La próxima reunión de la Cumbre de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) y la Unión Europea (UE) trae interesantes novedades en el mapa geopolítico de los intereses continentales e intercontinentales entre los dos bloques. Además, pone de manifiesto el interés de los europeos en Latinoamérica. Tomando en cuenta la profunda crisis en la que se encuentra Europa, los recursos latinoamericanos resultan esenciales a la hora de producir una estrategia global de superación de la crisis. En concreto, el viejo continente busca socios estratégicos que lo ayuden a rectificar el camino hacia el crecimiento económico.
Pues si bien la crisis parte del capital financiero norteamericano, ya ha sido ampliamente contagiada al otro lado del Atlántico. Esta situación, que tiene en vilo al mayor experimento federalista del mundo (la UE), que conlleva la baja en el consumo, despidos masivos de trabajadores (26 millones de desempleados actualmente), precarización laboral por medio de la llamada flexibilización, entre otros efectos ya conocidos en nuestra región, ha provocado un no pago de los créditos y una quiebra de las pequeñas y medianas empresas, las cuales mantienen el empleo. Esta catastrófica situación que se vive en Europa hace importante el reforzamiento de las relaciones con las naciones al sur del Río Bravo, agrupadas hoy en día en la Celac.
Al sur. La Celac nació como la instancia institucional de concreción de uno de los más antiguos sueños de nuestra América: la unidad en la diversidad para la independencia y la soberanía de nuestros pueblos. Simón Bolívar, San Martín, José Martí, son sólo algunos de los grandes próceres que ya en el siglo XIX pensaban que, dada la asimetría con el norte industrial, sólo por medio de la unidad los países latinoamericanos podrían detentar su independencia.
En febrero de 2010 se da el primer paso en la constitución de la institucionalidad de la Patria Grande: firma de acuerdos energéticos que racionalicen en beneficio de los pueblos los recursos naturales del continente. Es así como la Celac se presenta como un “club de clubes”, que recoge en su interior a otras instancias de unión (Unasur, Mercosur, Alba, Petrocaribe) principalmente por medio del hecho revolucionario de generar una institucionalidad internacional sin Estados Unidos. Salir de la tutela de Washington es ya un acto de independencia. Sin embargo, con esto no alcanza. Es por esto que la Cumbre de jefas y jefes de Estado de 2013 en Santiago de Chile es fundamental, pues las reglas del juego entre los Estados latinoamericanos aún están por determinarse. Por ejemplo, en el borrador del 26 de abril de 2011 en el que se acuerda el marco de acción institucional, se define que una vez traspasada la presidencia pro témpore en 2013 se definirá el tiempo preciso de mandato. Esto nos da una idea de lo incipiente en que se encuentra el proceso de unión latinoamericano. Pero de la potencia a la que avanza.
Sin embargo, y pese al prometedor marco de unión Latinoamericano creado en el último tiempo, Estados Unidos no se ha quedado tranquilo. Es claro que los gobiernos hacen lo que pueden dado el marco político de alianzas en el que se encuentren. El actual proceso de integración tiene múltiples variables posibles de analizar en cada contexto: desde el ascenso del movimiento revolucionario en Venezuela, pasando por el indigenismo boliviano y por los procesos de transformación en Ecuador, Argentina y Brasil, la gama de situaciones que encontramos ha enfrentado la resistencia norteamericana.
Derrotado el Alca en 2005, se dio un giro en la política norteamericana hacia el continente. Con la OEA conducida por el socialista chileno José Miguel Insulsa y derrotado el candidato norteamericano, esta institución, que pretendía ser el caballo de Troya en la “unión Americana”, ha quedado en el anacronismo paulatinamente, al igual que el Tiar (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, un acuerdo militar delineado en el Pentágono norteamericano). Pero son justamente estas derrotas, sumadas a un cuadro de resistencia por parte de los gobiernos de la región, lo que convenció a la administración estadounidense de que era necesario innovar en los mecanismos de “cooperación” norte - sur. Primero fueron los Tratados de Libre Comercio (TLC) firmados con México, Chile, Perú y, recientemente, con Colombia. Después, el apoyo explícito hacia instituciones como el Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés), el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) o la Alianza del Pacífico, grupo integrado por Chile, Perú, Colombia y México. Lo esencial de todos estos acuerdos es que promueven el libre flujo de capitales entre el norte y el sur, sin tomar en cuenta las enormes asimetrías en las economías de cada región y país.
Poder blando-poder duro. El llamado “soft power” (poder blando) no es el único mecanismo usado en la actualidad para mejorar la influencia de Estados Unidos en la región. El “hard power” (poder duro) también está presente, por medio de la reactivación de la IV Flota, con sede en Miami. O la inauguración de nuevas bases militares, etiquetadas eufemísticamente como “sitios de operaciones avanzadas”, en Colombia, Chile y Paraguay. Escudados por la cantinela de la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y la ayuda humanitaria contra los desastres naturales, los militares estadounidenses destacados en América latina imponen la agenda de seguridad hemisférica.
Agenda de actividades. La actual cumbre tiene ciertos antecedentes que son dignos de mención. Articulada en una reunión en Caracas a fines de 2011 entre los cancilleres de Venezuela, Cuba y Chile, pospuso el traspaso de la presidencia pro témpore desde Santiago a la Habana al 2013. Inicialmente, los cubanos debían recibir la presidencia en 2012. Sin embargo, en aquella reunión en que se destacaron los esfuerzos de unidad entre gobiernos de marcada distancia ideológica, se consensuó el traspaso para enero de este año debido a la reunión conjunta que se mantendrá con las naciones europeas. Y es que, formalmente, la reunión Celac-UE se llevará a cabo entre el 26 y el 27 de enero, mientras que el plenario de la Celac como institución individual se realizará los dos días siguientes, es decir, entre el 27 y el 28. Igualmente, otras cumbres paralelas se llevan a cabo: el 10 de enero se realizó la I Cumbre judicial Celac-UE en la ex sede del Congreso Nacional chileno.
Y de forma casi paralela a la cumbre principal, se realizará los días 25 y 26 de enero la Cumbre Empresarial en el Centro de Convenciones del Hotel W Santiago. Para el cierre de esta cumbre empresarial está previsto que hablen los presidentes de México, Enrique Peña Nieto; de Colombia, Juan Manuel Santos, y posiblemente los de Brasil y Perú, Dilma Roussef y Ollanta Humala. Desde Europa, hablarán Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo y ex primer ministro belga, y José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea y ex primer ministro de Portugal. Teniendo en cuenta que la UE es el primer inversionista directo en la región, el primer cooperante y el segundo socio comercial, los intereses empresariales en juego son significativos. Algunas empresas con auspiciantes son Antofagasta Minerals, Banco Santander, Concha y Toro, GDF Suez, Movistar, Sigdo Koppers y Ultramar.
Desde 2006 que se vienen articulando cumbres de empresarios latinoamericanos y europeos. Si pensamos que al 2009, la UE tenía un stock de 312.000 millones de euros invertidos en la región como Inversión Extranjera Directa (IED), la imbricación capitalista en la región debe ser analizada con atención. Sin embargo, hay que matizar estos datos. La gran mayoría de las inversiones europeas en la región las concentran tres países, Inglaterra, Francia y España, siendo el principal objetivo de sus inversiones Argentina, Brasil y Chile. A pesar de esto, las IED invertidas en la región son casi del mismo volumen que las invertidas en Estados Unidos, superando a las inversiones colocadas en Asia. Las principales áreas de colocación en la región se concentran en servicios, telecomunicaciones, infraestructura y energía y son realizadas por transnacionales a través de Fusiones y Adquisiciones (M&A’s) que no crean nuevas empresas. Estos datos, que sólo nos permiten hacer un mapeo general de los intereses en juego, nos da una idea de la importancia de América latina para una UE convulsionada por una profunda crisis económica de carácter financiero, que por cuarto año tiene sumido en una recesión al bloque europeo.
Fuente: Miradas al Sur
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