Reflexiones sobre la educacion para un pais sin excluidos ni pobres.
Por Abraham Gak
En ocasión de celebrarse el Día del Estudiante nos referimos a la crisis que aqueja al sistema de educación media y esbozamos algunas características que debería tener una escuela diferente, adaptada a los tiempos que corren.
En primer lugar, explicitemos qué perfil debería tener el egresado ideal. En este sentido, señalamos que esa escuela debe tender a lograr que el egresado esté capacitado para actuar en la sociedad en forma autónoma tomando decisiones que le permitan construir su proyecto de vida. Para lograrlo, se buscará que adquiera conocimientos, capacidades y habilidades que le permitan desarrollar su autoestima, la seguridad en sí mismo y el pensamiento crítico. También debe aprender a defender sus derechos, a tomar decisiones en los diferentes ámbitos de su vida, a implementar estrategias para pensar la realidad y transformarla, a trabajar cooperativamente, a poseer flexibilidad y creatividad para plantear proyectos y resolver problemas, a reconocer su potencial y ponerlo en juego.
Así, el joven podrá disponer de una estructura de conocimientos relacionados que le posibiliten comprender la realidad social, cultural, económica, científica-tecnológica y actuar sobre ella. También tendrá elementos para adaptarse a los cambios sociales y manejar la incertidumbre que genera su dinámica, aprendiendo a cuidar de sí mismo, de los otros y del ambiente. En definitiva, se trata de encontrar placer en la búsqueda del conocimiento, en un marco definido por valores democráticos, solidarios y éticos.
Para lograr estos objetivos, se proponen algunos lineamientos:
a- Una escuela con una fuerte orientación general y más de una orientación especializada.
Se trata de partir de los intereses de los adolescentes, de los saberes y experiencias de la vida diaria, para promover el desarrollo del placer estético, literario y musical, con lo que se aportan elementos para mejorar la calidad de vida. Los requerimientos actuales determinan que en la formación de los jóvenes se deben enfatizar las competencias comunicativas, la capacidad para el trabajo en equipo, la flexibilidad y creatividad, la habilidad para resolver problemas y tomar decisiones, la adaptación a los cambios, el desarrollo del pensamiento lógico-formal, el dominio del idioma nacional y de otro que permita la comunicación internacional. La escuela debe transmitir instrumentos conceptuales que permitan pensar el mundo, los seres y las cosas, desbaratar las falsas evidencias, desnaturalizar lo obvio, interrogarse y generar interrogantes.
Con el objeto de desarrollar la capacidad para la toma de decisiones y de canalizar las diferentes habilidades e intereses, se deberán proponer trayectos que promuevan el desarrollo de espacios curriculares de profundización y diversificación, a medida que se avance en la escolaridad. La ampliación y variación de las modalidades de enseñanza implican la implementación de talleres, seminarios, investigaciones, espacios de simulación y proyectos artísticos, sociales, de servicios, políticos, comunitarios, de relación con otras jurisdicciones, entre otros.
Esto contribuirá al fortalecimiento de la autoestima personal y a la retención de los alumnos; en consecuencia, la jornada escolar tendrá una alta carga horaria. Sostener diversas orientaciones facilitará el descubrimiento de intereses y el desarrollo de las decisiones. Sin desmedro de los trayectos comunes, se trata de profundizar ciertas áreas de interés para el alumno.
b- Una escuela que asegure la permanencia.
Un objetivo prioritario es lograr la máxima retención de los alumnos. Para ello, se po drán ofrecer diferentes modalidades de cursada que permitan la continuidad de los estudios, eliminando la repetición, sin desmedro de la calidad educativa. La conformación de clases heterogéneas y estables, para constituir lazos de inclusión entre el grupo de pares es imprescindible en la construcción de la identidad. Para ello, se requiere revisar las concepciones sobre aprendizaje, evaluación, acreditación, promoción, organización y estructura de la escuela.
Reconocer la heterogeneidad implica no desconocer las distintas necesidades de los alumnos y, por ende, elaborar estrategias diversificadas para responder a dichas necesidades. En consecuencia, nos referimos a la posibilidad de establecer recorridos diferenciales, con apoyos previstos de diferentes características; se trata de espacios que implican la constitución de grupos paralelos a los ya mencionados grupos heterogéneos, para abordar necesidades diferentes. Esta propuesta promueve una dinámica que se esfuerza en promover la autoestima sin dejarse atrapar por la obsesión del fracaso y siempre en la búsqueda de nuevas salidas.
c- Una escuela de puertas abiertas.
El objetivo es crear una institución que trascienda lo meramente escolar para configurarse como un centro de producción cultural y de encuentro comunitario, constituyéndose como referente de los jóvenes y sus familias, promoviendo la incorporación, permanencia y egreso. Es decir, lograr la apropiación por parte de la comunidad de diferentes proyectos deportivos, culturales, sociales, recreativos y de servicio. Pensamos en una escuela abierta de lunes a lunes, feriados incluidos, de la mañana a la noche.
d- Una escuela con identidad.
La escuela debe sustentarse en la construcción de una cultura escolar que genere identidad y pertenencia desde su propio diseño. Desde su creación, deberán requerirse los aportes de la comunidad científica, de la comunidad donde se inserta la institución (escuelas, clubes, familias, centros de salud, etc.) y de organizaciones que aborden diferentes temáticas referidas a los jóvenes. Este trabajo en red promoverá la cooperación y la optimización de los recursos humanos y materiales. El punto clave en este aspecto es lograr que este espacio no tenga por único objetivo el estudio, sino que conforme estrategias de vinculación, relación e intercambio con la comunidad que generarán un valor agregado.
e- Una escuela para la democracia.
La escuela debe promover en los alumnos valores de solidaridad y formación ciudadana, que se pondrán en juego a partir de la enseñanza de contenidos escolares específicos, del desarrollo de proyectos institucionales y comunitarios. También, a través de la confrontación de ideas entre profesor y alumnos y entre alumnos de ideologías diferentes y posiciones divergentes, todas prácticas necesarias para el ejercicio de la democracia. Este enfoque debe propiciar en los alumnos una actitud reflexiva para el análisis y la transformación de la sociedad.
Queda abierto el debate. Por la enseñanza media pasa el camino si queremos cambiar nuestro país colocándolo en la ruta de la defensa de los derechos económicos y sociales, sin excluidos y sin pobres»
En primer lugar, explicitemos qué perfil debería tener el egresado ideal. En este sentido, señalamos que esa escuela debe tender a lograr que el egresado esté capacitado para actuar en la sociedad en forma autónoma tomando decisiones que le permitan construir su proyecto de vida. Para lograrlo, se buscará que adquiera conocimientos, capacidades y habilidades que le permitan desarrollar su autoestima, la seguridad en sí mismo y el pensamiento crítico. También debe aprender a defender sus derechos, a tomar decisiones en los diferentes ámbitos de su vida, a implementar estrategias para pensar la realidad y transformarla, a trabajar cooperativamente, a poseer flexibilidad y creatividad para plantear proyectos y resolver problemas, a reconocer su potencial y ponerlo en juego.
Así, el joven podrá disponer de una estructura de conocimientos relacionados que le posibiliten comprender la realidad social, cultural, económica, científica-tecnológica y actuar sobre ella. También tendrá elementos para adaptarse a los cambios sociales y manejar la incertidumbre que genera su dinámica, aprendiendo a cuidar de sí mismo, de los otros y del ambiente. En definitiva, se trata de encontrar placer en la búsqueda del conocimiento, en un marco definido por valores democráticos, solidarios y éticos.
Para lograr estos objetivos, se proponen algunos lineamientos:
a- Una escuela con una fuerte orientación general y más de una orientación especializada.
Se trata de partir de los intereses de los adolescentes, de los saberes y experiencias de la vida diaria, para promover el desarrollo del placer estético, literario y musical, con lo que se aportan elementos para mejorar la calidad de vida. Los requerimientos actuales determinan que en la formación de los jóvenes se deben enfatizar las competencias comunicativas, la capacidad para el trabajo en equipo, la flexibilidad y creatividad, la habilidad para resolver problemas y tomar decisiones, la adaptación a los cambios, el desarrollo del pensamiento lógico-formal, el dominio del idioma nacional y de otro que permita la comunicación internacional. La escuela debe transmitir instrumentos conceptuales que permitan pensar el mundo, los seres y las cosas, desbaratar las falsas evidencias, desnaturalizar lo obvio, interrogarse y generar interrogantes.
Con el objeto de desarrollar la capacidad para la toma de decisiones y de canalizar las diferentes habilidades e intereses, se deberán proponer trayectos que promuevan el desarrollo de espacios curriculares de profundización y diversificación, a medida que se avance en la escolaridad. La ampliación y variación de las modalidades de enseñanza implican la implementación de talleres, seminarios, investigaciones, espacios de simulación y proyectos artísticos, sociales, de servicios, políticos, comunitarios, de relación con otras jurisdicciones, entre otros.
Esto contribuirá al fortalecimiento de la autoestima personal y a la retención de los alumnos; en consecuencia, la jornada escolar tendrá una alta carga horaria. Sostener diversas orientaciones facilitará el descubrimiento de intereses y el desarrollo de las decisiones. Sin desmedro de los trayectos comunes, se trata de profundizar ciertas áreas de interés para el alumno.
b- Una escuela que asegure la permanencia.
Un objetivo prioritario es lograr la máxima retención de los alumnos. Para ello, se po drán ofrecer diferentes modalidades de cursada que permitan la continuidad de los estudios, eliminando la repetición, sin desmedro de la calidad educativa. La conformación de clases heterogéneas y estables, para constituir lazos de inclusión entre el grupo de pares es imprescindible en la construcción de la identidad. Para ello, se requiere revisar las concepciones sobre aprendizaje, evaluación, acreditación, promoción, organización y estructura de la escuela.
Reconocer la heterogeneidad implica no desconocer las distintas necesidades de los alumnos y, por ende, elaborar estrategias diversificadas para responder a dichas necesidades. En consecuencia, nos referimos a la posibilidad de establecer recorridos diferenciales, con apoyos previstos de diferentes características; se trata de espacios que implican la constitución de grupos paralelos a los ya mencionados grupos heterogéneos, para abordar necesidades diferentes. Esta propuesta promueve una dinámica que se esfuerza en promover la autoestima sin dejarse atrapar por la obsesión del fracaso y siempre en la búsqueda de nuevas salidas.
c- Una escuela de puertas abiertas.
El objetivo es crear una institución que trascienda lo meramente escolar para configurarse como un centro de producción cultural y de encuentro comunitario, constituyéndose como referente de los jóvenes y sus familias, promoviendo la incorporación, permanencia y egreso. Es decir, lograr la apropiación por parte de la comunidad de diferentes proyectos deportivos, culturales, sociales, recreativos y de servicio. Pensamos en una escuela abierta de lunes a lunes, feriados incluidos, de la mañana a la noche.
d- Una escuela con identidad.
La escuela debe sustentarse en la construcción de una cultura escolar que genere identidad y pertenencia desde su propio diseño. Desde su creación, deberán requerirse los aportes de la comunidad científica, de la comunidad donde se inserta la institución (escuelas, clubes, familias, centros de salud, etc.) y de organizaciones que aborden diferentes temáticas referidas a los jóvenes. Este trabajo en red promoverá la cooperación y la optimización de los recursos humanos y materiales. El punto clave en este aspecto es lograr que este espacio no tenga por único objetivo el estudio, sino que conforme estrategias de vinculación, relación e intercambio con la comunidad que generarán un valor agregado.
e- Una escuela para la democracia.
La escuela debe promover en los alumnos valores de solidaridad y formación ciudadana, que se pondrán en juego a partir de la enseñanza de contenidos escolares específicos, del desarrollo de proyectos institucionales y comunitarios. También, a través de la confrontación de ideas entre profesor y alumnos y entre alumnos de ideologías diferentes y posiciones divergentes, todas prácticas necesarias para el ejercicio de la democracia. Este enfoque debe propiciar en los alumnos una actitud reflexiva para el análisis y la transformación de la sociedad.
Queda abierto el debate. Por la enseñanza media pasa el camino si queremos cambiar nuestro país colocándolo en la ruta de la defensa de los derechos económicos y sociales, sin excluidos y sin pobres»
Fuente: Miradas al Sur
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