domingo, 28 de octubre de 2012

"MACRI DESLIGITIMA AL QUE HACE UN RECLAMO"

Entrevista a Gerardo Halpern, doctor en antropología. El especialista analiza los mecanismos discriminatorios que reflejan expresiones como “el problema es la migración descontrolada” que pronunció Mauricio durante el conflicto en Villa Soldati.
 
Por Francisco Yofre          
 
–¿Qué reflejaron las declaraciones de Macri cuando se refirió a que el problema en el Indoamericano se debía a que la inmigración estaba descontrolada?
–Fue un ejercicio típico de desplazar el problema de la vivienda que le corresponde resolver al Estado a una cuestión vinculada a la responsabilidad de sujetos. Ésa es la clásica forma en la que opera la discriminación. Allí donde aparece una demanda social, lo que hace el poder es deslegitimar al sujeto que hace la demanda. El problema de la vivienda pasa a ser un problema de los migrantes. Macri pone en juego la forma racialista de discriminación, ya que ubica a los inmigrantes como personas que alteran el buen funcionamiento de lo social. Hay un sujeto que afecta la armonía de la sociedad. No discutimos las políticas sociales, sino la legitimidad del sujeto. Pero también aparece otro problema en relación a la igualdad. Cómo accede un migrante a una vivienda si el acceso a ella está neutralizado para ese sujeto. Entonces, cuál es el margen de maniobra que tiene ese sujeto para acceder a un derecho. Lo que dice Macri es que ese margen de maniobra es irse del país. Entonces lo que hace es decir que: está todo bien que existan migrantes, lo que no está bien es que accedan a derechos. Es una lógica clásica de la derecha: yo no discrimino, pero niego la igualdad.
–¿Se pueden rastrear raíces de este pensamiento?
–Lo que hace Macri es una doble operación. Porque retrocede la historia, habla con la normativa de Menem y los ’90, ya que traslada el tema de vivienda en la Ciudad a una cuestión de migrantes, por ende es una cuestión de carácter nacional. Eso es típico de los ’90. Pero a su vez dialoga con la normativa xenófoba europea contemporánea. Construye, así, un sujeto ilegítimo, reclamando de manera ilegítima un derecho que no le corresponde. Esto, en un país que viene desde 2003 construyendo legitimidad de derechos y avanzando claramente, significa un retroceso.
–¿Pueden hacer algo las oficinas consulares en este sentido, y si lo hacen, con qué eficacia?
–El margen de maniobra es delicado porque deberían ser más explícitos y más audaces. En el marco del Indoamericano, a mi criterio, la postura de Evo Morales fue desafortunada cuando trató de que los bolivianos se desinvolucraran de la toma, pues, en cierto modo, aceptó la lógica de Macri: se trata de extranjeros y, en consecuencia, no deben reclamar acceso a derechos. Lo primero es muy discutible. Lo segundo, no lo comparto. Tanto la embajada de Bolivia como la de Paraguay salieron a repudiar las declaraciones de Macri. Su discurso se sustenta en las discursividades de muchos medios que no fueron muy distintas. El día que Macri dice eso, Clarín puso dos notas que establecían la misma relación. Clarín decía que no podía acceder a la gente que estaba ocupando, pero decía que eran bolivianos. Si no podían acceder, ¿cómo sabían que eran bolivianos, entonces?
Las representaciones consulares tienen un margen limitado de repudiar esos dichos pero es difícil saber cuánto más podrían hacer. Pero más allá de lo que haga un consulado me preocupan más los silencios de muchos partidos políticos y organizaciones. Por ejemplo, en la campaña electoral, incluso el FpV, no se dijo nada de la xenofobia. Pareciera que no garpa la defensa de los derechos humanos de todos. Por ejemplo, casi no se recuerdan los nombres de los asesinados durante esos días. No todos los muertos valen lo mismo. No se recuerda a las víctimas pobres y si son inmigrantes, menos.
Lo que hace el Indoamericano es recuperar las formas hegemónicas en las que se instaura la desigualdad en el acceso a derechos. Y esto es un retroceso cultural terrible para la Argentina.
 
Fuente: Miradas al Sur

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