Entrevista de lujo. En su nuevo CD, “El desembarco”, apostó fuerte, y se juntó con cuatro grandes: Jim Keltner, Jimmy Johnson, Dean Parks y Mark Goldenberg.
Por Eduardo Slusarczuk
Cuando la profe de Geografía preguntaba qué íbamos a hacer cuando termináramos el colegio, yo le respondía: ‘Me voy a ir a Buenos Aires a hacerme famoso’”, cuenta León Gieco, en medio del lobby del hotel boutique palermitano en el que la charla se extenderá por un par horas.
El plan era simple: grabar un par de discos, juntar unos pesos, un poco de fama, y volver a su pueblo para poner una frutería, una panadería, o algún otro negocio “para subsistir”.
Pero aquel adolescente de Cañada Rosquín se empezó a juntar con los Byrds, con Harry Nilsson, David Crosby, Bob Dylan y unos cuantos amigos más que giraban en el Winco de la pensión, creció, un día escribió una canción que se llamó Hombres de hierro -”un afano a mano armada a Blowing in the Wind , de Dylan”, admite al paso-, y el plan estalló por el aire.
“Por entonces, teníamos la fantasía de que todo se iba a terminar al día siguiente. No pensábamos que íbamos a ser eternos. Sin embargo, hoy la vida me encuentra editando mi disco 47”, resume quien es uno de los principales referentes de la música popular argentina.
Para León, su nuevo CD, El de-sembarco , es un disco de festejo, que de alguna manera cierra “con moño” la evolución de sus cuatro décadas de carrera, y sus primeros 60 años de vida, que cumplió ayer.
Para la celebración, el hombre se la pensó en grande: se metió en el estudio Ocean Way, donde grabaron nenes como “los Stones, Frank Sinatra y The Mamas & The Papas, y se juntó con Jim Keltner, Jimmy Johnson, Dean Parks y Mark Goldenberg, cuatro de aquellos músicos que desde hace 40 años suenan en el living de su casa.
¿Te produce alguna sensación especial grabar con esos músicos o tener a alguien como Jacques Morelenbaum como arreglador? Lo tomo como que todos los momentos son importantes. Yo grabé solo, grabé De Ushuaia a la Quiaca , con artistas como Sixto Palavecino, Isaaco Abitbol o Cuchi Leguizamón. Y cuando grabo con Keltner, o Lee Sklar, o Johnson, siento que estoy con artistas ultra conocidos. Si hubiese escuchado, en aquella época, sólo a Joan Manuel Serrat, a lo mejor estaría grabando con Miralles.
¿Cómo fue armando el CD, el primero con temas nuevos en siete años? Se fue armando durante las giras, la edición del disco con D-Mente, la producción del disco la película y los recitales de Mundo Alas .
¿Con algún aglutinante temático? No. Separo todo. Para mí, la obra se realiza con canciones que pueden hablar de momentos o cosas distintas. Hice una para mi mamá (murió hace un año y medio), una con letra del Che, otra para el Uruguay. (Ver Así es El desembarco ).
Mundo Alas es sólo una de las acciones solidarias que te cargás ¿No se hace pesada la mochila, a veces? No. A lo mejor, más que una carga es una descarga. Yo lo tomo como una especie de agradecimiento por todo lo que me pasó. Si ves que hay gente que necesita, y vos podés ayudar, por qué no lo voy a hacer. Además, yo también me ayudo.
A partir de la relevancia que tiene esa faceta tuya, ¿sentís que hay quienes te van a ver más como un líder político que como un artista? Todo el tiempo. Y mi misión es convencerlo a él de que estoy ahí, ante todo, porque soy artista. Y el artista tiene que entretenerte, sacarte de lo cotidiano y lograr que, por dos horas, no pienses en vos.
Pero el entretenimiento puede ser vacío o tener algún contenido...
Los dos son caminos válidos. Uno tiene una carga ideológica. El otro no tiene carga. Son iguales. Yo no soy superior a Arjona porque pase imágenes de Zitarrosa. Cada uno hace su show. Yo entretengo con lo que sé. Hablándote de Victor Jara, de los Derechos Humanos, de las injusticias, de la violencia de género. Pero no porque me lo planteo. Me sale así. Mi primera canción está basada en el Mendozazo.
¿Por qué elegiste el ECuNHi (Ex ESMA) para hacer las fotos del CD? El disco se llama así porque cuando las Madres entraron en la ESMA, Hebe de Bonafini habló de un “de-sembarco”. La canción no habla de eso, pero dice que “hay quienes desembarcan sin barcos y sin armas, por la vida”. Y al ver que ese espacio, que estuvo tan lleno de muerte, hoy está tan lleno de vida, se me ocurrió que cerraba muy bien para festejar mis 60 años.
El tema dice también “no matamos ni morimos por ganar/más bien estamos vivos por andar”. Como si evitaras los “ismos” extremos.
Tengo una camiseta que dice “sin ismo”. Yo miro todo. Leo todo. Pienso que hay que mirar todos los aspectos. Hay que pensar que pasamos por el menemismo, que fue nefasto. Pero que teníamos que pasar por ese momento, para que se pudiera producir algún cambio.
Aún así, la canción también dice que no habrá gloria mientras haya chicos “buscando comida en la basura”.
Como las villas o las favelas, la gente pobre que pide comida es una característica latinoamericana que no hemos solucionado. Estamos en un primer escalón para solucionarlo, pero las villas siguen existiendo.
En ese sentido, ¿cambió tu mirada pesimista de otros tiempos? Sí. Veo que hay un cambio. Que el cambio lo estamos realizando todos. Me fijé en las elecciones. Tenías a una persona que era Cristina, que produjo un cambio. Después, un socialista, y un radical que sacó pocos votos, pero es una persona honesta. Eso nunca había pasado. Siempre tuvimos una alternativa posible y otra que era un desastre. Ahora, no. Y le dieron el último puesto a Duhalde y Carrió. Además, todas mis canciones tienen una cuota de esperanza. Cuando luchás, te contagiás de esperanza. Si no, ¿para qué luchás? Porque no hay nada más hermoso que luchar por algo y hacer algo por alguien, y nada más aburrido que no luchar por nada y no hacer nada por nadie.
Fuente: Clarin
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