Historiadores y ex combatientes reconstruyen lo sucedido hace 180 años, cuando el imperio británico invadió las islas, que eran parte del Virreinato del Río de la Plata.
El 3 de enero de 1833, el imperio británico invadió las islas Malvinas desplazando a las autoridades criollas y a quienes poblaban el archipiélago. Ciento ochenta años después, historiadores y ex combatientes de Malvinas reconstruyen lo sucedido a partir de esa fecha, que fue el principio de una larga historia de conflictos diplomáticos y bélicos por la soberanía del territorio.
Las islas Malvinas fueron parte del Virreinato del Río de la Plata y estuvieron bajo el control de España, 32 gobernadores mediante, hasta 1811, cuando las abandonó para ocuparse de lo que sucedía en Montevideo, combatiendo los levantamientos independentistas en suelo continental. El Estado argentino estaba en formación, pero la intención de incorporar el archipiélago al territorio nacional apareció tempranamente. En 1820 lo ocupó, dejando como autoridad al comandante norteamericano David Jewett, quien izó por primera vez allí la bandera albiceleste. Cuatro años después, llegó el primer nativo como autoridad de las islas, el guaraní Pablo Areguatí. El último hombre al frente de Malvinas fue Luis María Vernet, cuyo mandato duró desde el 10 de junio de 1829 hasta la invasión.
“Argentina era un país en formación. Había reconocimiento del Estado del Río de la Plata, y toda su región, incluyendo las islas Malvinas”, sostiene el ex combatiente Edgardo Esteban. Explica que las fuerzas británicas “aprovecharon la situación de lo que era nuestra construcción democrática”. El presidente del Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas, Mario Volpe, coincide y explica que “la pretensión de Gran Bretaña de ocupar Malvinas respondía a los intereses imperiales de controlar el único pasaje bioceánico que constituían el canal de Beagle y el estrecho de Bhering”. En ese entonces no existía el canal de Panamá y las islas ofrecían un punto estratégico para dominar los mares patagónicos.
Volpe considera que el ataque al Puerto Luis de Islas Malvinas, el 28 de diciembre de 1831, es el puntapié del proceso que desembocó en la ocupación inglesa. El pretexto de la acción bélica era que Argentina prohibía la circulación de barcos balleneros estadounidenses o británicos. Ese día, la corbeta norteamericana USS Lexington, comandada por Silas Duncan, entró mostrando una bandera francesa a la bahía Anunciación. Una vez que anclaron, destruyeron el puerto y saquearon a la población, obligando al gobernador Luis María Vernet a exiliarse en el continente.
El 3 de enero de 1833 encontró las islas en una situación de gran debilidad de sus autoridades y fuerzas armadas. Así llegó la fragata Clío, comandada por el capitán John Onslow, que en amplia superioridad de armamento tomó posesión de las Malvinas sin mayor resistencia, y desplazó a gran parte de la población local. Volpe cuenta que “la defensa del archipiélago estaba a cargo de la corbeta Sarandí, comandada por José María Pinedo, quien se acobardó y se retiró sin dar batalla. Dijo que las condiciones para resistir no estaban dadas”. Pinedo fue juzgado en Argentina y absuelto apenas cuatro meses después.
“No podemos avalar que los hechos de fuerza dicten sobre la soberanía de la islas”, argumenta Volpe. Frente a la postura británica de aferrarse al principio de autodeterminación, explica que “prima el principio internacional de iutis possidetis iure (lo que poseíste, poseerás)” generado a partir de 1810, cuando los territorios españoles pasan a manos argentinas. Agrega que bajo esta visión, en 1965 la ONU dictó la resolución 2065, donde pierde fuerza la postura británica, ya que según sostiene, “lo que lo importa no son los deseos, sino los intereses de los isleños”.
“Los títulos argentinos son mucho mejores y por eso Gran Bretaña trata de no sentarse en la ONU –opina Volpe– y quiere manejarse con la autodeterminación, cosa que no hicieron con la isla Diego García”. Recuerda que en 1966, “el Reino Unido desplazó a los 2000 habitantes chagosianos de la isla, con el fin de cederle el terreno a Estados Unidos para la instalación por 60 años de una base militar, desconociendo la voluntad del pueblo que habitaba el lugar”. “Las Malvinas siempre fueron un reclamo constante de todos los gobiernos argentinos. Todas las estructuras de poder siempre estuvieron a favor”, afirma Esteban. Celebra que el actual gobierno no limite la discusión a las motivaciones y resultados de la guerra de 1982.
Informe: Juan Manuel Frías.
Fuente: Pagina/12
No hay comentarios:
Publicar un comentario