domingo, 24 de febrero de 2013

QUEMA ESOS PAPELES

Por Martín Rodriguez y Federico Scigliano
 
La historia de Papel Prensa fue durante años un verdadero tabú, pero un día el delgado velo que la ocultaba se cayó. La historia es la de una empresa de papel nacida con los vientos desarrollistas, convertida en una operación millonaria en los años 70 y sospechosamente apropiada por Clarín y La Nación en plena Dictadura. Viajar a esos años terribles, volver a ver esas fotos de brindis entre empresarios periodísticos y asesinos, es acercarse al núcleo duro de las complicidades nacionales, al corazón de los negocios, a una trama íntima que hasta ahora la democracia argentina no había podido -o querido- desarmar.
 
Hay una historia que merece ser contada y aprendida por las generaciones futuras. Aunque suene solemne decirlo así. Se trata de la historia de Papel Prensa. Una historia tabú de la democracia porque compromete centralmente a dos diarios poderosos: La Nación y Clarín. Es una historia que cruza nombres y épocas de un modo descontrolado: Onganía, Lanusse, Graiver, Martínez de Hoz, Videla, Herrera de Noble, Papaleo, Magnetto, Mitre, Montoneros… y todos esos nombres llegan al presente. Decidimos escribir esta crónica breve de los hechos con una ayudita de nuestra amiga, y hermana mayor del suplemento, Mariana Moyano, para que no queden puntos débiles. Papel Prensa suena a esos temas de los que mucha gente sabe que se habla pero nadie sabe exactamente de qué se habla. Una especie de muletilla oficialista (ya que salpica la imagen de Clarín). Esto se escribe a la luz de un reciente libro imprescindible: “Silencio por sangre”, de nuestros compañeros Daniel Cecchini y Jorge Mancinelli, editado por la colección de Miradas al Sur. A la vez, es inminente la publicación de un informe ha pedido del Poder Ejecutivo donde se recopilan casi todos los datos que nos acercan a la verdad. ¿Qué verdad? Veamos. Empecemos por el principio.
La ética periodística y el espíritu desarrollistaEl espíritu que origina de Papel Prensa es doble: por un lado es un proyecto desarrollista que nace con la idea de que la producción de papel fuera local y que se abaratara el costo de importación para todos los diarios argentinos, y por otro lado es un proyecto que intenta romper los condicionamientos a la prensa en la regulación del precio de importación del papel, a través de los permisos que el Estado concedía para esa importación. La idea, entonces, era conformar una empresa mixta, con aportes privados y públicos, para abastecer a todos los diarios que se producían en el país.
Durante la dictadura de Onganía se origina el Fondo para el Desarrollo de la Producción de Papel y Celulosa. Ese Fondo fija una tasa del 10% a la importación de papel que todos los diarios argentinos que importaban debían pagar hasta que Papel Prensa funcionara a todo vapor. Esa tasa fue pagada durante diez años, hasta 1978. Y este aporte no es un dato menor habida cuenta de que el resultado, que es la construcción de la empresa, es en beneficio de sólo tres diarios.
Otra dictadura, la del General Lanusse, en 1971 fija que Papel Prensa debía tener el 51% de capital nacional. El resto lo conformaría el Estado. Nadie estuvo en condiciones de cumplir los requisitos en la primera licitación a la que se llamó. Un año más tarde, Lanusse adjudica acciones de clase A a César Civita, Doretti y Rey. Civita, como representante de la Editorial Abril (que editaba las revistas Panorama y Siete Días), se había presentado tarde a la licitación. Sería premiado después. El Estado se había quedado con las acciones clase B. Ya en 1973, el “Grupo Fundador” tenía el 80% de las acciones clase A. Detrás estaba la sombra del poderoso banquero David Graiver.
Graiver pertenecía a una familia de La Plata, y había comenzado su vida pública a partir de su vinculación política con Francisco Manrique, un marino anti peronista, funcionario provincial durante Lanusse. El crecimiento de Graiver como empresario fue maratónico y se lo vinculó como el “banquero de los Montoneros”, luego de que Montoneros se hiciera de una fortuna tras el secuestro de los hermanos Born. Sobre esa historia hay muchos escrito, especulado o imaginado. Y forma parte del ácido de una época mucho más compleja que cualquier reducción a una historia de buenos y malos. Papel Prensa es una enorme operación millonaria en el corazón de los años 70. Sigamos.
 
Martínez de Hoz: un liberal y librecambista con todo menos con Papel PrensaEl corazón de la trama se centra en episodios minuciosos durante unos pocos meses que van de 1976 a 1977, en la operación que desvincula a la familia Graiver de Papel Prensa. Dicha familia, narrada como “clan”, había sido públicamente culpada de subversión económica y se hacían públicas las acusaciones tanto en Clarín, La Nación y La Razón como en otras revistas de la editorial Atlántida.
Una vez que David Graiver murió en circunstancias extrañas durante un vuelo en México (en agosto de 1976), su viuda, Lidia Papaleo, cometió el temible error de viajar a Buenos Aires para ordenar los “papeles” de su marido. Y una vez allí, junto al resto de la familia Graiver, se encontró sola y acechada por el gobierno militar y unos cuantos intereses que la querían convencer de que firmara el pre-boleto de venta de las acciones. El miedo, las amenazas, las “sugerencias”, iban quebrando la frágil voluntad de Lidia y la familia Graiver.
Lidia, a fines de 1976, concurrió a una reunión celebrada en las oficinas del diario La Nación de la calle Florida, acompañada por su suegro y su yerno. ¿Quiénes estaban en esa mesa? Patricio Peralta Ramos, del diario La Razón, el doctor Bartolomé Mitre, del diario La Nación, Máximo Gainza, del diario La Prensa, como invitado especial, y Héctor Magnetto, del diario Clarín. Es decir: la plana mayor de todos los diarios que esperaban la operación.
El beneficio económico de estos tres diarios que se apoderaron de Papel Prensa fue arbitrario: incluyó el uso de un sello fantasma, Fapel S.A., una sociedad anónima creada a tales efectos a través de la cual adquirieron las acciones y, a su vez, desde el cual las vendieron a sus propios diarios. Fue facilitada, a su vez, la obtención de créditos: uno del Banco Español del Río de la Plata y otro del Banco Holandés Unido sucursal Ginebra por 7.200.000 dólares; lo que facilitó que los diarios no pusieran un centavo. La particularidad es que fueron créditos a sola firma y sin avales.
Sin embargo, la fidelidad del relato nos obliga a crear un razonamiento donde se puedan deducir los hechos, y no inducirlos. Si se dice que Clarín compra la empresa con Lidia Papaleo secuestrada, probablemente ocurra lo que ya ocurrió: que al otro día en La Nación o Clarín salga una nota que se llama “La verdadera historia”, en donde dice que las fechas no coinciden. Es decir, la fecha de la operación de compra de esas acciones y la fecha de secuestro de Lidia Papaleo de Graiver y el resto de la familia. Sin embargo, uno se pregunta: ¿por qué Lidia Papaleo vende en contra de sus propios intereses? ¿Por qué le hace perder a su hija millones de dólares? ¿Por qué alguien haría una cosa así si no es porque está presionada? ¿Por qué a Lidia la llevan uniformados a una reunión, en la calle Florida, en el ex edificio de La Nación, para reunirse con Bartolomé Mitre y con otra gente de Clarín? Porque evidentemente había un acuerdo entre la dictadura y esos diarios. Y para la operación necesitaban que Lidia Papaleo fuera una mujer formalmente libre para que “voluntariamente” firmara una operación de la que sólo cobró ¡siete mil dólares!
 
Puesto VascoEn marzo de 1977 se produce el descenso al infierno para esa familia acechada: fueron detenidos por fuerzas del General Camps y llevados al centro clandestino conocido como “Puesto Vasco”, para finalmente, luego de torturas y vejaciones, ser blanqueados. En esos día se produce simultáneamente la intervención de todos sus bienes, y de esa manera se evita cualquier reclamo de posibles herederos. Cualquier reclamo que pueda afectar directamente la tenencia de las acciones de estos socios.
La desprolijidad de esta operación fue inmediatamente encubierta bajo la cortina de una solicitada publicada en mayo de 1977, en los tres diarios, y que fue titulada: “A la opinión pública”. En ella dan la versión de la operación de compra de Papel Prensa aclarando lo que oscurece: que tal operación fue hecha “a la luz pública”.
 
El retorno de la democracia y Papel Prensa¿Qué pasó una vez que se recuperó la democracia? En los años 80 no fue posible poner en crisis la matriz de acumulación nacida en el negocio. Por el contrario, los intentos sufrieron reveses.
Una tapa del diario Crónica en octubre de 1986 decía que el diario se editaba con el papel más caro del mundo. No le faltaba verdad. Era una primera reacción pública de un diario masivo, uno más de los cientos de diarios argentinos estafados en la operación. El otro diario que asumió valientemente la denuncia fue Ámbito Financiero, con Julio Ramos, su fundador, a la cabeza, quien escribió en 1992 acaso otro libro imprescindible para comprender esta historia:
 
Los cerrojos a la prensa.¿Cuál es la ventaja histórica de Clarín y La Nación en relación a los otros diarios? Escribió el periodista Jorge Lanata, en el diario Crítica: “el resto de los cupos para poder comprar papel nacional barato se decide en las reuniones de directorio de la empresa. Casualmente los cupos siempre coinciden con los diarios asociados: la presidencia y vice de la empresa se alterna, desde hace años, entre Julio César Saguier, CEO del diario La Nación, y Héctor Magnetto, de Clarín. Durante el menemismo representaron al Estado en la empresa Alejandro Mac Farlane, yerno de Hugo Anzorreguy, y Luis Juez, ex intendente de Córdoba.”
Durante el alfonsinismo, durante el menemismo, y durante mucho tiempo, los intentos de tocar el tema fueron barridos. El Estado argentino forma parte de las entrañas de la empresa: a través de los tres directores que forman parte, según el estatuto, de su Directorio, a través de la intervención de la Comisión Nacional de Valores (CNV), que controla a todas las empresas que cotizan en bolsa, y hasta con la SIGEN. Actualmente, esa articulación estatal pone a la luz todo tipo de irregularidades en la empresa con la conformación de una comisión investigadora que cuenta con una mayoría de miembros del Estado. Allí se hurga sobre las escasísimas inversiones que se hicieron en la empresa (lo que reduce anualmente las toneladas de producción que se necesitan), las presuntas ventas de Papel Prensa a estos tres diarios a un precio bajo el costo, la denuncia de “retornos” hecha por el ex director del diario La Razón en los años 80, José Pirillo, o los sueldos faraónicos de los miembros del directorio (¡que no se reunían desde 1992!). Lejos de un intervencionismo estatal, se trata de la reactualización de una autoridad ausente que cedió la empresa – ese viejo sueño papelero- a la rapacidad de unos pocos empresarios poderosos.
Mariana Moyano, periodista
¿Cómo fue la propuesta de financiación de todo eso?La mejor versión de la historia, contada secuencialmente, está en el libro de Julio Ramos, “Los cerrojos a la prensa”, donde cuenta detalladamente el proceso por el cual primero, cuando se decide crear una empresa nacional de papel, todos los diarios empiezan a aportar una tasa del 10% de todo papel que importaban. Después, se les queda debiendo a los diarios ese impuesto. Más tarde, Graiver pasa a tener el control accionario de la empresa, y finalmente esas acciones se venden al Estado. Y ahí es donde empiezan las contradicciones: el avión de Graiver “se cae” en agosto del 76, y un mes después empiezan las tratativas para que Lidia Papaleo venda esas acciones al Estado, para que después el Estado las pueda vender a Clarín y a La Nación. Pero claro, como la operación se completa en enero del 77 y a ella la secuestran en marzo, estos medios se desligan del hecho. Y en este punto el dato clave es la sucesión: no se pueden vender acciones que están en sucesión. ¿Por qué ella cometería un ilícito si no estaba bajo presión? Este es un razonamiento lógico, pero el problema es que no hay evidencias claras. Una línea para avanzar en esto es el testimonio de Yannover, el testaferro de Graiver, que describe los mecanismos de presión por los cuales lo hacen ceder las acciones.
¿Ese testimonio dónde está?En el acta de una asamblea reciente de Papel Prensa, en la que Moreno lo llevó a declarar acerca de cómo es que le hicieron vender las acciones. Hoy se puede acceder a su testimonio, al de Osvaldo Papaleo, y al de la propia Lidia Papaleo. Ella está viva y fue a la asamblea de Papel Prensa también.
¿En qué sentido es tan clave Papel Prensa para la consolidación de Clarín?
Papel Prensa es el inicio del monopolio. Estamos hablando de un insumo que para los diarios es entre el 30 y el 50 % de su desembolso monetario. El papel se compra por adelantado, con lo cual el problema es que un diario tiene que desembolsar una enorme cantidad de dinero que no sabe si después lo va a vender. Para hacer esa inversión, tenés que tener plata líquida antes. A menos que vos hagas el papel. Para que Clarín y La Nación puedan hacer el papel, Martínez de Hoz les otorgó, en la compra, créditos a los dos diarios para que puedan comprar la planta a sola firma, sin ningún tipo de aval o compromiso por parte de la empresa. Después, la provincia de Buenos Aires le subsidió la energía durante diez años a la planta de San Pedro. Todo eso sumado, en el año 1983, daba cerca de 55 millones de dólares. Toda plata que Clarín y La Nación nunca tuvieron que pagar.
Es la acumulación originaria.
Es “yo lo fabrico, yo lo escribo, yo lo vendo”. Hoy a eso le decimos “integración vertical”, pero esa figura no existía en ese momento. Y la consecuencia de esto es que a los diarios los cagaron. De hecho, en agosto de 1996, Ámbito Financiero saca una solicitada relacionada con la ley de radiodifusión, porque en ese año hay un intento en el Congreso, de los senadores Ángel Parda y Conrado Storani, de parar el monopolio. En aquel momento era un monopolio de papel, pero se estaba avanzando hacia el monopolio audiovisual también. A los pocos días, el 12 de agosto, sale una solicitada en Clarín firmada por ATA, ARPA, TVC, “contra la ley mordaza”. Igual que ahora. Y al día siguiente sale publicada en Ámbito Financiero la información de lo que estos dos senadores le contestan a las prácticas monopólicas de Clarín.
 
Fuente: Suple Ni a Palos!

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