domingo, 1 de abril de 2012

LIBERACION Y DEPENDENCIA


Cómo viven los jóvenes ABC 1 la experiencia de irse a vivir solos. Cómo viven los jóvenes ABC 1 la experiencia de irse a vivir solos.
Por Deborah Maniowicz
Después de vivir 26 años con su familia, Iván decidió que ya era tiempo de independizarse. Eso sí: no estaba dispuesto a perder el nivel de confort que tenía garantizado en la casa de sus padres. El dinero no era un impedimento: tenía algunos ahorros y papá y mamá estaban dispuestos a ayudarlo con lo que hiciera falta. Contrató una empresa de mudanzas para que se ocupara de todo el trabajo, desde sacar la ropa del placard hasta colocar papel higiénico en el nuevo hogar, un chef que le cocinara a su antojo y un servicio de tintorería puerta a puerta. Recién después de tener asegurados los tres servicios, se decidió y dio el “gran paso”. “Creemos que llegar al nuevo lugar y tener la sorpresa de encontrarse con todo resuelto y ordenado, es algo inigualable”. Con esa frase se presentan Pilar Santucci y Carolina Delger, madre e hija, impulsoras de Mi Home Planners, una empresa de mudanzas premium que promete “reorganizarte la vida en tan sólo un par de días”. La firma nació en 2004 y ya llevan realizadas más de 450 mudanzas.La propuesta es tan tentadora como costosa: arranca en cinco mil pesos y no tiene techo. “El cliente nos deja la llave de su actual vivienda y de su nuevo hogar, y nosotras nos encargamos de todo: sacamos las luces, las cortinas, los libros y la ropa, y hasta separamos las prendas por color en el nuevo vestidor. La idea es que la persona pueda irse a dormir sin la necesidad de ordenar nada”, resume Delger. Pero no se quedan en esa idea y van por más: “Al llegar a casa tenía un incienso prendido, unas flores decorando la mesa, la ropa ordenada por color en el ropero, mis fotos colgadas en las paredes, la cama con las sábanas puestas, papel higiénico en el baño y la heladera llena”, cuenta Sol, una joven de 28 años que se alejó de la casa paterna hace un par de meses.Para la licenciada Adriana Guraieb, miembro de la Asociación de Psicoanálisis Internacional (API), el hecho de tener todos esos servicios a disposición dificulta el camino a la autonomía. “La madurez es un proceso que se va adquiriendo a lo largo de las experiencias personales. Es imposible madurar con experiencias ajenas. En el proceso de irse a vivir solo hay que atravesar carencias y alegrías. Es cierto que el mercado laboral y la devaluación de los sueldos hacen que los padres, necesariamente, tengan que ayudar a sus hijos en el alquiler, o en comprar una casa, pero es el joven quien debe afrontar los quehaceres domésticos. En estos chicos, el confort parece ser más importante que la autonomía. Si las cosas le vienen facilitadas, no las valoran de la misma forma que si tienen que conseguirlas por sí mismos”, explica Guraieb, aunque aclara que en el caso de que el joven se pague los gastos “la cosa cambia, ya que es él quien prioriza dónde invertir el dinero que obtiene trabajando”.Tal es el caso de Galo, de 28 años, que dejó la casa de sus padres en Martínez para irse a vivir solo a Palermo: “Desde hacía mucho tiempo tenía ganas de mudarme. Trabajaba y tenía los medios para hacerlo, pero por una cuestión de tiempo venía relegando el tema. Aparte, no quería hacerme cargo de nada. Contraté el servicio de mudanza y le pedí a mi mamá que les indicara qué debían llevar. A la noche, cuando llegué al departamento, estaba todo impecable. Incluso me dejaron unos chocolates en la mesa de luz para darme la bienvenida. Fueron los cuatro mil pesos mejor invertidos de mi vida. En el día a día, con la ayuda de una persona que viene dos veces por semana a limpiar, me manejo bien, pero no hubiera podido mudarme yo solo”.La realidad en la que se mueven Galo o Sol dista mucho de la del argentino medio, que aplaza la decisión de dejar el nido familiar por una cuestión económica y afila el lápiz para llegar a fin de mes. La diferencia en los precios también es notoria: los alquileres de dos ambientes, sencillos y con una antigüedad media, en la ciudad de Buenos Aires, rondan los 2.000 pesos, con expensas incluidas. En cambio, el importe a pagar mensualmente para departamentos de iguales dimensiones, a estrenar y en los principales barrios porteños, arranca en 3.000.Otra de las comodidades a las que acceden estos jóvenes ABC 1 es el servicio de “lavandería a domicilio”: retiran la ropa sucia del departamento y la devuelven, perfectamente doblada y perfumada, en menos de 24 horas. Si bien el servicio puerta a puerta es sin cargo, y el importe sólo depende de la cantidad de ropa (26 pesos cada canasto), la empresa que realiza el servicio –LavaYa– sólo cubre un radio de diez cuadras y está ubicada en Palermo, Recoleta y Martínez, tres de las zonas más costosas de Buenos Aires.Mónica Cruppi, psicóloga especialista en niños y adolescentes de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), disiente con Guraieb y explica que “el proceso de independencia está dado por el plano emocional y no físico. El hecho de no plancharse las camisas o no lavarse la ropa no implica que el chico siga siendo dependiente. La autonomía pasa por la libertad de elección, no depende del bolsillo o de los beneficios que puedas obtener por su clase social, aunque no está mal que los padres colaboren si el chico está volcado al estudio. La diferencia radica en quién contrata los servicios: si son los padres, genera dependencia”.El psicoanalista y miembro titular de APA Enrique Novelli, disiente con su colega al considerar que el dinero y el confort que facilita, influyen en la decisión de abandonar la casa paterna.Con la premisa de mantener la comodidad hogareña, la empresa de catering Punto Letra lanzó en 2009 la propuesta “freezer feliz”. “Nuestro objetivo es que el cliente pueda acceder a comida sana y casera sin la necesidad de vivir a base de delivery. Apuntamos a un público joven, que le gusta disfrutar de la comida pero no tiene tiempo de cocinar”, resume Valeria Erlich, chef e impulsora del proyecto. La propuesta comienza con una entrevista en el domicilio del interesado, en la cual se le pregunta por sus gustos y preferencias. Después, el equipo gastronómico redacta un menú de acuerdo con las indicaciones del cliente –puede ser con una base de carne, lácteo, vegetariano o celíaco–, y una vez por mes le alcanza el pedido a la casa del cliente. “Las comidas se pueden congelar, se entregan divididas en porciones y rotuladas. Todas las opciones se pueden regenerar en el microondas, aunque en el horno siempre queda más rico”, cuenta Erlich. El costo de cada plato va de 25 a 30 pesos y se puede acompañar con un postre por 5 pesos adicionales. La opción más económica, y en base a dos platos por día, arroja un total mensual de 1.500 pesos, sin postre ni bebidas.Gabriel, de 25 años, es un cliente habitual de la firma: “No tengo paciencia para cocinar y tampoco me gusta perder tiempo. Elijo desde milanesas y empanadas hasta un lomo Strogonoff o un pollo al limón. Destino más de 600 pesos mensuales al servicio, pero prefiero gastarlos así y no en comida chatarra”.Vivir inmerso en un permanente servicio de hotelería, sin resignar las comodidades del nido familiar y sin hacerse cargo de la totalidad de los quehaceres domésticos, parece estar a la orden del día en los jóvenes de los sectores sociales altos y medio altos a la hora de alcanzar la tan mentada independencia parental. Y así, hay que admitirlo, no es tan difícil.

BOLIVAR POLEMICO: ¿HEROE O TRAIDOR?


Por Raquel Roberti
El escritor colombiano Evelio Rosero lo acusa de cobarde, asesino y entregador en La carroza de Bolívar, que llegará al país en mayo. Debaten O’Donnell, Chumbita y Harari.
El doctor Justo Pastor Proceso López vive en Pasto, una localidad colombiana fronteriza con Ecuador. En sus ratos libres, que son muchos, piensa y piensa en Simón Bolívar. Se pregunta por qué sus congéneres aceptan verlo como un prócer, un patriota, cuando él sabe que, en realidad, fue un cobarde y un traidor. Y en ese pensar y pensar va desgranando episodios de la lucha por la independencia del norte de América del Sur. El doctor Justo Pastor Proceso López es el personaje central de La carroza de Bolívar (Tusquets), novela histórica de Evelio Rosero, que acaba de publicarse en Colombia y se estima que llegará al país en mayo. Rosero no es historiador, pero en reportajes que concedió a medios de su país sostuvo que se basó en la obra de José Rafael Sañudo, cuyas investigaciones y conclusiones acerca de Bolívar colisionan con la versión oficial. Con un estilo y un ritmo que remite, obligadamente, a Gabriel García Márquez, Rosero dota a su novela de pasajes tragicómicos y escenas costumbristas. Pero detrás, aunque siempre en primer plano, está la crítica furibunda a Simón Bolívar, el hombre que toda Sudamérica asocia con el sueño de una Patria Grande.“Bolívar fue una personalidad extraordinaria, gran estadista, de gran cultura, un mantuano, como se denominaba a los aristócratas criollos, que tuvo la posibilidad de una formación principesca para ese entonces. Fue un visionario, porque a pesar de su ubicación social, que le permitía gozar de los beneficios de la sociedad colonial, tuvo un gran compromiso con la independencia americana”, consideró el historiador Mario “Pacho” O’Donnell, encuadrado justamente en la corriente revisionista.Rosero –también autor de Los ejércitos (2006), ganadora de los premios Nacional de Literatura de Colombia, Tusquets de novela y del Foreign Fiction– aseguró que su propósito no fue “desmitificar a Bolívar, sólo decir la verdad”. Además de cobarde y traidor –por haber entregado a Francisco de Miranda a los españoles y por fusilar a Manuel Piar–, lo describe como un vivillo que se apropiaba de éxitos ajenos y como un hombre en extremo cruel, capaz de ordenar lo que Rosero considera “la primera gran masacre colombiana, en la Navidad de 1822, en Pasto”. Afirmaciones que, no hay razón para negarlo, provocan un molesto cosquilleo.“Hay que tener en cuenta la violencia de las revoluciones de toda la zona, que ocasionaron más de medio millón de personas muertas. Las guerras de esa época fueron terribles, y más considerando que Bolívar declaró una ‘guerra a muerte’, que se practicó por ambos bandos. Pero la entrega de Bolívar a la causa libertadora está fuera de duda, tuvo una vida de sacrificios y de participación en batallas que incluso lo consumieron, tuvo una tremenda exposición. Es una figura universal, difícilmente pueda ser menoscabada”, reflexionó Hugo Chumbita, titular de las cátedras de Derecho Político e Historia Política Americana en la Universidad Nacional de La Matanza.Para Rosero, Bolívar no fue el gestor de la independencia de los países del norte de América del Sur, sino “Miranda, a quien Bolívar traicionó y entregó a los españoles; Sucre, Nariño, Santander, Córdoba y, sobre todo, Manuel Piar, a quien Bolívar mandó asesinar por fusilamiento, como a Padilla”, según afirmó en una entrevista que concedió al diario español El País.“Si tengo que elegir entre Piar y Bolívar, sin ninguna duda elijo a Piar, un pardo que traía las ideas revolucionarias de Haití, que se opuso a Bolívar representando a los sectores más humildes –señaló el historiador Fabián Harari, editor de la revista Razón y Revolución, estudioso del Río de la Plata de los siglos XVIII y XIX y de los orígenes de la burguesía argentina–. Pero Rosero mezcla personajes heterogéneos. Santander era un liberal, amante del orden. Sucre era general, sabía pelear muy bien. Pero quien diseñó la estrategia político militar de la revolución fue Bolívar. No se pueden contraponer, cumplían distintos roles. Y Miranda fue un gran intelectual, pero a medida que avanzaba la revolución, fue coincidiendo paulatinamente con la aristocracia”.Según la novela, en la batalla de Junín, Bolívar huyó cuando creyó que la caballería estaba perdida, hacia una loma hasta “que las sombras de la noche cubrieron el campo”. Cuando el coronel Carvajal lo encontró, le informó que habían derrotado al enemigo. “No se preocupe, Libertador, la victoria es suya”, habría agregado el oficial.“Me sorprende la acusación de cobardía –dijo O’Donnell–, sobre todo teniendo en cuenta que Bolívar era el estratega y los generales no tienen que estar expuestos a las circunstancias de una batalla. Ciertas leyes de lo militar indican que debe preservar su vida para seguir conduciendo la batalla”. El autor de El encuentro de Guayaquil –obra de teatro que estuvo en cartel cuatro años– señaló, en contraposición, “cosas extraordinarias de Bolívar, como la Carta de Jamaica, donde llama a la unidad de los países, los convoca a formar una América Grande y expone la idea de realizar un congreso, que años más tarde se concretaría en Panamá por impulso de Bernardo de Monteagudo”.Sin embargo, el doctor Justo Pastor Proceso López se refiere a Bolívar como “el hombrecillo” y en sus elucubraciones cuenta que traicionó al general Francisco de Miranda, “jefe supremo de las fuerzas revolucionarias”, entregándolo al español Monteverde “a cambio de un salvoconducto. Ese mismo hombrecillo que era recibido en Caracas como si fuera un Napoleón”.Para Chumbita, autor de El secreto de Yapeyú (Emecé, 2001), entre otros sobre José de San Martín, “la entrega de Miranda es uno de los reproches que pueden hacerse, está latente y es difícil de contestar, aunque Bolívar dijo que no había querido entregarlo sino detenerlo, para someterlo a juicio por presunta traición”.O’Donnell, en cambio, cree que “sin duda es discutible. Cuando se produjo la derrota del avance patriota, Miranda negoció con Monteverde. Los que defienden a Miranda aseguran que trató de preservar al ejército revolucionario de la terrible represión de Monteverde, con vistas a una tentativa de avance que se daría más tarde. Bolívar, en cambio, lo consideró una traición. Lo apresó un día antes de que se embarcara con destino a Europa y lo entregó a los españoles, lo cual derivó en la muerte de Miranda. Sin duda, sobre Bolívar siempre pesó la sombra de esa muerte, porque Miranda fue un personaje extraordinario, había participado en varias revoluciones, entre ellas la norteamericana y la francesa. Esas contradicciones eran típicas de la época porque las situaciones eran confusas”.El revisionismo ha ganado adeptos en estos años entre los lectores, que se gratifican de encontrar en los próceres hombres y no esfinges. Pero, dice O’Donnell, “a veces hay un revisionismo amarillo que se ocupa de descubrirles pecados a los próceres, o de inventarlos, anhelante de homosexualidad, inmoralidad o perversiones. Va al extremo opuesto de la historia oficial y resulta tan falsa como el endiosamiento”. Justamente, Rosero acusa a Bolívar de rodearse y abusar de púberes sin ningún pudor ni consideración. “Recordemos que Bolívar era caribeño –comenta el presidente del Instituto de Revisionismo Histórico Manuel Dorrego–, extrovertido, gran animador de fiestas, bailarín, gran seductor. Un caribeño con todas las de la ley. Y que en aquella época las niñas eran consideradas casaderas a muy temprana edad”.Más allá de esas cuestiones que giran alrededor de la figura de Bolívar, para Fabián Harari “hay que ver cuáles son las ideas sobre los criterios independentistas que subyacen en el cuestionamiento de Rosero. El ataque tiene que ver con una disputa más general que el costado revolucionario de Bolívar. En Colombia, Bolívar era la figura que reivindicaba el partido conservador, formado en 1837, en contraposición a la de Santander, que tomaba el partido liberal”. Sin embargo, dice el historiador, con el paso de los años y la aparición de los movimientos guerrilleros de izquierda, se produce una reivindicación de Bolívar como revolucionario, sobre todo por su acción en la etapa de reconquista, y se lo incorpora a la tradición marxista. Las guerrillas se consideran, entonces, bolivarianas, y el partido conservador cambia a Bolívar por otros patriotas más liberales. “Cuando Rosero intenta desprestigiar a Bolívar, se opone a la reivindicación de la izquierda colombiana, combate a una figura revolucionaria”, afirma Harari.Evelio Rosero admitió, en distintos reportajes, que muchas de las opiniones que pone en boca del personaje de su novela las escuchó de niño en boca de sus mayores, todos habitantes de Pasto, donde está ambientada la obra. “Cuando hablo de la historia no hago ficción, me acojo a lo que ocurrió realmente en esa primera masacre de la historia de la república, la Navidad Negra, en 1822, cuando 400 pastusos, hombres, mujeres, niños, amanecieron muertos, a pesar de que la ciudad ya estaba indefensa”, aseveró el escritor.Chumbita admite que “lo de Pasto es una de las contradicciones de la revolución. El movimiento popular indígena se inclinaba hacia los realistas y hubo una lucha enconada de los ‘pastosos’, como se les decía en esa época, contra las tropas revolucionarias. Tuvo un alto costo, es cierto, pero la lucha por la revolución no tenía otro camino. Los revolucionarios estaban embarcados en una causa que practicaba el terror, como en todas las revoluciones. Es un conflicto complejo, hubo muchas regiones que vivían su dependencia de las metrópolis como un agravio y se sumaron a los realistas, fue una reacción contra el egoísmo de las capitales, en ese caso Bogotá. Hoy, por suerte, hay otros caminos para resolver las diferencias políticas, en aquellos años era lucha armada”.O’Donnell coincide con Rosero en que “Bolívar fue un hombre cruel, fusiló mucho más que San Martín, más fusilador de lo que cuenta la historia oficial. Pero Bolívar fusiló a prisioneros de batalla y en Pasto ordenó una masacre: 500 civiles, entre los que había niños y mujeres, fueron asesinados aparentemente en represalia porque la ciudad había sido esquiva a los revolucionarios. Es un costado negro, sin duda. Pero a todos los próceres se les puede reprochar cosas, incluso a San Martín. Pero en los hombres de aquellos tiempos había luces y sombras, como en todos. Lo que se cuente dependerá de si se quieren enfatizar las luces o las sombras”.Harari coincide en que “fue una masacre y extremadamente cruel. Pero no se trata de si estamos a favor o en contra de las masacres. En la guerra las hay y San Martín también fue artífice de varias. El fondo de la cuestión es saber si la guerra, y si alguno de los bandos enfrentados, es reivindicable. Nadie defiende la violencia por la violencia misma, y sin duda el asesinato de personas debería evitarse. Hay que analizar qué fuerzas se enfrentaban y en qué contexto”.En ese sentido, explicó que “Pasto fue el centro de la contrarrevolución, y algunos historiadores aseguran que la población era fanáticamente católica y realista. En 1813, la ciudad resistió la embestida de Nariño, a quien enviaron a España. En 1816, durante la reconquista, Bolívar envió a Sucre al sur, donde ganó la crucial batalla de Pichincha. Cuando volvía hacia el norte, pasó por Pasto, donde todavía los realistas resistían. Decidió la masacre, por orden de Bolívar, para despejar el camino de realistas”. Además, Harari señaló que, en contrapartida, podría contarse que “gracias al apoyo de Pasto a los realistas, fueron fusilados, entre otros patriotas, José Ayala, Bernardo Álvarez, Caldas, Camilo Torres, Lozano, Fruto Gutiérrez, Valenzuela, Pombo, García Royeira, Ignacio Camacho. En Bogotá fusilaron a 500, además de instaurar un verdadero pogrom campesino. Juan Zamano era el oficial realista, líder en Pasto, que tomó el gobierno de Nueva Granada para perpetuar el régimen de esclavitud y de atraso sudamericano. Reivindicar a Pasto es reivindicar la contrarrevolución. Entiendo que Rosero no es historiador, pero al no reponer el contexto está engañando, aunque no sea la intención. El contexto les da otro sentido a los hechos, y nos lleva a la pregunta central de toda esta cuestión: ¿está mal la violencia revolucionaria?”

LA OBRA SON LOS SENTIMIENTOS Y LAS SENSACIONES DE LAS PERSONAS


Compañia Avitantes. Dicen que están por superar los 30 mil espectadores. Surgieron en plena crisis del 2001-2002 y hoy son un boca a boca que funciona como por arte propio. Música, sonidos, aromas, fenómenos meteorológicos, cualquier cosa capaz de despertar los sentidos, excepto el de la vista. Así se produce un despertar distinto, un despertar hacia adentro, hacia esos lugares que nadie sabía siquiera existían porque por algún por qué no descubierto, resultaban bien ocultos para siempre.
Por Jorge Belaunzarán
¿Dónde queda la que creés?, dice, incisivo, entre otras muchas preguntas, Gabo Ferro en uno de los temas de su último gran disco: La aguja tras de la máscara. En Argentina, la crisis de 2001 abrió el dique, y la catarata de preguntas sobre lo creído hasta el momento fue incontenible. Desde padres que pasaron a apoyar que sus hijos estudiaran algún arte (hasta antes pensado como garantía de morirse de hambre) hasta gente que se preguntó lo que antes no se preguntaba, tipo: ¿y si hacemos una obra de teatro con el público con los ojos vendados. Lo improbable pasó a no serlo tanto, y pocos supieron ya dónde quedaba; lo improbable. “Al principio los chicos eran un grupo de música hasta que llegué yo. Un grupo de improvisación, Avitante. Empezamos a hacer pequeñas intervenciones en espectáculos visuales, improvisándoles la música, después como grupo separado. Llegábamos a climas muy sutiles que se perdían, entonces una vuelta supusimos que si la gente tenía los ojos cerrados esos climas podían ampliarse. Empezamos a darnos cuenta de que podíamos ir accediendo al espectador, en vez del al objeto artístico, como hacíamos nosotros. Así es como después de muchas improvisaciones, se nos ocurre compendiar toda la experiencia y armar una obra. Estuvimos un año y medio más con el mismo sistema: uno se paraba en el medio con los ojos vendados, todos improvisábamos, después se sacaba la venda y decía: ¡uy, esto está bueno!, me imagino acá esto otro.” Así sencillo lo cuenta Gerónimo, uno de los integrantes de Ojos Cerrados. Pero habrá sido algo más complicada la cosa. “Nunca se pensó trabajar una posición o teatral o musical, sino que se experimentó sin límites, sin preconceptos: con sensaciones, con todo lo que nos iba pasando en ese momento; y desde ahí fuimos elaborando estructuras que se fueron desarrollando en el tiempo”, va despejando dudas Kim. Que precede a Maya en el uso de la palabra, otra de las integrantes del grupo que conforman varios más. Se cederán la palabra, como se ceden el espacio y los momentos en la obra, un verdadero mundo de sensaciones, que como todo mundo de sensaciones, es totalmente personal Gerónimo: “Es como si fuéramos para el norte pero no sabemos para donde vamos. Miramos el terreno, las cosas, y de repente levantamos la vista y descubrimos algo. No dijimos vamos a hacer tal cosa y allá vamos, sino que fuimos descubriendo, descubriendo, descubriendo y en un momento nos encontramos haciendo esto que le llamamos teatro sensorial. Maya: Por ejemplo, nosotros improvisábamos una música, después tratábamos de reproducirla, más o menos, y el que estaba sentado decía: mmm, esto no; esto con esto, sí; los volúmenes, vos bajá un poquito. Como que lo que nos había parecido buenísimo con los ojos abiertos, con los ojos cerrados tomaba otro sentido, o se percibía diferente. Incluso estímulos que estuvimos trabajando hace dos años, los revemos, seguimos investigando hasta llegar a lo que para nosotros es lo ideal. Kim: A partir de todo ese trabajo aparece una técnica de algo, y profundizamos en esa técnica hasta ver adónde llegamos. Y luego seguimos incorporando nuevas técnicas. Nunca nos quedamos porque si no nos podemos llegar a aburrir, je. Y también lo vemos en los espectadores, que cada vez salen mejor. Eso nos da ganas de seguir profundizando. -¿Y cómo fue la primera función? Gerónimo: "Nos morimos de frío; era en un galpón. Va a hacer diez años, aunque hubo un año que no lo hicimos". Maya: Incluso no llevamos las vendas, y le dijimos a la gente que cerrara los ojos. Yo era la que más me resistía porque pensaba que la gente lo iba a tomar como algo invasivo. Eso duró dos funciones, enseguida nos dimos cuenta de que eso no tenía nada que ver; la gente se desconcentraba. Gerónimo: Es una hora y pico que no podés estar con los ojos cerrados. Te vas para cualquier lado. Es una reacción típica. Maya: Se rompe el viaje interno, y el sentir. Si estás viendo te desconectás de lo que estás sintiendo. Kim: Pensamos que teníamos que vendar a la gente porque si no esto no iba a funcionar, y la reacción fue buena. Y nuestro miedo se sentía. A medida que pasaron las funciones se fue aplacando, claro. Y lo que sí muchas veces nosotros salíamos mal, porque te vas enfrentando a cosas nuevas; el cuerpo va experimentando cosas a partir de algo que es bastante revolucionario: estás ahí cambiando las cosas de lugar, de orden. Y la persona está en estado de atención una hora y pico; es fuerte quedarte ese tiempo en un estado de atención diferente al que estás siempre. Gerónimo: También hay mucha responsabilidad emocional. Mucha gente que se abre muchísimo, se entrega. Eso en las primeras funciones nos incomodaba. Nosotros que trabajamos entre nosotros para exteriorizar tal o cual tema y abordar a las personas, nos damos cuenta de todo lo que siente el que está vendada: si está nerviosa, incómoda, cómoda, apurada, y eso es fuerte y te hace trabajar mucho para cuando abordás a esa persona. Ahora estoy pendiente de los chicos nuevos, que se van agregando o reemplazando a otros, y tengo que hacer como una separación de mi cerebro como para poder descolgar de eso y estar con esa persona que estoy; no estar pensando: ahora viene esto, ahora lo otro. Es muy importante porque la persona siente mucho si estás o no. Es como estar con tu pareja y que le busques la mano y no se dé cuenta: qué estás pensando, le preguntás. Es una relación muy íntima y cercana. Y ahora hay muchas cosas que al principio no tenía y es más intensa. Por ejemplo el contacto físico, eso no estaba en la obra. De alguna manera lo pidió la gente. Las primeras funciones entrabas y cerrabas los ojos, no te vendabas y te llevaba alguien de la mano. Y los aromas y el gusto también se incorporaron después. Muchas cosas de la obra cambiaron en función de los espectadores que decían: qué bueno en este momento hubiera sido tal cosa; ¡buenísimo! Se me ocurren cosas concretas pero no las digo para no revelar la obra jajaja. -¿Nunca tuvieron miedo a un desborde? Maya: No, miedo no. Estamos muy atentos. Siento que ahora nos sentimos muy seguros de lo que estamos haciendo, con lo que estamos trabajando. Si me decís al principio, sí, me parecía quizás invasiva la venda, o lo toco o no lo toco, le acaricio la mano o no, pero ahora no. Me siento resegura de lo que estamos haciendo. Y eso a mí particularmente me anima a más a entregar todo, sin límites. Si estoy abrazando a una persona, la estoy abrazando con todo, sin dudas; si dudo mejor que no la abrace. Gerónimo: No es un hecho artístico en el que nosotros estamos separados de la persona, es una mezcla. Por eso también llamarlo teatro para nosotros es raro, porque es una experiencia humana. Estamos muy involucrados. A mí me sigue pasando, pero al principio me mataba: en el momento que estás en la obra vas generando una relación con la persona. Y me acuerdo que llegamos a lugares reprofundos y después nos venían a saludar al final y sentías tristeza, y que a ellos les pasaba lo mismo; sentís que sos amigo de esa persona, llegaste a un lugar de profundidad que ahora se va y no lo ves más y es raro, triste. Después te acostumbrás. Y algunos quedaron amigos ja. Gente que la flasheó. Maya: Y algunos pasaron a ser parte de la obra. Kim: Nosotros también tuvimos mucha angustia. Porque el tema de transitar algo nuevo muchas veces te sentís mal porque... como que falta... o sea entregás mucho todo y no hay vuelta. Y hubo años en donde pasaba eso. Lo seguíamos de corazón y contra viento y marea. Kim: No venía nadie ja. La bancamos nosotros. Queríamos seguir porque era lo que sentíamos. Gerónimo: Una cosa es conocer la función, pero para que suceda la función hay una cantidad de cosas que hay que hacer que a veces son desbordantes: trabajar, trabajar, trabajar y que de repente vinieran doce personas. Igual siempre trataba de estar en el foco del encuentro mío con cada uno, y esa es la obra, no si vienen dos o cincuenta. Maya: Los teatros que nos han rebotado porque no entraba en un género. O nos pedían video y no teníamos; no se puede filmar, es vivencial. Y te respondían necesito un video. Kim: O no había espacio. Y ahí dijimos: vamos a inventar el teatro sensorial, porque no entraba en nada. -¿Y nunca dudaron pese a ese rechazo? Gerónimo: Es mucho confiar en el espectador, que bastante alimento te da. A mí me resorprendía cómo se sentía la gente al salir. Maya: Y es rara la devolución. Porque es más allá de qué hermosa la música, qué buena obra; es: che, gracias porque me sentí cuidado, me sentí amado, y eso es otro tipo de halago. Nosotros fuimos músicos siempre, y es otro el halago cuando a la gente le gusta lo artístico; acá siento devoluciones nuevas. Una señora de 87 años el otro día la terminar la función, nos encara y dice: ¿ésto de qué se trata? Gerónimo: Esta señora me quería preguntar de dónde lo hacíamos nosotros. Me daban ganas de decirle: lo acaba de vivir, no sé qué decirle. Le conté que trabajábamos con los sentidos, y se me acerca y me dice: yo tuve una experiencia muy buena jaja. Y no me terminaba de decir. Porque yo hago oración, me dice, y me mira a los ojos buscando complicidad. Nosotros estamos por ahí, sonreí. Cada uno tuvo su camino espiritual, y algunos se conectan desde ahí. Uno que vino que decía que se le aparecía el Buda en la obra. Kim: Otro que tuvo una regresión. Decía: ¿ustedes qué técnica están usando para hacer la regresión? No, esto te pasó a vos. Gerónimo: Decimos mucho que la obra es un espejo de las persona, tanto de cosas lindas como feas. Tuvimos la oportunidad de experimentarla desde adentro la obra, y me daba cuenta de los miedos a dejar de pensar o de despegarse de todo; uno es en la obra como uno es: lo ves a uno que es súper sensible y a los cinco minutos está volando, porque él es así, entonces encuentra el campo propicio para explotar. Gerónimo: Se conecta con su sensibilidad y con su mundo interno; el campo propicio para entrar a ese mundo interno que ya está súper latente y súper efervescente, entonces hace puf y la súper disfruta la obra. Pero él ya era así. Todo el material con el que se hace la obra son los sentimientos y las emociones de las personas, no hay otra cosa que podamos agregar; los sentires vienen de ellos, no vienen de afuera. Como siempre, como cualquier hecho artístico. Pero en esta obra se pone muy de manifiesto, porque no hay un afuera al cual referirse, salvo música o eso. Pero la persona está volcada a sus sensaciones, ése es el material. Maya: Una persona que conozco vino a la obra y pensé que se estaba asustando. Y no lo tocamos. Cuando salió, dijo: ¡ay qué hermoso! No estaba asustada, la estaba viviendo de otra manera. Eso a nosotros nos enseñó también. Ella no necesitaba que le acaricien la mano, ella estaba en su película. Y últimamente vengo pensando que es para todos, el que lo vive de los poros de la piel, que se deja penetrar por los estímulos sensoriales, hasta el que va con la mente imaginándose determinada imagen, hasta el que nos escribió una historia detallando cada parte de la obra. Hermoso. Gerónimo: Y nunca lo hicimos con la idea de que fuera una historia, pero la gente a veces ve tal cosa, después otra, y el que estaba al lado vio otra película. Por eso también lo del espejo. Vos con la misma música vivís una cosa, el de al lado otra. ¿Y eso de dónde sale? No de lo que hacemos nosotros. Kim: Estás en un mundo más real, como que todas las posibilidades existen, todo lo que podés llegar a ser estás ahí, en ese momento, en ese aquí y ahora. Yo también viví la experiencia el año pasado de vivir cosas que cotidianamente no me pasan, ni me habían pasado. Hay cosas hermosas, que las tenés adentro y de repente salen. -¿Hay gente que viene en plan terapéutico? Kim: Sí. Hay psicólogos que vinieron. Es más, hicimos para grupos de psicólogos. Después ellos mismos se lo recomiendan a algunos de sus pacientes. Maya: Nosotros no los sabemos, después nos enteramos. Han venido grupos. Kim: Hay personas que vinieron 7, 8 veces, y a lo mejor siguen viniendo. Está bueno.

"HOY EL DESAFIO ES LA JUSTICIA EDUCACIONAL"


La directora general de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires Silvina Gvirtz, anticipa los desafíos 2012 de su cartera y rescata el impacto de la Asignación y del Plan Conectar Igualdad.
Por Luz Laici
La ministra se emociona. Puede suceder, pero no es moneda corriente en una entrevista. Sin embargo, ella se emociona. Recuerda una anécdota, sus ojos ya cristalinos evidencian el sentimiento. “A principios de enero llevamos a un contingente de alumnos de la provincia, entre 230 mil y 300 mil chicos, a Chapadmalal –comparte Silvina Gvirtz, directora general de Cultura y Educación de Buenos Aires–. Chicos que nunca habían conocido el mar, que participaron de lo que se conoce como escuela de verano. La expresión que tenían cuando vieron el agua y la playa fue increíble. En ese marco realizamos una actividad ligada al próximo festejo del bicentenario de la jura de la bandera. Uno de los alumnos, con capacidades especiales, llegó a la playa, con una cajita llena de azulejos, y ahí mismo realizó una instalación de la bandera. Fue realmente impresionante”. Como esa, otras historias marcan una gestión pública que lleva pocos días y mucha intensidad. Gvirtz asumió su mandato –que tiene rango ministerial– en diciembre último, cuando Daniel Scioli inauguró su segundo período como gobernador y la eligió para comandar la cartera de educación. A los pocos días, en un jardín de infantes de González Catán –“El Abuelito”–, a un grupo de nenes les negaron sus medallas y diplomas de egresados del preescolar porque sus padres “debían cuotas”. La ministra manifestó su indignación y declaró: “De los tantos principios que guían la educación, el concepto de bien público es uno de los valores irrenunciables”. Motivada por esas mismas convicciones, y por un proyecto nacional del que dice “sentirse parte” y confiesa “admirar”, Gvirtz cambió una carrera de perfil más académico –doctora en Educación de la UBA y autora de 19 libros, dirigía la Maestría en Educación de la Universidad de San Andrés– y, tras un período al frente del programa Conectar Igualdad, aceptó el desafío de ser ministra.–¿En qué estado recibió el área educativa?–La verdad es que la dirección ha tenido muchos logros en los últimos años y valen la pena destacarse. Se construyó un número importante de escuelas, en colaboración con el Ministerio de Educación de la Nación, se consolidó una organización interna de trabajo que hace al sistema más gobernable y hubo avances en el cumplimiento de los principios que establece la ley nacional de educación. En ese sentido, nuestros desafíos responden a la necesidad de profundizar el modelo que se instauró en la Argentina en el año 2003, también en el ámbito provincial. Y hay muchas cosas por hacer. Por ejemplo, la ley provincial de educación establece como obligatoriedad las salas de 4 y 5 años, mientras que la nacional establece la de 5. Sin embargo, todavía nos falta construir más jardines de infantes en la provincia. Creemos que en los próximos cuatro años vamos a poder garantizar la universalización de la oferta para dar cumplimiento a esa obligatoriedad, es decir, vamos a poder garantizar la presencia del Estado en materia de jardines de infantes. Y otro gran desafío que tenemos por delante es mejorar la calidad educativa. Los operativos nacionales mostraron avances en sociales, naturales y matemática pero no en el área de lengua. Hay que profundizar la mejora allí, sin descuidar las otras áreas.–¿De qué depende la mejora?–De diversos factores. Tiene que ver con la provisión de herramientas a los estudiantes, con la actualización de los docentes que están en el sistema, con la formación de aquellos que están en los profesorados. Por ejemplo, teniendo a la vista lo de lengua, se puede considerar que Conectar Igualdad (N. del R.: el programa estatal que busca reducir las brechas digitales, a través de la entrega de netbooks a alumnos de todo el país) contribuirá a mejorar el nivel de los alumnos secundarios en el área de lengua. ¿Por qué? Porque cada máquina tiene una biblioteca con tres mil títulos de literatura universal, lo que les permite a los chicos tener acceso a más libros. Y porque, al mismo tiempo, se comenzará a capacitar a los docentes para que usen cada vez más los programas pedagógicos que tienen las netbooks, para que puedan descubrir y utilizar didácticamente todas esas herramientas. Para primaria, en cambio, tenemos programado entregar a principio de año dos libros a cada chico, desde sala de cinco y hasta sexto grado, y otros dos en agosto para que empiecen a armar su propia biblioteca. A ellos también les vamos a entregar manuales multiáreas y manuales específicos, con el aporte del ministerio nacional.–Los salarios abarcan la mayor parte del presupuesto educativo. También licitaron obras de infraestructura para tener más escuelas. ¿Cómo se hace para aplicar, además, políticas como la entrega de libros?–Es que, justamente ahora, lo que demuestra el modelo nacional es que salimos de la urgencia. Ya no estamos como en el 2001, cuando el principal objetivo era que los chicos se alimentaran en la escuela. La Asignación Universal por Hijo, así como la reducción de la pobreza y la indigencia, contribuyeron a que aumentaran las matrículas educativas. Por eso, hoy el gran desafío es la justicia educacional, es decir, mejorar la calidad de la educación para todos, igualando las oportunidades educacionales de la gente con más recursos con la de los sectores más vulnerables. En este caso, la sintonía fina de la que habla la Presidenta tiene que ver con profundizar el trabajo en lo específicamente pedagógico y didáctico. Si en el 2001 se hubieran entregado libros, en medio de problemas de hambre, se hubiera tomado mal. Pero hoy la necesidad es esta y estamos en condiciones de llevarla adelante.–¿El 6 por ciento de inversión en educación, en términos del PBI, es un piso o un techo?–Es una suma histórica, que se estableció por ley, y que se superó porque hoy estamos en un 6,47 por ciento. Nunca se registró una inversión similar en la Argentina. Para mí, lo que necesitamos es mantener ese porcentaje, sostenidamente, durante los próximos veinte o treinta años. Y, en ese contexto, la provincia de Buenos Aires invierte un 34 por ciento de su presupuesto en el área educativa, el mayor de todas las provincias. Es admirable el esfuerzo que realizan la Presidenta y el gobernador Scioli en esta materia. Uno podría preguntarse cómo se establecen las prioridades de una agenda educativa. Y es mirando cuánto se invierte en ella en términos de presupuesto, no con las proclamas. Ahora la educación ya no es un gasto y eso es un orgullo. Los ministros de Economía van a actos educativos, entregan computadoras, participan. Tenemos que estar orgullosos de privilegiar lo político por sobre lo económico. Y por esa misma razón, admirar tanto lo que hace la Presidenta como lo que hizo Néstor Kirchner, que fue el padre de este modelo.
Combo pedagógico.
En Buenos Aires, el comienzo del ciclo lectivo no traerá panes pero sí libros bajo el brazo. Como parte de una política que se aplicará a lo largo del año, la cartera que maneja Gvirtz entregará ejemplares para alumnos y maestros, coeditados por la dirección y la editorial Eudeba. Asimismo, la provincia continuará formando parte del Plan Conectar Igualdad, que otorga netbooks para estudiantes secundarios. “Es admirable la velocidad con la que se aplicó una política tan importante –señaló la ministra–. Si la Asignación Universal permitió aumentar la matrícula en las escuelas medias, Conectar Igualdad contribuyó a establecer pisos tecnológicos, a generar redes entre maestros y alumnos que potencian los niveles pedagógicos y a tener un aliciente más para que los chicos permanezcan en las aulas, porque les das la oportunidad de tener una computadora. Por eso Conectar no es sólo las computadoras, sino las oportunidades que genera para que los chicos sigan estudiando”.
Discusión en carrera
Cuando las paritarias docentes comienzan a discutirse, no hay padre que no se pregunte si las clases comenzarán en tiempo y forma. Y aunque no hay respuesta certera al respecto, lo cierto es que la Nación discute salarios con representantes de los cinco sindicatos docentes nacionales y cada provincia, a su vez, lleva adelante su propia negociación. En Buenos Aires, Gvirtz señala que los salarios abarcan casi el 97 por ciento del presupuesto: “Si bien el nivel que se invierte en educación es alto, es una realidad que la provincia requiere de muchos docentes para poder cumplir con el objetivo de la justicia educacional. Nosotros tenemos cuatro millones setecientos mil alumnos”. Al cierre de esta edición, el Ministerio de Educación de la Nación no había llegado a un acuerdo con los gremios, luego de ofrecer un básico inicial de 2.760 pesos. Para los sindicatos –de la discusión participan CTERA, el Sindicato Argentino de Docentes Privados, la Asociación del Magisterio de Enseñanza Técnica, la Confederación de Educadores Argentinos y la Unión de Docentes Argentinos–, se trató de una propuesta “insuficiente”, teniendo a la vista su reclamo por alcanzar un salario básico inicial de tres mil pesos (para un maestro de grado sin antigüedad), y el mismo calificativo aplicaron para el nuevo monto sugerido del Fondo Nacional de Incentivo Docente.En la provincia de Buenos Aires, el gobernador Daniel Scioli fijó para el jueves 16 de febrero el inicio de las discusiones. Allí, los gremios anticiparon que exigirán un haber mínimo de tres mil cien pesos, considerado para el maestro de grado con jornada simple. A diferencia de la provincia, en la ciudad de Buenos Aires no fue Mauricio Macri el encargado de convocar a los sindicatos. Con el ministro Esteban Bullrich como vocero, el Pro llamó a los docentes a reunirse también el 16, pasado el mediodía. El debate recién empieza.

LA SANTAFESINA S.A.


Por Franco Mizrahi y Tomás Eliaschev
La maldita policía de Santa Fe. Tiene la mayor tasa de homicidios del país. Uno de cada tres efectivos posee denuncias de corrupción. Su relación con el crimen organizado y con el boom de “ajustes de cuenta” que asola a la provincia.
La provincia de Santa Fe vive inmersa en una contradicción que, en lugar de ceder, aumenta a un ritmo alarmante. A la sombra de la prosperidad que arroja el pujante negocio sojero, el flagelo de la violencia represiva estatal asciende hasta convertir a la policía santafesina en una de las más sanguinarias del país. De acuerdo con las estadísticas de la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (Correpi), las fuerzas de seguridad santafesinas protagonizaron 447 homicidios entre 1996 y noviembre de 2011. El número espanta tanto como la proporción a la que se expande esa cifra: casi 30 muertes por año a mano del aparato represivo santafesino, es decir, casi 2,5 homicidios por mes a lo largo de 15 años. Se trata del índice más alto del país –junto al de Tierra del Fuego– si se considera el nivel de muertes en relación con la cantidad de habitantes de la provincia, según el relevamiento de Correpi. Más del 60,5 por ciento (270 homicidios) de estos casos estuvo en manos de la policía santafesina, que volvió a la tapa de los diarios en los primeros días del 2012 cuando se difundió su complicidad en el asesinato de tres jóvenes militantes del Frente Popular Darío Santillán, en el barrio Moreno, en Rosario. Un caso que sirve de botón de muestra para desandar las diversas acciones que tuvieron a la policía provincial como protagonista y por las cuales se la pasó a conocer hace años como “La Santafesina S.A”.El triple crimen de Moreno volvió a colocar a la policía provincial en el centro de las críticas. La Santafesina trató de hacer pasar los homicidios de Jeremías Trasante, Claudio Suárez y Adrián Rodríguez, ocurridos en la primera noche del año, como un enfrentamiento entre bandas. Pero lejos de eso, los tres jóvenes nada tenían que ver con el hampa y fueron víctimas de la organización criminal liderada por Sergio “El Quemado” Rodríguez, vinculado a la barra brava de Newell’s. De acuerdo con el diputado Eduardo Toniolli, presidente de la Comisión de Derechos y Garantías de la Legislatura, “hay declaraciones de testigos que evidencian relaciones cercanas entre esa banda y agentes de la fuerza policial”. Esto explicaría que los agentes de la comisaría 15ª que acudieron al lugar informasen que la balacera fue producto de un “ajuste de cuentas”. Y por qué un policía omitió registrar a Maximiliano Rodríguez, hijo de “El Quemado”, cuando ingresó herido al hospital, en la madrugada del crimen.“En los barrios en donde nos organizamos podemos ver diariamente que hay un entramado de redes delictivas en el que la policía provincial está totalmente involucrada. Cuentan con complicidad de la Justicia y de sectores políticos”, dijo a Veintitrés Pedro Salinas, del Frente Popular Darío Santillán.La masacre de Moreno no fue más que un nuevo caso en la paleta de aberraciones que acumula en su historia la policía provincial. Otro caso paradigmático fue el de Sandra Cabrera, en 2004. Cabrera era dirigente de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina y apareció con un tiro en la nuca en las inmediaciones de la terminal de ómnibus. Según la comisión investigadora que se creó para esclarecer el caso, fue asesinada por denunciar la complicidad policial en la trata de personas y en el cobro de coimas a las trabajadoras sexuales. El crimen sigue impune.Un hecho reciente fue el asesinato de Luis Darío Rodríguez, a fines del año pasado. El Chueco, de 26 años, recibió un disparo policial en la nuca, cerca de su casa. La policía dijo que el joven intentó asaltar a dos uniformados. En el barrio por lo menos 15 relatos de testigos contradijeron la versión y denunciaron el gatillo fácil de la policía. “El Chueco tenía problemas mentales –afirmó un vecino– e iba corriendo a todos lados. Cuando pasó corriendo delante de los policías sonaron un montón de disparos. Son unos mentirosos, no me importa lo que me pase, quiero salir de testigo porque lo mataron como a perro sólo por pasar corriendo”, agregó el testigo. Junto a este problema de la policía, o producto del accionar ilegal de la fuerza, en la ciudad de Rosario se produjo un fuerte aumento de homicidios el año pasado. De 119 asesinatos en 2010 se pasó a una alarmante cifra de 170 homicidios en el 2011. Según el gobierno provincial, 74 asesinatos fueron provocados por “ajustes de cuentas”. Para Toniolli, “la figura que ponen en los partes policiales instala la idea de que se trata de delincuentes que se matan entre ellos. En el caso de Moreno esta versión se desmoronó porque se trataba de militantes sociales pero es una práctica habitual”, agregó a Veintitrés.Consultado por la situación, el ex gobernador de Santa Fe Hermes Binner dijo en una entrevista periodística: “Hay una reforma policial en marcha, va a llevar tiempo”. Y luego se sinceró: “La principal preocupación es el narcotráfico, que es un problema nacional pero que influye en la provincia. Los controles existentes no alcanzan para detener este flagelo”. Por este motivo, el gobernador Antonio Bonfatti anunció más presencia policial.Ante el historial de la Santafesina, la mayor intervención preocupa a los organismos de derechos humanos. “La Santafesina es la que más pibes mata en el país, si se tiene en cuenta la cantidad de habitantes por provincia”, aseguró a esta revista Alicia Bernal, de la Comisión Antirrepresiva y por los Derechos Humanos de Rosario. Y la mención no es casual. El blanco por excelencia de las fuerzas de seguridad provincial, de acuerdo con las estadísticas elaboradas por Correpi, son los jóvenes: casi el 87 por ciento de las víctimas tienen menos de 35 años.Según María del Carmen Verdú, de la Correpi, “abundan los casos en el interior, muchas veces a manos de los Pumas, la delegación rural de la policía provincial. Cuando los Pumas no andan cuatrereando ellos mismos, o a través de la mano de obra esclava reclutada al mismo estilo que la Bonaerense para el delito urbano, se dedican a matar a los ‘cuentapropistas’ que no les pagan peaje”.La fuerza policial actual, que cuenta con unos 18 mil uniformados, aproximadamente, cambió su cúpula en diciembre pasado. Por decisión de Bonfatti, el comisario Hugo Tognoli asumió como jefe de la policía provincial en lugar de Osvaldo Toledo, quien pasó a retiro. Tognoli ingresó a la fuerza a fines de la última dictadura militar, en 1982; en 1998 pasó a la Dirección Judiciales y una década después, por decisión de Binner, se transformó en el encargado de atacar el narcotráfico en la provincia. Así, quien estaba a cargo del área de drogas en el mismo período en que los barrios más humildes de Rosario fueron escenario de disputas entre bandas narcos, ascendió a la cima de la fuerza policial.Tognoli tendrá una tarea compleja. Según afirmó en 2010 el entonces ministro de Justicia y Derechos Humanos de Santa Fe, Héctor Superti, “una tercera parte de la fuerza policial es investigada por algún delito”. Según el funcionario, “hay 8.500 causas judiciales que involucran a más de 6.500 policías, sobre un plantel de 17 mil hombres”. Uno de los policías que integran esa lista es Néstor Arizmendi, el flamante jefe de la Unidad Regional II de Rosario, quien fuera acusado por enriquecimiento ilícito. Según dijo el ministro de Seguridad provincial, Leandro Corti, a Veintitrés tres semanas atrás, “la acusación por enriquecimiento existe pero no hay pruebas en su contra”. Arizmendi asumió en reemplazo de Cristian Sola, que fue ascendido a subjefe provincial. Esta decisión fue tomada por el gobierno provincial pese a que cuando Sola estuvo al frente de la policía de Rosario se dio un fuerte incremento de los homicidios.Las raíces profundas de las acciones de La Santafesina S.A. pueden extenderse hasta la última dictadura, donde la fuerza provincial tuvo un rol protagónico. El Servicio de Informaciones Policía de Santa Fe fue un centro clandestino de detención que funcionó en Rosario entre 1976 y 1979 y estuvo conducido por el jefe de policía, Agustín Feced. Tal fue la participación de este jefe policial que su apellido le puso nombre a una megacausa por delitos de lesa humanidad.A partir de ese expediente se pudo determinar que muchos de los policías de la Unidad Regional II de Rosario conformaron el grupo de tareas que operó en el Comando del II Cuerpo del Ejército. A pesar de las violaciones sistemáticas a los derechos humanos de las que fueron protagonistas, muchos de aquellos agentes lograron reciclarse. Tal como confirmó la APDH de Rosario a esta revista, “para los años 1997/2000 muchos de estos policías de la Santafesina se encontraban en actividad, e incluso en altos cargos, beneficiados por las leyes de impunidad”. A modo de repaso basta nombrar solo algunos:- José Rubén Lo Fiego, alias El Ciego-Menguele. En 1976 era oficial principal y uno de los responsables del CCD Servicio de Informaciones. Fue subjefe de la División de Operaciones de la Unidad Regional II (UR II) y comisario principal a cargo de seguridad en eventos deportivos hasta diciembre de 1997.- Ramón Telmo Alcides Ibarra, alias Rommel-Fino Libra. En 1976 era miembro de la patota de Feced: fue el segundo en cantidad de imputaciones por crímenes de lesa humanidad. Fue jefe de Investigaciones de la Policía en la URII hasta 1998. No fue exonerado.- José Storani. Estuvo a cargo de la jefatura de Comando Radioeléctrico, cuerpo que se dedicó al patrullaje de las calles. Durante el terrorismo de estado se caracterizó por llevar en los autos a secuestrados para que “marcaran” a militantes. En 1987, Storani figuró entre 22 oficiales y suboficiales denunciados por víctimas de la dictadura. Reconvertido, se transformó en jefe de la Policía de Rosario y comandó la represión de diciembre de 2001 que derivó en la muerte de ocho personas. Carlos Reutemann gobernaba la provincia y Binner era el intendente de esa ciudad. Recién en marzo de 2002 fue pasado a retiro.Entre los muertos de aquel diciembre trágico sobresalió Claudio “Pocho” Leprati, militante social asesinado de un balazo cuando, desde una de las escuelas del Barrio Las Flores, pedía a gritos que dejaran de tirar porque allí había niños, como recuerda la canción “El ángel de la bicicleta”, de León Gieco.Pasaron los años y cambiaron los nombres, pero las malas costumbres siguen enquistadas en lo más íntimo de la fuerza. Por algo, todavía la llaman La Santafesina S.A.