miércoles, 2 de noviembre de 2011

SE EXTIENDE LA OLA DE INSEGURIDAD



En la Argentina, 500 especies animales y 1.700 plantas están en riesgo. Sólo el 6% del territorio es área protegida.


Por Ana Belluscio


El avance de la frontera agrícola, la pérdida de su hábitat natural, la caza indiscriminada y los efectos del cambio climático son las principales amenazas para la flora y fauna argentina. Si bien el número de especies en peligro varía de acuerdo a las metodologías y parámetros que se utilizan para evaluar su presencia en el territorio nacional, las estadísticas indican que casi 500 animales y 1.700 plantas están en riesgo.A medida que la frontera agrícolo-ganadera se extendió y los campos fueron desmontados para dar lugar a sembradíos, distintas especies fueron desplazadas hacia zonas para las que no estaban adaptadas o fueron perseguidas porque cazaban los ganados. Un caso emblemático es el del yaguareté: según datos de la Fundación Vida Silvestre, en Argentina quedan menos de 200 ejemplares de este felino de gran tamaño distribuidos entre las provincias de Chaco, Formosa, Jujuy, Misiones, Salta y Santiago del Estero.De acuerdo con Carlos Fernández Balboa, Coordinador de Educación de la Fundación Vida Silvestre, existen además aproximadamente 500 especies de vertebrados amenazadas y “curiosamente las más amenazadas son aquellas cuyos hábitat se han destruido más fuertemente en los últimos 15 ó 20 años”. Pero, además, los efectos del cambio climático, catástrofes naturales como las de las cenizas del volcán Puyehue o la contaminación de las aguas y tierras como consecuencia de emprendimientos mineros comprometen su subsistencia.“En Argentina existen 18 ecorregiones”, explica Fernández Balboa, “y de ellas, las tres más amenazadas son la selva misionera, el pastizal pampeano y el Chaco, tanto el seco como el húmedo”, a los que también se les podría sumar la región fitogeográfica del monte, en la zona centro de la Argentina, y que abarca el norte de La Pampa, San Luis, Mendoza y parte el sur de Córdoba. En estos territorios disminuyen año a año las poblaciones de aves como el suri cordillerano y el pato serrucho, mamíferos como el tatú carreta, oso hormiguero, Pichiciego (similar al armadillo), venado de las pampas y especies como el yaguareté y aguará guazú. En la zona sur y Patagónica, las especies más comprometidas son el huemul y otros cérvidos, aves como el macá tobiano, el cardenal amarillo, el cauquén colorado, la rana del Challhuaco, que vive en montañas en el centro de la provincia de Neuquén o la mojarra desnuda de Valcheta.Pero los animales no son los únicos afectados. Para Carlos Villamil, Director del Herbario de la Universidad Nacional del Sur, el número de plantas amenazadas es de casi 1.700 especies. Para listarlas utilizaron un criterio basado en su distribución. “Cuanto mayor es el área que ocupa la planta, menor es el grado de amenaza al que está sometida”, explica. A esta variable la combinaron con los distintos peligros a los que puede estar expuesta. “Si la planta es sobreexplotada (como la menta peperina), si crece en una zona donde está sometida a acciones drásticas como, por ejemplo, la minería, donde se están construyendo obras civiles o extendiendo la frontera agropecuaria, se le asigna una calificación de riesgo mayor”, afirma. Un ejemplo es el de la Anarthrophyllum strigulipetalum, tan rara que ni siquiera tiene nombre vulgar. Sólo crece en Argentina, en zonas muy restringidas de la Patagonia, y su subsistencia está seriamente amenazada. “La causa máxima parece ser la alteración del medio que produce el incontrolado pastoreo del ganado caprino”, asegura Villamil.En Argentina, la protección de las especies es una tarea conjunta entre las provincias y el Estado Nacional. “Muchas tienen una protección provincial, otras, protección provincial y nacional y para muchas existe un plan nacional de conservación. Depende de la especie”, explica Carlos Outumuro y Vázquez, Director de Fauna Silvestre de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación (SAyDS).“Todo el mundo es consciente que por el crecimiento demográfico, el aumento de la frontera agropecuaria y factores como el cambio climático muchas más especies están o van a estar amenazadas en un futuro cercano. El tema es implementar las acciones de conservación necesarias antes de que cambie de clasificación o ingrese a una nueva categoría”, asegura Outumuro y Vázquez. Para eso, la protección de las especies se basa en tres pilares: la creación de áreas protegidas, el establecimiento de convenios locales e internacionales para su conservación y la prevención.A pesar de que sólo el 6% del territorio nacional cuenta con el status de área protegida, para Fernández Balboa “el ideal sería llegar al 15%”. En este sentido, el Gobierno Nacional está impulsando la creación de nuevos parques naturales y áreas protegidas como el de La Fidelidad, que abarca 250 mil hectáreas repartidas entre el Chaco y Formosa.Los acuerdos internacionales están destinados a proteger especies que viven en zonas que abarcan dos o varios países. Por ejemplo, en febrero de este año Argentina y Chile firmaron un acuerdo para preservar al huemul, el hervíboro más grande de los Andes del Sur. Las estadísticas indican que quedan mil ejemplares en Chile y no más de 500 en Argentina, lo que equivale al 1% de la población que se estimaba habitaba la Patagonia en épocas precoloniales. Para evitar su desaparición, el convenio contempla la lucha contra la caza ilegal, la pérdida de su hábitat natural y la introducción de enfermedades que puedan afectarlo. Argentina suscribió, además, a distintos convenios para proteger especies como el cauquén (con Chile), la vicuña (con Bolivia, Chile, Perú y Ecuador) y para el 2012 se están evaluando tratados similares para animales que tienen distribución conjunta con otros países, como el caso del tatú carreta con Brasil.En lo que se refiere a prevención, para mitigar los efectos que la expansión agrícola y el crecimiento demográfico tienen sobre la fauna “es fundamental aumentar el respeto que los pobladores tienen por las especies y dejar corredores ecológicos para que los animales puedan desplazarse”, explica Outumuro y Vázquez. Grandes felinos como el puma y el yaguareté fueron diezmados porque su presencia entraba en conflicto con el ganado, del que eran depredadores.Si bien ONG ambientales y de conservación hacen campañas para concientizar a la población sobre las especies en peligro, no es posible abarcar todas aquellas que se ven amenazadas. Y es entonces donde el diseño de políticas de prevención y conservación juega un rol decisivo para evitar su extinción.

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