Entrevista: Raúl Eugenio Zaffaroni, juez de la Corte Suprema de Justicia. Luego de sufrir mucho tiempo la embestida mediática, el juez advierte sobre el peligro de caer en el censurismo y señala que la estrategia de hostigamiento, venga de donde venga, pone en riesgo el orden institucional y político.
Un día antes de anticiparse desde Santa Fe a eventuales linchamientos mediáticos por cuestiones ligadas a su patrimonio personal, Raúl Eugenio Zaffaroni dedicó un generoso espacio de los días más que agitados que está atravesando para ser entrevistado por Miradas al Sur. Siempre eficaz en el uso de la palabra, el juez teme que este tipo ataques lleven a más desprestigio de las instituciones y la política, y que “a la larga esto conduzca a que estalle un camión atmosférico en ángulo de 360 grados”.
–Exceptuando temerarias excepciones, la mayoría de las voces optaron por una mayor prudencia ante la campaña mediática iniciada hace dos semanas.
–Creo que la reacción desde el arco político en general ha sido una reacción bastante racional. Agradezco a todo el mundo pero, fundamentalmente, lo que me importa no es realmente si me apoyan, no me apoyan, me creen, no me creen, sino la reacción racional respecto de la cuestión institucional. Es decir, bueno, miren, un momento... esto resulta bastante increíble, ¿no?
–El presidente de la Corte, Dr. Ricardo Lorenzetti, brindó una clara demostración de apoyo en nombre de todos sus integrantes...
–Sí, así fue, me reuní con ellos, les di las explicaciones necesarias y hubo un gran nivel de comprensión y apoyo por parte de todos.
–¿Cree que este tipo de denuncias y persecuciones pretenden actuar como una señal de disciplinamiento, en este caso hacia una Corte en la que se dirimen conflictos que involucran a importantes sectores de poder?
–Bueno, esto es tremendamente peligroso para todos. Primero, porque si esto se generaliza como método político, a la larga conduce a que estalle un camión atmosférico en ángulo de 360 grados, a “son todos iguales”, “son todos basura”, anti-política. Detrás de la antipolítica sabemos qué es lo que viene: “Son todos la misma porquería, salvo yo, Adolf Hitler”. Por otro lado, es también un peligro para la democracia en cuanto a las consecuencias que tiene para la libertad de expresión.
–Acerca del periodismo y de la manipulación, de las intencionalidades ocultas, usted llamó a la reflexión acerca de los límites, o las faltas de límites éticos, en especial al riesgo de lo que usted llama el censurismo…
–En la Argentina, como en todos lados, hay censuristas, y hay otros que pensamos que no, que la mejor ley de prensa es la que no existe. Y los censuristas están, agazapados pero están. En la medida en que esta metodología hoy me agarra a mí, mañana a otro, pasado a otro, y así sigue, esa es una campaña de censurismo en definitiva, ¿no? Entonces, si no hay límites éticos en la comunicación, autoimpuestos, un día se produce la reacción de censura. Un día fotografío a Balbín en agonía, al otro día hago tal cosa, llega un momento en que los censuristas empiezan a tener argumentos, ese es el segundo problema. El otro tema es que no me van a matar, ni voy a renunciar y me lo tomo en cierta manera en broma. Pero no todo el mundo va a reaccionar. Este hostigamiento tiene un objetivo claro que es desestabilizar psicológicamente a la persona.
–Casualmente, en estos días se difundieron fragmentos de un libro del publicista Jaime Durán Barba validando la construcción de una estrategia de este tipo en una campaña electoral, de llevar al adversario al límite, hasta hacerle perder la cordura…
–Sí, el hostigamiento en el domicilio particular, vigilar quién entra y quién sale de la casa, parar a la empleada, parar al encargado de la casa, preguntarle a la gente que entra y sale a dónde vive, a dónde va. Llega un momento en que eso puede producir un desequilibrio y una reacción violenta. Estar molestando telefónicamente con insistencia, siete, ocho, diez veces a mis colaboradores, estar dejando en el contestador siete, ocho, diez mensajes, llenarme el casillero de mails de mensajes, entrar a llamar a la madrugada a gente con teléfonos celulares que no sé cómo consiguieron, todo esto es hostigamiento que tiende a desestabilizar. Lo que se quiere obtener es que alguien le dé una trompada a otro, la noticia, la filmación de esa noticia. Como la gente no ve lo que pasó antes naturalmente dice: “Ese energúmeno, que reacciona de esta manera”.
–¿No cree que hay amplios sectores que legitiman este tipo de prensa en tanto les sean funcionales a sus ideas o intereses?
–Creo que sí, aunque en la opinión pública argentina ha habido siempre un rechazo, a diferencia de la opinión pública norteamericana, en jugar en política cuestiones privadas, salvo que algunos personajes hayan sacado su vida privada a la luz pública. Esta es otra metodología, no es esa, y yo creo que la opinión pública no está suficientemente alertada acerca de estos métodos. Creo que los mismos medios tienen que ocuparse de alertar a la opinión pública acerca de esto.
–Además de ser el blanco de todo este, ¿no cree que está dirigido a castigar lo que usted representa: defensa de los derechos humanos, garantías constitucionales, despenalización del consumo de marihuana, entre otras causas, que sin duda le han generado muchas adhesiones, pero también muchas críticas?
–Es cierto, es cierto. No lo niego, naturalmente a lo largo de mi vida por actitudes mías o por envidia, me he ganado una cantidad de enemigos con los cuales puedo formar unos cuantos cuadros de fútbol, de distinta categoría, es decir los puedo hacer jugar en distintos niveles, eso es verdad. En algún momento, puede haber una coyuntura que los una pero también he tenido posiciones que han molestado al oficialismo, lo que está bastante claro.
–¿Este episodio podrá servir de caso testigo, para que se pueda trabajar en los alcances y límites de este tipo de denuncias?
–Creo que hay que tenerlo como caso testigo por un lado y, por otro lado, hay que prevenir este tipo de maniobras.
–¿Que respondería a quienes piensan que por el cargo que usted ejerce debería haber tomado más recaudos?
–Yo no pienso vivir paranoicamente. Si tuviese que vivir así me voy mañana de la función. Soy un ciudadano, camino por la calle, no me prevalgo de ninguna prebenda, hay miles y miles de personas que me ven haciendo las colas en todos lados donde hay que hacer cola, no ando con custodia por la calle, me ven en restaurantes solo o con algún amigo y yo mi vida la sigo así. El día que no pueda seguirla así, bueno, lo lamento... Lo siento por la función pero yo me voy.
–¿Cómo imagina el final de todo esto?
–Imagino que terminará, porque terminará el escándalo mediático, porque vendrá otro problema. No pretendo que la gente crea en mi honestidad porque sí. Lo que sí les ruego es que no crean en una supuesta debilidad mental porque si me dedicase a hacer algo ilícito, después de cuarenta años de criminólogo, no creo que lo haría con mi nombre y apellido. Entonces insisto, pueda la gente creer que soy deshonesto, delincuente, etcétera, pero tonto yo les agradecería que por favor no.
–Exceptuando temerarias excepciones, la mayoría de las voces optaron por una mayor prudencia ante la campaña mediática iniciada hace dos semanas.
–Creo que la reacción desde el arco político en general ha sido una reacción bastante racional. Agradezco a todo el mundo pero, fundamentalmente, lo que me importa no es realmente si me apoyan, no me apoyan, me creen, no me creen, sino la reacción racional respecto de la cuestión institucional. Es decir, bueno, miren, un momento... esto resulta bastante increíble, ¿no?
–El presidente de la Corte, Dr. Ricardo Lorenzetti, brindó una clara demostración de apoyo en nombre de todos sus integrantes...
–Sí, así fue, me reuní con ellos, les di las explicaciones necesarias y hubo un gran nivel de comprensión y apoyo por parte de todos.
–¿Cree que este tipo de denuncias y persecuciones pretenden actuar como una señal de disciplinamiento, en este caso hacia una Corte en la que se dirimen conflictos que involucran a importantes sectores de poder?
–Bueno, esto es tremendamente peligroso para todos. Primero, porque si esto se generaliza como método político, a la larga conduce a que estalle un camión atmosférico en ángulo de 360 grados, a “son todos iguales”, “son todos basura”, anti-política. Detrás de la antipolítica sabemos qué es lo que viene: “Son todos la misma porquería, salvo yo, Adolf Hitler”. Por otro lado, es también un peligro para la democracia en cuanto a las consecuencias que tiene para la libertad de expresión.
–Acerca del periodismo y de la manipulación, de las intencionalidades ocultas, usted llamó a la reflexión acerca de los límites, o las faltas de límites éticos, en especial al riesgo de lo que usted llama el censurismo…
–En la Argentina, como en todos lados, hay censuristas, y hay otros que pensamos que no, que la mejor ley de prensa es la que no existe. Y los censuristas están, agazapados pero están. En la medida en que esta metodología hoy me agarra a mí, mañana a otro, pasado a otro, y así sigue, esa es una campaña de censurismo en definitiva, ¿no? Entonces, si no hay límites éticos en la comunicación, autoimpuestos, un día se produce la reacción de censura. Un día fotografío a Balbín en agonía, al otro día hago tal cosa, llega un momento en que los censuristas empiezan a tener argumentos, ese es el segundo problema. El otro tema es que no me van a matar, ni voy a renunciar y me lo tomo en cierta manera en broma. Pero no todo el mundo va a reaccionar. Este hostigamiento tiene un objetivo claro que es desestabilizar psicológicamente a la persona.
–Casualmente, en estos días se difundieron fragmentos de un libro del publicista Jaime Durán Barba validando la construcción de una estrategia de este tipo en una campaña electoral, de llevar al adversario al límite, hasta hacerle perder la cordura…
–Sí, el hostigamiento en el domicilio particular, vigilar quién entra y quién sale de la casa, parar a la empleada, parar al encargado de la casa, preguntarle a la gente que entra y sale a dónde vive, a dónde va. Llega un momento en que eso puede producir un desequilibrio y una reacción violenta. Estar molestando telefónicamente con insistencia, siete, ocho, diez veces a mis colaboradores, estar dejando en el contestador siete, ocho, diez mensajes, llenarme el casillero de mails de mensajes, entrar a llamar a la madrugada a gente con teléfonos celulares que no sé cómo consiguieron, todo esto es hostigamiento que tiende a desestabilizar. Lo que se quiere obtener es que alguien le dé una trompada a otro, la noticia, la filmación de esa noticia. Como la gente no ve lo que pasó antes naturalmente dice: “Ese energúmeno, que reacciona de esta manera”.
–¿No cree que hay amplios sectores que legitiman este tipo de prensa en tanto les sean funcionales a sus ideas o intereses?
–Creo que sí, aunque en la opinión pública argentina ha habido siempre un rechazo, a diferencia de la opinión pública norteamericana, en jugar en política cuestiones privadas, salvo que algunos personajes hayan sacado su vida privada a la luz pública. Esta es otra metodología, no es esa, y yo creo que la opinión pública no está suficientemente alertada acerca de estos métodos. Creo que los mismos medios tienen que ocuparse de alertar a la opinión pública acerca de esto.
–Además de ser el blanco de todo este, ¿no cree que está dirigido a castigar lo que usted representa: defensa de los derechos humanos, garantías constitucionales, despenalización del consumo de marihuana, entre otras causas, que sin duda le han generado muchas adhesiones, pero también muchas críticas?
–Es cierto, es cierto. No lo niego, naturalmente a lo largo de mi vida por actitudes mías o por envidia, me he ganado una cantidad de enemigos con los cuales puedo formar unos cuantos cuadros de fútbol, de distinta categoría, es decir los puedo hacer jugar en distintos niveles, eso es verdad. En algún momento, puede haber una coyuntura que los una pero también he tenido posiciones que han molestado al oficialismo, lo que está bastante claro.
–¿Este episodio podrá servir de caso testigo, para que se pueda trabajar en los alcances y límites de este tipo de denuncias?
–Creo que hay que tenerlo como caso testigo por un lado y, por otro lado, hay que prevenir este tipo de maniobras.
–¿Que respondería a quienes piensan que por el cargo que usted ejerce debería haber tomado más recaudos?
–Yo no pienso vivir paranoicamente. Si tuviese que vivir así me voy mañana de la función. Soy un ciudadano, camino por la calle, no me prevalgo de ninguna prebenda, hay miles y miles de personas que me ven haciendo las colas en todos lados donde hay que hacer cola, no ando con custodia por la calle, me ven en restaurantes solo o con algún amigo y yo mi vida la sigo así. El día que no pueda seguirla así, bueno, lo lamento... Lo siento por la función pero yo me voy.
–¿Cómo imagina el final de todo esto?
–Imagino que terminará, porque terminará el escándalo mediático, porque vendrá otro problema. No pretendo que la gente crea en mi honestidad porque sí. Lo que sí les ruego es que no crean en una supuesta debilidad mental porque si me dedicase a hacer algo ilícito, después de cuarenta años de criminólogo, no creo que lo haría con mi nombre y apellido. Entonces insisto, pueda la gente creer que soy deshonesto, delincuente, etcétera, pero tonto yo les agradecería que por favor no.
• MENTIRAS. La des- Ventura de La Nación
–El columnista del diario La Nación, Adrián Ventura, escribió el pasado miércoles 3, una nota donde inventa, abiertamente, una reunión a la que usted habría concurrido en Casa de Gobierno.
–Sí, menciona concretamente que yo había tenido una reunión con el secretario técnico de la Presidencia, Dr. Carlos Zannini, y con el ministro de Justicia, Julio Alak, en la Casa de Gobierno. No tuve ninguna reunión en la casa de Gobierno, las poquísimas veces que tengo que ir a la Casa de Gobierno, entro y salgo por la puerta donde están los granaderos , con el auto parado en frente. No me reúno en la jabonería de Vieytes con nadie, y esa reunión es absolutamente falsa. Pero si eso era creído por alguien de la política, realmente podía haber una reacción agresiva hacia mí, hacia la Corte, etcétera y generar un conflicto de carácter institucional muy serio. Puede opinar este señor lo que quiera, ideológicamente estar en la antípoda mía, criticarme una sentencia, criticarme lo que se le dé la gana. Tiene todo el derecho del mundo a hacerlo, pero no tiene el derecho ni él, ni su diario, a inventar noticias falsas. Y menos en un momento en que pueden causar un problema institucional serio.
–¿Usted tomó contacto con Ventura a raíz de esto?
–No personalmente, sino que lo hice a través de terceros, de mis colaboradores, y su respuesta fue que él había dejado esa nota escrita, y que luego alguien le habría agregado los datos de mi supuesta visita a la Casa Rosada. Como le digo, es la explicación, que le dio a terceros porque yo directamente he cortado toda relación con este señor.
–Respuesta poco sostenible para un editorialista de peso importante en La Nación.
–No sé exactamente, tengo la seria sospecha de que fue él, y si no fue él, bueno, admitió que en su columna se agregara una noticia falsa, sin una aclaración pública de su parte. Reitero: lo grave es que podría haber generado un problema político muy serio.
–El columnista del diario La Nación, Adrián Ventura, escribió el pasado miércoles 3, una nota donde inventa, abiertamente, una reunión a la que usted habría concurrido en Casa de Gobierno.
–Sí, menciona concretamente que yo había tenido una reunión con el secretario técnico de la Presidencia, Dr. Carlos Zannini, y con el ministro de Justicia, Julio Alak, en la Casa de Gobierno. No tuve ninguna reunión en la casa de Gobierno, las poquísimas veces que tengo que ir a la Casa de Gobierno, entro y salgo por la puerta donde están los granaderos , con el auto parado en frente. No me reúno en la jabonería de Vieytes con nadie, y esa reunión es absolutamente falsa. Pero si eso era creído por alguien de la política, realmente podía haber una reacción agresiva hacia mí, hacia la Corte, etcétera y generar un conflicto de carácter institucional muy serio. Puede opinar este señor lo que quiera, ideológicamente estar en la antípoda mía, criticarme una sentencia, criticarme lo que se le dé la gana. Tiene todo el derecho del mundo a hacerlo, pero no tiene el derecho ni él, ni su diario, a inventar noticias falsas. Y menos en un momento en que pueden causar un problema institucional serio.
–¿Usted tomó contacto con Ventura a raíz de esto?
–No personalmente, sino que lo hice a través de terceros, de mis colaboradores, y su respuesta fue que él había dejado esa nota escrita, y que luego alguien le habría agregado los datos de mi supuesta visita a la Casa Rosada. Como le digo, es la explicación, que le dio a terceros porque yo directamente he cortado toda relación con este señor.
–Respuesta poco sostenible para un editorialista de peso importante en La Nación.
–No sé exactamente, tengo la seria sospecha de que fue él, y si no fue él, bueno, admitió que en su columna se agregara una noticia falsa, sin una aclaración pública de su parte. Reitero: lo grave es que podría haber generado un problema político muy serio.
• PROPIEDADES. Acerca de la administración
–Usted explicó que transfirió la administración de sus propiedades a una persona de su confianza.
–Si, así es. Compré algunos departamentos, algunos de los cuales ni siquiera los he conocido, mi única vinculación ha sido firmar la escritura traslativa de dominio. Y tengo un amigo, apoderado, que no es abogado ni nada, es un hombre grande, con algunos problemas de salud, etcétera, que le dije: “Bueno, encargate”. Tiene un poder de administración amplio para actuar en mi nombre en todos lados, y yo mismo le dije: “Buscá una inmobiliaria y entregales la administración”. No conozco la inmobiliaria, de los quince inmuebles no conozco un sólo inquilino.
–En todas sus propiedades usted figura en los respectivos consorcios, con nombre y apellido.
–Por supuesto, sí. Aparte están en mis declaraciones de bienes, en todos lados. Por otra parte, en el registro de la propiedad se pide un informe y salen todas las listas de bienes que uno tiene.
–¿Nunca le llegó a usted notificación o queja alguna de consorcios o vecinos de esas propiedades?
–No, de nadie. Nunca me llegó ninguna comunicación, una carta documento, o una cosa así de un consorcio que me dijera: “Acá se está violando el reglamento de co-propiedad”. Solamente, fue un trascendido periodístico. Hoy estoy gestionando la devolución de los inmuebles, veré de pedir una rendición de cuentas a la inmobiliaria, cambiaré de inmobiliaria y veré lo que hago, y alquilaré de nuevo los inmuebles... Espero tener más suerte. A menos que pretendan que sea como el Señor Barriga, cobrando los alquileres en el vecindario del Chavo…
–Luego de todo esto, ¿no hay ninguna otra propiedad que pueda encontrarse?
–Mire, desde hace muchos años tengo un departamentito en Madrid alquilado y otro en Costa Rica. Espero que no pase nada en ninguno de los dos porque si no me van a decir que tengo una organización internacional, que soy el fundador del Club Varsovia. Evidentemente, bueno, me encuentro con esta sorpresa y, lo que hice fue llamar a mis abogados para que gestionen la desocupación de los inmuebles, primero que verifiquen si era cierto...
–Usted explicó que transfirió la administración de sus propiedades a una persona de su confianza.
–Si, así es. Compré algunos departamentos, algunos de los cuales ni siquiera los he conocido, mi única vinculación ha sido firmar la escritura traslativa de dominio. Y tengo un amigo, apoderado, que no es abogado ni nada, es un hombre grande, con algunos problemas de salud, etcétera, que le dije: “Bueno, encargate”. Tiene un poder de administración amplio para actuar en mi nombre en todos lados, y yo mismo le dije: “Buscá una inmobiliaria y entregales la administración”. No conozco la inmobiliaria, de los quince inmuebles no conozco un sólo inquilino.
–En todas sus propiedades usted figura en los respectivos consorcios, con nombre y apellido.
–Por supuesto, sí. Aparte están en mis declaraciones de bienes, en todos lados. Por otra parte, en el registro de la propiedad se pide un informe y salen todas las listas de bienes que uno tiene.
–¿Nunca le llegó a usted notificación o queja alguna de consorcios o vecinos de esas propiedades?
–No, de nadie. Nunca me llegó ninguna comunicación, una carta documento, o una cosa así de un consorcio que me dijera: “Acá se está violando el reglamento de co-propiedad”. Solamente, fue un trascendido periodístico. Hoy estoy gestionando la devolución de los inmuebles, veré de pedir una rendición de cuentas a la inmobiliaria, cambiaré de inmobiliaria y veré lo que hago, y alquilaré de nuevo los inmuebles... Espero tener más suerte. A menos que pretendan que sea como el Señor Barriga, cobrando los alquileres en el vecindario del Chavo…
–Luego de todo esto, ¿no hay ninguna otra propiedad que pueda encontrarse?
–Mire, desde hace muchos años tengo un departamentito en Madrid alquilado y otro en Costa Rica. Espero que no pase nada en ninguno de los dos porque si no me van a decir que tengo una organización internacional, que soy el fundador del Club Varsovia. Evidentemente, bueno, me encuentro con esta sorpresa y, lo que hice fue llamar a mis abogados para que gestionen la desocupación de los inmuebles, primero que verifiquen si era cierto...
Fuente: Miradas al Sur.
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