domingo, 31 de marzo de 2013

"HAY OPOSICION POLITICA Y CALLEJERA MEDIATICA"

Entrevista a Miguel De Luca. Politólogo.
 
Por Demián Verduga         
 
Cómo ve el panorama de la oposición política argentina en este momento, teniendo también en cuenta la postura que asumió Hugo Moyano?–Lo primero que debemos plantear es que hay tres territorios de oposición. Una es el que podríamos llamar la institucional, el de los partidos políticos con representación parlamentaria; otra es la callejera, formada por algunas organizaciones sindicales y sociales que se oponen al Gobierno. Hugo Moyano se sumó ahora a esta vertiente. La tercera es la que podríamos llamar de formación de opinión pública, encabezada por los medios tradicionales de comunicación. En este momento, los actores que se enfrentan con el Gobierno son muy distintos en cada una de estas ramas.
–¿Cuál de estos frentes sería el más complicado para el Gobierno?
–El más complejo no sé, pero el que menos capacidad tiene es la rama parlamentaria. Por ahora sólo pueden generar juntos un consenso negativo. Un ejemplo de eso fue la cohesión que despertó el rechazo de la nominación de Daniel Reposo para ser candidato a procurador General de la Nación. El tema es que la oposición política no tiene por ahora una agenda alternativa porque su composición es demasiado heterogénea, cada fuerza está ubicada en lugares muy distintos del espectro ideológico. Por eso, hay que introducir inexorablemente las otras arenas opositoras para entender el panorama, ya que en realidad son las que tienen más posibilidades de acción.
–Las oposiciones por fuera de la política, ¿pueden traducirse más tarde en opciones electorales?
–No necesariamente. Pueden fijar agenda con un tema y no tener expresión electoral. Hay un hecho cercano que podemos analizar como ejemplo, las marchas que en su momento organizó Juan Carlos Blumberg, luego del asesinato de su hijo. Él logró un altísimo nivel de convocatoria en la calle y unos años después, cuando se presentó como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, no pudo sacar más del 1% de los votos.

–¿Estas distintas vertientes refractarias al Gobierno, ¿pueden coordinarse?
–Si hubiera una coyuntura crítica, algo que genere una situación de mayor inestabilidad, puede haber una coordinación. Eso podría obligar a cambiar temas de agenda o retroceder al poder Ejecutivo.

–¿Moyano está hoy marcando la agenda de la oposición?
–Él fue cambiando su discurso a lo largo de este conflicto. La convocatoria a la marcha del próximo miércoles la hizo tratando de apuntar a varios sectores, pero no me parece fácil que lo logre.

–Dentro de los partidos, ¿qué perspectivas le ve al radicalismo, al PRO y al FAP?
–Me parece que, justamente, el que no hayan hecho referencia contundente sobre el tema Moyano, ni a favor ni en contra, da una idea de cómo están políticamente. Los radicales están enfrascados en su interna, se ubican en el lugar de observadores. Lo mismo pasa con Binner y Macri. Es difícil hoy opinar sobre actores políticos que no están demasiado activos.

–Sin embargo, cuando se debatió la estatización de YPF hubo posiciones más claras. Algunos tuvieron un rechazo visceral y otros acompañaron. ¿Podría decirse que hay una oposición totalmente cerrada, encarnada por Macri y el PJ federal, y otra postura más moderada en la que están el FAP y el radicalismo?
–El Gobierno salió bien parado de ese debate. Construyó una coalición muy amplia. Me parece que la posición de Macri frente a YPF lo que consigue es aglutinar una minoría intensa, opositora. Todos los que no rescatan nada del Gobierno pueden encontrar en el jefe de Gobierno a su referente. En cambio, Hermes Binner y Ricardo Alfonsín, que rescatan algunas cosas y cuestionan otras, tienen un punto de partida más bajo, en cuanto a apoyo duro, pero más posibilidades para crecer.
 
Fuente: Miradas al Sur

MONSANTO: LAS SEMILLAS DEL GOLPE

Por Walter Goobar        

La transnacional de la agroindustria fue uno de los poderosos y discretos protagonistas de la destitución del ex obispo y presidente paraguayo, Fernando Lugo.
       
El gobierno de Fernando Lugo ya había sufrido la amenaza del juicio político en 23 ocasiones anteriores y por los más diversos motivos. En su mayoría, estas operaciones de desgaste contra el ex obispo y presidente, fueron propiciadas por su vicepresidente Federico Franco, una suerte de Cleto Cobos guaraní que se distanció políticamente de Lugo poco después de iniciado el mandato presidencial, el 28 de abril de 2008. Sabiendo que contaba con los votos del Partido Radical Liberal Auténtico (Prla), más los del Partido Colorado –fundado por el dictador Alfredo Stroessner–, en reiteradas oportunidades el vicepresidente Franco fue hasta la sede del gobierno para intentar extorsionar a Lugo con la amenaza del juicio político, Franco nunca ocultó que quería ser presidente, si no lo logró antes es porque los colorados no quisieron prestarse a la maniobra, porque tenían su propia estrategia de desgaste.
En esta oportunidad, la convergencia de tres actores en las sombras –la siniestra trasnacional sojera Monsanto, la oligarquía latifundista paraguaya y la jerarquía de la Iglesia católica–, hicieron que el Partido Colorado modificara su estrategia, habilitando el juicio político a menos de diez meses de prevista la elección presidencial en la que su candidato, el terrateniente y empresario sojero Horacio Cartes, aparece posicionado como seguro triunfador. No se puede descartar que los colorados, que representan los intereses de los grandes latifundistas paraguayos optaran por un golpe de mano preventivo ante la presunta amenaza de los campesinos sin tierra, que vieron frustradas sus aspiraciones de una reforma agraria que Lugo prometió y nunca cumplió. Tal vez temían que los desposeídos avanzaran en la ocupación de territorios antes de la salida de la presidencia del ex obispo, pero lo concreto es que se avizora detrás del golpe institucional es un plan para criminalizar, llevar hasta el odio extremo, a todas las organizaciones campesinas, para empujar a los campesinos a abandonar el campo para el uso exclusivo del agronegocio.
En esa hipótesis, el enfrentamiento en Curuguaty (en la hacienda de Blas Riquelme, un terrateniente ligado al Partido Colorado) bien podría haber sido provocado para desatar el proceso de juicio político que culminó este viernes con la destitución del presidente.
Sólo un sabotaje interno dentro de los cuadros de inteligencia de la Policía, con la complicidad de la Fiscalía, explica la emboscada, en la cual murieron seis policías. No se comprende cómo policías altamente entrenados, en el marco del Plan Colombia, pudieron caer fácilmente en una supuesta trampa tendida por campesinos, como hizo creer la prensa aliada al golpe express. Los uniformados reaccionaron y acribillaron a los campesinos, matando a 11, quedando unos 50 heridos. Entre los policías muertos estaba el jefe del GEO, comisario Erven Lovera, hermano del teniente coronel Alcides Lovera, jefe de seguridad del presidente Lugo. En ese contexto, el asesinato del hermano del jefe de seguridad del presidente de la República obviamente fue un mensaje directo a Fernando Lugo, cuya cabeza sería el próximo objetivo. Más aún, tanto la Fiscalía que investigó la masacre, como el Poder Judicial y la Policía Nacional, están controlados mediante convenios de cooperación por Usaid, la agencia de cooperación de los Estados Unidos.
Pese a las múltiples advertencias de numerosos aliados dentro y fuera de Paraguay, Lugo no se abocó a la tarea de consolidar la heterogénea fuerza social que en 2008 lo elevó a la presidencia. Su gravitación en el Congreso era absolutamente mínima, uno o dos senadores, mientras sobreestimaba la capacidad de movilización para garantizar la gobernabilidad a su gestión.
A lo largo de su mandato se sucedieron múltiples concesiones a la derecha como las leyes antiterroristas que promulgó a pedido de la embajada de Estados Unidos, sancionadas por un congreso que es uno de los más corruptos del Continente y que terminó destituyéndolo en un farsesco simulacro de juicio político que violó todas las normas del debido proceso.
Según el periodista y autor del libro Los Herederos de Stroessner, Idilio Méndez Grimaldi, la trasnacional Monsanto ha cumplido un papel central en el golpe contra Lugo.
El 21 de octubre de 2011, el Ministerio de Agricultura y Ganadería, dirigido por el liberal Enzo Cardozo, dio el visto bueno provisorio a la semilla de algodón transgénico Bollgard BT de Monsanto, para su siembra comercial en Paraguay. Las protestas campesinas y de organizaciones ambientalistas no se dejaron esperar. El gen de este algodón está mezclado con el gen del Bacillus Thurigensis, una bacteria tóxica que mata a algunas plagas del algodón, como las larvas del picudo, un coleóptero que deposita sus huevos en el capullo del textil.
El Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas, Senave, otra institución del Estado paraguayo, dirigido por Miguel Lovera, se negó a inscribir dicha semilla transgénica en los registros de cultivables, por carecer de los dictámenes del Ministerio de Salud y de la Secretaría de Ambiente.
Durante los meses posteriores, Monsanto, a través de la Unión de Gremios de Producción, UGP, estrechamente ligada al Grupo Zuccolillo, que publica el diario ABC Color, lanzó una feroz ofensiva contra el Senave y su presidente por no inscribir la semilla transgénica para su uso comercial en todo el país.
La cuenta regresiva decisiva pareció haberse dado con una nueva denuncia por parte de una seudosindicalista del Senave, de nombre Silvia Martínez, quien acusó el 7 de junio pasado a Lovera de corrupción y nepotismo en la institución que dirige, a través de ABC Color. Martínez es esposa de Roberto Cáceres, representante técnico de varias empresas agrícolas, entre ellas Agrosán, recientemente adquirida por 120 millones de dólares por Syngenta, otra transnacional, todas socias de la UGP. El viernes 15 de junio, coincidiendo con una exposición anual organizada por el Ministerio de Agricultura, la transnacional Monsanto presentó otra variedad de algodón, doblemente transgénico: BT y RR o Resistente al Roundup, un herbicida fabricado y patentado por Monsanto. La pretensión de la transnacional norteamericana era la inscripción en Paraguay de esta semilla transgénica, tal como ya ocurrió en la Argentina y otros países del mundo. Sin embargo, la ministra de Salud de Lugo se oponía.
Paraguay es uno de los países más desiguales del mundo. Allí reina la UGP, apoyada por las transnacionales del sector financiero y del agronegocio que nunca ocultaron que iban a conseguir la aprobación de las semillas de Monsanto a como diera lugar.
 
Fuente: Miradas al Sur

UN HEROE COLECTIVO

“En nuestra familia avanzamos llevando toda la historia encima” .La esposa Elsa Sanchez y el nieto del creador de El Eternauta Fernando Araldi Oesterheld, en una charla imperdible para comprender todo el dolor por el que pasaron con los secuestros y desapariciones durante la dictadura, y la renovada fuerza de seguir peleando.
 
Por Eduardo Anguita       
      
Meternos en la historia del siglo XX de la Argentina es entrar también en la historia de la historieta. Y quizás, en la vida de un protagonista principal, Héctor Germán Oesterheld. Y darnos el gusto de tener a Elsa Sánchez, su esposa, y a Fernando Araldi Oesterheld, su nieto, para que nos cuenten la historia del autor de El Eternauta. Un tipo que es un orgullo con una historia que nos duele.
Elsa Sánchez de Oesterheld: –Creo que sí. Para mí iba a ser un escritor con toda la garra del historiador. Un historiador con una conciencia interna fenomenal. Pero bueno, no pudo ser.

–En realidad, dejó una obra vasta y extraordinaria. Hay algo que siempre me llamó la atención, y es su inicio como geólogo.
E.S.O.:
–Ah, sí. Es que era un personaje muy extraño. Muy particular. Lo apasionaba la ciencia en general. Entonces empezó como geólogo, hizo no sé cuántas carreras. Para colmo leía una barbaridad. Tenía cuatro idiomas que los dominaba perfectamente. Leía, hablaba y escribía en varios idiomas. Era de una familia de clase alta: su abuelo alemán tenía locura por el campo y el papá de mi marido, no pudo disfrutarlo mucho porque tuvo muchas hermanas mujeres. Y el papá, que era alemán, le había pedido que se ocupara del campo porque no había varones en la familia.

–¿Y usted?
E.S.O.:
–No tengo problema para los idiomas. Cuando estudié francés, la profesora me preguntaba si no tenía familiares franceses. Y no, siempre fui de raza española toda mi familia. En cambio, Héctor tenía el abuelo alemán y el papá argentino, una mezcla. Le tocó una época fea porque era la época de Hitler y todo eso marcaba muchas cosas. Empezaba a ser todo muy duro. Pero él, que ya se hacía hombre, se dio cuenta de lo que estaba sucediendo para el mundo entero. Creo que él sufrió bastante, en cambio yo no: en ese sentido tuve mi colegio normal de toda la vida. Papá era español, nacido en España…

–¡Sánchez!
E.S.O.:
–Sánchez. Mamá era Weiss. Que según parece, le explicaron que eran gallegos y el gallego tiene mucho de celta. Como era Weiss en inglés, ellos lo pronunciaban como Beis, entonces lo escribieron siempre con W. Entonces alguien, en algún año, que no se sabe cuál, le puso directamente Beis, con b larga y se acabó. Es el único Beis que tiene ascendencia y no tiene W. Esas correcciones que se hacían en esos tiempos para que sea fácil, porque si no era complicado con la W.

–Siempre es un gusto hablar con usted porque es una buena conversadora, una persona siempre alegre. Sin embargo, es inevitable hablar sobre lo que pasó con su familia…
E.S.O.:
–Hay que hablar de eso, también. No para multiplicar los hechos aberrantes, porque ya no hace falta, se saben. Pero sí para que se sepa que la Argentina tuvo un momento en la historia que fue una vergüenza, y eso no se tiene que olvidar. No para mantener un odio, sino porque esas cosas viene bien mencionarlas históricamente. No como venganza o dolor. Fue un crimen total, pero salimos adelante. Tenemos una juventud ahora que es maravillosa.

–Vamos a sumarlo a Fernando. Vos sos de 1975, un año durísimo. No tenés a tus dos padres, no tenés a tus tíos, no tenés a tu abuelo, buscás un hermano. Y, sin embargo, te veo como la veo a Elsa, con enormes ganas de vivir…
E.S.O.:
–Fantástico. Es fantástico.

Fernando Araldi Oesterheld: –Bueno, qué va a decir, es mi abuela. Yo nací en el ’75. A mi vieja, a Diana, la secuestran en el ’76 y a mi papá en el ’77, con un año de diferencia casi exacto. Busco un hermano, y en la familia buscamos un hermano y un primo, que sería el hijo de mi tía Marina, la más chica de las hermanas Oesterheld. Con mi abuela tenemos esa cosa de tener la historia encima, pero en mi caso la vivo de una forma bastante particular. Siempre asimilándola, sabiendo que uno tiene esa historia encima desde hace mucho, pero siempre de la mejor manera posible para que no se creen trabas que impidan avanzar.

–Vos luchaste por recuperar la casa de tus padres, donde Albornoz, un jefe de policía de Tucumán, criminal sanguinario, secuestró a tu madre, y que después fue el responsable de su traslado a Campo de Mayo.
F.A.O.:
–Sí, en el año 2005 inicié una causa penal porque me enteré que en la casa de Tucumán, donde nosotros vivíamos, había quedado viviendo en el año ’76, una chica de unos 20 ó 21 años que pertenecía a la Policía, María Elena Guerra, que era como una amante del Tuerto Albornoz. Él le dejó la casa, y durante mucho tiempo ella la reclamaba porque decía que había pagado los impuestos. Finalmente, en 2008 o 2009, la recuperamos y desalojamos a esa mujer. Todavía no se abrió un juicio contra ella en particular por ese delito. Sí fue enjuiciado Albornoz, en la causa general, con Buzzi, Menéndez, Zimerman y tantos otros. La casa quedó para el tipo que había nacido ahí, el hijo del señor que se la había vendido a mi papá. Una familia con muchos problemas económicos. Para mí, lo que más valor tenía era recuperar la casa para ver si saltaba algún dato de qué había pasado con mi mamá y, sobre todo, con el bebé, cosa que nunca sucedió. Como ocurre en general: son enjuiciados los responsables, pero nunca dicen dónde están los cuerpos, ni los chicos que se robaron. Los sentimientos son encontrados. Están perfectos los juicios, pero falta eso. Y lo de Campo de Mayo no sé si es tan claro con lo de mi mamá. Tengo información de que a ella la matan directamente en la Jefatura de Policía de Tucumán, así que no sé lo del posible traslado a Buenos Aires.

–Y a tú papá lo matan en la frontera de Catamarca con Tucumán.
F.A.O.:
–Sí, no lo secuestran. Directamente, en un enfrentamiento lo matan.

–Elsa, Martín es el otro nieto...
E.S.O.:
–Fue muy difícil. Pero yo sabía que iban a salir adelante, independientemente de mí. Vivieron los cambios que fueron terribles. El comienzo fue vivir sin su mamá, no conocerla. Eso es tremendo, porque no hay explicación para una cosa semejante. Fueron las cuatro chicas, dos que tuvieron hijos, y les tocó a ellos crecer con lo que tuvieron que crecer y vieron cosas que ningún otro chico vio. La matanza de la juventud, mayoritaria en ese momento, fue atroz. Los chicos que hemos recuperado se criaron con gente extraña y hoy están con su nombre y su historia legítimamente descubierta. Son increíblemente maravillosos, yo no puedo creerlo, cuanto más los veo no lo puedo creer. Son chicos que han comprendido y construyen su historia.

–Como usted se ha podido apropiar de este tejido, como todas las Abuelas que han hecho una causa común y han podido compartir esto que para muchos es casi inexplicable.
E.S.O.:
–Era difícil aceptarlo. Yo misma, también, tenía miedo de que no fuera lo que se creía con el chico que es de uno y quizá no lo es. Había mucha desconfianza hasta que se avanzó con el ADN. Ahora está cada vez más perfeccionado. Y los nietos son admirables, yo los amo.

–Fernando, de la fotografía pasaste al estampado de remeras. ¿Cómo estás con la imagen? Tu abuelo era el tipo que imaginaba cosas que después se tenían que dibujar, más allá del texto. Vos te volcaste por la imagen. Me gustaría una explicación de si vos creés que tiene algo que ver con la historia de tu abuelo o si creés que surgió porque sí.
F.A.O.:
–Empecé hace bastante. A los veintipico arranqué con fotografía, pero hoy me interesa más que nada la escritura. Supongo que viene por el lado de la familia. Obviamente, mi abuelo, mi mamá escribía, mis tías también, y es algo que tengo bastante arraigado.

–Y vas por la poesía.
F.A.O.:
–Sí, bueno, por ahora me interesa esa veta de la escritura. No tanto la narrativa, tal vez más adelante, no sé. Con la imagen empecé pasados los 20: me interesaba la fotografía. Después fue decantando en la escritura con la idea de comenzar algo más sólido. Con lo del estampado de remeras, sé que tengo el derecho de reproducir la imagen de El Eternauta en cualquier formato. Pero es algo tan universal que se me va de las manos. Quizá pueda estampar cosas de mi abuelo, pero era un proyecto que tenía que ver más con la fotografía.

–No está lejos el día en que la abuela vea al nieto queriendo estampar a Bull Rocket en una remera...
E.S.O.:
–La vida es permanentemente cambio. Tengo una vida muy difícil de vivir por el hecho que ya conocemos todos. Eso no se puede superar, pero sí decidí hacerlo en algún momento dado, y eso se lo tengo que agradecer a Cristina, porque me sacudió. Yo era una persona muerta en vida, los chicos ya tenían su vida hecha. Y tuve la responsabilidad de cuidar a mis nietos. Tuve, aunque perdí la fe y no soy demasiado creyente, algo en qué creer. Aferrarse a ser una buena persona, no equivocarse, y eso fue lo que yo hice. Sin vanidad de ninguna especie. No puedo decir que pasé una buena vida, fue a prueba de todo. Hoy me siento en paz, no he hecho daño a nadie. Ese nunca más es la señal de que estoy viva. Si yo cometo un error me duele, me hace un daño terrible aunque sea una pavada. Tenemos que estar contentos de la vida. La vida es como es y hay que aceptarla y venerar tenerla, porque te da la oportunidad de ser mejor todos los días, si se quiere. Y hace a los que están alrededor de uno mejores. En este momento tengo mi último bisnieto.

–¿Hijo de Martín?
F.A.O.:
–Claro, Martín tiene tres.
E.S.O.: –No tiene un año todavía. Ahora cuando lo veo y me mira se ríe. El otro día se enojaba porque lo tenían en brazos y yo pensé que quería darse vuelta para venir conmigo. Lo que él quería era acariciarme con sus manitos, pero no estar en brazos. La conciencia de ese nene, que quería demostrarme esa ternura que yo le doy a mi manera, él me la demostró de otra manera. Es muy lindo eso y me pongo contenta cuando me pasan esas cosas.
 
Oesterheld, un dolor indescriptible, un compromiso total
Héctor Germán Oesterheld fue secuestrado, a los 58 años, el 27 de abril de 1977. Su vida, la del máximo creador de personajes y relatos para las historietas argentinas, terminaba poco tiempo después en un campo de concentración o en el mar. No se sabe. Su calvario estuvo precedido por el secuestro de las cuatro hijas que había tenido con su esposa, Elsa Sánchez. Podría decirse que Elsa tuvo las hijas mientras Héctor soñaba y paría los personajes que entretuvieron e hicieron pensar a millones de argentinos. Todo sucedió en la década del cincuenta. El Sargento Kirk nació al papel de diario en 1952 y El Eternauta, en 1958. En ese lapso nacían Estela, Diana, Beatriz y Marina, las cuatro bastante seguiditas. Se las puede ver, en la foto de familia, junto a sus padres. Todas sonrientes, todas con sus muñecas. Elsa sólo pudo recuperar el cuerpo de la primera secuestrada, Beatriz, que tenía 19 años y fue chupada en mayo del ’76. Después secuestraron a Diana, de 23 años, en agosto del ’76. Diana estaba en pareja con Raúl Araldi. Habían tenido un hijito, Fernando, y Diana estaba esperando al segundo o a la segunda, con un embarazo de siete meses. Un año después, Raúl era detenido y fusilado. A fines del ’76 secuestraron a Marina, de 20 años, que estaba embarazada. Sobrevivía Estela, la mayor, que vivía con Raúl Mórtola y tenían un hijito. Los mataron en el ’77, el mismo año en que secuestraron a Héctor.
Elsa se quedó con demasiadas pérdidas y con dos nietos. El otro día vinieron Elsa y su nieto Fernando a La historia en debate. Mi agradecimiento, mi emoción, mi dolor, mi incomprensión, mi desborde, mi cariño y mis lágrimas están en un revoltijo. Todo junto. No tengo mucho para escribir. Hay sentimientos que no se pueden configurar en palabras. Lo único que puedo expresar es que quiero ser cada día mejor persona, que quiero cada día vivir del recuerdo y del ejemplo de quienes tuvieron la valentía de enfrentar la injusticia y de pelear por una sociedad más justa. Puedo decir, con orgullo, con humildad y con compromiso que formé parte de esa generación de Beatriz, de Diana, de Marina y de Estela. Que al gran Héctor Oesterheld lo leía en la cárcel de La Plata en las historietas que nos traían la madre de Alberto Elizalde, la de José Brontes y la mía, entre otras madres. Leíamos las historietas en el momento mismo en que a Héctor lo tenían en un campo de concentración y quizá no podía ni leer sus propias historietas. El domingo pasado, día del padre, fui con mi mujer y mi hija a poner una plantita en una plazoleta que lleva el nombre de mi madre, en la calle Cochabamba. Ese 17 de junio era su cumpleaños y un rato antes había recibido un correo de Taty Almeida, porque un 17 de junio secuestraron a Alejandro, su hijo mayor, y solemos mandarnos un abrazo en esa fecha. De la mano de mi mujer y mi hija caminé unos metros. Fuimos a ver las placitas hechas en homenaje a las madres de Alberto y de José. No es justo dejar de llorar a las víctimas. Pero es injusto no pelear día a día por un mundo mejor. Mi sentido homenaje a Héctor, a Beatriz, a Diana, a Marina, a Estela, a los dos Raúles, a Matilde, a Delia, a Ramona y en ellos a los 30 mil.
 
Fuente: Miradas al Sur

LA PATRIA REVIVIDA

Había sucedido un 22 de agosto, de madrugada. El silbido del viento y los fríos patagónicos no fueron los únicos testigos. Los cientos de balas desparramadas con precisión por los asesinos dejaban sobrevivientes. Una vez más, los fusilados que viven quedaban en la escena del crimen. Así lo había certificado Rodolfo Walsh en los asesinatos de los basurales de José León Suárez de junio del ’56.
 
Por Eduardo Anguita
 
Esta vez, en los calabozos de castigo de la Base Almirante Zar, entre el olor de la pólvora y la sangre recientemente rociada, al calor de los gritos de los caídos, Alberto Camps, María Antonia Berger y René Haidar lograban sobreponerse a la muerte y daban testimonio de cómo y quiénes querían ahogar al puñado de militantes que, una semana atrás, habían pactado entregarse en el Aeropuerto de Trelew después de haber recorrido 30 kilómetros desde la cárcel de máxima seguridad donde los tenía el dictador Alejandro Lanusse. Esos 19 militantes, cuya foto recorría los diarios del mundo, con los fusiles en el piso y la frente alta, habían dejado testimonio ante las cámaras de Canal 7 de Chubut, de lo que habían acordado con muchos testigos presentes: el juez federal de Rawson, Alejandro Godoy; los dirigentes radicales Mario Amaya –abogado de presos políticos– y Atilio Viglione –médico que constató el buen estado de salud de quienes se rendían sin disparar un tiro–. Además, había uno que daba su palabra de honor de que se les respetaría la vida y que serían trasladados, tal cual lo acordado, a la cárcel de la que un rato antes se habían fugado. Ese testigo era el capitán de la Armada Luis Sosa. Pero en esa noche fría del 15 de agosto, los planes de Lanusse eran otros. No había palabra que valiera. El colectivo con los presos partió con estos testigos y, al cabo de un rato, se detuvo. Los testigos fueron bajados y los detenidos no fueron a Rawson sino que recorrieron los casi cinco kilómetros que separan el aeropuerto de la Base Almirante Zar. En minutos, eran encerrados en los calabozos. Era el cadalso para ese puñado de jóvenes, hombres y mujeres que militaban en las tres organizaciones guerrilleras más fuertes y desafiantes que había conocido la historia de ese siglo. Eran cuadros de conducción. Y habían hecho algo juntos –unidos–, que no podía ser aceptado por la dictadura de los monopolios de Lanusse.
Este cronista decidió viajar a Trelew para revivir, 40 años después, aquel 22 de agosto que le había marcado su propia vida y la de miles y miles de jóvenes de aquel 1972. Así, los recuerdos dolorosos y heroicos se mezclaron con la certeza de que la Patria merece ser revivida en un nuevo escenario de Justicia. De modo que otro 22 de agosto, en la camioneta cedida por un compañero del lugar, el ojo del cronista recorrió los silencios y las distancias abismales de los cinco kilómetros que separan el viejo aeropuerto –convertido en espacio de memoria– y la Base Almirante Zar. También iban un camarógrafo y una productora del Canal 7 de Chubut. Más impresionante fue ese viaje para Raquel Camps, hija del sobreviviente Alberto Camps –vuelto a fusilar cuatro años después–; para Mariano Pujadas, sobrino del fusilado Mariano Pujadas; para Luis Lea Place, hermano de la fusilada Clarisa Lea Place, y para Silvia Camps, prima de Alberto Camps.
El permiso para ingresar había sido tramitado apenas unas horas antes y aceptado por el Ministerio de Defensa sin ninguna clase de restricciones respecto de recorrer las instalaciones, incluso aquel lugar convertido en vergüenza, crimen y, por décadas, impunidad.
¿Cómo nos recibiría el jefe naval a cargo de la zona y de la base? ¿Qué pasaría por las cabezas de los cientos de soldados y oficiales que están destinados a esa unidad? La presentación fue, al mismo tiempo, nerviosa y cordial. Con demasiadas advertencias de que los marinos no podían hablar sobre el fusilamiento y énfasis en que no saben nada de lo ocurrido. Claro está, y por suerte, hay un expediente tramitado en la Justicia Federal, una instrucción terminada y audiencias públicas tomadas por el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia y que tiene audiencias públicas en un cine de Rawson, en el José Hernández nada menos, como si el autor del Martín Fierro estuviera saludando la valentía de aquellos gauchos y la cobardía del capitán Sosa que había dado su palabra de honor de llevar los presos de nuevo a la cárcel para emprenderlos a ráfagas de metralleta una semana después.
Nos recibieron bien. Hablamos, sí, de otros temas. Por ejemplo, del papel de esa base en 1982, que sirvió a los aviadores de la Fuerza Aérea para sus incursiones temerarias contra los buques ingleses. Vértigo. Eso es lo que causa pensar que ese cuartel, además, fue mencionado por testigos en las audiencias del José Hernández como centro de detención clandestina durante la última dictadura. Pero tuvo, por unos meses, al Imperio Británico en la mira de los aviones. Sólo por unos meses. En agosto de 1988, cuenta Juan Arcuri, militante de la zona y ex subsecretario de Derechos Humanos de la provincia, se organizó el primer acto de homenaje a los fusilados posterior al golpe del ’76. Pese a que la democracia ya llevaba cinco años de vida, el jefe de la base llamó al entonces gobernador para preguntar “quién había autorizado el acto”. Faltaba agregar “se olvidaron de pedirme permiso”. Esa base, así, alejada de la urbe, rodeada de suelo árido, de pastos secos y demasiados silencios, fue también la sede desde donde se espió a la ministra Nilda Garré y a Néstor y a Cristina.
Nos llevaron al lugar de los hechos. No hubo que recorrer mucho. El cronista, un rato después, contó los pasos que separan los ocho escalones de la entrada del edificio principal y los calabozos. Son apenas 40 pasos. Nada. Hay tres puertas antes de lo que fueron los calabozos y ahora es un lugar con puertas de madera que pretenden maquillar el pasado de horror. Es decir, nadie tuvo la prudencia de pensar que fusilar a 19 personas desarmadas requiere, al menos, de un paraje alejado. No. La impunidad es una ley no escrita pero rotunda. No requiere enmascaramiento. Si no, no es impunidad. Recorrimos los 40 pasos y Pujadas dio su testimonio al lado del nombre de su tío, porque esas celdas tienen escritos, de modo rústico, los nombres de los fusilados en el lugar donde quedaron los cuerpos. Porque los peritos, pese al maquillaje, encontraron muchas cosas.
Ahí estaba Mariano, parado en el lugar de su tío, exactamente cuatro décadas después. Mariano tiene dos hijos y muchos agujeros en el alma. Nacía cuando mataban a su tío, que prometía a sus padres y hermanos tener un Marianito cuando saliera en libertad. Así que él se llamó Mariano. Los Pujadas vivían en Córdoba y cuando se cumplían tres años de la fuga, una patota militar y policial fue a consumar otra masacre. Fusilaron a todos los que encontraron en la casa, salvo a dos niños. Y los dinamitaron en un pozo. Tuvieron la precaución de tirar el busto del Mariano fusilado tres años antes. Un busto que había hecho Horacio Mallo, escultor y militante de Trelew que visitaba a Mariano bajo la figura de “apoderado”. Así debían presentarse los vecinos que daban aliento a los militantes confinados en la Patagonia. Al fin y al cabo, no había rincón de la Patria donde esos militantes no encontraran un guiño y un abrazo. El busto de Mariano explotó en 1975 y se fundió con las tripas de sus padres, hermanos y cuñados. Este Mariano tiene dos hijos. A la niña la llamó Paz. Y Mariano explica el nombre con la sonrisa gigante y con la historia que lo atraviesa.
Y Raquel, alta, como su padre. Que un rato antes había presentado en un acto el libro de poemas de su madre, Rosa María Pargas. Raquel quedó sola, con su añito de vida y con su hermano, el día que una patota militar entraba a la casa donde Alberto era fusilado nuevamente, una segunda vez en la que los criminales se cercioraron de que no reviviera. A Rosa María se la llevaron. Todo lo cuenta Raquel, ahí parada, frente a un cronista que le contaba días antes que había conocido a Alberto, su padre, en algún pabellón de Devoto, dos años después de que lo llenaran de balas en ese lugar donde ella, ahora, cuarenta años después, estaba parada, contando que ella también tiene dos hijos y quiere saber cómo eran sus padres.
Luis Lea Place es un militante curtido. Arrojado. Sin embargo, lo conmueve visiblemente recordar a su hermana Clarisa. Su hija menor se llama Clarisa y dice que la cuida. “Ya perdí una Clarisa, no quiero perder otra”, advierte. Luis está feliz de que su hija esté involucrada en la militancia, una pasión que él nunca perdió. Una pasión que atravesó a su familia no sólo en Trelew. A los Lea Place les volaron la casa de Tucumán. Allí moría su padre, mientras que a su tía la sacaban viva de milagro, de entre los escombros. Luis insiste mucho en la importancia de la participación juvenil, en que es imprescindible abrir los espacios a los miles de pibes y pibas que se asomaron a la política. Es difícil sustraerse de la grotesca campaña de los medios grotescos que ya no aterroriza con los pibes chorros sino con los pibes politizados.
Terminadas las entrevistas, este cronista quiso dejar registrados los pasos que separan la entrada a la Base y tomó como punto de partida un sugestivo cartel que dice “Identifíquese”, unos metros antes de la barrera de entrada. ¡Qué bueno sería que nos pudiéramos identificar! El primer pensamiento que asaltó a este viejo militante es: “En esos trámites estamos. Recorriendo el cuartel y la historia para tratar de saber más sobre nuestras raíces”. Cuarenta años y cuarenta pasos. Los primeros separan este momento reparatorio de un crimen vergonzoso. Los cuarenta pasos dan cuenta de la impunidad de aquellos tiempos. Todo está demasiado cerca. Aquel dolor, aquellos ejemplos. Y todo está abierto: la herida y el proceso penal que puso en el banquillo a los criminales.
 
El almuerzo y después. Por una culpa involuntaria de este cronista, los entrevistados llegaron tarde a un encuentro que esperó años. Así lo supo, horas después, de boca de Hilda Toschi, la viuda de uno de los fusilados, Humberto Toschi. Fue un almuerzo de familia. Allí estuvieron, entre tantos otros, Marcela Santucho, hija de Mario Roberto y de la fusilada Ana María Villarreal. Y Hernán Bonet, hijo de Pedro. También Julio Ulla, hermano del fusilado Alejandro. Ellos y muchos otros tienen, por primera vez, una esperanza cierta en la Justicia. Porque en 2005, en los tribunales de la Capital, los familiares de la fusilada María Angélica Sabelli, patrocinados por dos grandes del Derecho como David Baigún y Alberto Pedroncini, iniciaron una causa. Como los hechos fueron en Trelew, el trámite cayó en el Juzgado Federal de Rawson, donde se sumó Eduardo Luis Duhalde. El gran Duhalde abría espacios desde la Secretaría de Derechos Humanos y se constituyó como querellante, con la presencia del joven abogado Germán Kexel. Los familiares buscaron respaldo en distintos ámbitos, especialmente en el Centro de Estudios Legales y Sociales. Así fue que el también joven abogado Eduardo Hualpa, que estudió en Buenos Aires pero vive en Trelew, se sumó a la querella. La etapa de instrucción la llevó a cabo el juez Hugo Sastre, que trabajó a destajo. Luego empezó la etapa de los testigos, a cargo del Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia. Están en marcha las audiencias y todo indica que el fallo debería conocerse a principios de octubre. Hay cuatro imputados que no podrán sortear las más duras condenas. Son, en primer lugar, el mencionado capitán Sosa más otros tres marinos identificados como autores materiales, Emilio Del Real, Rubén Paccagnini y Carlos Morandino. Otro está acusado de encubrimiento, Jorge Bautista, que al día siguiente de los fusilamientos firmó un informe que trataba de sostener la mentira oficial del intento de fuga.
Hay un prófugo: el entonces teniente Roberto Guillermo Bravo, a quien los sobrevivientes señalaban como especialmente cruel. De un modo muy curioso, el abogado Hualpa, hace unos pocos años, tuvo conocimiento de dónde está Bravo. Recibió un correo electrónico de un remitente desconocido en el que se revelaba a Bravo como un próspero empresario proveedor de insumos de salud –nada menos– del Pentágono norteamericano. El correo le advertía a Hualpa dos cosas interesantes: una, que su casilla era espiada (no decía si por el mismo que se lo contaba), y, dos, que este Bravo había dejado de lado a algunos socios en sus negocios (tampoco aclaraba si se trataba de quien denunciaba a Bravo). El hecho es que la Justicia pudo determinar que era cierto. La empresa RGB –las iniciales del asesino– factura muchos dólares como proveedora del aparato de seguridad norteamericano. Algunas de las ganancias, Bravo las destinó a fondos para campañas de legisladores republicanos del Estado de La Florida. Quizá por sus buenos vínculos, cuando llegó el pedido de extradición, un juez de La Florida consideró que no cabe la extradición porque quienes culpan a este ahora american citizen son los mismos guerrilleros a los que Bravo combatió. Es decir: no ha lugar.
Entre las miserias de quienes 40 años atrás fusilaban, hay un llamativo llamado a que presten testimonio Julio Urien y otros tres oficiales de la Armada a los que Néstor Kirchner devolvió su condición de oficiales y ascendió. Eran quienes pocos meses después de los fusilamientos encabezaron una sublevación en la Escuela de Mecánica de la Armada. Fue el 17 de noviembre de 1972, para acompañar la primera llegada de Juan Perón a la Argentina. Estos oficiales fueron beneficiados por la amnistía de mayo de 1973 y luchaban por el fin de la dictadura y los crímenes de Estado. Los defensores de Sosa quieren mezclar todo. Suponen que alguien podría encuadrarlos en aquella amnistía. O, tal vez, simplemente tengan miedo de la condena y recurren a argumentos confusos. Lo cierto es que Urien y los otros oficiales estarán en el cine José Hernández en unas semanas para dar su testimonio. Hace muchos años, Urien contó a este cronista algunas cosas reveladoras de cómo se ponían en práctica métodos paramilitares dentro de la Armada mucho antes del golpe del ’76. De manera concreta, inmediatamente después de los fusilamientos, muchos jóvenes oficiales eran sacados de civil y con armamento extraoficial para hacer misiones de custodia, reconocimiento y de otro tipo.
Una testigo que estará mañana lunes prestando declaración será Mariana Arruti, directora de la película Trelew. La fuga que fue masacre, que recoge testimonios fuertísimos, por ejemplo, de Miguel Marileo, el empleado de la funeraria de Trelew que llevó los féretros y vio la escalofriante escena del crimen. Los marinos tomaron el recaudo de dejar a Marileo un día entero en la base y advertirle, antes de dejarlo salir, que tuviera cuidado porque “tenía hijos chicos”. Quien no podrá testimoniar es el otro director de cine que aportó la primera película: Raymundo Gleyzer, director de Trelew. Ni olvido ni perdón. Gleyzer, en 1976, fue secuestrado y está desaparecido. Sin embargo, ese reclamo de ni olvido ni perdón está vigente. Quiera esta Patria Revivida que se cumpla ese reclamo.
 
Fuente: Miradas al Sur

"OESTERHELD FUE EL QUE TRAJO EL HUMANISMO A LA HISTORIETA"

Rep, el creador de Gaspar, el revolú, lo conoció cuando sólo tenía quince años y hacía sus primeros trabajos como diagramador en la editorial Récord. Las preguntas y las enseñanzas de un grande.
 
Por Eduardo Anguita         
         
Miguel Rep conoció a Elsa Sánchez en los años ’80. “Era una mujer absolutamente dura porque era la única manera de poder mantener esa lucha. Cuatro hijas, el viejo Oesterheld, nietos, un calvario insoportable”, dice. Y, fugazmente, caminó la misma editorial que Héctor Germán en los ’70. Hoy, mientras afirma que “conforme pasó el tiempo y las cosas mejoraron en la Justicia, ella fue sonriendo”, retoma las palabras de Elsa sobre esa alegría que le devolvió Cristina: “Se ganó una batalla cultural primero y después vino lo demás. Hace rato que se está reivindicando la obra de Héctor y también la lucha de Elsa”.

–¿Cómo lo conociste a Oesterheld? Habla de un inicio tuyo desde muy pequeño en el mundo de la historieta.
–Yo trabajé desde los 13, 14 años en una editorial que se llamaba Récord, que fue la última que lo editó a Oesterheld hasta abril del ’77. Yo era una especie de cadete, asistente de dirección de arte. Ahí aprendí a diagramar. Nunca publiqué un solo dibujo en Récord porque era una revista de historietas realista, y yo siempre tuve la tendencia al grotesco. Es decir, yo publicaba paralelamente en otras revistas, pero dibujos humorísticos: Cuarta Dimensión, Hortensia, Humor Registrado. La cuestión es que el viejo Oesterheld laburaba en la parte de atrás de la editorial, Carlos Pellegrini 755, y tenía todo el cuarto piso. Yo laburaba adelante, más cerca de dirección. Era una editorial que si bien publicaba todas las historietas que producía en la Argentina, en realidad, lo que hacía era exportar a Italia.

–Hay una gran relación entre Argentina e Italia en la historieta, ¿no?
–Sí, sobre todo por algunos hitos, tipo Pratt, que vino en la posguerra, y acá hizo El Sargento Kirk

–Sargento Kirk: un personaje de Oesterheld.
–Sí, lo hizo Pratt cuando ya estaba maduro para dibujar bien. Oesterheld trabajó con Pratt, con Breccia, con Solano López. Publicó en Hora Cero y Frontera que es donde apareció El Eternauta y toda la pléyade de sus maravillosas creaciones. La segunda etapa maravillosa de Oesterheld es en Récord. Si bien Récord republica todo lo de los años ’50 y ’60 de Oesterheld, también le da para producir cosas nuevas.

–En el plano político, estamos hablando de un Héctor Oesterheld que iba a Carlos Pellegrini 755, un lugar legal, sabiendo que ya tenía a alguna de sus hijas muerta o desaparecida.
–Yo era muy chico y no entendía nada. El Viejo estaba medio estigmatizado como tipo difícil. Se peleó con muchos dibujantes. Para mí era el gran guionista, alguien de quien yo quería aprender haciéndole preguntas. Me causaba mucha curiosidad que entre su escritorio y la cocinita donde iba a buscar café, dejaba un reguero de barro seco. Yo me preguntaba qué sería. Y un día dejó de venir. Con el tiempo pensé que ese hombre estaba huyendo. Usaba gorra, cosa que no se usaba en ese tiempo, se dejaba la barba. Son cosas que yo fui recomponiendo con el tiempo. En ese momento, yo no le hice ningún tipo de pregunta porque no sabía qué era democracia y qué era dictadura. Tenía 15 años, en mi casa no había libros, no se compraba el diario, no había radio, entonces no tenía ningún tipo de aviso político, de nada. Después sí me politicé en el período de Humor Registrado y desde ese momento pude recuperar esa relación con Oesterheld, es la memoria que acomoda las cosas. Nadie me respondió porque dejó de venir. No es que se fue a laburar a otra editorial o se fue del país. Dejó de venir.

–Así era la historia de los desaparecidos en la Argentina. No se preguntaba. Uno dice que era cascarrabias y encierra allí muchas cosas de los códigos de entendimiento de esa época. Te quería preguntar, ¿cómo podía desarrollarse la historieta en un momento tan opresivo, eran mundos que se entrelazaban o la historieta pudo seguir en un mundo de fantasía respecto a la realidad política que vivía la Argentina?
–Te tengo que contestar casi como ensayista. En ese momento, hacía carrera como diagramador y estaba con maestros de la historieta realista y seria, de la historieta que se llamaba de aventuras. Acá se generaba para Europa por lo que estábamos viendo grandes dibujantes. Y excelentes guionistas, como lo era Oesterheld. Él trajo el humanismo a la historieta. Antes de Oesterheld, la historieta eran los alemanes malos, los aliados buenos, los japoneses malos. Él hizo un cambio. Leyó mucho literatura no maniquea y trajo eso. Y encima lo hizo con dibujantes que empataban con él, porque Pratt veía a la guerra como una gran desgracia donde hay ganadores y perdedores. Incluso Oesterheld, desde El Eternauta, tiene una gran simpatía por el perdedor.

El Eternauta, en un momento, se convierte en el Nestornauta. ¿Fue un pasaje natural o al principio te chocó?
–Cuando apareció, pensé que era un buen chiste, porque no sabía que iba a tomar tanta importancia y llegar a ser un ícono de Kirchner. Cuando fui el año pasado a Río Gallegos, a una feria del libro, me acerqué a un local de La Cámpora, la inicial, la originaria. Tuve una charla buenísima con la muchachada. Les dije que no creía que Néstor fuera El Eternauta porque nunca la trabajó de héroe. Fue siempre un personaje muy simpático, hasta grotesco diría. De hecho, le decían Lupin por la historieta de Guerrero, un aviador al que se parecía mucho.

–Pensé que le decían así por los lobos.
–No, le decían Lupin porque era muy parecido al aviador que creó Guerrero, un asistente de Divito. Lo veo como un personaje simpático y grotesco, más que por esa cosa solemne que tiene El Eternauta. Habría que ver qué le pasaba a él con El Eternauta. Es una cosa finita como para poner un escollo.

–Pero por otra parte, veo agradable que a un tipo como Néstor se lo pueda vincular con un tipo con un voluntarismo extremo como Oesterheld, a través de su personaje El Eternauta, no está mal, ¿no?
–Sí, claro. Eso está presente en mucha literatura. Es un personaje extraordinario en vida de gente ordinaria. Lo que pasó con El Eternauta fue terrorífico: una invasión extraterrestre como metáfora del imperialismo, pero no es exactamente lo que pasó en 2003. Mucho del ángel de Néstor se debió a su simpatía. El 25 de mayo de 2003, estaba jodiendo con la multitud cuando dos meses atrás la sociedad linchaba a cualquier político. Esa simpatía pertenece más al gremio de la historieta humorista que a la realista. Creo que El Eternauta es más Rodolfo Walsh.
 
Fuente: Miradas al Sur.

REVOLUCIONARIOS

El 9 de octubre se recuerda el asesinato del Che Guevara. El 12, se conmemora la muerte de Juan José Castelli. Coincidencias, divergencias y estilos de vida política de dos argentinos paradigmáticos.
       
Por Miguel Russo     
   
Juan José Castelli murió de cáncer de lengua mientras esperaba ser enjuiciado por parte del Triunvirato luego de su derrota militar en la batalla de Guaqui. Fue el 12 de octubre de 1812. Ernesto Guevara fue asesinado en La Higuera, luego de haber sido detenido por las fuerzas militares conjuntas estadounidenses y bolivianas. Fue el 9 de octubre de 1967. Uno y otro fueron dos enormes luchadores argentinos, con una fuerte impronta latinoamericana en su forma de hacer política. A ambos les cabe la pregunta final de La revolución es un sueño eterno, la novela del escritor Andrés Rivera: “Entre tantas preguntas sin responder, una será respondida: ¿qué revolución compensará las penas de los hombres?”.
Pacho O'Donnell (escritor, historiador, psicoanalista, presidente del Instituto Dorrego) analiza las realidades de 1812 y 1967 y el clima social que los tuvo como protagonistas indiscutidos de los cambios por los que lucharon.

–¿Qué dos Argentinas, que dos Latinoaméricas había en uno y otro momento de aquellas historias de Castelli y de Guevara?
–Siempre me han resultado difíciles las traslaciones. Por ejemplo, el Che es solamente explicable por la Guerra Fría. Castelli también tiene su condicionante de la época. Por ejemplo, el hecho de que él haya conducido un ejército es simplemente porque Saavedra era un vendedor de vajillas. Castelli no tenía nada de militar, no había ningún militar del lado patriota. Tanto Castelli como Guevara están enancados sobre el dilema inevitable de toda la historia argentina y también de la historia planetaria, que es el conflicto de los intereses de las mayorías populares y los intereses de las minorías dominantes.

–Así como el Che estaba condicionado por la Guerra Fría, ¿Castelli podría ser un reflejo de la Revolución Francesa?
–Yo creo que se abusa demasiado de la explicación, de la influencia de la Revolución Francesa en Mayo, y se dejan de lado otras influencias. Por empezar con la influencia intelectual, fueron muy importantes los tomistas hispánicos, los jesuitas que realmente influyeron mucho, digamos, que fueron los generadores de aquello que defiende justamente Castelli: la idea de que la soberanía es del pueblo y que el pueblo se la da al rey. Y cuando el rey no está por incapaz, por preso o por muerto, la soberanía retrocede, retrograda al pueblo. Siempre que explicamos Mayo dejamos de lado la participación de los sectores populares. Mayo no se puede explicar si uno no tiene en cuenta ese grupo de choque que fueron los Infernales de French y Beruti, o la participación de los Patricios, que eran la chusma en armas después de la primera invasión inglesa. Además, en los antecedentes de Mayo de la historia extranjerizante, elitista, que invita a participar solamente a los “grandes hombres”, se deja de lado la extraordinaria influencia que seguramente han tenido las rebeliones indígenas. Tenemos una historia de rebeliones muy fuertes antes de Mayo y contra la colonización que son desde Túpac Amaru hasta Túpac Catari, pasando por las rebeliones calchaquíes, cientos de miles de indios movilizados. Inclusive la insurrección del 25 de mayo de 1809. Potosí, Chuquisaca: fue una rebelión, digamos, acaudillada por criollos pero básicamente de bases indígenas, de pueblos originarios. Entonces, diría que Castelli, que era un tipo que tuvo formación universitaria, estaba muy imbuido de aquello que le da la tierra, porque él está en el Alto Perú, apoyado por los altoperuanos. Lo que sí puede enunciarse como influencia francesa fueron sus errores.

–¿Por ejemplo?
–Uno, evidente: él diagnostica, y lo hace correctamente, que la Iglesia Católica ha sido una socia absolutamente indispensable de la colonización hispánica, la encargada de dar su ideología, su razón de ser, su caparazón. Entonces, él, como anticlerical extraordinario de nuestra historia lleva adelante, al mismo tiempo que una acción militar, una acción descatolizadora en la sociedad. Pero eso, llevó a obrar con ciertos impulsos poco políticos, diríamos, a tomar actitudes francamente heréticas. Y Goyeneche, que era un tipo inteligente, transforma la guerra de nuestra independencia en una guerra religiosa. Recordemos que Goyeneche era americano, por eso nunca digo “los españoles”. No había españoles, los defensores del rey eran todos americanos. Goyeneche era peruano, combatió con Pío Tristán, con Belgrano. Prácticamente, la guerra de la Independencia fue una guerra civil. Y religiosa, claro. Tal es así, que cuando Goyeneche logra que Castelli se retire de Potosí, antes de ir a ocupar la Casa de Gobierno la hace exorcizar.

–¿Por eso las acusaciones a Castelli en el juicio durante el cual muere son básicamente contra su impronta antieclesiástica?
–Claro. Es tan herética la acción, cobra una dimensión tan herética, que hasta explica el hipercatolicismo posterior de Belgrano. Belgrano tiene que convencer a los altoperuanos que no es un hereje endemoniado. Se la pasaba en misa, rezando, porque tenía que ir limpiando la imagen que había dejado Castelli. Una vez le preguntaron a Belgrano si era porteño, y él respondió “no, yo soy cristiano”.

–Más allá de no adscribir a la interpolación entre personajes distanciados en el tiempo, usted mencionaba el apoyo popular bajo la Revolución de Mayo. En contrapartida, hubo un escaso apoyo popular hacia el Che en Bolivia.
–La campaña del Che en Bolivia es un error que está condicionado por muchas razones. Él tiene que irse de Cuba. No quiere quedarse. Vuelve a Cuba desde Praga.

–Después del enfrentamiento con el Partido Comunista de la Unión Soviética.
–Exacto. Y no quiere volver. Y lo convencen que vuelva para preparar lo que él ha pensado como una expedición hacia la Argentina. Acepta ir totalmente clandestino, disfrazado. Tal es así que se encuentra con sus hijos y ellos no lo reconocen. Quiere irse, no quiere quedarse en Cuba. Siente que Fidel lo ha traicionado. Será peor cuando Fidel lee aquella carta famosa que él había dejado para leerla solamente en caso de morir. Fidel transgrede la instrucción del Che porque sabe que el Che está vivo, pero lo hace para desmentir un cable de la agencia alemana que señalaba la muerte de Guevara como similar a la de Camilo Cienfuegos. Él sale a leer esa carta para demostrar que el Che está vivo, pero el Che lo vive como una gran traición. Había perdido la interna política. Cuba, de alguna manera inevitablemente, había optado por la dependencia a Moscú. Él tenía que irse a algún lado. Y la expedición a Bolivia aparece además como alternativa de último momento. Una elección equivocada del lugar. Inclusive contra los principios de su manual del guerrillero, porque llega a un lugar inhóspito, sin gente, sin animales, con una selva demasiado tupida. Es casi una contradicción a sus propios principios.

–Con sindicatos fuertes y movilizados como los mineros que no estaban ahí por donde ellos entran a Bolivia.
–Claro. Inclusive los mineros intentan entrar en contacto con él pero es imposible. No tienen forma de comunicarse. El aparato de radio a válvula que llevaban se rompió a los pocos días. Y, lo peor de todo: el mecanismo de atracción de los campesinos durante la experiencia en Cuba había sido diciéndoles que ellos iban a ser dueños de las tierras. El lugar que elige el Che es un lugar donde los campesinos son dueños de sus tierras, otorgadas por la revolución de Paz Estenssoro. Tal es así que la campaña de la CIA y del gobierno boliviano está basada en que los guerrilleros quieren sacarles la tierra. Más allá de que informan que hay paraguayos en esa invasión, haciendo foco en el recuerdo triste de la guerra boliviano paraguaya. Todo había sido muy desafortunado, con muy pocas chances de éxito.

–¿Son inevitables ambas muertes? Más allá del cáncer de Castelli, parecen muy pocas sus probabilidades de seguir vivo en las condiciones de enjuiciamiento en que estaba en 1812.
–Tendríamos que decir: Artigas desterrado, Dorrego asesinado –no fusilado sino asesinado–, San Martín exiliado, Pancho Ramírez asesinado. ¡Qué podemos decir! Es el destino de los que se identifican con los intereses populares. Lamentablemente es así, los intereses de las grandes mayorías, en ciertos momentos, logran algún intérprete como para conseguir la fuerza necesaria para hacer valer aquello que desean, que merecen. Pero generalmente en nuestra historia se han impuesto los sectores más oligárquicos, más reaccionarios, más conservadores, asociados con los poderes extranjeros, ya sean imperios o grandes holdings financieros, económicos, periodísticos. Los dos estaban marcados por una altísima probabilidad de infortunio. En el caso del Che, es notable. Yo he entrevistado a muchísima gente, entre ellos, Benigno, extraordinario personaje exiliado en París por su pelea con Fidel. Él dice que el Che tenía clara idea de que ésa era su última batalla, que ya no había más. Inclusive en lo personal, las actitudes eran muy distintas con las que ha tenido en Cuba y en el Congo. Hay una cosa extraordinaria en la última entrada de su diario, 7 de octubre de 1967, cuando él sabía que estaba todo terminado. Días antes, uno de sus colaboradores, dice que estaban tan cercados que no podían abrir una lata de sardinas porque los iban a escuchar. Ya no eran los soldaditos bolivianos de los que habla al principio de su diario. Allí estaban los Rangers. El 7 de octubre, el Che escribe: “Se cumplieron los once meses de nuestra inauguración guerrillera sin complicaciones, bucólicamente”, mientras otros combatientes escribieron en sus libretas cosas como “los soldados pasan frente a nosotros y escuchamos su conversación en este mismo momento. Estamos rodeados por todas partes”. Ellos están escuchando la conversación. Y Guevara escribe “sin complicaciones, bucólicamente”.

–¿Por qué, teniendo los dos cierto apoyo popular, no hubo una manifestación de inmediato, ni con Castelli para sacarlo de las garras del Triunvirato ni con el Che?
–En Castelli, por la complejidad porteña de ese momento. Castelli venía muy metido en la interna del morenismo contra el saavedrismo, cuando llegan el 6 y 7 de abril y se frena el golpe morenista. Saavedra es el gran protagonista de aquel 17 de octubre en 1811. Saavedra era el verdadero líder popular y Castelli se había identificado con el golpe. Los sectores populares estaban con Saavedra. En el caso del Che es muy interesante. Yo he hablado con mucha gente… Y alguno de ellos ha dicho: “¿Por qué no comunicamos que el Che estaba en Bolivia?”. Esa fue nuestra gran equivocación. Hubiera habido una movilización, hubieran venido los bolivianos de los partidos de izquierda. Porque el Che no tenía ninguna forma de comunicarse.

–Si lo hubieran comunicado, ¿no lo hubieran matado?
–Es posible que no, hubiese sido interesante. Muchos pensaban que si decían que el Cheestaba en Bolivia, los Estados Unidos hubieran intervenido. Pero no comprenden que los Estados Unidos ya habían intervenido porque el Ejército ya lo sabía. Y dicen: “Nosotros fuimos tan idiotas que no nos dimos cuenta que el ejército ya lo sabía. Porque ya se los había dicho Régis Debray”. Lo fueron cazando como a una fiera: cercándolo poco a poco, como un proceso de demolición. Y en ese sentido es interesante qué paso con Debray. Qué le pasó al Che con Debray. Yo una de las cosas que replanteé en este libro –algo que ya estaba en el anterior libro– es la argentinidad del Che. Estoy harto de que la gente del mundo se crea que es cubano. Porque lo hemos regalado. Ya es hora de que lo reivindiquemos como propio. El Che era argentino. Y es muy argentina su relación con Régis Debray: una admiración desmedida por la intelectualidad francesa. Y eso le hace cometer sus dos mayores errores. Por empezar, el de incorporarlo a su columna: cuando Debray venía de París, ahí en la selva boliviana el tipo no soportaba los mosquitos, no soportaba el calor, el miedo, al tercer día ya jodía de que quería irse, que quería salir para comunicar al mundo. Y el Che comete un segundo gran error: lo hace salir. Y allí Debray cae preso. Otro error: le dice a la retaguardia que lo esperen, que le da la salida a Debray y vuelve. En el momento que fue, entró una columna del ejército y la retaguardia tuvo que volverse. A partir de ahí no se encontraron nunca más. Como no tenían ningún walkie talkie, la columna del Che, que ya era realmente débil, queda partida en dos. Es muy interesante cómo el Che se deja llevar por esa cosa argentina del intelectual francés.
–Algo que también le pasa a Castelli con el jacobinismo francés. Siguiendo su línea de pensamiento podríamos decir que lo que los une el error ante lo intelectual francés.
–Es un detalle interesante, por cierto.

–¿Quién puede haber sido el Régis Debray de Castelli?
–Castelli cae por su derrota militar de Guaqui… Pero sería muy interesante averiguar quién denuncia sus supuestas prácticas heréticas. Pero no, esa información no está. Había una interna, sí. Una cosa fascinante es que la batalla de Guaqui se decide por la interna política en Buenos Aires. Hay jefes que no se mueven, que permanecen al frente de sus tropas estáticos porque son saavedristas. Castelli había dicho que, luego de derrotar a los españoles, bajaba hasta Buenos Aires para meterle una patada en el culo a Saavedra y a todos aquellos que lo acusaban de estar en combinación con la portuguesa Infanta Carlota. Entonces, todo eso generaba un enfrentamiento que se decide en la batalla. Así que, sí, Castelli tenía enemigos políticos. Muchos.

–¿Pueden estar en pie de igualdad Castelli y el Che en la historia de la región?
–No estoy muy de acuerdo en la similitud entre Castelli y el Che. Los dos eligieron, a pesar de sus orígenes bastante burgueses y demás, la identificación clara con las penurias de los humildes. Un personaje que tiene que ver mucho con el Che es Monteagudo. Monteagudo era un teórico de la Revolución, él tenía muy claro todo, tenía el fuego revolucionario, si tenía que estar con Alvear o con Bolívar o con San Martín, lo hacía, tenía una capacidad de seducción magistral. Además, poseía una visión americanista extraordinaria, el congreso en Panamá… Creo que el Che tiene algo de Castelli y algo bastante de Monteagudo. El Che era un teórico, un doctrinario. Una persona muy próxima al Che, casi como un hermano suyo, me lo confesó: “El Che es muy resaltado en Cuba como guerrillero, porque no quieren recordarlo como teórico”.

–Sin embargo, su andamiaje teórico puede verse en sus libros…
–Exacto. Allí hay críticas al pseudomarxismo del sistema bolchevique, y preanuncia, con una claridad diáfana, la caída del mundo comunista si Moscú seguía en la dirección que llevaban. O sea, que él ha sido un crítico; el Che muere perseguido tanto por la CIA como por la KGB. Están molestos con él tanto Estados Unidos como la Unión Soviética. Los yanquis, porque Guevara rompía el acuerdo de la Guerra Fría, de la paz concertada entre las dos potencias. Los rusos, porque el Che rompía el proyecto de exclusividad marxista en Latinoamérica.
 
Fuente: Miradas al Sur

LA LUCHA CONTRA EL OLVIDO

Por Soledad Lofredo         
 
Científicos argentinos avanzan en la investigación sobre el mal de Chagas, una endemia que afecta a tres millones de personas y que junto a la parasitosis y la malaria, integra el grupo de enfermedades llamadas huérfanas.
      
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) arrojó, hace pocas semanas, un dato que atemoriza: el 20% de la población de América latina está expuesta a padecer alguna de las afecciones llamadas “olvidadas”: las parasitosis, el mal de Chagas, la leishmaniasis y la malaria son las principales enfermedades –también conocidas como huérfanas– con mayor presencia en la región.
Según el informe, 127 millones de personas están en riesgo de contraer el Chagas, la malaria o la leishmaniasis. Además, la OPS estima que 26 millones de niños en edad escolar están expuestos a diversas parasitosis transmitidas por el suelo, que podrían evitarse con una eficiente campaña de prevención basada en la distribución de medicamentos.
Hoy, sólo en Argentina, casi tres millones de personas padecen Chagas, la que más preocupa. “Hubo una época en la que tuvo mucha atención, por la cantidad de millones de personas que estaban infectadas y en riesgo. Pero luego hubo una desatención de la enfermedad, que se fue haciendo cada vez más notoria y se fue perdiendo el concepto social, el colectivo, el compromiso con la idea de la prevención”, cuenta Carolina Carrillo, investigadora del Conicet y especialista en Chagas. “Sin embargo, tengo la sensación de que en estos últimos años, a partir de que cumplió 100 años de ser descubierta la enfermedad, empezó a generar un interés, una mirada más para tratar de recuperar la preocupación por estas enfermedades huérfanas; además, esto de decir que hay enfermedades olvidadas, de ponerles un nombre, quiere decir que ya se empezó a prestar atención, que está operando un cambio”, dice Carrillo.
La Enfermedad de Chagas Maza (EC), causada por el parásito Trypanosoma Cruzi, es una de las patologías menos atendidas a nivel mundial pese a ser la mayor causa de miocarditis infecciosa. Médicos e investigadores sostienen que los tratamientos empleados hasta la actualidad presentan resultados variables (según la fase de la enfermedad, dosis, duración del tratamiento, edad del paciente, lugar de residencia) y hasta efectos secundarios no deseados.
“Las drogas que actualmente están validadas para combatir el Chagas son el benznidazol y el nifurtimox, que históricamente son medicamentos relativamente efectivos para los casos agudos –cuando la enfermedad es diagnosticada a tiempo–, pero son poco eficientes para los casos crónicos”, cuenta la investigadora. “Hoy por hoy es lo que hay, no es lo mejor, porque si el Chagas se diagnosticara en casos agudos y en niños recién nacidos, sería más eficiente”. Sin embargo, otro de los mayores problemas de la principal endemia de nuestro país es que no discrimina, porque tiene que ver la distribución poblacional, no con la edad ni con el sexo.
Y a medida que avanzan las investigaciones, algunos mitos van siendo eliminados. “El problema no es sólo la vinchuca, aunque años atrás fue la vía de transmisión más directa, sino que ahora cobra más importancia la transmisión vertical –de madre a hijo– y la transmisión por transfusión sanguínea”, dice la investigadora. “Hubo un boom de Chagas en Estados Unidos, en Europa, Asia y hasta en Oceanía. Y eso muestra que la enfermedad ya no está asociada a una cuestión socioeconómica, sino a una falta de conocimiento y cultura. Y se ha esparcido por las grandes migraciones; así que no solamente dejó de ser rural, sino que ahora es urbana. Por todo esto está marcando un nuevo foco en la sociedad”, afirma, y reconoce que aunque la cantidad de investigadores que se especializan en Chagas sigue siendo pequeña, es “enorme el esfuerzo que está haciendo Argentina para volver a producir el benznidazol”, que había estado discontinuado.
 
El trabajo conjunto de lo público y lo privado. Desde marzo, un plan nacional de salud beneficia a un millón y medio de argentinos que está recibiendo gratuitamente el fármaco, dentro de los cuales hay unos 300 mil que sufren cardiopatías de origen chagásico.
A mediados del año pasado, el laboratorio Sanofi firmó un acuerdo con el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) para realizar un desarrollo conjunto que podría resultar en una nueva molécula contra el Chagas.
Desde ese momento, el laboratorio puso a disposición del equipo de científicos argentinos más de 300 moléculas para ser testeadas en el modelo experimental y así poder comenzar con desarrollos clínicos. Además, lanzaron en conjunto la convocatoria para la presentación de proyectos de innovación tecnológica e investigación aplicada sobre Enfermedades Olvidadas, Huérfanas o Desatendidas, que apoyará con 800 mil pesos, y su elección “dependerá de la parte del desarrollo en el que esté; queremos favorecer el proyecto que esté más cerca de llegar a la sociedad”, asegura Cristian Von Schulz, director médico del laboratorio Sanofi. “Esta búsqueda depende de una cuestión que está en agenda de salud pública y también de las farmacéuticas para encontrar una solución en donde no la hay. Comenzamos un plan de desarrollo para combatir la enfermedad de Chagas, pero también lo tenemos en tuberculosis, malaria, dengue, enfermedades que afectan a países en desarrollo. Y la base científica la estamos buscando entre los investigadores argentinos”, cuenta Von Schulz. “Suele pasar muchas veces que hay una desconexión entre el mundo de la ciencia básica y el mundo de las corporaciones, por eso lo que nosotros tratamos de hacer es acercar esas dos bases. Justamente, porque hay cosas que suelen quedar en una publicación y las soluciones recién llegan en 10 años”, dice. “Aunque es claro que en los últimos años esto se pudo revertir”.
 
Convocatoria. Al llamado podrán postularse hasta el 12 de octubre consorcios de grupos de investigadores de Conicet y de otras instituciones asociadas dentro de las áreas de ciencias biológicas, médicas, clínicas, químicas, farmacéuticas y tecnológicas que aporten su conocimiento a enfermedades como Chagas, malaria, dengue, leishmaniasis, tuberculosis y fiebre hemorrágica argentina.
 
Fuente: Miradas al Sur

sábado, 30 de marzo de 2013

"ES UN PASTOR QUE SIEMPRE ACOMPAÑO A LOS POBRES"

Lo dijo José María Di Paola, conocido como "el padre Pepe", quien compartió con Jorge Bergoglio mucho tiempo mientras trabajan juntos en barrios carenciados de la Ciudad de Buenos Aires. Lo definió como "su amigo" y "padre espiritual".
Por María Belén Etchenique
 
"Ver que la persona con quien trabajabas, compartías mate y anécdotas cotidianamente sale al balcón, vestido de blanco, para saludar al mundo como el nuevo Papa... ¡La pucha!, es una sensación diferente", dijo José María Di Paola, más conocido como el padre Pepe, a sanmartin.clarin.com, pocas horas después de que se conoció la noticia de que Jorge Bergoglio había sido elegido para ser el nuevo conductor de los destinos de la Iglesia Católica.
Apenas seis minutos habían pasado de la tres de la tarde. Las campanas de la Basílica de San Pedro y una fumata blanca anunciaron al mundo que había un líder nuevo. Di Paola le pidió a un amigo de la villa 21-24 de Barracas, donde trabajó durante 13 años, que le avisara con un mensaje de texto el nombre del elegido. Peró él siguió con sus tareas y su amigo nunca llegó a darle la noticia.
Una hora más tarde, se pronunció el "Habemus Papam" y la identidad de Su Santidad se difundió. Jorge Mario Bergoglio, ahora el Sumo Pontífice, salió al balcón. Di Paola, que estaba trabajando en un grupo de apoyo escolar en la villa La Cárcova de José León Suárez –donde reside desde hace menos de un mes- prendió su celular y encontró 150 avisos, entre llamadas y mensajes de texto. "Se comunicaron periodistas y muchos vecinos de la villa 21. La gente de Barracas se emocionó hasta las lágrimas. No podían creer que el hombre que los acompañó en las procesiones o bautizó a sus hijos ahora era Papa", comentó Di Paola.
La experiencia de trabajo que compartieron Di Paola y Bergoglio en uno de los lugares más necesitados de la Ciudad llevó al primero a decir, sin un dejo de inseguridad, que Bergoglio "es un pastor que siempre acompañó a los pobres".
Para el cura villero, como él se define por su labor en asentamientos de Capital y el Gran Buenos Aires, el nuevo Papa no sólo es su referente máximo sino su "amigo" y su "padre espiritual". El primer Papa jesuita es la persona que lo guió y con quien mantuvo charlas extensas –siempre con mate mediante- sobre su elección de trasladar la misión de Dios a los lugares más pobres.
"Estuvo desde mi primer día en la villa 21, en 1997, cuando me nombró párroco y en la misa final, a fines de 2010, cuando me fui a Santiago del Estero", contó. Bergoglio, en ese momento arzobispo de Buenos Aires, presidió una ceremonia de despedida en honor a Di Paola, quien debió abandonar su misión y trasladarse a otra provincia tras haber sido amenazado de muerte por sus declaraciones sobre la circulación y el consumo de drogas en asentamientos porteños. "En el momento de las amenazas me apoyó y acompañó", destacó el cura.
La austeridad y "una conducción dirigida a los más pobres", consideró Di Paola, serán los aportes que haga el nuevo Papa Francisco a la Iglesia Católica.
 
Fuente: Clarin 

"EL MUNDO DE ESTOS DIAS SE PARECE AL DE FINALES DE LA EDAD MEDIA"

Por Fabián Bosoer

Los nuevos mapas del poder se explican mejor desde las economías emergentes, las culturas y las nuevas tecnologías que desde la política de las potencias, dice Paraj Khanna especialista indio.
 
Entramos en “la era del multi-alineamiento” en la política internacional. Es un mundo más caótico que ordenado en el que la geopolítica y la globalización entran en conflicto y se fusionan. Pero el caos también genera su propio orden, señala este politólogo nacido en la India, que creció en los Emiratos Arabes, se educó en Gran Bretaña, Alemania y los EE.UU., enseña y dicta conferencias en las principales capitales del mundo, habla seis idiomas y vive actualmente en Singapur. Se trata de uno de los principales hombres de consulta de líderes políticos, empresas globales, corporaciones y centros académicos sobre temas de estrategia y geopolítica. Autor de varios libros de alto impacto, como “El segundo mundo” y el más reciente “Cómo manejar el mundo”, dirige un think tank de nombre enigmático, el Instituto “de Realidades Híbridas”, que investiga y asesora sobre cómo mejorar la calidad de vida y el gobierno de las grandes ciudades con la introducción de nuevas tecnologías. Su conferencia en TEDx tuvo gran repercusión y puede verse en las páginas web de ese foro. Estuvo en Buenos Aires recientemente como uno de los invitados estelares del World Business Ideas junto a Nouriel Roubini y Raúl Rivera.
 
¿Cuál es la mejor manera de entender los cambios actuales en la geopolítica global?
Hay que pensar en geopolítica, geo-economía y geo-tecnología al mismo tiempo y de manera integrada. Los nuevos mapas del poder no son sólo político-geográficos, son mapas económicos y tecnológicos. Son menos de fronteras políticas y más de fronteras físicas y líneas de infraestructura y comunicaciones que atraviesan esas fronteras. Y ya no se puede decir que un país es poderoso simplemente porque es grande. Rusia sigue siendo grande pero es mucho menos poderosa. India tiene una economía mucho más grande que Rusia pero no es tan grande en tamaño. Y la demografía no significa necesariamente poder: India tiene muchísimos habitantes, casi tantos como China, pero no los utiliza de manera tan efectiva. Algunos países desbordan de habitantes. Mire Egipto, Argelia y Pakistán. Esos países están cayéndose y una de las razones es que tienen demasiados habitantes y no saben cómo utilizar su capital humano. Algunos países son exitosos debido a la tecnología del siglo XX, pero no a la del siglo XXI o sea que tal vez no permanezcan mucho tiempo en la posición que actualmente se encuentran. ¿Qué pasa si un país tiene sólo abundantes combustibles fósiles pero no produce además otros bienes o energías alternativas?
 
Usted describe el pasaje de mapas dominados por Estados nación a otros dominados por acrónimos y neologismos, como en los juegos de estrategia: UE, AF-Pak, BRICS, G20 ...
Son realidades regionales que trascienden a los países que las integran y se constituyen en actores “pivotes” o anclas en torno a los cuales empieza a girar la economía de las grandes regiones y la política mundial. La Unión Europea es el modelo político de multi-estados, transnacional más exitoso en la historia política. Y simplemente por la crisis de la eurozona muchos creen que ese modelo fracasó. Yo creo que eso implica pasar por alto las lecciones: los 27 países miembros crearon una zona de paz que de hecho, creo, que seguirá creciendo, al igual que la eurozona. Los asiáticos han aprendido las lecciones de la UE para generar economías de colaboración, para convertirse en un gran bloque comercial. Podemos ver eso en África con la Unión Africana. Podemos verlo también en América Latina en el esfuerzo por ir más allá del Mercosur y crear una unión de países sudamericanos. En Norteamérica, ya tienen el NAFTA, la próxima generación del NAFTA debería llamarse Unión Norteamericana y ya hay muchas discusiones y propuestas para ir más allá de NAFTA a una coordinación cambiaria, económica, política. Esto no es una mera coincidencia, el hecho de que se creen uniones en tantos casos. es algo que está teniendo lugar de abajo hacia arriba y de manera confluyente en todas estas diferentes regiones.
 
Hay una frase que generalmente oímos en boca de líderes y gobernantes: “Hay un mundo que se está cayendo ahí afuera”, como si estuviéramos parados al borde de un abismo buscando un punto de apoyo más firme ¿cuál es ese mundo que se está derrumbando y cuál es el que está surgiendo?
El mundo unipolar, el mundo en el que Estados Unidos es la potencia única dominante, ese mundo se acabó. El nuevo mundo es uno con múltiples superpotencias: China, la Unión Europea, India, Brasil, los países del Golfo Pérsico, el Consejo de Cooperación para los Países Árabes del Golfo (otro buen ejemplo de regionalismo). Arabia Saudita es el ancla pero los otros Estados también son importantes. Ese es el nuevo orden que está surgiendo.
 
¿Nuevo orden o nuevo desorden?
Creo que es un orden, pero es un auto-orden. Hay una diferencia entre un orden impulsado por un hegemón, y un orden que se genera a sí mismo. Estamos avanzando indefectiblemente hacia un orden orgánico auto-generado.
 
¿Es una manera agradable de hablar de “caos”?
El caos también tiene patrones. Y los patrones de los que yo hablo son lo que yo llamo el multi-alineamiento. En el mundo del multi-alineamiento usted tiene muchas alianzas y las utiliza a todas para su propio beneficio. Podemos ver que India hace muy bien eso. India está tratando de ahondar las relaciones comerciales con China, está comprando armas a Rusia, está recibiendo inversiones de Europa pero tiene con los EE.UU. una alianza estratégica; Arabia Saudita solía ser el aliado más estrecho de EE.UU. en la región pero ahora Arabia Saudita le compra armas a China, está quizá re-denominando el comercio y el petróleo en euros y sigue comprándole armas a Estados Unidos. O sea que también juega a ambos lados. La diplomacia inteligente en el siglo XXI consiste en practicar este multi-alineamiento jugando con todos los bandos.
 
¿A qué momento de la historia se puede comparar?
El mundo de nuestros días se parece bastante al de finales de la Edad Media. El mundo de los siglos XII, XIII, XIV era uno en el que los imperios, ciudades-Estado e instituciones religiosas, tribus y las redes comerciales, compañías, existían y no había un poder único dominante. Al mismo tiempo, hace 1000 años, China era la civilización más avanzada, India tenía un poder muy grande, los califatos árabes e islámicos se extendían miles de kilómetros. Aparecieron innovaciones tecnológicas como la brújula y la navegación marítima, la globalización fue muy importante en esa época. Asistimos al surgimiento de redes transnacionales, las bolsas, y el comercio, y la Ruta de la Seda después de la peste. Europa era débil y estaba dividida. América no existía en sí. Pero había un mundo de múltiples civilizaciones, multipolar con múltiples actores porque usted tenía a los mercenarios y los imperios y el papado y ciudades, y todos eran de alguna manera poderosos en sus áreas de influencia.
 
Pero antes del Renacimiento fueron también tiempos bastante oscuros, ¿no?
Bueno, ese es el punto. Estamos adentro de la cultura occidental. Usted dice que fue una edad oscura, ¿cree que en China llaman a aquellos tiempos “la Edad Oscura”? ¿Cree que la India lo llaman la Edad Oscura? ¿Cree que los árabes lo llaman la era oscura? Esas fueron para ellos Edades de Oro. Para Europa fue la edad oscura. La historia europea no es la de todos. O sea que no se lo puede llamar la Edad Oscura, se lo puede llamar solamente “el mundo medieval”. El mundo medieval antes del Renacimiento en Europa fue exactamente ese mundo a nivel global que le describo. China, que era poderosa, y todos esos distintos actores que ya estaban nos recuerdan mucho el mundo actual y por eso yo lo llamo un mundo neo-medieval.
 
¿Cómo sería entonces el nuevo Renacimiento? ¿Cuáles serían las claves para llegar allí?
Moverse hacia un nuevo Renacimiento es un proceso, no un resultado. El Renacimiento no fue un momento sino toda una era. ¿Cómo hacer para llegar más rápidamente? La revolución tecnológica y la revolución psicológica son dos ideas bisagra que es importante considerar. La revolución tecnológica en la Edad Media fue la imprenta, hoy es Internet. La revolución psicológica fue el humanismo renacentista; hoy es el capitalismo creativo y la idea de conciencia global.
 
¿Quiénes son los que conducen, en esta era “neo-medioeval”?
El liderazgo está abierto a todo tipo de actores con autoridad: empresas, emprendedores, grupos de interés, referentes académicos tanto como gobernantes y líderes con visión estratégica. La multipolaridad también es eso: múltiples polos dinámicos de emprendimiento y difusión de poder. Los “CEO estadistas” son actores que deben tomarse muy en serio como promotores de un nuevo equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado. Google negocia con China como lo hacen los gobiernos. Personajes como George Soros o Bill Gates dan pasos para reformar instituciones o participan en negociaciones globales sensibles. Un “CEO estadista” es alguien que trata de desempeñar un papel o de inspirar un cambio y que potencialmente podría hacerlo de manera tan efectiva como los gobiernos. Yo llamo a eso “gobernanza híbrida”: lo público y lo privado se entrelazan en entidades público-privadas que trascienden los debates del tipo “estatismo o privatismo”, “estado nacional o corporación transnacional”. Es una dinámica que rompe aquellos moldes clásicos.
 
¿Y su recomendación para el liderazgo del futuro?
La urbanización sostenible es una prioridad. En la mayor parte del mundo -en el mundo occidental o en el sur, en los países en desarrollo o en los emergentes- la mayoría de la gente vive en ciudades y la población en las ciudades crece con tanta rapidez como la complejidad de los problemas y desequilibrios que eso nos trae.
 
Fuente: Clarin

viernes, 29 de marzo de 2013

LA AMENAZA GOLPISTA

El golpe institucional en Paraguay disparó el alerta en la región. Cómo operan las fuerzas destituyentes. El regreso de una enfermedad que se creía erradicada.
 
Por Adrián Murano
 
 
Cuando una enfermedad fue epidemia, es prudente estar atento a los rebrotes. Los golpes de Estado asolaron América latina por más de un siglo, retrasando el proceso de confluencia política, cultural y social que tenía predestinado. El virus tuvo múltiples cepas pero idénticos síntomas: atrofia productiva, anemia política y debilidad institucional, entre los más frecuentes. El mal, que se consideraba erradicado después de una larga y dolorosa sangría, resurgió con impulso inesperado. Su víctima más reciente fue Fernando Lugo, despojado hace una semana de la presidencia del Paraguay. Pero la región cometería un error fatal si decide tratarlo como un caso aislado.

El golpismo del siglo XXI es más sofisticado que las rústicas asonadas cívico-militares del pasado. Ya no se trata de ingresar al despacho a punta de pistola, exigir la renuncia del presidente y transformar la Casa de Gobierno en un cuartel. Devaluadas por sus viejas tropelías, las fuerzas armadas pueden integrar el complejo dispositivo político, económico y social de una avanzada destituyente, pero ya no liderarlo. Es más: su presencia ni siquiera es indispensable para alimentar la inestabilidad a los tiros. Ese rol fue ocupado por un sector menos ambicioso, pero igual de perturbador: las fuerzas de seguridad.

“Hoy los golpes de Estado los dan las policías, no los dan los ejércitos”, evaluó, tiempo atrás, el ministro de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni. Por esos días, un extenso y violento motín policial había puesto en jaque la vida y la presidencia del ecuatoriano Rafael Correa. Pero el magistrado no sólo se refería a Ecuador: “Nuestra propia experiencia nos enseña que el último empujón a (Fernando) De la Rúa se lo dio la policía; el empujón a (Eduardo) Duhalde se lo dio la policía. Las fuerzas de seguridad manejan ámbitos de recaudación autónoma que los políticos han consentido a cambio de gobernabilidad. Con los gobernantes conservadores esto iba al ámbito de la recaudación por prostitución y juego y hoy han entrado todas las formas de lo que se llama criminalidad organizada, servicios ilícitos del mercado”. Para Zaffaroni, la protección de esos intereses puede llevar a las fuerzas policiales a convertirse en el brazo armado de un plan desestabilizador: “No hace falta que toda la fuerza participe, basta con que sólo un sector lo haga para generar las condiciones. (Porque) No son golpes de Estado tradicionales, son golpes de Estado desestabilizadores. Entre una coalición de medios masivos de gran difusión, un sector policial disconforme y algún segmento político interesado en desestabilizar, se puede dar un golpe de Estado. Tranquilamente. Hay antecedentes. En América latina hace ya quince años que lo voltearon a Nilo Batista en Río de Janeiro: lo volteó una organización de esta naturaleza, con combinación de la Red Globo. ¿Por qué? Porque no había querido eximir a la Red Globo de algunos impuestos estatales”. Medios voraces y policías serviciales: un cóctel letal.

Una inusitada y violentísima represión a un grupo de campesinos en el departamento de Caguatý dejó una veintena de muertos y la excusa servida para expulsar al presidente del Paraguay en un bochornoso juicio sumario. Casi en simultáneo, en Bolivia, Evo Morales afrontaba una rebelión de uniformados que, a caballo de un reclamo salarial, se acuarteló, provocando una estampida de violencia delictiva en varios puntos del país. Esta semana, la presidenta argentina Cristina Fernández ordenó que ninguna fuerza federal fuera destinada a disolver conflictos sociales que ocurran en ámbitos que deben ser custodiados por la policía local. La medida fue anunciada tras la muerte de una decena de gendarmes en un accidente de tránsito. Los efectivos eran trasladados luego de cumplir tareas en el yacimiento chubutense de Cerro Dragón, donde un grupo de trabajadores referenciado en una escisión radical de la UOCRA había protagonizado una exaltada toma de la planta. La mandataria expuso sus temores durante el anuncio: “Sabemos lo que buscan. No son trabajadores, son grupos violentos que pretenden generar hechos de violencia. Si querían un muerto, ya los tienen”, dijo, en referencia a los gendarmes fallecidos. En sus palabras sobrevolaba la teoría Zaffaroni.

En cualquiera de sus formatos, un golpe de Estado es imposible sin cierta base de sustentación social. Claro que, como ocurre con la eventual participación policial, no es necesario que toda la sociedad adhiera a la fragua destituyente. Aún más: ni siquiera es indispensable que sea la mayoría. Basta con que una porción influyente de la opinión pública adhiera a la necesidad de un golpe para que el golpe se produzca.

Los responsables de sembrar esa necesidad son los medios de comunicación. En especial, las corporaciones periodísticas que encubren sus intereses particulares, políticos o sectoriales manipulando la información. En Paraguay, por caso, los medios tradicionales abonaron el terreno para un supuesto juicio con información falaz sobre la participación de Lugo en la represión de campesinos, y luego saludó la asunción del vicepresidente golpista al que le adjudicó cualidades de “salvador de la patria”. No es un dato casual que, entre los propietarios de esos medios, se mezclaran representantes de partidos políticos opositores y empresarios reactivos a las políticas del mandatario depuesto.

El principal grupo de medios en la Argentina es Clarín. En el pasado, su periódico estandarte respaldó el terrorismo de Estado a cambio de prebendas que cimentaron la construcción de un multimedios feroz. Tanto, que luego de la recuperación democrática la dirigencia política adoptó un lema: “Nadie resiste cuatro tapas negativas de Clarín”.

Acuciado por su debilidad de origen, Néstor Kirchner tendió lazos con el multimedios. Estaban frescos, todavía, los aportes que Clarín había hecho para proteger el interinato de Eduardo Duhalde, que en compensación patrocinó leyes a medida que salvaron al Grupo de la ruina. Heredero de capital político ajeno, el entonces ignoto Kirchner administró su relación con el Grupo hasta que adquirió la fortaleza suficiente para confrontar con sus exigencias, que se extendían por áreas diversas como la telefonía y el negocio agropecuario. Ese fue, finalmente, el rubro de la discordia: en 2008, Clarín desplegó todos sus medios para respaldar el desafío campero por la 125, mascarón de proa del primer intento destituyente de la era K.

Aquella experiencia alumbró la Ley de Medios que hoy amenaza el oligopolio del Grupo Clarín. De no mediar nuevas postergaciones judiciales, el imperio mediático tiene fecha de vencimiento: 7 de diciembre, día en el que debería aplicarse la cláusula de desinversión. Desesperado por retener el poder, el multimedios conducido por Héctor Magnetto violó su histórica costumbre de operar en las sombras para convertirse en el vértice del armado opositor. Pero el calendario electoral no acompaña sus urgencias.

En su nuevo rol, el grupo acumuló hechos insólitos: estilizó a un enemigo histórico como Hugo Moyano, protege a eventuales candidatos opositores afines como Mauricio Macri y Daniel Scioli y se sirve de su formidable aparato periodístico para inocular desaliento en medio de una histórica crisis global.

La posibilidad de generar expectativas económicas negativas es el principal aporte que los medios pueden aportar a las conjuras golpistas. Pero en la Argentina, donde el Gobierno intenta capear el temporal alimentando la demanda agregada, esa potestad se vuelve crucial: los sectores medios, conservadores por naturaleza, se retraen hasta la inanición cuando perciben que algo malo está por venir. Por eso el Estado decidió estimular el consumo entre los sectores postergados, con menos capacidad de ahorro, es cierto, pero también menos permeables al desánimo que chorrea en los diarios del establishment y los canales de tevé.

En la articulación golpista que eyectó a Lugo confluyeron, por supuesto, los sectores concentrados de la economía, ahora devenidos en empresarios sojeros. No es casual que la disputa por la explotación de la tierra gravitara en otros intentos destituyentes como en Bolivia, Brasil –los “fazendados” jaquearon a Lula y amenazan a Dilma Rousseff– y la Argentina: la conjunción de la vieja oligarquía terrateniente poseedora de las hectáreas con el capital financiero que las explota amalgamó sectores que, a pesar de viejos desencuentros, siempre coincidieron en la estrategia de condicionar a los gobiernos surgidos de la voluntad popular.

Lo que ocurrió en Paraguay no fue un aviso. Las fuerzas que resisten la consolidación de la nueva América latina pretenden una victoria lacerante. La región no puede darse el lujo de una derrota.

Opinión
la apariencia institucional
Por Atilio Borón
Director del PLED (Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales)

En los golpismos del siglo XXI se prescinde hasta cierto punto de la participación militar. Si bien no se excluye, siempre necesita un mecanismo formal que transforme el golpe militar en una “ordenada sucesión constitucional”. Esto pasó en Honduras y ahora en Paraguay: en ambos casos el procedimiento constitucional tiene vicios de forma y fondo que son inocultables, pero dan una apariencia de legalidad y dejan de lado –o por lo menos ocultan– que se interrumpe la ordenada sucesión que establece la Constitución. Esto tiene que ver con el enorme desprestigio que cayó sobre los Estados Unidos como mentor activo y promotor de los golpes militares en la década del ’70. Hoy Estados Unidos adopta el poder blando y trata que los golpes procedan a través de estos mecanismos pseudo-institucionales. En el Pentágono, el principal escenario de la guerra antisubversiva hoy son los medios. Ellos dicen que ahí se libra la gran batalla para hacer prevalecer sus propios intereses. Hoy en día la manipulación de los medios es más efectiva que la fuerza militar. En ese marco, un golpe militar a la antigua genera enorme rechazo; en cambio, un golpe del nuevo tipo que tiene una apariencia de legalidad suscita menos réplicas y pretextos de parte de la población. Y, por supuesto, compromete menos a los Estados Unidos.
Por otra parte, lo que sí se mantiene igual es la actitud golpista de los grupos concentrados económicos. Son una constante en cualquier proyecto antidemocrático.

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Opinión
Golpismo siglo XXI, ¿viejo vino en nuevos odres?
Por Mariano Aguas
Politólogo, director de la carrera de Ciencia Política de la Universidad de Palermo

La vertiginosa destitución de Fernando Lugo como presidente del Paraguay a través de un juicio político express reinstaló la discusión sobre el problema de la estabilidad política y la viabilidad de procesos de reforma en las democracias de América latina.

Más allá de una década favorable en términos económicos y del avance democrático en los países de la región, esta sigue ostentando características preocupantes en cuanto a distribución del ingreso y a las formas de construcción de consensos políticos amplios que resienten tanto la calidad institucional como la posibilidad de acuerdos duraderos entre las elites políticas, económicas y culturales.
En este sentido, el caso paraguayo, la asonada hondureña y hasta el confuso episodio en Ecuador nos hablan de nuevas formas de manipulación institucional que bajo visos de legalidad vacían de legitimidad sus instituciones.

¿Estamos entonces frente a nuevas formas de viejas prácticas golpistas? Los procesos que estamos analizando presentan tanto características de “viejos parecidos de familia” como caras nuevas. Durante el siglo XX nos acostumbramos a vivir golpes cívico-militares que por derecha o por izquierda amputaban la voluntad popular de nuestras sociedades. En términos generales esos golpes expresaban profundas grietas en la sociedad (elites y masas) sobre formas de legitimidad política y ampliación de la ciudadanía.

Hoy en día vemos que si bien el tema de la legitimidad democrática es casi indiscutido, persisten profundos desacuerdos a la hora de negociar costos entre actores económicos y políticos para poder avanzar en procesos inclusivos.
Manipulación institucional, asonadas policiales o puebladas furibundas son nuevos modos de expresar la incapacidad de ciertas elites de alcanzar tanto acuerdos duraderos como una genuina representación de sectores de la sociedad que poco a poco se hunden en una peligrosa anomia política.

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Motín policial contra Evo Morales

Golpismos bolivianos
Por Alfredo Grieco y Bavio (desde La Paz)

Hasta comienzos del siglo XXI, Bolivia era un país sudamericano y mediterráneo que parecía sumar más gobernantes y golpes de Estado que años de vida independiente. Todo cambió con la elección de su primer presidente indígena, Juan Evo Morales Ayma, en 2005, con el 54% de los votos. El líder del Movimiento al Socialismo (MAS) fue reelecto en 2009, después de dotarse Bolivia de su nueva Constitución Política del Estado (CPE), que dejó atrás la República y fundó el actual Estado Plurinacional.
Al frente de un movimiento social, el líder cocalero consiguió entrar en el Palacio Quemado, sede del Ejecutivo en la Ciudad de La Paz. Evo Morales puso fin así a la “democracia pactada”, el sistema de alternancia de los partidos tradicionales en el gobierno que había imperado en Bolivia desde el fin de la dictadura en 1982. Por cierto, un gobierno con agenda igualitaria que fuera a la vez en contra de las oligarquías locales, de los terratenientes, de los inveterados racismos, de los regionalismos secesionistas, y de la influencia dominante de la embajada de Estados Unidos con su política de erradicación de la coca debía encontrar adversarios que reaccionarían, separados o coaligados, cada vez que viesen atacados sus intereses.

En 2008, la guerra civil pudo verse pasar de cerca en Bolivia. El próspero y blanco Oriente boliviano, una medialuna de departamentos que tienen su centro en Santa Cruz de la Sierra, la ciudad más rica y poblada del país, inició unilateralmente un proceso de autonomización y desconocimiento de la autoridad central de la altiplánica La Paz. Todo pareció llegar a su fin con una masacre de campesinos en el departamento amazónico de Pando, por órdenes del prefecto local, Leopoldo Fernández, hoy en la cárcel. A diferencia de lo que ocurrió en Paraguay con la masacre de Curuguaty del pasado viernes 15, la denuncia de los autores de las muertes fue el comienzo de la erosión de la legitimidad de los regionalistas, y en vez de servir de excusa para provocar la caída de Evo, fortaleció su autoridad.

En los últimos siete días, y en un año en el que no faltaron movilizaciones contra Evo, una protesta cobró una importancia capital. No fue para menos: los que protestaban tenían las armas en la mano. Eran los policías de rangos bajos. En el caso de los últimos escalafones, su salario puede ser de 1.200 bolivianos (unos 175 dólares). El motín policial se inició el pasado jueves en La Paz con la toma de la Unidad Táctica de Operaciones Policiales (UTOP), cuartel que está a pasos de la Plaza Murillo, corazón del poder paceño, donde están el Palacio Quemado (de gobierno), la sede de la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia, y la Catedral. Paradójicamente, es la unidad que se encarga de reprimir movilizaciones y protestas.

Rápidamente, los policías de los otros ocho departamentos se fueron sumando al de La Paz. No hubo diferencias regionales aquí entre Oriente y Occidente. Movilizados, los policías tomaron la Plaza Murillo, quemaron archivos en La Paz y en Oruro, hicieron vigilias armadas para buscar un acuerdo con el Ministerio de Gobierno. El presidente Evo Morales estaba en Río de Janeiro, para hablar contra las facilidades de la economía verde en la Cumbre Río+20, antes de marchar a Mendoza para la cumbre de Mercosur y Unasur, a tratar el tema de Paraguay. El gobierno del MAS denunció las esperanzas de golpismo que la derecha había abrigado detrás de la protesta armada de los policías; planes de asesinar al ministro de Gobierno Carlos Romero fueron expuestos a una ciudadanía que pasó una semana sin policía en las calles.

Al menos provisoriamente, el motín concluyó el miércoles con la firma de un acuerdo. Los policías recibirán un aumento al sueldo básico de 100 bolivianos (13 dólares) y un bono adicional de 200 bolivianos (26 dólares). También se derogó la Ley 101 del severísimo Régimen Disciplinario, que contemplaba como pena la expulsión de la fuerza aun por cometer faltas menores. Los líderes del motín policial pidieron a los 37.000 policías de los nueve departamentos de Bolivia suspender la protesta y reiniciar su trabajo cotidiano.

En conferencia de prensa, el vicepresidente Álvaro García Linera destacó la paciencia y la humildad como métodos para hallar solución al conflicto policial y el no uso de la coerción. Aunque el Estado en última instancia podía usar a las fuerzas armadas para mantener la unidad del país, admitió. Esta posibilidad última era la que más temía el país. Los policías manifiestan una advertida, señalada animadversión al Ejército, que cobra altos sueldos, goza de privilegios, y es, acaso consecuentemente, de una extrema fidelidad al proceso de cambio impulsado por Morales.

García Linera fustigó a los medios de comunicación por incitar y comparar este hecho con los sucesos del octubre negro del 2003, que desencadenaron la caída del presidente neoliberal Gonzalo Sánchez de Lozada. El vicepresidente señaló las diferencias con estos días de junio: “Lo que sucedió es que hubo una policía sindical con armas que podía deliberar con tendencia golpista, prueba de ello fue la toma de instituciones, ataque a los medios de comunicación, tal es el caso de radio Bolivia en Oruro, y aun la paralización de las cuentas bancarias, entre otros actos”, explicó.

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Oscuros personajes detrás del eslogan Macri 2015

Otro paso a la derecha
Por Tali Goldman
tgoldman@veintitres.com

Se sabe: Mauricio Macri está en campaña y después de dos mandatos comandando la ciudad de Buenos Aires, el líder del Pro aspira con dar el salto a nivel nacional en 2015.

Así fue como a mediados de mayo el “Peronismo Pro” que lideran el vicepresidente 1º de la Legislatura porteña, Cristian Ritondo, y el subsecretario de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Álvaro González, inauguraron la “Corriente Nacional Propuesta Peronista”, en un acto en el que hicieron público el eslogan “Mauricio Macri 2015”.

Se torna indispensable, para comprender cómo estará focalizada la campaña, reconocer quiénes pergeñan y construyen la ideología macrista, algo que el propio Macri se jacta de no tener.

En el tercer encuentro de la Corriente Nacional, que se llevó a cabo hace dos semanas en la ciudad de Rosario, el principal orador fue el apologista de la dictadura Vicente Massot. Conocido por su declarada posición a favor del procesismo, el director del polémico diario La Nueva Provincia y ex viceministro de Defensa de Carlos Menem parece ser el nuevo gurú de la troupe amarilla. Otros de sus ex compañeros durante el gobierno de los ’90 también pululan cerca del jefe de gobierno. Miguel Ángel Toma –ex jefe de la SIDE– lo está asesorando en cuestiones de inteligencia junto a Carlos Grosso, ex intendente de Buenos Aires, quien participa de una suerte de “mesa chica” junto a Macri.

Así, indirectamente, una de las primeras acciones que dieron inicio a la campaña de cara al 2015 fueron los “cacerolazos”. Pese a que mucho se insistió en que fue una manifestación autoconvocada, lo cierto es que detrás de las inocentes invitaciones a cacerolear contra el dólar y la inseguridad estaban personas vinculadas a la Fundación Pensar: el think tank por excelencia cuyo presidente honorario es nada menos que el propio Mauricio Macri. Entre los miembros del consejo directivo de la ONG se encuentran Pablo Walter, un ex senador tucumano vinculado al fallecido represor Antonio Bussi, condenado por delitos de lesa humanidad, y Julián Obiglio, diputado nacional y nexo principal de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) que dirige el ex presidente español de ultraderecha José María Aznar. Por caso, Obiglio fue quien viajó a España apenas se reestatizó el 51 por ciento de YPF para explicar por qué el Pro votó en contra y fogoneó entre sus amigos europeos la idea de que el gobierno nunca pagaría a Repsol. En Buenos Aires se había realizado en el hotel Sheraton un congreso que reunió a ambas organizaciones, además de la Fundación Libertad, gran aliada de la embajada de Estados Unidos. En esa oportunidad también disertaron Vicente Massot (foto, centro) de intelectuales de la derecha como Mario Vargas Llosa, Marcos Aguinis y políticos como Eduardo Duhalde y Francisco de Narváez, así como también el ex embajador argentino en Estados Unidos durante la década del ’90, Diego Guelar.

Pero las relaciones entre Macri y personajes vinculados con el golpismo y la derecha no terminan ahí. Por caso, el alcalde porteño había distinguido al actual presidente destituyente de Paraguay, Federico Franco, como huésped de honor de la Ciudad de Buenos Aires. Pero no sólo eso. Uno de los asesores de Franco es nada menos que Jaime Durán Barba (foto, arriba), mano derecha de Macri, quien también le recomendó al paraguayo sacarse los bigotes.

Mauricio Macri siempre omite hablar de su propia ideología. No porque no la tenga, sino porque sencillamente eso no está dentro de los manuales del Pro. Sin embargo, detrás de él, quienes protagonizan su armado político de cara al 2015 no tienen inconveniente en salir del closet y declararse derechistas.
 
Fuente: Revista Veintitres