lunes, 26 de noviembre de 2012

SEGUIR VIVIENDO SIN TU AMOR

Un recuerdo para Spinetta, uno de los grandes poetas de la música local y el creador de Artaud, el mejor disco de la historia del rock nacional, según sus propios colegas.
 
Por Denise Tempone

"Yo soy sólo un músico, Spinetta, un fenómeno de cantautor. Siempre me costó entender la poesía cantada. Soy de los que creen que la poesía tiene su propia música y la música su propia poesía, pero escucho cosas como las de él y me parece increíble. Le pone música apropiada a lo que crea. Busca la belleza en esa conjunción y la encuentra a su modo", con estas palabras Astor Piazzolla definió a "El Flaco" en marzo de 1985, cuando Antonio Carrizo le preguntó si rescataba a alguien, en esa famosa contienda entre rockeros y tangueros que se daba en el momento.

Tiempo después, Astor hizo una notable excepción cuando lo invitó a tocar junto con él. En un arranque de honestidad "El Flaco" decidió llamarlo y confesarle que realmente no se sentía a la altura de él: no sabía leer ni escribir música. Pero aunque no pudiera responder al academicismo del mayor desestructurador de la historia del tango, Spinetta tenía algo particular, único, personal que Astor veía con claridad: su manera de construir mundos a través de palabras y sonidos que juntos creaban algunas de las más exquisitas composiciones que dio el rock latinoamericano a lo largo de la historia. Música, palabras, imágenes y sensaciones, el cóctel Spinetta lo tenía todo. No hacía falta, para ser lo que él era, el academicismo o la rigurosidad intelectual. Ese llamado, esa invitación del prócer del tango, aun declinada, habían dejado en claro, habían legitimado su lugar en el firmamento artístico local. Un artista reconoce otro cuando lo tiene enfrente.

DESTINO. A decir verdad, hasta ese momento, nunca había sido un problema para "El Flaco" prescindir de una formación ortodoxa. No hacía falta un gran bagaje cultural para hablar con el mundo en el dialecto en que él lo hacía. "La música es un lenguaje que está en el cosmos como todo lo que nos rodea. El músico que se pone en contacto con el cosmos, que sabe indagarlo con amor, podrá apoderarse y utilizar ese lenguaje como si leyera una clave que pareciera indescifrable y hará su música, sin detenerse jamás. Sé que mi misión es hacer buenos discos. Y a mi misión la tengo que fundamentar con mi propia existencia", declaró alguna vez cuando se le preguntó por el motor de semejante poesía. Su creación estaba dictada por musas sí, pero capturada con el esfuerzo, la disciplina y el trabajo de quien sentía en su propuesta artística su razón de ser.

Spinetta nunca dudó de su destino, lo vivió con la alegría de quien se siente marcado. Primero, a través de su padre, Santiago, quien amaba cantar tangos y que lo introdujo al mundo de la música. Y luego a través de su tía Zsa-Zsa y su tío Mario que eran parte del equipo de prensa del mayor sello de entonces, Odeón. Ellos le traían discos gratis, las últimas novedades de manera inmediata en épocas donde los Napsters y los Megauploads eran impensados, por lo que la actualidad musical inmediata era un lujo para pocos.

El primer disco que se compró, ése que le tocó las entrañas y lo empujó a salir al mundo fue "For Sale" de Los Beatles. "La primera vez que escuché a Los Beatles fue en un baile en Estudiantes Norte, pasaron "Love me do" y le pregunté al disc jockey qué era eso. "Me parece que se llaman Los Escarabajos", me contestó. A partir de ese momento, cada vez que pasaban Los Beatles, me daba una especie de fiebre total". Fueron sus ganas de convertirse en uno de esos escarabajos, a quienes no entendía bien pero con quienes definitivamente conectaba, las que lo llevaron a intentar imitar el estilo de composición. "Toda esa etapa de mi vida fue mágica porque coincidió con los primeros enamoramientos, con las primeras calenturas de la pubertad. Al escuchar ‘Please, Please Me’ me tiraba a llorar al lado del Winco, ¡era un bochorno! En casa me decían: ‘Dejá eso, no ves que te va a hacer mal...’, pero había placer en tanta intensidad", explicaría años más tarde.

Ese sentimentalismo, esa conexión con el mundo y la necesidad de hablar el lenguaje de las cosas invisibles fue la que lo llevó a componer uno de sus himnos inmortalizados en el inconsciente popular. "Muchacha ojos de papel", expresó con una poesía absolutamente inusual para alguien que aún no había cumplido la mayoría de edad, la experiencia de un enamoramiento ordinario. Esa canción estaba hecha para Cristina, la hija del portero del edificio de la calle Arribeños en el Bajo Belgrano, donde vivía y su estreno no prescindió del dramatismo cinematográfico con el que vivía esa etapa de su existencia. En una anécdota clásica, Spinetta recuerda que la primera vez que la tocó, un domingo en el Teatro Coliseo, estaba pasando por una momentánea crisis con Cristina y que cuando empezó a cantar el tema, vio que su amada, todavía enojada, se levantaba de su butaca y se iba de la sala. "A medida que avanzaba, la gente se emocionaba y yo lloraba mientras veía que Cristina caminaba por el pasillo hacia la puerta, yo vivía en carne viva, y me gustaba expresarlo así", contó tiempo después, alejado definitivamente de aquella primera gran musa.

Aunque Almendra editó tan sólo dos discos de estudio más, es aún considerado uno de los grupos fundacionales del rock nacional. Fue su lirisimo, su vuelo, que contrastaba con la crudeza blusera de Manal o el estilo beat de Los Gatos lo que le dio un lugar único, inigualable en la escena local. Y todo eso era creación de la romántica e inquieta cabeza de "El Flaco" que aún tenía toneladas de talento para brindar.

OBRA CUMBRE. Después de la separación de Almendra, decidió formar Pescado Rabioso, junto con Black Amaya, Osvaldo "Bocón" Frascino y Carlos Cutaia. Fue una etapa de exploración de su identidad musical que terminó con un conflicto de banda y con la edición su trabajo más celebrado, "Artaud", aún considerado uno de los mejores discos de la historia del rock nacional y que marcó un parámetro fundamental para entender su obra. El título del álbum hace referencia al poeta francés Antonin Artaud, cuya creación, en especial "Heliogábalo, el anarquista coronado" y "Van Gogh, el suicidado por la sociedad", inspiraron a Spinetta a un nuevo nivel de líricas. Su presentación fue tan compleja como su creación. Se realizó en 1973 en el teatro Astral. En ese entonces se presentó solamente acompañado de una guitarra acústica, y en los intermedios del recital, mostró películas mudas como "Un perro andaluz", "El gabinete del doctor Caligari" y cortos de Hidalgo Boragno, musicalizado por lo más avanzado proveniente de Europa y Estados Unidos. Se trató de un momento cumbre en su carrera que logró conciliar de manera ágil y orgánica el gusto popular con información y propuestas estéticas de vanguardia. "Artaud" dejó en claro que la complejidad del discurso spinetteano no era una pose snob sino una manera genuina de entender el mundo, expresarlo y compartirlo con las masas. Era desafiante ante un público halagado por el desafío de acompañarlo en un viaje intenso y único. Nadie podía ser el sucesor de Spinetta, ni la competencia. Era demasiado único.

Su propuesta no tuvo altibajos y sus proyectos siguientes hicieron honor a su filosofía artística disco tras disco. Con sus siguientes bandas, Invisible, Jade, Los Socios del Desierto o en distintas etapas como solista, logró sostenerse sin vender su estilo y contaminar su mundo con tendencias comerciales. "La gente quiere que algunos artistas sean un McDonald’s de crear arte. No existe eso. No nos engañemos. ¿Qué le pedimos? ¿Qué somos capaces de darle?", se preguntaba. A medida que su propuesta se afianzó y su lugar en la escena se convirtió en incuestionable, Spinetta se convirtió en una personalidad cada vez más rebelde y esquiva con la prensa y los manejos de la industria y el medio. Aunque muchos lo consideraron arisco, él prefirió explicar que ponía limites. No aceptaba homenajes ni elogios exagerados, simplemente no compraba el juego de la prensa. "Me eligieron el artista más influyente, pero ése es Ricky Maravilla, o cualquiera de estos muchachos que hacen ese tipo de cosas. Dado lo que pasa con la música, hermano… No mientan, acá las influencias están siendo otras", declaraba indignado. Poco a poco, la lucidez de sus entrevistas y sus comentarios filosos lo convirtieron en una especie de analista cultural cuya sensibilidad captaba, desafiaba y burlaba los peores síntomas de los tiempos modernos.
 
Fuente: 7 Dias

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