Viajes por las rutas que emprendió el revolucionario. Acaba de aparecer el libro Por los caminos del Che, Crónicas de viaje por Latinoamérica, en el cual 13 autores relatan las vivencias de argentinos que recorrieron el continente. Relatos de una mirada dedicada a la liberación.
Por Tomás Eliaschev
Cuando un argentino sale a rolar por otros países se lo suele asociar con grandes futbolistas. Durante años, Diego Maradona era lo primero que se asociaba con la argentinidad. Ahora, Lionel Messi es referencia ineludible. Pero más allá del talento deportivo, otra persona nacida en estas pampas provoca identificación: Ernesto “Che” Guevara. Uno de los aspectos iniciáticos en la vida del revolucionario fueron sus viajes por el continente. En esto se inspiró un conjunto de viajeros que acaba de publicar el libro Por los caminos del Che, Crónicas de viaje por Latinoamérica (Cuadernos de Sudestada, Ediciones Continente), donde 13 autores aportan sus relatos sobre sus vivencias sudamericanas. En el bar de FM La Tribu, Veintitrés dialogó con Nicolás Recoaro, Xuan Pablo González y Tomás Astelarra, quien compiló las crónicas y tuvo la idea del libro.
–¿Qué es lo que tienen en común los 13 autores?
N.R.: –Todos los que participan del libro son grandes viajeros. En el libro hubo que recortar. En mi caso, en Paraguay, contando sobre las mujeres que hacen tejidos ñanduty en Itaguá. Pero si me tengo que remontar, viajo desde que tengo 16 años, a esa edad me fui a dedo hasta Ushuaia. De ahí me nació eso de viajar y tomar apuntes.
X.P.G.: –De los viajes que hice, en el libro cuento sobre Perú y Bolivia. Viajar te empieza a abrir los ojos. Es mirar la realidad, salir de vos, comprometerte. Y tratar de hacer algo al respecto, por lo menos desde el periodismo, la crónica de denuncia. En la expresión entra también en juego lo poético, lo literario.
–¿Por qué toman como referencia los viajes del Che?
T.A.: –No necesariamente son crónicas de por donde pasó el Che. Algunas sí. Yo escribí sobre Higueras y hay una crónica sobre el leprosario por donde pasó el Che. Pero más que los lugares geográficos, lo que quisimos tomar como referencia del Che fue esto de salir a viajar y ver el lugar, in situ, de a pie. No ir y volver, sino estar recorriendo y transformarse con la realidad. En ese sentido, somos herederos del Che. Al principio del libro cito una frase de él en donde plantea que no se conoce un lugar como turista: el alma del pueblo se conoce con “los enfermos de los hospitales, los asilados en la comisaría o el peatón ansioso con quien se intima”. Algunos de nosotros hemos hecho artesanía o música en la calle. Eso te lleva a un contacto con la gente del lugar, que es otro. Dormís en otros hoteles baratos, te invita la gente a la casa a dormir o a comer en el mercado. Laburando, así, entrás de otra manera con la gente en la calle.
–Algo en lo que coinciden los distintos autores es en el formato elegido, son crónicas.
N.R.: –Para contar lo que está pasando en el continente, la crónica es un género ideal, muy latinoamericano. Cruza la ficción con el periodismo, la poesía. Es un género que integra todas esas ramas y que te permite contar lo que está pasando.
X.P.G.: –Visto desde la visión europea u occidental, los primeros escritores, que hablan con la lengua castellana, son los cronistas de Indias, que mezclan la impresión de viaje, las fantasías o las alucinaciones propias de la aventura.
N.R.: –Es el europeo llegando, que relaciona lo que ve con mitologías. El nacimiento de la literatura nacional latinoamericana tiene mucho que ver con el género crónicas.
T.A.: –Estas son crónicas periodísticas. Hay una fusión entre el periodismo formal y lo que cuenta aquel que sale a viajar con la guitarrita, contando lo que vio en cada lugar que visitó. Se cruza el periodismo oficial con el realismo mágico. Por un lado está la información de la calle, y por otro lado uno tiene acceso a un montón de fuentes y de situaciones. Ahí se mezclan dos mundos. En Bolivia, viví en la casa del abogado de McDonald`s, mientras que en Colombia pude entrevistar a Sabina, que estaba de gira por allí, porque justo andaba cerca de Bogotá.
–¿Cuál es su interpretación del legado guevarista?
X.P.G.: –Viajar y escribir tiene que ver con continuar una lucha revolucionaria, pese a lo bastardeada que está la palabra.
T.A.: –La idea es dejar la cuestión críptica del Che ahí arriba, en la pancarta y la remera, eso de que nadie más va a ser como él. De alguna forma todos nosotros estamos revolucionando. El Che es como cualquiera de nosotros: salió con una mochila de viaje, lo conoció a Fidel e hizo la revolución en Cuba. En nuestro caso lo hacemos a nuestra manera; Xuan hace ferias de libros independientes. Uno de los autores de las crónicas, Sebastián Carapezza, después de viajar hizo la revista Al Margen, un proyecto de revista hecho por chicos de la calle, que es la revista más vendida en Bariloche. En mi caso, estuve dos años en Cali haciendo un proyecto social de ese estilo, junto con movimientos sociales y comunidades indígenas.
N.R.: –Lo que rescato de la imagen del Che es algo que menciona Ricardo Piglia, que es que el Che viajaba cargando libros. Me hermanó en eso de viajar y leer, son actividades distintas que se unen. La idea del libro es que el lector se venga de viaje. Guevara era un viajero que leía y viajaba con los libros. El capitalismo fagocita todo, incluso el viaje guevarista por Latinoamérica. Queremos mostrar otra Latinoamérica, más profunda. Porque el turismo revolucionario guevarista de los que van con Las venas abiertas… bajo el brazo también está armado, como cuando los turistas van a las minas de Potosí.
Fuente: Revista Veintitres
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