Durante 2012, Noam Titelman fue uno de los líderes más lúcidos de las movilizaciones estudiantiles en Chile a favor de una educación pública gratuita y con mayor acceso para los sectores desfavorecidos. El mes pasado, fue condecorado junto con Camila Vallejo (líder en la Universidad de Chile), en nombre del movimiento estudiantil, con el Premio de Derechos Humanos Letelier-Moffit, que da el Instituto de Estudios Políticos, de Washington DC, Estados Unidos.
Su movimiento estudiantil, Nueva Acción Universitaria (NAU!), acaba de ganar el último jueves las elecciones para el Consejo Superior y la Dirección de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (Feuc) con más del 53%.
Titelman fue elegido en noviembre del año pasado con casi la misma proporción, más del 52% de los votos, a la presidencia de la FEUC. Asumía el reto de reemplazar a Giorgio Jackson, uno de los que movilizaron los miles de alumnos a las 40 marchas contra el gobierno de Sebastián Piñera y el sistema elitista que impera en las universidades de su país desde que Augusto Pinochet, cuatro días antes de dejar el poder en 1988, impusiera la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza.
Noam Titelman Nassau nació en Israel, el 13 de abril de 1987. Sus padres, Eduardo Titelman y Daniela Nassau, chilenos ambos, estudiaban en Estados Unidos cuando devino el golpe militar en 1973 a Salvador Allende. No volvieron. Recalaron en Francia y luego en el Cercano Oriente. En 1996, a los nueve años del pequeño Noam, regresaron a Chile. Sus abuelos también habían escapado del totalitarismo. “Mis abuelos vienen del Este de Europa. A los 16 años mi abuela Marianne escapó de Alemania, se fue a Inglaterra, donde trabajó de nana y luego llegó a Chile, que era como un refugio”, dijo Titelman a la revista chilena Paula hace un año. “Me preocupa esa tendencia a aplastar a los distintos, me importa la discriminación. Por eso me interesa la causa mapuche. No entiendo que en los colegios se hable de la ‘pacificación de La Araucanía’, deberían hablar de genocidio.”
En la Universidad Católica (UC), Titelman estudia dos carreras, Letras Hispánicas e Ingeniería Comercial. En 2005, se graduó del bachillerato en Ciencias Sociales con Matrícula de Honor. Luego, fue voluntario en la Escuela Popular Paulo Freire, en Santiago. “Yo daba clases de Matemáticas. Era un auditorio gigante, pero había gente en las escaleras, en las mesas, donde fuera, para recibir un poquito de conocimiento. Y, la verdad, era terrible” testimonió. “Había cabros más mateos y probablemente más inteligentes que yo y sabía que la mayoría, por mucho que se esforzara, no iba a entrar a la universidad. Ahí sentí que estaba tapando el sol con un dedo y nació mi necesidad de hacer cambios estructurales. Ya no bastaba: había que pasar de la ayuda a la justicia.”
2011 fue el año de la transformación de las luchas universitarias, y allí estuvo Noam. En la capital chilena, las primeras movilizaciones fueron convocadas para el 28 de abril y 12 de mayo por la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), un organismo que agrupa a las universidades conocidas como las “tradicionales”, que son estaduales. El reclamo pasaba por el financiamiento, retrasos en la entrega de becas y problemas con la Tarjeta Nacional Estudiantil. El crecimiento político de Titelman fue tan intenso como el fuego de los estudiantes luchando en las calles por la educación y soportando la dura represión de los carabineros. Se presentó como candidato a presidir el Centro de Estudiantes de Letras y ganó. Acto seguido, fue electo por el pleno de la federación como delegado de la Confech. El 9 de noviembre de 2011, fue electo presidente de la FEUC, representando a la NAU!, que se ocupa de desmarcarse de los intentos de cooptación de la Concertación, cada vez que el partido de Michelle Bachelet se anota los porotos de sus logros.
Francisco Gallego, profesor que Titelman tuvo en Microeconomía y en la materia Evaluación de Políticas Sociales, lo definió como un alumno “extremadamente brillante”. “Allende decía que ser dirigente y mal estudiante es fácil, pero ser dirigente y buen estudiante es mucho mejor. Porque un profesor podrá estar en desacuerdo, pero igual te tiene que respetar.”
El problema de la educación chilena pasa, en parte, por el financiamiento. Noam es uno de los voceros más preclaros del movimiento estudiantil al respecto. Ante la presión sostenida de los universitarios, el gobierno de Piñera esbozó un reforma tributaria, que sigue pareciendo gatopardista (aquello de que algo cambie para no cambie nada sustancial). “Éste es un proyecto que claramente beneficia a los más ricos del país”, dijo Titelman en agosto a la revista chilena The Clinic. Una “crítica importante –siguió– tiene relación con las deducciones tributarias por gasto en educación. Esto es realmente una medida nefasta, porque implica darle un subsidio a los establecimientos particulares pagados y a los subvencionados con copago. El primer incentivo para estos establecimientos es subir el precio de las mensualidades, porque el Estado con este proyecto le está diciendo que no importa que suba el precio porque ellos después lo deducen como tributo. Entonces, todos los chilenos vamos a estar pagando para que sea aún más cara nuestra educación.”
El premio que Noam Titelman recibió en Washington DC junto a Camila Vallejos lleva el nombre de Orlando Letelier y Ronni Karpen Moffitt, ex canciller del gobierno socialista de Allende y su secretaria, muertos en las calles de la capital estadounidense en septiembre de 1976 por agentes de la policía secreta chilena y mercenarios anticastristas. Uno de los valuartes intelectuales de Titelman es que tiene una lectura preclara acerca de su lugar en la historia política de Chile y su “misión” generacional. “Nos acostumbramos a la felicidad en la medida de lo posible, a ser recatados, a que un sector pidiera 10, otro ofreciera 0 y se pusieran de acuerdo en 2. Estábamos adormecidos, pensábamos que no había alternativa. Hubo una generación del temor después de la dictadura”, dijo a Paula.
En Washington participó con Vallejo en una entrevista con Amy Goodman, la periodista y autora de The Silenced Majority(2012), en la que intervino también Naomi Klein, autora de la Doctrina del Shock. “¿Cómo piensas que tú, Noam Titelman, has cambiado la sociedad en Chile?”, le preguntó Goodman. Noam entendió el sesgo individualista del paisaje ideológico con que se piensa –incluso en el progresismo– en América, y contestó:“Creo que las nuevas luchas, todas las luchas sociales hoy día, están definidas por dos cosas. Una, la muy fuerte presencia de los medios. La mayoría de las batallas tienen lugar a través de los medios; y lo cierto es que en gran medida éstos intentan poner palos en la rueda puesto que son propiedad de la misma gente que quiere mantener las cosas como están. Lo segundo, es que estamos luchando para cambiar el sentido común. Era usual para el sentido común de muchos que tuvieras que pagar tú mismo por tu educación, que tuvieras que pagar tú mismo por la salud. Y creo que lo más que hemos logrado es desnaturalizar estas presunciones. La educación gratuita no es tan exorbitante ni rara. Sucede en muchos países del mundo. En este sentido, las movilizaciones fueron una gran posibilidad, porque hemos podido traducir un mensaje que le hizo sentido a muchas gente. Además, otro ejemplo: empezamos hablando de deuda. Y la deuda no es algo que afecte sólo a los estudiantes; afecta a familias enteras y a personas que sentían que su vida transcurría como una especie de esclavitud hacia sus tarjetas de crédito”.
Los estudiantes chilenos forman parte de una generación que al parecer no va a dejar de luchar por sus ideales. Noam Titelman ha probado ser un gran líder, con cintura negociadora y al mismo tiempo una aguerrida capacidad para defender una lucha colectiva. Esta vez, sin armas.
Fuente: Miradas al Sur
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