martes, 16 de junio de 2009

NO BOMBARDEEN BUENOS AIRES


En la mañana del 16 de junio de 1955, efectivos de la marina de guerra y "comandos civiles" intentan sin éxito copar la Casa Rosada y tomar prisionero al presidente Juan Perón. El mandatario busca refugio en el edificio del ministerio de Guerra y se dispone a sofocar la rebelión. A mediodía, aviones Gloster Meteor de la Armada bombardean y ametrallan la sede del gobierno y la Plaza de Mayo. Una de las primeras bombas estalla en el techo de la Casa Rosada. Otra, le pega a un trolebús lleno de pasajeros y mueren todos. Los aviadores subversivos lanzan nueve toneladas y media de explosivos.

Hay 350 muertos y 2 mil heridos. Setenta y nueve personas quedan lisiadas en forma permanente. Los agresores huyen hacia Uruguay, donde solicitan asilo político.

Al día siguiente, el diario Clarín –que no se caracteriza por sus simpatías peronistas– escribe: "Las palabras no alcanzan a traducir en su exacta medida el dolor y la indignación que ha provocado en el ánimo del pueblo la criminal agresión perpetrada por los aviadores sediciosos que ayer bombardearon y ametrallaron la ciudad".

Perón no quería enfrentamiento entre las fuerzas armadas y, mucho menos, entre militares y trabajadores. Aquel 16 de junio de 1955, después del primer bombardeo a la Casa de Gobierno, el general le ordenó a un mayor del ejército que fuera a hablar con el secretario general de la CGT:

– Ni un solo obrero debe ir a la Plaza de Mayo –le dijo al oficial. Y refiriéndose a los aviadores navales, agregó: –Estos asesinos no vacilarán en tirar contra ellos. Ésta es una cosa de soldados. Yo no quiero sobrevivir sobre una montaña de cadáveres de trabajadores.

El relato de este hecho tiene una dimensión mayor porque su autor es Pedro Santos Martínez, un historiador insospechado de simpatías peronistas (citado en "1"6-1955 - La Nueva Argentina", La Bastilla, Buenos Aires, 1988).

Los obreros salieron a la calle igual, al grito de "¡Perón, Perón!" Muchos fueron masacrados desde el aire o al quedar atrapados entre dos fuegos. Sus cadáveres permanecieron dispersos en la Plaza de Mayo, mientras tropas leales y rebeldes se tiroteaban en el triángulo formado por la Secretaría de Marina, la de Ejército y la Casa Rosada.

Martínez describe otro episodio que da una idea de las convicciones morales de los golpistas. Por la tarde, los subversivos atrincherados en la Secretaría de Marina desplegaron una bandera blanca que, de acuerdo a las reglas militares, sólo podía significar dos cosas: diálogo o rendición. El general peronista Juan José Valle y otros oficiales leales se dirigieron al lugar para parlamentar, con instrucciones de ser tolerantes con los rebeldes. Cuando la comisión se acercó al edificio, la bandera blanca fue arriada y una ametralladora los recibió con ráfagas de plomo.

Perón narra en su libro "Del Poder al Exilio", citado por Martínez, que cuando una multitud enardecida se concentró con garrotes frente a la Secretaría de Marina, el almirante golpista que estaba al mando envió un "dramático" mensaje al jefe del ejército: "Intervenga. Mande hombres. Nos rendimos, pero evite que la muchedumbre armada y enfurecida penetre en el edificio".

Ese mismo día, después de recuperar el edificio, el general Valle le dijo a Perón:

– Mi general, este ejército no le va a servir para la revolución popular. Arme a la CGT.

El militar ignoraba que con esas palabras firmaba su propia sentencia de muerte. El ejército nunca le perdonaría su lealtad a Perón

1 comentario:

  1. Tambien Valle al recibir la rendición de estos criminales les dice en la cara que matar a Peron era mas facil, bastaba con pegarle un tiro, pero para eso habia que tener huevos.
    Definitivamente, Peron se equivoca. En 1951, en el 53, en el 55 en junio y en setiembre. (Él lo reconoce tiempo despues) Suponiendo que ahorrando sangre se derrama menos. Finalmente la historia demostro lo contrario en una cantidad dificil de calcular pues deberiamos sumar a todos los muertos de hambre, de miseria, de enfermedad y por la violencia de estos últimos 60 años.
    Valle tenia razón, pero Perón era el lider.

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