domingo, 10 de mayo de 2009

JOSIMO MORAIS TAVARES, MARTIR DE LA PASTORAL DE LA TIERRA EN BRASIL


Asesinado el 10 de mayo de 1986 por el latifundio, mártir de la pastoral de la tierra, sacerdote, en Imperatriz (Brasil). Sacerdote negro, de 33 años. Párroco de São Sebastião de Tocantíns, en Goiãs. Asesinado a balazos por la espalda en la ciudad de Imperatriz. Un mes antes sobrevive milagrosamente a un atentado. Conoce la cárcel. Y su trayectoria, tras las huellas de Jesús, sólo puede terminar en el martirio.

Desde pequeño, solo con su madre, abandonados por el padre y con la única hermanita muerta, parten hacia Xambóia, huyendo de las inundaciones de Pará. Es casi un niño cuando decide ser sacerdote. Ingresa en el seminario y termina su formación en Petrópolis, donde aprende la teología del padre Leonardo Boff. Es ordenado sacerdote en 1979, en Xambóia, donde trabaja con jóvenes y campesinos y es responsable de la pastoral diocesana de conjunto. Ya en São Sebastião, es Coordinador de la Comissão Pastoral da Terra, CPT, de la diócesis de Tocantinópolis. Infatigable, ayuda a los campesinos a organizar sus sindicatos y a exigir la reforma agraria, recién aprobada por el gobierno. Cada pequeña victoria de los campesinos acrecienta el odio de los terratenientes. Seguro de su muerte, el 27 de abril, ante la asamblea diocesana, Josimo sereno, simple, casi alegre, expone las causas por las que es perseguido.

Entre otras cosas, dice: "Yo hice mía la pastoral que me ha comprometido, por la fuerza del Evangelio, con la causa de los pobres, de los oprimidos, de las víctimas de la injusticia. El discípulo no es mayor que su maestro: Si a mí me persiguieron, también los perseguirán a ustedes. Estoy luchando junto a los agricultores pobres y sin defensa, oprimidos por las garras de los latifundistas. Si yo me callo ¿quién los defenderá?" Sus últimas palabras, antes de morir, en cambio, son para su madre, doña Olinda: "¡Cuiden de ella! No la dejen sola." Los obispos hablan con el presidente Sarney para pedir protección después del atentado de Josimo. Pero es necesario que él muera para que el Brasil entero conozca la Unión Democrática Rural, UDR, organización latifundista, con sus propios y siniestros servicios armados y apoyo oficial en ciertos estados, responsable de la muerte del sacerdote.

Cuatro mil campesinos, cien religiosos, cincuenta sacerdotes, diez obispos acompañan el cuerpo de Josimo al cementerio. Dom Pedro Casaldáliga, obispo de São Félix do Araguaia, dice entonces: "La tierra de Goiãs, fecundada por la sangre de Josimo, de tantos campesinos, por las lágrimas de tantas madres, viudas, huérfanos va a producir maravillosos frutos de Evangelio".

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