Cada porteño genera a diario alrededor de un kilo de residuos. A falta de políticas de reciclado, la recolección informal de los cartoneros es fundamental. Historias de quienes viven de los desechos.
Por Melisa Miranda Castro
La puerta de Paraguay al 4700 está abierta, como quien invita a pasar. En la vereda hay un bolsón con botellas de plástico y cartones. Cada tanto un auto frena, deja más material y sigue su camino. La entrada da a un pasillo que está en obra, al fondo se deja espiar un patio. En otras épocas, este lugar supo ser punto de reunión después de una larga noche de cirujeo. Pero ahora es sólo un patio que alberga algunas herramientas de los albañiles que están refaccionando la vieja casa, que fue vivienda de Cristina Lescano y hoy es la cooperativa El Ceibo.
Son las 8.40, adentro, Maribel y Gastón toman mate con María Julia Navarro antes de salir a hacer la recolección por el barrio. Son pareja y no pasan los 25 años. De lunes a sábado se levantan a las 5 y viajan desde Merlo hasta Palermo para trabajar como recolectores en los edificios y casas de la zona. Aunque son los que más lejos viven, son los más puntuales. Por eso María Julia les legó sus manzanas, ya que desde que la operaron no puede hacer grandes caminatas y arrastrar los carros como lo hacía hasta hace poco. Ahora sólo se encarga de coordinar todo.
La ciudad de Buenos Aires es uno de los mayores generadores de basura del país. Según el informe "Megaciudad" presentado por la Fundación Avina a fines de 2011, el 40% de los residuos urbanos totales de la Argentina se genera en la Región Metropolitana de Buenos Aires, de los cuales 12.600 toneladas se producen diariamente como residuos domiciliarios. Es decir, que los porteños generan alrededor de un kilo de basura por habitante por día.
El informe que establece la agenda de los principales problemas de esta gran ciudad, advierte que la mayoría de los materiales consumidos se descartan sin ser pensados como potenciales recursos. Siguiendo el curso formal, el principal destino es el relleno sanitario de la CEAMSE. Algunos se desvían a basurales clandestinos, y hay un tercer flujo que los canaliza para el reciclaje. Se calcula que se recogen entre un 8 y 10 por ciento de residuos domiciliarios seleccionados a través del cirujeo.
"El nivel de reciclaje es malísimo. La Argentina tiene una ley nacional y la ciudad de Buenos Aires tiene una de las normas más de avanzada en el país, que es la de Basura Cero, pero los niveles de reciclado formal son casi nulos. Lo que hay son desvíos de determinados materiales reciclables a partir de la recolección informal que hacen cartoneros o los recuperadores urbanos", señala la directora de políticas de Greenpeace, María Eugenia Testa. Gonzalo Roqué, de la Fundación Avina coincide y agrega que "el mayor nivel de recupero del país es el de los cartoneros, pero eso no es una política del Gobierno".
Recolección
Son ya las 9, Maribel y Gastón salen apurados para visitar sus manzanas asignadas, antes de las 14, cuando pasa el camión que lleva lo que ellos juntaron hasta el Centro Verde de Salguero e Illía. Además, el transporte recorre "los grandes generadores", es decir, los edificios o empresas que dejan tal cantidad de residuos que no se pueden llevar en el carrito. Los vecinos los saludan y les abren las puertas de sus casas para que entren a sacar las bolsas que han sido separadas en origen. Esto es producto de una prueba piloto que hizo Greenpeace hace unos años con la cooperativa durante 6 meses, en los que trabajaron concientizando a los vecinos de Palermo.
Ahora El Ceibo sigue por su cuenta y tiene su historia en la zona. La organización surgió hace 25 años y fue fundada por siete mujeres, de las cuales sólo queda María Julia, que organiza la recolección desde la sede en la calle Paraguay, y Cristina Lescano que se encarga del Centro Verde. Se conocen de la época en la que ambas vivían bajo el puente de Juan B. Justo y Niceto Vega. Para subsistir hacían ollas populares y alimentaban a otros que vivían en el puente, y a la noche cirujeaban. Décadas después, las cosas cambiaron y la cooperativa les deja a ambas un sueldo que les permite alquilar departamentos cerca de la sede. Los recolectores también sacan un fijo, que es de 250 pesos semanales, además, tienen seguro y monotributo.
Casi son las 13, Maribel y Gastón ya hicieron varios viajes de descarga de los carritos. La cooperativa cubre el área entre Córdoba, Julián Álvarez, Godoy Cruz y Santa Fe, esas manzanas se reparten entre 7 recolectores, pero algunos están con suspensión por llegadas tarde, así que todo recae en la pareja. En total son 80 personas que integran El Ceibo. El gobierno de la ciudad, desde 2008, los empezó a ayudar con la logística y les dio folletos para que pudieran concientizar a los vecinos. Además, les entregó el galpón para el Centro Verde, pero la mayoría de las maquinarias las consiguieron ellos de donaciones o las compraron.
El sistema vigente en la Capital Federal es el de la recolección de residuos por medio de los camiones de las empresas privadas tercerizadas por el Estado, que depositan los residuos en la CEAMSE. Pero está en crisis, ya que hay tres rellenos operando, dos de los cuales tienen orden judicial de cierre por contaminación. "El relleno está al borde de finalizar su vida útil, se calcula que tiene entre dos y tres años más de vida y en todos aquellos lugares donde la CEAMSE quiere abrir uno hay una oposición abierta de las comunidades", explica María Eugenia Testa. El informe de Megaciudad indica que "en este modelo de funcionamiento el costo principal pasó a constituirlo el transporte, abriendo paso al negocio de mayor compromiso de las finanzas municipales: la recolección".
"El gobierno de la ciudad de Buenos Aires ha demostrado una política de gobierno bastante contraria a la Ley de Basura Cero y despreocupada con respecto al incremento de la basura. En 2010 se llegó al récord histórico de más de dos millones de toneladas de basura enterradas en relleno. En 2011 la cifra no está todavía cerrada, pero se presume que es superior", asegura la directora de Políticas de Greenpeace.
En el Centro Verde de El Ceibo, se trabaja de 7 a 12 y de 13 a 16. José es el encargado del galpón y les enseña el oficio a los nuevos. Monitorea todo el proceso desde que llegan los materiales hasta la venta de ellos. También fue cartonero y trabaja con la cooperativa desde hace 15 años. En el lugar predomina un olor que es mezcla de vinagre agrio con vino, que probablemente venga de los envases. Algunos trabajan con guantes y otros operarios ya tienen las manos acostumbradas. El que pica vidrio lo hace montado al conteiner usando sólo zapatillas de lona. "Nosotros estamos acostumbrados", dice José riéndose del asombro si se le pregunta por la seguridad.
Cristina Lescano, es la cabeza de todo el centro, cuando 7DÍAS llega la encuentra peleándose por teléfono porque la policía metropolitana le confiscó la camioneta que le entregó el propio gobierno porteño para las recolecciones. "Esto de insertarnos en la sociedad nos trae muchos problemas, porque es un trabajo nuevo, algunos no saben ni lo que es. No encajamos en ningún lado", cuenta Cristina, que es un poco la vocera de este proyecto y ha dado charlas en distintos países del mundo que se interesan por el fenómeno de las cooperativas de cartoneros.
Formalización del reciclado
Los cartoneros y trabajadores urbanos no terminan de encajar en el sistema. El gobierno porteño está a punto de cumplir el año del inicio del pliego de concurso público de recolección de residuos sólidos urbanos secos, la licitación de las 13 zonas en las que se dividió la Capital Federal para formalizar la tarea de los recuperadores urbanos. La idea fue separar la licitación de residuos reciclables (para darle la potestad a las cooperativas) y los húmedos. La falta de acuerdo en la última postergó el avance en las licitaciones. Las cooperativas presentaron propuestas técnicas para las zonas que ya manejaban y para nuevas zonas, se le dio prioridad a las preexistentes. Finalmente, a fines de 2011 el Gobierno decidió prolongar los contratos ya existentes de la recolección de residuos húmedos; y en teoría la licitación de los reciclables continúa en pie aunque todavía no se ha adjudicado ni puesto en marcha.
"Buenos Aires estaba bien encaminada, hacia donde estaba yendo el nuevo pliego, que separaba la recolección y otorgaba a las cooperativas el servicio de recolección, con logística y equipamiento. No hay antecedentes de esto y es mirado por otros países con mucha atención. Esto tendría que venir con una presencia muy fuerte del Estado. Se requiere un acompañamiento permanente, fortalecer el equipo técnico y aportar recursos", expone Gonzalo Roqué, de la Fundación Avina, que trabaja en conjunto con la cooperativa El Alamo para la integración social de los recuperadores urbanos y cartoneros.
Por su parte, propone que habría que "hacer un abordaje más integral, que tenga campañas de concientización con presupuesto y que sean permanentes. Las ciudades que más han avanzado son las que han hecho campañas continuas y fuertes como Curitiba. Esto es fundamental para que haya un cambio cultural, que facilite el servicio de los recolectores", explica. Y agrega que también habría que atender otros frentes de gestión integral de servicios, como los residuos electrónicos y eléctricos, los de construcción y los húmedos", concluye.
La puerta de Paraguay al 4700 está abierta, como quien invita a pasar. En la vereda hay un bolsón con botellas de plástico y cartones. Cada tanto un auto frena, deja más material y sigue su camino. La entrada da a un pasillo que está en obra, al fondo se deja espiar un patio. En otras épocas, este lugar supo ser punto de reunión después de una larga noche de cirujeo. Pero ahora es sólo un patio que alberga algunas herramientas de los albañiles que están refaccionando la vieja casa, que fue vivienda de Cristina Lescano y hoy es la cooperativa El Ceibo.
Son las 8.40, adentro, Maribel y Gastón toman mate con María Julia Navarro antes de salir a hacer la recolección por el barrio. Son pareja y no pasan los 25 años. De lunes a sábado se levantan a las 5 y viajan desde Merlo hasta Palermo para trabajar como recolectores en los edificios y casas de la zona. Aunque son los que más lejos viven, son los más puntuales. Por eso María Julia les legó sus manzanas, ya que desde que la operaron no puede hacer grandes caminatas y arrastrar los carros como lo hacía hasta hace poco. Ahora sólo se encarga de coordinar todo.
La ciudad de Buenos Aires es uno de los mayores generadores de basura del país. Según el informe "Megaciudad" presentado por la Fundación Avina a fines de 2011, el 40% de los residuos urbanos totales de la Argentina se genera en la Región Metropolitana de Buenos Aires, de los cuales 12.600 toneladas se producen diariamente como residuos domiciliarios. Es decir, que los porteños generan alrededor de un kilo de basura por habitante por día.
El informe que establece la agenda de los principales problemas de esta gran ciudad, advierte que la mayoría de los materiales consumidos se descartan sin ser pensados como potenciales recursos. Siguiendo el curso formal, el principal destino es el relleno sanitario de la CEAMSE. Algunos se desvían a basurales clandestinos, y hay un tercer flujo que los canaliza para el reciclaje. Se calcula que se recogen entre un 8 y 10 por ciento de residuos domiciliarios seleccionados a través del cirujeo.
"El nivel de reciclaje es malísimo. La Argentina tiene una ley nacional y la ciudad de Buenos Aires tiene una de las normas más de avanzada en el país, que es la de Basura Cero, pero los niveles de reciclado formal son casi nulos. Lo que hay son desvíos de determinados materiales reciclables a partir de la recolección informal que hacen cartoneros o los recuperadores urbanos", señala la directora de políticas de Greenpeace, María Eugenia Testa. Gonzalo Roqué, de la Fundación Avina coincide y agrega que "el mayor nivel de recupero del país es el de los cartoneros, pero eso no es una política del Gobierno".
Recolección
Son ya las 9, Maribel y Gastón salen apurados para visitar sus manzanas asignadas, antes de las 14, cuando pasa el camión que lleva lo que ellos juntaron hasta el Centro Verde de Salguero e Illía. Además, el transporte recorre "los grandes generadores", es decir, los edificios o empresas que dejan tal cantidad de residuos que no se pueden llevar en el carrito. Los vecinos los saludan y les abren las puertas de sus casas para que entren a sacar las bolsas que han sido separadas en origen. Esto es producto de una prueba piloto que hizo Greenpeace hace unos años con la cooperativa durante 6 meses, en los que trabajaron concientizando a los vecinos de Palermo.
Ahora El Ceibo sigue por su cuenta y tiene su historia en la zona. La organización surgió hace 25 años y fue fundada por siete mujeres, de las cuales sólo queda María Julia, que organiza la recolección desde la sede en la calle Paraguay, y Cristina Lescano que se encarga del Centro Verde. Se conocen de la época en la que ambas vivían bajo el puente de Juan B. Justo y Niceto Vega. Para subsistir hacían ollas populares y alimentaban a otros que vivían en el puente, y a la noche cirujeaban. Décadas después, las cosas cambiaron y la cooperativa les deja a ambas un sueldo que les permite alquilar departamentos cerca de la sede. Los recolectores también sacan un fijo, que es de 250 pesos semanales, además, tienen seguro y monotributo.
Casi son las 13, Maribel y Gastón ya hicieron varios viajes de descarga de los carritos. La cooperativa cubre el área entre Córdoba, Julián Álvarez, Godoy Cruz y Santa Fe, esas manzanas se reparten entre 7 recolectores, pero algunos están con suspensión por llegadas tarde, así que todo recae en la pareja. En total son 80 personas que integran El Ceibo. El gobierno de la ciudad, desde 2008, los empezó a ayudar con la logística y les dio folletos para que pudieran concientizar a los vecinos. Además, les entregó el galpón para el Centro Verde, pero la mayoría de las maquinarias las consiguieron ellos de donaciones o las compraron.
El sistema vigente en la Capital Federal es el de la recolección de residuos por medio de los camiones de las empresas privadas tercerizadas por el Estado, que depositan los residuos en la CEAMSE. Pero está en crisis, ya que hay tres rellenos operando, dos de los cuales tienen orden judicial de cierre por contaminación. "El relleno está al borde de finalizar su vida útil, se calcula que tiene entre dos y tres años más de vida y en todos aquellos lugares donde la CEAMSE quiere abrir uno hay una oposición abierta de las comunidades", explica María Eugenia Testa. El informe de Megaciudad indica que "en este modelo de funcionamiento el costo principal pasó a constituirlo el transporte, abriendo paso al negocio de mayor compromiso de las finanzas municipales: la recolección".
"El gobierno de la ciudad de Buenos Aires ha demostrado una política de gobierno bastante contraria a la Ley de Basura Cero y despreocupada con respecto al incremento de la basura. En 2010 se llegó al récord histórico de más de dos millones de toneladas de basura enterradas en relleno. En 2011 la cifra no está todavía cerrada, pero se presume que es superior", asegura la directora de Políticas de Greenpeace.
En el Centro Verde de El Ceibo, se trabaja de 7 a 12 y de 13 a 16. José es el encargado del galpón y les enseña el oficio a los nuevos. Monitorea todo el proceso desde que llegan los materiales hasta la venta de ellos. También fue cartonero y trabaja con la cooperativa desde hace 15 años. En el lugar predomina un olor que es mezcla de vinagre agrio con vino, que probablemente venga de los envases. Algunos trabajan con guantes y otros operarios ya tienen las manos acostumbradas. El que pica vidrio lo hace montado al conteiner usando sólo zapatillas de lona. "Nosotros estamos acostumbrados", dice José riéndose del asombro si se le pregunta por la seguridad.
Cristina Lescano, es la cabeza de todo el centro, cuando 7DÍAS llega la encuentra peleándose por teléfono porque la policía metropolitana le confiscó la camioneta que le entregó el propio gobierno porteño para las recolecciones. "Esto de insertarnos en la sociedad nos trae muchos problemas, porque es un trabajo nuevo, algunos no saben ni lo que es. No encajamos en ningún lado", cuenta Cristina, que es un poco la vocera de este proyecto y ha dado charlas en distintos países del mundo que se interesan por el fenómeno de las cooperativas de cartoneros.
Formalización del reciclado
Los cartoneros y trabajadores urbanos no terminan de encajar en el sistema. El gobierno porteño está a punto de cumplir el año del inicio del pliego de concurso público de recolección de residuos sólidos urbanos secos, la licitación de las 13 zonas en las que se dividió la Capital Federal para formalizar la tarea de los recuperadores urbanos. La idea fue separar la licitación de residuos reciclables (para darle la potestad a las cooperativas) y los húmedos. La falta de acuerdo en la última postergó el avance en las licitaciones. Las cooperativas presentaron propuestas técnicas para las zonas que ya manejaban y para nuevas zonas, se le dio prioridad a las preexistentes. Finalmente, a fines de 2011 el Gobierno decidió prolongar los contratos ya existentes de la recolección de residuos húmedos; y en teoría la licitación de los reciclables continúa en pie aunque todavía no se ha adjudicado ni puesto en marcha.
"Buenos Aires estaba bien encaminada, hacia donde estaba yendo el nuevo pliego, que separaba la recolección y otorgaba a las cooperativas el servicio de recolección, con logística y equipamiento. No hay antecedentes de esto y es mirado por otros países con mucha atención. Esto tendría que venir con una presencia muy fuerte del Estado. Se requiere un acompañamiento permanente, fortalecer el equipo técnico y aportar recursos", expone Gonzalo Roqué, de la Fundación Avina, que trabaja en conjunto con la cooperativa El Alamo para la integración social de los recuperadores urbanos y cartoneros.
Por su parte, propone que habría que "hacer un abordaje más integral, que tenga campañas de concientización con presupuesto y que sean permanentes. Las ciudades que más han avanzado son las que han hecho campañas continuas y fuertes como Curitiba. Esto es fundamental para que haya un cambio cultural, que facilite el servicio de los recolectores", explica. Y agrega que también habría que atender otros frentes de gestión integral de servicios, como los residuos electrónicos y eléctricos, los de construcción y los húmedos", concluye.
Fuente: 7 Dias
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