jueves, 28 de mayo de 2009

EL CORDOBAZO, 40 AÑOS DESPUES...


Para que recordamos, cuando han pasado cuarenta años, aquel 29 de mayo de 1969 cuando estalló aquella revuelta política y social que se llamó Cordobazo. Por qué volvemos a traer a la memoria esas jornadas que vivimos los argentinos entre dictadores y utopías.

Ahora sabemos que el Cordobazo marcó un antes y un después en la historia nacional. Fue quizá, la primera gran batalla callejera de la Argentina de masas, para defender el modelo de desarrollo económico nacional que la hizo ser, allá por los años sesenta,la década vital como diría Hobsbawm, uno de los países mas equitativos de Latinoamérica y del mundo, con los más altos niveles de distribución del ingreso, de empleo, de educación, con una clase trabajadora bien paga e instruida.

El Cordobazo, fue una insurrección de autodefensa. Pero también abrió la puerta a una utopía donde el cambio era posible. Aquellos obreros y estudiantes que levantaban barricadas humeantes en la mediterránea provincia de Córdoba, defendían la democracia torturada por la séptima dictadura del siglo.

Cientos de jóvenes y dirigentes animados por la experiencia de la revolución cultural de la China de Mao Tse -Tung, el Mayo Francés y la Primavera de Praga, la Guerra de Vietnam, las luchas de liberación en Argelia, la Conferencia Episcopal de Sacerdotes para el Tercer Mundo en Medellín - que expresaba "la opción preferencial por los pobres" - la masacre de Tlatelolco en México y el asesinato del Che Guevara en Bolivia, marcarían en cierto modo las luchas populares en Argentina.

El Cordobazo fue, un sueño de unidad nacional, con una fuerte alianza entre los obreros y la clase media, con sus estudiantes, sus artistas, sus intelectuales.

A partir de aquel 29 de mayo de 1969, nada fue igual. Ni el poder dictatorial, que fue cuestionado en su hegemonía por primera vez, ni los intelectuales, ni los trabajadores, ni los burócrtas, ni los dirigentes políticos, ni la prensa, ni las iglesias, ni el poder económico, ni las fábricas, ni las escuelas.

Todo cambió, hasta el pensamiento y el corazón de los argentinos, de los que están de un lado y de los que están del otro.

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