sábado, 31 de marzo de 2012

"LA RELIGION NO PUEDE GOBERNAR EL ESTADO"


El sociólogo Roberto Cipriani analiza el rol de las creencias. La relación de la fe religiosa con la cultura y la política en el siglo XXI. Las teorías del fin de las doctrinas y por qué permanecen a pesar de los pronósticos. Cómo serán a futuro.
Por Raquel Roberti
Hace más de cincuenta años, al menos dos sociólogos reconocidos anunciaron que las religiones pasaban por una crisis de tal magnitud que iban a desaparecer. El italiano Sabino Acquaviva, además periodista y escritor, publicó en 1961 El eclipse de lo sagrado en la sociedad industrial, donde predecía que la oscura noche en que vivía la humanidad se iba a cerrar totalmente. Cuatro años más tarde, el estadounidense Harvey Cox afirmó, en Secular City, que el hombre se había liberado de las ideas religiosas, haciéndose responsable del acontecer. Sin embargo, una reciente encuesta realizada en Italia determinó que si bien sólo el 25 por ciento de los ciudadanos asiste a los ritos religiosos, el 80 por ciento continúa rezando. “Rezar no es una constricción, una imposición, no tiene control social como la asistencia a un templo, por eso es un fenómeno de mucha consistencia. Y si hay el rezar, hay religión”, afirma Roberto Cipriani, autor de Manual de sociología de las religiones, que acaba de actualizar y reeditar con Siglo XXI. Cabe preguntarse, entonces:–¿Por qué no pierden peso las religiones?–La historia dice que hay cambios, adaptaciones, pero las religiones tienen la fuerza, el poder de la continuidad histórica, de las instituciones, de los templos, de la organización de personas que trabajan sólo para eso.–¿También ayuda el poder económico de las religiones?–Es un problema más complicado. Por un lado, Max Weber dijo que el capitalismo nace del protestantismo, donde la intensidad del trabajo y la acumulación de dinero demostrarían que son los elegidos. Otra idea es la del mercado religioso: una persona decide pertenecer a una religión porque le conviene para un negocio, para establecer relaciones o vender un producto, pero esta teoría también es criticada. En esa decisión influyen, además, las emociones, el grupo familiar, el contexto histórico, la cultura. Es evidente que una persona religiosa está predispuesta a aceptar casi todo, pero ahora, para evitar que quienes manejan dinero y bancos se aprovechen de eso, se va a difundir la ética económica. Tanto en Estados Unidos como en Europa está comenzando a dictarse una disciplina de valores éticos en la economía.–La pregunta se refería a que la mayoría de las iglesias se mantienen con el aporte de los practicantes y acumulan poder económico; tienen un funcionamiento similar al del Estado.–Sí, hay situaciones que permiten a la Iglesia Católica en particular, pero también a otras, recibir dinero del Estado. En Alemania se declara la religión en la declaración anual de impuestos y el gobierno reparte un porcentaje de las tasas en base a esa declaración. En Italia se aplica el 8 por mil: ese porcentaje de lo que cobra el Estado se destina a las iglesias por las que optan las personas. El problema es que sólo el 32 por ciento de la población especifica una opción, pero cuando se calcula cuánto le corresponde a la Iglesia Católica se hace sobre el total del dinero disponible, no sobre la opción efectivamente indicada. Es un sistema muy similar al diezmo feudal.–Dijo que se estudia ética económica, justo cuando las protestas de los indignados se extiende hasta Nueva York. ¿Cómo ve ese movimiento?–Los indignados de Nueva York no son los de Puerta del Sol ni los de Roma, pero creo que estas manifestaciones son sólo una pequeña parte del fenómeno religioso, que es más complejo. Al mismo tiempo, es una señal para comprender lo que sucede. Cuando enfrentan casos similares, los sociólogos saben que pueden ser la punta de un iceberg, el inicio de una actividad, operación importante. Sin duda, esta participación, esta respuesta al poder, puede estar basada sobre específicos valores religiosos, porque en las religiones en general el valor de la persona es fundamental y cuando está amenazado, hay una reacción, una decisión de contestar y preparar una revolución, un cambio en la situación dada. Aquí me parece aplicable el discurso de Marx: él hablaba del opio de los pueblos, pero también de la voluntad de cambiar, la religión como parte de una revolución.–¿Cambiaron las formas de revolución? En su inicio, las religiones dirigieron los movimientos revolucionarios...–Ciertamente, el cristianismo nació de una verdadera revolución. Ahora en muchas religiones, catolicismo, ortodoxia, protestantismo, judaísmo, hay grupos que constituyen movimientos de cambio. Los misioneros en África, los médicos que van a cualquier parte que los necesite, las personas que trabajan con los pobres, las que ayudan de manera voluntaria, son formas de revolución, al interior de la modalidad de diferentes iglesias.Cipriani viajó desde Italia para participar de las XVI Jornadas sobre Alternativas Religiosas en América Latina, que se realizaron del 4 al 14 de noviembre en Punta del Este, organizadas por la Asociación de Cientistas Sociales de la Religión del Mercosur, bajo la consigna “Religión, cultura y política en las sociedades del siglo XXI”.El tema no es nuevo en la sociología. Hace un siglo y medio, el francés Auguste Comte imaginó una religión de la humanidad, pero laica. Lo que parece una flagrante contradicción se explica en que aquel hombre estaba convencido de que la “Ciencia de la Sociedad” era “la madre de todas las ciencias” y que podía dar respuesta a cualquier problema social. Tan poderosa la pensaba que le dio categoría de religión universal, cuyos principios eran altruismo, orden y progreso. Hoy, Comte es considerado el padre nominal de la sociología, aunque fueron Émile Durkheim, Karl Marx y Max Weber quienes la establecieron como disciplina académica. El aporte más recordado de Marx, aunque no el único, es la frase tantas veces citada, “la religión es el opio de los pueblos”, en tanto Weber desató una polémica con su libro La ética protestante y el espíritu del capitalismo, donde asocia esa religión con el origen del sistema económico dominante.El Manual… –del también profesor en la universidad Roma III y miembro del comité ejecutivo de Sociedad Internacional de Sociología de la Religión– fue traducido del italiano al inglés, francés, español, portugués y chino, y luego de presentar esos orígenes de la sociología de la religión, se lanza a analizar las posiciones de diferentes autores europeos, norteamericanos y sudamericanos, entre los que se destaca Floreal Forni, referente en el país para el tema.“Ahora la laicidad del Estado empieza a ser un punto de discusión y la religión en el espacio público fue un tema central en las jornadas –señala Cipriani–. La sociología ayuda a ver la relación entre Estado e Iglesia de una manera no conflictiva. Sin duda la religión es parte de la cultura, una presencia importante en la sociedad, pero no puede gobernar el Estado ni el Estado puede aprovechar la religión para conseguir resultados. Entonces, una justa distancia, un buen acuerdo puede ser la solución.”–Los líderes religiosos tuvieron mucha presencia en los gobiernos a través de la historia, ¿se puede cambiar?–La semana pasada vi una obra de teatro en Roma, sobre un grupo de judíos que llegaron del África a Jerusalén. Son marginados y pobres en Israel y continúan manteniendo la misma forma de comunidad que tenían en África. En esa obra había dos cantores, sacerdotes, que cantaban los antiguos himnos. Cuando terminó el espectáculo hablé con el director y me contó que los sacerdotes son los jefes de las tribus. Poder político y religioso en la misma persona. La novedad es que ahora eso es una excepción, la idea es generar una mayor separación entre Estado e Iglesia. Mi perspectiva es de respeto recíproco, no de conflicto. Las personas deben tener libertad de practicar la religión que quieran. El problema es cuando se presenta como fundamentalismo, perspectiva única, poder religioso y político.–Las religiones no desaparecieron, pero ¿están en crisis?–Probablemente las religiones van a continuar su papel en la sociedad contemporánea, pero de una manera diferente. Lo que analizamos es que los practicantes prefieren una opción individual sobre la manera de vivir la religión. Hay una educación religiosa en la familia, la escuela, la iglesia, con influencia diferente. Pero si una persona debe decidir algo, los valores que funcionan son los religiosos, los adquiridos en la vida precedente, en la fase de producción de la concepción de la realidad. La construcción social de la realidad se basa en lo que las personas reciben en los primeros años de vida. Hay personas que no participan del culto, pero creen. Y cuando necesitan hacer una opción, proviene de los valores de base. Hay autores, como la inglesa Grace Davie, que hablan de “creencia sin pertenencia”, pero también es posible lo contrario, pertenencia sin creencia, porque hay personas en las iglesias que viven en contrario de lo que dicen creer.–Esa autora también habla de religión vicaria, ¿qué características tiene?–Esa teoría sostiene que la nueva frontera de la religión sería un grupo pequeño de practicantes, militantes, que están en las iglesias y organizan el culto, mientras la mayoría de los creyentes están afuera aunque, de todas maneras, están de acuerdo con quienes se mantienen en la institución. Hay separación de comportamiento, de estilo de vida, de acciones individuales. La fuerza de la religión está exactamente en esta relación entre las personas más involucradas y las menos, que tienen algo en común que permite la prosecución de la perspectiva religiosa.–¿Hay sociedad sin religión?–Se puede discutir. Probablemente no la hay si hablamos de una sociedad tecnológicamente avanzada, industrializada, urbanizada. Esas características permiten influencias provenientes de otras culturas y contextos. Si hablamos de una comunidad aislada, que no tiene mucha relación con el extranjero, se puede decir que no hay lo que interpretamos como religión, hay algunas cosas que parecen ser, pero no alcanzan a constituir un fenómeno de determinadas características.–¿Cuál es la tendencia dentro de las religiones?–A individualizarlas. Las organizaciones no contestan de manera adecuada las instancias provenientes de los practicantes, entonces ellos deciden construir su propia religión sin un conflicto directo. No significa una separación completa, hay continuidad.–¿Los rituales pierden presencia?–El ritual no es un modelo secundario de experiencia religiosa, es central. La cuestión es cómo se organiza. Las personas quieren rituales, celebraciones, fiestas, pero analizan cómo se usa el dinero, cuál es la verdadera finalidad de una fiesta. Creo que, en general, las personas no están contra las religiones sino contra algunas maneras de vivir la experiencia religiosa. Sin duda, en el catolicismo, el judaísmo, el islamismo, hay personas que creen y viven los valores religiosos, pero no son la mayoría.

EL PAIS SE AFIRMA COMO DESTINO DE ESPAÑOLES QUE HUYEN DE LA CRISIS


Por Fernando Soriano
Sólo el año pasado llegaron a la Argentina para quedarse 22.073 inmigrantes ibéricos.
Como si se tratara de ciclos naturales (pero absolutamente influenciados por la realidad), otra vez Argentina, como hace ocho décadas, vuelve a ser uno de los lugares donde los españoles llegan en busca de algo mejor. Los inmigrantes ibéricos siglo XXI le escapan a la crisis, básicamente al desempleo o, en el “mejor” de los casos, a los salarios cada vez más bajos. Lo cierto es que según los datos del Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (PERE) Argentina es uno de los lugares más elegidos del mundo por quienes tienen nacionalidad española. En 2011 llegaron al país 22.073 españoles; 23 mil lo hicieron el año anterior. El Instituto Nacional de Estadística (INE) de ese país informa entonces que en Argentina viven 367.939 españoles nativos o nacionalizados; más que en cualquier otra nación del planeta.El fenómeno va en aumento conforme a cómo se acentúa la crisis en la “Madre Patria”, de hecho, está previsto para hoy una huelga general en protesta por el ajuste implementado por el actual gobierno. El número de ciudadanos con nacionalidad española que residen en el extranjero aumentó el 6,7% en el último año. Además de Argentina, subió Cuba (13.890 más que en 2010) y en Brasil (8.362).Aunque en términos relativos, los países donde más creció la llegada de gente con nacionalidad española son Ecuador (36,5%), Cuba (18,4%) y Perú (15,4%). De hecho, es América el continente más receptivo. El 62,4% de las personas inscritas en el PERE tienen fijada su residencia allí. El 34,6% en Europa y el 3% en el resto del mundo. Se supone que en el último año se fueron a otros países 114.057 personas con nacionalidad española.No obstante, muchos de los que salen de España tienen la nacionalidad pero nacieron en los países a donde regresan. El 58,2% de los españoles emigrantes nació en su actual país de residencia. El 36% nació en España, y el 5,1% en otros países. Aplicado al ejemplo local, se dan muchos casos de argentinos con nacionalidad española que se fueron al país europeo con la crisis de 2001 y ahora regresan. También están los jóvenes con títulos universitarios o desempleados que encuentran en Argentina una posibilidad de trabajo facilitada por el idioma, por la cultura y por otros españoles que llegaron con el mismo fin.El perfil del expatriado español en la Argentina suele corresponder, según Eloy Capellán, director del departamento de movilidad internacional de Adecco España, con hombres jóvenes cuyas prioridades laborales son la independencia profesional y la perspectiva de hacer carrera en alguna compañía. “También existe un número más reducido de ejecutivos expatriados por las grandes empresas españolas que operan diferentes geografías”.Justamente, según el INE, el 62% de los expatriados tiene entre 16 y 64 años. Y en cuestión de género, el éxodo es parejo: el 51% de los españoles que están “afuera” son mujeres.

EL PINTOR Y SUS MELODIAS


Entrevista a Guillermo Bonetto. El líder de Los Cafres habla de su ultimo disco, “El paso gigante”. La mentira, el circo, el arte y las urgencias de hoy.
Por Pedro Irigoyen
Evolucionar hasta el origen. Lo que a simple vista parece una contradicción es la base de la búsqueda musical de Los Cafres. El paso gigante, muestra el crecimiento de la banda liderada por Guillermo Bonetto hasta lograr un sonido más latino y sofisticado, jazzero, de son caribeño, que tuvo en su proceso creativo la mano de Jim Fox (ver recuadro) para nutrir sus raices de reggae. Y es así la búsqueda también desde el concepto artístico de sus letras, que entre asuntos varios también plantea las luces y miserias de un tiempo en que lo urgente no hace más que llevar al hombre a una “muerte lenta de flaca huella”. ¿Cuál sería el paso gigante a dar?El hilo conductor pasa por detenernos frente a las cosas a las que nadie les da bola. Para nosotros es igual, son cosas que damos por sentado. Como un paisaje que ya estás acostumbrado a ver, pero que nunca te bajás del micro para sentir su vibra. Pensando en nosotros, creo que hemos dado varios grandes pasos. Entender que nuestro aporte como artistas es muy valioso, por fuera de toda la paranoia que uno tiene, y las mías son muchas… Porque yo me cuestiono mucho lo que hago, e intento valorar y ser conciente de que formo parte de algo mucho más grande que lo que me pasa aquí y ahora, ser un grano en millones de años de evolución, desde que éramos apenas un poco de hidrógeno. La existencia es un tema con muchas aristas. Está bueno señalar estas cosas; nos viene bien a todos. Ver qué se nos pasa por alto y compartirlo para no convertirse en un alienado más de la ciudad.Otro de los ejes temáticos del disco es la mentira. “El circo”, dicen.Pienso en cosas como la televisión, el ejemplo típico y que a la vez es ridículo que siga sucediendo. Señalamos a Tinelli como el gran culpable o el gran demonio de nuestros tiempos, pero todos lo vemos. Podría decir que no tiene nada que ver con el problema, que es sólo un síntoma de nosotros como sociedad. Todas las culturas necesitaron desde siempre un circo romano que calme a las fieras con un poco de morbo, minas en bolas, urgencias mediocres como ver en la tele un culo hermoso y bonito. Es el circo que nos gusta tanto señalar, como también ver. Hipocresías de las que deberíamos hacernos cargo. Nos quejamos todos, ¿pero qué hacemos? ¿El hecho de que el reggae haya explotado como género habla de una generación que se empieza a plantear estas cuestiones?Es un buen ejemplo y un buen síntoma. Pero el balance es muy delicado. Yo creo que el 2012 es un año de transformaciones. No como la gente lo tiene concebido al estilo se acaba el mundo, sino el comienzo de una etapa de cambios que marca el fin de muchas cosas y el nacimiento de otras. Los jóvenes traen la verdad, y eso es cierto, pero también está la verdad que vivimos nosotros que atravesamos otras etapas. Así como hay brechas y se impone la urgencia de un cambio, también hay una inercia muy difícil de cambiar, que son los intereses económicos que nos llevaron a esto. Hasta que los tipos que acumulan dinero y poder no se den cuenta que estamos en el mismo mundo, que no les va a dar el tiempo para irse a vivir en una nave, o la que sea que fuese la fantasía que tienen para sentirse afuera de todo esto. La lenta muerte de flaca huella es esta vida miserable que vivimos, que en el apuro sólo nos lleva a una vida hueca y sin profundidad. Hoy nacen tus hijos y ni siquiera los podés disfrutar y ocuparte de lo que toda tu vida pensaste que les querías enseñar. Y cuando te querés acordar, entre tanta vuelta se te acabó la vida. ¿En qué momento personal te encuentra este disco?No encuentro mucha diferencia en los momentos, hay ciertos escalones que uno supera y que abren otras puertas. Me pasó hace mucho con un tema en español que me pareció bueno. Yo odiaba cantar reggae en español, me parecía horrible. Hasta que hice un click. Hoy decidimos tomar ciertas licencias poéticas, con perdón de los poetas, hacia cosas nuevas. Cosas que pueden sonar incongruentes o mal dichas, pero que pueden llegar a generar sensaciones nuevas. A eso es a lo que el arte apunta. Buscar lo que no está dicho, que se crea al leer tal cosa, o escuchar, o mirar. Uno puede ver un cuadro y sólo ver manchas, pero lo que te genera, la sensación final que te queda, ese es el resultado del arte.

LA GUERRA, PARTE DEL PLAN DE GALTIERI PARA SEGUIR EN EL PODER


Por Alberto Amato.
Creía que una victoria le permitiría superar la crisis que vivía el país y gobernar hasta 1987.
La guerra de Malvinas tuvo, como uno de sus propósitos principales, salvar a la dictadura militar , darle aire ante una deteriorada realidad económica y ante las primeras denuncias de violaciones a los derechos humanos que jaqueaban a los militares en 1982. Galtieri quiso así eternizarse en el poder.Con menos palabras, el recién desclasificado Informe Rattenbach , elaborado en 1983, lo admite en uno de sus parágrafos menos explorados. En el número 247, sentencia: “La decisión de ‘ocupar las Malvinas’ fue tomada porque ya existía, desde diciembre de 1981, la idea de que para llegar a negociaciones exitosas con Gran Bretaña iba a ser necesario hacer uso del poder militar. La decisión se adoptó con rapidez puesto que ya estaba planeada la ocupación, lo que permitía cumplir la etapa inicial. Pero nunca se planificó cómo defender las Islas una vez ocupadas. En definitiva, la decisión estuvo influida por aspectos políticos particulares , tal, por ejemplo, la conveniencia de producir una circunstancia significativa que revitalizara el Proceso de Reorganización Nacional (sin juzgar éticamente esta consideración) unida también a la poco manifiesta vocación negociadora de Gran Bretaña (…)”.El Informe Rattenbach, pedido por la última junta de la dictadura, lleva la firma del teniente general Benjamín Rattenbach, el oficial más antiguo de las Fuerzas Armadas en 1983. Sus conclusiones, durísimas, afectaron a los tres miembros de la Junta Militar , Leopoldo Galtieri, Isaac Anaya y Basilio Lami Dozo, y a muchos jefes y oficiales que actuaron en la guerra: a algunos les adjudicó poco menos que cobardía frente al enemigo, al rendirse sin disparar un solo tiro.La comisión interfuerzas que presidió Rattenbach señaló “fallas en la oportunidad” de recuperar Malvinas y remarcó: “Las autoridades nacionales eran duramente atacadas, particularmente por el problema de los derechos humanos (...) La crisis socio-económica reinante (...) La situación política interna, con movimientos políticos y sindicales que ejercían una considerable oposición al gobierno. Todo ello, a la hora de la victoria, hubiese sido superable, pero se debió tener en cuenta que, a la hora de la derrota, significarían el fin del Proceso de Reorganización...”.La percepción de que la guerra había sido impulsada para “salvar al proceso” no fue exclusiva de Rattenbach . El mismo día de la invasión, 2 de abril de 1982, el secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, mantuvo una reunión con el embajador británico en Washington, sir Nicholas Henderson. Haig le dio su versión sobre la ocupación: “El Secretario concluyó diciendo que estaba claro que el gobierno argentino estaba usando las Falklands como una maniobra política interna de distracción y que la operación terminaría por demostrar ser un problema mayor para lo que estamos tratando de hacer en este hemisferio”, esto último en referencia a la lucha anticomunista planeada en América Central por el gobierno de Ronald Reagan, de la que participaban en secreto militares argentinos. Así reza un cable del Departamento de Estado, el 088416, del 2 de abril, que reproduce la edición definitiva del libro “Malvinas, La Trama Secreta”, de Oscar Cardoso, Ricardo Kirschbaum y Eduardo van der Kooy, de inminente aparición.El embajador de EE.UU. en Buenos Aires, Harry Shlaudeman, tuvo la misma certeza. A las 10.22 de la noche de ese 2 de abril, apenas diez horas después de conocida la recuperación de las Islas, el diplomático envió un cable al Departamento de Estado: “Galtieri tiene la esperanza de usar esta aventura para comprar tiempo político y quedarse en el poder hasta 1987 (…) Cuando la euforia popular pase, sin embargo, quedarán los mismos problemas: una profunda recesión y la impopularidad del gobierno militar”. El embajador menciona una aparición de Galtieri “a lo Perón en Plaza de Mayo” con un único objetivo: “La extensión de su período de gobierno y la reelección como presidente por otros tres años en 1984”.

EL AGUA MAS ALLA DEL DATO


Claudio Campagna, médico, biólogo e investigador del CONICET y autor de Diario del hombre que piensa el agua, reflexiona sobre la importancia del recurso, el papel del hombre y el futuro desabastecimiento en el planeta.
Por Raquel Roberti
Decir “agua” no alcanza para dimensionar ese elemento tan vital que, a veces, parece tener existencia propia. Articular la palabra no se correlaciona con su importancia y los múltiples lugares desde donde puede pensarse. Dulce, salada, corriente, de riego, hábitat, hielo, lluvia, vapor, glaciar, sequía, grieta, arena, sed, todo conduce a ella. Imposible que alguien pase un día sin decirla o sin pensarla. Pero, ¿cómo se piensa el agua? “El primer riesgo que se corre es atolondrarse con datos, por ejemplo: en el planeta hay 1.400 trillones de litros de agua. ¿Qué significa ese número? Nadie puede entender el agua a través del dato”, afirma Claudio Campagna, médico y biólogo, investigador del Conicet, fundador y presidente del Foro para la Conservación del Mar Patagónico. Esa fue apenas una de las cuestiones sobre las que reflexionó este hombre calmo, ganado por el conservacionismo, a la hora de escribir Diario del hombre que piensa el agua (Del Nuevo Extremo), de reciente publicación. –¿En qué pensó al escribir el libro?–En qué significaba el agua para mí. En vez de recapitular las experiencias del pasado, pensé en qué me pasa diariamente, por eso le di forma de diario. Mi trabajo es con el agua de mar, pero el libro coincidió con un viaje a Puerto Madryn, y comencé por ver dónde la encontraba desde el inicio, en la avenida Juan B. Justo. La busqué en las palabras y en los carteles sin encontrarla. Después me di cuenta de que estaba arriba del arroyo Maldonado. Cuando se busca el agua, está en tantas partes que uno ni siquiera nota que la tiene abajo.Más tarde, Campagna la buscó en el campo, mientras cruzaba la provincia de Buenos Aires. Buscó el Salado, agua de inundaciones pero también el de las aves que colonizan cada lagunita. Y ya entrando a la Patagonia, después de cruzar los ríos Colorado y Negro, dos cursos exuberantes, tuvo la sensación de que “el agua deja de estar. Sin embargo, está en cada arbusto de la aridez patagónica. Y de pronto, al llegar a Madryn, el océano inmenso, un agua que no está disponible para nosotros”.Una zona de paisaje idílico con un gran ausente: el agua dulce, que llega a través de cañerías y desde Madryn se envía en camiones a Puerto Pirámides y a las reservas de fauna, donde Campagna trabajó en su juventud. De esos años recuerda que “cuando llegaba el agua, era una fiesta: nos podíamos bañar o lavar mejor los platos. Pero al día siguiente otra vez sin agua... Vivir eso me marcó, traté de volcar esa experiencia y escribí el libro casi como un cuento”.Pero no en base a los recuerdos sino a la realidad de una nueva estadía, en una casa (“casi un galpón”) a 20 kilómetros de la ciudad, sin agua pero, paradójicamente, con una vista espectacular al Atlántico. “Iba a la ciudad a buscarla, la transportaba en tanques de 200 litros... escribí esas peripecias. Y del problema personal se deriva el de la Argentina y el mundo. La manera más genuina de presentarla era con mi experiencia. Sin buscarlo, encontré el libro”, señala.–¿Un ejemplo del problema?–Claro, las zonas que no tienen y las que tienen mucho. El agua nunca viene equilibrada porque no suscribe a dimensiones humanas. Desde la ciencia empecé a tratar el agua como dato y, de golpe, yo mismo estaba perdido, porque la cuantía es tal que se pierde, como el tiempo. En cambio la vivencia da la pincelada, y como mi intención es que se protejan los ambientes...–¿Y eso qué significa?–Tener conciencia societaria. No es sólo el mal uso en la ciudad, es también el terrible uso del agua que hace la agricultura, que deriva ríos para cultivar arroz donde naturalmente no se podría. Generemos áreas protegidas donde se requieren, no metamos embalses donde podemos evitarlos, hagamos uso racional de la energía y necesitaremos menos ríos con centrales hidroeléctricas. El tiempo que Japón vivió económicamente bien gracias a construir centrales atómicas sobre placas continentales que chocan, fue un préstamo que ahora está pagando. ¿Le convino como sociedad? Una napa contaminada no se puede arreglar, la tecnología sólo puede emparchar problemas ambientales groseros. No hay tecno solución para una especie extinguida.–Jurassic Park es una fantasía.–Absolutamente, algunos procesos no pueden replicarse. En temas ambientales, una metida de pata es para siempre.Para Campagna, la conservación de los recursos y de los ambientes naturales es primordial. En 2004 ganó el premio más prestigioso del mundo en ese ámbito, el Pew Marine Conservation Fellowship: 150 mil dólares durante tres años para fortalecer y preservar las especies marinas amenazadas de la costa argentina. En la actualidad, trabaja con la Wildlife Conservation Society (WCS) en impulsar la creación de parques nacionales en el océano. Bajo esa óptica remarca que “el desarrollo no se mide con costos ambientales. Hay que ver qué se pierde con las decisiones como la de construir un embalse en el Río Santa Cruz, por ejemplo. Hay que pensar seriamente la minería, que da ingresos y deja costos a pagar con el tiempo. Cuando esos resultados van más allá de la vida de quien decide, esa persona, esencialmente, no tiene el derecho. Pero con los recursos de la naturaleza, esa perspectiva filosófica está ausente. Hay debilidad ética en el ser humano, porque no toma en cuenta otra especie que la propia en sus análisis. Se requieren instituciones adecuadas para el pensamiento y uso del agua, bajo escala de valores diferentes.”–¿Cómo ve la crisis de agua?–Creo que antes de que se empiece a padecer, hay mucho por hacer. ¿Tiene sentido proteger legalmente las condiciones de soberanía para que nadie tenga acceso a los recursos, y mientras tanto los dilapido? Si tengo las napas subterráneas de un área enorme de la provincia de Buenos Aires contaminadas, ¿me voy a preocupar de que me las roben? Hay un problema, sí. El cambio climático. Van a extinguirse especies, pero estoy más preocupado por una serie de decisiones que el mundo está tomando hoy, como la pesca, que requieren reconsideración para que haya una esperanza mañana.–¿Cómo está el país en relación a la crisis?–La Argentina, en realidad, comparada con otros países, está bastante bien. No es un país rico porque el agua está mal distribuida geográficamente, pero es maravilloso. Además, a nivel individual cuidamos nuestros recursos, pero a nivel general se pierde la precaución. No sentimos que la naturaleza es nuestra, salvo con las catástrofes. De todos modos, creo que tenemos cada vez mayor comprensión de lo que significa ser humano, pero el proceso es lento, estamos en período de crecimiento poblacional...–La población continuará en aumento durante los próximos 30 o 40 años, ¿el planeta puede sostener tanta vida?–Seguramente, el tema es a qué costo. La provisión de agua está en problemas hoy, y no va a mejorar porque no se invierte, se privilegia salvar bancos, por ejemplo. ¿Va a haber guerras por el agua? Sin duda. ¿Vamos a entrar a un mundo donde no se pueda vivir? No, el ser humano va emparchando y se adaptará. Al nivel de consumo que tenemos en Buenos Aires, el planeta no podrá sostener diez mil millones de personas, pero al nivel de Somalia, sí. –¿Las catástrofes despiertan conciencia?–Lamentablemente creo que sí. El ser humano aprende cada vez más, pero sin duda de aquellas opciones duras que no dejan opción más que aprender. Creo que nuestro cerebro estuvo siempre en situación de protegerse de la naturaleza, esta condición de poder vaciar los mares de peces, por ejemplo, es nueva porque nunca tuvimos que frenar la naturaleza. Nos daremos cuenta cuando no haya más pescado para comer.

RECESSION SPECIAL


En Manhattan EEUU, hasta hay combos de comida rápida “especiales” para la recesión económica. La desocupación y los inmigrantes, en la mirada de un enviado especial de Veintitrés.
Por Adrián Murano
Manhattan es una isla. En todos los sentidos. Para la geografía, la política y la economía. Esta pequeña porción de tierra de 59,5 km2 rodeada por el Río Hudson alberga, oficialmente, a 1,6 millones de habitantes. Pero el trajinar de sus calles indica que el censo se quedó corto: a cualquier hora del día o de la noche, multitudes se esparcen como hormigas por calles y túneles. A propósito: el célebre metro de Manhattan, que permite conectar con toda la ciudad, es una muestra de infraestructura pública puesta al servicio de la producción. Esta megalópolis sería insufrible sin su extensa red de subterráneos, y la economía de la ciudad, basada en la provisión de servicios de todo tipo, no habría prosperado si el Estado no hubiese invertido en esa eficaz red de transporte público que es administrado, claro, por el municipio. Nota para neoliberales: aprecien cómo, en la capital del ultracapitalismo, la presencia del Estado es crucial para el desarrollo.Puede sonar extraño hablar de desarrollo en un país conmocionado por una crisis económica promocionada como catástrofe. Pero no hay contradicción: se estima que el 70 por ciento de los habitantes de Nueva York son inmigrantes o hijos de inmigrantes. Para la mayoría de ellos, el bajón de la economía –con el consiguiente impacto en la destrucción de empleo–, que horroriza a los nativos, es un paisaje cotidiano que ratifica su indispensable capacidad de adaptación. O dicho mejor por uno de ellos: “Nosotros venimos a sobrevivir; ellos, los gringos, están acostumbrados a un súper-vivir”, dice Gracia, una mexicana de sonrisa ancha que le hace honor a su nombre.Gracia llegó a Manhattan hace 14 años, casi de adolescente: “Me vine a los 17 con mi novio. No pensaba quedarme mucho, pero pasó el tiempo, vinieron los hijos... y aquí me ves”. A Gracia se la puede ver en un restaurante de pastas en el Little Italy, uno de los tantos barrios cinematográficos que ofrece la ciudad. A propósito: caminar por Manhattan es andar entre escenografías. En una de ellas –en el Greenwich Village, el barrio de la serie Friends– trabaja Mike, bartender cien por ciento neoyorquino. Dice que él jamás vivió una crisis económica, pero que su abuela le contó que en el año ’67 los vecinos de Manhattan sufrieron un tropiezo económico provocado por un prolongado paro de colectiveros y maquinistas. Cualquier parecido con esta crisis es puro voluntarismo.La tormenta económica que se abate sobre los Estados Unidos es hija del endeudamiento excesivo y de la liberalización absoluta del negocio financiero. Ubicada al sur de la isla, justo enfrente del mítico puente de Brooklyn, está emplazada Wall Street. Allí trabajan los responsables de detonar esta situación crítica, pero el remordimiento, y mucho menos el castigo, son acciones desconocidas para los financistas y operadores bursátiles que se dedican a procrear dinero. Hubo un tiempo, no hace mucho –luego de la caída de Lehman Brothers–, que un grupo de ahorristas se animó a caminar por Wall Street reclamando justicia. Hubo cacerolazos y pintadas en los frentes de los coquetos rascacielos que inundan la zona. Nada de eso se puede apreciar hoy: las cacerolas, en muchos casos, mutaron en nuevo endeudamiento o depresión. Las pintadas fueron profusamente limpiadas por el municipio.César trabaja en Wall Street, pero no usa traje y apenas logra reproducir un puñado de billetes que le permiten llegar a fin de mes. César es argentino y trabaja en una empresa que ofrece el servicio de limpieza a uno de los tres edificios emblemáticos de la ciudad. Jura que una noche de aquellas de 2008 en las que los bancos se derrumbaban y multitudes perdían sus casas, él mismo recogió una decena de botellas de Dom Perignon vacías y los pertinentes vasos de plástico que se usaron para el brindis. “Así son esos tipos: festejan cuando a todos nos va mal”, se enoja César, que lleva cinco años viviendo en Queens. Su barrio está en el continente, pero su vida late en Manhattan: aquí está su trabajo, su bar y su novia, Jessy, una dominicana rotunda. A diferencia de César, que llegó a la isla para juntar la plata que le permita construirse una casa en su Catamarca natal, Jessy vino para quedarse. Llegó hace dos años con espíritu huracanado: “Sabía que si uno se esforzaba lo suficiente, en poco tiempo iba a ver los frutos. Y se dio”, dice la morocha de ojos profundos. Jessy, que es licenciada en administración y cursa varias maestrías, trabaja como secretaria de un ejecutivo de una multinacional. Su visión de la “gran crisis”, como la bautizaron algunos diarios locales, es impiadosa: “Es cierto que está más complicado conseguir empleo, pero el pánico de los gringos no pasa por perder su trabajo, sino por no poder renovar su celular cada dos meses”, afirma Jessy, tan contundente como sus curvas.Lech, un fornido y rubio polaco de 34 años, coincide a medias con la morocha. “Antes, si a uno no le gustaba su trabajo lo dejaba y a los dos días conseguía otros. Ahora nadie se anima a hacer algo así”, resume Lech, quien hasta hace poco trabajaba como obrero de la construcción. Su caso era uno entre miles de inmigrantes polacos, rusos, serbios y croatas dedicados al rubro más golpeado por el bajón. En el último año, la suspensión de las obras obligó a millares de albañiles a cambiar el overol por el delantal. Esto enojó, claro, a los latinos, amos y señores históricos del rubro gastronómico. La razón del recelo no es tanto la competencia, sino la depreciación de la oferta laboral. Antes de la crisis, un mesero podía redondear un ingreso mensual cercano a los 7 mil dólares, con dos días de descanso en la semana. “Ahora, con suerte, se suma eso trabajando los siete días, y en doble turno”, explica Wilson, un uruguayo trotamundos que asiste al cocinero en jefe de un restaurante gourmet. Su cocina queda en la calle Amsterdam, en el Midtown West, uno de los barrios chic de Manhattan. La avenida une el norte con el sur con un recorrido paralelo al Central Park. En una esquina de esa misma calle, llegando al Columbus Circle, está Gray’s Papaya, un local de venta de hot dogs que no da abasto. El combo que más sale está compuesto por dos panchos pequeños sazonados con salsa de tomate y chucrut, y una gaseosa. La mayoría de los clientes piden el combo por el nombre que lo promociona: “Recession Special”. Cuesta 4,59 dólares. Es un hecho. Para los neoyorquinos que buscan el Gray’s Papaya, la recesión está a la vuelta de la esquina.

jueves, 29 de marzo de 2012

LA EDUCACION PUBLICA ES UN DERECHO Y NO SE NEGOCIA


Somos familias que tenemos hijos e hijas en edad escolar y queremos garantizar su derecho a la educación.Pensamos que el Estado debe sostener las condiciones adecuadas para una educación pública, gratuita, de calidad, con igualdad de oportunidades.

Por Colectivo “Familias por la escuela pública”


También hemos comprobado que está en nosotros, ciudadanos, organizaciones, instituciones, participar ofreciendo nuestras opiniones y voluntades para esa construcción.En ese sentido, Familias por la Escuela Pública, nuestra organización autoconvocada y autogestionada, viene desarrollando desde hace tres años una serie de acciones. Somos muchas familias, de muchos distritos escolares distintos, y nos organizamos.Uno de nuestros ejes es la autoeducación, es decir: educarnos acerca de lo que hace falta entender para poder participar. Hemos estudiado la política pública educativa, los presupuestos que se votan anualmente; hemos seguido (y en algunos casos logrado parar) los desvíos de fondos inadecuados; nos hemos informado sobre normas, leyes y decretos para poder peticionar adecuadamente; hemos estado presentes en las veredas, en los abrazos, en las calles, cuando hace falta expresar con la voz la potencia de la acción conjunta.De toda esa autoeducación han ido surgiendo, mes a mes, semana a semana, una variedad de acciones y logros, desde marzo de 2009 hasta hoy. Y continuamos: mañana, pasado mañana, el año que viene. El futuro es hoy, entendemos, y se hace cada día.Esas acciones se han dado además vinculándonos siempre con otros grupos, organizaciones, instituciones y personas. La articulación se produce por una razón simple: todos acordamos en que sin justicia, no hay paz. Y aquí usamos la idea de paz como sinónimo de construcción amplia para una sociedad que garantice los derechos humanos, civiles, políticos, culturales, educativos, para toda la población.Confiamos entonces en un tejido permanente entre sectores que estamos convencidos de lo mismo. Hoy nos convoca como tema más acuciante el cierre de grados.Puntualmente existe una Disposición del Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que cierra más de 220 grados y/o cursos de escuelas públicas primarias y secundarias.Rechazamos esta medida.En primer término, nuestro razonamiento como organización de familias es que cualquier modificación que impacte en personas (niños, jóvenes, docentes, directivos) debe realizarse en un proceso de trabajo abierto y democrático, con consulta previa a todos los involucrados. En esta misma línea, los supervisores de Materias Especiales y Bibliotecas de Primaria, han sostenido, desde nuestro punto de vista correctamente, “que el número de los grados y cursos propuestos para su cierre (221) en esta primera etapa, así como el anuncio en la misma disposición de futuros nuevos cierres, amerita la consideración de la medida no como una salida administrativa a una situación aislada de un grado o escuela, sino como un respuesta política del estado frente a un problema de la educación pública que afecta el derecho social a la educación”.Nuestra propuesta concreta al respecto, que está siendo reclamada en conjunto con otros sectores y organizaciones, es:- la inmediata anulación de la Disposición Nº DI-2012-15-DGEGE (en referencia al Expte. Nº 342.848/12);- la renuncia del director general de Educación de Gestión Estatal, Maximiliano Gulmanelli, por considerar que su gestión no toma en cuenta las normas fundamentales democráticas y ataca los derechos de las familias de toda la Ciudad de Buenos Aires.En segundo término, entendemos que es necesario proponer un enfoque que nos ayude a entender. Así planteamos que la medida del cierre de grados es una más en la estrategia de esta gestión de gobierno de desfinanciar y atacar lo que es público.Esa estrategia, en su forma y en su contenido, va contra lo que la Ciudad de Buenos Aires ha votado en la Constitución del 96 y otras normas concurrentes: una política pública construida participativamente, con acento en la democracia directa y el acceso para toda la ciudadanía, sostenida con el fruto del trabajo de toda la población.Señalamos entonces que este tipo de medidas de la gestión actual, sin consulta y de corte autoritario, van contra lo dispuesto legalmente. A pesar de ese abuso de su poder, la gestión actual sabe que, aunque con una demora de muchísimos años, han comenzado este año a funcionar los Consejos Consultivos Comunales. Y que en muchos de ellos, estas semanas, se han tomado pronunciamientos concretos contra la política educativa de la actual gestión de gobierno. Destacamos entonces que, a pesar de que la forma de hacer política de la gestión actual es autoritaria, existe una corriente en otro sentido: democrático, directo y con capacidad de tomar de decisiones. Está presente y continuamos conformándola.Subrayamos también que los contenidos de las normas de este gobierno de la Caba van directamente en contra de lo público, lo que es de uso común y que todos financiamos, impositivamente, con nuestro trabajo, con nuestra vida, con nuestra inteligencia y corazón cotidianamente. La medida del cierre de grados hoy va en el mismo sentido que el recorte para la formación permanente de los docentes y directivos. Que la censura a textos con visiones de la historia que la caracterizan como situaciones de discusión de ideas y proyectos. Que las normas que financian más a la educación privada que a la pública (como dato: el aporte a la educación privada fue en el año 2007 de $412,4 millones; hoy, 5 años después, se le destinan a dicho sector $1332,8 millones. Estos datos deben además conjugarse con estos otros: mientras que el presupuesto para la educación pública fue sub-ejecutado y al término de cada año intentó ser desviado para otros usos, el de educación privada para el año 2011ha sido sobreejecutado en un 24% de su asignación original).Las formas y contenidos de la educación las hacemos todos los días. Tomemos opinión y cuerpo en estos temas. Participemos.

LA PATRIA PASTILLERA


La venta de psicofármacos aumentó en el último año casi diez por ciento. El mercado argentino demanda desde sedantes hasta antidepresivos, sin olvidar los estimulantes. Quiénes consumen. La opinión de los especialistas.
Por Raquel Roberti
Con esa verborragia políticamente incorrecta, que algunos de sus seguidores consideran “sinceridad brutal”, Susana Giménez admitió en su programa que, para no deprimirse, toma “una pastilla todas las mañanas y después, se puede caer el mundo que me importa todo tres pitos”. Con la intención de confortar a su interlocutor, Sergio Denis, la inefable “Su” agregó que “es normal, en Estados Unidos la toma todo el mundo”. Por su parte, el cantante contó que tiene “la costumbre” de automedicarse “y eso conspiró en mi contra, me pasé de pastillas, me olvidaba de cuándo las había tomado. Estaba un poco loco. Ahora tomo sólo a la noche”. Si se tiene en cuenta que no son los únicos mediáticos en hablar de qué toman para sentirse “bien”, la anécdota parece banal. Sin embargo, ese desparpajo conlleva la banalización del uso de psicotrópicos como la fórmula mágica para estar siempre contento, feliz y relajado, las tres características fundamentales de un estilo de vida acorde al mundo contemporáneo. Esos medicamentos son las “lifestyle drugs”, un concepto que diferencia entre problema de salud y bienestar, o entre pacientes y consumidores. Una forma de enfrentar el desafío de sobrellevar lo cotidiano.Entre 2009 y 2010 se vendieron en el país más de 95 millones de pastillas de todos los colores y tamaños, una cifra sideral para los 40 millones de habitantes y para reflejar sólo las ventas bajo receta. Pero siempre hay un farmacéutico o médico amigo y, en algunos negocios, se consiguen en blísters sueltos. “Antes pan, ahora clonazepán / pastillas, la última esperanza negra / podés pedirle pastillas a tu suegra…”, canta Andrés Calamaro en “Clonazepán y circo”, uno de los temas de Honestidad brutal. Y haciendo honor al título de la placa, pone de relieve la automedicación y el afán de recomendar al otro lo que se consume. En el botiquín familiar o en el de un conocido está la oportunidad de empezar. O en el convite de un congénere que, lejos de la mala intención, pretende contagiar su felicidad.En el mundo moderno, las exigencias emocionales y laborales, los miedos, el desenchufe, la actitud más proactiva o más calma, el desempeño competente, todo, se resuelve con química. Y se cuenta sin empacho, porque en su evolución, la sociedad ya no mira con malos ojos los que, hasta hace poco, se consideraban “problemas mentales”.Entonces, una píldora para dormir, otra al despertar para despertarse, una para ponerse las pilas, otra para alejar la tristeza, una más para no demostrar ansiedad, aquella para calmar los nervios y una última para no tener miedo. Ansiolíticos, hipnóticos, antidepresivos, sedantes, todas drogas legales destinadas al sistema nervioso central.Felipe Solá admite que tiene apego a las pastillas que le garantizan un buen descanso; Nicole Neumann cuenta que para afrontar situaciones tensionantes, como viajar en avión, toma Rivotril, y Fabiana Cantilo supone que su creatividad obedece “a la nueva medicación que me da el psiquiatra para el cerebro. Es una terapia alternativa, antes estaba a full con el Prozac, pero un día dije ‘basta de análisis ortodoxos’ y cambié todo”.Jorge Lafauci, que llegó a jurado de Bailando por un sueño luego de dirigir revistas de espectáculos y participar como panelista en Yo amo a la TV, fue más allá al confesar que “en nuestro medio muchos llevan Rivotril en la cartera”. Su participación en el ciclo conducido por Marcelo Tinelli lo llevó a tomar ese medicamento, indicado para controlar la ansiedad.A la lista de famosos amantes de las píldoras se suman Julieta Cardinali (ansiolíticos), Elizabeth Vernaci (antidepresivos), el ex rector de la UBA Guillermo Jaim Etcheverry (ansiolíticos antes de las reuniones del Consejo) y el desorbitado ex ministro de Economía Domingo Cavallo, a quien los médicos recomendaron estabilizantes del humor.Cualquier psicofármaco debe ser tomado bajo prescripción médica, pero la divulgación de sus bondades sin límites llevó a una generalización de uso preocupante. Hugo Cohen, asesor subregional en Salud Mental para Sudamérica de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), señaló que “una de las diez recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud es el uso racional de los psicofármacos, para lo cual sugiere actualizar la formación tanto de los médicos generales como de los psiquiatras. También que la medicación debe ser un recurso más para el tratamiento y la rehabilitación, y no el único”.Para la OMS, el problema no está en la cantidad de personas que consumen sino en el mal uso, motivado por la “falta de actualización en la formación profesional y en la presión de la industria farmacéutica”. “Existen intereses de laboratorios medicinales que promueven las ventas por sobre las necesidades reales de las personas –señaló Cohen–. Los laboratorios despliegan, además, políticas de promoción para aquellos profesionales que más prescriben, premiando con viajes y asistencia a congresos. Por otra parte y, lamentablemente, la mayor parte de la investigación está en manos de los laboratorios en lugar de los Estados, por lo que frecuentemente el interés se orienta más a cuestiones de mercado que a las necesidades de grandes grupos poblacionales.”Esta radiografía del funcionamiento del sector fue doblemente evidenciada por Andrew Lakoff, profesor e investigador de la Universidad de California, quien a fines de los ’90 analizó el mercado de psicofármacos en la Argentina, para determinar si la oferta y promoción de medicaciones psicotrópicas produce ilegítimamente la enfermedad que pretende tratar. Según Lakoff, cuya investigación fue publicada en los Cuadernos de Antropología Social de la UBA, las farmacéuticas analizan las características de cada mercado para sus campañas publicitarias. Aquí, las más exitosas apelaron a las explicaciones psicoanalíticas y sociales, de fuerte impacto en la gente. Por eso Prozac, del laboratorio Eli Lilly, tuvo un éxito fenomenal en Estados Unidos que no pudo replicar en el mercado local: aquí ganó la Foxetina, del laboratorio Gador, que lo publicitó como el remedio para la crisis global.Es la ya famosa pastillita de Susana, la más recetada en el mundo, que altera la química cerebral para mantener el optimismo y evitar la tristeza. Pero además, esta píldora desinhibe al tímido y vuelve conversador al reservado y se hizo tan famosa que alcanzó la pantalla grande. Prozac Nation, dirigida por Erik Skjoldbjærg, relata la experiencia de una talentosa escritora que obtiene una beca para la Universidad de Harvard, lo que le permite escapar del control materno; pero ya en el primer curso académico se siente deprimida y apela a las drogas como tabla de salvación.“Dice mi psiquiatra que la voy a tener que tomar de por vida”, relató la diva de los teléfonos, como si la depresión fuera un mal crónico. “Ningún síntoma o patología, de por sí, es motivo suficiente para ‘siempre medicar’ –señaló Alberto Trimboli, presidente de la Asociación Argentina de Salud Mental y coordinador del Servicio de Adicciones del Hospital Álvarez–. Lo conveniente es decidir después de evaluar el paciente, su historia y antecedentes particulares.” Sin embargo, el psicólogo clínico admitió que “entre los psicofármacos más recetados están los ansiolíticos, recetados por médicos de casi todas las especialidades, y los antidepresivos”.De acuerdo con los datos del Hospital Álvarez, las mujeres son más consumidoras de psicofármacos que los hombres; muchas fueron medicadas y luego siguieron automedicándose, algunas porque un conocido se lo “recomendó” y otras porque consiguen que algún médico continúe dándoles recetas.Para Enrique Gómez Blotto, médico psicoanalista, “la depresión se relaciona con la sociedad en que se vive o la clase social, con los vacíos existenciales. Podría suponerse que algunas personas, por su posición económica, estarían exentas, pero lo material no es todo en este aspecto, también influyen las carencias afectivas. Al tener cubiertas las cuestiones materiales, aparecen otras preguntas: ¿qué me queda para hacer o vivir?, ¿qué lugar ocupo?”. Según este profesional, los números de la consulta entre sus colegas indican que los antidepresivos alcanzan a la mitad de los pacientes. Por otro lado, comentó que los ansiolíticos se consumen “45 por ciento más que otros fármacos, porque es la patología que predomina y se receta a ansiosos con fobias y pánico. El mal no se agravó, pero se mantiene con persistencia desde el crash del 2001, que funcionó como una bisagra en la psiquiatría”.Entre los ansiolíticos está el clonazepán, la última estrella del mundo del botiquín en llevar el mote de “pastilla de la felicidad”. “Soy Charly García, traiganmé whisky y Rivotril” (marca comercial), gritaba el músico durante la crisis que lo llevó a destrozar un hotel mendocino. Indicado para tratar también la epilepsia, los trastornos de pánico o el sonambulismo, provoca sensación de tranquilidad. Es uno de los diez fármacos más vendidos del país y el consumo viene en aumento desde 2006. La historia de esta pastilla comenzó en 1957, cuando se descubrió de forma casual el clordiazepóxico, y reconoce como antecedentes en cuanto a dominio de mercado las marcas Librium, Valium, Lexotanil y, ya en los ’90, Prozac o su versión local, indicados para distintas patologías.Pero si se piensa en una verdadera muestra del país pastillero, nada mejor que Gran hermano famosos: estabilizadores emocionales, ansiolíticos, antidepresivos y hasta un reductor de lípidos tuvieron sus segundos de pantalla en esa edición del reality. Nino Dolce tomaba Alplax (ansiolítico) y pedía anabólicos (efedrina) para su entrenamiento físico; Mariana Otero controlaba los impulsos exhibicionistas con Lamotrigina, tomaba Alplax para dormir y Tuloxetina para la depresión; y Amalia Granata hacía lo propio con fluoxetina mientras que para la ansiedad elegía clonazepán.“Las adicciones son sustituciones, prótesis que se usan para emparchar la sensación de vacío, algunos pueden hacerlo con cocaína, otros con psicofármacos, con comida o con trabajo desmesurado. En ese sentido, los psicofármacos, como cualquier alterador del estado de ánimo, pueden provocar una adicción”, reflexionó Emilia Faur, terapeuta especialista en codependencia emocional y vínculos adictivos. Además, señaló que “en las sociedades modernas, occidentales, los psicofármacos están a la orden del día, porque lo que importa es el rendimiento y no a qué costo. La salida, entonces, es tomar la pildorita, no hay tiempo para indagar a qué obedece la angustia o el insomnio. Pero en general, con el tiempo, los psicofármacos pierden eficacia y el consumidor pide dosis más altas”. Es el inicio de una adicción.Un informe de la OMS, de octubre de 2010, señala que la depresión afecta a casi un 14 por ciento de la población mundial, mientras que la bipolaridad, a un 7,5 por ciento. Predice, además, que para 2020 la segunda causa de consulta médica serán los trastornos depresivos y de ansiedad. Pero, ¿cuánto de realidad y cuánto de somatización habrá en esas consultas?Una vieja encuesta, realizada en 2007 por la Universidad de Palermo, arrojó que 15,5 por ciento de los porteños de más de 16 años consume habitualmente algún tipo de psicofármacos. Es decir, uno de cada seis habitantes de la ciudad de Buenos Aires, pero de ese universo, uno de cada cuatro no lo hace por recomendación médica, sino porque los tiene a mano, en la cartera de un amigo, compañero de trabajo, en la mesa de luz de la madre o de la suegra. Es una explosión pastillera que se nutre, además, por las droguerías virtuales de Internet. Drogas legales, claro, pero marcan un corte en la tolerancia social.
Informe: Leandro Filozof y Jorge Repiso

DIAS Y NOCHES DE AMOR Y DE GUERRA


La Biblioteca Nacional acaba de publicar la edición facsimilar de la colección completa de la revista Los Libros. El trabajo introductorio de Patricia Somoza y Elena Vinelli, del que se reproducen aquí algunos fragmentos, al igual que las entrevistas que realizaron con los miembros de aquella publicación, permite un acercamiento a la forma en que se pensaban la cultura y la política a fines de los ’60 y comienzos de los ’70.
Por Patricia Somoza y Elena Vinelli
Se fue ennegreciendo el panorama político, y eso terminó en la dictadura. La revista, que estaba muy bien editada y era en colores, pasó a ser, por problemas económicos, en blanco y negro, como una metáfora de la vida política del país.El epígrafe con que se inicia este artículo da cuenta del singular recorrido de Los Libros, desde sus inicios en los agitados meses de 1969 que siguieron al Cordobazo, hasta su abrupta finalización con el golpe de Estado de 1976.Las voces de sus protagonistas, prestigiosos intelectuales del campo cultural, prestan una lúcida mirada retrospectiva sobre aquella intervención cultural y política que significó una renovación en el campo de la crítica. La idea de recuperarlas y reunirlas está orientada menos a la imposible tarea de reconstruir el itinerario de la revista que a presentar sus versiones e interpretaciones efectuadas desde el presente sobre una historia compleja y conflictiva. A partir de entrevistas individuales, sus voces fueron puestas a conversar en un collage de citas alrededor del eje convocante de lo que la revista fue para ellos.En julio de 1969 empieza a ser editada la revista Los Libros. Fundada y dirigida por Héctor Schmucler, que acababa de llegar a la Argentina luego de estudiar en Francia con Roland Barthes, la revista toma como modelo la publicación francesa La Quinzaine Littéraire. El primer subtítulo de Los Libros, “Un mes de publicaciones en Argentina y el mundo”, da cuenta del propósito de la publicación y de la relación con su modelo: como La Quinzaine..., pretendía intervenir en el mercado reseñando libros de literatura, antropología, lingüística, comunicación, psicoanálisis, teoría marxista, filosofía, y sostenía un criterio riguroso a la hora de elegir a sus colaboradores, escritores, críticos, investigadores, que posteriormente serían reconocidos como destacadas figuras del campo intelectual argentino. La publicación tenía el propósito de rondar un espacio inexistente y llenar un vacío, especialmente en el ámbito de la crítica, que se planteaba modernizar a partir de la incorporación de un conjunto de nuevos saberes que articularan los desarrollos teóricos del pensamiento europeo con la teoría de la dependencia.Publicada por la editorial Galerna, de Guillermo Schavelzon, la revista comienza a salir mensualmente, aunque con cierta irregularidad, en formato tabloide. En sus siete años de vida y sus cuarenta y cuatro números, fue cambiando de subtítulos, formato, propuesta, dirección, colaboradores y auspiciantes.La revisión de las propuestas iniciales, los cambios y sucesivos reacomodamientos se vinculan con dos ejes que estuvieron en constante tensión: uno, vinculado con la nueva crítica, la difusión de nuevas corrientes teóricas y su relación con la política; y el otro, relacionado con el rol de los intelectuales en una situación política que se desarrollaba a una velocidad inusitada.A lo largo de los primeros siete números la revista va ampliando su circuito de distribución a ciudades del interior y a Estados Unidos y Canadá. A partir del número 8 (mayo de 1970) un nuevo subtítulo, “Un mes de publicaciones en América latina”, señala el ingreso de importantes editoriales latinoamericanas como auspiciantes y la extensión de su distribución a Latinoamérica, al tiempo que va conformando una red de corresponsales en el exterior.El triunfo de la Unión Popular en Chile y la asunción del presidente Allende justifican la difusión de “movimientos liberadores que con distintos matices se desarrollan en los países latinoamericanos”; difusión que se inicia en el número 15-16 dedicado al país vecino y que inaugura la etapa que la crítica actual ha denominado como de “politización”.En el número 21 (agosto de 1971) se retira Galerna; Guillermo Schavelzon deja de ser el editor responsable, se pierde el auspicio de importantes editoriales de Latinoamérica y empieza la etapa de autofinanciamiento. Las restricciones económicas impiden que la tapas de la revistas continúen saliendo en color. El nuevo subtítulo que aparece en el número 22 (septiembre de 1971), “Para una crítica política de la cultura”, acompaña los cambios que se venían sucediendo y que se habían hecho explícitos en la nota editorial del número precedente: leer no sólo los textos escritos sino también los hechos histórico-sociales y contribuir a cambiar las condiciones en que la cultura se produce. La ampliación de la propuesta supone también una modificación en el staff de dirección a partir del número 23: si bien Schmucler continúa a la cabeza, se crea un consejo de dirección conformado por Ricardo Piglia, Carlos Altamirano y el propio Schmucler. Enseguida se suman al consejo Beatriz Sarlo, Germán García y Miriam Chorne. Estos movimientos en la dirección revelan ciertos desacuerdos respecto de la orientación de la revista, que eclosionan en el momento de la publicación de un artículo de análisis político referido al Gran Acuerdo Nacional, en el número 27, de julio de 1972. Su inclusión provoca el alejamiento de Héctor Schmucler, el fundador de la revista, seguido por el de Germán García y Miriam Chorne dos números después.Con Sarlo, Altamirano y Piglia al frente de la revista, se inicia un momento radicalmente diferente, que ha sido denominado “la etapa de la partidización”: una vuelta de tuerca en relación con la etapa de “politización” demarcada a partir del número 15-16. Con la nueva dirección la revista comienza a publicarse bimensualmente y en formato A4.Las divergencias políticas en relación con la evaluación del gobierno de Isabel Perón en el número 40 (marzo-abril de 1975) provocan el alejamiento de Ricardo Piglia. El consejo de dirección, ahora “comité de dirección”, queda a cargo de Altamirano y Sarlo. La revista observará un nuevo subtítulo, “Una política en la cultura”, hasta el número 44 (enero-febrero de 1976). El golpe militar de marzo de 1976 señala el fin de la publicación: el allanamiento y la clausura de la redacción impiden que el número 45 salga a la calle.Este artículo forma parte del proyecto Política culturales: estado y sociedad en las dictaduras de Brasil y Argentina (1964/1986). Las entrevistas a R. Piglia, C. Altamirano, G. García y G. Schavelzon fueron realizadas entre 2008 y 2010. Las intervenciones de H. Schmucler fueron tomadas del libro Telquelismos latinoamericanos, de Jorge Wolff (2009)
Las voces
Héctor Toto Schmucler:
–Yo estaba trabajando en Francia, hacía un estudio con Roland Barthes, entonces estaba muy vinculado con el ambiente. Eso era en pleno auge del estructuralismo. Recién Derrida empezaba a hacer sus primeros trabajitos. Claro, el mayo francés, Roland Barthes, Lacan, ya Lévy-Strauss había sentado todas sus bases y ya estaba Tel Quel. Tel Quel da un giro más político al estructuralismo. El grupo Tel Quel siempre fue más político, primero vinculado al Partido Comunista francés. Después, ellos se vuelven al maoísmo: a la Revolución Cultural y al pensamiento Mao. Y se me ocurrió junto al editor Guillermo Schavelzon, de Galerna, hacer una revista al estilo de La Quinzaine. Pero yo diría con una marca más vanguardista. Hasta la diagramación es espantosamente estructuralista. Todo eso traído al espacio argentino inmediatamente empieza a tener tonos políticos, sobre todo porque aparecía en el año 69. Estaba preparando el primer número cuando fue el Cordobazo. ¡Fue un símbolo!
Guillermo Schavelzon:
–Galerna en esos años era una síntesis del clima de aquella Argentina vibrante, llena de esperanzas, un ambiente progresista donde se juntaban marxistas con católicos de izquierda. En 1968 o ’69 apareció por la librería Galerna un joven y pelirrojo Héctor (Toto) Schmucler, que regresaba de varios años en París. Llegaba lleno de ideas nuevas, hablando de estructuralismo, imbuido del espíritu del Mayo Francés. Traía la idea de hacer una revista de ideas, un medio moderno que expresara lo que se estaba pensando y discutiendo en Europa y en la Argentina.
Ricardo Piglia:
–La idea era que la revista iba a ser útil porque la iba a comprar mucha gente, porque nosotros nos proponíamos hacer lo que no hacen los diarios, que dejan de lado muchos de los libros que salen. Queríamos ser exhaustivos, que cualquiera pudiera saber qué se estaba publicando. Yo recuerdo la sensación de felicidad que tenía cuando iba a la oficina y estaban todos los libros que se habían publicado.
Carlos Altamirano:
–El propósito de Schmucler era animar una revista que concentrara la nueva crítica, por lo menos tal como se hacía en aquel momento en Buenos Aires, y un poco en Rosario y en Córdoba. Fue una manera de reunir a la crítica que no se practicaba en la universidad. Estamos hablando del ’69, es decir que se había barrido con lo que era la renovación crítica de los sesenta. Todo este sector de la crítica literaria que había quedado afuera de la universidad había renovado sus instrumentos críticos, en general con alguna versión de lo que se llamaba estructuralismo, que significaba prestarle más atención a la construcción formal. R. P.: –¿Qué era la crítica entonces? Era la estilística, de Anita Barrenechea y el grupo de Instituto de Filología. Y estaba muy bien. Y por otro lado había una crítica marxista sociológica que para nosotros era vulgar y de la que tratábamos de tomar distancia. Un objetivo que la revista consigue es cuestionar la crítica impresionista que se hacía en los diarios y en las revistas semanales. Por eso la revista es muy dura desde el punto de vista de su concepción crítica. Nosotros traemos el estructuralismo, traemos todo lo que sería la nueva crítica, y usamos una política de provocación que produce un efecto muy interesante: si uno la leyera junto con Primera plana, con el suplemento de La Nación, vería que empieza a producirse un efecto.C. A.: –Los Libros buscaba la aclimatación de la nouvelle critique. El sartrismo, pensado como una fusión de fenomenología y marxismo, llegaba a su fin. Sartre ya no era el pensador guía, como entre 1945 y 1960. Había otras estrellas en el horizonte: Levy Strauss, Barthes, Greimas (aunque nadie se animaba a leerlo). Barthes fue el que inició un nuevo momento de definición de la crítica y el crítico: el crítico no es el que hace un discurso segundo; el discurso crítico está a la par de la creación. La idea que animaba el primer momento de Los Libros era ésa, la de la nueva crítica francesa, la de Barthes, Genette, Starobinski. En esa aclimatación de la que hablo está también la realidad política. La revista se hace finalmente con los elementos de la localidad: junto con la renovación crítica hay una radicalización ideológica de los intelectuales argentinos; es el aire de los tiempos.H. S.: –A través de la lectura de Los Libros se podría ir viendo este proceso de creciente politización. El número dedicado a Chile fue un punto de inflexión. Fue la época del triunfo de la Unidad Popular de Allende en Chile.R. P.: –Como toda práctica intelectual, la revista tenía dos ejes. Uno eran los debates específicos: qué es la crítica, qué es el marxismo, qué está pasando con la crítica cultural. Y el otro era una cuestión más política: ¿qué hacen los intelectuales frente a la nueva situación política que se estaba desarrollando aceleradamente? Entonces, la revista va cambiando en relación con esos dos planos. Un plano más interno de discusión sobre qué tipo de crítica hacer, y la incorporación de gente: porque ustedes van a ver ahí como un corte sobre lo que estaba pasando en la crítica. G. S.: –Hubo un momento en que Toto me llevó al café de enfrente, donde pasábamos mucho tiempo (Tucumán y Talcahuano), y me dijo que quería dedicar un número a un movimiento revolucionario uruguayo muy interesante, y quería saber si yo me animaba. Eso dio lugar a un número dedicado a los Tupamaros, que llevaba ese título en tipografía grande en portada. Encima, si mal no recuerdo, la portada era color rojo. Un par de meses después, recibí a mi nombre un telegrama firmado por la Dipa, una famosa dependencia de la Policía Federal llamada Dirección de Investigaciones Policiales Antidemocráticas, citándome sin dar motivo con día y hora. Recuerdo que me recibió un comisario, que tenía sobre el escritorio una carpeta con mi nombre en letras grandes, de la que sobresalía el número de Los Libros dedicado a los Tupamaros. Dio muchas vueltas con preguntas que no recuerdo, y no hizo la menor mención a la revista, aunque estuvo todo el tiempo a la vista. Germán García: –Contrariamente a lo que puede parecer, éramos muy tolerantes en ese momento. Porque el peronismo obligaba al marxista doctrinario a ser más blando, o más confuso. Y eso se ve en la consignas de la Juventud Peronista de izquierda, que eran: “Mao y Perón, un sólo corazón”. Te das cuenta que había una cierta confusión. Yo simpatizaba con el peronismo porque el peronismo no te exigía que tuvieras que hacer doctrina con su discurso. Paradójicamente, con su adherencia al líder, el peronismo dejaba una gran libertad discursiva, porque se podía ser peronista y espiritista, peronista y lacaniano, peronista y cualquier cosa. (Risas.) No tenías la obligación de adecuar tu discurso a una exigencia doctrinaria. Creo que algo así también pasaba con los marxistas que vinieron del Partido Comunista, como Schmucler, que salió de ahí: los marxistas de la llamada “nueva izquierda” en la Argentina eran muy flexibles en ese sentido, y no podían ser muy dogmáticos, porque además había problemas internos: unos eran althusserianos; otros, maoístas, y otros no sé qué. C. A.: –En un momento determinado, comienzan a incorporarse artículos de índole política. Y el más claro, creo que fue el número dedicado al Cordobazo. Eso trajo cambios: se amplió el cuerpo de colaboradores y hubo una crisis en lo relativo al subsidio de la revista que se financiaba con el apoyo de las editoriales. Galerna se fue y Toto hizo un llamado por el tema del financiamiento. Hubo una gran reunión y Schmucler planteó: “A ver... ¿a esta revista se la sigue sacando o no?”. Hubo acuerdo de seguir. Pero no podía seguir siendo lo que era. Como muchos de los que estábamos presentes no nos identificábamos como críticos literarios, y menos aún como críticos de la nouvelle critique, había que reforzar la orientación política y abandonar ese subtítulo anodino de “Un mes de publicaciones en América latina”. Entonces yo propuse “Para una crítica política de la cultura” y no hubo la menor objeción. ¿Cómo entro yo a formar parte de Los Libros? Con la salida de Galerna, Toto invita a Ricardo Piglia a formar parte de la dirección. Y ahí nomás Ricardo le dice: “Bueno, que también venga Carlos”. Y así fue como comencé a ir a la oficina chiquita de la calle Tucumán. R. P.: –En la época en que se va Galerna, pasa una cosa muy divertida: Toto Schmucler se vuelve maoísta durante quince días más o menos (risas). En esos quince días, como yo también era maoísta, decidimos darle esa orientación a la revista. Y entonces yo digo “invitémoslo a Altamirano”, que también era maoísta. Y hay un acuerdo político, no de partido ni de grupo, en darle a la revista una orientación maoísta. ¿Qué quiere decir maoísta? Quiere decir no estar con el PC. Era la única crítica a la Unión Soviética hecha desde otro país socialista, es muy especular. Entonces, en resumen, en el momento ese, en que Toto está cercano a la posición del maoísmo, la revista está dirigida por Toto, por Carlos Altamirano y por mí.C. A.: –Y ahí se inicia otro capítulo, donde la política pasa a tener mayor gravitación en las páginas, pero también en la cabeza de Schumcler. “Política”, en esos años, no se vinculaba con lo que se vincula ahora, la ciudadanía, la democracia..., sino con la lucha armada. Entonces hay una radicalización creciente por parte de todos. Yo era militante del comunismo revolucionario o comunismo maoísta. Y cada uno tenía su cuadernito y su referencia política. Y la radicalización trajo tensiones.R. P.: –Pero enseguida Toto se hace peronista, casi montonero, como todo el mundo. Y, entonces, está en minoría con nosotros dos y amplía el consejo de Dirección. Se le ocurre la idea de llamarla a Beatriz Sarlo, que en esa época era peronista, como todo el mundo (risas), y la incorpora a ella, a Germán García, que era amigo de Toto y fue el que trajo la no-política, y a Miriam Chorne. En definitiva, Los Libros empezó como una revista editorial que hace Toto conmigo. Después es una revista que evoluciona junto con la evolución política de la Argentina y se convierte en una revista de izquierda, hasta que Toto se pone a revisar las posiciones de la izquierda, y entra en el panorama del peronismo; y entonces amplía el comité para que haya un cierto equilibrio, pero el comité se desequilibra de nuevo porque Beatriz cambia de posición.C. A.: –Ricardo era maoísta, yo también, pero no del mismo club, y eso nos ligaba un poco. Y Toto estaba más vinculado con la izquierda que se ligaría a Montoneros. Viendo que se iba a quedar aislado en una revista que era la suya pensó que era bueno seguir ampliando el consejo. Beatriz en ese tiempo era peronista, de los que creen que el peronismo es la vida de la acción popular en la Argentina. Era un tiempo en el que todo era muy acelerado y ella empezó a salir del peronismo y a pasar al PCR, que era el partido en que estaba yo, así que Toto pronto pierde una aliada. Germán no era aliado político de nadie, porque para Germán la política era un delirio, y Miriam no tenía un espíritu tan militante como Ricardo, Beatriz y yo. Y eso termina en el alejamiento de Toto, que se va a sacar otra revista, Comunicación y cultura.G. G.: –A mí el mundo de la militancia no me parecía demasiado serio. Empezaron a multiplicarse las siglas, las alianzas, las rupturas. Había demasiado culto al heroísmo. Yo estaba muy advertido de que las alianzas entre las vanguardias culturales y las políticas son siempre de medianoche, duran un ratito: los surrealistas con Trotsky, los dadaístas con los marxistas alemanes. Nunca duran, porque la idea de la vanguardia es privilegiar el ahora, por algo se inventó el happening; la vanguardia no participa de la idea de que nuestros nietos van a ser los beneficiarios de lo que vamos a hacer nosotros. Además yo tenía mucha simpatía por ese mundo, los hippies, el Di Tella, que los otros veían como los últimos restos de la corrupción burguesa y la influencia norteamericana. Y a mí me caían mucho más simpáticos. Ir a fiestas, fumar marihuana..., todo eso me parecía un mundo menos tortuoso.C. A.: –La discusión más larga fue ocasionada por mi artículo sobre el GAN. Como no nos poníamos de acuerdo en publicarlo, la decisión se fue prorrogando como tres meses y la revista se atrasó. Finalmente se transó con que el artículo se publicaba, y se lo acompañó con un editorial donde se decía que no todos estaban de acuerdo, aunque creo que nadie estaba de acuerdo con mi artículo. R. P.: –Toto lleva una editorial y nosotros se la rechazamos, entonces tiene que renunciar, qué va hacer. Toto se va y se van todos con él. Quedamos Beatriz, Carlos y yo. Eso fue un golpe de Estado, porque le sacamos a Toto la revista que él mismo había creado. G. G.: –Creo que la primera etapa, llena de polémicas, para mí fue de mucho aprendizaje. Y la segunda ya no la seguí porque siempre tuve la idea de que la política no debe ser una cuestión doctrinaria, y cuando sentí que la revista empezó como a subordinarse a imperativos de líneas políticas, me fui a hacer Literal, porque me parecía que ahí podía continuar ese proyecto inicial de Los Libros. Y fíjense que en el primer número de Literal puse una frase, como un eslogan: “No matar la palabra, no dejarse matar por ella”. Es que yo pensaba que estábamos entre un dejarse matar sacrificialmente o matar lo que queríamos decir al subordinarlo a discursos muy codificados en función de estrategias políticas. C. A.: –Durante un tiempo corto, la revista trató de combinar lo que en aquel momento era el idealismo ideológico, con un poco de marxismo maoísta, lingüística, psicoanálisis, que eran como los lenguajes teóricos que nadie que se quisiera de onda podía ignorar. Y eso duró hasta el ’74, más o menos. R. P.: –Teníamos un debate implícito con Crisis, que es la gran revista de los años setenta que están haciendo Galeano, Aníbal Ford... y que para nosotros era demasiado populista. Crisis trabajaba para el conjunto más amplio posible, porque era muy masiva en su momento. En cambio, nosotros siempre tuvimos la idea de que había que intervenir, que una revista tiene que influir sobre los que influyen: los jefes de la sección de cultura de las revistas, los editores, los tipos de los partidos políticos. Sobre un grupo intelectual que actuaba en un marco propio, con la idea de una influencia que se reproduzca de ese modo. Ése es un poco el objetivo de la revista. Porque sabíamos que podíamos difundir lo que estábamos interesados en que se difundiera.H. S.: –Cuando salimos nosotros, la revista se volvió más política. Era el órgano cultural de un movimiento político. Era eso, rigurosamente fue así cuando pasó a ser un órgano del PCR.C. A.: –La presión para que la revista fuera una publicación orgánica del partido era cada vez mayor. Pero yo tenía el mérito o el título del que se había quedado con la revista creada por Toto, y no por el partido. Entonces, el argumento para evitar la publicación de los colectivos más primitivos y salvajes de la línea política del PCR era decir: es un órgano de frente, y no una revista orgánica del partido. Ricardo, que estaba próximo a Vanguardia Comunista, decía que no se podía defender al gobierno de Isabel contra el golpe, porque era el gobierno el que producía la situación que activaba el golpismo. Nosotros decíamos que había una actividad conspirativa que abarcaba civiles y militares y que había una actividad de provocación por parte de la izquierda. Y se va Ricardo. En fin, tres maoístas juntos no podían más que dividirse (risas).R. P.: –Yo me voy en el ’75 porque la alianza que teníamos con Beatriz y Carlos se empieza a complicar: la gente del PCR, con la que ellos estaban, empieza a apoyar a Isabel. C. A.: –En el último número, ya no recuerdo si Beatriz y yo tuvimos injerencia o no en el material publicado: porque nos habíamos ido del partido. El último número salió bajo la dirección de un psicólogo que se llamaba Osvaldo Bonano. Él fue preso. Y nosotros estábamos tan desvinculados que un día yo me aparezco por la librería Galerna, y el chico que atendía, que era amigo nuestro, me ve a mí como si hubiera visto un resucitado. Yo ignoraba todo, fui lo más campante: y me dice, ¿no sabías que hubo un allanamiento?R. P.: –La primera etapa es la más interesante, es un momento muy productivo de circulación de mucha gente, y se pueden leer ahí todos los debates: aparecen Lacan, Althusser. Todas cuestiones que nosotros estábamos poniendo en circulación. Y si hacés la lista de la gente que está interviniendo, te das cuenta de que en la revista está toda una generación: Beatriz Sarlo, Germán García, Josefina Ludmer, Oscar Terán, Ernesto Laclau, Jorge Rivera, Lafforgue, Eduardo Menéndez –un tipo muy interesante, muy inteligente, que se perdió–, creo que García Canclini, Oscar del Barco, toda la generación posterior a Contorno. Después, la política se lleva todo y se hace una revista de izquierda más.

"LA INEFICACIA POLICIAL ES UN GRAN NEGOCIO"


Entrevista a Alberto Binder. Vicepresidente del INECIP.
Por Eduardo Anguita
La provincia de Buenos Aires es un lugar muy complejo respecto de la marcha y las acciones de la Policía Bonaerense. En ese sentido: ¿qué opina de la creación de la policía judicial y de las policías municipales?–No sólo en la provincia de Buenos Aires, sino que en todo el país hay que realizar una profunda modernización de todo el sistema de investigación de los delitos. Estamos, en general, trabajando con métodos policiales y del ministerio público de la Justicia que tienen un gran atraso respecto de las nuevas formas de criminalidad. No hay que ser muy experto para darse cuenta que la ineficacia es un resultado inevitable. Y, en ese sentido, cuesta tomar medidas de este tipo. Yo creo que la conciencia existe, pero es como que todavía no existe la audacia suficiente para dar estos pasos. En la provincia de Buenos Aires, sobre todo en el Gran Buenos Aires, que es como el pulmón de inseguridad del país –en términos objetivos y también subjetivos, ya que todo allí se televisa mucho más– se ha intentado pero no se han podido hacer. Por dos razones. Primero, por una especie de imperio de la rutina que hace que esto no se pueda llevar adelante con facilidad. Segundo, porque en el fondo, atrás de todos los problemas de criminalidad, hay profundos negocios, complicidades con los mercados, mucho dinero que circula con lo cual la ineficacia de las investigaciones, la ineficacia policial, sigue siendo todavía un gran negocio para muchos.–Pareciera que se crea una policía judicial para ponerle por lo menos algún cepo a los negocios que tiene la Bonaerense. Pero junto con la Bonaerense hay también fiscales, de modo tal que esta policía judicial a medias también legitima un lugar muy oscuro de la institucionalidad provincial.–Por supuesto. Además no se trata de crear capas de instituciones que van llegando al mismo lugar. El nombre de policía judicial dice cosas, pero hay que ver cómo está organizada, el método de trabajo, la construcción que tiene, las estrategias. No es tan simple. En la provincia de Buenos Aires se intentó crear hace diez años, junto con las reformas de la Justicia, algún tipo de policía judicial que luego fue absorbida por el sistema con instructores judiciales que en el fondo siguen haciendo lo mismo que se hacía antes. Es una pelea importante que hay que darla a todo el país. El mismo problema tiene la Federal y la mayoría de las policías provinciales. Esto recién se está planteando con más fuerza y será una pelea de los próximos años. En temas de políticas de seguridad tenemos muchas deudas. Recién se está tomando control sobre policías, se están haciendo planeamientos y eso a pesar de que la población viene quejándose con razón y con mucha fuerza en los últimos años. Pero es que toca uno de los huecos negros del Estado y de la vida social y política. Hay muchos negocios que no son sólo de la policía. Pretender que acá los negocios son de la policía es, en última instancia, reducir el problema que es mucho más grande. Hay negocios que tienen que ver con la financiación de la política y hay una madeja ahí muy fuerte que, en última instancia, es un condicionamiento a la democracia.–¿Qué sería más conveniente ahora: pensar en que un Congreso que está bastante en sintonía con el Ejecutivo pudiera tratar una ley de seguridad, como en su momento se discutió una ley de defensa integral, o es mejor avanzar ocupando espacios y después hacer una ley? Da la impresión de que en estos años no se avanzó en ninguna de las dos direcciones.–Hay que avanzar en las dos direcciones. Por un lado, seguir, por ejemplo, apoyando y fortaleciendo la nueva estructura del ministerio de Seguridad, que implica un paso muy importante en términos de gobierno civil. Se trata de diseñar políticas y acciones concretas como prioridad, pero es cierto también que no vendría mal una reorganización completa de la ley de seguridad interior. Porque cuando se hizo, en realidad se estaba pensando más en el deslinde entre lo militar y la seguridad. Las leyes fueron buenas porque plantaron algo que, todavía, hoy en la Argentina se sostiene y es que el problema de seguridad no puede ser un problema militar, pese a los embates que tenemos para que esto se cambie y por suerte, hasta ahora, nuestra dirigencia política se mantiene bastante firme. Porque a nivel latinoamericano, regional, hay una muy fuerte presión para que se empujen a los ejércitos de nuevo a la seguridad interior. Eso sería una desgracia para muchos países. Para el nuestro también sería una gran desgracia. Entonces, las leyes cumplieron eso bien, pero se pensaron más bien en el deslinde aquel. Hoy en día falta pensar la ley de seguridad interior como un nuevo marco de condiciones mínimas, no sólo para las fuerzas federales, sino para las fuerzas provinciales. En ese sentido, hay bastante consenso en todas las fuerzas políticas de la necesidad de ponerle nuevas bases a la seguridad del país. Pero coincido totalmente: no puede ser que nos sentemos a pensar una ley y estemos tres años discutiendo. Porque, mientras tanto, no se están construyendo en concreto los nuevos mecanismos de conducción, gobierno, planeamiento, control y evaluación de las policías.–Hace un año, a raíz de la toma en el Parque Indoamericano, la Presidenta tomó una decisión muy fuerte y decidió sacar a Nilda Garré de Defensa y ponerla en Seguridad. Ya lleva un año al frente de ese ministerio que, como usted decía, tiene un rumbo. ¿Qué cosas, más allá de la decisión de Garré, saca usted como balance?–Lo positivo fue que el Gobierno cambió su política, una política que criticábamos en el sentido de dejar a las policías federales, a las fuerzas federales –policía y Gendarmería, básicamente– con un nivel de autonomía enorme. Esto no solamente es causante de ineficacia, inadmisible en términos políticos, sino que también degrada a las fuerzas de seguridad porque en vez de moverse hacia la profesionalización, que es algo que hoy día se necesita, terminan atrapadas en el diseño de políticas, en el mejor de los casos que no le competen. Así que eso fue un paso muy importante. Porque, insisto, cambió una política que venía llevando el Gobierno. De ahí en más comienza una trabajosa construcción de un ministerio de Seguridad que tiene que empezar prácticamente desde cero. Creo que se ha ido avanzando con avances y retrocesos, en un año más que nada electoral y esto también complicó, sobre todo, la atención que le presta la dirigencia política a estos temas. Así que no se avanzó tanto como uno querría. Para mí todavía hay un déficit muy grande en el hecho de no traspasar la policía a la Ciudad de Buenos Aires que permitiría, entonces, que el Ministerio de Seguridad asuma las competencias estrictamente federales de reorganización, de coordinación de los delitos más complejos y no quedar atrapado en los problemas del día a día de manejo de una policía. Así se ordenaría mejor todo el sistema para el futuro. Eso me parece que es un déficit muy grande. No se pudo hacer en gran medida, insisto, por los debates electorales y me parece que es un tema inexorable. Por otra parte, también hay que avanzar muy fuertemente en la reforma de la justicia federal. Es un tema pendiente de hace veinticinco años. El estado de nuestra justicia federal, el penal, es lamentable. Una justicia costosísima, lamentable en términos de eficacia, de corruptelas y de amiguismos. En los grandes temas esto se nota mucho. Así es la política en democracia: hay muchas cosas que se han hecho y otras tantas que no. Pero está planteado un escenario que es, en términos generales, mucho mejor que hace un año.
Entrevista realizada en el programa Hoy más que nunca,que se emite de lunes a viernes de 7 a 9 por Radio Nacional.

DEJA VU NOVENTISTA, O COMO LOS PRIVADOS SE ABUSAN DEL ESTADO


Mientras el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires cierra más de 200 grados y se resiste a poner un micro para los alumnos de las villas 31 y 31 bis, cada vez otorga más fondos a los colegios pagos, ocultando los criterios y los montos de las operaciones.
Por Diego Long
En la ciudad de Buenos Aires, puntualmente, hay escuelas públicas con edificios en ruinas, sin servicios básicos como el gas o la luz, con docentes, alumnos e instituciones maltratados de más de una manera. Maestros mal pagos, sin nombramientos, perseguidos gremialmente o, ahora, sin el mando de la Junta de Calificación, por ejemplo. Alumnos que, a los problemas estructurales, les suman la falta de vacantes, la quita de las becas, la pauperización de las viandas, las listas negras que intentó llevar el PRO a la Policía, la negativa a la incorporación de la educación sexual, la falta de micros escolares, etc. Y las instituciones, que reciben sus partidas presupuestarias de cooperadora "a los premios", o deben lidiar con un servicio de mantenimiento tercerizado muy precario, o sufren el cierre de grados y cursos, como antes sufrieron el de los talleres.Pero, mientras ello pasa con las escuelas estatales de la gestión de Mauricio Macri como jefe de Gobierno porteño, excusado en la falta de presupuesto, la crisis internacional o la falta de empréstitos bancarios, la realidad de las insituciones privadas es otra.Así como el déficit económico ya supo mostrar su cualidad selectiva, cuando no podía cubrir costos de arreglos edilicios pero sí estaba dispuesto a financiar costosísimas cámaras de vigilancia en las escuelas públicas, la misma parcialidad puede verse en lo que a escuelas privadas respecta. Sin ir más lejos, el Presupuesto aprobado para este año otorga un aumento de más del 30 por ciento a las partidas destinadas a las escuelas privadas, mientras cierra 221 grados en la escuela estatal con el argumento de la eficiencia administrativa. El mismo gobierno que disminuyó los montos que entrega a las cooperadoras del área pública otorga subsidios millonarios a instituciones con fines de lucro que además cobran importantes cuotas a cada alumno. Mientras que en el último año el PRO otorgó a las empresas privadas que prestan servicios educativos casi 1.009 millones de pesos, en este período calcula ayudarlos con 1.333 millones.El presupuesto para Infraestructura Escolar del Ministerio de Educación terminó ejecutando, en todo el 2011, 358 millones de pesos sobre un total de 560 millones. La subejecución de las partidas destinadas a obras de infraestructura escolar durante el período 2005-2009 suma más de 400 millones de pesos. Pero, sólo durante 2010 el Gobierno de la Ciudad no utilizó 270 millones de pesos que tenía asignados. El macrismo alcanzó a usar el año pasado un récord del 64 por ciento de lo que debía utilizar. Y piensa seguir así, o peor, porque en el actual presupuesto planea reducir la inversión en obras para las escuelas públicas a 275 millones de pesos, sin contar la subejecución."No hay ningún argumento para los subsidios, en ningún momento el Gobierno logró explicar por qué los aplica. No hay ninguna fórmula que aplique el criterio de justicia distributiva, o que analice lograr metas razonables" con esta política, dice Dalile Antúnez, coordinadora en materia educativa de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (Acij). Si bien la especialista reconoce que la transferencia de dinero a la escuela privada viene aumentando desde hace mucho tiempo, "en esta etapa (desde que Macri asumió su primera gestión) vimos un salto importante".
A discreción sin discreción.
Antúnez cuenta que Acij presentó un recurso de amparo para acceder a información detallada sobre las matrículas de cada escuela, la cantidad de docentes, el arancel total que cobra cada una, el monto exacto que recibió, en fin, pero "la verdad –dice–, a pesar de que ganamos el juicio y estamos en etapa de cumplimiento de la sentencia, al día de hoy el Gobierno nunca nos entregó esa información. Nos impide acceder a información pública escencial para controlar la forma en que se está aplicando el sistema de subsidios".Al negar el derecho constitucional del acceso a la información pública y burlar al Congreso con sub y sobreejecuciones que completan el cuadro de las verdaderas intenciones políticas sobre las áreas ya perjudicadas en el Presupuesto o en resoluciones como la 15/12 (cierre de cursos), el macrismo demuestra estar lejos de la desidia que muchos pretenden, más bien parece que emprendió firmemente el camino de su legado ideológico, enemistado con lo público y afin a lo privado.Acij lo dice en las conclusiones de su informe Subsidios estatales a escuelas de gestión privada:en la ciudad de Buenos Aires:"La política de subsidios a establecimientos educativos de gestión privada es poco transparente, inequitativa e irrazonable, y no cumple en modo alguno con los criterios establecidos en la Ley de Educación Nacional y en la Constitución de la Ciudad, que fijan claramente que los aportes deben basarse en criterios objetivos de justicia social, tener en cuenta el arancel que se establezca, y deben dar prioridad a los/as alumnos/as de escuelas de menores recursos".Gustavo Lesbegueris, del Área de Derecho a la Educación de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, también confirma que desde allí participan de las "acciones en defensa de la educación pública, acompañando el reclamo de las comunidades educativas afectadas por la política macrista de ajuste a la educación". Lesbegueris cuestiona la medida de cierre de cursos e inició un expediente en el que ha recibido los reclamos de las comunidades escolares y los gremios docentes.
Subsidios para quien los necesite.
Una consigna muy fuerte de los maestros, padres y alumnos que el otro viernes marcharon a la Jefatura de Gabinete fue "Basta de subsidiar a la escuela privada". Si bien la educación paga no surgió ayer, el verdadero salto lo dio en la década de los ’90. Y Macri es uno de los mejores alumnos de esa política. Como dijo Stella Maldonado, secretaria General de Ctera, "en la ciudad de Buenos Aires se está viviendo en los ’90". Para el titular de UTE Capital, Eduardo López, la situación actual tiene que ver con la concepción que, asegura, tiene Macri: "La escuela estatal es para pobres, la escuela privada es para los vecinos. Él separa vecinos de pobres. La escuela estatal es de contención, la privada de formación. La escuela estatal, para Macri, es asistencialiso, mientras que la privada es educativa". Se trata de una concepción más o menos extendida, al menos entre los porteños. "No por casualidad lo votó el 60 por ciento", analiza Stella Maldonado. Pero aclara que esa idea de asociar a la educación privada con la calidad en detrimento del nivel de la escuela pública, es errónea, porque ya quedó demostrado, en el último examen de nivel que llevó a cabo el Ministerio de Educación de la Nación, que no hay diferencias significativas entre los alumnos de una y otra escuela.De todos modos, quien elige una institución privada es quien puede solventarla. Y las diferencias en los niveles educativos, si bien no se generan entre el colegio privado y la escuela pública, sí lo hacen entre distintos niveles socioeconómicos. Lo que explica perfectamente parte de las causas de las diferencias de niveles que pudieran existir entre alumnos de uno y otro ámbito. Justamente, es esa desigualdad de oportunidades la que desnivela el rendimiento en el campo educativo, esa misma desigualdad que el gobierno de Mauricio Macri profundiza, entre otras cosas, con la discrecionalidad de los subsidios.