lunes, 18 de mayo de 2009
TUPAC AMARU, POR EL FIN DEL MAL GOBIERNO
La rebelión encabezada por Túpac Amaru fue el movimiento social más importante de la historia colonial del continente. Los planteos de Túpac, suenan tan actuales como sus reivindicaciones, y esto fue lo que dió paso a la formación del ejército rebelde más justo que haya pisado Latinoamérica.
De un lado, se encontraba la milenaria civilización incaica y sus herederos; que peleaban por lo que les pertenecía: sus tierras, sus derechos a una vida digna y su cultura. Del otro, la barbarie de los invasores, cuyo único dios estaba representado por el oro y la plata.
El viejo imperio incaico, al igual que gran parte del continente, resistió heroicamente el saqueo y el genocidio.
José Gabriel Condorcanqui Noguera, que pasaría a la historia como Túpac Amaru, nació el 19 de marzo del año 1740 en el pueblo de Surimaná, provincia de Tinta (actual Perú).
Túpac, fue quién presentó una petición formal ante las autoridades, para que los indios fuesen liberados del trabajo obligatorio en las minas. Denunciaba los esfuerzos inhumanos a que eran sometidos. Pedía también, que se pusiera fin a los obrajes, verdaderos campos de concentración donde se obligaba a hombres y mujeres, ancianos y niños a trabajar sin descanso.
La insensible Audiencia de Lima, compuesta en su mayoría por encomenderos y mineros explotadores, ni siquiera se dignó a escuchar sus reclamos.
Túpac se fue dando cuenta que la única solución pasaba por tomar medidas más radicales y así comenzó a gestar la insurrección más extraordinaria de la que tenga memoria esta parte del continente.
Los pobres, los niños famélicos, viejos con la salud arruinada a causa del polvo y el mercurio de las minas, las mujeres que se resistían a ver morir a su hombres y a sus hijos en horrendas agonías, absolutamente todos comenzaron a formar parte del ejército libertador.
El primer paso fue el acopio de armas de fuego, que se encontraban vedadas a los indígenas. Abuelos y nietos se dedicaron a la fabricación de armas blancas pelando cañas. Las mujeres tejían maravillosas mantas, siendo una de ellas adoptada como bandera por el ejército rebelde con los colores del arco iris.
Por donde pasaba el ejército de Túpac Amaru, se acababan la esclavitud, la mita y la explotación de los seres humanos.
El programa esgrimido por la rebelión decía:
Supresión de la mita.
Eliminación de los obrajes.
Anulación del reparto de los corregidores.
Abolición de todos los impuestos.
Liberación de los esclavos que se sumaran a la rebelión.
Finalmente y después de sufrir la traición de su lugarteniente y compadre Francisco Santa Cruz, Túpac fue arrestado y trasladado a Cuzco, en donde fue sometido a las más aberrantes torturas durante varios días.
Al jefe rebelde le fueron atadas las muñecas a los pies. En la atadura que cruzaba los ligamentos de manos y pies fue colgada una barra de hierro de 100 libras e izado su cuerpo a 2 metros del suelo, lo que le causó el dislocamiento de uno de sus brazos.
La condena, también alcanzó a toda su familia recomendando a su vez, que fuera exterminada toda su descendencia hasta el cuarto grado de parentesco.
Dice un relato oficial sobre las ejecuciones: "Acompañados de los sacerdotes que los auxiliaban, y custodiados de la correspondiente guardia, llegaron al pie de la horca, y se les dieron por medio de los verdugos, las siguientes muertes.
A Francisco Túpac Amaru , tío del insurgente y a su hijo Hipólito, se les cortó la lengua antes de arrojarlos de la escalera de la horca. A Micaela Bastidas, su mujer, se la ahorcó llanamente habiendo el indio visto todo con sus propios ojos.
Cerró la función el rebelde José Gabriel, a quién se le sacó a media plaza; allí le cortó la lengua el verdugo, y despojado de los grillos y esposas, lo pusieron en el suelo. Le ataron las manos y pies a cuatro lazos , y asidos estos a las cinchas de cuatro caballos, tiraban a cuatro distintas partes: espectáculo nunca antes visto en esta ciudad.
El verdugo recibió la orden de cortarle la cabeza, como se ejecutó. Después se condujo el cuerpo debajo de la horca, donde se le sacaron los brazos y los pies que fueron enviados, junto con los miembros de Bastidas a diferentes pueblos."
Las heroicas muertes de José Gabriel Condorcanqui, sus compañeros y su familia, a pesar de su brutalidad, no pudieron poner fin a la rebelión. Sus parientes, Diego Andrés Túpac Amaru y Miguel Bastidas entre otros continuaron la lucha. Pero esa es otra historia.
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