PREMIARON A UNA DEFENSORA DE LOS DERECHOS HUMANOS DE YEMEN Y A DOS DE LIBERIA, INCLUYENDO A LA PRESIDENTA
Nobel de la Paz para tres mujeres africanas
Tawakul Karman, líder de protestas antigubernamentales en Yemen; Leymah Gbowee, activista contra las violaciones durante la guerra civil liberiana, y Ellen Johnson Sirleaf, la primera presidenta mujer elegida democráticamente en Africa.
Por Daniel Howden *
El Premio Nobel de la Paz les fue concedido conjuntamente ayer a tres mujeres defensoras de los derechos humanos, dos de ellas de Liberia y una de Yemen, actualmente con problemas. El Comité en Noruega dividió el premio entre Tawakul Karman, que se reveló durante la Primavera Arabe en líder de protestas antigubernamentales en Yemen; Leymah Gbowee de Liberia, quien luchó contra las violaciones por parte de los soldados durante la guerra civil, y su compatriota Ellen Johnson-Sirleaf, la primera presidenta mujer elegida democráticamente en Africa.
La citación del Nobel elogió la “lucha no violenta por la seguridad de las mujeres y por los derechos de las mujeres” del trío. “No podemos lograr la democracia y la paz duradera en el mundo a no ser que las mujeres obtengan las mismas oportunidades que los hombres para influenciar los desarrollos en todos los niveles de la sociedad”, decía.
Las tres mujeres compartirán el premio y los diez millones de coronas suecas (casi 1,5 millón de dólares) con los que está dotado el Nobel de la Paz. Las liberianas y la yemení no se conocen y se verán por primera vez durante la ceremonia del 10 de diciembre. El nombre de Karman fue una sorpresa también para los expertos.
Sorprendente resultó quizá para muchos también la edad de dos de las premiadas, que no llegan a los 40 años. Su labor, sin embargo, ha obtenido más resultados que el que consiguieron muchos activistas a lo largo de toda su vida.
El anuncio fue un apoyo a la Primavera Arabe que recorrió el norte de Africa y Medio Oriente y las noticias de ello le llegaron a Karman en un campo de protestas, donde los manifestantes han estado durante meses pidiéndole al presidente de Yemen que renuncie. Ella dijo que era “una victoria para la Primavera Arabe y una señal de que los dictadores debían irse”.
El presidente del Comité del Nobel, Thorbjoern Jagland, dijo: “Hemos incluido a la Primavera Arabe en este premio, pero lo hemos puesto en un contexto particular. Es decir, si uno no incluye a las mujeres en la revolución y en las nuevas democracias, no habrá democracia”. Era otra incursión en la política sensible por parte del comité en Oslo que fue acusado por China el año pasado de interferir en sus asuntos políticos al elegir al disidente Liu Xiaobo. La decisión de este año de premiar a Johnson Sirleaf sólo cuatro días antes de que comience una pareja votación en Liberia también produjo alguna controversia en Africa occidental.
Su principal rival para la presidencia liberiana, Winston Tubman, dijo que el comité “estaba equivocado al dar el premio” y la describió como una “belicista” por su supuesto apoyo del caudillo Charles Taylor. Los votantes irán a las urnas el próximo martes en el país fundado en 1847 por esclavos estadounidenses liberados, en la costa atlántica del Africa occidental, cuyo nombre significa “país de la libertad”. En su territorio, sin embargo, nadie pudo ser libre durante mucho tiempo. Los crímenes contra la humanidad fueron pan de cada día durante casi 15 años bajo el régimen de Charles Taylor. Es apenas la segunda elección desde que el país surgió de la guerra de 14 años que dejó 200.000 muertos y la estructura de Liberia se sacudió.
Jonhson-Sirleaf respondió al premio ayer: “Creo que tanto Gbowee como yo aceptamos esto en nombre del pueblo de Liberia”, dijo en la escalinata de su residencia en Monrovia. “Esto me compromete más para trabajar para la reconciliación.”
La menos conocida de las dos laureadas liberianas, Gbowee, escuchó sobre el premio recién después de aterrizar en Nueva York, donde planea promocionar sus memorias, Mighty Be Our Powers (Poderosos sean nuestros Poderes). La noticia alcanzó a Gbowee, de 39 años, en la forma de un mensaje de texto de una amiga que decía: “Nobel, Nobel, Nobel”. “El asunto es que cuando uno recibe una buena noticia la quiere compartir con alguien”, dijo a Reuters. “El tipo sentado a mi lado durante el vuelo de cinco horas, nunca nos hablamos, pero tuve que golpearlo en el hombro y decirle, señor, acabo de ganar el Nobel.”
Gbowee se hizo conocida en Liberia cuando instó a las esposas y novias de facciones en guerra a que les negaran tener sexo hasta que depusieran sus armas. Sus esfuerzos comenzaron en pequeña escala en un mercado de pescado donde condujo las oraciones y los cánticos para la reconciliación y la paz. La última vez que se había dado el Nobel de la Paz a una mujer fue en 2004, cuando se galardonó a la keniana Wangari Maathai, quien murió el mes pasado a los 71 años. Esa ocasión también había sido la última en que se había premiado a un africano.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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Nobel de la Paz para tres mujeres africanas
Tawakul Karman, líder de protestas antigubernamentales en Yemen; Leymah Gbowee, activista contra las violaciones durante la guerra civil liberiana, y Ellen Johnson Sirleaf, la primera presidenta mujer elegida democráticamente en Africa.
Por Daniel Howden *
El Premio Nobel de la Paz les fue concedido conjuntamente ayer a tres mujeres defensoras de los derechos humanos, dos de ellas de Liberia y una de Yemen, actualmente con problemas. El Comité en Noruega dividió el premio entre Tawakul Karman, que se reveló durante la Primavera Arabe en líder de protestas antigubernamentales en Yemen; Leymah Gbowee de Liberia, quien luchó contra las violaciones por parte de los soldados durante la guerra civil, y su compatriota Ellen Johnson-Sirleaf, la primera presidenta mujer elegida democráticamente en Africa.
La citación del Nobel elogió la “lucha no violenta por la seguridad de las mujeres y por los derechos de las mujeres” del trío. “No podemos lograr la democracia y la paz duradera en el mundo a no ser que las mujeres obtengan las mismas oportunidades que los hombres para influenciar los desarrollos en todos los niveles de la sociedad”, decía.
Las tres mujeres compartirán el premio y los diez millones de coronas suecas (casi 1,5 millón de dólares) con los que está dotado el Nobel de la Paz. Las liberianas y la yemení no se conocen y se verán por primera vez durante la ceremonia del 10 de diciembre. El nombre de Karman fue una sorpresa también para los expertos.
Sorprendente resultó quizá para muchos también la edad de dos de las premiadas, que no llegan a los 40 años. Su labor, sin embargo, ha obtenido más resultados que el que consiguieron muchos activistas a lo largo de toda su vida.
El anuncio fue un apoyo a la Primavera Arabe que recorrió el norte de Africa y Medio Oriente y las noticias de ello le llegaron a Karman en un campo de protestas, donde los manifestantes han estado durante meses pidiéndole al presidente de Yemen que renuncie. Ella dijo que era “una victoria para la Primavera Arabe y una señal de que los dictadores debían irse”.
El presidente del Comité del Nobel, Thorbjoern Jagland, dijo: “Hemos incluido a la Primavera Arabe en este premio, pero lo hemos puesto en un contexto particular. Es decir, si uno no incluye a las mujeres en la revolución y en las nuevas democracias, no habrá democracia”. Era otra incursión en la política sensible por parte del comité en Oslo que fue acusado por China el año pasado de interferir en sus asuntos políticos al elegir al disidente Liu Xiaobo. La decisión de este año de premiar a Johnson Sirleaf sólo cuatro días antes de que comience una pareja votación en Liberia también produjo alguna controversia en Africa occidental.
Su principal rival para la presidencia liberiana, Winston Tubman, dijo que el comité “estaba equivocado al dar el premio” y la describió como una “belicista” por su supuesto apoyo del caudillo Charles Taylor. Los votantes irán a las urnas el próximo martes en el país fundado en 1847 por esclavos estadounidenses liberados, en la costa atlántica del Africa occidental, cuyo nombre significa “país de la libertad”. En su territorio, sin embargo, nadie pudo ser libre durante mucho tiempo. Los crímenes contra la humanidad fueron pan de cada día durante casi 15 años bajo el régimen de Charles Taylor. Es apenas la segunda elección desde que el país surgió de la guerra de 14 años que dejó 200.000 muertos y la estructura de Liberia se sacudió.
Jonhson-Sirleaf respondió al premio ayer: “Creo que tanto Gbowee como yo aceptamos esto en nombre del pueblo de Liberia”, dijo en la escalinata de su residencia en Monrovia. “Esto me compromete más para trabajar para la reconciliación.”
La menos conocida de las dos laureadas liberianas, Gbowee, escuchó sobre el premio recién después de aterrizar en Nueva York, donde planea promocionar sus memorias, Mighty Be Our Powers (Poderosos sean nuestros Poderes). La noticia alcanzó a Gbowee, de 39 años, en la forma de un mensaje de texto de una amiga que decía: “Nobel, Nobel, Nobel”. “El asunto es que cuando uno recibe una buena noticia la quiere compartir con alguien”, dijo a Reuters. “El tipo sentado a mi lado durante el vuelo de cinco horas, nunca nos hablamos, pero tuve que golpearlo en el hombro y decirle, señor, acabo de ganar el Nobel.”
Gbowee se hizo conocida en Liberia cuando instó a las esposas y novias de facciones en guerra a que les negaran tener sexo hasta que depusieran sus armas. Sus esfuerzos comenzaron en pequeña escala en un mercado de pescado donde condujo las oraciones y los cánticos para la reconciliación y la paz. La última vez que se había dado el Nobel de la Paz a una mujer fue en 2004, cuando se galardonó a la keniana Wangari Maathai, quien murió el mes pasado a los 71 años. Esa ocasión también había sido la última en que se había premiado a un africano.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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