En la causa en la que está siendo juzgado el capitán del Ejército Héctor Vergez, por cuatro desapariciones, Juan Arnold Kremer quien con el alias de "Luis Mattini", sucedio a Santucho, detalló la estructura del PRT–ERP y cómo algunas de las víctimas colaboraban secretamente con la organización.
Por Alejandra Dandan
“Es difícil esto, pero cuando apareció el secuestro clandestino y la desaparición nosotros no teníamos ningún tipo de orientación. Incluso nos basábamos en la experiencia internacional. Recuerdo que consulté con especialistas cubanos que nos dijeron que era imposible: ‘No hay Estado que pueda ocultar campos de concentración’. En ese momento creí que era así, que era una ley. Hoy con más de 75 años creo que era una opinión. Cuando la esposa de Osatinsky lo denunció desde el exterior, fue una sorpresa para noso-tros, una sorpresa real.”
En aquella época, Juan Arnold Kremer era Luis Mattini, la persona que sucedió a Roberto Santucho en la dirección del PRT. Ayer los jueces del Tribunal Oral Federal 5 le tomaron juramento en la causa por la caída de “Pancho” Javier Coccoz, el jefe del aparato de inteligencia de la organización secuestrado en mayo de 1977. Kremer intentó darle cuerpo a la figura de Coccoz, que en este expediente enlaza al resto de las víctimas. Mientras las preguntas avanzaban, buscó dar cuenta una y otra vez de los roles y la información fragmentada de contactos de una red tendida en una época con buena parte de los protagonistas perdidos, miles de tabicamiento y en medio de la debacle del partido que en ocasiones parece hacer de la reconstrucción una tarea imposible.
“¿Usted dijo que Coccoz era el jefe del aparato de inteligencia?”, preguntó la querella de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. “Coccoz no tuvo la posibilidad de asumir plenamente la jefatura sino que lo hizo de forma interina –dijo Kremer–. El tema es que en ese momento había que resolver un caso, pero no alcanzábamos a resolverlo porque las caídas se precipitaban unas tras otras y asume esa función en forma interina. Después de esa caída nunca pudimos reconstruir la jefatura.”
–¿Qué pasa con la estructura de Inteligencia después de la caída de Coccoz?
–No era más que la caída de otra serie de compañeros. Se produjo cuando se inicia la derrota total del PRT. Tapábamos agujeros, perdón por la expresión, pero salíamos a cubrir lo que él sabía, a las personas que él contactaba, pero caía otro y salíamos a cubrir los contactos de este otro, y no alcanzábamos a organizar todo, estábamos actuando en la emergencia.
La red
Coccoz fue secuestrado el 17 de mayo de 1977 y lo llevaron a Campo de Mayo. En la causa se investigan otras tres caídas asociadas: su compañera, Cristina Zamponi, secuestrada con su hijo y luego exiliada. Y el secuestro y desaparición de dos hombres del mundo de las finanzas y los negocios: Julio Gallego Soto, que integró la resistencia peronista, fue hombre de confianza de Juan Perón y a esa altura, pese a mantener contactos con un sector de los militares, estaba cerca del PRT. La otra víctima es Juan Carlos Casariego del Bel, ex funcionario del Ministerio de Economía que se opuso a la maniobra de nacionalizar la ex Italo impulsada por José Alfredo Martínez de Hoz. Casariego del Bel cayó el 15 de junio y Gallego Soto el 4 de julio. Se supone que los dos eran parte de la red del PRT. El juicio lleva como único acusado al ex capitán del Ejército Héctor Vergez, agente de Inteligencia del Batallón 601, trasladado a Buenos Aires después de dirigir el centro clandestino de La Perla para encargarse de “doblar” a Coccoz en busca de su red de contactos, según la hipótesis que sostiene la fiscalía. Los datos que enlazan a Coccoz con cada una de las víctimas son parte del dilema del juicio: son necesarios para condenar a Vergez, pero formaron parte de los secretos más guardados del PRT.
“Yo cumplí la sencilla tarea de reemplazar a Santucho como secretario general del partido –ironizó Kremer–. Muchas de las cosas que conozco tienen que ver con lo que me llegaba de los compañeros. Conocí a Coccoz brevemente. Sabía muy bien quién era, pero por mis funciones casi no tuve contacto.” Coccoz “cumplía funciones en lo que llamábamos aparato de inteligencia”. El aparato estaba dividido en dos secciones: información y operaciones. Coccoz era el jefe operativo. La información sólo se la daba a Santucho y pudo haberla compartido con Benito Urteaga. “Manejaba información delicada; ese tipo de información era tabicada, no la manejábamos todos: en la dirección colectiva nunca se informaban los detalles; lo que manejábamos colectivamente era el resultado de esa información. El ERP era tremendamente vertical”.
Sobre esos datos sensibles avanzó la audiencia. Los fiscales y querellas creen que Casariego del Bel y Gallego Soto eran parte de la estructura de informantes “conscientes o inconscientes”, como dijeron los testigos, que la organización desplegó. Tenían contactos en el campo de la economía y del aparato militar para saber qué sucedía al interior de las Fuerzas Armadas, explicó Kremer. En un momento, mencionó el Banco Central como parte de esas redes. Explicó que “en general, con ese tipo de organizaciones del aparato del Estado el vínculo primero venía por la vía sindical. Seguíamos en la organización de los sindicatos, era una fuente de información y eso nos podía llevar a otros vínculos, pero del Banco nos interesaban esas cosas que se supone que son secreto, que mantienen las maniobras económicas del gobierno: teníamos que estar al día, era información vital desde el punto de vista político”.
Habló de Julio Gallego Soto y de Alicia Eguren de Cooke, que en esta historia aparece como la persona que puso en contacto a Soto con uno de los hermanos de Santucho y así con Coccoz. “Nadie que haya conocido a esa mujer puede olvidarse de ella –dijo Kremer–. Teníamos acuerdos políticos porque ella pertenecía al peronismo revolucionario. Ella no era montonera. La frecuenté muchas veces, era una mujer muy destacada.”
Sobre el Gallego Soto dijo: “Era un militante, alguien de nuestra organización”. “Y me suena porque siempre decíamos que tal cosa lo decía el Gallego y cuando preguntaba qué Gallego me decían Soto. Tenía una función importante y es probable que haya tenido vinculación con Coccoz.”
Una de las líneas subterráneas del juicio ata el expediente al caso de Rafael Perrota, director de El Cronista Comercial. Su causa sigue en etapa de instrucción. La fiscalía siguió preguntando. En este caso, Sosti quiso saber si el PRT hizo tratativas para comprar el diario.
“Ya habíamos tenido la experiencia de El Mundo. Nosotros mismos nos criticamos y después hicimos tratativas para comprar El Cronista Comercial. Cuando se produjo el secuestro de Perrota estábamos en eso.”
–¿Cuál era la relación de Perrota con el partido?
–Lo que nosotros podíamos llamar... era simpatizante, estuvo muy interesado por la experiencia del PRT, creo que fue desaparecido por eso. Y nuestra idea con el periodismo era que él siguiera dirigiendo el diario, que no se convirtiera en un panfleto. Si La Nación, por dar un ejemplo, era el diario de la oligarquía terrateniente y Clarín, el de la industria, que él nos representara a nosotros.
–¿Era informante?
–Informante es una manera de decir. No era un informante en el sentido de que daba información, que puede ser consciente o inconsciente. Perrota era colaborador, no sólo informaba sino que daba opinión.
–¿Perrota con quién se veía?
–Eso lo manejaba el buró político. Una parte lo manejaba Susana Viau. Santucho no se podía encontrar todos los días, era muy buscado.
Fuente: Pagina/12
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