Entrevista a Juan Carlos Monedero, politólogo español.
Por Eduardo Anguita *
–Hay una situación muy particular en la Europa continental pero también ahora en las islas británicas. ¿Por dónde empezamos? –Hay algo que las une, el desmantelamiento de la fibra política de los Estados sociales y democráticos de derecho construidos en Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Si esa fue una guerra ideológica, donde una derecha que se había hecho fascista fue derrotada y permitió construir moralmente lo que es la Europa de las clases medias con valores republicanos, comprometida con lo público, esa Europa es la que se está disolviendo. Y esa disolución implica que el sector financiero se hace cargo de lo político con su lógica depredadora y, de la misma manera, los medios de comunicación que están muy vinculados con ese sector financiero, pues entienden que no tienen ningún tipo de límite para satisfacer sus cuentas de resultados. Un banquero puede tumbar un país, puede derribar una moneda y un medio de comunicación puede acabar con los derechos humanos. Todo forma parte de la misma lógica demoledora en la que está la vieja Europa.–¿Y dónde están esos sectores que culturalmente crecieron con lo público, lo diverso, lo participativo, lo integrador, con principios de igualdad, con sindicatos, con derechos? ¿Son protagonistas y no los estamos viendo porque solamente abrimos los portales de los grandes medios o se han debilitado esos sujetos colectivos?–Acabo de regresar de Venezuela y la visita me ha permitido pensar mi país y mi continente desde afuera. Me daba cuenta que el problema principal de Europa es su falta de memoria. Europa se olvida de muchas cosas y se olvidó que las clases medias se construyeron, por ejemplo, pagando impuestos. Europa se olvidó que tenía que pagar impuestos y decidió votar, en los finales de los setenta, a Margaret Hilda Thatcher. Cuando Europa se olvida de que las luchas de ayer son los derechos de hoy y que las luchas de hoy son los derechos de mañana, pues está siendo su propia sepulturera. No se da cuenta que desde mayo del ’68 no hay acción colectiva en Europa. Los sectores que tienen la capacidad de incidir siguen como un viejo topo, diría Marx, horadando por debajo del suelo, mientras que esos sectores públicos, sindicatos, partidos políticos de izquierda, movimientos sociales se relajaron y ese relajo nos trae lo que hay actualmente. Mi pregunta ¿existen? Te diría que han empezado a existir porque a la fuerza ahorcan. Pero fíjate que los movimientos sociales están funcionando al margen de los sindicatos y de los partidos políticos. Movimientos como el 15-M en España están trastocando de alguna manera todo el panorama político de España. Movimientos como el de Grecia ocurren más allá de los sindicatos, de los partidos y de los teóricos. Porque los pueblos no esperan a los teóricos y desgraciadamente tampoco esperan a unos sindicatos y a unos partidos que se han olvidado de sus orígenes.–¿No corre un riesgo de caer en una visión romántica cuando va a Venezuela por la angustia que le produce ver ese Viejo Continente desde una visión un poco ingenua de lo que está pasando en Latinoamérica?–Un optimista es un idiota simpático y un pesimista es un idiota antipático. Una manera de no ser idiota, lo que nos queda, es ser optimistas trágicos o pesimistas. Yo soy consciente de la multiplicidad de problemas que hay en América latina. Sabemos que los tiempos son oscuros. En el caso de Venezuela, he sido siempre muy crítico de lo que yo llamé hiperliderazgo. Las transacciones en ese país dependen en exclusiva de lo que hace el presidente Chávez. Hace tres días estaba en un programa en Caracas en la televisión pública y llamó el presidente para decirme “Juan Carlos, tenías razón hace dos años cuando planteaste el tema del hiperliderazgo, los procesos no pueden ser dirigidos por una sola persona. Tengo que aprender a delegar, lástima no haber escuchado”. Esas cosas me dan optimismo: cuando los pueblos son conscientes de sus problemas, empiezan a dar los pasos para su solución. Sin olvidarme que el Norte siempre busca como salida que la crisis la pague el Sur. América latina siempre va a estar sujeta a esas necesidades de Estados Unidos o de Europa de que la región pague nuestro bienestar.
*Del programa Hoy más que nunca
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