María Seoane, periodista de raza. Publicó más de una docena de libros y hace tres años dirige Radio Nacional. Analiza los medios, las corporaciones y la re-reelección.
Por Bruno Lazzaro
María Seoane se define como una periodista de raza. Y razones no le faltan. Lleva editados más de una docena de libros de investigación y ensayos. Sus publicaciones –La Noche de los Lápices, El dictador y El saqueo de la Argentina, por nombrar algunas– giran en torno a la reconstrucción de personajes y sucesos que marcaron la historia del país. Sin embargo, hace tres años Seoane decidió que era tiempo de dar el paso hacia la función pública sin dejar de lado su razón de ser: la comunicación. Y desde 2009 se puso al frente de Radio Nacional. “Construimos una radio muy linda. Con una convicción profunda, que es la reconstrucción del Estado argentino en función de las necesidades de la gente. Estoy convencida de que la información es un derecho humano básico no susceptible de ser apropiado por una corporación privada. Por eso, Radio Nacional es la radio de todos, y para todos los argentinos”, asegura Seoane en su despacho.
–¿Con qué radio se encontró al momento de la asunción?
–Con una radio saqueada, como el Estado argentino. Con muchas cosas pendientes que las direcciones anteriores habían tratado de pilotear. Pero fue gracias al gobierno de Cristina que se dio la recuperación. La característica central de este gobierno es la recuperación del Estado. Asumimos con dos puntos de share y ahora la última medición de Aresco nos da 10.3.
–¿Qué le provoca esa suba en las mediciones?
–Implica mucho. Pasamos a ocupar el cuarto lugar como radio. Avanzamos en cuestiones tecnológicas con un transmisor de última generación y hasta en cuestiones edilicias. Los argentinos tenemos una radio profesional, con gente piola y una grilla de periodistas muy interesante. Una multitud de gente que hace posible esta radio más allá de nuestro talento profesional para conducirla. En la radio hay un clima de libertad.
–¿Qué tan cerca está la radio nacional del ideal público?
–Esta es una radio para cuarenta millones de personas. La radio está representada desde el punto de vista de las ideas y las convicciones de quienes expresan un gobierno que fue elegido por la mayoría. Pero no sólo se gobierna para la mayoría. Las voces que quieren participar están expresadas. El único problema es que a veces la misma oposición política a este gobierno no toma a esta radio como que le pertenece. Y decide no estar, para salir en las cadenas de la corporación privada que, como bien dijo la Presidenta, son ilegales.
–¿Qué es lo que diferencia a Radio Nacional de otras radios?
–Sus contenidos plurales y federales. En Tucumán la radio pública tiene programas que tienen que ver con Tucumán. No es una repetidora. Esta es la única radio pública verdadera. Todo lo demás son chicanas claras. Otra cosa que nos diferencia es que en la radio hay sindicatos y los trabajadores tienen sus paritarias. Con salarios que duplican la miseria de los medios privados. Y además, somos latinoamericanistas.
–¿A qué se refiere?
–A través del portal Voces del Sur conformamos una red de radios públicas de América del Sur y el Caribe donde nos manifestamos a favor de la democracia para sostener y hacer intercambios de ideas, contenidos y archivos históricos en todo el continente. Es un proceso de integración. Cuando pienso en las reuniones de otras radios, pienso en holdings que discuten cuál es el business en algún hotel extraordinario. Nosotros discutimos valores democráticos.
–¿Cómo analiza el negocio de la corporaciones privadas?
–Es un campo de batalla en el que el objetivo principal es la cabeza de la gente. Y eso no es poca cosa. Cuando las reglas de la democracia marcan que un gobierno elegido por el 54 por ciento es el que decide los destinos del país y en las corporaciones mediáticas se trata al gobierno como una banda que asalta la Casa Rosada sin legalidad, entonces pienso: “Estos señores deben someterse a la ley”. Porque si esto no pasa, lo que hay por delante es un Estado paralelo, ilegal y destituyente. La única solución es el cumplimiento de nuestras leyes.
–¿La función pública afecta su condición de periodista?
–Para mi eso nunca fue un conflicto. Desde el punto de vista de mis convicciones estoy donde quiero estar. También cuando estaba en Clarín. Nunca cambié mis convicciones. Cambiaron los otros.
–Le consulto por algunos temas de actualidad. ¿Cuál es su postura ante la iniciativa de bajar la edad para votar?
–Los chicos de “La Noche de los Lápices” tenían entre 14 y 18 años. Todo lo que significa ampliar derechos me interesa. Es más, lo haría obligatorio. Está muy bien que se vote a los 16. Los argumentos de los que se oponen son mediocres. Tienen miedo de cuestiones electorales. Hay una resistencia errática y empobrecida para oponerse a algo que significa la ampliación de derechos.
–¿Está a favor de una re-reelección que impulsa un sector del kirchnerismo?
–Creo que Cristina es la dirigente política más importante que dio la Argentina en los últimos cincuenta años. El otro día vi una interesante entrevista a Beatriz Sarlo, que es una tipa inteligente. Ella hablaba de los medios. No es periodista, nunca lo fue, pero sus observaciones eran válidas hasta que dijo: “Y uno tiene a esa señora hablando todos los días por cadena nacional y además creyendo que sabe todo. La verdad, haría bien en darse cuenta de que no sabe lo que dice que sabe”. Se me ocurrió pensar de qué saber se trata. Del saber de la historia crítica de la literatura, que es su tema; de criar a los hijos. Acá se trata de una mujer cuyo conocimiento de la historia política de este país le permite gobernar los destinos de cuarenta millones de argentinos desde hace seis años. De que exista la ley, la libertad. Incluso la libertad de violar la condición de mujer de la Presidenta, como hicieron con la tapa infame de la revista Noticias.
–¿Qué le provocó?
–Eso es violencia de género. Nunca lo hicieron a Duhalde masturbándose. Ni a De la Rúa ni a Menem. Es de un machismo horrendo y ofensivo. Se trata de una mujer que generó mucho. Por eso creo que es tan difícil reemplazarla. No tengo una posición tomada. Creo que la sociedad tiene que decidir si está en condiciones de buscar un recambio.
Fuente: Revista Veintitres.
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