Cumpas del Barrio, músicos piqueteros. Vienen de zonas humildes y tocaron ante miles de personas en el 10º aniversario de la masacre de Avellaneda. Arte y protesta.
Por Tomás Eliaschev
Su sonido nació en los piquetes. Crecieron junto a ollas populares y emprendimientos productivos. Hacen cumbia con letras politizadas sin perder el humor a lo Bombita Rodríguez. Y le suman una dosis de hip hop callejero. El resultado es Cumpas del Barrio. Provenientes de las zonas más humildes de Capital y el conurbano, se organizaron en los movimientos de trabajadores desocupados. Después de tocar ante 5 mil personas en el décimo aniversario de la masacre de Avellaneda, quieren ser escuchados por públicos más amplios. Sentados en ronda, en la Estación Avellaneda, donde fue asesinado Darío Santillán mientras socorría a Maximiliano Kosteki, cuentan su experiencia.
La silla de ruedas no limita a Jonathan “Joni” Yeferley Algalarronda Rondán, cantante y referente barrial de La Boca: “Surgimos en 2005, con la idea de que organizarse fuera divertido. Primero no había ningún músico, después se arrimaron otros compañeros con distintos saberes”, dice Joni. Al principio eran 4, ahora son 11. Compartieron escenario con bandas como Los del Fuego, Non Palidece, Rally Barrionuevo y Resistencia Suburbana.
A fines de año grabarán su primer disco en un estudio, que posiblemente se llame Ruido Organizado. “Significa que cada uno sabe algo por la música que escuchó por ahí y con un instrumento o un tacho lo puede expresar”, relata Joni. “Hay pobreza, la torta está mal repartida. Hay gente con mucha plata que sigue acumulando. Hay que mover todo eso, cambiar el sistema en el que estamos viviendo”.
Toma la palabra Federico Orchani, que milita en la Villa 21 de Barracas: “Los pibes son uno de los sectores más castigados. El hilo se corta por lo más delgado, como pasó con nuestros compañeros asesinados a principio de año en Rosario. Queremos desarrollar en la juventud no sólo la capacidad de trabajar, de agarrar una herramienta, sino la posibilidad de expresar a partir del arte lo que sentimos”. Orchani, además de ser uno de los guitarristas del grupo, es vocero del Frente Popular Darío Santillán, la organización donde militan los Cumpas del Barrio. Respecto del estilo de música, cuenta que eligieron la cumbia: “No la que se ve todos los días en la tele. Es el sonido que identifica a las barriadas populares. Nuestras letras tienen un sentido político y social”.
Pero no se quedan en el sonido tropical. Otro de los cantantes, Ramón “Chino” Góngora, cuenta cómo con el rap aporta “improvisación en los temas”. Cuando está en el escenario y no canta, se cubre el rostro con su pañuelo palestino. Según ilustra, “el hip hop nace de los esclavos y se continúa con la persecución que sufren hoy los pibes”.
El percusionista Diego Barrionuevo es quien explica el porqué del lugar de la nota: “Acá asesinaron a nuestros compañeros pero nosotros lo transformamos en un lugar de alegría. Significa mucho transformar esta estación, donde hoy funciona un polo textil y se organizan compañeros que trabajan en el Plan Argentina Trabaja de forma independiente. Y logramos que los diputados aprueben modificar el nombre de Avellaneda por Estación Kosteki-Santillán”, explica el cooperativista que toca la percusión.
El único de los integrantes del grupo que conoció a Darío Santillán es Carlos Leiva, que también toca la percusión. El 26 de junio de 2002 estaba en la línea de frente, sufriendo la represión ordenada por el ex presidente Eduardo Duhalde. A la hora de hablar, evoca a su compañero asesinado: “En todo momento siento una gran vibración dentro mío. Recuerdo que me acerqué al movimiento porque me había quedado sin laburo, no había para comer. Y en mi barrio, Lanús, había un lugar con organización. Entre toda esa gente que se estaba organizando estaba Darío”.
En el güiro (o raspador) está otro Leiva, pero llamado Cristian Gabriel. “Queremos contar cómo progresamos los últimos siete años en la vida, entre todos. Y mostrarle a la juventud que se puede salir a flote. No es sólo ruido organizado, es crear conciencia. Creemos en el cambio social, lo construimos día a día”, cuenta. Y Santiago “Leni” Giovanetti, guitarrista, se alegra porque “se sumaron instrumentos, por lo que la banda suena cada vez mejor. A veces nos escucha gente que, sin entender mucho, se copa con lo que decimos”. El que detalla a dónde llevan su arte es Maximiliano Botta, percusionista y herrero: “Tocamos en todos los escenarios que tengan que ver con la lucha, en los festivales que se hacen para los aniversarios de la Masacre de Avellaneda y también por el asesinato de nuestros compañeros en Rosario o en Esteban Echeverría. Estamos presentes en las actividades en que se denuncia el gatillo fácil, como en Villa 20 por Jonathan “Kiki” Lezcano, o en La Boca por Diego Núñez, los dos asesinados por la Policía Federal”.
Emanuel Corsi, experto en breakdance, baile típico de la cultura hip hop, se acaba de sumar al grupo. “Soy compañero de Joni en el Bachillerato Popular Darío Santillán. Me dijo ‘animate a tocar los bongó’ y lo hice. Parece que le pegué un poco al ritmo”, se enorgullece. Y cuenta su experiencia militante: “Estoy trabajando en una herrería cooperativa. El Bachillerato, el movimiento y Cumpas del Barrio funcionan igual. Hacemos asambleas, tomamos responsabilidades y las cumplimos”.
“Lo que más me gusta es el compañerismo que hay. Nos conocimos en la lucha. Les decimos a los pibes que no se pierdan con la droga. Es una mierda donde están metidos narcos y comisarios. Los gobiernos nos tienen atados a través de la tele. Le abrimos los ojos a la gente. Que no se sientan solos, somos muchos con necesidades y nos ayudamos”, plantea el tecladista Patricio “Chiro” Almeyra, última incorporación del grupo.
El bajista Pedro Scagani es de los más experimentados en lo musical. Y es quien da una definición posible sobre la banda. “Hace unas semanas volvíamos en colectivo de una fiesta. El Chino y el hermano del Joni estuvieron una hora seguida rapeando. Cuando bajan del bondi, yo seguí unas paradas más. Eran las 6 de la mañana, unos iban a trabajar, otros volvían de bailar. Algunos dijeron ‘por fin se bajaron’. Pero un viejo que estaba parado, agarra y dice ‘es molesto, pero dicen la verdad’. Eso hacemos”.
Fuente: Revista Veintitres.
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