Luego de la reunión cumbre de la Celac en Chile, la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe analiza las claves de la región y su incidencia en un mundo en crisis.
En un mundo que se desploma y no logra ver la salida a una crisis que lleva casi un lustro, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) encendió una luz de esperanza para los países centrales al publicar en su reciente evaluación que la economía de América latina tiene por delante un futuro más que promisorio en materia económica y social. A pesar de ello, el augurio positivo y las expectativas de las grandes economías, algunos sectores políticos y financieros dentro de estas naciones ven en los informes de este organismo de Naciones Unidas un compendio de buenas intenciones al gusto de los gobiernos populistas que encabezan la recuperación regional. La secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, contradice a los agoreros criollos y descifra para Miradas al Sur las claves de este crecimiento que tanto llama la atención en el exterior al punto de lograr que los principales líderes de la unión Europea salten el Atlántico y crucen los Andes para buscar ayuda y mercados que les den aire a sus penurias.
–El último informe de la Cepal brindó una perspectiva bastante optimista para Latinoamérica en general. Sin embargo, es cuestionado por organismos privados dentro de estos países como, por ejemplo, la Argentina. ¿En qué se afianza esta certeza de la Cepal con esos indicadores?
–Yo no diría optimismo. Lo que nosotros decimos es que la región venía creciendo a más o menos 5,7% en 2010; que en 2011, este crecimiento se desacelera; que en 2012 se sigue desacelerando y llegamos a un nivel de 3,1%. Creemos que en 2013 vuelve a repuntar, sin avanzar más allá del 4%. No es que seamos optimistas, decimos que nuestra región estaba creciendo a altos niveles promedio, se desacelera, pero mucho menos que los países desarrollados. Eso sí. Nuestra región crece en 2012 un 3,1%, mientras que la Unión Europea cae un 0,5%. Entonces, todo es relativo: en relación a Europa, nos está yendo mejor; en relación a Asia-Pacífico, no. Porque China sigue creciendo, el año pasado cerró con 7,7%, y quizás este año con 8. Sigue siendo una economía dinámica. El crecimiento de América latina se debe a dos factores muy importantes. Uno es que hay más inversión. Eso sigue siendo un motivo de gran optimismo. Esta región está subiendo sus porcentajes de inversión. La región debe andar ya en un 22,5% del PIB de inversión. Creo que son cuatro o cinco puntos más que hace tres o cuatro años. E inversión significa ahorro, significa formación bruta de capital fijo y significa, sobre todo, el puente entre el corto y el mediano plazo. Siempre la inversión había sido la variable de ajuste en las crisis. En esta oportunidad, los países de América latina tomaron medidas anticíclicas, poniéndole mucho énfasis a la inversión. Sobre todo en la construcción, en la infraestructura, que genera empleo. No estamos todavía en los niveles óptimos, francamente esta región debería estar invirtiendo alrededor del 27% del PIB, mínimo. Asia invierte más del 45% y Europa más del 35%, o sea que estamos todavía muy por debajo. La segunda cuestión que yo creo que es importante relevar, es que hay más empleo. Nuestra región tiene un desempleo de 6,4%, España del 26%. Hemos conservado empleo, pero precario. Necesitamos avanzar en productividad, somos todavía una región poco productiva. No somos totalmente optimistas, no somos pesimistas, pero estamos en la línea.
–De acuerdo con este análisis, ¿en qué se avanzó?
–Aprendimos lecciones macroeconómicas muy importantes y que hay que tomar ciertas decisiones macros para fortalecer el desarrollo interno. Brasil, el año pasado hizo cambios estructurales muy importantes en sus tasas de interés, en su tasa de cambio, en su tasa de inversiones. Quizás en una primera etapa esto se ve como una caída del crecimiento, pero yo estoy segura de que Brasil este año va a repuntar de una forma impresionante, porque está dotando de grandes inversiones a puertos, aeropuertos, infraestructura. Hay un dinamismo que viene. El tercer elemento positivo para algunas economías fueron los buenos precios de los commodities. Con cierta volatilidad en los últimos tiempos, pero no cabe duda de que China dictará dinamismo a la producción de soja, de alimentos, de minerales, de metales. Una de las grandes tareas de América latina es el cierre de brechas estructurales, entre la pequeña, la mediana empresa y la gran empresa. Es una misión sine qua non y creo que es la labor siguiente, la de lograr que ese mundo de la pequeña y la mediana empresa, que solamente contribuye al 6% de las exportaciones totales, y que tiene una productividad muy baja en relación con las grandes empresas, debe cambiar ese cosmos de las pequeñas y medianas empresas, y articularlo en cadenas de valor, que generen más empleo. Son las empresas que crean más del 60% del trabajo, pero de carácter informal.
–Mencionó a Brasil y a Argentina, que en el Cono Sur aparecen como potencias económicas más emergentes. Precisamente, en ambas naciones se aplicaron políticas desde el Estado, incluso para fomentar inversiones, desarrollo, el cambio de la estructura económica del país, pero también para achicar las desigualdades en la población. ¿Cuánto tuvo de importancia esta decisión política de fortalecer nuevamente al Estado después de todo lo que pasó en los años ’90?
–Para mí, es esencial. Y las cifras así lo muestran. Dos de los países que más avanzaron en achicar la brecha de desigualdades son Brasil y la Argentina. Brasil sacó de la pobreza a 40 millones de personas. En la Argentina cayeron varias décimas en su coeficiente de Gini. Y la verdad que esa disminución de la pobreza es muy importante, porque esa gente que sale de la carencia, es la que necesita bienes y servicios, línea blanca (cocinas, lavarropas, heladeras, etc.), la que se bancariza. De maneras distintas, con economías diferentes, distinto tamaño y con una estructura interna diferente, ambos países aplicaron estímulos de carácter fiscal, social y laboral que protegieron el empleo y el salario mínimo. Ese es uno de los temas más importantes, que puede ser uno de los grandes blindajes en la crisis. Prácticamente todos los países de América latina aplicaron incentivos fiscales, laborales. Posiblemente, México fue el que menos estímulos aplicó en la parte económica, pero sí en la del trabajo, protegiendo empleo, negociando con empresas. Argentina utilizó muchos de esos instrumentos, y fue muy positivo. Pero la crisis es larga, es difícil. Por lo tanto, habrá que ver cómo viene 2013. Creo que para la Argentina y Brasil va a venir mucho mejor. México dependerá de cómo le vaya a Estados Unidos. En el resto de la región hay algunos países a los que les va a ir muy bien, como Panamá, Paraguay o Perú. Lo que más nos debe preocupar hoy por hoy es el Caribe. Lo veo muy vulnerable, con un déficit fiscal importante, con una deuda interna muy alta. Entonces, creo que nos debemos colocar detrás del Caribe todos en este nuevo ambiente de Celac.
–Acaba de terminar la primera cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños con la Unión Europea en Santiago de Chile. Algunos plantean que los europeos vinieron a buscar ayuda financiera, porque toda la región se presenta como un monobloque, fuerte, sin la presencia ni de Estados Unidos ni de Canadá, con la toma de decisiones políticas independientes, y con una fortaleza en su crecimiento económico, mientras la economía de la eurozona se pone más al rojo. ¿Cómo equilibrar mantener el mercado con la ayuda a los países del Caribe?
–Hay varias cosas para hacer. Esta región tiene mucho espacio para avanzar en el comercio interregional, para volverse más dinámico, para internacionalizar nuestras propias pymes. Participé en el foro empresarial sobre este tema, sé que a Europa le interesa internacionalizar a las suyas, pero nosotros tenemos una tarea pendiente: primero vamos a internacionalizar las nuestras. Y lo que se está consiguiendo aquí es más simetría en el diálogo, y ojalá en los acuerdos. Europa efectivamente está en una situación difícil, pero va a salir adelante. La Unión Europea tiene fortaleza, tiene espaldas, tiene recursos y posee activos. Opino que si sale de esta crisis, va a salir fortalecida, si sale con una unión monetaria y con una unión fiscal, sin dudas. Entonces, eso no quiere decir que América latina pueda ser la solución. Lo que si podemos es generar una asociación estratégica más equilibrada. Es decir, la inversión de Europa que vino a América latina, históricamente, lo hizo con mayor transferencia tecnológica, con prácticas laborales también interesantes, y con inversiones de planta. Eso es lo que hay que buscar, que vengan a invertir a América latina, pero que inviertan y se unan a las estrategias nuestras. Es decir, si nuestras estrategias están por el lado de la reindustrialización y de la política industrial, de producir más y mejor, pero siempre con mayores empleos de calidad y no a costa del empleo barato o flexibilización laboral. El otro gran tema es la innovación. Europa tiene todavía un deber pendiente con nosotros, en la transferencia tecnológica. Ellos tienen las mayores patentes de medio ambiente en el mundo, y nosotros tenemos grandes necesidades en el tema ambiental. Por ejemplo: la energía solar, agua, saneamiento. Estoy segura que hay oportunidades fantásticas para coinvertir. “Coinvertir” es la palabra.
–El último informe de la Cepal brindó una perspectiva bastante optimista para Latinoamérica en general. Sin embargo, es cuestionado por organismos privados dentro de estos países como, por ejemplo, la Argentina. ¿En qué se afianza esta certeza de la Cepal con esos indicadores?
–Yo no diría optimismo. Lo que nosotros decimos es que la región venía creciendo a más o menos 5,7% en 2010; que en 2011, este crecimiento se desacelera; que en 2012 se sigue desacelerando y llegamos a un nivel de 3,1%. Creemos que en 2013 vuelve a repuntar, sin avanzar más allá del 4%. No es que seamos optimistas, decimos que nuestra región estaba creciendo a altos niveles promedio, se desacelera, pero mucho menos que los países desarrollados. Eso sí. Nuestra región crece en 2012 un 3,1%, mientras que la Unión Europea cae un 0,5%. Entonces, todo es relativo: en relación a Europa, nos está yendo mejor; en relación a Asia-Pacífico, no. Porque China sigue creciendo, el año pasado cerró con 7,7%, y quizás este año con 8. Sigue siendo una economía dinámica. El crecimiento de América latina se debe a dos factores muy importantes. Uno es que hay más inversión. Eso sigue siendo un motivo de gran optimismo. Esta región está subiendo sus porcentajes de inversión. La región debe andar ya en un 22,5% del PIB de inversión. Creo que son cuatro o cinco puntos más que hace tres o cuatro años. E inversión significa ahorro, significa formación bruta de capital fijo y significa, sobre todo, el puente entre el corto y el mediano plazo. Siempre la inversión había sido la variable de ajuste en las crisis. En esta oportunidad, los países de América latina tomaron medidas anticíclicas, poniéndole mucho énfasis a la inversión. Sobre todo en la construcción, en la infraestructura, que genera empleo. No estamos todavía en los niveles óptimos, francamente esta región debería estar invirtiendo alrededor del 27% del PIB, mínimo. Asia invierte más del 45% y Europa más del 35%, o sea que estamos todavía muy por debajo. La segunda cuestión que yo creo que es importante relevar, es que hay más empleo. Nuestra región tiene un desempleo de 6,4%, España del 26%. Hemos conservado empleo, pero precario. Necesitamos avanzar en productividad, somos todavía una región poco productiva. No somos totalmente optimistas, no somos pesimistas, pero estamos en la línea.
–De acuerdo con este análisis, ¿en qué se avanzó?
–Aprendimos lecciones macroeconómicas muy importantes y que hay que tomar ciertas decisiones macros para fortalecer el desarrollo interno. Brasil, el año pasado hizo cambios estructurales muy importantes en sus tasas de interés, en su tasa de cambio, en su tasa de inversiones. Quizás en una primera etapa esto se ve como una caída del crecimiento, pero yo estoy segura de que Brasil este año va a repuntar de una forma impresionante, porque está dotando de grandes inversiones a puertos, aeropuertos, infraestructura. Hay un dinamismo que viene. El tercer elemento positivo para algunas economías fueron los buenos precios de los commodities. Con cierta volatilidad en los últimos tiempos, pero no cabe duda de que China dictará dinamismo a la producción de soja, de alimentos, de minerales, de metales. Una de las grandes tareas de América latina es el cierre de brechas estructurales, entre la pequeña, la mediana empresa y la gran empresa. Es una misión sine qua non y creo que es la labor siguiente, la de lograr que ese mundo de la pequeña y la mediana empresa, que solamente contribuye al 6% de las exportaciones totales, y que tiene una productividad muy baja en relación con las grandes empresas, debe cambiar ese cosmos de las pequeñas y medianas empresas, y articularlo en cadenas de valor, que generen más empleo. Son las empresas que crean más del 60% del trabajo, pero de carácter informal.
–Mencionó a Brasil y a Argentina, que en el Cono Sur aparecen como potencias económicas más emergentes. Precisamente, en ambas naciones se aplicaron políticas desde el Estado, incluso para fomentar inversiones, desarrollo, el cambio de la estructura económica del país, pero también para achicar las desigualdades en la población. ¿Cuánto tuvo de importancia esta decisión política de fortalecer nuevamente al Estado después de todo lo que pasó en los años ’90?
–Para mí, es esencial. Y las cifras así lo muestran. Dos de los países que más avanzaron en achicar la brecha de desigualdades son Brasil y la Argentina. Brasil sacó de la pobreza a 40 millones de personas. En la Argentina cayeron varias décimas en su coeficiente de Gini. Y la verdad que esa disminución de la pobreza es muy importante, porque esa gente que sale de la carencia, es la que necesita bienes y servicios, línea blanca (cocinas, lavarropas, heladeras, etc.), la que se bancariza. De maneras distintas, con economías diferentes, distinto tamaño y con una estructura interna diferente, ambos países aplicaron estímulos de carácter fiscal, social y laboral que protegieron el empleo y el salario mínimo. Ese es uno de los temas más importantes, que puede ser uno de los grandes blindajes en la crisis. Prácticamente todos los países de América latina aplicaron incentivos fiscales, laborales. Posiblemente, México fue el que menos estímulos aplicó en la parte económica, pero sí en la del trabajo, protegiendo empleo, negociando con empresas. Argentina utilizó muchos de esos instrumentos, y fue muy positivo. Pero la crisis es larga, es difícil. Por lo tanto, habrá que ver cómo viene 2013. Creo que para la Argentina y Brasil va a venir mucho mejor. México dependerá de cómo le vaya a Estados Unidos. En el resto de la región hay algunos países a los que les va a ir muy bien, como Panamá, Paraguay o Perú. Lo que más nos debe preocupar hoy por hoy es el Caribe. Lo veo muy vulnerable, con un déficit fiscal importante, con una deuda interna muy alta. Entonces, creo que nos debemos colocar detrás del Caribe todos en este nuevo ambiente de Celac.
–Acaba de terminar la primera cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños con la Unión Europea en Santiago de Chile. Algunos plantean que los europeos vinieron a buscar ayuda financiera, porque toda la región se presenta como un monobloque, fuerte, sin la presencia ni de Estados Unidos ni de Canadá, con la toma de decisiones políticas independientes, y con una fortaleza en su crecimiento económico, mientras la economía de la eurozona se pone más al rojo. ¿Cómo equilibrar mantener el mercado con la ayuda a los países del Caribe?
–Hay varias cosas para hacer. Esta región tiene mucho espacio para avanzar en el comercio interregional, para volverse más dinámico, para internacionalizar nuestras propias pymes. Participé en el foro empresarial sobre este tema, sé que a Europa le interesa internacionalizar a las suyas, pero nosotros tenemos una tarea pendiente: primero vamos a internacionalizar las nuestras. Y lo que se está consiguiendo aquí es más simetría en el diálogo, y ojalá en los acuerdos. Europa efectivamente está en una situación difícil, pero va a salir adelante. La Unión Europea tiene fortaleza, tiene espaldas, tiene recursos y posee activos. Opino que si sale de esta crisis, va a salir fortalecida, si sale con una unión monetaria y con una unión fiscal, sin dudas. Entonces, eso no quiere decir que América latina pueda ser la solución. Lo que si podemos es generar una asociación estratégica más equilibrada. Es decir, la inversión de Europa que vino a América latina, históricamente, lo hizo con mayor transferencia tecnológica, con prácticas laborales también interesantes, y con inversiones de planta. Eso es lo que hay que buscar, que vengan a invertir a América latina, pero que inviertan y se unan a las estrategias nuestras. Es decir, si nuestras estrategias están por el lado de la reindustrialización y de la política industrial, de producir más y mejor, pero siempre con mayores empleos de calidad y no a costa del empleo barato o flexibilización laboral. El otro gran tema es la innovación. Europa tiene todavía un deber pendiente con nosotros, en la transferencia tecnológica. Ellos tienen las mayores patentes de medio ambiente en el mundo, y nosotros tenemos grandes necesidades en el tema ambiental. Por ejemplo: la energía solar, agua, saneamiento. Estoy segura que hay oportunidades fantásticas para coinvertir. “Coinvertir” es la palabra.
Fuente: Miradas al Sur.
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