jueves, 13 de septiembre de 2012

EN AFRICA SER MAMA Y TRABAJAR NO IMPLICA SENTIRSE CULPABLE

Por Afua Hirsch.

La vida en África tal vez no sea tan fácil como en Occidente, pero las necesidades de las mujeres trabajadoras con hijos están mejor atendidas.
 
Generalmente, en el Reino Unido se sorprenden cuando les digo que me mudé a Ghana con mi bebita de un año. Tienden a preguntarme por qué quiero criar a mi hija en Accra, la capital de Ghana. Parecen imaginar que, siendo como es una gran metrópoli de África occidental, tiene que ser pobre, calurosa y con mucha contaminación. Y están en lo cierto, pero también es una ciudad que está bien comunicada, que es segura, aireada, costera y está llena de niños y árboles, lo cual la convierte en un lugar encantador para trabajar y criar una familia.
Cuando luego explico que la razón por la cual me mudé aquí fue ser corresponsal extranjera, la respuesta pasa directamente a la perplejidad. La semana pasada, sin ir más lejos, mientras escuchaba la Hora de la Mujer online por Radio 4 de la BBC, escuché cómo lo ejemplificaba mi colega Zoe Williams. Dijo: “No se puede ser corresponsal extranjera y tener hijos: sería totalmente imposible a nivel emocional”.
Siguió a continuación una discusión sobre “empleos extremos”, y lo inviables que éstos suelen ser para las mujeres e incompatibles con la maternidad.
Dejando de lado si ser corresponsal extranjero es un “trabajo extremo” o no, este tema representa para mí una de las principales diferencias en las percepciones de las mujeres trabajadoras en la sociedad occidental y las de África . En Ghana, la reacción que recibo cuando hablo con otras mujeres de mi trabajo y de mi bebé, es generalmente un gesto positivo de reconocimiento.
La realidad es que la mayoría de las mujeres tiene aquí una solución muy simple para el problema de equilibrar maternidad y trabajo . Se cuelgan sus bebés sobre la espalda y siguen adelante.
No digo que sea fácil. Una de las cosas que más me molestan aquí es que las mujeres son tan capaces de reconciliar cargar al bebé con sus otras tareas que los hombres no se toman ninguna molestia.
No puedo contar la cantidad de veces que yo iba cargando a mi bebé en brazos y un ghanés me cerró la puerta en las narices . No soy de esas mujeres que tienen problemas con la caballerosidad, y a menudo suelen recordarme por qué. Tampoco digo que no me siento culpable pensando en algunos de los lugares a los que arrastré a mi pobre hija para poder cubrir una nota. No es ideal, en absoluto.
He notado, sin embargo, que las africanas no pierden tiempo sintiéndose culpables por las situaciones imperfectas inevitables que derivan de ser una madre que trabaja .
Me encanta la soltura con la cual las mujeres fuertes de todo el continente son vistas a la vez como madres, hijas o esposas y como presidentas, fiscales o presidentas de la Unión Africana. La otra cara de la moneda es que la prensa describe con ligereza a las mujeres que no han tenido hijos como “estériles”, algo que nunca deja de horrorizarme.
No intento embellecer su pesada vida cotidiana: las mujeres sufren de manera desproporcionada a causa de la pobreza y el subdesarrollo, razón de más para que su participación en la política y el desarrollo no sean negociables.
 
Fuente: Clarin.

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