El Ejército de Salvación realiza una acción solidaria en muchos países inspirada en una organización y disciplina militares, pero con gran sentido evangélico. En la Argentina, su labor social es muy intensa.
Por María Montero
"No se puede predicar la
salvación al que tiene frío y hambre". Así, más o menos,
dijo William Booth cuando comenzó
una de las iglesias más conocidas en el mundo: el Ejército de Salvación. La idea
de mostrar el amor de Dios a través de acciones concretas llevó a este pastor
metodista, en 1865,
a predicar a la gente marginada de Londres. Su intención era
que las personas convertidas fueran incorporadas a las iglesias que ya existían.
Pero las iglesias no querían recibir estas personas "de las calles" en sus
congregaciones. De manera que no tuvo otra alternativa que crear una iglesia
especialmente para ellos. También pensaba que el sistema militar funcionaba bien
para atender a la gente y que sus miembros estaban realmente involucrados en una
guerra contra el mal y la injusticia. Bajo esa inspiración surgió el Ejército de
Salvación, cuyo signo distintivo en el mundo es el trabajo con la gente
carenciada. El mayor Rodolfo Juárez, director de la Iglesia en Buenos Aires
explica que, como todo ejército, sus miembros son "soldados". Y explica: "Hay un
general, coroneles que tienen una responsabilidad regional y mayores que son
quienes están a cargo de una ciudad. A los pastores egresados del semina- rio y
que dedican su vida a la misión se los llama oficiales y a los seminaristas,
cadetes", precisa. Todos participan en un cuerpo salvacionista, que es la
iglesia local con sus servicios sociales, siendo su misión fundamental anunciar
el evangelio, formar santos y ayudar al necesitado.
Desde 1890, cuando llegó al país
junto con los ferrocarriles ingleses, el Ejército de Salvación se instaló en lugares de mayor necesidad social
como lo hacen en todo el mundo. En la ciudad de Buenos Aires cuenta con 13
templos que congregan a unos 1800 fieles; dos hogares donde albergan 80 hombres
y 50 mujeres en situación de calle. En las localidades bonaerenses de San Martín
y Quilmes funcionan los hogares de ancianos para mayores desamparados. En esta
última, además, hay un centro de rehabilitación de adicciones. En las provincias
de Entre Ríos y Chaco tienen guarderías y centros infantiles. Y en el resto del
país atienden comedores comunitarios, oficinas de orientación social y bolsas de
trabajo para la inserción laboral de los marginados.
Durante la noche, la actividad
del Ejército no cesa. Sus miembros se acercan a las plazas, estaciones de tren y
hospitales a repartir alimentos. Juárez cuenta que este
año, el "operativo sopa", que
consistía en dar una taza caliente de ese alimento "fue un alivio para cientos
de personas que tienen que soportar las frías noches de invierno a la
intemperie".
En estos operativos nocturnos
trabaja también un equipo de enfermeros que realiza campañas de vacunación y
programas de capacitación y prevención de enfermedades. Además, ante
catástrofes, están capacitados para socorrer física, emocional y espiritualmente
a los afectados.
Tal vez lo más conocido de su
obra sea el servicio de Escudo Rojo: tiendas de venta benéfica donde se recibe
toda clase de donaciones, desde ropa
hasta muebles, que son reparados y puestos a la venta a un precio accesible. El
más antiguo funciona en el barrio porteño de Pompeya. "Algunas cosas van
directamente a quienes las necesitan –señala Juárez- y con el dinero de las que
se venden se sostiene la acción social de la Obra". Durante el último año, el
Ejército de Salvación brindó cama y comida a más de 100 mil hombres y mujeres,
distribuyó 70 mil comidas en la vía
pública y entregó más de 7 mil bolsas de alimentos para familias carenciadas. Y
retira las donaciones a domicilio llamando a: (011) 4911-781/7561/7585.
Fuente: Valores Religiosos.
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