en mente Piratas del Caribe cuando puso en duda que hubiera trabajo esclavo en Argentina. En el capitalismo posneoliberal, la esclavitud no requiere de grilletes, cadenas ni látigos para amansar a los efebos. Como dijera la Relatora Especial de la ONU para Formas Contemporáneas de Esclavitud, Gulnara Shahinian, “la servidumbre doméstica o la esclavitud es una situación en la que un individuo vulnerable es forzado, por coerción física y/o moral, a trabajar sin una remuneración financiera real, cuando es privado de su libertad, y se encuentra en una situación que es contraria a la dignidad humana”. Claramente las condiciones casi avícolas (dormían en una especie de tumba de chapa sin aislante, para pájaros) a las que se vieron forzados a trabajar los 140 jornaleros en Paraje Monte del Rosario, en Córdoba, para Pioneer Argentina SRL, son una forma de esclavitud contemporánea. El trabajo forzoso (tal la nomenclatura tibia de la OIT) se explaya en sectores económicos con mano de obra intensiva, elevada rotación del personal y con cambios estacionales. La agricultura, la construcción, la minería, los rubros textiles y gastronómicos son el ámbito subterráneo e ilegal donde al menos 12,3 millones de personas en el mundo (1 millón en América latina) están sometidas a una forma de coerción laboral. En el documento The cost of coercion (El costo de la coerción), de la OIT, se estima que el mundo pierde en costo de oportunidad 20 billones de dólares. Dinero que debería ir al bolsillo de los trabajadores y por transición a la rueda de la economía.Hace una década, en Argentina se vienen denunciando casos de reducción a la servidumbre y trata de personas. La avanzada de la Afip contra la ilegalidad inhumana en el sector agrícola de este 2011 se suma a la pelea de vanguardia que viene dando la ONG La Alameda contra los talleres clandestinos de confección textil en Buenos Aires, contrataciones abusivas en el sector de la fruticultura y horticultura (sobre todo, de Mendoza) y la trata de blancas con fines de explotación sexual.La esclavitud no es contraria al capitalismo, sino la pelusa ominosa del sistema que justifica los ciclos de crecimiento. En 2009, según Afip, la evasión fiscal del sector agropecuario fue de alrededor de 650 millones de pesos. La industria textil argentina facturó en el mismo año 6 mil millones. El problema de la erradicación de la esclavitud contemporánea no reside sólo en una voluntad política, sino jurídica. Ningún juez federal osó aplicar la responsabilidad penal que les cabe a las marcas según la Ley 12.713, que establece en su artículo 4º que la marca “es solidariamente responsable de las condiciones laborales”. “Esta ley es mal conocida como ‘de trabajo a domicilio’, porque en realidad regula todos los procesos de tercerización laboral”, dice Ariel Lieutier, ex subsecretario de Trabajo del gobierno porteño durante el mandato de Jorge Telerman.“Es una ley preperonista, de la Década Infame. Quiere decir que ni siquiera es una norma que reconoce el avance de los derechos sindicales, sino que se fundamenta en el horror cristiano de algunos legisladores conservadores a los que las condiciones de explotación de entonces se les hacía demasiado aberrantes”. Los artículos 35 y 36 establecen penas de cárcel de entre seis meses a dos años para el empresario, intermediario o tallerista “que por violencia, intimidación, dádiva o promesa” pague sueldos menores a los establecidos por ley.“Hay resistencia de los jueces federales a aplicar la figura jurídica de la trata de personas”, explica Gustavo Vera, presidente de la Ong La Alameda, que es querellante en el caso de la muerte del niño de seis años Ezequiel Ferreira contra la empresa Nuestra Huella. “El juez Oyarbide, en el fallo del caso de la empresa de ropa Soho advirtió que se trataba de pautas ancestrales de los pueblos originarios, en ese caso de los ayllú. Hasta ahora hay 17 dueños de talleres procesados a la espera del juicio oral. Ni un sólo ejecutivo de las marcas, lo que demuestra que la Justicia en Argentina es claramente clasista. El capital librado a su propia suerte es sinónimo de esclavitud, ya sea en Yemen, Bangladesh o Buenos Aires.”
Fojas cero. El primer gran escándalo de trabajo esclavo fue en 2000: el Defensor Adjunto del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Alejandro Nató, denunció 80 talleres clandestinos en un radio de diez cuadras. Con el gobierno de la Alianza a nivel nacional, las facultades de inspección (el poder de policía) pasó por un convenio (ley 1.033) de Nación a Ciudad –gobernada por Aníbal Ibarra–, salvo el de trabajo a domicilio. Pero el Ministerio de Trabajo, Empleo y Formación de Recursos Humanos que tenía al frente a Patricia Bullrich decidió desmantelar el cuerpo de inspectores de trabajo a domicilio.De 2001 a diciembre de 2007, la Ciudad, en materia de inspección laboral, fue tierra de nadie. Así pasó Cromañón el fatídico 29 de diciembre de 2004 y poco de un año después, el 30 de marzo de 2006, la muerte de seis trabajadores bolivianos calcinados en un taller clandestino de la calle Luis Viale. Cuando la Ciudad pudo recobrar el poder de policía en la materia, al mes siguiente asumió la ANG (administración no gubernamental) PRO de Mauricio Macri.En ese contexto, crecieron las denuncias por talleres clandestinos contra las marcas de ropa hoy concentradas en la megacausa (no por mega va rápida) que dispone el juzgado federal de Norberto Oyarbide. Están Puma, Adidas, Le Coq Sportif, Cheeky, Akiabara, Awada, Claudia Larreta, Yagmour, Mimo & Co., Hill, Ona Sáenz, 47 Street, Bensimon y un larguísimo etcétera de alrededor de 130 marcas. La vasca Zara no está incluida porque produce afuera, pero fue denunciada varias veces por contratar a talleres que apelan a trabajo infantil, como el denunciado por el semanario portugués Expresso. Levi’s no está denunciada formalmente en Argentina, pero fuentes del sector aseguraron a Miradas al Sur que la central que opera en Brasil hizo quemar la producción de 30 talleres argentinos que confeccionaban artículos alternativos a los famosos jeans (remeras, camisas).Un caso emblemático de la serie de denuncias oficiales de 2011 fue el de DuPont, que a través del paquete accionario de Pionneer Hi Bred International es dueña de Pioneer Argentina SRL, de la que se comprobaron ya varios cónclaves esclavistas, entre ellos, el de Salto, provincia de Buenos Aires. La denuncia pública sobre los artículos de DuPont son engorrosas, porque sus marcas sirven de insumos para otras marcas que llegan a las góndolas de los supermercados. Por ejemplo, Kevlar o el poliparafenileno tereftalamida, es un producto que se utiliza en los chalecos antibalas. En 2009, la Policía bonaerense compró 27 mil de estos chalecos con ese material. En enero del año pasado fue clausurada una fábrica de chalecos antibalas con Kevlar en Mar del Plata, la Targea Security Services, de cuyo dueño jamás se supo el nombre. Otro de los productos de DuPont es Teflón, un polímero parecido al polietileno que suele usarse en sartenes. DuPont es una de las empresas químicas más importantes del mundo y fue una de las 24 empresas norteamericanas que ayudó en los ’80 a desarrollar armas nucleares al Irak de Saddam Hussein, según informó el país árabe a la ONU antes de la Guerra del Golfo. Aún con la acusación de las marcas, en Argentina, sin embargo, estamos en fojas cero.
La hora de los consumidores. Para combatir el trabajo esclavo, el documento Forced Labor de la OIT identifica cuatro factores ineludibles: la combinación de instituciones más sólidas de inspección laboral y del mercado de trabajo; marcos jurídicos menos ambiguos para penalizar y procesar judicialmente la trata de personas; instrumentos estadísticos más desarrollados que permitan registrar los casos de trabajo forzoso, y un uso intensivo de instrumentos, como la microfinanciación que potencien a las comunidades más vulnerables al trabajo forzoso.“La OIT no es la panacea, sino un organismo internacional de consenso”, dice Alberto José Robles, del Instituto del Mundo del Trabajo. “Hay un rol esencial de los sindicatos: la ley no se aplica cuando hay ausencia de sindicatos.”Volviendo al pseudodebate sobre si lo que sucede en los talleres textiles clandestinos y en algunos campos de la Argentina es trabajo esclavo, Robles tiene una definición sencilla: “La esclavitud es contraria al contrato de trabajo, se da cuando el empleado no tiene ni voz ni forma parte de un acuerdo. ‘Si no te gusta te vas’, le dice el empleador. Esclavitud es cuando el empleado no opina.” Y alerta que “todavía no ha entrado en debate, pero donde hay esclavitud, hay acoso sexual. Mucama en angolés quiere decir ‘esclava que tiene relaciones sexuales con su amo’”.Lo que resta a la sociedad es tan sencillo de hacer pero tan difícil de refrenar. Acostumbrados a ceder ante los impulsos consumistas del ‘salir de compras’, no nos fijamos cómo estuvo hecho, si por esa prenda de vestir, esa yerba o esa cacerola tan fancy, algún chiquito murió o una mujer tuvo que ser vejada sexualmente o un migrante pasó hambre a cambio de nada. Es hora de superar eso de “me chupa un huevo”. Que por un huevo Ezequiel Ferreyra se murió a los seis años de cáncer. Que hay 12,3 millones de personas esclavizadas en el mundo, Don Biolcati. Por eso esta nota: No compre trabajo esclavo.
• TOPPER En 2007 Topper fue denunciada penalmente junto a Puma, Le Coq Sportif y Bensimon. Los empleados cumplen jornadas de 14 y 15 horas de trabajo en talleres clandestinos.
• SOHO En el marco de una causa judicial se acreditó que la firma Gilmar S.A., que comercializa la marca Soho, utiliza trabajo esclavo. Los talleres estaban en Flores y Parque Avellaneda.
• TARAGÜÍ La marca de té y yerba terceriza la recolección de la hoja verde que usa para sus productos. Los cosechadores están en negro y trabajan en condiciones inhumanas.
• CRUZ DE MALTA Cruz de Malta también terceriza trabajo esclavo. La marca tiene vastas extensiones de yerbatales en Misiones y uno de sus principales accionistas es Ramón Puerta.
• ADIDAS Según varios allanamientos hechos en 2010, muchas de las prendas de la marca de las tres tiras se confeccionan en talleres ubicados en Villa Celina, La Matanza.
• MOCORETÁ En Corrientes y Misiones la firma de jugos Mocoretá utiliza trabajadores en condiciones inhumanas para recolectar limones, naranjas, pomelos y mandarinas.

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"A 22 AÑOS, TODAVÍA NADIE PARECE SABER QUE QUISIMOS HACER EN LA TABLADA"


Por Joaquín Ramos, ex militante del MTP


“Nuestros errores no justifican ni legitiman las horribles violaciones a los Derechos Humanos que cometió el Ejército en la recuperación del cuartel”, dice Joaquín Ramos.


Un ex preso político del MTP explica por qué el copamiento del regimiento en 1989 fue un error
Luego del artículo “La Tablada: más silencios que certezas”, publicado en el número 140 por Eduardo Anguita, el director de Miradas al Sur, llegaron varias réplicas y aportes. Aquí publicamos una extensa carta escrita por Joaquín Ramos, uno de los ex presos políticos por el copamiento del Regimiento III de La Tablada el 23 de enero de 1989. Ramos cumplió parte de su condena en Argentina y en España. Recibió el indulto cuando ya estaba en libertad.
“Hubo tres puntos de concentración. Dos quintas y un negocio en la zona de Morón en donde se juntaron los compañeros que iban a permanecer en las inmediaciones del cuartel. No sé si Gorriarán los juntó a todos en un lugar porque yo fui convocado el domingo a la noche, pero no parece muy lógico. Más bien creo que el Pelado fue a los tres lugares y habló con los compañeros por separado.’’Los panfletos que intentaban confundir a las fuerzas represivas los fuimos lanzando por el camino los que íbamos a entrar en el regimiento.’’La resistencia en el fondo del cuartel no fue intensa. No se pudo romper porque los militares se parapetaron bien y los encargados de tomar esa parte eran pocos. Los combates más duros se dieron en la guardia de prevención y en el edificio de la compañía Comandos y servicios, que daba a la calle. Al no tomar este edificio, se posibilitó que accedieran al cuartel refuerzos y se parapetaran ahí e iniciaran la retoma.’’No había plan de retirada. Eso lo sabíamos todos los que participábamos. Cuando le pregunté al flaco Martín cómo nos íbamos a ir si algo salía mal, me dijo que nada podía salir mal. También me dijo que si a las 8.30 a.m. no habíamos tomado el cuartel, la acción habría fracasado. Curiosamente, no insistí en qué pasaría después de esa hora. Así que, difícilmente, alguno de los que participamos estuviera esperando una orden de retirada.’’Me cuesta creer que alguno de los atacantes pensara que la acción estaba cantada, porque los militares estaban en calzoncillos cuando llegamos. Aunque sí nos sorprendió –a los compañeros que estaban junto a mí, al menos– la presencia de la policía de la provincia de Bs. As. rodeando el cuartel a los pocos minutos de iniciada la acción. Lo que he leído es que se debe a que, en ese momento, se daba el cambio de turno de una comisaría o academia que hay en las inmediaciones del cuartel.’’El MTP sufrió una deserción muy grande de sus cuadros, un año antes de La Tablada, y creo que fue más bien una de esas divisiones endémicas de la izquierda que una cosa referente a la opción armada, que no fue mencionada ni por los que se fueron ni por los que nos quedamos. Tenía confianza y amistad con muchos de los que se fueron y ninguno me dijo que se iba porque el Pelado, tarde o temprano, volvería a la lucha armada. Ni en charlas de café ni en las asambleas previas a la división, nadie dijo nada ni parecido. Varios de los que se fueron dijeron eso ante los jueces, supongo que para exculparse, otros fueron más lejos y se portaron como delatores, pero no se ajusta a la verdad.’La acusación sobre Floreal Canalis no fue realizada unas horas después del asalto, sino varios años después, en un comunicado firmado por Gorriarán. Desconozco si la afirmación de que era servicio de la policía provincial es cierta o falsa. De todas formas, en el comunicado mismo se decía que, si bien Canalis era un infiltrado, su delación había tenido poca influencia en el desarrollo de los hechos porque tenía muy restringida la información y la participación en el MTP, lo cual sí era verdad.’’Coincido con vos en que hoy no es justificable el silencio sobre La Tablada y creo, además, que la explicación que da Gorriarán en su libro es muy pobre. Decir, 16 años después (que fue la fecha en la que salió el libro), que pudimos habernos equivocado pero que nuestras intenciones eran buenas, parece una broma.’’Cuando pude volver al país, después de los indultos de Duhalde, intenté que los que quedamos del MTP, los que habíamos estado presos y los que habían seguido militando en la calle, nos juntáramos para sacar alguna conclusión sobre lo actuado. Pensaba, y pienso, que siendo tan pocos podíamos darle un cierre digno a esta experiencia política. No pasa lo mismo que con la militancia revolucionaria de los ’70, en la que participaron miles y, por lo tanto, resulta muy difícil hacer un cierre colectivo.’’Mi propuesta era reunir a los que habíamos participado, a los que se sumaron después y poco más. Por otro lado, era en lo que habíamos quedado mientras estuvimos presos: ‘Cuando salga el último compañero será el momento de hacer crítica y autocrítica y, si sacamos la conclusión de que nos equivocamos, lo diremos”. No hubo forma. Nadie quería hacerlo y el primero en negarse fue Gorriarán. Él había dado la versión oficial de La Tablada y el tema estaba cerrado. Nada de cierre colectivo, nada de reflexión entre todos, nada de nada.’’¿Por qué? A mí me parece bastante claro. La Tablada es un error. No hay otra forma de llamar a un hecho en el que perdimos más de 30 compañeros, el partido político que generó la acción desapareció y, 22 años después, nadie parece saber qué quisimos hacer. No se trata sólo un fracaso militar, sino de un error político en el que nos saltamos la regla básica de cualquier acción armada: que se explique sola. Si La Tablada fue un error, el máximo responsable (no niego mi parte de responsabilidad pero, definitivamente, no es la misma que tuvo Gorriarán) debería haber asumido sus responsabilidades.’’Básicamente, me parece que no quiso revisar lo actuado para no tener que asumir su parte. En ese sentido, creo que no estuvo a la altura de una historia que terminó en un error pero que está plagada de actos heroicos, entrega y resistencia. Si una cosa reivindico de todo esto es a los que participamos convencidos de que lo hacíamos por un país más justo. No reniego de mi responsabilidad y rescato a mis compañeros como militantes populares y, por eso mismo, me parece que nuestra historia merecía y merece un final más digno.’’En mi opinión, no hay secretos importantes que no se sepan de La Tablada. Más claro: no creo que La Tablada se haya debido a un problema de infiltración, carne podrida, engaños, etc. No creo que haya una gran conspiración de fuerzas oscuras detrás de los hechos que nos tuvieron como protagonistas. En mi opinión, que La Tablada siga siendo un misterio obedece, básicamente, a tres razones:’’–La primera: una concepción política que ya estaba obsoleta en el ’89, esto es bastante claro. Son los residuos deformados de la concepción de los ’70. La creencia de que un grupo armado puede generar un cambio importante sin contar con las masas. Veíamos la debilidad del gobierno de Alfonsín, veíamos el fortalecimiento de los carapintadas, veíamos que había mucho descontento popular con el gobierno y un fuerte rechazo ante los milicos, veíamos la crisis del campo socialista (aunque nunca lo que terminó siendo) y pensamos que podíamos ser la chispa que encendiera la pradera. Que una acción triunfadora sería el catalizador de una insurrección popular que cambiaría la correlación de fuerzas y el rumbo del país. Todo eso sin tener, en mi opinión, la inserción necesaria.’’–La segunda: que no funcionábamos como un partido con sus órganos de control. Esto era así porque Gorriarán dirigía el MTP más allá de lo que dijeran los organismos del movimiento. En mi caso, aceptaba este estado de cosas (donde los organismos del movimiento se veían, más bien, como un obstáculo) con entusiasmo, porque confiaba ciegamente en Gorriarán y en su dirección. Para mí, él era una garantía, lo mismo que para muchos compañeros que participaron en el asalto al cuartel. Recuerdo que tuvimos una reunión con el Pelado antes del alzamiento carapintada de diciembre del ’88 en el que comentamos la situación política sin mencionar la posibilidad de algo como La Tablada, pero sí la de resistir de forma armada un intento de golpe, y le dije a un compañero como chiste: ‘Esperemos que no se equivoque porque si no, estamos hasta las bolas’.’’–La tercera: que nos habíamos saltado ciertas líneas morales que una organización revolucionaria no puede cruzar. Esto es, un mal que ha aquejado a cierta parte de la izquierda mundial. En el frenesí de la acción es difícil ver esa línea que nunca se debe atravesar y que, sin embargo, se deja atrás muy fácilmente.’’En cuanto a nosotros, la línea que pasamos fue basar la acción sobre una mentira. Creo que el análisis de la situación del momento podía ser correcto, pero que actuamos en base a una concepción militar y no política. Creíamos, en ese momento, que el golpe se estaba preparando dada la debilidad del gobierno de Alfonsín y las componendas entre Seineldín y el entonces candidato Menem. Creíamos, y hoy no estoy tan seguro, que los carapintadas habían pasado a ser una opción válida para los grupos económicos. La idea era que planeaban un golpe de Estado, por lo menos encubierto, que derrocaría a Alfonsín, pondría a Víctor Martínez en la presidencia y que él garantizaría la impunidad de todo lo actuado por la dictadura militar. Creíamos, y definitivamente ya no lo creo, que el poder estaba al alcance de la mano. Que Alfonsín no se sostenía, que Menem no había llegado, que los milicos estaban divididos y que nosotros podíamos realizar una acción que inclinara la balanza para el lado del pueblo.’’Con el convencimiento del golpe en marcha, se habló de resistir, de encabezar la resistencia en la calle. Unos días antes de La Tablada se planteó, a modo de debate, que si esperábamos a que los milicos salieran con los tanques, la posibilidad de detenerlos era escasa y que si no era mejor que actuáramos nosotros previamente. Esto se habrá discutido una semana antes, pero como una idea, no como algo inminente. Más bien parecía un debate teórico: ¿Qué será mejor? ¿Esperar? ¿Adelantarnos?’’Se optó, como es público y notorio, por adelantarnos. De hecho, creo que cuando se nos planteó como algo teórico, ya estaba decidido. Digamos que, en ese nivel de decisiones, yo no participaba, pero en ese momento me pareció algo aceptable.’’Sabíamos, como sabía todo el mundo, que La Tablada era un cuartel carapintada y que era el más importante del Gran Buenos Aires. Si el golpe salía de algún lado, sería de ahí. Así que, al adelantarnos, lo tomaríamos, lo neutralizaríamos y después habría una especie de insurrección que cambiaría el rumbo del gobierno de Alfonsín o formaría un hipotético gobierno de unidad nacional.’’Hay que decir que en esos días eran muchos los políticos que hablaban de la posibilidad de un golpe de Estado. El mismo Alfonsín, en un reportaje, dijo que los sublevados no triunfarían; Duhalde dijo algo parecido. Podemos decir que el tema del golpe era más que un rumor en ese momento.’’Se decidió, entonces, priorizar el criterio militar: adelantarnos a los milicos y justificar nuestro accionar diciendo que en ese momento y lugar se estaba dando el golpe. Entonces apareció la mentira y allí atrás quedo la línea moral que no deberíamos haber cruzado nunca. El golpe era algo real, solamente acomodábamos un poco las cosas para tener más opciones de triunfo. Si salía bien, no sería más que un detalle… Si salía mal, nos arriesgábamos a que nadie entendiera qué estaba pasando.’’Más allá del plan, más allá del error (que tire la primera piedra el que no se equivocó nunca, aunque es cierto que hay equivocaciones más graves que otras) yo creo que la tragedia es ésa y haber continuado muchos años dando una visión errónea de lo que pasó. Por eso es muy difícil de justificar o de entender políticamente La Tablada y ha quedado como un misterio para la mayoría de la población.’’Una aclaración: no pienso que Gorriarán perteneciera a los servicios ni creo que haya sido un hijo de puta que nos llevó de una oreja. Creo que fue un revolucionario, con una concepción que se había quedado obsoleta y que tuvo éxitos y fracasos a lo largo de su vida. Estoy convencido de que no estuvo a la altura para asumir su responsabilidad en este episodio y que, en este caso, se equivocó mucho, nos equivocamos mucho.’’Una aclaración más que, parafraseando a Roque Dalton, no sería necesaria casi en ningún lado pero que en Argentina… Nuestros errores no justifican ni legitiman las horribles violaciones a los Derechos Humanos que cometió el Ejército en la recuperación del cuartel.’’Nadie ha sido condenado por las desapariciones ni por los fusilamientos ni por las torturas de compañeros. En este caso, pese al esfuerzo de tantos abogados que luchan por mantener las causas abiertas, todavía impera la impunidad. En la Tablada se cometieron todos los delitos de lesa humanidad que se cometieron durante la dictadura, salvo el robo de niños, y eso no debería ser olvidado.’’Tampoco nuestro error justifica o legitima el juicio parcial e injusto al que fuimos sometidos los detenidos y que fue un intento de legitimar la represión ejercida en la retoma del cuartel.’’No me extiendo más en este tema, porque no es lo central de la carta pero es algo que, creo, no se puede omitir cuando se habla de La Tablada.”.

ENCUENTRO EN 9 DE JULIO; LA ORGANIZACIÓN CARTONERA


Por Alejandro Giuffrida

Del encuentro participaron cooperativistas de La Plata, Córdoba, Santa Fe y de la Ciudad de Buenos Aires. Cartoneros cooperativistas intercambiaron experiencias en un encuentro desarrollado en la localidad bonaerense. El denominador común es el reclamo al estado para lograr una mejor articulación. Además, advirtieron respecto del uso de los residuos de agroquímicos

El último fin de semana de enero, cooperativas de cartoneros y recicladores realizaron una jornada de debate en la localidad de 9 de Julio, al norte de la provincia de Buenos Aires, para definir una agenda de trabajo común y compartir experiencias. Aunque numerosos fueron los temas tratados, el encuentro giró sobre dos ejes de coincidencia: qué hacer con los desechos de agroquímicos, dado que no hay metodología alguna de reciclaje, pese a su peligrosidad, y cómo reformular la relación entre estas cooperativas y el Estado.A las consecuencias ambientales –por todos conocidas– que el excesivo uso de agroquímicos genera en el medioambiente, se suma el manejo de los residuos de estos tóxicos, que no están contemplados en ninguna normativa y que muchas veces pueden convertirse en una bolsa de polietileno entregada en una carnicería o almacén de barrio.Durante la jornada organizada por la cooperativa de servicios para recicladores El Lucero, de 9 de Julio, los referentes del sector denunciaron que buena parte de los bidones que contuvieron venenos para el agro reingresan en el circuito doméstico de las ciudades, muchas veces reciclados como materia prima para polietileno, pero otras veces como simples bidones que se usan para fraccionar productos de limpieza, por ejemplo.Al encuentro se acercaron cooperativistas de La Plata, de la Ciudad de Buenos Aires, de Córdoba y Santa Fe, además de representantes de la Federación de Cooperativas de Trabajo (Fecootra). Según coincidieron, es necesario definir “qué hacer con los bidones, cómo hacer para certificarlos y transportarlos”.“Hay que garantizar que sean reutilizados exclusivamente para contener agroquímicos, porque por más que se le aplique el triple lavado, el veneno permanece”, advirtió Margarita López, secretaria general de El Lucero, y subrayo: “Hoy, esos bidones están yendo a parar a las fábricas de polietileno, lo cual es igual de grave que si estuvieran siendo utilizados para contener leche”.Enmarcado en el mismo escenario, otro de los aspectos que las cooperativas señalaron fue el de las denominadas silobolsas utilizadas para conservar granos, las que se terminan quemando, lo cual implica una contaminación enorme, dado que son de plástico.“Como están en los campos, no tienen un circuito de recolección, y al quemarse se desperdicia todo el material reciclable, el productor pierde dinero y se contamina el ambiente”, sintetizó López.
Diálogos con el Estado. En cuanto a su vínculo con los municipios o los estados provinciales, las cooperativas reclaman tener prioridad en los procesos licitatorios de las gestiones de recolección de residuos. El pedido no es caprichoso; sostienen que hay todo un trabajo en la tarea implicada en el “cirujeo” que no es reconocido por el Estado.Es decir que toda la recolección que los cartoneros realizan correspondería en principio a los municipios, que son los que cobran un impuesto por ese trabajo. “Lo ideal sería trabajar sólo con el reciclado y la clasificación de la basura”, explicó Margarita López.“Además, nosotros nos encargamos de dar las charlas para concientizar a los vecinos o en los colegios, y elaboramos programas con las empresas para promover la separación de la basura”, agregó.Como corolario de este punto en particular, las cooperativas participantes explicaron que el dinero que ingresa por las ventas, que en rigor es fruto del trabajo en la planta, termina siendo también una subvención de quienes están recolectando, que no reciben una ingreso por esa actividad en sí misma.
Recicladores por dentro. El Lucero es una de las tantas cooperativas que se conformaron entre trabajadores recolectores de residuos domiciliarios para reciclar y comercializar la basura con mayor efectividad y con los beneficios que implica trabajar a la par con otros compañeros.Hoy, esta cooperativa del norte de la provincia de Buenos Aires, tiene unos 11 asociados trabajando en la planta de reciclado, pero otros 35 cartoneros están recolectando en la Ciudad o en el basural. A valores actuales, el kilo de cartón se paga unos 0,50 centavos y el plástico –dependiendo de cuál se trate–, hasta 7 pesos.El Lucero entrega, sólo en plásticos, un promedio de dos toneladas y media cada diez días. Por lo pronto, se encargan de seleccionar, prensar y vender, pero próximamente tendrán instalada en la planta una cinta de clasificación, sumado a una máquina de picado y otra de lavado y secado.Con esta expansión, que el municipio de 9 de Julio se comprometió a realizar hace casi un año, López estima que los puestos de trabajo en la planta podrán ascender a 30 lugares. La cooperativa, de todas formas, viene trabajando desde 2004, impulsada gracias a un crédito del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos.La idea principal fue “formalizar el trabajo informal del ciruja”, definió Margarita López. La mayoría de los asociados “eran cartoneros o cirujeaban en la calle” antes de la conformación de este espacio productivo.“El presidente de la cooperativa, Juan Carlos Martínez, no podía hablar con más de tres personas sin ponerse colorado. No había pisado un banco en su vida. Hoy, brinda charlas en los colegios, se encarga de hacer los trámites bancarios y muchas otras cosas antes impensadas”, señaló López y concluyó: “Detrás de cada experiencia hay todo un aprendizaje social que no se puede medir en un balance contable”.
• ¿Basura cero? El manejo de la basura en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires merece un capítulo aparte porque, más allá de las chicanas políticas que el tema despertó, lo cierto es que el macrismo no cumplió los objetivos declamados y las cooperativas de cartoneros todavía esperan que se abra el prometido “proceso participativo de licitación”.La basura continúa acumulándose, cada vez en mayor cantidad y con menos tratamiento. Así lo denunció un reciente informe de la organización ambientalista Greenpeace, en la que se advirtió que en 2010, al Ceamse llegó un 14% más de basura que el año anterior.Y todavía en mayor falta, según la Ley de Basura Cero, que el macrismo prometió cumplir, la Ciudad debería haber enviado un tope de un millón de toneladas a los rellenos del Ceamse, aunque en los hechos derivó más de dos millones, es decir que duplicó lo permitido legalmente.Lorena Pujó, coordinadora de la campaña Basura Cero, de Greenpeace, denunció que “los incrementos interanuales de la basura enterrada desde que asumió la administración de Mauricio Macri son los más altos de los últimos 10 años”.Mientras que, según consigna el diario digital Comunicación Ambiental, la Directora Política de Greenpeace, María Eugenia Testa, subrayó que durante la gestión macrista “se desmanteló el incipiente sistema de contenedores diferenciados iniciado en 2007, se descontinuó el servicio de recolección diferenciada y no se avanzó nunca en materia de concientización y educación sobre reciclado, entre otras cosas”.Según las últimas estimaciones, más del 35% de los residuos que se producen en la Ciudad y que son enterrados podrían ser separados y reciclados, retornando al ciclo productivo, sin generar daños al medioambiente.Desde El Ceibo, la cooperativa de cartoneros ubicada en el barrio porteño de Palermo, precisaron que la fecha para presentar planes de trabajo entre el Estado y las plantas gestionadas por trabajadores se estiró hasta fines de febrero, porque inicialmente el cierre era en diciembre pasado.De todas formas, Cristina Lescano, presidenta de El Ceibo, se mostró poco esperanzada con esta política: “Honestamente, no creo mucho en estos pliegos. Están poniendo muchas vueltas y hay que ver que los recursos lleguen”.

LAS HUELLAS DEL NUEVO MURALISMO ARGENTINO


Por Laureano Debat

La directora de la carrera, Cristina Terzaghi, recupera la figura del pintor argentino Ricardo Carpani (1930-97), del Grupo Espartaco.Declarada en extinción por la dictadura, la carrera de arte mural de La Plata resurge con un semillero ecléctico y comprometido.


Visto, sabido por todos. Común de la ciudad. Personas que comparten un mismo espacio.” Esos significados son los que otorga la Real Academia Española a la palabra “público”. La misma que rige los principios de la carrera sobre arte mural que desde hace cinco años comanda Cristina Terzaghi en la Facultad de Bellas Artes de La Plata.Gestada en torno del potencial de la obra de arte como transformadora de un escenario público, sigue siendo hasta hoy la única orientación universitaria de Latinoamérica en su tipo. El año 2011 es el año de la primera generación de estudiantes licenciados luego de que la carrera fuera cerrada durante la última dictadura militar. Son jóvenes que saben que la mayoría de los casos no volverán a ver jamás sus murales realizados en lugares recónditos, que se entregan a la aventura de la experimentación estética y al descubrimiento de nuevos escenarios, siguiendo la pasión de una mujer hiperquinética que, al fin, puede ver cómo se va concretando el sueño al que se entregó durante toda su vida.
La extinción. Pocos meses después del golpe militar de1976, la censura declaró “en extinción” (sic) a la cátedra de Pintura mural, que durante los años 70 reunía a un número escaso pero efervescente de estudiantes que se cuestionaba el elitismo de las galerías, cautivados por este dispositivo creativo de participación colectiva.Entre ellos, estaba una veinteañera Cristina Terzaghi, deslumbrada con la famosa tríada de muralistas mexicanos Orozco-Rivera-Siqueiros. Tras el cierre, estuvo “un año debajo de un felpudo sin poder salir” y trabajó en lo que pudo, combinando la docencia y los viajes a México y a Cuba con escenografías para los Redondos y Jorge Pinchevsky. Hasta hizo una bandera para la hinchada de San Lorenzo: “Los chicos de la barrabrava nos trataron re bien, nos custodiaban con Itakas mientras trabajábamos por si venían los hinchas de Huracán”.Pero nunca abandonó los murales, siempre se las ingenió para viajar por todo el país, rodeada de jóvenes artistas. Hasta que, por fin, su sueño se sistematizó: en 2006, a 30 años de su cierre y tras 23 años en democracia, la disciplina volvía a ser una opción más en la carrera de Artes plásticas, ahora como Cátedra de Muralismo y Arte Público Monumental Ricardo Carpani. Más amplia, más completa y multidisciplinar en relación a la vieja Pintura mural. Y, esta vez, recuperando la figura del mítico muralista argentino que en los 60, junto a su grupo Espartaco, hablaba de la “consolidación de un arte nacional” que evitara el “realismo caduco y superado” y que renunciara a “todo tipo de dogmatismo en materia estética”. Y retomando otro antecedente: el llamamiento de junio de 1933 del mexicano David Siqueiros a los artistas plásticos argentinos, en donde habla de la necesidad de “salir de la penumbra plácida del atelier para caminar por la plena luz de las realidades humanas”.
La nueva generación. Tienen entre 25 y 35 años. Los cautivó el hecho de poder experimentar con técnicas diversas, como la gigantografía, la gráfica decorativa, el graffiti, la escultura, la pintura y la arquitectura. Los unió una curiosidad voraz por el mundo, por llegar a esos sitios desconocidos, por iniciar un diálogo con la gente que luego pueda plasmarse en una pared pintada y repleta de mosaicos, serigrafías y volúmenes. Una manera creativa de documentar realidades.“Trabajamos con la idea de que el mural sea puente para otras cosas. ¿Cuáles son? Muchas veces no lo sabemos”, comenta Juan José García. “Cuando camino por la calle y veo un mural, veo algo que nos está hablando, ya no es una pared anónima”, dice Irene Castro. “Es la huella de una manifestación, se abre algo y lo que suceda después ya no está en nuestras manos”, agrega Anabel Orellana. Todo gira en torno de la imposibilidad de definir lo que es un mural, tal vez por sus múltiples cruces estéticos que derivan en múltiples expectaciones. Y eso es, justamente, lo que lo torna aún más cautivante.–¿Es posible, Cristina, plantear hoy una radicalidad tan marcada en contra de la pintura de caballete, como lo hicieron en su momento Siqueiros y Carpani?–No, de ninguna manera. Son circunstancias distintas. Hay producciones que están hechas para museos y galerías, que le dan una entidad propia a estos espacios. Y las cosas que se hacen para los lugares públicos desde su misma gestación son diferentes. No podemos sacar un cuadro y ponerlo en lo público, porque está hecho para otra cosa. Creo que hay espacio para todo y que hoy está todo tan disperso que podríamos preguntarnos también dónde empieza el caballete.
Desde los Redondos hasta los dealers de Londres. “Frente a un conflicto, el arte puede irrumpir de una manera muy interesante. Pero hay que tener claro que el mural no salva nada, sólo acompaña un proceso de creación con el otro”. De esta manera, Terzaghi sintetiza la concepción que siempre ha guiado su trabajo.Todos coinciden en que la experiencia más fuerte que les tocó vivir fue el mural en la Escuela “Islas Malvinas” de Carmen de Patagones, en donde ocurrió la tragedia en la que un alumno asesinó a tres de sus compañeros. Fueron 5 días intensos de trabajo, junto con docentes y chicos del colegio, desde el 24 hasta el 28 de septiembre de 2005. “Pudimos sublimar en una imagen toda la problemática, sin tener que recurrir a las palabras ‘muerte’, ‘asesino’, ‘bueno’ o ‘malo’”, comenta Terzaghi.El mural “Los caminos de la vida” representa tres zonas: el árbol de la vida, con el bien y del mal como frutos de una misma matriz, una espiral que simboliza la vida en casilleros y una base con figuras humanas que sostiene a las dos anteriores. Durante los días de trabajo, notaban a los chicos enmudecidos y herméticos. Hasta el día de la inauguración, cuando uno habló: “El mural late”, dijo. “Sentían como que se movía. Y ahí empezaron a soltarse y a contarnos que aún dormían con la mamá porque tenían miedo, que no podían olvidarse de la sangre en el piso. Fue como una válvula de escape”, recuerda Terzaghi.Anabel recupera otra experiencia similar en Sansinena, un pequeño pueblo bonaerense en el límite con La Pampa: “Cuando lo terminamos, se acercaban viejitos que se ponían a llorar porque veían el tren en una estación en la que hacía décadas que ya no pasaba”. Las reacciones, siempre, son muy diversas, desde Madres tirando rosas frente al mural por la Noche de los Lápices, en La Plata, hasta hombres de 70 y 80 años que se juntaban a recordar anécdotas y leyendas en Los Hornos, mientras los muralistas trabajaban sobre el origen de este barrio platense.Terzaghi recuerda el mural que hicieron en La Boca, para un documental de la BBC de Londres: “Eran las 11 de la noche. En un momento se nos acerca el dealer de la zona a preguntarnos cuánto cobrábamos por esto. Le dijimos que nada. ¿Cómo que no les pagan por un trabajo? Tras esta sorpresa, se retiró y volvió enseguida con un reloj muy bonito y recién robado como regalo”.Las anécdotas de estos nuevos artistas del pueblo siguen, pero esto recién empieza. Ellos saben que todavía quedan muchas identidades, costumbres y arquitecturas por intervenir, muchas ciudades y pueblos que quieren contar su historia. Y es allí, donde haya un mural en blanco y una memoria colectiva plagada de particularidades, en donde estos artistas seguirán teniendo su razón de ser.

EL REY MIDAS DE LOS HUMILDES


Por Nahuel Gallotta

Soldado en la Guerra de Triple Alianza contra Paraguay (1865-70), el gaucho Antonio Mamerto Gil Núñez desertó durante la guerra civil correntina. Luego de morir, su verdugo rezó en su nombre por su hijo y se curó. Cada 8 de enero, llegan personas de todo el mundo. Los argentinos, para rezar. Los extranjeros, para hacer turismo exótico.


La devoción por el Gauchito Gil, cuyo santuario está en Mercedes, Corrientes, genera cada vez más dividendos. Estampa de chiringuitos, choferes y aventureros que hacen de lareligión popular un negocio turístico
Parece ser un sueño. En el piso superior de un ómnibus de larga distancia, tres gendarmes despiertan a los pasajeros diciendo que el chofer no encuentra su teléfono celular, y que en minutos todos serán requisados. Es la mañana de un 8 de febrero y en el micro que salió de Retiro y finalizará en Mercedes, Corrientes, muchos viajan por lo mismo. Los cuatro morochos de adelante, contra el vidrio, que dejaron en el piso una bolsa llena de latas de cerveza vacías subieron con el mismo fin que los dos pelados sentados a la altura de la escalera, y que la familia del fondo. Y el que escribe también: todos vamos al santuario del Gauchito Gil.Todavía nadie corrió las cortinas; apenas se ve que es de día, que hay sol. De repente alguien pregunta dónde estamos varados, y el gendarme responde que en Piedritas, Corrientes. De golpe uno de los pelados se para, dice que no puede ser, pide un papel y una lapicera y comienza a pedir los datos de los choferes, grita un poco de cómo los van a revisar si no hay ninguna orden judicial para hacerlo. Todos se suman y los gendarmes bajan sin que aparezca el celular. A la hora el micro llega a Mercedes. El mismo pelado, que es de Floresta y lleva un Gauchito de casi un metro para que sea bendecido, se acerca a la boletería y se vuelve a quejar.Un mes atrás, 200 mil personas llegaron de distintos puntos del país a lo mismo. Por la principal de Mercedes hay más camionetas que autos. Una Kangoo pasa y hace señas, como que si voy para el santuario, que me lleva si quiero. A los dos minutos de viaje me entero de que no es de favor. Que es un remís y que tiene un puesto en el santuario, y que el viaje vale $ 25 pero va a cobrarme apenas 10. Los 8 de enero, el día del Gaucho, los remises cobran $ 30 hasta el giro a la izquierda por la que se deben recorrer 2,5 kilómetros más. Para llegar al santuario, hay que hacer filas de 3 o 4 horas. Y $ 30 no es rentable en 4 horas de viaje. Por eso te dejan ahí.El remisero se llama Jorge y no dice “si Dios quiere”. Dice “si Dios y el Gaucho quieren”. Se le pregunta por la camioneta y dice que después de pedirle tanto al Gaucho se la pudo comprar. Anualmente, 40 familias viven de lo que venden en los puestos linderos al santuario. La suya es una de ellas. “Vos pensá –dice Jorge con su tonada– que todas las personas que pasan por acá frenan. Todas, eh, y los que no lo hacen es porque pasaron el día anterior. Y siempre una cintita, un recuerdo, un regalito, algo te vas a llevar. Así trabajamos todos, gracias al Gaucho”.Los domingos se acerca mucha gente. De madrugada, los colectiveros son los que más se acercan. Además de los puestos están los pibitos que caminan y ofrecen sus productos. Son muchos, andan por todos lados. Un grupo de cuatro descansa jugando al truco de parados, tirando las cartas al piso.Sobre la ruta pareciera la previa de un recital de los Rolling Stone. Por los vendedores, los trapitos, el trabajo para estacionar. Falta poco para el mediodía, bajamos, y Jorge me lleva a su puesto. Atiende uno de sus hijos; tendrá siete años. Entre cintitas, llaveritos, calcomanías y estampitas, me cobra $ 54. Acá se paga hasta para ir al baño o para calentar el agua. Además del merchandising uno puede encontrar puestos de ojotas y de CD truchos atendidos por dueños que ponen cumbia y cuando se aburren pasan un DVD que recorre la historia del Gauchito. El lugar no es tan grande como el que uno podría imaginar antes de llegar. Se siente el olor a asadito, a vino tinto barato, que atrae a las miles de moscas que en el salón se refugian del calor. Suena cumbia, chamamé. En las mesas uno puede reconocer a abuelitas que no paran de darle al vino y a pibes de conjunto deportivo que provienen del conurbano. Gente que por su camiseta de fútbol dice de qué provincia o ciudad es. Comer media porción de asado, un chorizo y una morcilla y una gaseosa ronda los $ 60. Aquí hay hasta una yerba mate llamada Gauchito Gil. Los que deben recaudar, y mucho, son los que graban en el momento leyendas en placas que agradecen favores concedidos. Están colocadas por todos lados. Después cuelgan pasacalles, pero son los menos.“Cada 8 de enero la oferta se expande –cuenta Javier Díaz, productor del documental El último refugio, sobre la vida del Gauchito–, y se arma el bingo. O podés tatuarte con un tipo que se dedica especialmente a tatuar Gauchitos. Hay puesteros que durante todo el año producen su mercadería para venderla ese día, y está bien. El Gauchito defendería la posibilidad comercial de mucha gente humilde.”
La Internacional Gauchita. Son varios documentales los que se hicieron. También hay libros de fotos y expositores que recorrieron el país retratando los monolitos. El los últimos años muchos estudiantes de cine llegaron de Europa para filmar.“Todo el mundo viene el 8, y ya muchos vienen a emborracharse, hay muchos robos”, cuenta Jorge, el remisero.Por lo que dice Jorge, muchos devotos prefieren esquivar el 8 de enero. Para alquilar una pieza o una habitación en un hotel, se debe hacerlo con una anticipación mayor a un año. Algunos visitantes llegan la semana del 1º de enero y se quedan hasta el 9. De Buenos Aires se acercan muchos buscas a trabajar la temporada.Daniel es de Villa Urquiza y se toma el micro a Mercedes todos los 8 de enero hace cuatro años.“Rinde. Hay días que recaudas $ 5000. Llevo remeras, cintitas, lo que puedas imaginarte que tenga un Gaucho. Y mucho repelente para mosquitos. En los últimos años es mucho más rentable venir acá que ir a la costa atlántica. Y estamos viniendo todos.Mercedes puede ofrecer hasta 310 plazas para visitantes. Después, la otra opción son piezas de casas familiares. De ese trabajo se encarga Graciela Díaz Pérez, directora del departamento de turismo de Mercedes. En clubes, refugios o casas de vecinos que pueden recibir visitantes se ofrecen como opciones para esa fecha.“Mercedes ha sido la ciudad que más creció de todo Corrientes según el último censo, con un 21%. Es un fenómeno muy fuerte. Hoy en día tenemos visitantes holandeses. Pero todavía falta. Quienes vienen, se acercan al predio y se vuelven. Lo hacen en condición de visitantes y no de turistas, que es un porcentaje que llegará al 20%”, cuenta la funcionaria.En una esquina de la principal, desde el último 7 de enero, está el comedor y hotel de Sergio. Sergio es del conurbano, del Oeste, de la localidad de Moreno. Dice que vino para eso, y su local podría haberlo instalado en Palermo. Tiene esa onda. Mientras muestra la habitación con pantalla LCD y aire acondicionado, que cotiza $ 100 por seis horas, comenta que en pocos años espera recuperar su inversión.“La gente mucho tiempo no se queda en el santuario, y los micros no salen cada una hora, entonces en algún lugar tenés que pasar el tiempo. La que llega es gente que ahorra durante el año y se la gasta toda, disfruta, se da gustos. Vas a ver, con el tiempo, vamos a ser muchos más los que inviertan acá”, dice.Al viaje a Retiro de las 13.10 le sigue el de las 20 horas. Ahí están los dos pelados:–Me dijeron que llame a este teléfono –dice mostrando el boleto de vuelta, todavía caliente con los gendarmes–. Seguro me regalen un pasaje. Buenísimo, vengo cada dos meses.

LA ISLA DE LOS WICHÍ


Por Diego Long


Marianito Moreno se recuperó físicamente de una desnutrición aguda, pero arrastra secuelas neurológicas.La muerte de siete niños de las comunidades echadas de sus tierras en Salta recuerda el drama de los que no son tratados como hermanos


En apenas doce días, siete nenitos de entre seis meses y tres años murieron en el departamento de General San Martín, al norte de la provincia de Salta. Todos pertenecían a la etnia wichí y todos fallecieron a causa del estado de desnutrición en que se encontraban. En su mayoría, la diarrea estival fue la encargada de asestar el tiro de gracia.“La otra vez fuimos noticia porque cortamos la ruta, por los pozos petroleros, pero ¿quién se va a acercar ahora por los niños que mueren de hambre, hermano? El niño no habla, no te puede decir tengo hambre, y son sólo los papás los que los están mirando y los tienen en los brazos hasta que se mueren”, interpela a Miradas al Sur, Eduardo Paliza, integrante de la comunidad wichí. Por eso, esta vez, la sorpresa fue que el tema se instaló en los medios. Porque, el año pasado, a esta altura, la cifra de niños fallecidos duplicaba a la de este 2011, y la del anterior fue aún mayor, y la del anterior, más. Así y todo, semejante espanto no mereció la escena mediática de aquellos años no electorales.De todos modos, las explicaciones periodísticas aportaron más confusión que otra cosa. “La radio y la tele, que están acá a la vuelta nomás, dicen que ‘es un problema cultural’. Mentira. ‘Es un problema indígena’”, se queja Paliza. “Cortan el hilo por lo más delgado. Si nosotros tuviéramos todas las tierras, el río, el pescado, las frutas, las plantas, no se le pide a nadie nada. Cómo va a hacer una madre con sus hijos, si no le puede dar la fruta, ni el pescado? Acá en el norte hay mucha riqueza en la tierra, ¿pero cómo llegar si está todo alambrado y no podés pasar porque te meten tiro o te mandan a la policía?Paliza empieza a desentramar una parte del problema. Quizá la fundamental. Al menos para las comunidades, porque todos los caciques repiten que el problema es el desempleo, y que ello está directamente ligado con la expulsión de los pobladores originarios, la ocupación de sus tierras y la instalación de industrias que generan muy poco empleo.“El departamento de San Martín empieza en Embarcación y termina en Bolivia –cuenta el ciudadano argentino y wichí–. Son cien kilómetros de ruta. Al este están las sojeras, todos los días los aviones están tirando cagada y veneno, matando a los pueblos indígenas todos los días. Al oeste, están las petroleras, que envenenan todo, los ríos, la tierra, y matan a los animales, y eso nadie lo dice. Estamos a 2 mil kilómetros, pero la amiga Presidenta tiene que conocer la verdad”, remata.Octorina Zamora también es salteña, es wichí y le apunta a la usurpación: “Los pobres, los indígenas, no tenemos acceso al trabajo digno, no podemos contar con los medios económicos para dar de comer a nuestros hijos. Les dan prioridad a la soja y nos despojan de nuestro territorio, de nuestro hábitat. Uno de los mayores culpables de todo esto es el tema de los despojos, el desmonte, hay muchos pueblos acorralados por vastos territorios de gente que ni siquiera son del lugar,. Hay muchos patrones que nosotros ni conocemos”.Octorina agrega que las 17 comunidades indígenas (wichí, guaraní y quom) que viven en Embarcación y se quedaron sin territorios, también sufren inundaciones cada vez que llueve. “Encima, Embarcación está en una zona de transición entre las sierras de yungas y el Chaco salteño árido, el único pulmón ecológico que tenemos”. La Dirección de Recursos Hídricos provincial publicó un informe que “dice que el pueblo de Embarcación está en riesgo de sufrir un alud por los desmontes”. Octorina estuvo en agosto de 2009 en Buenos Aires, junto a otros veinte wichís, pidiendo a la Corte Suprema que detenga los desmontes. La Corte ya estaba al tanto: seis meses antes siete caciques wichís habían participado de la audiencia pública, junto a los gobiernos provincial y nacional, que el máximo Tribunal había ordenado al hacer lugar al amparo que detuvo por un tiempo talas y desmontes en San Martín, Orán, Rivadavia y Santa Victoria.
Mente, cola y corazón cerrados. En el mismo sitio donde los bebés se mueren de hambre están los campos de Alfredo Olmedo. En poco tiempo acumuló unas 160 mil hectáreas. Según fuentes provinciales, “andando mal, le da un rinde de 440 millones de pesos por año”. Alfredo Olmedo hijo, hoy diputado, declaró: “Soy orgulloso de ser del campo y pertenecer a una cultura del trabajo”. Pero los salteños aseguran que “no se le conoce sudor, nunca trabajó”. Las únicas actividades en que se lo vio antes del Congreso y de Cocodrilo fueron las carreras de motocross y motos de agua. El diputado corría en aguas más limpias que las que las comunidades traen de lejos, almacenan por días en tachos precarios y causan la diarrea. La diarrea estival, habitual en esta época, altera la absorción intestinal, lo que produce la pérdida de agua, minerales y nutrientes. En los niños pequeños, provoca rápida deshidratación. Si no se trata a tiempo acarrea consecuencias graves, como la muerte.El aspecto cultural del problema también es complejo. Por un lado, los miembros de las comunidades wichís dan cuenta de la discriminación que sienten en las instituciones hospitalarias. Por otro lado, o no tanto, las autoridades deben lidiar con la reticencia de los aborígenes a la medicina occidental. Para colmo, el exitoso plan nacional de agentes sanitarios y de descentralización de la atención médica tiene sus vacilaciones allí. “La atención primaria de la salud es la llegada de los agentes sanitarios al territorio, muchos de la propia comunidad”, describe Susana Canela, especialista en políticas públicas. “Teníamos el centro de salud, enfermera, los médicos iban al lugar, pero la provincia ahora está teniendo un déficit de médicos en la parte pública”, explica. El sueldo de un agente de la medicina en territorio es pagado cerca de $7000.El gobernador Juan Manuel Urtubey puso en marcha un plan de emergencia con la intención de detener la seguidilla de muertes. Y al frente del plan la puso a Canela. Urtubey plantea que “si las actividades que venimos haciendo no son suficientes, hay que buscar estrategias nuevas e integrales. Si detectamos desnutridos, nos apoya muchísimo el Ministerio de Desarrollo Humano, que tiene todos los planes alimentarios con dietas especiales. Vamos a tener once nutricionistas repartidos por las comunidades, así que vamos a trabajar fuerte en este tema”, se ilusiona Canela, y suma que serán diez grupos de especialistas, universitarios e indígenas que trabajarán “comunidad por comunidad. Unas cuarenta personas se incluirían para trabajar en todo el territorio, desde Pichanal hasta Pocitos”.Canela sabe que “la problemática que se vive no tiene que ver solamente con un problema de acceso a los alimentos, sino con un proceso educativo, con el acceso a la salud, con condiciones dignas de vida. Todo eso hace que una persona y una familia pueda cambiar su situación de vulnerabilidad y superar problemáticas tan específicas como esta”, asegura.La Asignación Universal por Hijo llega también a estos parajes a los que no llega ni el agua. Algunos wichís lo perciben, pero otros no tienen la posibilidad porque no tienen ni documentos. La nutricionista Ana Inés Soruco Wynne es jujeña, pero trabaja con las comunidades de Salta. Hace hincapié en el error de no contemplar el multiculturalismo en el ámbito de la salud y alude a las experiencias de Venezuela, México y Chile. Los trasandinos instalaron en el Sur mapuche “hospitales interculturales donde las machis, las curadoras mapuches que tienen un espacio en los hospitales, trabajan en forma mancomunada con los agentes de salud clásicos”.El drama no puede quedar oculto detrás de la multiplicidad de factores que inciden en la problemática, todos los años mueren niños, que parecen ajenos como si fueran de una isla.

"HACERSE LOS PECHOS ERA COMO USAR LA CAMISETA DEL CHE"


Por Jimena Rosli

“Si no querías tener sexo oral o carnal, no te daban la comida.” Valeria Ramírez se enteró que estaba en el pozo de Banfield cuando salió en libertad y su abogado le recomendó irse de la zona si quería seguir viva.


La militante trans Valeria Ramírez declaró ante la Secretaría de Derechos Humanos por su detención en el Pozo de Banfield durante la última dictadura
Valeria del Mar Ramírez!” vociferó la secretaria detrás del escritorio de la oficina de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Unos ojos color celeste y un escote esperaban sentados. Al oír su nombre, se incorporó y sonrió. La llamaban a declarar por su nombre: el que eligió, no el que le tocó al nacer. La primera trans en el mundo en declarar en juicios por delitos de lesa humanidad dio su testimonio el miércoles 26 de enero. Durante la última dictadura militar, a Valeria la secuestraron dos veces en el Pozo de Banfield. La violaron, la humillaron y maltrataron. Nunca lo comentó con nadie. En 1999 conoció la Fundación Buenos Aires Sida, donde hoy es la Coordinadora del Área Trans. Una tarde, en el medio de una charla sobre derechos humanos, se habló de los centros clandestinos de detención y de los desaparecidos.–Yo estuve en el Pozo de Banfield –comentó con naturalidad Valeria–.Sus compañeros, incrédulos, giraron el cuello para mirar a la trans de 57 años. Meses después, se animó y contó su relato en los Juicios por la Verdad, Memoria y Justicia. Miradas al Sur la entrevistó en el barrio de Constitución, en una de las sedes de la Fundación.En 1976, Valeria se prostituía. Lo hacía toda la madrugada, hasta las 6 de la mañana. El contacto y el maltrato policial eran diarios: “Nosotras sufríamos detenciones todo el tiempo –explica–. No era raro que nos lleven en un patrullero a la comisaría, que nos pidan sexo”. Dos días era el mínimo de estadía en las comisarías. La manera de escaparse para no caer presas era corriendo hasta una estación de servicio. En invierno, el dueño les dejaba guardar los tapados o quedarse adentro si hacía mucho frío.–¿Cómo empezaste?–Como todas. Me largue a trabajar en la calle a los 21 años, por intermedio de una amiga, La Mono. Le pagué una cantidad de plata y me dieron una plaza, una parada en la rotonda de Llavallol, Camino de Cintura. Era una esquina enfrente del Hotel Colonial. Ahí estábamos solas y tranquilas, la policía de Llavallol no nos molestaba. Pero tuvimos que arreglar con el jefe de calle, le teníamos que pagar cada dos días, por semana o acostarme con él.
El debut. La comisaría de Llavallol quedaba chica. La oficina era pequeña y casi no entraban.–No las podemos poner acá con los presos, así que las vamos a trasladar –dijo uno de los oficiales–.–¿Todas juntas o separadas? –preguntó una–.–Juntas. Van a ir a un lugar muy bonito.Eran las 10 de la noche. En el patrullero que las iba a llevar viajaba un policía adelante. Las tres se sentaron en el asiento de atrás, acompañadas de otro efectivo. El auto viajó y se detuvo frente a un portón de chapa.–¡Agachen la cabeza! –gritó el policía y ellas obedecieron–.–¿Pudiste ver algo?–En ningún momento nos taparon los ojos. Entramos y había un vigilante gordo, asqueroso. “Acá te traigo tres”, le dijo el que nos traía. “Bueno, subilas y mandalas a los buzones”, le contestó el guardia. Subimos dos o tres escaloncitos, después un pasillito, volvimos a bajar. Ahí reconocí una puerta que parecía un ascensor. Cuando íbamos llegando había otro pasillo largo. Todo era oscuro, pero a través de unas rejas vimos que nos miró un preso. Seguimos caminando y llegamos a los buzones y nos dejaron separadas e incomunicadas.–¿Tenías miedo?–No. ¿Miedo a qué? Si no entendíamos. Nos trasladaron, nos ponían la comida ahí, era como una detención común.–¿Sabías que estabas en un centro clandestino de detención?–Nosotras ignorábamos lo que estaba pasando. Éramos pendejas y vivíamos con nuestras familias. Éramos murciélagos: de día dormíamos y de noche íbamos a trabajar. ¿Qué sabíamos? Ni la televisión ni el noticiero mirábamos.–¿De política no sabías nada?–Ahora que estoy en la Fundación me doy cuenta de que éramos militantes. Una, por nuestra camiseta y otra, porque siempre nos reuníamos las siete o diez que éramos y siempre estábamos juntas. Si alguna caía presa, nos preguntábamos qué pasó, si había alguna novedad, si le habían hecho algo, qué juez le tocó. Corría la que vivía más cerca de avisarle a la familia.
Segunda vez. Aquella vez estuvieron cuatro días y las soltaron. Valeria no recuerda bien el tiempo que tardaron en regresar al Pozo de Banfield. Calcula que al mes volvieron a llevar. Ese día, un policía se encargó de prevenirlas: “Chicas, váyanse, no trabajen hoy o vengan a la madrugada, porque va a haber razzia, va a haber operativos”.–¿Qué tuvo de diferente?–La pasamos peor. Estuve siete días, casi ocho. Si vos no querías tener sexo oral o carnal, no comías. O a la comida le ponían mucha sal o picante. Era un plato de lata, ni los perros comían eso.–¿Tenías contacto con otros presos?–Una mañana el guardia me viene a buscar para llevarme a bañarme. “Apurate”, me dijo. Yo me duché, había terminado, había lavado mi ropa interior, estaba parada con el toallón y la ropa. Tenía que esperar que me viniera a remitir al buzón, no podía salir al pasillo sola. Y desde un ventiluz escucho ruidos del buzón pegado al baño: “¡Sí, sí, ya viene, sacala, ponela ahí!”. Pasaron veinte minutos y el guardia no venía a buscarme. Siento un bebé llorar y una voz femenina que gritaba: “¡Dale, andá al baño, higienizate! Y agarrá un balde y limpia toda la mugre de acá”. Entró una chica agarrándose de las paredes y se paró enfrente del piletón. Estaba pálida, los pelos revueltos y sucia con sangre. La quise ayudar, le dije que se quede quieta. Ahí agarré un balde y abrí la canilla. La milica me escuchó y asomó la cabeza: “Puto de mierda, ¿qué haces vos acá?”. Yo le contesté que estaba esperando al guardia. Y se vino encima mío, entró, me agarró de los pelos y me caí de rodillas. Me arrastró por el piso y me gritó “¡cerrá los ojos!”. Me empujó al calabozo y hasta el otro día estuve así, con toda la sangre en las piernas.–¿Qué imaginabas en ese momento?–En ese momento pensé: una presa que estaba embarazada y dio a luz. ¿Qué iba a pensar? Si yo no estaba en nada político. ¿Qué chica travesti en ese entonces iba a estar en un partido político? No Éramos aceptadas. ¿A quién le importaba la vida de nosotras?–¿No te parecía raro que no las soltaran?–Sorprendía que había pasado más de una semana. No salía ninguna, estábamos todas. Mi amiga La Mono le avisó a mi familia. Mi mamá fue a la comisaría de Llavallol y preguntó y le dijeron que estaba incomunicada. Y ella respondió que no podía ser, decía: “Yo de acá no me voy a mover hasta que me entreguen a mi hijo”. Como eran las madres de antes, no reconocían lo que éramos. Para ella era su hijo varón. El abogado hizo un hábeas corpus y la convenció de volver a mi casa. “Quédese tranquila que en un par de horas la tiene en su casa”. Y así fue. Valeria recuerda ese momento:–Ramírez, tenés la libertad –le dijo un guardia abriendo la puerta de su buzón–.–¿Y las chicas?–Vos preocupate por vos. ¿O querés quedarte acá todavía?–¿Cuándo te diste cuenta de que habías estado en un centro clandestino de detención?–Al tiempo. Tuve que llamar al abogado y me dijo “si querés seguir viviendo, andate de la zona”.–¿Por qué crees que las llevaron?–Éramos las tres lindas. Cachorras nos pusieron los milicos. En ese momento dijimos que era por prostitutas. Después nos dimos cuenta de que en el ’76 y en adelante ser travesti era muy duro. Y la camiseta que nosotras nos poníamos era esto: los pechos. Si me las pongo, me visto y bailo en mi casa, no me hubiera pasado. Nosotras salimos al espacio público. Era como ser de un partido político y salir con la camiseta del Che Guevara.

LAS CÁRCELES DE CASAL


Por Mariano Massaro

El hacinamiento de los detenidos –muchos de ellos, sin condena– es una de las marcas distintivas de las cárcelas bonaerenses que dependen de Ricardo Casal. Tortura, hacinamiento e insalubridad son las constantes. Diversas organizaciones de derechos humanos coinciden en denunciar la responsabilidad del gobierno provincial.


Las cárceles de la nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas”, ordena el Artículo 18 de la Constitución. La derecha nacional, sin embargo, parece no reparar en que el Sistema Penitenciario de la provincia de Buenos Aires es sinónimo de tortura, hacinamiento, precariedad alimenticia e insalubridad. Allí se conjuga el verbo reprimir, y la mano dura encuentra el respaldo de diversos sectores políticos. “La situación es extremadamente grave”, advierte la Marta Vedio, abogada vinculada durante mucho tiempo a la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Plata. “La sobrepoblación es alarmante, con sus consecuencias de hacinamiento y maltrato. Las cárceles están que rebasan”, afirma Vedio.En diálogo con Miradas al Sur, Roberto Cipriano, abogado y coordinador del Comité contra la Tortura, le puso cifras a la realidad. “La población carcelaria excede los 30 mil detenidos. La tasa de encarcelamiento, durante la gestión Scioli-Casal, se incrementó de 181 personas por cada 100 mil habitantes a 195 en 2010. Las cárceles están saturadas. En celdas de siete metros cuadrados, donde debería haber un solo detenido, se alojan tres y hasta cuatro personas. Una situación que esta semana pudimos comprobar en la Unidad 28 de Magdalena”, señala Cipriano.Sin embargo, el hecho más grave y revulsivo es la tortura. Una práctica sistemática. Durante 2010, la Comisión Provincial por la Memoria presentó 1.220 habeas corpus por torturas y malos tratos. El Comité contra la Tortura documentó los casos. No es el único organismo que recibe denuncias. También los registros de la Apdh. platense y de La Cantora dan cuenta de la situación. Inclusive diversas instancias internacionales, como el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y el Relator de Personas Privadas de la Libertad de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos han requerido al Estado provincial que modifique la grave situación en las cárceles bonaerenses.
Plaf-plaf y pata-pata. “Las torturas son algo habitual en las cárceles de la provincia; esto lo hemos constatado en cada recorrida que efectuamos”, comentó a Miradas al Sur Alcira Daroqui, directora del grupo de estudio sobre sistema penal y derechos humanos del Centro de Estudios Gino Germani. Casos de submarino seco y húmedo son habituales. También lo que se conoce en la jerga carcelaria como plaf-plaf, que consiste en un cachetazo en los oídos con las manos abiertas, una práctica que produce el sangrado de los oídos. Otra técnica frecuente es el pata-pata, en el cual lo reclusos son apaleados en los tobillos o en las plantas de los pies, lo que les impide caminar durante días.Los maltratos físicos no se detienene en las técnicas descriptas. Las frecuentes requisas de pabellones son otro ejemplo. En esas circunstancias, los agentes penitenciarios suelen ingresan a los pabellos tirando con postas de gomas. Una situación que se repite frente a cualquier disturbio, por menor que sea. “Durante la requisas no se respeta lo previsto por el reglamentado para éstos casos”, explica Daroqui, quien también es investigadora del Observatorio de Prisiones de la Procuración Penitenciaria Nacional y Directora de la carrera de Sociología de la UBA.
Muchos responsables. Otro de los temas donde existe acuerdo se relaciona con el trato inhumano que conllevan los constantes traslados a los que son sometidos los reclusos. “Los presos se la pasan viajando. Los trasladan todo el tiempo y nunca saben a donde los llevan. Los dejan esposados en los móviles para hacer viajes de catorce horas”, dice Vedio. El trato inhumano no se detiene allí. También alcanza la la cuestión alimentaria. La comida es imposible de consumir y son las familias de los presos las que se encargan de suministrarles los alimentos.Daroqui relata que en su última visita a Sierra Chica constató que la población carcelaria tenía un promedio de entre 19 a 20 años. “Todos eran pibes del conurbano. Los aíslan de sus familias, las únicas que pueden ayudarlos con la cuestión alimentaria”, dice el especialista. La consecuencia es obvia: mal alimentados, muchos internos terminan presentado cuadros clínicos.En los hechos, el Sistema Penitenciario Bonaerense se maneja de forma autónoma, pese a que la responsabilidad institucional recae en Javier Mendoza, secretario de Política Penitenciaria. El cuadro de situación, efectivamente, responde a una política de dejar hacer, donde las responsabilidades se licuan entre el ministro de Justicia y Seguridad, Ricardo Casal, y el gobernador, Danniel Scioli. Cipriano opina que “la gestión de Casal es pésima”. Según su visión, “las políticas penitenciarias consistieron en la delegación, una especie de autogobierno de los agentes; una situación similar a la que se verifica con la policía bonaerense”, explica el coordinador del Comité contra la Tortura.La abogada Vedio asegura que las responsabilidades por la situación de las cárceles son amplias. “No creo que haya un solo responsable. Hay muchos. Lógicamente, que la primera mirada debe posarse sobre el Ejecutivo provincial, ya que hay políticas posibles que no se implementan. Hay responsabilidades relacionadas con el lugar de detención, como la adecuada atención alimentaria, sanitaria, educativa, familiar y laboral de los internos, que son tareas ineludibles del ejecutivo provincial”, explica la abogada de la Apdh.
Dejar hacer. Según Vedio, “Casal debería atender menos los requerimientos de las fuerzas de seguridad y comenzar a escuchar con atención a las organizaciones de derechos humanos, quienes están en condiciones de aportar experiencia y capacidad para la implementación de una política que respete los derechos humanos de todos”. Las críticas hacia su gestión no son nuevas. Recientemente, el funcionario fue duramente repudiado por la Comisión por la Memoria, a través de una declaración pública por los homicidios en José León Suárez.Hugo Cañón, presidente de la Comisión, asegura que “Casal es vocero del servicio penitenciario y de la corporación policial” y que “representa a esas corporaciones punitivas” en lugar de “ejercer el control civil y político sobre ellas”. La conclusión de Cañón es contundente: “La gestión de Casal está basada en la demagogia punitiva”.No obstante, en el reparto de responsabilidad, una cuota no menor la cabe al Poder Judicial y al Ministerio Público de la provincia. En otras palabras: a jueces y fiscales. Quienes conocen la situación afirman que son muy pocos los magistrados y funcionarios de las fiscalías que se hacen cargo de supervisar las condiciones de detención de procesados y condenados. Menos aun de monitorear el accionar de las autoridades y los agentes penitenciarios.La situación bonaerense, sin duda, contrasta con la política del Gobierno Nacional que, mediante diversos programas e iniciativas, procura ampliar y hacer efectivos los derechos de los internos. Mientras tanto, desde el Ministerio de Justicia y Seguridad que dirige Casal se promueve un laissez-faire respecto del sistema carcelario. Hoy, en la provincia de Buenos Aires, al decir de los especialistas, la cárcel expresa un espacio de no derecho. Un ámbito donde rige un estado de excepción permanente, que lo excluye, en la práctica, del imperio de la ley.

LA BONAERENSE, UN DESAFÍO PARA LA DEMOCRACIA


Por Daniel Cecchini

El ministro Ricardo Casal, hombre del riñón del Servicio Penitenciario Bonaerense, funciona casi como un delegado de la Bonaerense ante el gobernador Daniel Scioli. Los asesinatos de José León Suárez vuelven a poner en evidencia la estructura autoritaria de una fuerza que va a contramano de la política nacional de seguridad

Es imposible sostener un Estado democrático pleno si una de sus instituciones básicas sigue funcionando con una estructura autoritario-mafiosa que jaquea hasta los límites a los gobernantes elegidos por la ciudadanía. El asesinato, la semana pasada, de dos jóvenes en José León Suárez –localidad emblemática, a partir de la masacre descubierta por Rodolfo Walsh, del accionar ilegal de la Bonaerense– es un nuevo y trágico eslabón en la cadena de hechos que, desde hace más de medio siglo, muestran que la Policía de la provincia de Buenos Aires no sólo es un modelo de gatillo fácil sino que funciona como una corporación con intereses propios. Por un lado, mantiene una red de relaciones e intereses que la conectan tanto con el mundo político como con el criminal y, por el otro, le permite condicionar a los sucesivos gobiernos provinciales –y resistir a sus intentos de control– para evitar que éstos afecten sus intereses.Actualmente, la Bonaerense es una fuerza de alrededor de 55.000 integrantes, de los cuales, según las cifras (2009/2010) de la Auditoria General de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad, 13.619 –más de la cuarta parte– tienen sumarios abiertos. “El funcionamiento actual de la Bonaerense es deficiente porque volvió a recuperar una fisonomía y un tipo de funcionamiento que había sido superado por la reforma que se inició en 1998, 1999 y que se profundizó entre 2004 y 2007. Uno de los problemas más grandes que tenía la Policía de la provincia de Buenos Aires era el extraordinario grado de autonomía y autogobierno al que había llegado y que lo había conducido a procesos crecientes de corrupción y de violencia institucional. Evidentemente, frente al diagnóstico preciso que se hizo en su momento, esas cuestiones se corrigieron cuando se asumió el gobierno civil de la fuerza policial con un diseño institucional apropiado y consistente en un ministerio con competencia, funciones y funcionarios que se hicieron cargo de la conducción estratégica. Yo veo que hemos vuelto al pacto civil policial y a un autogobierno policial que le hace mal a la propia institución y debilita al propio gobierno. Esto por supuesto lleva a resultados negativos en materia de control de la seguridad”, dijo a Miradas al Sur León Carlos Arslanián, ex ministro de Seguridad bonaerense que intentó, en dos ocasiones, reformar la estructura de la Fuerza.
La marca de la dictadura. Pese a que, exclusivamente por una cuestión generacional, ya no quedan en la Fuerza hombres que hayan participado de la represión durante la última dictadura, la impronta que dejaron los genocidas Ramón Camps y Miguel Etchecolatz sigue vivita y coleando en el accionar cotidiano de la bonaerense: gatillo diarreico, torturas, ejecuciones dentro y fuera de las comisarías, liberación de zonas, aprietes son el pan policial de cada día. “Estamos en una situación grave porque que se ha dado, ya desde hace un tiempo, el autogobierno de la policía de la provincia de Buenos Aires. Esto ha servido para desprofesionalizar a la policía, para que se haya desarrollado el criterio de corporación uniformada y también para violaciones de derechos humanos como la situación de la masacre en José León Suárez, denuncias por violencia, la desaparición de Luciano Arruga, las torturas en las comisarías de La Plata. Todo esto con una impronta muy fuerte, con un mensaje ligado a la mano dura contra aquellos sectores más excluidos, más pobres, en especial niños y jóvenes, que tengan menos derechos y en algunos casos –como quedó patente en José León Suárez– ni siquiera el derecho a la vida”, diagnosticó para este dominical Alejandro Mosquera, secretario ejecutivo de la Comisión Provincial por la Memoria.En ese contexto, dentro del propio Ministerio de Seguridad, algunas áreas relacionadas con los derechos humanos provocan fuerte escozor entre los policías en actividad. Una anécdota lo explica por sí misma. Cuando se estaba sustanciando una causa relacionada con la Comisaría 5ª de La Plata, un oficial retirado que había revistado allí durante los años de plomo se presentó en la oficina de Personal para hacer un trámite. “¡Ah, usted estuvo casi 30 años en la Quinta! Tenga cuidado, porque lo van a citar. Los de la Dirección de Personas Desaparecidas nos están pidiendo los legajos y después citan. Esa es una oficina llena de zurdos, así que tenga cuidado”, le advirtió el encargado del área de Personal.
Rehenes de los azules. Los intentos de transformar a la bonaerense en una fuerza policial moderna e integrada al funcionamiento de las instituciones de la democracia han fracasado sistemáticamente. En algunos casos, por decisiones de un poder político que hace la vista gorda ante las relaciones de complicidad que existen entre los jerarcas de la Fuerza y muchos de los barones del Conurbano. En otros, cuando sucesivos gobiernos provinciales fueron escarmentados por intentar reformas. La masacre de Ramallo, en 1999, que terminó con la primera reforma encarada por Arslanian, es un caso paradigmático. Pero hubo muchos otros.La primera versión oficial sobre los asesinatos de José León Suárez puso en evidencia, una vez más, que el poder político provincial suele repetir, casi por reflejo, la carne podrida que le suministra la Jefatura. Después, el gobernador Scioli y el ministro Casal debieron dar marcha atrás. Lo mismo sucedió, entre otros hechos, con la desaparición de Miguel Bru, con los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, y con la desaparición de la familia Pomar, que provocó la caída del ministro Carlos Stornelli.Hoy quien baila en la cuerda floja por la represión con balas de plomo en José León Suárez es el ministro Ricardo Casal. Su salida sería un duro golpe para la Bonaerense, ya que es un hombre formado en el Servicio Penitenciario provincial durante la última dictadura, que entiende y comparte los retorcidos códigos de la familia policial. Para la cúpula de la policía provincial, en su papel de ministro, Casal es más un delegado policial que le impone condiciones al gobernador que un funcionario del poder político con la misión de conducir y controlar a la Fuerza.
Negocios millonarios. El recuento de causas judiciales, investigaciones internas y externas, sumarios y denuncias permiten componer un mapa de negocios ilegales que produce millones: prostitución, juego ilegal, robos por encargo a través de delincuentes, compra de zonas liberadas para del delito y desarmaderos de autos, por nombrar sólo algunos. Y, complementariamente, mecanismos de corrupción interna al servicio del enriquecimiento de los jefes: compra de destinos al frente de comisarías a cambio de cuotas mensuales, comisiones a cambio de ascensos, etc.Un oficial retirado dijo a Miradas al Sur que la recaudación es piramidal. El dinero se consigue en la calle –las comisarías funcionan como entes recaudadores– y va subiendo hasta llegar a los jefes. En el camino, quienes participan se van quedando con su parte. Quienes no quieren participar del negocio –que los hay– son marginados y, por lo general, terminan en destinos que tienen todas las características de un castigo. “Las comisarías se adjudican de acuerdo a dos criterios que no son opuestos: las reciben los protegidos de los jefes y quienes ofertan más por ellas. Cada comisaría tiene un precio, que consiste en una cuota mensual que tiene que ir para arriba. Todo lo que se recauda por encima de esa cuota, queda en la comisaría, donde una parte se destina al funcionamiento y otra va a parar a algunos bolsillos, primero el del comisario y después, proporcionalmente, para abajo”, explicó. Otro ex policía, consultado por este dominical, confirmó el mecanismo. “En algunos casos, las comisarías están sobrevaluadas. Lo que recaudan normalmente no alcanza, o apenas es suficiente para pagar la cuota. Entonces, en esos lugares, si uno presta atención, ve que empieza a haber más robos”, agregó.Cuando un intento de reforma o de simple control civil sobre la fuerza corta estos mecanismos de enriquecimiento, la resistencia de gran parte de los jefes policiales se hace notar. Sienten que han llegado la cima, donde los esperaba el premio por tantos años de servicio, y de pronto se los arrebatan. “Es una cosa cíclica y eso es lo que los vuelve loco a los tipos. Por qué, justo ahora que llegué, vienen a controlarnos, piensan. Nosotros somos jefes hoy, duramos seis meses o un año y después nos retiran. Tenemos 29 o 30 años de servicio y nos corresponde la etapa de bonanza, la recaudatoria, tenemos seis meses para enriquecernos y no nos dejan. Estamos hablando del vértice de la pirámide. Después vienen los de la segunda línea, que tienen 28 años de antigüedad y se preparan, están viendo los ascensos, cuál es el mejor destino. Las camineras se compran por ejemplo. Está la caminera de tal ruta que da mucha guita y otra no da tanto”, relató a Miradas al Sur un funcionario de carrera del Ministerio de Seguridad que conoce a fondo el funcionamiento interno de la Bonaerense.Hace unos años le preguntaron al criminólogo italiano Franco Basaglia por qué la mafia no había podido hacer pie en la provincia de Buenos Aires. La respuesta fue contundente: “Porque las actividades típicas de la mafia están en manos de la policía; entonces la policía no necesita negociar con la mafia, simplemente no le permite ocupar su lugar”.
Una política de Estado. La reforma conducida por Arslanián, entre 2004 y 2007, fue un intento serio de acabar con una policía incongruente con la democracia, pero fue borrada de un plumazo por Daniel Scioli cuando llegó a la gobernación. Cambiar este estado de cosas requiere una firme decisión política, consensuada entre oficialismo y oposición, que haga del rediseño de la Bonaerense una política de Estado.La creación de la Policía Aeroportuaria es un ejemplo concreto de que es posible tener otra policía, moderna y eficiente. Tampoco se pueden pedir milagros: se trata de un trabajo que requiere tiempo, firmeza y profundidad. Consultado por Miradas al Sur, el director del Centro de Estudios Legales y Sociales, Gastón Chillier, resumió así el desafío: “Una reforma realmente democrática implicará la depuración de sus filas, la implementación de controles externos que realmente tengan en cuenta criterios muy transparentes a la hora de evaluar, el pase a disponibilidad de las personas que estén involucradas en violaciones graves o en casos de corrupción, la profesionalización de sus cuadros, la mejora de los salarios. En materia ya de seguridad, claramente se necesita una policía que sea parte de un esquema de seguridad democrático, donde tiene que interactuar con otras políticas sociales y una Justicia que también responda a estos criterios de capacidad para investigar crimen organizado. En líneas generales, es una reforma que debe tener como eje articulador una concepción democrática donde las personas como las víctimas de León Suárez no sean vistas como sospechosos o delincuentes por estar excluidos. Hay que lograr que el primer reflejo no sea apretar el gatillo sino más bien otro tipo de intervenciones no violentas. Hasta tanto esto no se cambie y la policía se siga gobernando a sí misma, va a seguir habiendo hechos de esta naturaleza”.
Colaboró: Gisela Carpineta.