Elección presidencial. El arrasador triunfo de Cristina Kirchner abrió no pocos interrogantes sobre las razones de un fenómeno con pocos antecedentes en la historia del país. Aquí, de la mano de dos consultoras, algunas hipótesis para aproximarse al tema.
Por Gabriel Bencivengo y Graciela Pérez
¿Cuáles son los factores que determinaron el masivo apoyo a Cristina Kirchner? ¿Cuánto pesaron las medidas de gobierno y la marcha de la económica? ¿Cómo evalúan sus votantes las características personales de la Presidenta y su estilo? ¿En qué medida sus electores están cruzados por los debates públicos? ¿Cómo influyen las cuestiones simbólicas con relación al voto? Se trata, sin duda, de interrogantes cuyas respuestas trascienden los habituales pronósticos sobre intención de voto. Con el objetivo de ensayar algunas hipótesis, Miradas al Sur recurrió a las consultoras Enovu Innovación Política e Ibarómetro. Aquí, los resultados.
Apuntes previos. Una aproximación, aunque tentativa y transitoria, la constituye el trabajo realizado por Manuel Hernández, Diego Villanueva, Esteban Berasueta y Demián Abramowicz, integrantes de Enovu. El relevamiento, concretado poco antes de la elecciones –sobre la base de 2.000 entrevistas a bonaerenses que manifestaron su intención de votar a Cristina Kirchner– aporta pistas concretas sobre qué piensan los electores que apoyaron un proyecto político que irá por un tercer período consecutivo.“Son muchas las cuestiones que influyen en el voto, más allá de la adhesión a las medidas concretas de un gobierno. El nuestro no fue un trabajo de predicción. Lo que intentamos es definir al votante. Lo económico, el modelo K, el interés de la gente por la política, la economía, las característica personales de la Presidenta, el estilo de su gobierno y temáticas públicas como inflación, inseguridad y pobreza son las variables que se tuvieron en cuenta”, explica Hernández.Similar es la visión de la gente de Ibarómetro. “No hay un sola causa que explique la decisión de los electores de votar por Cristina Kirchner. Sin embargo, y aun a riesgo de caer en simplificaciones, se trató de un voto esencialmente positivo. A diferencia de la Alianza, que fue votada porque no había otra propuesta, en este caso el voto se explica por al menos tres motivos: la economía, el liderazgo y la cultura política a la que apeló el discurso de la Presidenta”, señala Ignacio Ramírez, integrante de la consultora.
La batalla cultural. El conjunto de factores evaluados, según los responsables del trabajo de Enovu, explican el voto de nueve de cada diez personas que expresaron su adhesión a la reelección de la Presidenta. La indagación no es menor. Consiste, en definitiva, en bucear en un hecho sin antecedentes desde el restablecimiento de la democracia y sólo comparable, si se exceptúan la segunda y tercera presidencias de Juan Domingo Perón, a la reelección de Hipólito Yrigoyen.“Entre los factores determinantes sobresalen las medidas de gobierno, su estilo y la marcha de la economía”, asegura Hernández. Pero también un cuarto aspecto, que los responsables de la encuesta califican como “fundamental” y que suele englobarse como modelo K. “Se trata de los sentidos simbólicos asociados a las decisiones de gobierno”, explica Hernández. La cuestión, que califica como “clave”, se ubica en el complejo campo donde se entrecruzan los discursos y se dirimen los significados.“Es allí donde el kirchnerismo logró una ventaja que le permitió construir un triunfo que, a nuestro juicio, trasciende la coyuntura y le permite revitalizar constantemente las decisiones tomadas. Hay, en definitiva, una construcción política que trasciende la gestión”, agrega Abramowicz. El rol del Estado, los derechos humanos, el posicionamiento frente a las corporaciones y la protesta social, al igual que la distribución de la riqueza, son algunas cuestiones que alimentan el entramado donde se ponen en juego valores, actitudes y opiniones; muchas veces de manera fragmentaria y contradictoria, pero siempre determinantes a la hora de votar.“Esa batalla ha entrado en la sociedad. Ese modelo K tiene hoy más visibilidad. Incluso ha entrado en el interior de la provincia de Buenos Aires”, destaca Hernández. También las conclusiones de Ibarómetro apuntan a “la batalla cultural”. Según Ramírez, “las investigaciones de nuestra consultora no acreditan que la gente haya votado con el bolsillo. Las causas son más heterogéneas, simbólicas y culturales”.
Críticas y elogios. Sería iluso pensar que nada tiene el electorado que votó la fórmula del FpV para reclamar. El trabajo de Enovu no dejó de lado los tópicos más transitados por los medios de comunicación y que, en la práctica, responden a cuestiones muy instaladas en el debate público: inseguridad, pobreza e inflación. Con relación a la primera cuestión, el 72 por ciento de los votantes de la Presidenta consideró que es uno de los principales problemas que afectan al país. En el mismo sentido se pronunció el 60 por ciento con respecto a la pobreza y el 50 por ciento con relación a la inflación.Según las conclusiones, las demandas –que coinciden con las manifestadas por los no votantes de Cristina Kirchner– no pesaron lo suficiente como para inclinar la balanza en favor de la oposición. Los datos hablan: el 52 por ciento de los encuestados por Enovu respondió que el Gobierno “recuperó el rol del Estado en beneficio de la sociedad”; porcentaje similar al que consideró que “el Gobierno trabaja por los derechos humanos” y “contra la corporaciones que no le han hecho bien a la sociedad”. Un 45 por ciento se manifestó de acuerdo con la proposición que sostiene que “el Gobierno promueve la distribución de la riqueza en beneficio de los que menos tienen”.
Liderazgo y medidas. ¿Hasta dónde ponderan quienes votaron la fórmula del FpV la personalidad de la Presidenta? Según Enovu, sus atributos pesaron mucho más que su pertenencia partidaria, política o ideológica. Sobre el total de encuestados, el 64 por ciento aseguró que a la hora de decidir no tiene en cuenta el partido político al que pertenece el candidato. “El dato apoya la hipótesis de la inestabilidad del voto”, completa Hernández. En los hechos, el análisis detallado de los votantes de Cristina Kirchner señala que una inmensa mayoría considera importante su confiabilidad (76 %) y su capacidad para liderar toma de decisiones (65 %).Si el liderazgo –basado en su confiabilidad y capacidad– son rasgos destacados por sus electores, la adhesión de esos mismos votantes a las medidas de Gobierno es menos contundente, pero pesó más a la hora de concurrir a las urnas. El trabajo puso a consideración decisiones de alto impacto, como la estatización de las Afjp, la implementación del Fútbol para Todos, la Asignación Universal por Hijo (AUH) y la sanción de la ley de medios, entre otras. En todos los casos, los niveles de aprobación oscilaron en torno del 50 por ciento, con un pico de 58 puntos porcentuales para la AUH.
Pistas y despistes. El trabajo de Enovu no sólo aporta pautas que explican una victoria del Gobierno tan contundente como el tsunami que arrasó con una oposición raquítica y fragmentada. “Pusieron el acento en factores no tan relevantes, como las supuestas características personales de la Presidenta, a las que cargaron de un signo negativo. El tema del luto, que podría asociarse a esa características, no pesó en la decisión de los votantes”, completa Abramowicz. Algo similar revela la encuesta con relación a la recurrente cuestión de la crispación que habría derramado sobre el cuerpo social el estilo K.También Ramírez pone el acento en los desaciertos de la oposición. “Algunos candidatos hicieron hincapié en la falta de libertad, y esto es algo que la gente no ve así. Las personas notan que hay más inclusión, más igualdad y, por ende, más libertad. Además, los partidos del arco opositor carecen de identidad. Binner, que efectivamente creció desde las primarias, cultiva un tipo de oposición optimista sobre el presente, que sintonizó un poco mejor con la realidad. El crecimiento final fue resultado de la hemorragia que sufrieron Duhalde y Carrió. El contrato, en estos casos, fue posicional, pero no ideológico”, analiza Ramírez.¿El gobierno kirchnerista es resentido o autoritario? Los datos recogidos por Enovu indican que un 33 por ciento de los votantes de la Presidenta respondieron por la afirmativa, mientras que el 36 por ciento se mostró en desacuerdo, al tiempo que un 26 por ciento dijo no estar de acuerdo ni en desacuerdo. Cuando los entrevistados fueron interrogados sobre si el Gobierno ha divido a la sociedad, los porcentajes por la afirmativa son similares: un 38% respondió afirmativamente, mientras que un 30% lo hizo por la negativa.
Voto bolsillo. En la década del ’90 lo llamaron voto licuadora. Hoy, algunos apelan a la palabra plasma para simbolizarlo. ¿En qué medida el factor económico fue un elemento clave en la decisión que adoptaron los que se decidieron por la continuidad? En contra de la teoría del “viento de cola”, el 65% de los encuestados por Enovu consideró que el Gobierno tuvo algo que ver con la actual situación económica de su familia. En otras palabras: que no cualquier gobernante da lo mismo.Cuando se le preguntó a los entrevistados si durante el último año la situación de su familia mejoró, sigue igual o empeoró, el 75 por ciento se inclinó por responder que mejoró o se mantiene igual, al tiempo que poco más del 70 por ciento consideró que mejorará o seguirá igual con Cristina Kirchner al frente del Gobierno. “Para nosotros, en el contexto de la crisis internacional, estas respuestas tienen una connotación positiva”, señala Hernández. “La mirada de los votantes del FpV es de esperanza. La gente espera que se profundice el modelo y el crecimiento económico”, completa Ramírez
Tres factores. Según el relevamiento de Ibarómetro, son esencialmente tres las causas que explican el voto a Cristina Kirchner. “En primer lugar está la cuestión económica. En este caso juegan un papel importante las expectativas de crecimiento. Esto se relaciona con la posibilidad de trabajar y con una mirada esperanzadora sobre el futuro personal y del país”, dice Ramírez. Otro de los aspectos destacados es el liderazgo. “En este caso, se conjugan elementos ligados a la valentía y la fuerza; pero también a la racionalidad, al peso intelectual y a la capacidad técnica”, subraya.El tercero de los factores, según el trabajo de Ibarómetro, es la cultura política. “Hay un patrimonio de valores compartidos. La intervención de la economía y el posicionamiento hacia América latina, en detrimento de los países centrales, hablan de la construcción de una identidad. El valor del Estado y la búsqueda de la igualdad, que es la esencia del peronismo, pesaron en la elección”, puntualiza Ramírez.
Identidad y militancia. Otra cuestión sobre la que avanzó Enovu se relaciona con el interés que demuestran los votantes de la Presidenta por la política. El dato cobra valor si se compara con los años ’90, cuando la militancia y la discusión políticas eran poco menos que hechos disfuncionales. Según la encuesta, el 76 por ciento de los votantes captados por Cristina Kirchner afirma que en su casa se habla mucho de política.“El dato es interesante. En los noventa, el modelo neoliberal había entrado. Hoy, la gente reconoce que las cuestiones políticas le interesan mucho. En este punto, cabe destacar que el kirchnerismo suele adjudicarse ese voto. Sin embargo, nuestro relevamiento indica que no se trata de un factor determinante del voto. Esas personas pueden votar a cualquier otro candidato”, puntualiza Berasueta. Desde la óptica de Ramírez, “la efervescencia militante, si bien no es masiva, tiene un pacto significativo y contribuyó a inyectarle una identidad ética al kirchnerismo, que es una carencia de la oposición. Los partidos opositores carecen de identidad”, señala el integrante de Ibarómetro.
• La elección del campo y el fin de los agrodiputados. El voto agropecuario nuevamente se inclinó por el futuro. Las elecciones demostraron que el escenario del 2009 cambió. Sólo dos años pasaron de la legislativa en la que el ruralismo consiguió una representación de doce diputados nacionales. Esta vez, los sectores del campo sumaron sólo un diputado nacional. Se trata del ex vicepresidente primero de la Federación Agraria Argentina (FAA), Omar Barchetta, quien se postuló como tercer candidato por el socialismo santafecino. En el camino quedó Mario Llambías, ex titular de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), que se presentó como primer candidato por la Coalición Cívica.“Los sucedido demuestra que terminó el tiempo de incorporarse a la política y que también terminó la moda de los dirigentes agropecuarios”, interpretó Eduardo Buzzi, presidente de FAA. En los hechos, la Mesa de Enlace no pareció interpretar un voto que ya en agosto se presentaba esquivo. Los resultados devolvieron a la realidad a muchos dirigentes como Buzzi. En Córdoba –donde se produce el 25% de la soja–, el kirchnerismo obtuvo el 37%; en Santa Fe –que produce el 20%– sumó el 42%, y en Buenos Aires –que concentra el 32%–, el kirchnerismo cosechó el 56% de los votos.Un caso paradigmático es Llambías, que en su pueblo natral, General Belgrano, obtuvo el 7,07% de los votos, más del doble que en el promedio provincial, pero insuficiente para empujar su ingreso en Diputados. La lista de Llambías salió última en la provincia, y el primer lugar fue para el Frente para la Victoria, que postuló al tope de la nómina al ministro de Agricultura, Julián Domínguez, funcionario que consiguió ablandar a la Mesa de Enlace y obtuvo el 54,09 por ciento.
Rentabilidad. El voto del campo, según Buzzi, está en el hombre del interior, pero también “en algunos chacareros que votaron a Cristina”. En los hechos, los precios de la soja hacen que el productor mantenga una buena rentabilidad: “El 35 por ciento de las retenciones está disimulado por los fenomenales valores internacionales. Nadie vota en tiempo pasado”, sentenció el líder de los federados. Está claro: los precios FOB para los meses de mayor comercialización respecto de los valores de 2010 registran aumentos interanuales del 35 por ciento para la soja y del 80 por ciento para el maíz.Según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), las buenas cotizaciones hicieron que el valor bruto de la producción, que se contabiliza valuando las cantidades producidas para cada cultivo a los precios internacionales respectivos, daría unos 40.800 millones de dólares, lo que representaría un aumento del 50 por ciento respecto del valor obtenido durante la campaña 2009-2010.Una consecuencia de esto se pudo ver en Pergamino, cuyas tierras son las más aptas para la producción sojera. El 45 por ciento de los votantes eligió la fórmula presidencial del Frente para la Victoria. La ciudad tiene unos 110.000 habitantes, de los cuales 2.000 son productores. El voto positivo fue dado por el comerciante, el vendedor de maquinarias agrícola, de fertilizantes... En resumen, por la agroindustria. La misma que en el 2008 estuvo con el campo y que hoy prefirió otro camino.
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