POR JULIO ALGAÑARAZ
En un reportaje cedido al diario La Repubblica, dijo que debe ser más horizontal y menos centralista. Criticó a la Curia, el gobierno central, por ser “vaticano-céntrica”. Otra defensa a jóvenes y ancianos.
En un diálogo que ocupa las tres primeras páginas del diario romano La Repubblica, Francisco afirmó que “abrirse a la modernidad es un deber” para la institución que conduce, aseguró que “los más graves de los males que afligen al mundo son la desocupación de los jóvenes y la soledad en la cual son dejados los viejos” y advirtió que la Curia Romana, el gobierno central de la Iglesia, “es demasiado Vaticano–céntrica”. “La corte –sostuvo el pontífice– es la lepra del papado”.
Jorge Bergoglio habló en un salón de la casa de Santa Marta, donde se aloja y trabaja, con el fundador del giornale de centroizquierda, Eugenio Scalfari, un ateo que se reconoce fascinado por la predicación de Jesucristo y que hace poco intercambió largas cartas con el Papa argentino. En el transcurso del rico diálogo, Francisco anunció que “éste es el inicio de una Iglesia con una organización no sólo vertical sino también horizontal ”.
En uno de los tramos más salientes de la entrevista, el Papa explicó su visión de la juventud sin trabajo y los ancianos abandonados: “Los viejos tienen necesidad de cuidado y de compañía; los jóvenes, de trabajo y de esperanza, pero no tienen ni una ni otra. Y el problema es que no buscan más. Han sido aplastados sobre el presente”.
–Pero Su Santidad, el problema es sobre todo político y económico, compete a los Estados, a los gobiernos... –Cierto, tiene razón, pero también compete a la Iglesia y sobre todo a ella porque esta situación no lesiona sólo los cuerpos sino también las almas. Y la Iglesia debe sentirse responsable tanto de las almas como de los cuerpos.
Lo que Francisco dice es otra vez un rico contenido que enfatiza la revolución que desde el 13 de marzo, cuando fue elegido pontífice, se puso en marcha en la Iglesia. Y un puntal de ese cambio es la designación de la comisión de ocho cardenales reunida desde ayer y por tres días en el Vaticano con el Papa para ayudarlo a gobernar la Iglesia y a reformar la Curia. Es por esto que Francisco explica a Scalfari que estamos en el comienzo de la Iglesia no sólo como organización vertical sino horizontal.
Bergoglio recuerda la figura del cardenal Carlo Martini, padre noble del ala progresista de la Iglesia, ya fallecido, jesuita y amigo del argentino, que en los Sínodos, en sus libros y en sus cartas decía que la Iglesia debía desburocratizarse, abrirse al mundo y reformar sus estructuras asegurando una creciente colegialidad.
En la entrevista hay algunos recuerdos que revelan la profunda identidad argentina de Jorge Bergolio. “Yo no habría tenido la plena fe en Dios y en su Hijo si no me hubiera formado en la Iglesia. Y tuve la fortuna de encontrarme, en Argentina, en una comunidad sin la cual no hubiera tenido conciencia de mi fe”.
Al hablar con el fundador de La Repubblica de su vocación por la fe, recuerda su paso por la universidad en Buenos Aires, donde había una profesora “por la cual sentía respeto y amistad” que era “una ferviente comunista”.
“Con frecuencia me leía y me hacía leer textos del partido Comunista argentino”, dijo el Papa evocando aquella época en su país de origen. Bergoglio recuerda con tristeza que “la mujer de la que le estoy hablando fue luego arrestada, torturada y asesinada por el régimen dictatorial entonces gobernante en la Argentina”.
Ante otra pregunta sobre el mundo actual, Francisco analiza el concepto cristiano de amar al prójimo con la misma intensidad con que recomienda amarse a sí mismo y lo diferencia de la idea del narcisismo contemporáneo.
“No me gusta la palabra narcisismo, indica un amor desmesurado hacia sí mismos y esto no está bien, puede producir daños en la relación con los otros, con la sociedad en la que se vive. El verdadero problema es que los más golpeados por esto, que es una especie de perturbación mental, son personas que tienen mucho poder. A menudo, los jefes son narcisistas, incluso muchos jefes de la Iglesia lo han sido”.
Y luego agregó: “¿Sabe cómo pienso este punto? Los jefes de la Iglesia a menudo han sido narcisos, adulados y malamente excitados por sus cortesanos. La corte es la lepra del papado”.
–¿Cuál es la corte? ¿La Curia? – No, en la curia hay tal vez cortesanos. Pero la curia en su complejo es otra cosa, es la que se llama intendencia en los ejércitos, administra los servicios que sirven a la Santa Sede. Pero tiene un defecto: es vaticano–céntrica. Ve y cuida los intereses del Vaticano, que son aún, en gran parte, intereses temporales. Esta visión vaticano–céntrica descuida lo que nos rodea. No comparto esta visión y haré todo por cambiarla.
Fuente: Clarín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario