domingo, 30 de octubre de 2011

EL OTRO RUBRO 59



El decreto que prohíbe los avisos de oferta sexual combate la prostitución masiva. Pero, a la vista de todos, en la televisión se promueven los servicios VIP. Códigos, cifras y coartadas de un negocio con alto rating.


Por Florencia Canale


Cuerpos que brillan de aceites con purpurina, melenas siempre largas abultadas en extensiones. Aquí están, estas son, las bellezas argentinas –además de alguna que otra que se atrevió a cruzar el charco– que adornan la pantalla de tevé de aire a toda hora, pero sobre todo cuando cae el sol. Hoy más que nunca, pareciera que la carne de fémina perfecta se ofrece como en góndola para quien quiera deleitarse. Eso sí, previo ajuste de honorarios.A partir de la prohibición de los avisos de comercio sexual en medios audiovisuales anunciada el pasado 5 de julio por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, la pregunta obligada, y que además explotó en las redes sociales, es otra. ¿Los programas de televisión acatarán tal medida? Algunos de los consultados por Veintitrés se dedicaron a señalar a los shows de Marcelo Tinelli y sus satélites, y a la reunión trasnochada de Alejandro Fantino, como los repositores del mercadeo vip de las señoritas conocidas y por conocer.A boca de jarro y sin pudores, sólo dos de las legendarias confesaron sus prácticas. La hoy alicaída Silvia Süller, con la gracia que la dominaba, anunció en el otrora programa mañanero de Jorge Guinzburg que cobraba tres mil pesos por irse a la cama con un señor; o la diva de los jurados Moria Casán, que dijo haber practicado el intercambio de regalos o dinero por sexo. Únicas y a la vanguardia. En la actualidad, ninguna de las ninfas que revolotean en cámara dice entregar el cuerpo en fetiche de la mercantilización sexual, pero en cambio, proliferan las acusaciones cruzadas. La palabra “gato” es el proyectil que una a otra se disparan, sin solución de continuidad. La mascota ronroneadora ya desconoce hasta su nombre y razón de ser. Incluso en los noticieros mainstream, cuando hacen referencia al animalito, deben dar todo tipo de explicaciones para lograr la relación conocida de significado y significante.En los tiempos en que Ricardo Fort era el dueño de la televisión no tuvo empacho en gritarle enfurecido un “gato” a Rocío Marengo. En respuesta, ella lo acusó de poco hombre. Pero no fueron los únicos. La locutora de culto Elizabeth Vernaci desató su lengua y dijo lo mismo de Jesica Cirio. Pero la ahora vedette morocha la frenó con carta documento y la Negra tuvo que retractarse, a su modo.Hay diversas maneras de emprender la escalada económico-social. Algunas logran establecerse como trabajadoras del sexo devenidas en esposas, o estar al mando de programa propio, o destaque en el cartel luego del tan celebrado casting-sábana. Jacobo Winograd definió su estatus a partir de regentear señoritas en el hotel Sheraton, en sus años mozos. A partir de ahí, devino en material de consulta de cuanto programa televisivo farandulero existe. “Lo que hizo la Presidenta no alcanza porque la prostitución está en la tele. El rubro 59 está en la televisión. Está lleno de gatos, de pumas de bengala en todos los programas. Pibas desconocidas que son bancadas por políticos y empresarios que las meten en la tele para levantarles el número que cobran. Porque no hay que olvidarse que estas pibas entran valiendo cien mangos y salen cobrando 600 dólares por haber puesto la jeta en cámara”, dispara el conocedor.Las diatribas cruzadas visten las pantallas detrás del baile de cada noche regenteado por el hábil Tinelli, o la reunión de amigos que lidera Fantino. Como nadie, los conductores llevan a las muchachas a confesar sus últimas conquistas, como si fueran parte de un coro erótico. Las flamantes protagonistas de las contiendas acusatorias dentro del terreno del trueque dinerario por minutos de placer sexual fueron Cinthia Fernández hacia la señora Graciela Alfano, a la que señaló de haber trepado en su carrera en base a la expertisse en fellatios, y que así había conseguido su departamento de la avenida Alvear. Alfano le respondió vía tuits.De menor envergadura –por las candidatas a la exposición– fue la disputa por el precio en cuestión o el candidato a la entrega, entre las neo rubias Rocío Gancedo y Mariana Diarco. La nueva señorita salida de Gran Hermano y entrada en video escandaloso junto al futbolista recién casado Mauro Zárate, sacudió a la bailarina a go-go ingresada en el salón de la fama por anunciarse en cámara como la novia de Andrés Calamaro. Lo menos que le dijo, con Alejandro Fantino y Coco Silly de mediadores, fue “gato”. Enfurecida, Gancedo expresó que Diarco quería cobrarle unos pesines al nuevo dandy chic de la mediatez, Tomás Costantini.El periodista Adrián Pallares, como todos los que analizan la tevé en puesta en abismo, reconoce que el soporte técnico es ideal para lanzar al estrellato de la prostitución a más de una. “Cualquier chica que trabaja con Tinelli, Fantino o Sofovich, intenta luego el desembarco en teatros. Lo que después llama la atención es que algunas de las más mediáticas reconocidas, con sueldos de 150 pesos por semana, tengan un ritmo de vida de ricas. Siempre fue la vidriera de las primeras vedettes, pero no lo pueden justificar. Las coartadas que usan estas chicas mediáticas son: `Tengo un papá agenciero, vengo de una familia de buen pasar´ y los desfiles en el interior. Son todas mentiras.”Cuando se habla de libre comercio, este queda definido como el contrato establecido entre partes sin coacción. La conductora Carla Conte, colocada en el tapete luego de denunciar la cosificación de la mujer hace unos meses, defiende el libre albedrío. “Es una elección personal de cada mujer. Al ser famosa una está ligada a gente de mucho nivel económico y conoce muchos contactos. No es un mito. Es verdad que muchas utilizan la vidriera y la exposición para venderse más y subir el precio. Igual hay que diferenciar adónde apunta Cristina (Kirchner) con el decreto y la prostitución vip. Una cosa es el rubro 59 y las mujeres esclavizadas obligadas a prostituirse, la trata. Otra son las mujeres que eligen prostituirse y es una decisión de cada una superválida. Las mujeres que yo conozco que cobran es porque quieren, nadie las presiona.” Y agrega sin titubear: “Si es la elección de vida que quieren tener, está perfecto que utilicen la pasarela. Es lógico que exploten los medios para mostrarse y venderse mejor. Si toman esa determinación, está bien usar todos los medios, ir atrás de la decisión”. Sin embargo, el flamante decreto tiene como fundamento la ley, la Nº 26.485, que ordena proteger a las mujeres de la “violencia mediática”, definida como “la difusión de mensajes que promueven la explotación de mujeres y atenten contra la dignidad de las mujeres”.“Cuando una chica se pone de moda, la quieren todos. Chica que toca el Ogro Fabbiani, después la quieren todos los empresarios. Y Esperanto es la meca a la que todos esos empresarios quieren llegar. Hay políticos o empresarios que llegan a pagar 10 mil dólares la noche por las chicas de la televisión”, define Pallares. “Conocemos el caso de una chica a la que le pusieron avión privado y así se movía por el país. Si una prostituta anónima levanta 30 mil pesos por mes, una chica de estas puede llegar a embolsar 100 mil por mes.”Los números que se barajan dejan sin aliento a cualquiera. La preciosa panelista de Duro de Domar Josefina Pouso declaró hace unos días que en Punta del Este, un emisario de un señor la tentó con 20 mil dólares por pasar la noche con él. Ella no aceptó. Pero la oferta existió. El periodista de filo Ángel De Brito afirma que existe la prostitución encubierta en la tele. “Lo que a mí me llama la atención es que estas chicas hacen una temporada teatral donde ganan dos pesos, recién empiezan y ya se compran una casa y un auto importado. Ninguna acepta que es gato. Tengo entendido que las rubias exuberantes cobran desde 5 mil pesos la hora, a cinco mil dólares la noche. Pero no aceptan cualquier cliente, ellas van por los empresarios. La carrera es corta y prefieren pocos que les mantengan el ritmo de vida.” Su colega Pallares prefiere obviar nombres pero conoce un leading case: “Sé de un caso de estas famosas de la tele, que le hizo un “service” a un empresario, y como él no quedó conforme con la prestación, ella volvió y lo repitió ad honorem porque no quería que él la quemara en el círculo en el que se mueve. Le había cobrado 50 mil pesos”.La pregunta del millón es cómo se lleva a cabo la compraventa de la atención. ¿Las muñequitas de lujo, con sólo guarecerse detrás de la pantalla, reciben la oferta de inmediato? No parece ser así. “Los que manejan a estas chicas son los asistentes personales, que cobran un sueldo y son después las que las cagan, los representantes de modelos, periodistas y productores de televisión. Algunos lo hacen ad honorem, otros por una comisión o sueldo. Un representante de modelos, una vez, me contó que usaba a las chicas como regalos empresariales”, asumió De Brito. Los consumidores más voraces de las “chicas de la tele” son los jugadores de fútbol. Archiconocidas son las fiestas que les organizan –locales y de planteles internacionales– con señoritas elevadas al estatus de bombas sexuales luego de la pasarela de la tevé. “Los jugadores de fútbol usan a sus choferes y representantes para que se las ubiquen”, agrega el conductor de Bien de Verano.Todo pareciera comenzar y concluir dentro de los decorados de la televisión. Los dueños de los shows las convocan porque son las que suben el encendido, para luego propiciar el encuentro tan cotizado. “El manejo llega a través de un productor de un programa que las pone al aire previo arreglo con un empresario. Y estos son casos baratos comparados con otras más famosas que pueden cobrar entre 10 y 15 mil dólares en Punta del Este o Miami”, suma Winograd.Sin embargo, no cualquiera llega a la cúspide de la transacción. “Lo mejor que les puede pasar a algunas es luego casarse con el cliente. La prostitución solapada con la libreta roja”, agrega, sabio, Ángel De Brito. Hay requisitos que deben cumplirse a rajatabla. “La más exitosa es la discreta. Así es como algunas muy conocidas, sin trabajo reconocido, hacen su dinero. En este momento, todos quieren a una ex participante de GH: es joven, muy bonita y está de moda. Pero tiene que ser viva y no ser bocona”, señala Adrián Pallares.Jacobo Winograd es famoso por acuñar frases célebres, o dar definiciones ad hoc. “Las famosas ‘buchoneras’, estas pibas que dicen que estuvieron con alguien conocido, son las principales. ¿O vos te pensás que Xoana González estuvo con Messi, que Rocío Gancedo estuvo con Zárate o que Andrea Rincón estuvo con Clinton? También hay muchas que cobran en especies, conduciendo programas de televisión sin tener algún tipo de mérito.”La jovenzuela Xoana González hizo público un encuentro con el codiciado de todas Lionel Messi. Haciendo puchero y enterneciendo a un Carlos Monti reblandecido, dijo que había conocido al futbolista en una disco, para luego participar de una fiestita en su departamento de Puerto Madero. Muy oronda, a los pocos días anunció que había desechado cien mil euros ofrecidos por un programa de la tevé española por la noticia.Algunas niegan sus revolcones con futbolistas. Otras, como Andrea Rincón, lo denuncian con sonrisa pegada. Mientras tanto, la demanda crece como alud. Mercedes Ninci, la periodista que peleó a capa y espada a los diseñadores Benito Fernández y Jorge Ibáñez por la denuncia de trabajo esclavo, da por normalizada la prostitución vip en la tele. Afirma que para el público consumidor de esa pantalla, el tema está instalado y ya no es delito. “Hay programas de televisión que son prostíbulos encubiertos. Una chica que se dedica a la prostitución va al programa de Tinelli y levanta su cotización. Pero esto no es culpa de Marcelo, él no es un proxeneta”, declara.Bajo las cuerdas o de forma explícita, las chicas más bonitas de la farándula venden lo que mejor hacen. Bailan mejor o peor, se pelean como Atila y lloran con lágrimas de cocodrilo, pero cuando la luz se apaga, sus cuerpos se encienden.






Informe: Bruno Lazzaro y Deborah Maniowicz

LEDESMALANDIA



Historias de miedo y lucha en la ciudad dominada por la empresa azucarera. La connivencia con las fuerzas de seguridad y la amenaza del pueblo fantasma.


Por Tomás Eliaschev


En los ingenios azucareros se fraguó el mito de “El Familiar”. Las versiones son muchas, como son muchos los que creyeron verlo: dicen que es una criatura diabólica que aparece con la forma de un perro con cabeza gigante. Su alimento: los obreros de la zafra. Para explicar cómo los dueños de todo tenían tanto y los demás nada, en el norte argentino feudal se creó la leyenda de que el patrón había hecho un pacto con el demonio: riqueza a cambio de vidas humanas. Por la noche, según cuentan, si se escuchan unas cadenas o un aullido, lo mejor es llevar dos machetes para hacer una cruz, o ir silbando. Por algún motivo, El Familiar siempre se llevó a los obreros que más protestaban. En Libertador General San Martín, conocida como Ledesma por el nombre de la empresa que pareciera dueña del pueblo, muchos todavía creen en su existencia. Las mujeres que, pese al sol del día y el frío de la noche, permanecen sentadas frente a su casa imaginaria en las varias tomas de terrenos de Ledesma, creen en su existencia. Por miedo, real o imaginario, no quieren dar sus nombres.Esta ciudad de 60 mil habitantes es hoy epicentro de un conflicto habitacional de magnitudes que se extiende a otros puntos de la provincia de Jujuy. Las familias ocupantes no tienen dudas de que todos los disparos provinieron del lado de la policía y las autoridades provinciales responden que había “tumberas”. De lo que no hay dudas es de que cuatro hombres perdieron sus vidas en un cañaveral, el lote de 15 hectáreas denominado El Triángulo, que 700 familias organizadas en la Corriente Clasista y Combativa tomaron, según afirman, hartos de las promesas incumplidas de que se les cederían esos terrenos.Ahora, luego de la represión, negocian con las autoridades para que les cedan el lugar. Aunque el precio de las tierras fue demasiado alto: Félix Reyes tenía 21 años y trabajaba como temporario plantando caña para Ledesma; quería entrar al ejército; Ariel Farfán, de 17, era el único hijo varón de su madre; Juan José Velázquez, de 37, era jardinero de la municipalidad; Alejandro Farfán, de 22, era policía y su abuela es referente de la comunidad Guarini de Fraile Pintado. El martes 2 de agosto, la mujer marchó con la CCC y otras organizaciones al centro de Jujuy para pedir tierra y justicia. En la represión hubo, además, alrededor de 70 heridos y, según testimonios recogidos por esta revista, torturas en las comisarías.Las muertes de las cuatro personas en el desalojo se suman a muchas otras que hubo antes en este pueblo, crecido a la sombra de Ledesma, la empresa azucarera que expandió sus tentáculos a varios puntos del país y en distintos rubros. La omnipresencia de Ledesma es fácil de detectar. En los camiones que pasan con el logo triangular de la firma y hasta en las bolsas de arpillera utilizadas por familias sin techo que toman los terrenos de la empresa. Pero sobre todo, se huele: es que la procesadora de jugos cítricos, la papelera y el refinamiento de azúcar producen un olor dulzón a podredumbre que invade todo el pueblo –con la consiguiente contaminación ambiental–, especialmente cuando el viento sopla del sur. Y la quema de los restos de las plantaciones a veces llena de humo el ambiente. En el momento en que el equipo de Veintitrés llegó a Libertador, el humo se confundía con la quema de neumáticos de un piquete en reclamo de vivienda. Lo protagonizaban habitantes de la vecina localidad de Calilegua, donde hay un parque nacional homónimo, de 76.000 hectáreas, donadas por Ledesma en 1979.Llegando a Libertador, que creció exponencialmente en las últimas dos décadas, la imagen es surrealista: al costado de la ruta 34 carpas y nailons se levantan precariamente al lado de las plantaciones de caña de azúcar. Son las tomas que proliferaron luego de la represión del jueves 28 de julio, incluida una de casas a medio construir que protagonizan las mujeres de policías. Las ocupaciones ya se expandieron a otros puntos de la provincia. “Adonde mires es de Ledesma”, grafica José María Leiva, militante de la CCC, que recorre el predio tomado mientras se encienden las primeras fogatas. Cada familia resguarda su pedazo de tierra, prolijamente loteado con estacas e hilo. “Son dueños de toda la tierra que rodea Libertador. Han impuesto el terror sobre la sociedad para evitar que ocurran reclamos. Pero de a poquito vamos rompiendo el miedo –dice Leiva–. En 2007 nos habían dicho que nos iban a dar tierras en tres etapas, pero se venían demorando demasiado. Hicimos una asamblea masiva y se organizaron 700 familias que no tienen vivienda, que alquilan o viven en una casa que no es de ellos. Pero hay mucha más gente con necesidad. Ya no había cómo contener esto, era inevitable. Según la municipalidad, al menos el 10 por ciento de los habitantes está en emergencia habitacional.A los 700 ocupantes, luego de la represión, se les sumaron muchos otros: se calcula que hay más de 1.000 familias en esta situación.Carlos Pedro Blaquier es el mandamás de esta empresa hace 41 años (ver aparte). Este excéntrico empresario, que vive en el partido bonaerense de San Isidro, es para los habitantes de Libertador casi una entidad mítica. “Manda a pedir, en avión, empanadas jujeñas”, comenta el militante.La vida de Marcela Fabiana Padilla tuvo un giro paradojal en estos días. La policía le pegó un tiro con bala de goma en la mano por participar en la toma. Fue detenida y le tocó presenciar el maltrato a una embarazada. Además, relata que las mujeres fueron obligadas a desnudarse delante de policías varones. “Me duele mucho lo que pasó, nos trataron peor que a animales. Pedimos agua para la chica embarazada y nos alcanzaron una botella. Pensamos que era jugo, pero era pis”, cuenta. “No lo puedo creer porque conozco a muchos de los policías. Yo trabajé muchos años haciendo vigilancia en el ingenio”, comenta. “Como soy madre soltera, nunca le tuve miedo ni al ‘familiar’ ni a nadie. Por eso voy a seguir luchando, voy a querellar al Estado por lo que me hicieron”, afirma mientras posa con su hija, a la que los policías le fracturaron un brazo. Atrás está su carpa, que ella espera algún día convertir en una peluquería para ejercer su verdadero oficio.En otro rancho, Araceli Mamani, que trabaja como empleada de limpieza, teje un suéter para su hijita. Y comenta por qué está tomando. “En mi casa somos cuatro familias viviendo en un lugar pequeño. Hay cuatro habitaciones y en cada una vive un hombre con su pareja y sus hijos. Ya no cabemos. Por eso me sumé a la organización y participé de la toma: no puede ser que una empresa siga siendo dueña de todo, nosotros no tenemos donde ir a vivir”. Su historia es similar a la que relatan muchas mujeres, grandes protagonistas de esta lucha por vivienda.Pero el pueblo está dividido. Si bien todos coinciden en que es genuino el reclamo y la crisis habitacional es indisimulable, el rol que tiene la empresa divide a los lugareños. “Siempre se dice que es la principal fuente de trabajo, y dicen que la empresa estuvo antes que el pueblo, pero Ledesma no sería lo que es si no hubiera habido gente que trabaje para ellos”, razona Leiva.Aunque Ledesma se ganó el respeto de una parte importante del pueblo, y no solo mediante el terror. “La Iglesia bendice a Ledesma en los comienzos de la zafra: es la misma Iglesia que colaboró con la dictadura, como el padre Aurelio Martínez. Además, hacen donaciones para escuelas, como el colegio técnico o el FATSA, donde luego se forma la fuerza de trabajo de la empresa. Y son muy pocos los medios que dan a lugar a que se escuchen las dos voces: todas las radios nos dan con un caño, están a favor de Ledesma”, opina Leiva.En la toma de las mujeres de policías, la postura es otra. Un grupo hace guardia a la entrada de un complejo habitacional inconcluso. Son viviendas que el gobierno provincial se había comprometido a cederles, pero no llegaron a terminarse. Hace cinco años se organizaron en una comisión de mujeres. Piden no ser fotografiadas, pero aceptan dialogar. Se sienten un poco incómodas por estar haciendo una toma, pero la necesidad las empujó. Aun así, se preocupan por establecer diferencias con los otros ocupantes, separados por pocas cuadras de distancia: “Nosotras no somos violentas, y en la otra toma no todos tienen necesidad de vivienda, sólo el 30 por ciento”, dice una de ellas.La presidenta de la Comisión, Analía Valverde, opina –ante el asentimiento de sus compañeras– que “si se va la empresa, esto queda muerto. No les podemos echar la culpa, al contrario, donan los terrenos para que tengamos vivienda. Y donan papel para la policía y el hospital. Además, les dan azúcar a las escuelas y las computadoras que ya no usan. Hay que tener cuidado porque si no, agarran y se van, les venden todo a los japoneses”. El temor no es para menos: casi un cuarto de los 60 mil habitantes de Libertador trabaja directa o indirectamente para Ledesma, además de los llamados “fuera de convenio”, es decir, los trabajadores en negro eventuales. Muchos trabajan en empresas que son contratistas de Ledesma, como la constructora Bellomo y la empresa de limpieza Medioambiente. Según Julio Gutiérrez, integrante de la Casa de Acción Popular Olga Márquez de Aredez, la primera “pertenece al diputado provincial Rubén Rivarola”, y la segunda al diputado nacional Marcelo Llanos, ex intendente de Libertador y jefe político del actual intendente, Jorge Ale.La plaza fuerte de Ledesma es el barrio que lleva el nombre de la empresa, donde las características casas de ladrillo y los árboles contrastan con el resto de la ciudad. Allí están las viviendas de su personal jerárquico y La Rosadita, la mansión desde donde se erigió este imperio azucarero. Si Libertador es un pueblo que vive todavía en el feudalismo, este sería su castillo. Sobre la arbolada avenida Luis Blaquier (hermano de Carlos, fallecido) se ubica el centro de visitantes de Ledesma, donde la empresa cuenta su historia. Ahí también están ubicadas una comisaría de la provincial, una de la Federal y un destacamento de Gendarmería. Si no fuese por el olor, el barrio sería bucólico. Este progreso que ostenta Ledesma ha sido compartido sólo con algunos de los habitantes de esta ciudad en crecimiento. Lo que es seguro, además del dolor que causan las muertes y de la problemática habitacional, es que los siervos de la gleba del señor Blaquier decidieron rebelarse. Todo indica que ya no hay vuelta atrás.




Manchados con sangre






Julio Gutiérrez integra la Casa de Acción Popular Olga Márquez de Aredez, en homenaje a quien fuera mujer del intendente Luis Aredez, desaparecido por la dictadura por querer cobrarle impuestos a Ledesma. Olga se puso el pañuelo blanco y emprendió una lucha solitaria. Murió hace dos años por la bagazoosis, un cáncer generado por la quema del bagazo, el resto de la caña de azúcar. Pasó sus últimos años denunciando la contaminación. Su historia se refleja en la película Sol de noche. “Cuando la pasamos en la plaza del pueblo la gente se quedaba a ver, no podían creer los testimonios de lo que pasó. Pero en el cine de acá no la pasan, si es de Ledesma”, explica. En la historia reciente de Libertador hay muertes en represiones, como la que se desató en octubre de 2003: luego de que muriera ahorcado en una comisaría el joven Cristian Ibáñez, Marcelo Cuellar murió en la marcha que se hizo por aquella muerte. Según Gutiérrez, “Ledesma tuvo sus manos manchadas con sangre desde sus inicios, cuando traían en carros a los hermanos wichi, chorote, churupuies, guaraníes y tobas. Cuando llegaban, los rociaban con Gamexane. Además, les quitaron las tierras a los ava guaraníes y otros pueblos originarios”.En su web, la empresa explica que a mediados de 1800 Sixto y Querubín Ovejero, sus dueños, “fueron los responsables de su extraordinaria expansión, base de su creciente poder político”. Más tarde, con las elecciones sucesivas como gobernadores de “Ángel Zerda, David Ovejero, Luis Linares Usandivaras y Avelino Figueroa, el gobierno de la provincia de Salta estaría controlado por los propietarios del ingenio Ledesma”. El ingeniero Herminio Arrieta (padre de Nelly, esposa de Carlos Pedro Blaquier), que la presidió de 1945 a 1970, fue “el fundador del Ledesma moderno”. Desde entonces hasta hoy, el presidente es Blaquier.“En 1953 masacraron a 23 hermanos de la comunidad guariní –recuerda Gutiérrez–. El 20 de julio del ’76, en ‘El Apagón’, prestaron vehículos y empleados de seguridad para secuestrar a más de 400 personas: 33 continúan desparecidas. Te dicen que no te metas porque te quedás sin trabajo. Pero la gente perdió el miedo. El 7 de junio pasado hubo un paro de los trabajadores con un 80 por ciento de acatamiento. La empresa anda diciendo que se van a ir. No creo que les convenga, pero si se van, puede haber gestión obrera, como en el Ingenio de la Esperanza”, afirma Gutiérrez. Y dice que las fuerzas de seguridad “funcionan como la seguridad privada del ingenio. El jefe del desalojo, Néstor Vera, admitió que el jefe de seguridad, Carlos Ferro, y su subjefe, Julio Castellano –ex militares y ex SIDE– le habían pedido que sostengan la represión hasta las 12 de la noche para que ellos puedan inundar el terreno. Ellos estaban con una 4x4 Amarok blanca, viendo todo con binoculares. Y la policía tenía una máquina niveladora Catterpillar que era de Ledesma. La policía opera como se operaba en la dictadura”.

UN MUNDO DE DEUDORES



El principio de acuerdo al que llegaron demócratas y republicanos apenas unas horas antes del límite legal que hubiera llevado a Estados Unidos a la cesación de pago, tiene varias aristas para resaltar.


Por Dante Palma.


Por un lado, parece sólo un signo más de la crisis profunda por la que atraviesan las grandes potencias capitalistas y que permite imaginar que el nuevo orden mundial liderado por gigantes como China, India y Brasil entre otros, está más cerca de lo que se imaginaba. Máxime si a esto le sumamos, por otro lado, que el conflicto por el límite de la deuda en Estados Unidos, y la implosión del Estado de bienestar en una Europa maniatada a la unidad monetaria, han sido enfrentados con recetas económicas, sociales y políticas que ya han demostrado sus costos y que apenas son capaces de extender la agonía.
¿Pero por qué algunos Estados deben tanto? La pregunta no parece tan tonta en la medida en que muchos economistas, quizás algo simplificadamente, nos dicen que en toda economía debe haber un equilibrio entre lo que ingresa y lo que se gasta.
Si bien las razones y los orígenes de las deudas varían según el peso, la capacidad y el rol que cada Estado ocupa en el mercado global, podría decirse que la dependencia en torno a la deuda en países como el nuestro es heredera de un proceso vertiginoso que comenzó allá por la década del 70 con lo que se conoce como la crisis del petróleo. Se trata del momento en que aparece con fuerza el capitalismo financiero y en el que los petrodólares inyectan liquidez al Mercado. Y cuando la plata sobra, nada mejor que prestarla (y cobrar intereses por ello). En América Latina esto fue acompañado por un plan de aniquilamiento de los procesos populares de gobiernos de izquierda y centroizquierda con el fin de implantar un esquema neoliberal que hiciera frente al desequilibrio en la balanza de pagos y al que, consideraban, un Estado maximalistamente bobo. El fin del cuento en 2001, después de una trama repetida de visitas periódicas de organismos de crédito internacional con sugerencias de recortes y recortes y recortes, ya lo conocemos todos.
También sabemos desde mucho tiempo atrás, que las colonizaciones contemporáneas ya no se hacen con las intervenciones militares de otrora sino a través de la dependencia económica con potencias estatales que se encuentran a merced de los requerimientos de los capitales transnacionales que obviamente se encuentran detrás de los organismos crediticios y de este último maravilloso invento: las calificadoras de riesgo, esto es, la forma travestida por la que el propio prestamista impone un interés antes de prestarnos dinero.
Ahora bien, existe, un intento de tener una mirada general de este proceso más allá de lo estrictamente económico y que gira en torno a la noción de “deuda”.
En esta línea, el filósofo francés Gilles Deleuze, en 1990, afirmaba que “los sujetos ya no están encerrados sino endeudados”, pero ¿qué quería significar con esto? Sin duda, se trata de mostrar el paso de una “sociedad disciplinaria” a lo que él llama una “sociedad de control”. En otras palabras, el siglo XVIII, XIX y en parte el XX se caracterizaron por la proliferación de instituciones que buscaban disciplinar al individuo. La escuela, la fábrica, el hospital, la cárcel, son construcciones para nada neutrales, sino al servicio de un sistema que busca generar cuerpos dóciles con espacios donde se restringe el movimiento y con horarios que cumplir. El obrero entra y sale a tal horario, tiene asignada una tarea en la máquina X que se encuentran en el pabellón Y. El niño tiene divididas las horas de clase, tiene un aula, un asiento y un espacio recreativo que debe cumplir so pena de castigo. Lo mismo sucede en el hospital y por sobre todo, en aquella institución emblemática que es la cárcel. ¿Pero acaso han desparecido estas instituciones hoy? Claro que no, pero han cambiado, dice Deleuze, al ritmo de esta nuevas formas de capitalismo que mencionábamos algunas líneas atrás. ¿Y cuál es el principal cambio? Que el control ya no tiene un afuera. En otras palabras, en las sociedades disciplinarias el control comenzaba y terminaba: el estudiante era estudiante durante 8 horas como el obrero era obrero durante lo que durase su jornada. Hoy en día, esos límites se han borrado. El estudiante es eterno, todo el tiempo está aprendiendo bajo el eufemismo de la actualización constante. Ser licenciado hoy no alcanza y la carrera es por tener cada vez más posgrados; incluso ni siquiera hace falta acudir al espacio de aprendizaje. Hoy hay cursos virtuales y chicos que aprenden desde cualquier lugar con una notebook y un programa que hace las veces de profesor aunque no puede evitar que los cálculos de matemática se mezclen con la visita a sitios pornográficos donde a veces 1 más 1 da más que 2. Lo mismo sucede con el hospital pues hoy en día la manipulación genética puede hacer que el tratamiento para determinada enfermedad no necesite de internación o de cuidados médicos constantes; incluso desde hace unos años en Estados Unidos una empresa fabrica microchips diminutos que se implantan debajo de la piel y que a través de un escáner permiten el acceso a la historia clínica del paciente. El caso de la cárcel parece más complejo pero no lo es. En esta línea, Deleuze piensa en las pulseras electrónicas que se le adjudican a un externado de manera tal que desde una central se puedan monitorear sus movimientos. Pero ni siquiera hace falta irse a tal extremo. Al fin de cuentas, todos, voluntariamente, elegimos tener celulares que permiten localizarnos aún cuando esto suponga el riesgo de que nos descubran encima de la esposa del jefe. Este tipo de transformaciones, Deleuze las sintetiza en lo que llama “el paso de la fábrica a la empresa” pues la lógica empresarial lo ha invadido todo: ya no espacios precisos ni tareas específicas como la había en las fábricas; lo que caracteriza a la actualidad es la movilidad vertiginosa, el cambio y no la quietud y la estabilidad del que realizaba mecánicamente la misma tarea. De hecho, el trabajo hoy día no es por franja horaria sino por objetivo y ya no hace falta asistir al espacio del empleador. Puede quedarse uno en la casa con el celular abierto y así tener la libertad de poder ser molestado las 24 horas y de no parar hasta cumplir con la obligación asignada.
Esta lógica empresarial es la que nos devuelve a la clave de la deuda porque el nuevo capitalismo ya no se enfoca en la producción y la adquisición de bienes sino en el ofrecimiento de servicios y lo que identifica a un sujeto es la posibilidad de acceder al crédito para consumir. En esta línea, tomando el modo en que las sociedades de control se reconfiguran en el mundo de la virtualidad de Internet, Paula Sibilia, nos recuerda aquella publicidad en la que un conjunto de personas hacía cola en migraciones y el slogan rezaba algo así como: “Con Mastercard no hace falta Visa”. Más allá del juego de palabras, esto muestra que, de hecho, muchas veces nuestro pasaporte no es importante sino que lo que importa es más bien la posibilidad de demostrar a través de una tarjeta de crédito nuestra capacidad de consumo. Así, nuestra identidad no la define la pertenencia a un Estado-nación sino el límite de consumo, la calificación que ha hecho la empresa y que nos hace disponer de un monto para gastar. De este modo son más importantes las categorías pensadas desde la lógica del consumo de los perfiles de usuario de páginas web, que el lugar de pertenencia máxime en un mundo donde con el número de tarjeta de crédito se puede adquirir un producto en cualquier lugar del mundo. La paradoja es que este mundo de libertad de consumo es el mundo en el cual el control se ejerce más allá de un encierro. Estamos controlados porque nuestro acceso al crédito es nuestro acceso a estar endeudados y a tener que rendir cuentas a nuestro acreedor. En Estados Unidos, la deuda hace que el gobierno de Obama ceda ante las presiones de las grandes corporaciones económicas que, encarnadas en los legisladores republicanos, tienen la desfachatez de defender públicamente que el recorte de los gastos debe hacerse a expensas de los planes sociales y no a través de un aumento en los impuestos de los que más tienen. En Argentina, aquella gran negociación que logró un 75% de quita de deuda y el plan de pagos que hoy hace que el país deba menos del 50% del PBI es lo que permitió una relativa independencia para generar políticas públicas a contramano del ideario de esas grandes corporaciones. A la luz de lo que se ve a lo largo del mundo, no parece poco

"LENTA Y LIMITADA, PERO DE ALGO SIRVE LA JUSTICIA"



Jorge Watts contó su experiencia de detención en El Vesubio en el libro Memoria del infierno. Qué sintió cuando condenaron a sus torturadores. Cómo vivió en el centro clandestino. Las cartas a su familia. La actualidad y la búsqueda permanente de justicia.


Por Raquel Roberti


El presidente del Tribunal Oral Federal Nº 4, Leopoldo Bruglia, no pudo ocultar su sorpresa cuando el primer testigo en la causa se acercó a su mesa, depositó un libro y le dijo: “Acá tiene la historia que puedo contar de El Vesubio”. El libro es Memoria del infierno (Peña Lillo y Ediciones Continente) y el autor, Jorge Watts, sobreviviente de ese centro clandestino de detención que funcionó en el cruce de Camino de Cintura y la Autopista Riccheri. A pesar de sus dichos, Watts prestó testimonio durante siete horas. “Era una situación propicia porque tenía los represores adelante, no sólo me traía recuerdos sino que me hacía ver una situación contrastante con lo que había pasado”, dice ahora este hombre que fue torturado, vio morir a su lado a otros detenidos y espera El Vesubio 2, juicio que ventilará la suerte de otras cien víctimas. Por ese centro, se estima, pasaron más de dos mil personas, entre ellas Haroldo Conti y Héctor Oesterheld. En su mayoría eran militantes de Montoneros y Vanguardia Comunista, organización en la participaba Watts cuando fue secuestrado. El 14 de julio de este año, el tribunal –integrado por Bruglia, José Gorini y Pablo Bertuzzi– condenó a perpetua al general Héctor Gamen y al coronel Hugo Pascarelli, mientras que a cinco ex miembros del Servicio Penitenciario a entre 18 y 22 años de prisión. El principal acusado, coronel Pedro Durán Sáenz, alias “Delta”, murió el 6 de junio sin haber pasado un solo día en prisión.“Lenta, limitada, parcial, pero la Justicia para algo sirve”, reflexiona Watts. A los 62 años, piensa en una novela alejada de su historia personal que piensa concretar cuando se jubile y vaya a vivir a Madariaga, al campo que regentea su hijo mayor, agrónomo de 40 años. “Una huerta, un lugar para la biblioteca y una piecita”, es todo lo que necesita. Mientras tanto, trabaja con su hijo menor, de 36 años, en una empresa de sistemas de calefacción y disfruta de sus tres nietos. Pero mantiene viva la memoria.–¿Qué sintió cuando escuchó las condenas?–Alivio, porque después de tanto tiempo, son los primeros condenados, pero van a ser juzgados por más casos. En este juicio se habló de 156 víctimas, pero calculamos que pasaron 2.500 compañeros por El Vesubio. Tenemos datos de 300 nada más, hay épocas donde hay tres o cuatro sobrevivientes, los pibes del Pellegrini o del Buenos Aires, y períodos que no sabemos nada porque no hay nadie que cuente.–¿Cómo recuperaron los datos de esos 300?–Investigamos a partir de lo poco que sabíamos, teníamos descripciones o lugares de trabajo. Por ejemplo, había una psicóloga que sabíamos trabajaba en el Hospital Posadas, pero no el nombre. Preguntamos y la identificamos por una foto que nos mandaron del Posadas, María Esther Goulecozián. Es un gran rompecabezas del que tenemos pocas piezas y sabemos que nunca vamos a tenerlas todas.–¿Eso genera impotencia, frustración?–Arrancamos sabiendo que era imposible lograr el total... Creo que toda esta información está en algún lado, nunca abandoné la esperanza de que algún día la vamos a tener. Hace más de treinta años que nos juntamos cada semana para ir haciendo de a poco y lo que podemos.–¿Se preguntó por qué lo dejaron vivo?–Me lo pregunto todos los días, pero no tengo idea, es una decisión de ellos. Tuve la suerte de que nadie contó lo que yo hacía. Como en todos los casos, me delató un compañero que había caído antes... Había sido compañero mío en la Facultad de Ingeniería y no sé por qué, sabía que trabajaba en Bagley. Lo llevaron para que me identificara. Pobre, después me pidió disculpas, pero estaba peor que yo y está desaparecido... Creo que los militares no sabían de mi militancia en Vanguardia Comunista y yo no dije nada, entonces pasé por un dirigente sindical. Había sido secretario de la rama computación de ATE. Pero era todo muy arbitrario y dependía de la época. Me llevaron en el ’78 y ese mismo año levantaron El Vesubio, creo que cuando me blanquearon decidieron matar a la mitad de los detenidos y soltar a la otra mitad.–¿Por qué cree eso?–Salimos unos 40 y éramos casi 80. Pero además, unos días antes de llevarme a la cárcel, me hicieron caminar en una especie de living grande. Me costaba mucho porque estaba encapuchado y uno de los ahora condenados me había sacado un pedazo de rodilla de una patada. El jefe del campo me decía: “Camine para allá, para acá, quédese de ese lado”. Los que quedamos en ese lado nos salvamos; a los del otro, los mataron.–¿Cómo se recuperó de esa experiencia?–No sé si me recuperé. Nunca fui a un psicólogo. Creo que lo más importante fue dar testimonio, trabajé con los organismos de derechos humanos y fundé la Asociación de ex Detenidos Desaparecidos. Di charlas en casi todo el país, explicando lo que me había pasado, un testimonio sentimental y político. Siempre dije que la dictadura fue cívico militar, y que Videla no puso a Martínez de Hoz en economía sino a la inversa.–La palabra fue el instrumento de cura...–Sí, me sirvió hablar y los muchos gestos de solidaridad que tuve en esos años.–¿Por ejemplo?–Cuando me secuestraron participaba de la cooperadora del colegio de mi hijo mayor; al año siguiente se eligieron nuevas autoridades y los padres me reeligieron como secretario a pesar de que estaba preso en La Plata. Esas actitudes solidarias levantan el ánimo. En ningún momento me sentí aislado, mientras estuve desaparecido, estábamos entre nosotros, tal es así que formamos un grupo que, en chiste, bautizamos “la banda de los cuatro”. Juntos salimos de El Vesubio, pasamos por Lanús, Monte Grande, La Plata, el Consejo de Guerra y luego la Justicia Federal. Hoy seguimos siendo amigos. Y en La Plata, que para nosotros era un Sheraton porque comíamos todos los días y teníamos patio, podíamos ver a la familia una vez por semana, eso también ayudó.–¿Por qué incluyó en Memorias... las cartas a su familia, algo tan íntimo ?–Porque hay cosas muy lindas. Hay una de dos o tres días antes de una Navidad en la que le cuento a mi hijo mi interpretación de Jesús y por qué lo mataron... para los milicos resubversiva, pero pasó. Las cartas muestran los límites de la comunicación y qué podíamos hacer bajo censura, tal es así que las primeras tienen dibujitos, pero después los prohibieron, quién sabe por qué.–Dibuja bien...–No, en esa época no tenía nada para hacer y seguramente alguno me enseñaba. Uno se escurre para el lado donde puede pasar. Recuerdo que en Uruguay habían prohibido a los presos recibir dibujos, sobre todo de pajaritos, y uno recibió una carta de su hija con un árbol lleno de redondelitos chiquitos; le preguntó si eran frutas, y la nena le dijo en voz bajita: “No, son los ojos de los pajaritos”. Esas cosas valen la pena.–¿Cuándo se enteró su esposa de su secuestro?–Casi de entrada. Me secuestraron un sábado al mediodía, pero antes habían ido a buscarme a lo de mis suegros y algunos amigos le avisaron a mi esposa, en realidad antes de que me secuestraran. Ella se rajó a la casa de una amiga, estuvo un tiempo sin saber nada. Pero cuando me llevaron a Monte Grande, la Bonaerense me ofreció sacar cartas si les pagaba, así logré avisarle que estaba vivo. No podíamos decir dónde estábamos, pero a los veinte días nos blanquearon. Y en La Plata alguien avisó a las familias porque al día siguiente aparecieron mi madre y mi esposa... ¡Se armó un revuelo! Finalmente me dejaron verlas diez minutos. Pero no eran cosas habituales. En octubre del ’78, cuando llegamos al penal, no había presos posteriores a marzo del ’76. Con nosotros intentaron hacer algo raro, eso de pasarnos por el Consejo de Guerra, acusados de violar la prohibición de actividad política, pero no les salió bien. Era todo tan burdo que se declaró incompetente y nos pasó a la Justicia Federal, que al día siguiente nos dejó en libertad.–Al salir de la cárcel, testimonió en juicios y participó de organismos de derechos humanos, ¿y la militancia política?–Antes era de Vanguardia Comunista, pero al salir decidí no tener más militancia política y sí en derechos humanos. Primero, porque no nos llevaron por pertenecer a un partido. Cada uno creía que tenía la mejor receta, pero los milicos dijeron “estos son todos iguales, todos adentro”. Y me daba lo mismo si eran mis compañeros de militancia o no, porque ahí había radicales, socialistas, peronistas. La única vez que nos sacaron al patio en El Vesubio, dos compañeros de Vanguardia me dijeron: “Vos vas a salir, tratá de contarlo”. No sé qué información tenían, pero traté de hacer lo que me pidieron.–En este momento de una democracia asentada, ¿tampoco le llama la atención?–Sí, pero no encuentro nada que me convenza. Si tuviera que decir algo, hoy soy oficialista, cosa rara porque nunca en mi vida lo fui. Nunca fui peronista ni coincido totalmente con lo que hace la Presidenta, pero me parece que es lo mejor que tuvimos en los últimos años. Es cierto. El ejército represor fue descabezado y con Nilda Garré ubicamos el predio de El Vesubio en el ’83, antes de que asumiera Alfonsín. En esa época ella trabajaba en el CELS y hoy es ministra de Seguridad. Las cosas cambiaron, pero no me atrae ningún partido.–¿Cómo era la vida en el Vesubio, podían hablar?–No teníamos nombre, sólo letra y número. Estábamos en lugares que definían como “cuchas”, cubículos de 1,60 por 80 centímetros, encadenados a unas argollas fijas en la pared. Eran para una persona, pero llegamos a estar de a dos y de a tres, encapuchados todo el tiempo. Después de varios días entendíamos que en algún momento podíamos hablar o levantarnos un poco la capucha. Pero te podían matar a palos, a un compañero lo mataron a patadas al lado mío, era delegado del Banco de Tokio, así que... bueno, en el juicio salieron muchas de estas cosas.–¿Conoció a todos los que estaban en El Vesubio?–Conocí a muchos, de Vanguardia éramos como cincuenta. Tuve oportunidad de hablar bastante con un cordobés, montonero, Marcos Ferreyra, el único que andaba sin capucha porque lo obligaban a limpiar; después lo liquidaron. Hace unos días vino a verme el hijo, que se llama igual y va a ser querellante en El Vesubio 2. Le pude contar muchas cosas del padre, eso me reafirma en que estoy haciendo algo que sirve. También vinieron a verme las hijas de Víctor, un compañero sindicalista desaparecido, y la madre les había dicho que se había ido con otra mina. Ernesto Semán, hijo de Elías, que estaba en la cucha vecina a la mía, sabe todo porque la madre le contó, pero todavía siente que el padre lo abandonó por la política. Al final una parte de la culpa se la llevan las víctimas, pero los próceres no existen, somos una mezcla de bronce y barro que difícilmente se mantenga estable. También tengo la contracara de esa historia: me encontré con las dos hijas de una militante montonera que mataron. Todos sabíamos de qué estábamos hablando, pero ni ellas ni yo queríamos decir que la madre se había quebrado. Al final, la más chica, que nació en El Vesubio y se la dieron a los abuelos, me dijo: “¿Lo que hizo mi mamá, no lo habrá hecho para que yo esté viva?”. Qué sé yo qué pudo pensar, elegir... Yo antes de que traigan a otro y le hagan lo mismo que a mí, prefiero que me maten para no alargar la cadena. Otra cosa que aprendí es que la resistencia no está en la organización en que se milita, está en la cabeza, pero no tengo el dedito para acusar a nadie.

"SU OBJETIVO ERA HACER UNA REVOLUCIÓN"



Cuando se cumplieron 161 años de la muerte del Libertador, el historiador Pablo Camogli reivindica a un líder de principios férreos, opuesto al centralismo de Buenos Aires. La historia que ocultó la versión dominante.


Por Lucas Cremades


Dos años –o una vida– es el tiempo que le llevó a Pablo Camogli la culminación de su Nueva Historia del Cruce de Los Andes (editorial Aguilar). Nacido en Misiones hace 35 años, el historiador heredó de su tío dos libros publicados a principios del siglo XIX que recopilaban los documentos de la Guerra de la Independencia. “Uno de ellos hacía hincapié en el Cruce de los Andes”, recuerda el misionero, autor de, entre otros, Batallas entre hermanos.La propuesta del libro es ahondar en el período comprendido entre 1814 y 1817, cuando se conformó una fuerza armada de más de 4.000 hombres con la capacidad operativa y logística de cruzar la segunda mayor cordillera del mundo, con alturas de 4.000 metros, y en un amplio frente de acción de 800 kilómetros. Para ello, el autor debió revisar alrededor de 1.000 documentos vinculados a San Martín, fallecido el 17 de agosto de 1850, y al cruce de la cordillera. “El libro trae fundamentalmente la faz política de San Martín como organizador de una gran empresa militar. Su objetivo no era librar la batalla de Chacabuco una vez cruzados los Andes. Era hacer una revolución. Y mi objetivo, llenar de contenido político e ideológico tanto al Ejército de los Andes como a la propia figura de San Martín”, dice.Camogli da detalles de sobra para que el lector pueda reubicar la figura histórica de San Martín en base a ideas muy distintas a las generalizadas por gran parte de la historiografía argentina. “A través de las descripciones de cómo se fue formando el ejército, nos podemos dar cuenta de cuál era la postura económica de San Martín. Tenía una postura desarrollista e industrialista. Su idea del pleno empleo, de asegurar salarios dignos a los trabajadores, de garantizar el desarrollo autónomo de la región cuyana independientemente de las relaciones comerciales con las otras regiones. San Martín tuvo una política proteccionista a punto tal de interceder ante el poder central de Buenos Aires para que se prohibiera la entrada de productos extranjeros como el vino y el aguardiente para favorecer a la región cuyana”, aclara.Pero si bien San Martín no logró todos sus fines para la región que le tocaba comandar políticamente, consiguió, entre otras cosas, que se redujeran impuestos al comercio desde Cuyo. Una muestra de su ideología económica pero también de la capacidad política para negociar con la elite cuyana el apoyo a un ejército que empezaba a gestarse. “San Martín estuvo a la vanguardia de la defensa de los intereses comerciales de la región de Cuyo, la cual comprendía a las provincias de Mendoza, San Juan y San Luis. Esta figura de San Martín siempre estuvo invisibilizada por la historiografía argentina, a la cual le convino consolidarlo como el ‘Padre de la Patria’ a partir de la obra escrita por Bartolomé Mitre. La cual se fue repitiendo con obras como El Santo de la Espada, de Ricardo Rojas”, explica un apasionado Camogli. “Fue una intencionalidad política de ubicarlo como el padre de la patria porque esos mismos personajes estaban construyendo una nación volcada al liberalismo de la segunda mitad del siglo XIX: Mitre es la expresión política e historiográfica de ese modelo de país. Esa nueva nación necesitaba de un pasado glorioso y lo más a mano era la figura de San Martín. Pero acá no hubo originalidad sino una intención de llenar al prócer de genialidades para vaciarlo de contenidos y convertirlo en un dios. Se intentó esconder el contenido político que tuvo esa operación.”–¿El libro relata a otro San Martín?–El libro pretende llenar de contenido al bronce. San Martín era un genio. Pero si Mitre llenaba de contenido cada una de las decisiones tomadas por San Martín y además explicaba políticamente sus objetivos como el de la composición del Ejército de los Andes y las medidas que tomaba, le iba sí o sí a generar contradicciones respecto de las medidas planteadas por él como modelo de país. No es lo mismo el proteccionismo de San Martín que el liberalismo económico que tiene Mitre. Y mucho menos el trato que San Martín tuvo con los pueblos originarios que el que tuvieron Mitre, Sarmiento y Roca, los cuales querían solamente exterminarlos. Hay una visión muy radical en términos de revolución social.Entre las acciones más revolucionarias del Libertador en relación a su contexto histórico, Camogli resalta dos medidas innovadoras: “La primera es su propuesta para la liberación de todos los esclavos, la que se hace efectiva en la región de Cuyo con el 20 por ciento de los esclavos, que era la cantidad de hombres en condiciones de sumarse al ejército. El único compromiso que tenían era pelear hasta terminada la guerra. En ningún lugar del mundo se había planteado una medida tan radical. Salvo Simón Bolívar, que llegó a insinuar la liberación de los esclavos en la Gran Colombia. Pero ni en el Río de la Plata, ni en Inglaterra y Estados Unidos, que eran los paradigmas de la libertad, se les había ocurrido plantear siquiera algo parecido. La otra medida es respetar los derechos de los pueblos originarios”.“San Martín necesitaba a los esclavos para la guerra y la revolución –agrega el historiador–. Tenía que ver con esa revolución que estaba gestando la condición de los esclavos de dejar de ser una mercancía. Y eso no lo podía poner Mitre en su historia porque entraba en contradicción con lo que él estaba planteando en su momento”, reitera Camogli.La estructura política de San Martín como gobernador de Cuyo estuvo basada en un muy fuerte control social. Había violación a la correspondencia, se controlaba casa por casa para ver quién vivía y se aseguraban a diario de que nadie recibiera la visita de un extraño; que cada uno pagara sus impuestos, nadie podía estar de conchabo, todos debían tener la libreta de trabajo firmada y ningún patrón podía deberles un peso a los trabajadores. Había un control estricto sobre la sociedad.El trabajo historiográfico también pretende desterrar la idea de que el rol de San Martín en el continente americano respondía a los intereses del Imperio Británico. “San Martín conocía los planes de Inglaterra, y estaba al tanto del plan Maitland. De ahí surge esa falsa idea de que San Martín era un agente del servicio británico. Pero se olvidan de que en el Río de la Plata ya existían dos planes similares para hacer el cruce de los Andes. Uno de esos planes fue elaborado por Bernardo de Vera y Pintado, asesor jurídico de San Martín, luego procurador general del ejército, que ya había cruzado los Andes por el camino de Uspallata luego de la derrota chilena de Rancagua. El segundo de estos planes lo hizo el coronel Enrique Paillardelle, que vivía en el norte chileno y tenía mucho contacto con Manuel Belgrano: el plan consistía en cruzar los Andes y formar una escuadra en Valparaíso para desde ahí preparar un ataque naval hasta Lima. Su idea era llevar ‘1.000 hombres hasta la costa del Perú con la ayuda de Chile’ y así sublevar todos los puertos intermedios para dejar sin apoyos al virrey peruano. Es muy parecido a lo que va a realizar San Martín a otra escala. Y es un plan que seguramente conocía el futuro libertador, ya que en la época en la que se traza este plan estaba al frente del Ejército de los Andes. Hablar de los planes ingleses y no hablar de estos dos planes previos es cortar la historia en un momento. La genialidad de San Martín no fue el plan. La genialidad fue hacerlo, armar un ejército y cruzar los Andes. Su genialidad la expresa a través de la utilización del sentido común. Era un plan que podían realizar. En 1811, tropas chilenas habían cruzado hacia Argentina para apoyar la revolución de 1810 y en 1813 tropas argentinas van hasta Chile conducidos por Juan Gregorio Las Heras para apoyar la revolución chilena. Las Heras después fue un cercano colaborador de San Martín y estuvo al frente de una de las columnas del ejército patriota, por lo que es muy difícil que San Martín no estuviera al tanto de esos cruces previos”.“La historia se escribe desde el presente”, reflexiona el historiador, que actualmente conduce un programa de radio en Misiones. “Es este presente el que me hace preguntarme por aquel pasado.”–¿Qué cosas del presente lo motivaron a escribir?–Este proceso de integración cada vez más fuerte y consolidado con la Unasur. Las relaciones institucionales entre los presidentes latinoamericanos son saludables. Se abrazan y se dan la mano. Los presidentes tienen la cara del pueblo. En la Argentina de hoy dejamos de querer ser europeos. Este presente de patria grande tiene que ver con aquel pasado. Porque hace 200 años, estos tipos cruzaron los Andes con la idea de integrar América del Sur. El objetivo de la revolución era generar una Patria Grande y este presente necesariamente tiene una explicación en el pasado.

ENTRE LA CRISIS NEOLIBERAL, LAS PROTESTAS MASIVAS Y LOS ESCRIBAS DEL PODER



¿Puede sorprendernos el grado de agresividad de los escribas que multiplican sus columnas denunciando a la bestia kirchnerista mientras sueñan con la restauración conservadora?


Por Ricardo Foster.


Mientras entre nosotros arrecia una feroz campaña contra quienes, desde distintos lugares y experiencias y sin haber ahorrado reflexiones críticas, han defendido, y lo siguen haciendo, el ciclo político abierto en mayo de 2003 por Néstor Kirchner y continuado por Cristina Fernández; en lejanas geografías primermundistas, de aquellas que tanto añoraban los escribas melancólicos de “repúblicas perdidas” y de economías “serias y responsables” sólidamente entramadas en el mercado global, surgen, potentes, miles y miles de voces que se “indignan” por aquello mismo que, entre nosotros, defienden esos “desinteresados e independientes” escribas de la corporación mediática y libretistas, graciosos y bizarros, de una oposición que, si la dejasen hacer con libertad sus verdaderos proyectos de gobierno, no harían otra cosa que reconducir al país hacia el camino de “la seriedad y el respeto a los contratos una y otra vez mancillados por el populismo reinante en una Argentina atormentada por la corrupción y la venalidad”.¿Resulta, tal vez, llamativo que los mismos medios de comunicación hegemónicos que se dedican, día y noche, a demoler las políticas del Gobierno o a desprestigiar a personalidades como el juez Zaffaroni o a demonizar a los intelectuales de Carta Abierta (del mismo modo que antes lo habían hecho con especial virulencia con Hebe de Bonafini o exigiéndole a las Abuelas de Plaza de Mayo que le pidieran disculpas a la señora Herrera de Noble) no establezcan ninguna relación entre la crisis recesiva que hoy sacude al mundo desarrollado y las sempiternas recetas de ajuste que, entre nosotros, siempre han sido defendidas por los mismos que denunciaron “el aislamiento internacional de Argentina como producto del “populismo” kirchnerista? ¿Es verosímil una oposición que, enfrascada en servirles de fuerza de choque a las corporaciones, silencia el carácter de la crisis como producto de la extenuación del modelo neoliberal y la situación cualitativamente distinta en la que se encuentra el país gracias a las políticas de desendeudamiento, activación del mercado interno, protección ante el canto de sirena de los famosos mercados de capitales tan añorados por nuestros economistas ortodoxos y al uso racional de las reservas que se viene implementando desde el 2003? ¿Qué otra cosa hay, además de un deseo de profecía autocumplida, del titular tipo catástrofe con el que la corporación mediática busca promover una estampida del dólar en el mercado local? ¿Cuáles son los objetivos de estas acciones y omisiones?Sus consecuencias ya las conocimos, anticipadamente, con toda su violencia y asfixia social a lo largo de los años noventa cuando, entre nosotros, se aplicaron con rigurosidad estricta las mismas recetas que ahora se aplican en los países europeos y que ha aceptado también, chantaje de la ultraderecha republicana de por medio, un Obama desprovisto de todos aquellos atributos que lo habían llevado al gobierno en medio de una oleada de entusiasmo popular como no recordaba Estados Unidos desde la época de Kennedy. Lejos de haber sido el Roosevelt que necesitaba su país y en especial los más desfavorecidos de sus habitantes, Obama, quedándose a mitad de camino, terminó por hacerle el juego a la derecha ultraliberal del Tea Party (cruzando el Atlántico algo semejante hizo Zapatero hundiendo en el fango los valores que decían defender los socialistas españoles dejando el camino expedito para que la derecha llegue libre de culpa y cargo al gobierno).Detrás de toda crisis (y en este caso de un peligro inminente de recesión) se esconde la tendencia desenfrenada del gran capital a concentrar todavía más la riqueza y a aprovecharse del “pánico” astutamente generado en el interior de las sociedades contemporáneas para disciplinar más y mejor a sus habitantes convenciéndolos de que no queda otro camino que el del recorte del famoso gasto fiscal que traducido a lenguaje coloquial no significa otra cosa que suspensión de programas sociales y ajuste brutal sobre los sectores más desfavorecidos.En nuestro caso, y cuando la memoria no falla, las imágenes que regresan inmediatamente son las de finales de los años ’90 cuando el gobierno de la Alianza, en vez de repudiar el modelo de la convertibilidad menemista, no hizo otra cosa que atenerse a las demandas ortodoxas del FMI acelerando el estallido y su propia bancarrota. Mientras que algunos referentes de la oposición se ocupan de la inflación (único mal desde la perspectiva del establishment) dejan intacta la lógica económica ortodoxa, fundada en las exigencias de los mercados globales y sus organismos internacionales promotores de las más diversas tragedias sociales por las que atravesó América latina en las últimas décadas del siglo pasado (y por las que siguen atravesando otras regiones del mundo asoladas por esas políticas que multiplicaron los endeudamientos y el hambre de los pueblos como en el norte del África, contribuyendo a un aumento exponencial del precio de los alimentos y a la caída de la inversión social acelerada por las recetas de ajuste “sugeridas” por el FMI). Su interpretación de la crisis mundial es nula, ciega o, peor todavía, atentatoria contra los intereses de las mayorías allí donde vuelven a reclamar recetas aceleradoras del desastre como se viene expresando en gran parte de los países europeos y en los Estados Unidos.En el deseo perverso de ciertos actores políticos, económicos y mediáticos están las imágenes, alucinadas, de interminables colas de asustados ahorristas delante de las casas de cambio para comprar oro, dólares, euros, rupias, yenes o lo que sea mientras se desmorona el peso y nos hundimos en una crisis que se lleva puesto al tan odiado gobierno kirchnerista. Sería muy bueno que los sectores democráticos de la oposición se desmarcaran de ese juego brutal y salieran, desde una perspectiva que podría considerarse patriótica, a cerrar filas a favor del sostenimiento de la estabilidad económica basada en la protección del trabajo, del mercado interno y de los salarios por sobre las maniobras de los especuladores de siempre. ¿Podrán escaparle al abrazo de oso de las corporaciones? Me embarga, estimado lector, un inevitable pesimismo al intentar responder positivamente a esta pregunta.¿Resulta acaso extraño que los mismos periodistas que critican despiadadamente a los intelectuales de Carta Abierta o al juez Zaffaroni respondiendo a las órdenes estratégicas de sus patrones que buscan destruir los núcleos simbólicos del kirchnerismo (así lo vienen haciendo con las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo y ahora lo intentan con un juez de la Corte Suprema y contra quienes, proviniendo del campo de la vida cultural y académica, decidieron constituir un colectivo de debate político en apoyo de las mejores políticas del gobierno nacional) no tengan una sola palabra para reflexionar sobre nuestra oposición y sus “proyectos” asociados a los intereses de las grandes corporaciones y a las políticas de ajuste que se vienen implementando como “salida de la crisis” causada por la exacerbación del propio neoliberalismo? ¿Puede, a esta altura, sorprendernos el grado de agresividad de estos escribas que multiplican sus columnas denunciando a la bestia kirchnerista y a sus secuaces mientras sueñan con prepararle el terreno a la restauración conservadora?Por esas extrañas coincidencias de la historia, mientras Europa y Estados Unidos se enfrentan, con una perplejidad paralizante, a la continuidad de la crisis, en nuestro país se sigue insistiendo con la profundización de una política económica que nos ha permitido, como no había sucedido antes en contextos de alteración global de los famosos mercados, capear, del mejor modo posible, los efectos de la bancarrota de un capitalismo depredador que sigue insistiendo, en su caída, con terminar de destruir los últimos restos del viejo Estado de bienestar. Desde España a Israel, los jóvenes, sobre todo, han abierto sus ojos y salido del efecto “ideológico” (perdón por utilizar palabras pasadas de moda y demasiado intelectuales) que, durante las últimas décadas y al amparo de la expansión metastásica de ese extraordinario maridaje de consumo exponencial y sociedad del espectáculo, había logrado sostener, en el plano del sentido común y de los imaginarios culturales disponibles, el andamiaje devastador del neoliberalismo.Más de 300.000 israelíes han salido a las calles de las principales ciudades para reintroducir, en el espacio público y en el habla cotidiana, palabras y conceptos brutalmente deslegitimados por la “deconstrucción” que el capital-liberalismo hegemónico desde mediados de los años setenta había logrado generalizar en el interior de sociedades que supieron conocer las “virtudes” de formas estatales nacidas del modelo bienestarista que contribuyó, como nunca antes en la historia de esas sociedades, a darle forma a una inédita equidad social y a lo que los actuales manifestantes definen como un orden basado en “la justicia social” (concepto que los argentinos conocemos bien y alrededor del cual se desarrolló una parte sustantiva de nuestra tradición política popular y contra el cual también se descargaron las formas más crudas de la violencia represiva). Esos jóvenes indignados (que en nuestra región hoy lo manifiestan los estudiantes chilenos que develan la “verdad” del modelo trasandino –el más desigual en términos de acceso a la educación de América latina y uno de los más injustos del planeta– tan elogiado por nuestros opositores y sostenido en la perpetuación del pinochetismo bajo ropaje democrático) vuelven a apropiarse de esas palabras saqueadas hasta el hartazgo por la ideología dominante que, junto con una brutal transformación de las estructuras económicas (el famoso pasaje del capitalismo de producción al capitalismo especulativo-financiero asociado con la desactivación del Estado social), desplegó una cuidadosa y global revolución cultural-simbólica destinada a sostener, en el plano de las conciencias, lo que se desarrollaba en el plano de las estructuras materiales.Sin ese proceso de horadación sistemática de las “antiguas concepciones bienestaristas”, sin la fragmentación de la sociedad, sin el vaciamiento del rol del Estado como garante de la igualdad de oportunidades y, fundamentalmente, sin la colonización acabada de las conciencias y del sentido común, la implementación de esa política salvaje que condujo, primero a los países periféricos a situaciones sin salida y de penuria social desconocida hasta entonces, y después a los países desarrollados a enfrentarse a su propia crisis, no hubiera sido posible. Para mutilar la estructura de derechos que habitaron esas sociedades era imprescindible deslegitimar, en el interior de las conciencias, la trama de valores que había desembocado en el Estado de bienestar. Sin ruborizarse, y utilizando el arsenal propio de los medios de comunicación concentrados y hegemónicos, los escribas orgánicos del establishment se han convertido en la vanguardia del retroceso, en los publicistas de la regresión neoliberal. Su tarea, astutamente encomendada por los estrategas de la destitución que, como dice ahora un amigo, han pasado a ser de la destrucción, es avanzar contra aquellos núcleos simbólicos que preocupan a la clase media progresista. Por eso se trata de disparar contra la política de derechos humanos, contra la Corte Suprema a través de Zaffaroni o contra quienes, por libre convicción, decidieron salir de los ámbitos universitarios para decir su palabra política en la esfera pública rompiendo la supuesta hegemonía de tantos bienpensantes que hoy se han transformado en los mejores propagandistas de la restauración.Para ellos se trata de continuar alimentando un sentido común capturado por los paradigmas que se vienen desplegando desde los años ’80 allí donde el giro hacia el neoliberalismo inició el proceso de devastación de toda alternativa a la lógica implacable del mercado global. Enfrentados a la crisis de sus propias ideas, demudados ante la caída de sus ídolos ideológicos y de sus países emblemas, buscan, una vez más, servir con fidelidad a prueba de balas a esas mismas corporaciones que han alimentado, con el fuego de la especulación y de la acumulación exponencial de las riquezas, el incendio de esa misma economía neoliberal que buscaron implementar en todo el planeta. Por una vez, Sudamérica eligió, de la mano de algunos de sus gobiernos de matriz democrática y popular, un camino muy distinto al de la ortodoxia imperante. Contra esa sabia y valiente decisión es contra la que se dirigen los dardos despiadados de los grandes medios de comunicación y de sus escribas de turno.

LA VÍA CHILENA AL ANALFABETISMO



Hace largos meses que Chile vive en crisis y su presidente afronta los índices más bajos de apoyo a su gestión. Cómo se han puesto en evidencia las deficiencias del modelo chileno.


Por Alfredo Grieco y Bavio


Cuando el multimillonario magnate Sebastián Piñera ganó las elecciones presidenciales, muchos anticiparon que se iniciaba un ciclo de derecha en Chile que contrarrestaría los veinte años de gobierno por una Concertación de democristianos y socialistas. Después de enfrentarse con arrogancia empresarial a los estudiantes y a una ciudadanía que salió a las calles a reclamar igualdad de oportunidades educativas en un país que ingresó ya al club de los ricos del mundo, hoy pocos se atreven a pensar en otra presidencia de derecha por mucho tiempo.El abanderado de los logros económicos del pinochetismo, el ideólogo de una democracia sin más ideales que el corto plazo, demostró, a los ojos de los más desapasionados observadores, su inadecuación para el ejercicio del liderazgo nacional. Después de todo, como habían anticipado los analistas, Piñera no era siquiera un gran empresario o capitán de la industria, sino ante todo el amo de una mesa de dinero: un especulador enriquecido. Una estudiante de Geografía, Camilla Vallejos, dirige desde hace tres meses una huelga en el sector que ha dejado 1.400 detenidos, más de 150 heridos y al menos un muerto, y a la dirigencia política en el limite de aceptar que la educación es un derecho y que debe ser gratuita.Ahora Piñera reiteró el lunes lo que dijo la semana pasada: es preciso dialogar con los dirigentes del movimiento estudiantil. Y se comprometió a sostener (para él cosa ardua) una reunión el mismo martes en el Palacio de La Moneda para al menos “no agravar el problema”. Ya son tres largos meses que Chile vive en crisis (política, social, educativa), la más indómita e insoluble desde la llegada de la democracia en 1990. Los chicos y chicas son los más irredentos: prometen continuar las tomas de colegios y universidades para poner punto final a lo que es, según ellos, la reforma privatizadora del gobierno en materia educativa. Con ingenuidad, pero sólo ahora sabemos trágica, el ahora ex ministro de Educación Joaquín Lavín había calificado el 2011 como “el año de la educación superior”. Ese pronóstico se muestra aún más tragicómico a posteriori, una vez modificado el secretario de Estado y una vez conocida la popularidad del gobierno, caída a un 26 por ciento (el nivel más bajo de adhesión en 20 años).Más allá de las causas de la crisis –en mayo, las autoridades de gobierno aprobaron la instalación de cinco plantas hidroeléctricas del proyecto Hidroaysén, lo que generó un rechazo espontáneo de agrupaciones sociales y ecologistas–, hay quienes opinan que la cosa es terminal: un término que es el de la investigadora María Olivia Mönckeberg, para quien el origen de la crisis es todo “un sistema”. Desde luego, el gobierno retrocede, y promete recursos a los establecimientos educativos, aumento de becas y la disminución del interés que el Estado les cobra a los estudiantes por medio del préstamo crediticio. Los cambios, sin embargo, son pocos para un sistema educativo implantado en la dictadura y apenas modernizado en 2006, con mayoría de instituciones educativas privadas y la totalidad de las universidades pagas, con aranceles mensuales que fluctúan entre los 500 y 600 dólares, en un país donde el salario mínimo es de 380 dólares. El ingreso per cápita en Chile es de 16.000 dólares, y el costo para estudiar es 19 veces mayor a lo que exige, por ejemplo, Francia.El temor de las elites no pasa por el aplastamiento del mundo que conocen, sino por los inevitables cambios de rumbos que se avecinan: es que el telón de fondo son los comicios municipales de 2012 y los presidenciales de 2013.“Las manifestaciones violentas que se han producido son preocupantes, este país lo hemos construido entre todos y debemos tratar de respetarnos en las diferencias”, dijo el empresario Eliodoro Matte, uno de los hombres más ricos e influyentes de Chile. Es esa ausencia de consenso social lo que les preocupa, el quiebre cada vez más masivo de un orden que se mantuvo compacto, y que favoreció la prosperidad chilena: hoy las posiciones son más antagónicas que nunca en estos treinta años. En algún punto es un “que se vayan todos” mucho más áspero que el argentino: filoso y andino, lo que lleva a un rechazo masivo por “la política”, que integra desde luego la centroizquierda, que sí podría solucionar o al menos emprender las reformas que hoy los chilenos y chilenas exigen. “Nuestra labor es estar al lado de los movimientos sociales”, dijo sin ambages el presidente de la Democracia Cristiana, el senador Ignacio Walker, como vocero del bloque opositor. Eso, hoy, no basta en absoluto. Los jóvenes no quieren sentirse acompañados: quieren mandar. Después de todo es su destino el que está en juego.“Pero cuántas veces nos hemos equivocado de jóvenes”, parece decir Piñera en cada declaración. En definitiva, son sabias las palabras de un ministro, aun cuando suenan cínicas en los momentos menos oportunos para serlo: “Para cambiar el país, hay que ganar las elecciones”. Pertenecen al actual de Obras Públicas, Laurence Golborne, favorito para representar al oficialismo en las presidenciales de 2013.

DENUNCIAN TRÁFICO DE 15 MIL NIÑOS DESDE BOLIVIA



La Defensoría del Pueblo de Bolivia denunció ayer que en la ciudad de Potosí se compran niños y niñas por valores entre los 3 a 7 dólares, y que hay sospechas de que 15 mil menores pasan la frontera hacia la Argentina en condiciones irregulares cada año, sin que las autoridades de ninguno de los dos países lo impidan.


El defensor del Pueblo, Rolando Villena, presentó los datos en una rueda de prensa en La Paz, en la que informó de los resultados de un reciente Foro Internacional sobre Trata y Tráfico de Personas, que hizo énfasis en protección de niños y adolescentes. Allí hizo pública su evaluación sobre lo que ocurre en la ciudad de Potosí, una de las más pobres del país a pesar de su riqueza minera, donde “las denuncias son realmente preocupantes”. “No hay nadie que pueda realizar la denuncia porque se desconoce la problemática”, advirtió el ombudsman, quien además reconoció no contar con los recursos para sostener una investigación.Según Villena, anualmente 15 mil niños y adolescentes pasan la frontera con la Argentina por las localidades bolivianas de Bermejo, Yacuiba y Villazón. Los menores viajan con la “supuesta autorización de sus padres”, pero sin que el Estado de este país, uno de los más pobres de América, pueda ejercer un control efectivo de ese tráfico por la ausencia de políticas gubernamentales para atender el problema, indicó Villena.Al Foro, que concluyó el fin de semana pasado, asistieron especialistas en trata de personas de Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil, Perú y la Argentina, que hace una semana decidió eliminar por decreto los avisos que promueven la explotación sexual en medios gráficos como un modo de combatir este delito federal. Las autoridades gubernamentales bolivianas advirtieron días atrás que los casos de trata y tráfico de personas aumentaron un 26,4% en Bolivia entre 2008 y 2010.El viceministerio de Igualdad de Oportunidades señaló también que en 2008 la policía registró 265 casos de desaparecidos con sospechas de tráfico de personas, especialmente menores, y que en 2010 fueron 335. <

NEGOCIADOS Y DERECHOS HUMANOS



El papel de las mafias empresarias y las dictaduras militares.


Por Jorge Devincenzi


En el relato mediático, la inseguridad se alimenta con delitos cometidos por piratas del asfalto con protección policial, secuestros de niños, motochorros y micrófonos abiertos para opiniones silvestres. Cierto sentido común reconoce, por su parte, la existencia de “delitos legales”, esos que suelen hacerse públicos por la prensa cuando coinciden con la línea editorial. A veces se fraguan: es cuando los periodistas se convierten en fiscales de la república, figura que en la Argentina tiene un largo historial antidemocrático.Los delitos se legalizan cuando las mafias se apropian del Estado, construyendo su propia legitimación. Eduardo Luis Duhalde, secretario de Derechos Humanos de la Nación, se refirió a ello durante un acto en el que se recordó a un centenar de abogados desaparecidos: “En cada golpe militar hubo abogados y jueces complacientes, cuando no la propia Corte de Justicia... hubo interrogadores jurídicos en los centros clandestinos de detención, y también elaborando decretos para poner a disposición del Poder Ejecutivo, o justificando cualquier suerte de tropelía”.Ejemplos sobran. La desaparición del funcionario Juan Carlos Casariego de Bel en 1979, en medio de la negociación por la estatización fraudulenta de la Compañía Ítalo de Electricidad, pretendió encubrir una estafa al Estado por parte de la controlante Motor Columbus con todas las formalidades de la ley. El avalista Banco Nacional de Desarrollo (Banade) pagó a la británica Brown & Boveri (socia de Motor Columbus) la compra de dos turbogeneradores adquiridos por la Ítalo. Como broche de oro, la estatización no se abonó con fondos genuinos sino con un préstamo de la Unión de Bancos Suizos, también socio de Motor Columbus. Casariego desapareció mientras se dirigía al domicilio de Guillermo Walter Klein (h), llamado por éste, quien intentaba disuadirlo de negarse a firmar una resolución en favor de la Ítalo como empresa extranjera que legalmente ya no era, en cuyo caso la estafa previa habría quedado al descubierto.A veces resulta difícil marcar una diferencia clara entre actividad empresaria y mafias.Los avales estatales fueron una fuente de corrupción centrada en el ex-Banade durante la dictadura, pero también reconfiguraron la estructura productiva y social. En los ’90, un incendio destruyó los archivos de ese banco, donde se guardaban constancias de sus mayores deudores. Sabemos que determinadas mafias perfectamente identificadas construyeron una prolija legitimación de sus crímenes, pero el delito termina dejando su huella en los lugares más insospechados. Por eso, la reforma del sistema judicial es una tarea pendiente de los próximos cuatro años.Entre esos grandes deudores estaban Papel Prensa y Acindar. El caso de esta última es paradigmático. En sus instalaciones se inició durante 1975 una brutal represión ilegal en colusión con las fuerzas armadas que ya habían decidido desalojar al gobierno constitucional luego de una reunión con el Consejo Empresario Argentino (presidido por Martínez de Hoz) donde se acordó el precio cash para cada comandante.Con el objetivo explícito de destruir a la estatal Somisa, Acindar había iniciado en 1975 un programa de integración (reducción directa) que costó 649 millones de dólares de esa época, con avales del Banade. Durante la dictadura, la empresa consolidó su monopolio en el sector de no planos, como lo han demostrado estudios del fallecido Azpiazu, Basualdo, Kulfas y otros. Esa deuda fue estatizada en 1981 por Domingo Cavallo, la cuarta en magnitud luego de las de Cogasco (1.338 millones de dólares), Autopistas Urbanas Ausa (951) y Celulosa Argentina (836).Martínez de Hoz había renunciado a la presidencia de Acindar para asumir como ministro, colocando a un ex-ejecutivo de la misma empresa, Juan Alfredo Etchebarne, al frente de la Comisión Nacional de Valores.Esa dupla, secundada por Christian Zimmerman en el Banco Central, Juan Alemann en la secretaría de Hacienda y el mencionado Klein en la secretaría de programación económica, operó en el desapoderamiento de los bienes de David Graiver en favor de otros grupos económicos domésticos y multinacionales. Cuando los dueños de Industrias Siderúrgicas Grassi, asociados con unos empresarios del rubro inmobiliario, los Chavanne, intentaron capitalizarse adquiriendo el banco de Hurlingham a la viuda Lidia Papaleo, el dúo fantástico promovió una carambola: piratear los activos del banco y sacar del medio a Industrias Grassi, que se interponía en la reconversión de Acindar.El banco fue intervenido por la Conarepa (que delegó las decisiones en Zimmerman, vicepresidente del Bcra) y el ministerio de Justicia designó como su veedor al virtuoso jurista Gregorio Badeni mientras los Grassi y los Chavanne estaban chupados clandestinamente en la prisión de Campo de Mayo. El Bcra liquidó el banco mediante el recurso habitual de la denuncia anónima y a pesar de que los técnicos del propio Central lo daban como viable.Los interrogatorios y torturas estuvieron a cargo del gendarme Rei (apropiador de Pedro Sandoval), del juez federal Rafael Sarmiento y de dos abogados de la CNV, Garris y Spinosa. Sarmiento y Garris se reciclaron en democracia, convirtiéndose en profesores de la Universidad de la Policía Federal, y en esa condición siguieron hasta la creación del Ministerio de Seguridad. Spinosa circula en uno de los tantos pliegues del poder político de la provincia de Buenos Aires.Las torturas y privaciones de la libertad padecidos por los Grassi y los Chavanne no pueden atribuirse a sus vínculos con la subversión ni a exceso de celo de los interrogadores. Unos eran empresarios cercanos a Martínez de Hoz, quien en un cóctel realizado en la Bolsa de Comercio, ya como ministro, amenazó así a Luis Grassi: “O me vendés la empresa (se refiere a Acindar) o te la saco”. Los Chavanne (impulsores del balneario Santa Clara del Mar y otros destinos turísticos) eran ricos propietarios de Pergamino (el campo “La Ambógena”, escenario de las dos batallas de Cepeda) y vinculados con la noble familia Duggan.Para financiar la compra del banco de Hurlingham, los Chavanne vendieron sus campos al banquero Oddone. Refugiado en Miami, el quebrado Oddone también dice haber sido víctima de delitos de lesa humanidad porque fue secuestrado por la Policía Federal. En realidad, se presentó voluntariamente ante ésta, creyendo que no podía ser blanco de la represión cuando su temible y numerosa custodia personal estaba organizada por la propia Federal, era él un fanático adherente de la dictadura y quizás financiara actividades ilegales desde su cueva en Santos Lugares.Oddone y los Gotelli del quebrado Banco de Italia han iniciado sendas querellas contra el Estado argentino ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por la persecución que habrían sufrido en la dictadura y luego, en democracia. Pretenden sumas astronómicas por la liquidación de sus bancos que, en el caso de los Gotelli, ya cobraron luego de que la Justicia dictaminara la prescripción de la causa.Los Gotelli tienen un largo historial. Socios de Martínez de Hoz en La Buenos Aires Seguros y de Macri en el banco de Italia, funcionarios de varias dictaduras, abrieron las puertas del mercado bancario local a Gaith Pharaon, titular del Bcci. Fue en la misma época en que el egipcio era representado en la Argentina por el fallido candidato a vicepresidente Javier González Fraga. Se quedaron en los ’90, por unos pesos, con la Caja Nacional de Ahorro y Seguro a través de su controlada Leucadia y la revendieron de inmediato a los Werthein con una astronómica diferencia. En la dictadura, Luis María Gotelli le dio una mano a Motor Columbus y elaboró un fantasioso dictamen según el cual la Ítalo era oro en polvo cuando en realidad no había invertido un peso en 50 años. Hoy, el empresario textil Guillermo Gotelli (ex-Alpargatas, ex-Gatic) integra el sector más liberal de la UIA (Grupo Industriales) que lidera Techint.La frontera entre mafias y negocios empresarios es turbia e inestable. Esto pone en otros contextos qué se esconde cuando unos pocos sostienen que el Gobierno Nacional defiende los derechos humanos de un solo lado.Cuando Yabrán enfrentó a los empresarios norteamericanos que querían quedarse con el Correo Argentino, le quedó a Don Alfredo el mote de mafioso, y con razón porque el entrerriano se había hecho poderoso desde el subsuelo de la represión ilegal y sería instigador del asesinato del fotógrafo Cabezas. Sin embargo, detrás de los alegatos éticos del ex-ministro Cavallo estaban el Citicorp, el Exxel Group y otras multinacionales prestigiosas que reconocían extraños vínculos con el narcotráfico y el lavado de dinero. El choque entre unos y otros se hizo patente cuando debía definirse si el Estado tendría el control del contenido de la correspondencia.

UNA IRANÍ APLICARÁ EL "OJO POR OJO" Y CEGARÁ A SU ATACANTE



Ojo por ojo, dice la ley de la sharía, y las autoridades iraníes la harán cumplir en forma literal, en un controvertido caso.


Condenaron a un hombre a ser cegado con ácido , en castigo por haber hecho lo mismo a una mujer que se negó a su propuesta de matrimonio.
La sentencia se ejecutará en un hospital, donde el condenado será sedado, y la encargada de gotear el ácido sobre cada uno de los ojos del condenado será la propia víctima, la iraní Ameneh Bahrami. “ Para mí no sólo será una compensación por todo el sufrimiento que me hizo pasar, sino también una iniciativa para intimidar a criminales a que no cometan estos actos ”, dijo la mujer de 32 años, con un título en electrónica.
El episodio que desencadenó esta condena ocurrió en 2004. Majid Movahedi, de 30, compañero de estudios de Ameneh, se sintió indignado por el rechazo de la mujer y le arrojó ácido cuando volvía del trabajo, lo que le desfiguró la cara y le provocó la perdida de la visión. Ella fue la que pidió, como resarcimiento, el ojo por ojo de la ley musulmana.
La sentencia levantó una ola de indignación a nivel mundial. Organismos de derechos humanos advirtieron que se trata de una sentencia inhumana y cruel, y Amnistía Internacional pidió detener su aplicación.

lunes, 24 de octubre de 2011

UN LABORATORIO DE GESTIÓN OBRERA



HACE DIEZ AÑOS ZANON ERA RECUPERADA POR SUS TRABAJADORES

“Estamos escribiendo parte de la historia del movimiento obrero”, dice uno de los referentes de FaSinPat, que hoy emplea a 450 obreros y produce 300 mil metros cuadrados de cerámicos al mes.

Por Adriana Meyer


Dicen que les cambió la vida, que los diez años de trabajo sin patrón en Zanon les devolvieron libertad y dignidad. Atrás quedaron las dobles jornadas, cada uno aislado en su línea y presionado por el supervisor, la permanente amenaza del despido. El 30 de septiembre de 2001 parecía que la amenaza patronal de apagar los hornos se iba a concretar. Esa noche, los delegados se quedaron en la fábrica y el 1º de octubre impidieron el ingreso a los gerentes. La planta fue ocupada por sus trabajadores, que se apropiaron de los medios de producción, hasta entonces propiedad de un empresario italiano que planeaba vaciarla. Tomando cada decisión en asamblea, tendiendo puentes con los neuquinos y solidarizándose con cada conflicto, con una estrategia jurídica y la disposición de enfrentar cada orden de desalojo, los obreros y obreras hicieron de Zanon algo más que una empresa recuperada, la convirtieron en un laboratorio de autogestión y la pusieron al servicio de su comunidad.
Los 70 mil metros cuadrados de la fábrica de cerámicos están sobre la ruta 7, entre Neuquén y Centenario. Tras la reja viene el playón que mide casi como una cancha de fútbol. Las visitas guiadas son constantes: pueden ser jardines de infantes, delegados gremiales o documentalistas de cualquier parte del mundo, que circulan entre el polvillo de la arcilla, el calor de los siete hornos, los olores de los esmaltes y el ruido de las líneas de producción. La vida cotidiana en Zanon también consiste en parar para hacer una asamblea y decidir cómo posicionarse ante la detención del dirigente ferroviario Rubén “Pollo” Sobrero, como pasó la semana pasada.
La mayor planta de porcelanato de América latina tenía en 2001 unos 240 operarios, que ganaban 800 pesos. Hoy, convertidos en la cooperativa FaSinPat (Fábrica Sin Patrón) son 450 y ganan 4500 pesos cada uno. Producen 300 mil metros cuadrados de cerámicos por mes, venden 270 mil a 20 pesos el metro, y el resto lo destinan a obras solidarias. En Neuquén, dos de las otras tres fábricas de cerámicos, Stefani y Del Valle, están autogestionadas.
En las últimas elecciones la comunidad neuquina eligió como diputados a dos de sus históricos referentes, Raúl Godoy y Alejandro López, por el Frente de Izquierda. “Estos diez años significan una evolución del nivel de conciencia de cada uno de los que formamos la autogestión obrera, al principio peleamos por los puestos de trabajo, pero fuimos aprendiendo solidaridad de clase, conocimos a las Madres”, dijo López a Página/12. “Estamos escribiendo parte de la historia del movimiento obrero, demostrando la potencialidad de la clase obrera organizada. Zanon no sólo produce cerámicos, es una referencia internacional, nos ha dignificado la vida, nos transformamos en personas críticas”, agrega.






Recuperar el sindicato




El empresario italiano Luigi Zanon tenía 28 años cuando llegó al país para instalar el Italpark. En 1979 fundó Zanon sobre terrenos públicos y con capitales de los gobiernos provincial y nacional que nunca devolvió. En la ceremonia inaugural, don Luigi felicitó al gobierno militar por “mantener la Argentina segura para las inversiones”. Junto a su hijo Luis, el empresario nativo de Padua siguió recibiendo subsidios en democracia, sobre todo en los gobiernos de Carlos Menem y Jorge Sobisch. Su plan era fabricar sólo porcelanato, lo cual significaba unos 300 despidos.
“Organizamos un campeonato de fútbol que duró un año, era el momento para discutir propuestas porque se venían ataques de la patronal. Pero primero había que ganar la interna, y luego sacar a la burocracia del sindicato ceramista”, cuenta Juan Orellana, ex obrero de Zanon. La empresa empezó a atrasarse con los sueldos y los aportes, y así vinieron las primeras huelgas, algún piquete para que no saliera la producción. “Se decidía en asamblea, los compañeros votaban esas medidas, los delegados se elegían a mano alzada mirándonos las caras. Fue una gimnasia de organización que nos marcó a fuego, el hecho de reconocerte como compañero de clase, que era un discurso que no manejábamos, reconocer a la burocracia sindical y al Ministerio de Trabajo, que jugaba para la patronal. Godoy era el único que tenía militancia en la izquierda, y sin embargo estuvo cuatro años con bajo perfil. Sin esa experiencia inicial no hubiésemos conseguido llegar a un plan para la toma y el control obrero. Nos conocimos entre nosotros y nacimos a otro mundo”, dice Orellana.
Con la nueva comisión interna frenaron los despidos. El primer pacto fue la unidad entre efectivos y contratados. Entonces la empresa presentó un recurso preventivo de crisis en el Ministerio de Trabajo de la Nación, una artimaña ideada por el ex ministro Domingo Cavallo para despedir más personal que lo permitido y cambiar los convenios. En ese momento entraron en juego los abogados Mariano Pedrero, Ivana Dal Bianco, Polo Denaday y Myriam Bregman, para quien participar de la experiencia de Zanon significa “retomar la tradición de aquellos abogados que en los ’60 y ’70 defendían presos políticos y acompañaban a los obreros en sus tomas de fábricas”.






Dispuestos a todo




En medio de esa ofensiva empresaria, en julio de 2000, murió Daniel Ferrás y la situación estalló. “No teníamos médico ni ambulancia, la empresa no daba atención médica en una fábrica muy peligrosa, donde había un muerto por año. El eje cambió, hicimos una huelga de nueve días con la consigna ‘ni un muerto más’”, cuenta Orellana. Decidieron convocar a todas las organizaciones de Neuquén, a la CTA, a los docentes y a los estatales. “La empresa hacía ofertas y en medio de esa confusión Godoy propuso que resistiéramos un día más, lo que significaba violar la conciliación obligatoria, el cuco con el que te dicen que estás fuera de la ley. Y ganamos todo, el preventivo de crisis se cayó solo, hicimos público que Zanon sacaba 30 camiones por día y nunca mostró sus libros para demostrar la supuesta crisis, la burocracia no tenía representatividad, y la empresa puso medidas de seguridad”, recuerda.
Para ganar el sindicato sortearon sucesivas maniobras y luego de dar vuelta una asamblea en la que se eligió a la junta electoral tuvieron que firmar y sellar cada boleta. “Cortar el puente o la ruta y abrir el conflicto más allá del portón era hacer política, lo mismo que plasmar en los estatutos del nuevo sindicato que los dirigentes tienen que volver a su puesto de trabajo, que no pueden renovar más de dos veces, que se puede revocar su mandato por el voto directo de la asamblea”, dice. Fracasado su proyecto del porcelanato, los Zanon ya se disponían al vaciamiento: dejaron de pagar los servicios y a los proveedores.
La empresa había amenazado con apagar los hornos, lo que significaba parar la producción. Y, para que no sucediera, el 1º de octubre los gerentes no pudieron entrar. Aparecieron las órdenes de desalojo por usurpación de la planta, y los despidos masivos, a lo que respondieron quemando los telegramas frente a la Casa de Gobierno. Ese día fueron reprimidos y 20 terminaron presos. Los abogados denunciaron a Zanon por haber provocado un lock out (paro patronal), y la Justicia les dio la razón, además de incautar el 40 por ciento del stock para pagar salarios. Fue la primera victoria de una larga batalla judicial que aún no termina. Los trabajadores vendieron los cerámicos y acamparon frente a la fábrica.
Había que poner a producir ese “monstruo”, como le dicen. Mientras un ceramista gasista reconectaba el suministro, la Universidad del Comahue los ayudaba a planificar. Los Zanon habían espantado a los clientes, presionado a los proveedores y pagado para que nadie pudiera explotar las canteras, pero los obreros consiguieron arcilla en la comunidad mapuche. “Surgió el liderazgo de Manotas, un compañero que era supervisor pero se plegó a nuestra lucha, y gracias a las Madres pudimos comercializar en blanco”, describe Orellana. Los primeros nuevos puestos de trabajo fueron para las organizaciones de desocupados con los que habían cortado rutas.
El 8 de abril de 2003 la Gendarmería tenía orden de disolver la toma. Afuera estaban los grupos sociales, sindicales, educativos que los apoyaban, incluidos once curas, pero del portón para adentro estaban dispuestos a no ser desalojados. Perfeccionaron las guardias obreras que habían creado para cuidar las máquinas y las instalaciones. Se apostaron en los techos, acumularon bolones de cerámica, gomeras y barricadas, tachos con agua para neutralizar el efecto de los gases, baldes con ácido. Hubiera sido una masacre, tal como quedó plasmado luego en el informe policial. Con el apoyo externo, en el que fue clave el paro de la CTA provincial, los obreros de Zanon demostraron que tenían la hegemonía en la población. La orden se suspendió, y los bolones blancos circularon entre la gente como souvenirs.
En diez años enfrentaron cinco órdenes de desalojo similares, además de haber sufrido persecuciones judiciales, amenazas, y aprietes a familiares. Pero Godoy, López, Chaplin, Cepillo, Chiquito, Paco, Ramírez, Esparza y varios más tuvieron la solidaridad de León Gieco, Naomi Klein, Osvaldo Bayer y una larga lista de personalidades y organizaciones. Para seguir produciendo tuvieron que pagar una deuda de los Zanon por un millón y medio de pesos. Aceptaron formar una cooperativa, cuyos plazos siempre los dejaban en peligro de ser rematados o de quedar expuestos a la ferocidad del mercado, por lo cual insistieron con la expropiación y estatización. Hace dos años, con movilizaciones, acampes frente al Congreso y recolección de firmas, consiguieron por ley la expropiación. En 2005 FaSinPat votó a favor de construir una clínica de salud comunitaria en un barrio pobre de Nueva España. Sus habitantes la habían reclamado al gobierno provincial durante 20 años, los ceramistas la construyeron en tres meses.
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