viernes, 14 de diciembre de 2012

GATUBELA EN PARQUE LEZAMA

Por Hernán Firpo

Desde 2008 rescata gatos de la calle para darlos en adopción. Ya entregó 500 y lo hace por “un sentimiento que se llama piedad”.
 
Gatúbela cambió Ciudad Gótica por Parque Lezama, abandonó su interés hacia Batman y se dedica a entregar en adopción a todos los gatos que están en la manzana despareja y arbolada que persiste en San Telmo: Defensa, Brasil, Paseo Colón, Martín García. La fundación gatuna, según Sofía Oguic, “gatera” o como se le diga a la clase de persona que tiene el corazón contento y valiente y sin agujeritos y es capaz de zarandearse ante un animal abandonado. Respeto. Sobre todo nosotros que, rápidos de reflejos, acostumbramos confundir desamparo con paisaje, y seguimos de largo.
Urge aclarar que la charla es con una amante de los gatos. Del animal, del felino de extraordinaria agilidad. “Hoy día el gato es un animal y también se le dice así a una prostituta sofisticada – comenta –. Hay quienes asocian a los gatos con las brujas y supongo que de ahí debe venir esta construcción mediática enraizada en la seducción y el celo. Lamentablemente el gato siempre tuvo varias desgracias en su imaginario. Algunas culturas que lo exaltan y otras lo dejan de lado. En la Biblia, por caso, el gato aparece una sola vez y la connotación es negativa”.
No se pude hablar del gato soslayando el doble sentido, acepta Sofía. Es una derrota del felino a manos de la farándula y, sin embargo, los muchachos de Greenpeace, como si nada. “Igual – dice – el gato de la televisión no tiene nada que ver con el instinto del animal. Se mueven en escenarios mucho más ladinos y calculados. Yo integro Gatos en Adopción desde 2008, somos tres personas y solamente con una página en Facebook logramos ubicar muchísimos animalitos en casas. El trabajo de campo es así: como yo me muevo en la zona del Lezama, todos los días paso por el parque. Diez años atrás había muchísimos gatos, según un censo que hicimos nosotros mismos. El Lezama no está cercado y eso lo vuelve un territorio óptimo para deshacerse de las crías”.
De Sofía nos interesa un corazón que rebalsa y su mimesis gatuna que –¡otra vez hay que aclarar!– nada tiene que ver con el universo de Luis Ventura, sino con cierto espíritu de emulación. Sofía, como Félix, es solitaria, afectuosa, independiente. ¿Habrá que interponer una cautelar? “No sé, pero el animal gato es anterior a... ( perdón Sofía, no nos dejan poner nombres propios ). Bueno, ¿en qué andaba? Ah: si mientras estás trabajando en tu oficina escuchás llorar a un gatito bebé, ¿qué hacés? “Vos no sé, a mí me sale buscarle un lugar, llevarlo a casa o cuidarlo y darle de comer mientras trato de encontrarle dueño. A los gatitos abandonados les sacamos fotos que subimos a la página. En todos estos años entregamos alrededor de 500. ¡¿Podés creerlo?! A mí me mueve un sentimiento que se llama piedad. ¿Viste que con el gato uno pasa de largo? No es lo mismo que con el perro. El perro es socialmente más prestigioso!” ¿Los gatos de Intrusos no tienen gatitos para no ser redundantes? “¿Me preguntás a mí? No sé, puede ser. Prefieren a los caniche toy y esa clase de mascota que si te fijás bien, son perros con tremendo tamaño gatuno. El gato abandonado – ahora volvimos al Parque Lezama – recupera la desconfianza muy rápido. Son animales muy agredidos por los perros y los seres humanos. Si les tirás una piedra y al rato les ofrecés faisán, no va a venir a vos. En estos momentos quedan poquitos gatos estables en el parque. Hicimos un buen trabajo. Por el lado de la calle Defensa hay uno que es igual a Garfield y se encuentra en estado de socialización porque yo le doy pechuga de pollo todos los días. Primero se la tiré a tres metros, después a dos y hace un par de meses que le doy de comer en la boca. El gato no es doméstico. Borges decía que el gato se creó para que el hombre supiera lo que era acariciar a un tigre. El viernes encontramos a Amancio. Lo llamás y viene enseguida. Para mí que se perdió. Vení, vamos a buscarlo y le damos un poco de queso. Le puse Amancio porque bautizamos a tantos gatos que se nos está acabando el repertorio”.
Amancio, lindo nombre para hijo de Vicentico o de Natalia Oreiro. “Mmmm, a mí me da más de Natalia Oreiro... El gato es muy buen compañero de actividades intelectuales, ¿sabías? Es un animal que respeta tus tiempos. Yo me siento en la computadora y ellos entienden que ese es su momento de contacto conmigo. El gato no te interrumpe cuando lees y por eso hay tantos escritores que tiene gatos como mascotas”.
Scott Fitzgerald tuvo uno llamado Chopin. Poe asoció los gatos al pánico y el gordo Osvaldo Soriano decía que un escritor sin gato era un ciego sin lazarillo. Entonces cómo olvidar esa tarde en que fuiste al Botánico mish, mish, te llevaste un gato gordo, le pusiste Dumas y como la inspiración no llegaba, a la semana tiraste el borrador a la basura y devolviste a Dumas al Botánico.
“Miralo a Amancio, ¿no es hermosísimo? Yo me encontré llorando indeciblemente a una gata. Micaela era idéntica a mi primera mascotita. Cuando se murió me di cuenta de que la vida es incoherente: de pronto salvás a siete gatitos en una semana, y se te muere el tuyo. Paradójico, muy paradójico”.
 
Fuente: Clarin

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