lunes, 26 de noviembre de 2012

CIVILES EN EL BANQUILLO

Juan Alemann, a juicio. La complicidad con los crímenes de la dictadura no se agota en el caso Papel Prensa. El ex secretario de Hacienda fue visto en el centro de torturas de la ESMA y ahora deberá enfrentar al tribunal que lo juzgará por incumplir sus deberes de funcionario público.
 
A tres décadas del último golpe de Estado, las huellas de los victimarios no se borraron de la escena del crimen que permanece, con sus nebulosas, en la memoria de las víctimas. El relato de los sobrevivientes es una de las pocas pruebas con las que cuenta la Justicia para seguir avanzando en los Juicios por la Verdad. El pasado 10 de agosto se dio un nuevo paso hacia ese horizonte, cuando se conoció la elevación a juicio de un símbolo del poder económico, el ex secretario de Hacienda de la última dictadura Juan Alemann. Al economista y ex funcionario del terrorismo de Estado se le imputa haber estado en “la Escuela de Mecánica de la Armada a fin de tomar contacto, en la sala de torturas y partos conocida como ‘Huevera’, con Orlando Ruiz, quien se hallaba allí privado ilegítimamente de su libertad desde el mes de mayo de 1980 aproximadamente”, según se lee en la resolución del juez federal Sergio Torres. Ruiz estaba encapuchado, esposado y engrillado. Aún permanece desaparecido junto a su mujer Silvia Dameri.

Según reconstruyó el magistrado, Alemann se hizo presente en el centro clandestino de detención de la Marina para que Ruiz “le efectuara una descripción y le suministrara la totalidad de los datos que pudiera tener respecto del atentado del que habría sido víctima en su domicilio, en el mes de noviembre de 1979 (…) En dicha ocasión habría tomado conocimiento en forma directa de los hechos que ocurrían de modo sistemático en la Escuela de Mecánica de la Armada, a través del Grupo de Tareas G.T. 3.3.2”. Para reconstituir la escena fue crucial el testimonio de Carlos Lordkipanidse (ver recuadro) y Víctor Basterra, dos sobrevivientes de la ESMA.

Torres imputó a Alemann por incumplir su deber de funcionario público al no denunciar la situación de Ruiz y el centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA. Para los querellantes –que de todas formas festejan la elevación a juicio– la calificación legal es controvertida porque sostienen que la situación del acusado es más comprometedora. Por eso pedirán una ampliación de la acusación en el juicio. La posición del fiscal Eduardo Taiano clarifica la controversia: “Considero que Juan Ernesto Alemann deberá responder penalmente como coautor del delito de imposición de tormentos a Orlando Antonio Ruiz con el propósito de obtener información o quebrantar su voluntad, agravado por haber sido cometido en perjuicio de un perseguido político”.

Orlando Ruiz fue secuestrado entre mayo y julio de 1980 junto a su esposa embarazada y sus dos hijos –menores de edad–, Marcelo y María de las Victorias. Silvia dio a luz en cautiverio a Laura, quien fue apropiada por el represor Juan Antonio Azic, el mismo genocida que tres años antes se había apropiado de otra niña, Victoria Donda. Por su parte, Marcelo y María de las Victorias fueron dados en adopción y recuperaron su identidad gracias a Abuelas de Plaza de Mayo y la colaboración de sus familias adoptivas.

El 24 de marzo de 2005, esta revista publicó una entrevista a Juan Alemann que fue considerada por el fiscal en la causa que se le sigue al empresario. Allí, el periodista Walter Goobar le preguntó:

–¿Usted avala la apropiación de menores?

–Hubo 200 y pico de casos de mujeres que tuvieron hijos en cautiverio y que después las liquidaron –respondió el economista–. De esos, unos 200 los entregaron a los jueces y quedaron menos de 30 casos que los distribuyeron entre familias de militares. Eran chicos que sobraban, porque estos guerrilleros constituían parejas mientras peleaban, tenían hijos. Era una irresponsabilidad. Pero no hubo robo de chicos. Hay que tener estómago para hacerse cargo del hijo de un guerrillero.

Las palabras del ex secretario de José Alfredo Martínez de Hoz son dignas de alguien que fue cómplice de un genocidio. El ex funcionario de Economía no es un civil más entre los 202 que están vinculados a causas de lesa humanidad, según el Centro de Estudios Legales y Sociales. “Le dimos tanta importancia al caso Alemann por la ligazón de este representante de las finanzas, símbolo de los capitalistas que se beneficiaron de la dictadura, con la ESMA –aseguró a esta revista Myriam Bregman, abogada del colectivo de abogados JusticiaYa!–. Su presencia en el peor lugar de este sitio, la Huevera, donde había secuestrados engrillados y torturados, es un símbolo del vínculo del poder económico y su brazo armado, los militares”.

Junto con el ex secretario, el juez también elevó a juicio a tres personas vinculadas con los vuelos de la muerte, una metodología de desaparición utilizada en la ESMA: Enrique de Saint Georges, piloto de los aviones Skyvan –que dependían operacionalmente de Prefectura– y quien se desempeñaba hasta hace poco como comandante de Aerolíneas Argentinas; Julio Alberto Poch, teniente de fragata retirado de la Armada, quien trabajaba hasta el día de su detención en una aerolínea holandesa, y Gonzalo Torres de Tolosa, abogado vinculado al grupo de tareas que operaba en la ESMA.

“En la ESMA fue en el único lugar donde se torturaba por placer. En otros lados sólo se torturaba para sacar información y luego los mataban. Lo de todas las guerras”, graficó Alemann en la entrevista con Veintitrés y dejó entrever que conocía cómo operaba el centro clandestino al que habría ingresado para “entrevistar” a un desaparecido, en 1980. Ahora, lo espera un debate oral en tribunales.

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El testigo que puede mandar preso a Juan Alemann

Carlos “El Sueco” Lordkipanidse es uno de los pocos sobrevivientes del centro clandestino de detención que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada. Fue secuestrado el 18 de noviembre de 1978 y estuvo dos años y medio en la ESMA, donde fue sometido a trabajo esclavo, luego de sufrir todo tipo de torturas, como recibir corriente eléctrica con su bebé sobre el pecho. Por su condición de fotógrafo, los represores de la Armada lo obligaron a realizar tareas en el centro de falsificación de documentos públicos. Gracias a su testimonio, el ex secretario de Hacienda de la última dictadura militar, el civil Juan Alemann, irá a juicio oral. Lordkipanidse, miembro de la Asociación de Ex Detenidos Desparecidos –que motorizó el caso–, lo reconoció cuando ingresaba a una sala de torturas de la ESMA.
“La denuncia contra Juan Alemann la vengo planteando hace muchísimos años. Enfrenta la lógica dificultad de tirarme contra el poder económico. El poder real que había detrás del golpe cívico militar. Se trata de un caso paradigmático. Nadie vio a Martínez de Hoz en un centro clandestino de detención. Yo vi a Alemann en la ESMA, en 1980”, afirmó el Sueco a Veintitrés.

–¿Cómo fue ese momento?

–Fue en el marco del secuestro de la familia Dameri-Ruiz. La reconstrucción la realicé a través de una conversación que tuve con Orlando Ruiz en el sótano de la ESMA cuando estaba secuestrado. Me contó que estaba con sus dos hijos y su mujer (Silvia Dameri), que estaba embarazada. Él había venido de Suiza con la contraofensiva. Era integrante de las Tropas Especiales de Agitación (TEA). Al poco tiempo veo a Alemann en el sótano de la ESMA ingresando a “la huevera” (N. del R.: se le decía huevera porque sus paredes estaban recubiertas con envases de huevo para amortiguar los sonidos, como los gritos de los torturados). Los marinos habían montado toda una escenografía de cómo había sido el atentado que había sufrido Alemann con ampliaciones de las páginas de los diarios.

–¿Por qué?

–La conducción de la Marina intentaba vanagloriarse de la detención de Ruiz porque su participación en la contraofensiva no había sido exitosa: la mayor parte de la gente que retornó al país fue capturada por el Ejército. Entonces los marinos arman toda una parodia en la que dicen que Ruiz había participado y planificado el atentado de Alemann. Pero Ruiz no estaba en la parte de operaciones sino en la de agitación. En particular me acuerdo que me dijo que hacía las la interferencias de canales de TV.

–¿Usted estaba solo en el momento en que lo vio a Alemann?

–Yo estaba solo en el sótano, como prisionero, haciendo trabajo esclavo en el laboratorio fotográfico, y tenía que ir al comedor que estaba al lado de “la huevera”. Salgo con el guardia y veo entrar a una comitiva. Estaba el jefe de operaciones del GT 3.3.2, Adolfo Donda, y el jefe de inteligencia Oscar Lanzón, entre otros. Con ellos venía Alemann, a quien hacen entrar en “la huevera”. Así es como que la Marina se retracta con Alemann. Limpian culpas respecto del atentado contra Alemann de 1978. Toda esta parodia no fue causal: Alemann era poderosísimo dentro de lo que fue el golpe cívico militar. Estaba adentro de la ESMA y le hacían la venia. Se trata del poder económico con todas las letras.

–¿Qué sensación le provocó la elevación a juicio oral de Alemann?

–Por un lado, satisfacción porque se está rompiendo el velo del rol civil en el golpe de Estado. Pero en el caso particular de Alemann lo vivo con desilusión porque se lo está acusando por incumplimiento de los deberes de funcionario público y no por otro delito. Eso me parece terrible. Los querellantes intentaremos revertirlo en el juicio. En ese momento Alemann tenía poder absoluto. Podía salvarles la vida a Ruiz y a su familia. Era uno de los responsables de que eso haya sucedido. Pero va a ser interesante verlo entrar esposado. Aunque hasta el momento no está detenido. Se trata de los privilegios del establishment.

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Opinión

Complicidades
Por Rubén Pereyra Secretario de Redacción

Digámoslo de una buena vez: el firmante de estas líneas estuvo de acuerdo con el golpe de Estado. Tenía 15 años y no sabía lo que decía. A los dos días los milicos ya me habían hecho entender mi equivocación adolescente. No fui el único. El PC hizo lo mismo. No fuimos los únicos. Gran parte de la sociedad argentina hizo lo mismo. Ahora bien, ¿somos todos cómplices del gobierno más nefasto que dio la historia argentina? No. Hay una diferencia entre la ingenuidad política y la complicidad lisa y llana de empresarios, políticos y sindicalistas que miraron para otro lado. ¿Puede pensarse honestamente que quienes se beneficiaron de la política económica de Martínez de Hoz y Juan Alemann no tuvieron nada que ver con el accionar represivo de la dictadura? ¿Puede pensarse honestamente que no tuvieron nada que ver con la persecución, secuestro y desaparición de la vanguardia más combativa que haya dado el movimiento obrero argentino? Esteban Reimer, delegado de la Mercedes-Benz, fue a negociar con la patronal el 4 de enero de 1977. “Sospechosamente”, según le dijo a su esposa, les dieron todo lo que pedían tras meses de reclamos y respuestas vacías. Esa misma noche fue secuestrado y continúa desaparecido. Ahora bien, ¿es posible comprobar fehacientemente estas complicidades? Un importante abogado en causas por delitos de lesa humanidad, consultado por este periodista, manifestó que es muy difícil; si bien hay casos como los de Ford, Mercedes-Benz, Ingenio Ledesma, Papel Prensa y otros, que se están dirimiendo en sede judicial, la complicidad es incomprobable. Nunca es bueno dar vuelta la página. Tampoco es bueno prejuzgar y acusar sin pruebas. Las complicidades civiles existieron, pero habrá que probarlas. Algún poco iluminado empresario con la conciencia sucia podrá dormir tranquilo, protegido por su dinero manchado de sangre. La democracia y el estado de derecho lo protegen.
 
Fuente: Revista Veintitres

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