Una comisión de investigación del Senado norteamericano acababa de revelar en un informe de más de 300 páginas las actuaciones poco claras del banco. Una investigación abrumadora: Hsbc no sólo ha favorecido la evasión fiscal, sino que ha cerrado los ojos ante prácticas criminales. Ha mirado para otro lado ante el blanqueo de dinero y el tráfico de drogas y de armas en México, los lazos con el terrorismo en Arabia saudita, o el financiamiento de armas en Sudán o en Irán.
Por Martine Orange
Cómo no establecer una relación? La semana pasada estallaba un nuevo escándalo. Tras Goldman Sachs, JP Morgan, Barclays, UBS, era el turno de HSBC de ser atrapada con las manos en la masa. Una comisión de investigación del Senado norteamericano acaba de revelar en un informe de más de 300 páginas las actuaciones poco claras del banco. Una investigación abrumadora: HSBC no sólo ha favorecido la evasión fiscal, sino que ha cerrado los ojos ante prácticas criminales. Ha mirado para otro lado ante el blanqueo de dinero y el tráfico de drogas y de armas en México, los lazos con el terrorismo en Arabia saudita o el financiamiento de armas en Sudán o en Irán.
Más de 60.000 cuentas ligadas sólo a su filial mexicana han encontrado la hospitalidad en las islas Caimán. Del 41% de esas cuentas el banco no tenía prácticamente ninguna información, no hacía ningún control, a pesar de las puestas en guardia de numerosos responsables insistiendo en los riesgos inmensos de blanqueo de dinero de la droga. Pillada con las manos en la masa, la dirección de HSBC se ha declarado “profundamente conmovida”, ha presentado sus excusas a sus asalariados y a sus clientes, despedido algunos empleados y prometido cooperar plenamente con las autoridades estadounidenses.
Una vez más, el asunto puede terminarse con una multa récord, que excluya cualquier otro castigo. Y se pasará a otra cosa. El domingo 22 de julio, una fundación independiente, Tax Justice Network, publicaba en The Observer un amplio estudio sobre la evasión fiscal y los paraísos fiscales. Dirigido por un antiguo economista jefe de MacKinsey, James S.Henry, el estudio ha intentado delimitar el “agujero negro” cada vez más importante de las finanzas mundiales, el precio real del off shore. En su opinión, todo lleva a subestimar la amplitud de esta evasión fiscal. Las estadísticas de las diversas organizaciones internacionales –FMI, Banco Mundial, Banco de Pagos Internacionales– llevan a evaluar los activos financieros ocultos en los paraísos fiscales en alrededor de 17 billones de euros. Según sus estimaciones, las cifra es más bien de alrededor de 25,5 billones de euros. Esto representa más que la suma del PIB de los Estados Unidos y Japón. E insiste: “Se trata justo de la riqueza financiera. Una buena parte de los activos invertidos en el sector inmobiliario, los yates, las escuderías de carreras y tantas otras cosas que cuentan para las grandes fortunas son poseídas a través de las estructuras off shore que hacen imposible la identificación de sus propietarios”.
Pero hay otra cifra aún más elocuente: “Un análisis detallado de los 50 primeros bancos privados internacionales revela que a finales de 2010, gestionaban colectivamente más de 15 mil millones de euros de inversiones internacionales por cuenta de clientes privados, incluso a través de los truts y las fundaciones”, señala el estudio. Contrariamente a repetidos desmentidos, el sistema bancario internacional es pues claramente la piedra angular de este sistema de evasión fiscal.
Paraísos desaparecidos en cinco días, el estudio ha localizado todos los grandes nombres de la gestión irregular.
Todos los grandes bancos están ahí. UBS, cuyas prácticas de evasión fiscal y de contabilidad oculta parecen haber sido erigidas en regla de gestión en todos los grandes países está en cabeza. Crédit Suisse y Hsbc, también muy conocidos, le siguen de cerca. Deutsche Bank y BNP Paribas, nuestros grandes bancos europeos, que no dejan de proclamar patentes de honorabilidad, han hecho muchos esfuerzos estos últimos años para subir en la clasificación de la gestión de fortuna. Estaban respectivamente en el puesto 6º y 8º en 2005, en 2010 se encontraban en los puestos 4º y 6º. De forma más anecdótica, la clasificación del banco suizo Pictet en la décima plaza sorprende. Es un muy pequeño banco ginebrino. Pero es cierto que su nombre se encuentra en numerosos negocios franceses de evasión fiscal. Esto explica quizá el asunto.
Pero esta clasificación impone señalar otra cosa. En esta lista de 2010 figuran numerosos establecimientos que han sido socorridos por fondos públicos en 2008 y 2009, como Barclays, ABN Amro, Goldman Sachs, en menor medida BNP Paribas y Crédit Agricole. El engaño de la crisis financiera aparece a la luz del día: los gobiernos han salvado a los bancos sin demandarles la menor contrapartida, ni siquiera cerrar sus filiales en los paraísos fiscales. En 2010, continúan prosperando en esta actividad. ¡Y de qué forma!
En cinco años, sus activos gestionados por cuenta de su clientela internacional casi han sido multiplicados por 1,5 pasando de 9 a 15 mil millones de euros de activos gestionados. Los efectos de la mundialización, sin duda.
Los paraísos fiscales, sin embargo, como subraya el estudio, no son muy a menudo más que estructuras de tránsito, lugares de paso. Pues si las grandes fortunas buscan la opacidad y el secreto para huir de los impuestos y las tasas, quieren al mismo tiempo gozar de mejores garantías para proteger sus haberes. Quieren la seguridad del derecho y de la ley. Y sólo los grandes países desarrollados pueden aportarles esa seguridad.
Los verdaderos paraísos fiscales no son las islas Caimán o las islas Vírgenes, sino Londres, Suiza, Luxemburgo y Nueva York, recuerda el estudio. “Tenemos aquí la estabilidad. Estabilidad del régimen jurídico y fiscal y estabilidad política, económica y social, lo que es muy importante para los inversores”, recordaba Fernand Grulms, presidente de Luxemburg for Finance, citado por Nicholas Shaxson, en su muy completa obra sobre los paraísos fiscales.
Más de 60.000 cuentas ligadas sólo a su filial mexicana han encontrado la hospitalidad en las islas Caimán. Del 41% de esas cuentas el banco no tenía prácticamente ninguna información, no hacía ningún control, a pesar de las puestas en guardia de numerosos responsables insistiendo en los riesgos inmensos de blanqueo de dinero de la droga. Pillada con las manos en la masa, la dirección de HSBC se ha declarado “profundamente conmovida”, ha presentado sus excusas a sus asalariados y a sus clientes, despedido algunos empleados y prometido cooperar plenamente con las autoridades estadounidenses.
Una vez más, el asunto puede terminarse con una multa récord, que excluya cualquier otro castigo. Y se pasará a otra cosa. El domingo 22 de julio, una fundación independiente, Tax Justice Network, publicaba en The Observer un amplio estudio sobre la evasión fiscal y los paraísos fiscales. Dirigido por un antiguo economista jefe de MacKinsey, James S.Henry, el estudio ha intentado delimitar el “agujero negro” cada vez más importante de las finanzas mundiales, el precio real del off shore. En su opinión, todo lleva a subestimar la amplitud de esta evasión fiscal. Las estadísticas de las diversas organizaciones internacionales –FMI, Banco Mundial, Banco de Pagos Internacionales– llevan a evaluar los activos financieros ocultos en los paraísos fiscales en alrededor de 17 billones de euros. Según sus estimaciones, las cifra es más bien de alrededor de 25,5 billones de euros. Esto representa más que la suma del PIB de los Estados Unidos y Japón. E insiste: “Se trata justo de la riqueza financiera. Una buena parte de los activos invertidos en el sector inmobiliario, los yates, las escuderías de carreras y tantas otras cosas que cuentan para las grandes fortunas son poseídas a través de las estructuras off shore que hacen imposible la identificación de sus propietarios”.
Pero hay otra cifra aún más elocuente: “Un análisis detallado de los 50 primeros bancos privados internacionales revela que a finales de 2010, gestionaban colectivamente más de 15 mil millones de euros de inversiones internacionales por cuenta de clientes privados, incluso a través de los truts y las fundaciones”, señala el estudio. Contrariamente a repetidos desmentidos, el sistema bancario internacional es pues claramente la piedra angular de este sistema de evasión fiscal.
Paraísos desaparecidos en cinco días, el estudio ha localizado todos los grandes nombres de la gestión irregular.
Todos los grandes bancos están ahí. UBS, cuyas prácticas de evasión fiscal y de contabilidad oculta parecen haber sido erigidas en regla de gestión en todos los grandes países está en cabeza. Crédit Suisse y Hsbc, también muy conocidos, le siguen de cerca. Deutsche Bank y BNP Paribas, nuestros grandes bancos europeos, que no dejan de proclamar patentes de honorabilidad, han hecho muchos esfuerzos estos últimos años para subir en la clasificación de la gestión de fortuna. Estaban respectivamente en el puesto 6º y 8º en 2005, en 2010 se encontraban en los puestos 4º y 6º. De forma más anecdótica, la clasificación del banco suizo Pictet en la décima plaza sorprende. Es un muy pequeño banco ginebrino. Pero es cierto que su nombre se encuentra en numerosos negocios franceses de evasión fiscal. Esto explica quizá el asunto.
Pero esta clasificación impone señalar otra cosa. En esta lista de 2010 figuran numerosos establecimientos que han sido socorridos por fondos públicos en 2008 y 2009, como Barclays, ABN Amro, Goldman Sachs, en menor medida BNP Paribas y Crédit Agricole. El engaño de la crisis financiera aparece a la luz del día: los gobiernos han salvado a los bancos sin demandarles la menor contrapartida, ni siquiera cerrar sus filiales en los paraísos fiscales. En 2010, continúan prosperando en esta actividad. ¡Y de qué forma!
En cinco años, sus activos gestionados por cuenta de su clientela internacional casi han sido multiplicados por 1,5 pasando de 9 a 15 mil millones de euros de activos gestionados. Los efectos de la mundialización, sin duda.
Los paraísos fiscales, sin embargo, como subraya el estudio, no son muy a menudo más que estructuras de tránsito, lugares de paso. Pues si las grandes fortunas buscan la opacidad y el secreto para huir de los impuestos y las tasas, quieren al mismo tiempo gozar de mejores garantías para proteger sus haberes. Quieren la seguridad del derecho y de la ley. Y sólo los grandes países desarrollados pueden aportarles esa seguridad.
Los verdaderos paraísos fiscales no son las islas Caimán o las islas Vírgenes, sino Londres, Suiza, Luxemburgo y Nueva York, recuerda el estudio. “Tenemos aquí la estabilidad. Estabilidad del régimen jurídico y fiscal y estabilidad política, económica y social, lo que es muy importante para los inversores”, recordaba Fernand Grulms, presidente de Luxemburg for Finance, citado por Nicholas Shaxson, en su muy completa obra sobre los paraísos fiscales.
Un sistema opaco para los no iniciados. Los grandes bancos se han convertido en expertos en estas prestaciones a medida, ofreciendo a la vez los mejores consejos fiscales, jurídicos y de inversión, sabiendo pasar de un fondo a otro, de una plaza a otra en la más absoluta discreción, para el mayor provecho mutuo de su establecimiento y de sus clientes. La investigación realizada por Barclays antes de consentir un préstamo de 13,6 millones de euros a su nuevo cliente Ziad Takieddin es, a este respecto, un modelo del género. Ahí donde la Justicia habría, sin duda, tardado años para descubrir la geografía del capital del intermediario en los mercados de armas, no han sido precisas más que algunas semanas al banco británico para hacerse cargo de la situación y realizar la investigación. Lo que se suponía se verifica: el sistema no es opaco más que para los no iniciados.
Pero los bancos navegan por él sin grandes dificultades. La conclusión de la investigación realizada por el Barclays ilustra en qué medida la evasión fiscal, la mentira, la corrupción son ya factores normales en el mundo bancario: “Como se puede esperar para un cliente de la naturaleza de Ziad, sus haberes son guardados por medio de estructuras off shore, aunque sea, él y no un trust, el beneficiario directo de cada una (…). Debido a su residencia [fiscal] en París, la estructura de sus propiedades de activos es un poco compleja”, observaba el Barclays, antes de concluir que el nuevo préstamo pasaría por una estructura en las Islas Vírgenes.
Pero hace tiempo que los bancos han aprendido a cerrar los ojos. Tras haber acogido desde comienzos de los años 1970, a los dictadores africanos o de los países subdesarrollados que reconvertían (en semanas o incluso horas) en haberes personales los créditos obtenidos por su país, dejando las deudas a su población, han abierto los brazos a todos a partir de los años 1980, a favor de la liberalización de los mercados de capitales y de la bajada de los impuestos, queridos por Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Sean fundadores de Silicon Valley, propietarios de grandes grupos, deportistas, oligarcas rusos o narcotraficantes, todos son bienvenidos.
Son el 1% beneficiario de la mundialización. En un segundo estudio sobre las desigualdades, la fundación Tax Justice Network recuerda los trabajos del economista Thomas Piketty, de la escuela económica de París, y de Emmanuel Sáez, de la Universidad de Berkeley, sobre las rentas en los Estados Unidos entre 1980-2010. Durante ese período, las rentas del 1% más rico se han duplicado, las del 0,1% más rico se han triplicado y las del 0,01% más ricos se han cuadruplicado. Durante ese tiempo, el 90% restante ha perdido más del 5% de rentas.
El economista Paul Krugman ha denunciado desde hace mucho esta máquina de hacer desigualdades que amenaza la economía, la cohesión social, incluso la democracia. Mientras que hasta ahora la consideraba como herética, la Ocde está convirtiéndose a la tesis. En su último informe sobre la economía americana, la organización subraya que “las desigualdades de rentas y la pobreza son allí de las más elevadas de toda la zona Ocde.” (…)
Para disminuir a la vez las desigualdades de rentas y las distorsiones de la asignación de los recursos, sería necesario limitar progresivamente los gastos fiscales que favorecen las altas rentas de forma desproporcionada”. Esto significa una pequeña revolución para una institución hasta ahora defensora de la ortodoxia.
Pero los bancos navegan por él sin grandes dificultades. La conclusión de la investigación realizada por el Barclays ilustra en qué medida la evasión fiscal, la mentira, la corrupción son ya factores normales en el mundo bancario: “Como se puede esperar para un cliente de la naturaleza de Ziad, sus haberes son guardados por medio de estructuras off shore, aunque sea, él y no un trust, el beneficiario directo de cada una (…). Debido a su residencia [fiscal] en París, la estructura de sus propiedades de activos es un poco compleja”, observaba el Barclays, antes de concluir que el nuevo préstamo pasaría por una estructura en las Islas Vírgenes.
Pero hace tiempo que los bancos han aprendido a cerrar los ojos. Tras haber acogido desde comienzos de los años 1970, a los dictadores africanos o de los países subdesarrollados que reconvertían (en semanas o incluso horas) en haberes personales los créditos obtenidos por su país, dejando las deudas a su población, han abierto los brazos a todos a partir de los años 1980, a favor de la liberalización de los mercados de capitales y de la bajada de los impuestos, queridos por Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Sean fundadores de Silicon Valley, propietarios de grandes grupos, deportistas, oligarcas rusos o narcotraficantes, todos son bienvenidos.
Son el 1% beneficiario de la mundialización. En un segundo estudio sobre las desigualdades, la fundación Tax Justice Network recuerda los trabajos del economista Thomas Piketty, de la escuela económica de París, y de Emmanuel Sáez, de la Universidad de Berkeley, sobre las rentas en los Estados Unidos entre 1980-2010. Durante ese período, las rentas del 1% más rico se han duplicado, las del 0,1% más rico se han triplicado y las del 0,01% más ricos se han cuadruplicado. Durante ese tiempo, el 90% restante ha perdido más del 5% de rentas.
El economista Paul Krugman ha denunciado desde hace mucho esta máquina de hacer desigualdades que amenaza la economía, la cohesión social, incluso la democracia. Mientras que hasta ahora la consideraba como herética, la Ocde está convirtiéndose a la tesis. En su último informe sobre la economía americana, la organización subraya que “las desigualdades de rentas y la pobreza son allí de las más elevadas de toda la zona Ocde.” (…)
Para disminuir a la vez las desigualdades de rentas y las distorsiones de la asignación de los recursos, sería necesario limitar progresivamente los gastos fiscales que favorecen las altas rentas de forma desproporcionada”. Esto significa una pequeña revolución para una institución hasta ahora defensora de la ortodoxia.
Países deudores que son acreedores. Pero el precio de esta opacidad financiera y estas desigualdades no se detiene ahí. Estas disparidades se hacen cada vez menos tolerables en el momento en que sólo se habla de recesión, de deudas, de recortes en los presupuestos sociales y de educación. James Henry ha hecho el cálculo: sobre la base de un rendimiento del 3%, las rentas de los miles de millones disimulados al fisco, si fueran impuestas al 30%, reportarían entre 155 y 225 mil millones de euros a los gobiernos.
Esas sumas, por su parte, faltan primero a los países no occidentales. La evasión que han conocido América latina, África o Asia desde hace más de treinta años es espectacular.
“Los 139 países de rentas más bajas en el mundo que son considerados como tradicionalmente deudores netos, muestran, según las estadísticas oficiales, una deuda externa de 4,9 billones de euros, a finales de 2010. Pero si las reservas en divisas extranjeras y las cuentas exteriores, incluyendo off shore, de sus ricos ciudadanos son incluidas, la imagen se invierte totalmente: son acreedores netos del resto del mundo por entre 12,2 y 15,8 billones de euros. El problema es que los activos están en manos de un pequeño número de individuos ricos mientras que la deuda es soportada por el conjunto de la población de su país”, señala James Henry.
Las grandes fortunas y los bancos han llegado a un nivel de poderío tal que ellos organizan el sistema en su único beneficio, exigiendo a los políticos los mejores servicios y las mejores protecciones, sin aceptar pagar el precio, como insiste Thomas Piketty. Al mismo tiempo, son los mismos que, a través de los bancos, de los hedge funds, de los fondos de inversión, gracias a las masas de capitales que han acumulado durante estos tres decenios, organizan la desestabilización de la zona euro, y protestan contra la amplitud de las deudas.
En el momento en que Europa corre a su ruina, en que incluso los gastos sociales y de educación son considerados como lujos insoportables, la cuestión de la recuperación del control de esos agujeros negros financieros organizados por las finanzas no puede ser eternamente diferida.
Esas sumas, por su parte, faltan primero a los países no occidentales. La evasión que han conocido América latina, África o Asia desde hace más de treinta años es espectacular.
“Los 139 países de rentas más bajas en el mundo que son considerados como tradicionalmente deudores netos, muestran, según las estadísticas oficiales, una deuda externa de 4,9 billones de euros, a finales de 2010. Pero si las reservas en divisas extranjeras y las cuentas exteriores, incluyendo off shore, de sus ricos ciudadanos son incluidas, la imagen se invierte totalmente: son acreedores netos del resto del mundo por entre 12,2 y 15,8 billones de euros. El problema es que los activos están en manos de un pequeño número de individuos ricos mientras que la deuda es soportada por el conjunto de la población de su país”, señala James Henry.
Las grandes fortunas y los bancos han llegado a un nivel de poderío tal que ellos organizan el sistema en su único beneficio, exigiendo a los políticos los mejores servicios y las mejores protecciones, sin aceptar pagar el precio, como insiste Thomas Piketty. Al mismo tiempo, son los mismos que, a través de los bancos, de los hedge funds, de los fondos de inversión, gracias a las masas de capitales que han acumulado durante estos tres decenios, organizan la desestabilización de la zona euro, y protestan contra la amplitud de las deudas.
En el momento en que Europa corre a su ruina, en que incluso los gastos sociales y de educación son considerados como lujos insoportables, la cuestión de la recuperación del control de esos agujeros negros financieros organizados por las finanzas no puede ser eternamente diferida.
Fuente: Miradas al Sur
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