domingo, 7 de junio de 2009

LOS MAS VULNERABLES DE TODOS.


Camila tiene 17 años y una vida sin persianas. Duerme, amanece y se acaricia la panza - siete meses - en un pedazo de pasto sucio sobre la avenida Amancio Alcorta, a metros de las Villa 21-24 y Zabaleta. A veces fuma paco y, a la vista de todos, se sube a los autos o camiones de los que pagan entre cinco y diez pesos por sexo rápido. El billete dura poco, como una pitada de esa droga que compra empeñando casi lo único de lo que dispone: su cuerpo menudo.


De lejos es difícil calcular su edad, anda con la ropa que consigue cuando va a bañarse al hogar Niños de Belén de la parroquia Nuestra Señora de Caacupé, una de las organizaciones que, junto con las Hermanas Oblatas y las Adoratrices, abordan el tema. Camila anda con el pelo revuelto y sucio. En un pie, una zapatilla sin cordones y en el otro una ojota. Está tirada en algo que fue un colchón. De cerca, tiene ojos negros, una cara preciosa y un gesto que excede a su edad. Con voz grave se presenta: "Soy una chica de la calle. ¿Mi mamá? Ni idea. Me fui hace años".

Después dirá que le gusta que le cuenten cuentos y la abracen. Que está fumando poco, que es su segundo embarazo, que "trabaja" menos y "la droga me domina, es así". Camila es el nombre ficticio pero la historia es real y ella, una de las incontables víctimas de Explotación Sexual Comercial Infantil (ESCI). El caso de Camila es uno de los más visibles: está a la vista de quien pase por la avenida. No la explota una banda, la explotan los clientes. Los vecinos antes llamaban al 102 y pedían por ella. Se acostumbraron. Hace dos años, un móvil policial sorprendió in fraganti a un señor al que Camila le practicaba sexo oral. El hombre estuvo unas horas detenido. La causa está en trámite en la fiscalía de Pompeya.

En 1996, cuando Camila era una nena en González Catán, el Primer Congreso Mundial de Estocolmo definió la Explotación Sexual Comercial Infantil como "una violación fundamental de los derechos del niño, que es tratado como un objeto sexual y una mercancía. Una forma de coerción y violencia, que puede implicar trabajo forzoso y formas contemporáneas de esclavitud". La ESCI adopta diferentes y complejas modalidades: contactos sexuales remunerados, turismo sexual, imágenes de abuso sexual infantil (pornografía), trata de personas.

"Es una problemática tapada y aceptada, vinculada a otras. Pero el que se acuesta con un niño abusa. Casi todos los chicos en situación de calle son víctimas de explotación sexual. El 90% de las víctimas son mujeres. Los varones son utilizados en el turismo sexual, en expansión", explicó un operador social y pidió reserva, cansado de las amenazas.

Un informe de 2007 de Save The Children señaló que en el borde que comparten Formosa y Misiones con Paraguay y Brasil hay "cerca de 3500 menores de 18 años que sufren violencia sexual: desde abusos intrafamiliares hasta explotación sexual comercial en calles y locales cerrados, involucrando a niñas, niños y adolescentes entre los 8 a 18 años".

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) que actúa en la zona calcula que los más afectados por la trata -sólo una de las formas de la explotación sexual- son mujeres y niños. Y que unos 200 adolescentes argentinos son explotados en redes de prostitución, en un mercado muy rentable que genera cada año en el planeta 32 mil millones de dólares.

"Las víctimas de trata arrancan en la franja de los 12 o 13 años. Se explota la situación de alta vulnerabilidad: circunstancias económicas, sociales, culturales y hasta psicológicas, como los niños que quieren escapar de un conflicto familiar", explico una fuente especializada

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