Por Diego Long
Entrevista: Norma Giarracca, socióloga rural. La especialista se refiere a la contraposición entre la vivienda y su función social con la propiedad privada
La socióloga Norma Giarracca, reconocida especialista en temas rurales, se refirió al equívoco muy común en parte de la prensa escrita, al caracterizar el conflicto en el ingenio Ledesma (del que podría decirse que terminó con cuatro muertos, si hubiera terminado): “El diario La Nación decía que hay colisión de derechos, entre el derecho a la vivienda y el derecho a la propiedad privada. No es así, porque hay un problema, un conflicto, una tensión previa en estos territorios. Toda la zona de Salta y Jujuy es una zona susceptible de reparación histórica de comunidades indígenas porque fueron apropiadas por los ingenios o por las oligarquías lugareñas. Y, en todo caso, cuando hay una colisión de derechos el que se jerarquiza es el derecho humano. El derecho a la vivienda y a una vida digna están por encima del derecho privado”.
La autora remarca que, si bien existe pluralismo jurídico (una serie de legislaciones internacionales, el convenio 169 de la OIT y la declaración de los derechos indígenas de Naciones Unidas, del 2007), que está a favor de la devolución de los territorios a las comunidades y de su autonomía, aquí no tienen esa posibilidad. Le aplican el principio constitucional de la propiedad. La Constitución de Brasil, sin ir más lejos, “habla de tierras improductivas y de la función social de la tierra –recuerda Giarracca–. Por ambas cosas se puede expropiar”. En la Carta Magna argentina no. “La cuestión de la función social de la tierra y todo lo demás del ’49, en el ’58 volvió atrás. Y en el ’94 fue muy importante toda la integración del derecho ambiental y el derecho indígena, pero no se modificó en nada toda esta cosa tan dura de la propiedad privada de la tierra”, agrega la especialista. Y por ello sentencia: “Hasta que no se vuelva a retomar lo que históricamente se supuso, incluso en el pensamiento del siglo XIX y del XX, sobre la función social de la tierra en Argentina, esto no va a tener modificación. Fue muy importante en la teoría de los años ’50, ’60s ’70, no había duda en la teoría social, y en la económica, que la concentración de la tierra era lo más dañino que podía existir para la democracia. Y eso se borró de las cosmovisiones del pensamiento social, desde el neoliberalismo, la escala es un factor positivo.
Giarracca explica que Ledesma ya no es la empresa familiar de la época de Arrieta, ahora con los Blaquier predomina el agronegocio, el bioetanol. Porque, agronegocio no es sólo la soja, es toda una lógica económica de funcionamiento. Uno de los primeros que lo adoptan, junto con la soja, son los ingenios. Porque el azúcar, si bien es una producción alimentaria, también puede funcionar muy bien en los mercados a futuro, como una comoditie, o un elemento del mercado financiero. Además de ser una empresa manchada por la dictadura, desde que los Blaquier desembarcan en Ledesma (1971) hacen todo siempre con el respaldo del Estado. Porque esta sociedad que tiene con la dictadura no empieza con la masacre, sino por una cuestión económica. Los ingenios de Tucumán nacen por el convenio entre la vieja burguesía de esa provincia aliada a la porteña, dado que Avellaneda y Roca eran tucumanos. Y hasta tenían una ley de protección al azúcar, que supieron aprovechar los ingenios salteños y jujeños.
La autora remarca que, si bien existe pluralismo jurídico (una serie de legislaciones internacionales, el convenio 169 de la OIT y la declaración de los derechos indígenas de Naciones Unidas, del 2007), que está a favor de la devolución de los territorios a las comunidades y de su autonomía, aquí no tienen esa posibilidad. Le aplican el principio constitucional de la propiedad. La Constitución de Brasil, sin ir más lejos, “habla de tierras improductivas y de la función social de la tierra –recuerda Giarracca–. Por ambas cosas se puede expropiar”. En la Carta Magna argentina no. “La cuestión de la función social de la tierra y todo lo demás del ’49, en el ’58 volvió atrás. Y en el ’94 fue muy importante toda la integración del derecho ambiental y el derecho indígena, pero no se modificó en nada toda esta cosa tan dura de la propiedad privada de la tierra”, agrega la especialista. Y por ello sentencia: “Hasta que no se vuelva a retomar lo que históricamente se supuso, incluso en el pensamiento del siglo XIX y del XX, sobre la función social de la tierra en Argentina, esto no va a tener modificación. Fue muy importante en la teoría de los años ’50, ’60s ’70, no había duda en la teoría social, y en la económica, que la concentración de la tierra era lo más dañino que podía existir para la democracia. Y eso se borró de las cosmovisiones del pensamiento social, desde el neoliberalismo, la escala es un factor positivo.
Giarracca explica que Ledesma ya no es la empresa familiar de la época de Arrieta, ahora con los Blaquier predomina el agronegocio, el bioetanol. Porque, agronegocio no es sólo la soja, es toda una lógica económica de funcionamiento. Uno de los primeros que lo adoptan, junto con la soja, son los ingenios. Porque el azúcar, si bien es una producción alimentaria, también puede funcionar muy bien en los mercados a futuro, como una comoditie, o un elemento del mercado financiero. Además de ser una empresa manchada por la dictadura, desde que los Blaquier desembarcan en Ledesma (1971) hacen todo siempre con el respaldo del Estado. Porque esta sociedad que tiene con la dictadura no empieza con la masacre, sino por una cuestión económica. Los ingenios de Tucumán nacen por el convenio entre la vieja burguesía de esa provincia aliada a la porteña, dado que Avellaneda y Roca eran tucumanos. Y hasta tenían una ley de protección al azúcar, que supieron aprovechar los ingenios salteños y jujeños.
Fuente: Miradas al Sur
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