jueves, 1 de noviembre de 2012

EL ESPECTACULO DE LA VULNERABILIDAD SOCIAL

Por Jimena Arnolfi        


Militantes y comunicadores de las villas hablan en primera persona: La garganta poderosa, Mundo Villa y un integrante del JP Evita.
       
Si en doscientos años no hubo un periodista villero que trascendiera de nuestros barrios, quiere decir que estuvo oprimida la posibilidad. Lo intentó Rodolfo Walsh, también lo intentó el padre Mugica y les costó la vida”, dice el periodista de La Garganta Poderosa en comunicación con Miradas al Sur. Cabe aclarar que cada vez que uno de los referentes de la revista de cultura villera accede a una nota periodística habla en nombre del colectivo. “Nosotros decimos que siempre tuvimos voz, lo que no teníamos era un canal desde donde expresarnos. A más de treinta años del regreso de la democracia, es hora de que empecemos a escuchar las voces que faltan en primera persona y sin intermediarios. Ya no queremos voceros sensibles y progresistas”, remata el periodista.
 
Chalecos antidenuncia. “Si Ravi Shankar mandara sus cien mil fans a la villa, con una sola cuota de El Arte de Vivir, hacemos cloacas y luego sí, respiramos todos en paz”, escribieron en la cuenta de Twitter de La Garganta Poderosa. Unas horas después de la meditación comandada por Sri Sri en la avenida Figueroa Alcorta (barrio de Palermo), la villa del barrio de Parque Patricios se sorprendía con una visita que sacudió a las familias del lugar: Gendarmería. “Una vez más, los superhéroes de uniforme entraron a la villa a combatir a los villanos de las drogas y las balas”, grafica como quien adelanta el tráiler de una película harto conocida.
El operativo desbarató una banda narco y el secuestro de varios kilos de droga-armas-plata fue televisado en un compacto de cinco minutos con música de película de suspenso para toda la televisión argentina. Estaban los gendarmes, el secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, y todos los cronistas de los canales de noticias con excepción de los medios locales que nunca son invitados a cubrir lo que pasa en su propio barrio. La redacción de La Garganta Poderosa está en la Villa Zavaleta y sus trabajadores vieron el operativo por televisión.
Hace dos meses, comunicadores de la revista de la cultura villera tuvieron una reunión en el Ministerio de Justicia para hablar sobre el desembarco de los gendarmes y prefectos en la villa. Los funcionarios pidieron la colaboración de los vecinos para fiscalizar la buena conducta de los gendarmes que en muchas casos no era tal. “Nos pareció una buena iniciativa y entonces acercamos una propuesta: que la identificación deje de estar en la camisa y pase a estar en el chaleco antibalas, porque de lo contrario el chaleco tapa la identificación y nosotros no tenemos manera de denunciar un abuso. Esos chalecos, más que antibalas, son antidenuncia”.
 
Los malos y los buenos. “Recién estuve hablando con un amigo que consiguió trabajo y me contaba que tuvo que mentir la dirección de su casa porque nunca le dan trabajo si dice que vive en la villa. Es un prejuicio histórico: vamos a trabajar y creen que planeamos un robo”, sigue Juan Manuel Vila, un trabajador de 28 años de Lomas del Mirador, militante de la JP Evita. Todos los días, quienes viven en las villas deben lidiar con prejuicios de este tipo. “Cuando era pibe trabajaba en una fábrica. Mis compañeros no venían a trabajar si era día de operativo en la villa. Si salían de su casa, los gendarmes los reventaban en los pasillos o los metían adentro de la causa como mínimo. Cuando hay operativo, los gendarmes creen que en todas las casas hay delincuentes”, dice Vila.
Como en las películas de Hollywood, para muchos el mundo se divide entre buenos y malos, considerando que siempre son de clase media los que llevan en su especie el valor de la bondad. “Sin un análisis demasiado profundo, todos sabemos que en muchas casas en donde eventualmente se vende droga se padecen problemáticas muy similares a las casas donde se consume droga –dice el periodista de La Garganta Poderosa–. Ahora bien: tenés que ser muy boludo para pensar que un jefe narco va a salir de un predio donde tenemos las cloacas tapadas y la luz se corta cada dos por tres”.
 
Los periodistas de la villa. Adams Ledesma, periodista boliviano, fue asesinado el 4 de septiembre de 2010 en Retiro por un vendedor de droga. Ledesma era un referente social de la Villa 31 y estaba al frente del canal comunitario Mundo Villa TV. Este mes se cumplió un nuevo aniversario del fallecimiento y el asesino fue condenado a prisión. Los medios de comunicación no consideraron que fuera una noticia para resaltar. “¡Imaginate si lo hubieran matado a Van der Kooy o a Morales Solá! Hubiera sido un escándalo periodístico. Pero Adams Ledesma era un periodista villero y boliviano; luchaba contra la venta de pasta base dentro del barrio y fue asesinado por un narco”, dice Víctor Ramos, el fundador de Mundo Villa, el colectivo que actualmente tiene una columna en CN23 y otra en Radio Continental. “Hoy la batalla es cultural y se da a través de los medios de comunicación. Nosotros conformamos un multimedio villero porque los medios tradicionales construyen prejuicios sobre los habitantes de la villa y nosotros queremos hablar en primera persona”, dice Ramos, quien además es el director de la Casa del Bicentenario de la Villa 21, “una especie de Malba adentro de la villa”.
 
Las fórmulas. Hay elementos que se repiten en la espectacularización de la vulnerabilidad social. Basta con mencionar algunos productos televisivos como GPS (programa conducido por Rolando Graña, América TV) que hace explícita la tesis desde el título –los pobres y delincuentes están en determinados territorios. Un paréntesis para el déjà vu: Micky Vainilla, de Peter Capusotto, y su GPSS para detectar puestos de chipá con el chiste del remate, siempre dobla para la derecha.
La liga (Telefe) fue otro programa que reforzó la idea de la delimitación de fronteras. Los informes siempre empezaban con una especie de Google Map que identificaba la emergencia de lo subalterno. También está disponible en YouTube el informe de Facundo Pastor titulado “Villa 1-11-14, la favela argentina”. Entonces, se ve al periodista parado en el límite señalando “el pasillo de la muerte” y diciendo que al cruzarlo “uno se rodea de violencia y muerte”. Pastor “se anima”, se calza un chaleco antibalas y entra en la villa. De esta forma, los medios de comunicación hegemónicos configuran una especie de relato de aventuras. Esta es mi villa, el programa de Julio Bazán, fue parodiado por el colectivo La Garganta Poderosa porque consideran que es una falta de respeto la construcción del relato del periodista de TN. Así nació Esta es mi empresa –disponible en YouTube–, programa conducido por una compañera de Villa Zavaleta, Julia Bazán.
 
En primera persona. “La solución de fondo no me la puede contar un notero de traje y corbata que viene cinco minutos a la villa a ver qué hacen los uniformados que montan la escena para el show. Tampoco es creíble que ese tipo de cronistas vengan a relatar cómo es vivir en una villa”, dicen desde La Garganta Poderosa. “Los que vivimos en la villa somos los primeros que queremos vivir en un barrio sin armas, justo e igualitario”, dice Juan Manuel Vila. Las problemáticas son muchas y en la mayoría de los casos son urgentes. En palabras de La Garganta Poderosa: “Hay un montón de lecturas equivocadas que miran el sol desde la pileta. Alguien nos tiene que decir qué hacemos con los pibes que consumen pasta base en nuestras villas. No existe ni un centro gratuito estatal de rehabilitación y los pibes se siguen muriendo. Es urgente”.
 
Fuente: Miradas al Sur

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