viernes, 29 de junio de 2012

ZELAYA VUELVE AL RUEDO POLITICO

Con la situación de Paraguay como fondo, y a tres años de ser derrocado, el ex mandatario hondureño, habla del futuro de su partido y de la candidatura de su esposa. Destacó el papel de la resistencia.

Por:Anahí Rubín

Ayer se cumplieron tres años del derrocamiento de Manuel Zelaya como presidente de Honduras por parte de los militares, quienes adujeron que el ex presidente quería cambiar la Constitución para perpetuarse en el poder. Los uniformados pusieron en su lugar al civil Roberto Micheletti, y en noviembre de ese año se realizaron elecciones, con Zelaya y su partido proscriptos, las que fueron ganadas por Porfirio Lobo. El ex presidente permaneció exiliado en la República Dominicana y, apoyado por la mayoría de los gobiernos de Latinoamérica, regresó a su país en 2011. Ahora logró que el Tribunal Electoral inscriba a su partido Libertad y Refundación (Libre), para postular como candidata a la presidencia a Xiomara Castro, esposa de Zelaya, en las elecciones que se realizarán en noviembre.

–¿Cómo está la situación política de Honduras y cómo repercute en el país la aceptación de su partido Libre?
–Honduras vive aún los efectos del golpe de Estado, con niveles altísimos de inseguridad y violencia política, agravados por una profunda crisis económica. El endeudamiento público llega a cerca de la mitad del PBI. Las marcas del modelo neoliberal son profundas y cada día más dolorosas para nuestro pueblo. La inscripción de nuestro partido, surgido de la contundente resistencia popular contra el golpe de 2009, ha traído una propuesta alternativa, y con ello una nueva esperanza, para un país que ha estado en el olvido por décadas.
–¿Piensa que, desde su destitución como presidente, el pueblo hondureño tomo más conciencia política?
–Seguramente ha ganado mucho entendimiento de cuáles son los principales factores que lo condenan al atraso y a la miseria. Además, ha aprendido, bajo la presión de los fusiles militares, que no basta con ir a votar para tener democracia.
–¿Cómo es la correlación de fuerzas con los otros partidos políticos?
–Bajo un escenario sin injerencias ni manipulaciones, sin fraude, el partido Libertad y Refundación es sin duda la fuerza más importante del país. Nuestra inscripción se ha dado recién en marzo, y ya somos reconocidos por nuestros adversarios como el rival a vencer en las próximas elecciones. Parece que mientras más mienten, mientras más nos calumnian, más fuertes nos volvemos. Hemos sostenido nuestro apego a la no violencia, a pesar de que solo hace unas horas dos miembros de nuestro partido eran asesinados.
–Su esposa Xiomara Castro se postulará como candidata a presidenta, tendrá que enfrentar entre otros al general retirado Romero Vásquez, que encabezó el golpe de Estado en 2009, ¿cómo ve esa situación?
–Xiomara Castro ha sido propuesta como candidata de Libre por sus 5 corrientes internas; más allá del propósito personal, ella responde a un llamado que viene del pueblo. Es bueno que los militares golpistas entiendan que es mejor el debate de las ideas que reprimir brutalmente al pueblo para dirimir los desacuerdos. En términos políticos y electorales, nuestro partido es cualitativamente diferente a todos los demás, y diría que el partido de los militares pertenece a una ultraderecha recalcitrante, que se ubica en el extremo más conservador del espectro político, por lo que las simpatías que llama vienen de sectores reducidos.
–La mayoría de los países latinoamericanos le dieron apoyo cuando fue destituido, ¿cuál será la relación con Latinoamérica en el caso de que accedan a la presidencia de Honduras?
–Nuestro partido ha establecido una línea política profundamente integracionista, somos parte de América Latina, y fortaleceremos todos los vínculos con nuestros hermanos y hermanas del continente, con quienes nos unen muchos aspectos.
–¿Y con Estados Unidos y Europa?
–Esperamos mantener relaciones de respeto mutuo con todos los países del mundo. No estamos en contra de ningún país, y adherimos el principio de autodeterminación de los pueblos. Tanto Estados Unidos como Europa apoyan el desarrollo de Honduras, y esto debería incluso mejorarse, bajo una base de solidaridad y gran respeto por nuestro pueblo.
–¿Qué reflexión hace de su derrocamiento, hay cosas que no haría y que otras debió hacer? ¿Volvería a tratar de modificar la constitución?
–Todo lo que hicimos fue positivo para nuestro país. Tuvimos los mejores indicadores económicos en años, redujimos la pobreza y la pobreza extrema como nunca antes se había hecho en Honduras. Mantuvimos una economía vigorosa, en medio de un ambiente de libertad y diálogo con los sectores sociales. Buscamos la participación del pueblo en las decisiones de más importantes para la sociedad, como lo hacen todas las naciones civilizadas del mundo. Incluso fuimos capaces de sortear muchas dificultades derivadas del colapso inmobiliario en el sistema capitalista mundial en 2008. Los hechos nos indican que actuábamos correctamente, lo único que puedo decir es que Honduras necesita que se profundicen los cambios, por eso, la propuesta de una Asamblea Nacional Constituyente es una piedra angular de la propuesta de nuestro partido Libre.
–¿Cuál es su máximo objetivo y deseos para el pueblo hondureño? ¿Piensa que esta vez podrán llevar a cabo los cambios que había comenzado en su gobierno?
–Estoy convencido de que comenzaremos a transitar un camino que nos saque de una vez por todas de la miseria en que nos encontramos. No solo profundizaremos algunas políticas anteriores, sino que entraremos en una profunda transformación del país, a la que llamamos refundación, la que entendemos como un proceso revolucionario pacífico de largo plazo que permitirá cambios estructurales que nos lleven a construir una sociedad más justa, más equitativa, más prospera. <

RELEVARON 14 "CRIMENES DE ODIO" EN EL PAIS

La Comunidad Homosexual Argentina(CHA), afirmó que si bien se amplían los derechos, a la vez, hay grupos fundamentalistas muy violentos.

Por: Lucía Alvarez

El 15 de diciembre de 2011, Mario Vega apareció degollado en su Fiat Uno, cerca del Río San Juan, en el departamento de Chimbas. Su cuerpo desnudo había recibido seis puñaladas y tenía quemaduras en los brazos. Vega trabajaba en la Comisaría 24ª del departamento de Rawson. Los sábados por la noche, elegía ser Perla Mora, una drag queen que cada tanto actuaba en un boliche gay. A sus 52 años, se convirtió en la víctima número 12 de los crímenes por odio cometidos en la Argentina durante el año pasado, según el relevamiento de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), que se presentó ayer, 28 de junio, Día Internacional del Orgullo LGBTTI. Siguiendo el informe, 14 personas fueron asesinadas, por homofobia y transfobia. Aunque la mayoría se llevaron a cabo en la provincia de Buenos Aires, también hubo casos en La Rioja, Salta, Santiago del Estero.
“En el año 2011 hubo más asesinatos, siete travestis y siete gays. Estamos en una realidad diferente, con un país con más derechos y, también con grupos fundamentalistas más violentos”, subrayó al respecto César Cigliutti, presidente de la CHA.
La presentación se realizó en el Salón Emilio Mignone de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y contó con la presencia de Gabriel Gersbach, la pareja del suboficial de prefectura, Octavio Romero, asesinado el 11 de junio de 2011. También participó como orador Pedro Paradiso Sottile, secretario y coordinador del Área Jurídica de la CHA, quien propuso convertir al 16 de abril, fecha de nacimiento de la CHA, en el “Día de la memoria Colectiva de los crímenes de odio” para todo el país.
Esa comisión recibe, en promedio, 1500 denuncias anuales por casos de discriminación por orientación sexual e identidad de género. Por esa razón, la CHA impulsa desde hace años la reforma a la ley antidiscriminación, que tiene media sanción en Diputados, pero que vencerá en 2012 si el Senado no logra llevar al recinto.
“En Argentina hay un cambio de paradigma. Pero en la medida en que se avanza con la ampliación de derechos, cuando la inclusión y el respeto a la diversidad en democracia se consolidan, resurgen aquellos que promovieron desde siempre la discriminación y el odio. El mejor ejemplo es la guerra de Dios del cardenal Jorge Bergoglio durante el tratamiento del matrimonio igualitario. Las normas son importantes, pero para que se hagan efectivas los Estados deben llevar políticas públicas”, señaló Sottile a Tiempo Argentino.
La enunciación de ‘crímenes de odio’ fue tomada del trabajo que hizo Amnistía Internacional en 2001 sobre “Tortura y malos tratos basados en la identidad sexual”. Allí se indica que “los abusos contra gays y lesbianas violan algunos de los derechos fundamentales protegidos en las normas internacionales, como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales”. 

BUSCAN QUE SE LES PERMITA DONAR SANGRE A LOS HOMOSEXUALES

Antes de realizar esa práctica, el potencial donante debe contestar a una serie de preguntas en las que se indaga en su orientación sexual. De acuerdo a la ley vigente las personas homosexuales, o quienes mantienen relaciones con ellos, no pueden transferir su sangre por un período de doce meses. INFOnews dialogó con el diputado que impulsa la modificación de la polémica norma, que ayer logró dictamen favorable.

Por:Cecilia Toledo

Cualquier persona que va a donar sangre, antes de realizar la práctica, se encuentra con un cuestionario en el que se le pregunta, entre otras cosas, sobre su orientación sexual, intentando evitar que las personas homosexuales –o quienes mantienen relaciones con ellos- sean donantes, al menos por un período de doce meses.
Las comisiones de Acción Social, Salud y Legislación General de la Cámara de Diputados dieron dictamen favorable al proyecto que busca modificar la Ley Nacional de Sangre, en la que se inscribe el cuestionario que se realiza a los donantes.
El contenido de la norma inhabilita “transitoriamente por el período de 12 meses para donar sangre a las personas que hayan mantenido relaciones sexuales con varones homosexuales y a las mujeres que mantuvieron relaciones sexuales con hombres que a su vez tienen relaciones sexuales con otros hombres”.
“Es necesario eliminar del cuestionario una pregunta que entendemos como un acto discriminatorio y no científico. Al momento de donar sangre no hay grupos de riesgo, hay prácticas de riesgo”, aseguró en diálogo con INFOnews el diputado socialista Roy Cortina, uno de los legisladores que impulsó el proyecto.
Además de discriminatoria, se considera que esa pregunta no tiene ningún tipo de sentido, porque antes de efectuar la donación se realizan una serie de controles en los que se detectan si la persona está en condiciones sanitarias de hacerlo. Más bien el cuestionario que se desprende de la Ley está desactualizado, y fue aplicado en una época en la que se creía que las enfermedades de transmisión sexual eran patrimonio sólo de la comunidad homosexual.

“No nos olvidemos que la Organización Mundial de la Salud, hasta hace poco, definía a la homosexualidad como una enfermedad. En los 80´ cuando apreció el virus del Sida la primera reacción científica y médica atribuyó la patología a la homosexualidad. Las prácticas médicas de hoy –como la pregunta que figura en el cuestionario que se realiza a los donantes- tienen raíces culturales de muchos años”, analizó el diputado Socialista.

La visión médica

Si bien la modificación de la norma es impulsada desde el ámbito legislativo, y se entiende que es sumamente discriminatoria, INFOnews consultó a un médico para conocer si la orientación sexual del donante puede poner en riesgo la vida de quien reciba esa transfusión.
“Si la sangre del donante es correctamente chequeada el perfil sexual de la persona que presta su sangre queda en un plano muy remoto, no interesa”, aseguró Raúl Valente, médico ginecólogo.
En este sentido, el profesional que tiene su consultorio en el Instituto del Diagnóstico de La Plata, sostuvo que “la población homosexual podrá ser vista como un grupo de riesgo, pero si la sangre es chequeada como corresponde no implica ningún riesgo. A esta altura medicinalmente no conocemos motivo alguno por el que una persona” que no es heterosexual no pueda donar su sangre.

El reclamo del INADI

Las acciones iniciadas para modificar una ley que a las claras es discriminatoria, no se iniciaron sólo en el Congreso Nacional. El Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) emitió en el 2006 un dictamen que recomienda la modificación de la resolución que contempla las normas técnicas y administrativas de hemoterapia (y que fija en el cuestionario para el donante el ítem restrictivo a los hombres homosexuales)
La enfermedad de Chagas, el virus del VIH y las hepatitis B y C, así como otras patologías para las que no se realizan controles, deberán ser tenidas en cuenta tanto por el donante como por el profesional de salud, ya que una persona puede estar infectada sin saberlo.
Pero queda fuera de contexto considerar que los potenciales donantes no podrían hacerlo por alguna condición sexual, ética o ideológica. El peligro se puede cuantificar, controlar y hasta evitar. Y es hora que entendamos que las prácticas de riesgo afectan a todos por igual.

jueves, 28 de junio de 2012

"SERIA HERMOSO SI LOS PIOJOS NO VUELVEN MAS"

Al frente de La Franela, el ex guitarrista de Los Piojos,Piti Fernandez, sigue su camino: ahora como cantante, hit-maker y con nuevo disco, “Hacer un puente”.

Por Ezequiel Ruiz

"Los piojosos de la valla te extrañamos”, escribió alguien, a trazo urgente, en la fachada de la casa de Piti Fernández. Está a pocas cuadras de la estación Caseros y pasa desapercibida entre otras vivendas bajas y comercios que nunca más abrirán. De hecho, antes de ser lo que es (su hogar, sala de ensayo, estudio, búnker) era un local que su padre le cedió porque veía difícil poder alquilarlo otra vez. La historia de este lugar tiene que ver con la de La Franela: nacida en formato zapada en 2004, en medio de un parate de Los Piojos, fue presentada en sociedad en la primavera del 2008, en esta casa, para amigos & periodistas que se sirvieron vino y empanadas. “Cuando me fui de Los Piojos, no tenía la intención de que la banda pare, así que les alquilé la parte que me corresponde de la sociedad y con esa guita acondicioné esto, donde hicimos el primer disco”. Sus compañeros Diego Módica, Lucas Rocca, Diego Chaves, José María de Diego y el Tucán Bosa están arriba de un barco que capitanea Piti: “A los pibes, que salvo el Tucán vienen todos del under, les doy soluciones para que se suban al proyecto sin poner una moneda y puedan vivir de la música”, explica.
De la banda de estadios que supo fundar también se llevó monitores, micrófonos y otros instrumentos, pero la solución más sustancial que tiene para la banda es su oficio cancionero. Lo primero que ve y tiene a mano para tocar cada mañana que baja de su dormitorio es un piano al pie de las escaleras. Tararea melodías al caminar; de repente, agarra un cuatro y lo toca. Se dice autodidacta y, aunque arriba del escenario cada tanto suelta la guitarra y se aferra al micrófono, reconoce una carencia: “No iba a aprender a cantar y después, recién ahí, salir a hacer música. Así que para arrancar tuve que convencerme de que mis canciones estaban buenas. Si salía con covers o con temas que no me dicen nada, no hubiera podido sostener el crecimiento de la banda”. Y luego de hits como Vine hasta aquí y Bicho de ciudad , logró rotación radial y ser viral en YouTube con Lo que me mata , incluído en el debut Después de ver (2009). Ahora, volvió al éter con Hacer un puente del disco homónimo editado a fines del año pasado. Y aunque no registre métodos para pensar y hacer canciones, sí hay procedimientos e influencias: “Veo la música en colores, como si fuera una paleta y me gusta que esos colores varíen. Diciéndolo de manera exagerada, yo te escucho un reggae, dos reggaes, tres reggaes y cambio. Al cuarto del que sea, me aburro”. Y redondea las historias que canta con relaciones humanas, secuencias urbanas y el barrio: factor que puede ser positivo o negativo, según quién lo vea. Piti dice: “Si yo te saco la foto de la esquina, pero con la calidad de Gondry, ¿qué te importa que es la esquina? Te la cuento lo mejor que puedo y la grabo todavía mejor. Podés estar más cerca de la esquina o más cerca de la peluquería, pero si está bueno lo que decís, punto y aparte. Además, ser de barrio no quiere decir ser sordo”.
–Y vos sos un pibe de barrio...
–Soy un pibe de barrio porque nací en Caseros, pero desde los 16, día por medio, me tomaba un colectivo para ir al Viejo Correo, Cemento, Caras más Caras, fui telonero de Fabiana Cantilo, fui millones de veces al CC Recoleta, cuatro años seguidos a la Bienal de San Pablo… ¿sabés cómo me movía? La esquina es linda pero porque me gusta vivir acá, pero después hay que ir a buscar tu data y el audio.
–En los 90’s sonar en la radio era “sacrílego” para una banda y, sobre todo, para sus fans. ¿Ahora?
–Con Tercer arco vendimos más de 200 mil copias; y con el último vendimos 3000. Es mucha diferencia, entonces tenés que hacer shows para vivir. Imaginate si te vas a poner a renegar porque tu tema suene en la radio. ¡De rodillas te ponés para que suene!
–¿Cómo llevás la presión o los “reproches” del público?
–Es maravilloso que 70 mil en River aplaudan tus canciones, te hace sentir vivo. Pero cuando el público se apodera de la obra, es una locura. Algunos me dicen: “Eh, ¿cómo que te separás?”. ¡Porque se me canta el culo, porque es algo que yo armé y ahora me siento incómodo! ¿Cómo no me voy a separar? “A mi hija le puse Azul, ¿qué hago?”. Hay cosas de las que no tengo por qué hacerme cargo. ¿Qué hacés mirando todos los días un póster de tipos que no se bancan entre ellos? ¿Es culpa de ellos o culpa tuya, que tenés el póster ahí? Es una banda de rock. ¿Se termina la vida y no se va a terminar una banda de rock?
–¿Es posible una vuelta?
–Sin Tavo en el medio, la veo difícil. Era el único que sabía lo que tocábamos todos. Fuimos una cosa seria, siempre lo hicimos lo mejor posible y nos quisimos mucho, aunque hoy no me hable con Ciro. Me haría mal haber estado tanto tiempo con gente que pueda hacer un circo con el nombre, pero no creo que suceda. Para mí sería hermoso que Los Piojos no vuelvan nunca más, que quede bien alto el recuerdo. Por ahí puede pintar un tributo, de casualidad, en el show de alguno, un festival, cuatro temas, algo así. Pero salir de gira, no.

Pappo y la Les Paul negra

“Ustedes son impresionantes, suenan como Led Zeppelin”, elogió Pappo a Los Piojos después de una zapada compartida. El Carpo, además, codiciaba una Les Paul completamente negra de Piti, quién recuerda un dicho del gran guitarrista: “El que tiene una de éstas, es mi amigo”. Cuando Los Piojos se preparaban para tocar en Vélez, Pappo cayó en los ensayos: iba a ser uno de los invitados de aquellos shows. Y al verlo a Piti con esa guitarra conectada a un Marshall, le pidió tocarla. “Había arrancado el ensayo con una Telecaster y un Matchless, pero cuando le dí mi set decía ‘qué bien suena’. Ese amplificador se lo había comprado a un loco que antes se lo había comprado a Boff. ¡Era un Marshall de Riff! Le dije que lo mirara bien y cuando leyó que decía ‘Riff’, desenchufó la viola y arrancó para la puerta (risas). ¡Se lo quería llevar en el momento! Era mío, pero también de él, en definitiva. Así que negociamos”.
–¿Cómo?
–Le tuve que prestar la Les Paul que tanto le gustaba para que se la llevara de gira...

Los regalos de Tavo

Cuando Piti se fue de Los Piojos, Tavo Kupinski le regaló una reliquia: un bandoneón alemán de colección con el que, tiempo después, grabó el firulete tanguero que cierra Hacer un puente.
“Era para un tema, pero al Tucán (productor del disco) le parecía que no iba. Así que lo dejamos al final, como homenaje”, aclara Piti. Lo registraron pocos días antes del fatal 4 de enero de 2011, cuando Tavo perdió la vida en un accidente automovilístico (también murieron su mujer Flavia y Bianca, una de sus dos hijas). Fue la última vez que estos dos amigos se vieron las caras.
–¿Qué te acordás de ese día?
–Vino con Flavia a visitarnos porque hacía 15 días que había nacido Danilo, mi segundo hijo. Le trajeron un montón de regalos, mucha ropa. Lo extraño es que le compraron ropa más grande, que recién ahora le estoy estrenando. Como que le hicieron todos los regalos que después no le pudieron hacer. Y me vuelvo loco pensando en todo eso, parece muy premonitorio. Es normal que viniera, grabara algo, que mientras tanto nuestras mujeres charlaran... el detalle es que no vuelvan más. No te imaginás que un amigo se va a ir así.

"EL PASADO NO EXISTE PORQUE LO INTERPRETAMOS HOY Y ACA"

Por Daniel dos Santos

Daniel Schávelzon, arqueólogo urbano, dice que los objetos antiguos tienen valor no por los objetos en sí, sino porque son referentes de nuestra identidad. Para algunos son cosas incómodas porque nos explican a nosotros mismos.
 
Qué hay de nosotros bajo tierra? La pregunta puede ser inquietante, pero la respuesta tal vez la supere: más de lo que imaginamos. Daniel Schávelzon no hace magia negra ni resucita a los muertos. Es un arqueólogo urbano, investigador principal del Conicet, director del centro de Arqueología Urbana (FADU, UBA) y del Area de Arqueología Urbana en el gobierno de la Ciudad. Excava el suelo de esa ciudad originaria de quince cuadras por cinco que fue la Buenos Aires bebé, después de la segunda fundación de ese pequeñísimo aglomerado convocado por el conquistador Juan de Garay.
Claro que no es fácil cuando lo único literalmente sano que quedó fue la cuadrícula de esa gran aldea, con centro en la plaza de Mayo. Lo demás, derruído, derrumbado, perdido, borrado. Pero no todo, aunque -como dice él- el proceso de recambio urbano o, mejor, la velocidad de destrucción de la ciudad reconoce magnitudes impensadas. Un edificio tapa a otro y aquél es sepultado por el próximo, en capas sucesivas como una cebolla con tiempo quizás para las lágrimas pero no para la memoria.
¿Hay que conservar lo antiguo por el sólo hecho de serlo?
Los objetos antiguos tienen valor porque son referentes materiales de la identidad. Son las cosas que nos explican a nosotros mismos. Por eso se deben conservar, no por el objeto en sí -eso sería caer en fetichismo- sino por lo que explica. Y sólo explica lo que tiene contexto.
Una sociedad como la nuestra que invisibiliza a los ancianos ¿cómo trata los vestigios del pasado?
En una sociedad que no pudo superar la etapa aluvional, esa visión del progreso indefinido que le inculcó la generación del ochenta, los objetos del pasado resultan al menos incómodos. En esa visión, si se los puede hacer desaparecer (lo que nunca estuvo), mejor.
¿Y en el caso contrario?
Se puede reconstruir el pasado y, por lo tanto, la identidad.
¿Un ejemplo?
Los pozos de basura a partir del siglo XVIII en adelante muestran que la gran mayoría de los objetos de la vida doméstica eran importados. Y este fenómeno atravesaba a todas las clases sociales. También el facón, el poncho y hasta el cinturón de los gauchos, que eran mayoritariamente de raza negra, venían de afuera. Al ver ese contexto se puede entender cómo es el modelo de sociedad en el que vivimos. Entonces, esos objetos no se ven con agrado, porque son referentes de la memoria.
¿Desde los pozos de basura se puede inferir cómo se vivía en una época?
Sí, pero el proceso es largo.
Si dentro de 500 años, algún arqueólogo del futuro revisara nuesta basura ¿qué descubriría?
Si se incluyeran los restos materiales de las construcciones, aseguraría que esta sociedad rayana en la incoherencia del recambio y el consumo es casi esquizoide, en aras de intereses económicos que favorecen las distancias sociales. Aunque también vería que se investiga y se preserva.
Dicen que el psicoanálisis resignifica el pasado al ver los hechos desde otra óptica. ¿La arqueología hace lo mismo?
Sí. Diría que el pasado no existe porque lo hacemos hoy. Lo interpretamos desde este lugar y desde este tiempo. Por eso las interpretaciones del pasado van cambiando.
¿Cuál es el mayor misterio que esconde bajo tierra Buenos Aires.
Por qué no descubrimos antes que había que sacar a la luz lo enterrado. Por qué no hicimos lo que otros países hacen desde hace más de cien años. Lo mismo, por aquella velocidad que contaba al principio, esta será la última generación que podrá buscar restos materiales de hace 400 años bajo tierra.
Prometeo -un titán en la mitología griega cuyo nombre quiere decir “mirar adelante”- tenía un hermano, Epimeteo, “mirar atrás”. Sin el designio de los dioses a sus espaldas como esos hermanos, Schávelzon se siente en una encrucijada cuando se le pregunta hacía dónde usaría una máquina del tiempo: “Para satisfacer deseos personales iría hacia adelante sin duda, pero para regocijo intelectual iría hacía atrás, para ver si lo qué hacemos e interpretamos está bien o mal”.
Propio de un obsesivo compulsivo por el trabajo, Schávelzon no sólo sigue su actividad sábados y domingos, sino que se angustia y presenta signos de ansiedad (abstinencia) cuando no cumple con ese deber ser autoimpuesto. Por suerte para él, su mujer, restauradora, le sigue el tren. Pero, en realidad, no hay por qué sentir lástima por él. “No es trabajo, sino un placer enorme”, dice ahora metido en la excavación del patio de la casa del virrey Liniers en pleno centro de la ciudad.
Y sin que se le pregunte, cuenta que donde se siente más feliz es al lado de un pozo, encorvado y aunque se le doble la espalda de dolor a los 61 años, mojado y con frío como hace tres meses le pasó en Ushuaia, junto a sus compañeros de excavación, pero -eso sí- con tiempo suficiente para hacer un mínimo asado. “
Con una infancia vivida en el barrio de Once, mal alumno e irreverente, ninguno de sus profesores de los muchos colegios secundarios que pasó hubieran previsto, ni con la ayuda de la máquina del tiempo, que se recibiría de arquitecto en la UBA, y obtendría una maestría y un doctorado en preservación de monumentos históricos en la Universidad Nacional Abierta de México (UNAM). Una forma de aprovechar los años de exilio que pasó en ese país, en Guatemala y Ecuador.
¿Cómo un arquitecto se metió a arqueólogo?
Nunca me sentí arquitecto, aun cuando tengo el título. No sabría construir un edificio ni mi propia casa. Yo quería seguir Antropología, pero Onganía cerró la carrera. Para no perder el año empecé arquitectura, pero desde siempre me fascinó la historia de la ciudad como catalizadora de cultura.
Porque al fin de cuentas, si la gente no se juntara otra sería la película.
Sueños
Hay gente como Daniel Schávelzon que convierte los sueños en desafíos o en deudas a pagar. El tiene uno. Excavar en un lugar de esclavitud, una casa donde hayan vivido, un mercado donde fueron vendidos. Pero no es fácil, primero habría que ubicar dónde hacerlo. Mientras tanto, recuerda que Buenos Aires fue uno de los más importantes puertos negreros del continente.

SOMALIA SE MUERE DE HAMBRE

Por Eduardo S. Molano




Sentada. En eterna espera. Hilmo Ruun comienza a dibujar fantasmas en el aire. «A principios de julio abandoné Abesale (localidad del sur de Somalia) junto a tres de mis hijos. Siempre con el menor de ellos pegado a mi espalda», relata. Entre cálida y serena, la sonrisa de esta joven de apenas veinte años parece haber sido trazada con la intención de hipnotizar a su audiencia. Decenas de almas que, como ella, se agolpan a la entrada del campo de refugiados de Dadaab, en la frontera entre Kenia y Somalia.
Sin embargo, entre sonrisa y sonrisa, el horror se abre paso entre sus labios. Hace dos semanas, Ruun enterró a su hijo. Tenía solo un año: «Durante horas caminé con su cadáver a mi espalda. Cuando le abandoné en el camino, hacía tiempo que ya no sentía su respiración. Ni siquiera sé el día que falleció». De marido ausente y con sus hijos a cuestas, la tragedia de esta joven somalí no es casual. Tras las escasas lluvias de los últimos doce meses —un 30 por ciento menos que en el periodo 1995-2010— Somalia se enfrenta a la peor sequía de los últimos 60 años, con cerca de cuatro millones de personas afectadas. Un miseria humana, principalmente severa en las regiones de Bakool y Lower Shabelle (ambas en el sur del país) donde la tasa de mortalidad infantil —diaria— es ya superior a los 6 decesos por cada 10.000 habitantes y el 50 por ciento de sus menores de edad sufren desnutrición.
Todos ellos, con nombre y apellidos: Luli Ali Farah. De estado casi fetal, su menudo cuerpo apenas deja intuir la verdadera edad de sus huesos: Cinco años escondidos en apenas seis kilogramos de peso. «Tras huir de Baidoa (en el centro del país), no teníamos nada que comer. Fueron más de tres semanas de caminata en los que siempre temí que mi hija no sobreviviera», asegura su padre, Nunow, quien cada noche vela el sueño de sus hija.
400.000 donde caben 90.000
Desde hace quince días, Luli se encuentra ingresada en el hospital que la organización Médicos sin Fronteras mantiene en el campo de Dagahaley, uno de los tres complejos que junto a Ifo y Hagadera componen Dadaab. A escasos metros del centro médico, otro menor es aseado por sus padres. En su figura desnuda, cada hueso dibuja una perfecta muesca que lucha por escapar. Fiidow Said tiene cuatro años y pesa cinco kilos. Durante el baño, ni una sola lágrima se escapa de sus mejillas. Dos inocentes que configuran la realidad de un campo, habitado por más de 400.000 almas, pero con capacidad para 90.000. Algunas, residentes allí desde hace más de veinte años. Otras, recién llegadas.
De sonrisa dilatada, Mulaaxo Said forma parte de los nuevos reclutas. Durante ocho días, esta mujer que ronda la cincuentena (Said asegura desconocer su verdadera edad) recorrió más de 100 kilómetros desde el sur de Somalia hasta su llegada al centro de refugiados. En sus pupilas, tan solo muerte y destrucción. «Atrás ya no queda nada. La mayoría del ganado se está muriendo y no tenemos nada que comer», asegura.
Sin embargo, y pese a arribar hace más de una semana a este centro de acogida, Said todavía no ha podido registrarse como nuevo residente. La aritmética juega en su contra: cada día, cerca de 1.300 nuevos refugiados llaman a las puertas de este oasis keniano huyendo de la hambruna. El 80 por ciento de ellos, mujeres y niños. Con mayor parsimonia, Harbi Yafar también espera su turno desde hace dos semanas. A la sombra de una piedra y ensimismado en su mundo interior, Yafar disfraza la sed masticando «khat», una droga estimulante consumida por la gran mayoría de la población masculina de Yemen, Somalia y Yibuti.
Para los no iniciados —al margen de un horroroso sabor a césped seco— sus efectos son similares a la ingesta de un simple café. Pero cuando es saboreada día y noche sin cesar, los ojos y dientes verdes de su consumidor reflejan lo peligrosa que puede llegar a ser: como un café, cada hora, durante toda una vida.No es extraño, entonces, la metódica dedicación con la que Yafar traza cada nueva dentellada. Golpes de mandíbula que ayudan a dilatar una miseria, cuyo recuerdo siempre esté presente.
La historia no es lejana. Desde que en 1991 se colapsara el sistema político somalí tras el derrocamiento del dictador Siad Barre, cerca de 700.000 personas han perdido la vida en los enfrentamientos librados en el país, primero por los clanes feudales, y ahora por las milicias islamitas. Una anarquía política que ha provocado el ascenso de las brigadas Al Shabab, quienes ya controlan cerca del 70 por ciento del territorio, y que parecen beneficiarse especialmente de la actual sequía.
«El verdadero problema en Somalia no es tanto financiero, sino de generación de recursos. Sobre todo, de acceso a las comunidades locales», reconoce a este diario la comisaria europea de Cooperación Internacional y Ayuda Humanitaria, Kristalina Georgieva.
Para Georgieva, la comunidad internacional debe «seguir colaborando con las organizaciones humanitarias», quienes llevan trabajado en el terreno desde hace años para acabar con esta crisis. Pero «con cuidado y sin acelerarse», dada «la actual situación política que atraviesa el país».
Especulación
Palabras, que en Dadaab, suenan huecas. Sobre todo, ante una crisis humanitaria que se posterga en el tiempo y cuyos intereses reales son desdibujados mediante limosnas. «Antes que combatir la sequía, la comunidad internacional debería acabar con la especulación del precio de los alimentos. En los últimos seis meses, el saco de maíz (90 kilos) ha triplicado su precio, pasado de 1.700 chelines (13 euros) a 5.500 (42). Y precisamente, en las zonas de sequía, no se cultiva este cereal», denuncia Walalaac, un tendero local.
Acertado o no, el dedo en la llaga no es nuevo. El pasado mes de enero, Olivier de Schutter, relator especial de Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, ya denunciaba que «el acuciante incremento de los precios del trigo, maíz y arroz no estaba relacionado con niveles bajos de existencias en las cosechas, sino con la especulación en los mercados».
Seis meses después, Holaac Ahmed es víctima de esta contrariedad alimenticia. Cada quince días esta joven revende —por apenas 100 chelines (75 céntimos de euro)— los cerca de 10 kilos de nutrientes que el Programa Mundial de Alimentos entrega a los residentes en Dadaab. Mientras, a escasos metros de su puesto improvisado, decenas de esqueléticas almas luchan por sobrevivir tras no haber probado bocado en varios días. «Por lo general, en el campo de refugiados no se pasa hambre», reconoce la joven. «La miseria corresponde a los recién llegados». Precisamente, debido a este exceso alimenticio del campo de refugiados (una situación, por otra parte común, en estos centros), en los últimos meses, el Gobierno de Kenia dedica sus esfuerzos a evitar un «efecto llamada» hacia sus fronteras. Incluso, impidiendo la apertura de un nuevo complejo que daría cabida a 80.000 nuevos refugiados.
Kenia, también en peligro
Es la otra cara de la crisis somalí. La de una población keniana que no entiende por qué su Gobierno debe acoger a nuevos refugiados, mientras se muestra incapaz de detener sus hemorragias internas (en la región de Turkana, al norte de Kenia, hace 18 meses que no llueve y el índice de malnutrición es del 37%, sin embargo, la hambruna no ha sido declarada por Naciones Unidas). Bashir Aden es cómplice de este el recelo. Tras casi veinte años en el campo de refugiados, este ex líder local advierte del posible conflicto que el actual flujo migratorio puede provocar en su país de acogida. «Necesitamos más tierra para agrupar a la avalancha de nuevos refugiados. En caso contrario, la situación será dramática», asegura Aden.
Apátrida forzado, este africano que ronda la cuarentena ejemplifica a la perfección la ley del eterno retorno somalí. «En las últimas dos décadas, nada ha cambiado», asegura resignado. «Mis hijos nacieron en este campo de refugiados. Y sus hijos también lo harán. En Somalia ya no queda nada por lo que luchar. Somos los eternos olvidados el mundo». Mientras, en el microcosmos de Dadaab, la vida no se detiene. De mercadeo de camellos —cuyos precios se han reducido precipitadamente desde el inicio de la sequía—, a puestos de fruta o bebida, este oasis del refugiado espera nuevos inquilinos. Ánimas en la delgada línea entre la vida y la muerte, cuyas caras se multiplican desde hace veinte años.
Sopla el viento en el campo de refugiados de Dadaab, y en el horizonte, la joven Hilmo Ruun tan solo es ya polvo que camina.

EL GUANTE BLANCO JAMAS SERA TELEVISADO

Por Carlos del Frade   


El sistema funciona al revés.

Desde hace siglos.

Los saqueados son los culpables del saqueo.

Los hambrientos son responsables de no tener para comer.

Los desocupados son los causantes de su falta de trabajo.

Las chicas son las que provocan la prostitución.

Los adictos son la causa eficiente del narcotráfico.

La violencia no solamente es física, si no también simbólica. Las minorías gobiernan a través de sus representantes votados por las mayorías y manejan los negocios legales e impulsan los grandes negociados. La delincuencia de guante blanco jamás será televisada. El frasco al revés. Tapa para arriba, desprotege –siempre desprotege- hacia abajo.

Los últimos eslabones de la cadena serán juzgados, nunca lo primeros.

Hay que mostrar las consecuencias.

Así funciona el sistema. En Estados Unidos, China, India, Brasil y la Argentina del tercer milenio.

De allí que los culpables de la violencia en las escuelas sean los pibes.

No los mayores ni la sociedad donde están insertas las escuelas.

Los pibes son víctimas, entonces, según la lógica del sistema al revés, son los victimarios.

Hay que defender la propiedad privada y para eso es fundamental perseguir a los sospechosos de siempre, las pibas y los pibes.

De allí que en las últimas semanas se haya alimentado la polémica sobre si hay que poner cámaras en las escuelas que vigilen, aún más, a los alumnos.

Para el ministro de Justicia y Seguridad porteño, Guillermo Montenegro, el sistema es “para cuidar los bienes”, no para “saber si los chicos de sexto grado tiran tizas” o si los alumnos “se copian o no”. En la misma sintonía, el ministro de Educación de la ciudad, Esteban Bullrich, dijo que se mezcla "una discusión ideológica con una medida que es útil para proteger los bienes del colegio".

No hay dudas para los voceros del sistema al revés: proteger los bienes está por encima de proteger a los chicos.

Se trata del sacrosanto derecho a la propiedad.

Las cámaras deben seguir a las chicas y los chicos porque son ellos, dice el sistema, los productores del mal.

Jamás habrá cámaras que intenten mostrar las operaciones de los delincuentes de guante blanco.

Tampoco serán filmadas las maniobras delictivas de los cancerberos del poder, los guardianes pretorianos del orden de las minorías.

No habrá televisión en horario central para semejantes películas de la vida cotidiana porque está prohibido mostrar la elocuencia de los que son menos.

Así funciona el sistema.

Los sospechosos siempre serán los más indefensos.

Sucede en cualquier lugar del mundo.

En este caso en la orgullosa y soberbia reina del Plata.

El Buenos Aires querido de Gardel ya no es el mismo.

Hay muchas penas, muchos olvidos y mucha impunidad.

A DIEZ AÑOS: LA LUCHA INSURGENTE DE DARIO Y MAXI

Por Claudia Rafael y Silvana Melo  

“Yo sigo sin poder tomar la real dimensión que Darío tenía. No sólo físicamente sino por su capacidad de pensamiento y acción. Parecía un militante de los 70 pero tenía apenas 20 años… A Maxi y a Darío los mataron con mucha crueldad. Y a pesar de todo eso, uno trata de recordar con la alegría de la lucha. Ellos representan a esa juventud destruida por el neoliberalismo, esa juventud que creció en los 90, en medio de ese país espantoso y que encontró la vuelta para comprometerse, para salir, desde esas barriadas obreras: uno desde Claypole y el otro, desde Guernica”. Una y otra vez Adriana Pascielli, “la Tana”, vuelve a esa juventud tan osada de Darío Santillán que la deslumbró desde el primer instante en que sus vidas se cruzaron.

Mira a su alrededor en esas tres manzanas de lo que alguna vez fue la vieja fábrica de heladeras Roca Negra que –define- “quebró más o menos por el 75. Y de alguna manera, este lugar resume toda la historia del país. Se logró la expropiación y aquí estamos”. Hoy, a diez años y seis meses desde que se asentaron allí, transpiran su tiempo cotidiano debatiéndose entre la carpintería, la bloquera, un bachillerato popular, la radio comunitaria, una biblioteca y la herrería, en que el viernes terminaban de alzar los rostros esculturales de Maxi y de Darío. Y las huellas de la masacre de Avellaneda se huelen en los rincones. Se respiran en la bloquera con esa enorme pintada que hermana al Che y a Darío en una misma frase: “Sentir en lo más hondo cualquier injusticia, contra cualquiera, en cualquier parte del mundo como si fuera propia”. Se disfrutan también en el guiso humeante sobre el extenso tablón de los almuerzos colectivos.


Contextos

No le es fácil anclarse con su relato en aquel junio de 2002. La atraviesan el dolor y una rabia amasada que se transformó en certezas y que se le entremezclan raramente con “el orgullo de la lucha”. El contexto le es necesario para entender. “Veníamos del 19 y 20 de diciembre de 2001, de la represión en Tartagal, de la represión a los compañeros de Zanón y en Cutral Co. En febrero habían asesinado a Javier Barrionuevo, un compañero nuestro, al que mató un tipo ligado a la policía, en la zona de El Jaguel…Ese era el clima. De mucha confrontación y disputa. Una o dos veces por semana movilizábamos a los supermercados y conseguíamos mercadería. Había victorias en cada una de las movilizaciones que hacíamos pero también había provocaciones constantes. Ese día preveíamos que iba a haber un conflicto y de hecho nos planteamos no ir con chicos. Incluso yo no movilicé porque estaba embarazada y desde ahí iba a estar atenta ante cualquier situación de represión. Sabíamos que iba a haber gases y que fuera probable que nos tuviéramos que dispersar. Pero de ninguna manera preveíamos que iba a haber una cacería…a lo largo de quince cuadras tanto por Pavón como por Mitre hubo grupos de tareas tirando tiros, cazando gente, llevándola presa…hubo compañeros que por dos o tres días no supimos dónde estaban. Perdieron la noción y estaban en shock. Fue tenso, complejo. En el momento en que empezaron los disparos entendimos que había que replegarse rápidamente. El despliegue de la fuerza fue impresionante. Gendarmería, la Bonaerense, Prefectura, la Federal…estaban todos”.

Desde su casa, “la Tana” iba armando artesanalmente las listas de detenidos. Se comunicaba con abogados, legisladores, organismos de derechos humanos. El televisor le trasplantaba puertas adentro de su casa las imágenes del horror. Gases lacrimógenos. Disparos. Persecuciones. Una camioneta. Un par de cuerpos arrojados inertes sobre la caja. Un rostro barbado. La campera de Darío. El compañero que no aparecía. Un llamado telefónico. “Nadie sabe dónde está”. La certeza de la muerte. Las lágrimas que tiñeron de tinta corrida el papel del listado. La imagen grabada de aquel primer encuentro, años antes. Las asambleas compartidas. Las calles y el barro pateados a diario en una construcción en la que, otros, poderosos, crueles, portadores de fantasmas y de odio, cercenaron la vida de Darío.


El grito

A su lado, Jorge rearma su propia memoria de la historia y confiesa que aún hoy, a diez años, no logra entender. Le quedará por siempre anclado aquel instante de Darío queriendo detener las balas del terror con una mano. Con Maximiliano Kosteki a su lado, ya casi muerto. El mismo logró salvar su vida saltando desde un paredón de la estación. Buscó refugio en casa de unos amigos y se cobijó puertas adentro hasta que las aguas se calmaron levemente en las calles.
“De lo que más me acuerdo es que estuve con él adelante (en la manifestación, frente a la policía). Tenía miedo y él me dijo que me lo sacara gritando. Así que le empecé a gritar a la policía `Vayan a Malvinas`. Fue lo primero que se me ocurrió, y empecé a sentir la adrenalina”, contó alguna vez Carlos Leiva, otro militante del MTD que compartió con Darío Santillán la primera línea de la marcha piquetera. Aquella idea de gritar para espantar el temor “la había sacado de la película Corazón Valiente”, dijo desnudando esa entremezcla joven en la que podían aparecer los textos de Franz Fanon, Paulo Freire, el Che, la música de Hermética, Larralde o el Cuarteto Cedrón y –como en este caso- una película de Mel Gibson.

Aquel 26 de junio –cuenta la Tana- “fuimos al puente con siete u ocho puntos de reclamo. No te creas que era nada del otro mundo. Que se mejoraran los 150 pesos del plan social, que se habilitaran lugares de cobro, aumento de mercaderías e insumos básicos para salitas y escuelas. En definitiva, ninguna proclama revolucionaria ni mucho menos…”


El orden

El derrumbe, la resistencia y las decenas de asesinados en manos del aparato represivo del Estado –lo único fuerte y sólido que había quedado en pie- vieron nacer la endeble presidencia de Eduardo Duhalde. Que vio en los desocupados y en los hambrientos organizados una amenaza firme para la permanencia de su interinato. La virtual militarización del cementerio extendido que era el país fue la alternativa determinante para la mantención del orden. Que implicaba el acatamiento por parte de millones de personas de que su destino era el ghetto masivo de marginalidad que el sistema había construido para preservar el salvataje de los que merecían la pena ser salvados. El darwinismo social al palo, sin morenos ni ex obreros ni piqueteros destituyentes.

Las tasas de desempleo alcanzaban un record de 22,2 por ciento con un detalle revelador: se incluían como ocupados a los beneficiarios de los planes jefes y jefas de hogar. Argentina ostentaba 23 millones de pobres (63%),10.8 millones de indigentes (30%) y 10.5 millones de menores de 18 años vivían bajo la línea de pobreza.

Los medios de comunicación, casi al unísono, legitimaron el discurso oficial. Desenterraron el concepto de “subversión”, alertaron sobre “la peligrosidad de los manifestantes” y la “escalada de la violencia piquetera”. Los cesanteados del sistema volvían a golpear las puertas de la casa que los había expulsado al último patio. La cacería que terminó con las luchas incipientes de Darío y Maxi fue avalada por mandatos políticos y opinión pública de resonancia mediática. Las balas de plomo disparadas a mansalva por la policía que abrieron letales flores escarlata en las espaldas de Darío y Maxi resultaron “un enfrentamiento entre piqueteros”. Y la célebre tapa de Clarín, oficialista en esos entonces, es un ícono de los tiempos: “La crisis causó dos nuevas muertes”. Esa entelequia impersonal (la crisis) fue la que los mató por la espalda. Ni la policía, ni la Side ni el Ministerio de Seguridad, ni el Presidente ni el Gobernador.

La evidencia inconstratable de la imagen hizo estallar la mentira como una pompa de jabón. Entonces Alfredo Fanchiotti dejó de ser el mejor policía del mundo para convertirse en un loco suelto que cargó su arma de plomo y salió a matar sueños por la espalda.


Los responsables

Fanchiotti y su colega Alejandro Acosta fueron condenados a perpetua. Pero el comisario de mirada helada ya disfruta de un inexplicable régimen abierto apenas a siete años de la sentencia. La Justicia mira con cierta ternura a algunos delincuentes. Y a otros, a los más débiles, los congela de impiedad. A los restantes, a los que manejan las vidas desde los despachos, directamente nos los ve.

Eduardo Duhalde presidía la Nación. Fue senador a través de su esposa y aspiró a su regreso a la Presidencia en 2011.

Carlos Soria era el Jefe de la SIDE. “La policía sólo utilizó postas de goma y fue agredida con palos y armas de fuego”, fue el informe. Fanchiotti estuvo comunicado durante la masacre con Oscar Rodríguez, el número dos. Soria fue senador y luego gobernador de Río Negro. A veinte días de su asunción murió de un tiro en manos de su esposa, en la madrugada del 1 de enero.

Alfredo Atanasoff era el Jefe de Gabinete. “Vamos a utilizar todos los mecanismos necesarios para hacer cumplir la ley”, dijo. A pesar de que quedaron desnudos sus mecanismos, continuó con una profusa actividad política junto a Eduardo Duhalde.

Juan José Alvarez era secretario de Seguridad Interior. Fue diputado nacional.

Jorge Matzkin era el ministro del Interior. A fines de 2008 fue procesado por amenazas contra un peón rural en su campo de La Pampa. Fue sobreseído. En agosto de 2011 le disparó entre tres y cuatro veces con su arma por la espalda a quien intentaba asaltar a su hijo David. Tenía los permisos de tenencia y portación de armas de guerra vencidos.

Aníbal Fernández era el Jefe de Gabinete. Ha sido funcionario estrella ininterrumpidamente desde aquel horror.

Felipe Solá era el Gobernador de la Provincia y responsable de la bonaerense. Avaló y felicitó públicamente a un Fanchiotti al que luego transformó en “un psicópata, un demente”. Fue nuevamente gobernador y hoy es diputado nacional.

Luis Genoud era el ministro de Justicia y Seguridad de la Provincia. Hoy integra la Suprema Corte.


Señalados

Darío y Maxi son el sambenito que todos llevarán prendido del cuello mientras anden los caminos del mundo. El escapulario del penitente serán sus imágenes, en la estación, en las paredes, en la memoria. Aunque la Justicia no sea justa, aunque vivan como si ninguna sangre hubiera corrido. Aunque crean que la utopía fue muerta por la espalda.

Porque con Darío y Maxi están los otros. Los pibes morochos que todavía se la juegan por resistir. Los que no creen en la muerte de los sueños. Los que saben que otro país es posible. Donde entrarán todos.

Por eso no están solos.

Aquel 26 de junio resume el climax de una lucha de resistencia

miércoles, 27 de junio de 2012

A DIEZ AÑOS DEL SUICIDIO DE RICKI ESPINOSA

El cantante de Flema fue un hito contracultural conurbano: podía trompear a los hinchas de Dock Sud por defender los colores de El Porvenir y, a la vez, ser un pibe sensible, un músico que se autoboicoteaba, un nihilista extremo, un rockstar de Gerli, un personaje monstruoso y el amigo más fiel.
 

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Por Santiago Rial Ungaro

Hace una década, apenas se supo del suicidio de Ricky Espinosa, circuló la versión de que el último “chiste” del cantante y líder de Flema había sido anunciar que, si perdía en la Playstation, se tiraba por la ventana del quinto piso del departamento de Gerli en el que estaba, el 30 de mayo de 2002. Más allá de la veracidad de la anécdota, lo cierto es que el detalle resultaba verosímil: Manuel Ricardo Espinosa convivió en sus 35 años con un infierno personal que lo llevó siempre al límite, generando tantas anécdotas delirantes como canciones y shows increíbles, y demostrando que se podía ser una estrella de rock desde Gerli, barrio del que a la vez fue orgullo y vergüenza. Su amigo y colega Cristian Aldana lo recuerda: “Una persona no es lo que piensan los demás. Ricky era un niño sensible, alguien que necesitaba de contención, que siempre pedía que le des un abrazo; un tipo que siempre estaba jugando y, a la vez, midiéndote”. Su amistad empezó cuando Ricky llamó a Aldana por teléfono para poder autogestionarse él también. Así fue que editó sus últimos discos por su propio sello, Ying Yang Records.
Fue justamente en Besótico, en las oficinas del sello de Aldana y base de operaciones de El Otro Yo, donde este cronista conoció a Ricky, apenas dos años antes de su muerte. Ese mismo día mencionó que no le dejaban ver a su hijo. Para quien no pudo conocerlo personalmente, su imagen pública (su mejor creación y su destrucción, porque el “Ricky de Flema” fue tan monstruoso que a menudo se comió crudo a Manuel Ricardo) quizá no resulte atractiva, porque con él el Ricky Horror Show siempre estaba garantizado, así fuera con Flema, Flemita o Flemón. No obstante, Ricky era alguien muy sensible, un músico muy talentoso y una persona totalmente impredecible.
En una entrevista que el periodista Sebastián Duarte le hizo para Cerdos & Peces en 1998, Ricky contó que se había cortado él mismo dos tendones de la mano con un vidrio, en una confusa pelea familiar, a los 18 años. Antes de eso, Ricky encarnaba la leyenda de un guitarrista habilidoso de Gerli que tocaba en Overkill temas de V8 y Pappo en un plan black metal. Duarte estrenó ayer en el teatro La Ranchería (México 1152) la adaptación teatral de Ricky de Flema, el último punk, el libro sobre Espinosa que publicó en 2005 y que, más que una biografía, es un catálogo de atrocidades.
Este cronista intentó repetidas veces hacerle a Ricky una entrevista de tapa para el NO (que finalmente salió el 29 de noviembre de 2001). En ella se vio que Ricky encarnaba lo más radical e inocente, cuando no ingenuo, del ideario del punk rock; aunque quizá fueron sus influencias metaleras y rollingas las que le permitieron distinguirse. En los meses que llevó terminar esa nota, hubo tantos encuentros como desencuentros: Ricky se mostraba despreocupado por la idea de “sentarse” a dar una entrevista y, siendo que tenía como lema de vida nunca saber qué iba a hacer luego, resultaba imposible organizarla. Por entonces, Ricky era su propio manager y se boicoteaba a pleno. Quizá la saña con la que se desquitaron contra él tantos policías, skinheads y hasta seguidores de la banda (en su libro, Duarte cuenta que a Ricky le llegaron a pegar por haber cambiado... de baterista) ayudaron a moldear un nihilismo que nunca jamás pudo superar.
Ricky era tal cual como se mostraba en sus canciones, impredecible: a veces resultaba tierno y generoso, otras taimado y desconsiderado, pero era imposible no tomarle cariño. Le encantaba testear cuántas veces lo podía perdonar una persona, lo que quizás explique en parte su devoción por Mecha, su novia de toda la vida; o la fidelidad a su remisero, Cacho (porque ya entonces su paranoia por sus problemas con la policía podía solventarse con los ingresos que generaba Flema, con chofer part time y todo). Por entonces, Flema era una banda cada vez más popular, convocante incluso en momentos de crisis en los que pocos eran lo que se animaban a tocar, porque no había entonces dinero, ni ánimo para ir a recitales.
Por lo que contó en esas charlas, Ricky tenía la sensación de que su vida estaba definitivamente maldita. El título de aquella entrevista, de lo más elocuente, fue: “Intenté suicidarme seis veces. Ni para eso sirvo”. Aldana lo recuerda como un tipo sin pelos en la lengua y que podía ser terrible: “Lo he visto encarar a un manager y decirle: ‘¿Qué hacés, garca?’. Podía decir y hacer lo que se le cantaba. Pero, por alguna razón, se sentía menos. Siempre decía que era negro y que era feo, aunque al mismo tiempo lo usaba para seducir. No era una persona común: no cualquiera se sube a un escenario cuando todos están cantando ‘el que no salta es un stone’ y se pone tocar Honky Tonk Woman. ¡Era un hijo de puta!”.
Este extraño Chucky, que se empezó a maquillar en 1984, cuando Marilyn todavía no había conocido a Manson, no sólo le puso su talento melódico a su destrucción. “Si yo soy así, no es por culpa de la droga; si yo soy así, no es por culpa del alcohol”, no sólo es el slogan definitivo del nihilismo (que lo llevó a tirarse del balcón de un quinto piso de Amado Giura al 1300) sino también una toma de conciencia, aunque sea potencial. Diez años después de su salto al vacío, entre dolor y humor corrosivo, Ricky sigue escondiendo a ese verdadero artista de la ambigüedad: “Siempre fui ambiguo; el primer día que salí en pollera fue también la primera vez que me tiraron un corpiño”, declaró. Sus antiguos compañeros de banda lo recordarán el 21 de julio en El Teatro de Flores, a diez años de su muerte y a un cuarto de siglo de la fundación de Flema, hito musical argentino.
Para Ricardo Iorio, Ricky Espinosa fue “un amigo de la música, como José Larralde o Rubén Patagonia”, alguien que logró “la proeza de unir el metal y el punk”. Para Juanse fue “un copado”. Hasta Charly García alguna vez destacó su surrealista sentido del humor. Pero, volviendo a Gerli y a Flema, para Fernando Rossi (bajista de aquel grupo) lo que dejó Espinosa como enseñanza fueron dos valores fundamentales para la amistad: “Cumplía con lo que decía y en las malas siempre aparecía”. Por la cantidad de macanas que se mandó, por el hecho incluso de haberse suicidado, Ricky Espinosa no es un ejemplo. La verdad, él siempre aclaró que no buscaba serlo. Pero sí fue un héroe cultural, un mito auténtico y una estrella de rock de Gerli.

EL PESO DEL ESTIGMA

El 73 por ciento de las mujeres que viven con VIH en Argentina se infectaron durante relaciones estables y heterosexuales. Sólo la mitad tiene trabajo, aunque la gran mayoría en negro. Retrato de una vulnerabilidad alarmante.

Por Juana Céliz

“Después de enterarte, tenés que vivir con dos condenas: tomar la medicación ¡y bancar a tu vieja!”, chicanea Carla a Micaela, mientras se prepara un sandwich de mermelada de durazno. Están en la sala 8 del Hospital Muñiz –entrando por Uspallata salís al patio, seguís la pista de las hojas amarillas de los plátanos y doblás a la izquierda al llegar a estatua del médico Penna–. Carla, Micaela, Marcela y otras chicas –y varones– celebran el grupo de contención facilitado por la Red Argentina de Mujeres Viviendo con VIH o sida (Ramvihs).
Como las nubes de este otoño –que no sabés si van livianas o a punto de estallar–, cada comentario genera una descarga: la sobreprotección familiar después del diagnóstico; los dentistas que te atienden enfundados como si fueran astronautas; la crisis de llanto de los primeros tiempos; el placer cuando pega bien un tratamiento; cómo mejora la piel con la medicación; la falta de formación en muchas guardias de hospitales cuando caés con fiebre, por ejemplo; que no es tan difícil conquistar nuevos amores; la fuerza interior que te sostiene cuando elegís no ocultarlo; los proyectos; las ganas de vivir; las dudas (“¿Me podré hacer, igual, la cirugía con la que siempre soñé?”); la necesidad de ser tratadas como una más (“Anoche me cocinaron milanesas sin picante, y yo dije: ‘¿Por qué sin picante? ¡No estoy enferma!’”).
Las integrantes de la Red escuchan historias de este tipo desde hace diez años. Pero no se conforman con prejuicios. Por eso encararon un nuevo informe cuyos resultados adelantan a Las12 en exclusiva. Junto con la Red Bonaerense de Personas Viviendo con VIH sida generaron el documento Caracterización de las mujeres infectadas por el VIH en la Argentina para saber quiénes son, cómo viven, qué les pasa, cómo llegan a estirar el brazo para hacerse el test, quién les da el diagnóstico (¿las guían cuando se lo entregan?), qué posibles rutas alojaron el virus en sus cuerpos, cómo quedan sus vidas –sus derechos– luego de esta noticia que los académicos llaman “ruptura biográfica”. Después desmenuzaron los relatos para saber cuál es la brecha entre lo que promete la ley y la realidad cotidiana, cómo esta información puede sensibilizar a los equipos médicos, qué rol juegan las políticas e instituciones sanitarias, educativas y culturales en la dignidad de las personas afectadas.
Los datos emergentes dicen: las relaciones sexuales heterosexuales sin protección siguen siendo la principal vía de transmisión; ellas ni imaginaban ser parte de este ya no tan nuevo grupo de riesgo (con el impacto que tiene recibir un diagnóstico que sólo tiene mala prensa); que el cóctel sexo, abuso de drogas y violencia es un denominador común de las infecciones de este siglo.

Yo no fui

Por su rigor metodológico, esta investigación es pionera. Lo novedoso, además, es que los organismos que deberían ser garantes de contener la situación –como Naciones Unidas y el Ministerio de Salud de la Nación–- firman la pesquisa.
Para obtener una muestra actualizada fueron encuestadas casi quinientas mujeres de entre 17 y 70 años que recibieron su diagnóstico desde enero de 2009 en adelante. El 93 por ciento son argentinas; el resto, de países limítrofes. El 70 por ciento llegó a empezar el secundario, pero después abandonó. El 75 por ciento tiene hijxs. El 48 por ciento está en pareja. Más de la mitad padece hacinamiento en sus casas (es decir, comparten el mismo ambiente con 3 personas o más). El 46 por ciento trabaja; la mayoría, en negro. Sólo el 23 por ciento tiene obra social. Apenas el 15 por ciento recibe una pensión por vivir con VIH. A una de cada cuatro no siempre le alcanza la plata para comprar comida. Casi ninguna de las entrevistadas sabe que hay una ley que las protege. Sienten que conseguir la protección y los beneficios que garantiza la Ley Nacional de Sida depende del esfuerzo individual, de darse maña.
El reporte reconoce que hay vulnerabilidades personales (ligadas a la falta de información, a la falta de iniciativa) y denuncia “las responsabilidades programáticas, derivadas de la ausencia de intervenciones adecuadas desde los profesionales, servicios e instancias gubernamentales que pueden contribuir con acciones y recursos a instalar comportamientos individuales y colectivos de cuidado y autocuidado”.
“Uno de nuestros objetivos es dejar evidencias de lo que está pasando, porque evidencias no hay. Esperamos que no queden en el papel, sino que permitan que estas cosas mejoren, sobre todo las que están relacionadas con las prestaciones de los servicios sanitarios”, confiesa Eugenia Gilligan, de Ramvihs. En un par de meses presentará este resultado en la AIDS 2012, la próxima Conferencia Internacional sobre Sida, que se realizará en Washington.

El mito de la fidelidad sexual

“Las y los protagonistas de las escenas sexuales, cuando tienen sexo, no están ‘infectándose’ sino viviendo experiencias cuyos sentidos siempre son otros (y a menudo son sentidos diferentes para cada protagonista de la misma escena): buscando pasarla bien ‘haciendo el amor’, buscando tener hijos, viviendo una pasión desenfrenada, trabajando, infligiendo o padeciendo violencia, así como también despidiéndose o reencontrándose”, descomprime una cita de la investigadora brasileña Vera Paiva.
Es la hora, en el informe, de exponer las pistas sobre las nuevas vías de transmisión del virus. ¿Cómo creés que te infectaste? “Relación sexual con su pareja estable.” “Relación sexual con el novio.” “Relación sexual con una pareja estable.” “Relación sexual con su pareja estable (de 11 años).” “Relación sexual con un novio/más o menos estable.” “Cree que en una relación sexual con su marido (fallecido hace años).” La columna derecha de la planilla donde fueron transcriptas las respuestas es contundente.
El 92 por ciento imagina que pasó por haber tenido sexo sin protección con un varón. El dato coincide con las estadísticas del Ministerio de Salud. El 73 por ciento de ellas mantenía una relación de pareja con 3 aniversarios como mínimo. El 90 por ciento no conocía el estado serológico de su compañero. ¿Ellos no lo sabían? “En las entrevistas aparece que es frecuente que los varones –por múltiples razones, como las mujeres– no comenten su diagnóstico”, reconoce el trabajo.

V de violencia

Hace tiempo que desde el movimiento de mujeres hay una alianza con el sector del VIH sida para reconocer que la llamada feminización de la pandemia y la violencia de género tienen mucho en común. Incluso FEIM publicó una investigación con esta perspectiva a nivel Mercosur.
Para una de cada cinco encuestadas, la violencia física es parte de su vida cotidiana. Por eso, sobre los datos conocidos, la estadística viene a problematizar: “Es conveniente y necesario desmontar qué esconde la categoría ‘transmisión heterosexual’ del VIH hacia las mujeres: cómo son las relaciones, cómo fue el contexto específico probable de infección, y los contextos y modalidades de infección de sus compañeros sexuales”.
Estas entrevistas fueron realizadas por pares que recibieron sus diagnósticos hace muchos años; participaron, incluso, haciendo los cuestionarios. Para ellas también esto resultó una novedad, un emergente, una alarma: hay más violencia en los vínculos y el tema de las drogas (inyectables) ya no cuenta, casi, como vía de transmisión. El abuso de paco, cocaína y alcohol, de parte de ambos miembros de la pareja, es un anzuelo. Según las hacedoras, “no es en ‘cualquier relación’ ni en cualquier momento de la pareja en que se manifiesta la vulnerabilidad, sino en estos momentos particularmente violentos –acentuados sobre todo por el alcohol primero, y también por otras drogas, particularmente la cocaína–. El vínculo entre violencia, sexualidad y uso de alcohol/drogas es un aspecto para profundizar en futuras investigaciones”.

Hacerse cargo

Este proyecto fue dirigido por Mario Pecheny, del Instituto Gino Germani. Aportaron lo suyo el Observatorio para la Promoción de Derechos de la Diversidad Sexual de Salta y el grupo Crisálida, de Tucumán. Contó con el apoyo del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable y de la Dirección de Sida y ETS, que dependen del Ministerio de Salud de la Nación. También se involucraron agencias de las Naciones Unidas como Onusida, Unfpa, ONU Mujeres, Unicef, OMS (vaya si el abordaje merece una perspectiva transversal).
Si bien el acceso gratuito a la medicina antirretroviral está garantizado en nuestro país, las mencionadas “vulnerabilidades programáticas” del sistema de salud no son secundarias. Se manifiestan en momentos claves como violación a la confidencialidad (dan los diagnósticos a madres y/o parejas de las mujeres infectadas, los dan hasta en pleno trabajo de parto), en la falta de consejería pre-test (impide trabajar “las expectativas del resultado”) y en la ausencia de apoyo pos-test (que podría potenciar el shock emocional tras la noticia y ayudar a valorar el acompañamiento médico inmediato). También son moneda corriente las barreras burocráticas para conseguir atención, las dificultades al tramitar los pases de transporte y las bolsas de alimentos (¡la buena nutrición es fundamental para que funcione el tratamiento!). “Nuevamente, la suerte está a la orden del día”, reconoce el informe.
“Gracias a escuchar las historias en primera persona, podemos reconstruir las escenas, típicas o excepcionales, en que tienen lugar la infección: entender esas trayectorias es fundamental para encarar mejor la prevención. Para que quienes necesiten seguimiento y tratamiento accedan a tiempo y adecuadamente, para garantizar la calidad de vida y los derechos de todas las mujeres, sus parejas y sus familias”, dice Mario Pecheny, que además es investigador del Conicet y profesor de Sociología de la Salud, UBA.
¿El test se hace a tiempo? ¿Cómo llegaron a la prueba? La mayoría, sin conciencia de que el resultado podría ser positivo: por un análisis de rutina u otros problemas de salud (34,8 por ciento), porque estaba internada o se iba a operar (13,3 por ciento), en un control durante el embarazo (26,7 por ciento). En cambio, el 27,4 por ciento lo hizo porque se enteró de que su pareja o ex pareja tenía VIH, porque su hijo tenía VIH (2 por ciento), porque tuvo relaciones sin protección (25,2 por ciento), porque se le rompió el preservativo (4,9 por ciento), porque fue víctima de una agresión sexual (1,9 por ciento), porque se había inyectado drogas (2,2 por ciento), por otras circunstancias (5,4 por ciento). Cuatro de cada diez fueron a sacarse sangre porque ya tenía muchos síntomas, señal de detección tardía.
“Esperamos que haya una segunda etapa en la que podamos ver cómo los organismos se involucran con estos resultados, para darles continuidad hasta revertirlos”, advierte Eugenia Gilligan.

Más que dos rayitas

No existe una situación ideal para recibir un diagnóstico positivo. Pero sin dudas hay uno que es el peor posible, por el impacto emocional. El control prenatal es uno de los momentos más frecuentes de detección del VIH. La investigación arroja que, si bien los casos de violencia obstétrica siguen existiendo, las mejores prácticas, las más contenidas, las reciben las mujeres que se enteran a través de los servicios vinculados con la salud sexual y reproductiva.
“Tuvieron una buena comunicación del diagnóstico, un buen seguimiento garantizado por un vínculo regular con las y los médicos, que facilitó la confianza. Son estas mujeres las que muchas veces continúan vinculadas con los servicios materno-infantiles por el seguimiento de sus hijos.” El informe agrega: “Más alentadores, aun cuando queda mucho para mejorar, son los datos sobre la información recibida acerca de que parejas discordantes puedan lograr un embarazo, así como de la posibilidad de tener un embarazo saludable y un bebé sin transmitirle la infección.”
Hay una realidad que el sondeo no llegó a registrar. Gilligan la cuenta: “Los casos nuevos que estamos viendo son la infección al bebé durante el amamantamiento. El protocolo debería contemplar controlar no solamente durante el embarazo. Una mujer que no tiene VIH puede infectarse en cualquier momento de la gestación. Además, cuando lo adquirís en ese período, la carga viral hace un rebote impresionante”.

¿Era para tanto?

Cuanto más inesperado es el diagnóstico, más grandes son las dificultades para reorganizar la vida cotidiana y encarar un tratamiento, si hace falta. Quienes menos se lo esperan, en general, son las que están fuera del circuito de consumo de drogas, que no conocen a otras PVVS, que ni saben que existen redes de contención.
“El acompañamiento ayuda a volver a empezar. Hay mujeres que empiezan a trabajar, otras que se ponen a estudiar. Pueden tener otra postura frente al VIH, a la vida, les damos herramientas, eso hacemos en los grupos –-cuenta Marcela Cáceres, al frente de la reunión en la sala 8 del Muñiz, todos los lunes a las 10 am–. Después hacemos acompañamiento en las salas, siempre apuntamos a que no abandonen el tratamiento. Eso es lo que vemos: las mujeres suelen abandonar más el tratamiento que los varones. Porque tienen un montón de cosas más que hacer, porque se preocupan por todo y siempre quedan para lo último ellas. Y además por la baja en lo económico, porque acá se atiende mucha gente que viene de provincia. También recibimos a las que recién se enteran de que son positivas. Pasan por la psicóloga y después vienen; nosotras estamos enfrente, nos vamos contando. Y siempre escuchar; la idea de los grupos es escuchar.”
“¿Cambió tu vida sexual tras el diagnóstico?”, preguntó también la encuesta. La mitad dice que disfruta menos, un 44 por ciento no siente diferencias, el 7 por ciento declaró tener una vida sexual más placentera.
“La mayoría se hace cargo de que tiene la infección, eso marca un antes y un después”, dice Gilligan cuando le preguntamos a qué se refieren entre los objetivos del informe cuando citan que también buscan detectar “fortalezas y recursos”. Y agrega: “Lo que destacaría es que hace falta involucrar más a los varones. Hacer que estén”.

LA POLITICA Y EL IDIOMA EN INGLES

Por Sandra Russo

En 1946, George Orwell ya había publicado Rebelión en la granja, y faltaban tres años para 1984. Ya con una larga historia de militancia de izquierda en el Partido Laborista Independiente, y con su experiencia de miliciano en la Guerra Civil Española, Orwell –que era conocido, por otra parte, por su posición crítica no sólo frente al capitalismo sino también frente al estalinismo– publicó un ensayo que suele usarse en talleres de escritura, La política y el idioma inglés en el que desglosa qué tipo de operaciones de lenguaje no sólo desgastan y achatan la escritura y el habla periodística y política, sino que además ayuda a comprender por qué las batallas culturales se libran palabra por palabra.
En lo que él llama “la decadencia del idioma inglés” encuentra, dice, indudables causas políticas y económicas, pero advierte que un efecto puede provocar una causa, y haciendo uso de uno de sus propios consejos a escritores, busca una metáfora nueva, precisa y clara para explicarlo: “Un hombre puede empezar a beber porque piensa que es un fracasado, y luego fracasar por completo porque bebe”.
Orwell señala la relación que existe entre determinado uso del lenguaje y cierto tipo de pensamiento político que padece su misma y exacta decadencia. De izquierda y de derecha, porque éste es un problema general que atraviesa a la política, el periodismo, el habla general y, por consiguiente, nuestras maneras de pensar. Se posiciona en su ensayo no como un escritor, sino como un ciudadano. Da ejemplos que ha analizado, y que recorren el espectro del lenguaje ensayístico, político y periodístico –va desde una carta de lectores al Tribune a un panfleto comunista–, e identifica cuatro problemas:
1) Las metáforas moribundas. Son las que no se inventan ni se eligen para iluminar alguna zona compleja de la realidad, sino frases hechas y repetidas que alguna vez tuvieron un sentido concreto y ya no lo tienen.
2) Los operadores o extensiones verbales falsas. Son las cadenas de palabras que reemplazan a un verbo simple y fácilmente entendible en el idioma standard. Una complicación innecesaria del lenguaje que sólo sirve para estirar las oraciones o hacerlas más vagas.
3) La dicción pretenciosa. Es el abuso de adjetivos para reforzar los sustantivos, el abuso de citas de autoridad o la inclusión insistente de palabras latinas, griegas o francesas.
4) Las palabras sin sentido. Son frecuentes en la crítica cultural y académica, en las que se hacen ininteligibles los niveles de abstracción, y también en el habla política. Dice en ese ítem: “El término fascismo hoy no tiene ningún significado excepto en cuanto significa ‘algo no deseable’. Las palabras democracia, socialismo, libertad, patriótico, realista, justicia tienen varios significados diferentes que no se pueden reconciliar entre sí. En el caso de una palabra como democracia, no sólo no hay una definición aceptada sino que el esfuerzo por encontrarle una choca con la oposición de todos los bandos. Se piensa casi universalmente que cuando llamamos democrático a un país lo estamos elogiando; por eso, los defensores de cualquier régimen pretenden que es una democracia y temen que tengan que dejar de usar esa palabra si se le da un significado”.
Lo que tienen todos esos ejemplos en común es lo que Orwell señala como los dos grandes pecados del lenguaje de su época: las imágenes trilladas y la falta de precisión. Eso marca el carácter de cualquier tipo de comunicación, personal o pública. Si se recurre a imágenes trilladas, el habla parece salir más de la televisión que de las tripas. Y si hay falta de precisión, es a costa del significado. Algo poco preciso significa menos que algo preciso. Dice Orwell: “Tan pronto se tocan ciertos temas, lo concreto se disuelve en lo abstracto y nadie parece capaz de emplear giros del idioma que no sean trillados; la prosa emplea menos y menos palabras elegidas a causa de su significado, y más y más expresiones unidas como las secciones de un gallinero prefabricado”.
Básicamente, ésta es la riqueza del ensayo de Orwell. La de haber detectado, muy al principio de la comunicación de masas, que el mecanismo de la repetición del lenguaje comenzaba a obturar el pensamiento de los ciudadanos. Nuestros pensamientos sobre muchas cuestiones no nos son propios. Tomamos segmentos, imágenes, pedazos de discursos que circulan a nuestro alrededor, y las completamos con nuestros pareceres. Más allá de las consecuencias políticas que esto pueda tener en uno u otro contexto histórico, el resultado seguro de esta pérdida de autonomía sobre el lenguaje y lo que éste teje, el pensamiento, es la fealdad. La belleza surge de lo genuino, no de lo costurado.
Hay seis preguntas breves que Orwell aconseja a cada periodista o escritor cuando relee lo que escribe. Son muy simples, pero sin embargo, pueden corregir un texto en un sentido: hacerlo más específico, esto es, más personal. Las preguntas son: ¿Qué intento decir? ¿Qué palabras lo expresan? ¿Qué imagen o modismo lo hace más claro? ¿Esta imagen es suficientemente nueva para producir efecto? ¿Puedo ser más breve? ¿Dije algo evitablemente feo?
Finalmente, hay dos maneras de trabajar este tipo de temas que surgieron en un momento y en una coyuntura histórica determinada. La primera, la falaz, la de baja densidad, es pretendiendo extrapolar situaciones totalmente distintas, a través de la inducción de que la escena es la misma. Bastaría con buscar ejemplos actuales de los problemas que detectó Orwell para caer en ella. La segunda, la más interesante y la que sostiene estas líneas, es limitarse a transmitir lo más fielmente posible estas ideas, que obviamente nos incumben como sujetos hablantes y políticos. Los nexos con el presente no son de pertinencia de esta nota. Sí pueden serlo, claro, y esto completa el círculo virtuoso del idioma, del propio pensamiento de los lectores.

¿ENFERMEDAD O DELITO?

Por Luis Ohman *

El ex ministro de Justicia y Derechos Humanos y actual senador de la Nación, Aníbal Fernández, llevó al encuentro de Ginebra la posición del Estado Argentino: la despenalización del consumo individual de sustancias psicoactivas, cuestión que presentó como Proyecto de despenalización en el Senado de la Nación.

Es una decisión de enorme valentía intelectual que se constituye en el punto de partida para abrir la discusión y la acción de un verdadero plan estratégico para la prevención y atención primaria en salud respecto del gravísimo problema del consumo.
Se trata de un problema de salud psicosocial, inmerso en la marginalidad y la exclusión de las capas más vulnerables –los más jóvenes– y extendida hacia otros sectores sociales. Forma parte de una profunda crisis axiológica y una patología emergente donde lo social es parte de la clínica individual, familiar y colectiva. En cambio, el tráfico y la venta son un problema penal.
Los funcionarios de la Sedronar de las últimas décadas han fracasado pues han sido el instrumento de una política del modelo del unilateralismo hegemónico y de la guerra contra las drogas, sin autonomía política, empeorando el grave problema del consumo. La locura consiste en hacer siempre lo mismo y esperar un resultado distinto. No producir un cambio de paradigma atenta contra el sentido común y es sencillamente un disparate ante tan grave problema social. La designación de Rafael Bielsa es la esperanza cierta de un cambio de paradigma que se concrete de manera eficaz en el desarrollo de las políticas públicas de promoción de la salud, prevención primaria del consumo y abuso de sustancias.
Las políticas oficiales –policiales– de lucha contra las drogas en América latina reflejadas en la penalización del consumo, la llamada guerra contra las drogas, las penas sin delito, la penalización y el castigo de la enfermedad han fracasado. Más aún, potenciaron un dispositivo de criminalización secundaria fundado en el encierro, con prácticas y saberes médicos funcionales a un modelo de conservación y perpetuación de la violencia.
Para la psiquiatría moderna –las neurociencias– no hay más sujeto individual y colectivo, sólo mediadores químicos e imágenes, y como tratamiento, medicación y encierro.
¿No hay más preguntas sobre las condiciones generadoras de la violencia, sobre el consumo, las formas de dependencia y pérdida de autonomía?
Dice M. Ponty: “Para conocer y juzgar una sociedad es preciso llegar hasta su sustancia profunda, el lazo humano del cual está hecha y que depende sin duda de las relaciones jurídicas, pero también de las formas de trabajo, de la manera de amar, de vivir y de morir”.
¿Es que al mercado no le importa un sujeto autónomo y autolegislador? No, no le importa.
Más aún, lo produce y lo construye para el mero consumo; la violencia se ha convertido en una técnica puramente racional, y el eterno retorno del discurso de la guerra, la búsqueda desesperada del enemigo que siempre es el más débil y el más vulnerable.
Todo el dispositivo de criminalización primaria fundado en la Ley 23.737 transforma a la agencia penal en un instrumento de altísima selectividad sobre los sectores juveniles más vulnerables y promueve un derecho penal selectivo.
El discurso de las políticas criminalizantes es el de la guerra contra las drogas, del que resulta la criminalización de la pobreza y el conflicto social, y el joven excluido como drogadicto –delincuente, peligroso– fundado en etiquetamientos y concepciones claramente racistas y discriminatorias.
¿Es posible entender que si la violencia juvenil es un problema de la salud pública en América latina, y si la OPS ha planteado como una prioridad en las políticas de salud el lenguaje de prevención y promoción de la salud, éstos estén ausentes y que el conflicto social que padecen millones de jóvenes excluidos tenga sólo como respuesta políticas de persecución policial y encierro?
La Ley 23.737 impone la pena de seis años de prisión a quien tenga estupefacientes, y a 15 años de aprobada la ley el consumo se incrementó, el narcotráfico corrompe policías y gobiernos, para asegurar el lavado de activos financieros que surgen del negocio del narcotráfico.
En la Argentina hace ya varias décadas el poder concentrado trafica influencias, corrompe la vida democrática construyendo poder mafioso y la representación política pierde autonomía. En tanto, en Uruguay no se penaliza la tenencia de droga para consumo personal; en Brasil se aprueba una ley que elimina la privación de la libertad para los consumidores y aumenta la persecución y el castigo para el narcotráfico.
Es decir que mientras Brasil y Uruguay diferencian en su legislación claramente entre enfermedad y delito, aquí, en la Argentina, castigamos y penalizamos la enfermedad profundizando el sentimiento de inseguridad e incertidumbre de miles de jóvenes que en tiempos de sida y exclusión circulan entre policías y jueces, sin futuro y sin destino.
Lo primero que debería decir es que el discurso oficial no acepta el fracaso de las políticas que incrementan de modo sistemático; la violencia institucional y las experiencias concentratarias promueven las tecnologías de la mano dura y la idea de la prevención general absoluta como una nueva racionalidad del fundamentalismo del mercado.
Destruido el Estado de Derecho con el terrorismo de Estado y después el Estado de Bienestar con las políticas neoliberales, el Estado, que en la Argentina era un factor de inclusión y progreso social, se transformó por el contrario en un factor de exclusión y discriminación. Se trata de tener en cuenta el primer párrafo del artículo 19 de la Constitución nacional, que consagra el más importante de los límites materiales que impone la Carta Magna a la injerencia coercitiva del Estado. Es decir: el Estado no puede establecer una moral, debe garantizar el ámbito de libertad individual y las penas no pueden caer sobre actos que son ejercicio de esa libertad individual. “De cara a los adolescentes o jóvenes con problemas de conducta, frecuentemente afectados por vivencias de exclusión y estimulados por fantasías autodestructivas, obligarlos a una terapia con el telón de fondo de la cárcel parece una tentativa más del prohibicionismo destinadas al fracaso.” (Luis Niño, Encrucijadas - UBA).
Es claro que la ley 23.737 es inconstitucional pues rompe con el principio de lesividad. El bien jurídico afectado es la “seguridad nacional” y constituye un “peligro social”, construcción ideológica paradigmática del terrorismo de Estado y del Estado autoritario que produce la idea de tutela para confiscar el conflicto y seleccionar a la víctima más débil del sistema, joven, excluido y enfermo.
La llamada guerra contra las drogas como parte de las políticas de mano dura necesita difundir el miedo y el pánico como gran argumento de las políticas de seguridad y control social. Pánico y miedo son las categorías del poder hegemónico que ha pasado de la guerra fría al frío cálculo de un nuevo fascismo para administrar y dominar el espacio urbano, la ciudad, donde funcionan sus negocios. Ante la magnitud del problema del consumo, síntoma psicosocial de tres décadas de devastación social, la emergencia es un eufemismo que encubre la catástrofe social y el drama de miles de jóvenes sin proyecto.
Propuesta:
1. Políticas keynesianas en salud, gran inversión en recursos económicos y recursos humanos.
2. No esperar la demanda, atender la necesidad.
3. Políticas de Estado de promoción, formación de la salud, prevención y asistencia.
4. Políticas en salud, con políticas sociales integradas de carácter interdisciplinario, interinstitucional e intersectorial.
5. Instalación de las políticas y los recursos humanos y económicos en el territorio, en el lugar donde anida el conflicto. Atender la necesidad: el equipo de salud psicosocial debe estar en la escuela, en el barrio, en las poblaciones precarias, en los clubes y en todo lugar donde esté planteada la necesidad de atención y prevención.
6. El cambio de paradigma de una política asistencial que siempre llega tarde a una política de atención de la necesidad con fuerte participación comunitaria y actores sociales concretos, movimientos sociales, clubes, sociedades de fomento, organizaciones barriales, ong y la escuela como un lugar central en la construcción de valores y de jóvenes liderazgos para un proceso de cambio social.
7. Concentrar el plan en trastornos y conflictos sociales combinados que se producen en un mismo espacio, fortaleciendo recursos y objetivos: drogas, violencia social e interpersonal, sobre todo en los jóvenes, armas, violencia de género, embarazos adolescentes y sexualidad en tiempos del sida, el deporte, sobre todo el fútbol, como herramienta de promoción de la salud y prevención de la violencia, políticas focalizadas en los jóvenes varones que son en un 95 por ciento los actores de delitos, violencia personal y de género, una audaz política de reparación de daño para afrontar la epidemia de consumo de “paco” en las poblaciones de jóvenes excluidos y marginales.

* Médico Psiquiatra. Egresado de la Escuela de Salud Pública. Presidente del Capítulo de Criminología y Psiquiatría de APSA.