Monica Tarducci, antropologa e impulsora de los Encuentros Nacionales de Mujeres.
Por Mariana Carbajal
Mónica Tarducci es antropóloga. En 1986 fue una de las 600 mujeres que participaron del primer Encuentro Nacional de Mujeres, que se realizó en el Teatro San Martín, de la ciudad de Buenos Aires e inauguró la tradición que continúa hasta la actualidad. Desde entonces, siguió con su mirada –y espíritu– de investigadora y militante feminista cada una de las convocatorias que se repiten cada año, en el fin de semana largo de octubre. Los ENM, dice, son una experiencia única a nivel mundial, por la amplísima y diversa convocatoria, por la singularidad de su dinámica –no hay expositoras, no hay paneles de expertas– y por la experiencia transformadora que tiene para quienes participan. Entre las tantas anécdotas que atesora en su memoria, de los tantos ENM a los que concurrió, recuerda un viaje en micro al segundo Encuentro, en Córdoba, en 1987, con mujeres que habían salido desde Quilmes: “Ibamos charlando, cantado. La pasamos muy bien. De regreso, una mujer muy humilde me dice: ‘Estuve charlando con unas chicas que eran lesbianas, son iguales a cualquier mujer, a nosotras...’”. O la de aquella otra que, en Mendoza, en el 2004, le cuenta que es la primera vez que había salido del barrio en el que vivía y no para ir a un hospital. “Tres días sin los chicos”, le dijo, asombrada de su propia revelación.
Tarducci es docente e investigadora de la UBA y la Unsam. Y forma parte de la Colectiva de Antropólogas Feministas. En una entrevista de Página/12 explora los alcances de los ENM –a este de Posadas, no pudo ir–. Y también analiza por dónde anda hoy la agenda del movimiento de mujeres. “En primer lugar –afirma, sin dudar–, el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Es inadmisible que un país que tiene una ley de matrimonio igualitario y la de Identidad de Género penalice el aborto y no se respete siquiera lo que establece la ley respecto de los no punibles. Conviene recordar que el lema de la Campaña por el Derecho al Aborto es ‘Educación Sexual para decidir, Anticonceptivos para no abortar y Aborto seguro para no morir’. Recordemos también que la Iglesia Católica se opone a las tres cosas y obstaculiza sistemáticamente la ley de Educación Sexual Integral. En estos momentos es lo más urgente junto con la prevención y la protección a las mujeres víctimas de violencia”, apunta.
–¿Qué recuerda del primer Encuentro?
–En ese momento yo formaba parte del grupo feminista Mujeres en Movimiento y una de las primeras imágenes que me vienen a la mente después de tantos años es la de mí misma con un cartel que decía “Libertad a Hilda Navas de Cuestas”, una militante revolucionaria que aún, en ese año, 1986, permanecía en prisión. Recuerdo también la sorpresa que causaba en algunas mujeres el hecho de que sea un “encuentro” y no un congreso de especialistas. La metodología era participativa y horizontal, en forma de talleres, producto de la influencia que habían tenido los Encuentros Feministas Latinoamericanos y del Caribe, sobre todo el de 1985 en Bertioga, Brasil, al que habían concurrido muchas feministas argentinas.
–¿Ha ido todos los años?
–En los primeros diez o doce años a todos; en los últimos años he faltado a algunos.
–¿Existen encuentros similares en otros países?
–No existe nada parecido en el mundo. Justamente fuera del país es motivo de curiosidad y de admiración que tantas mujeres se reúnan una vez por año para hablar de los problemas que las afectan.
–¿Es un encuentro feminista?
–Es un encuentro que crearon algunas mujeres feministas y del que se apropiaron, por suerte, todas las mujeres que se sienten convocadas, la amplia mayoría pertenecientes a sectores populares. Van profesionales, militantes de partidos políticos, de derechos humanos, de grupos étnicos, activistas feministas y de organizaciones barriales, de lesbianas, entre otras. En ese sentido, es muy interesante la interacción de mujeres que vienen de distintos sectores, la posibilidad del aprendizaje mutuo. Para muchas mujeres es una oportunidad única para conocer otras ciudades y los problemas de otras mujeres que sin este encuentro no tendrían. Es común escuchar “el encuentro me dio vuelta la cabeza”, seguras de que sus vidas no serán iguales de allí en más.
–¿Cambiaron los encuentros en los últimos años? ¿Hacia dónde?
Los encuentros se han masificado, estamos hablando de más de diez mil mujeres. La intensidad de la participación también ha significado la amplitud temática de las propuestas, lo cual es muy bueno. Por otro lado, la masividad los hace atractivos para los partidos políticos que tratan de capitalizarlos, lo cual no es tan bueno. Los encuentros han sido horizontales, autónomos y autofinanciados para lograr la mayor independencia posible y deben seguir siendo así. Participar en partidos políticos es importante, pero no debemos dejar de respetar los deseos y derechos de las mujeres, escucharlas, compartir. No dejarse llevar por consignas fáciles y coyunturales que nos dividen, obstaculizan y retrasan el logro de lo que demandamos.
–La presencia de mujeres de sectores conservadores que buscan obstaculizar los debates por la despenalización del aborto, ¿qué impacto tuvo en las discusiones y en la propia dinámica de los encuentros?
–La Iglesia Católica moviliza a sus mujeres no sólo contra los derechos de las mujeres a un aborto legal, seguro y gratuito, sino también contra lo que suponen va en contra de su pensamiento, o sea todo lo que sea a favor de la emancipación humana, como ha sido históricamente, por otra parte. Interrumpen con su latiguillo retrógrado en los talleres de familia, de salud, de estudios de género –están en contra del concepto–, en los de sexualidad. Obviamente que no les interesa el diálogo ni la participación respetuosa, vienen a dejar sus consignas y ni siquiera explicitan desde qué lugar hablan. Hacen perder el tiempo y rompen la dinámica, la mayoría de las veces de manera patética, como cuando intentan participar en los talleres de “Estrategias para la legalización del aborto” y se irritan cuando se les dice que esos talleres no son para discutir a favor o en contra, sino para quienes ya están luchando por la despenalización y la legalización. Han llegado a hacer encuentros paralelos como en San Juan en 1997. Sin embargo, la necesidad de despenalizar el aborto ha estado presente cada vez con mayor fuerza, sobre todo en Rosario 2003, a partir de la cual se creó la Campaña por el Derecho al Aborto. Miles de mujeres con sus pañuelos verdes son una fuerza imparable.
Fuente: Pagina/12
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