martes, 11 de septiembre de 2012

PARA QUE LOS PIBES NO SEAN REHENES

Por Soledad Lofredo       
 
Tenencia compartida y derechos del niño. Psicólogos, abogados y organizaciones de padres debaten sobre las consecuencias en los chicos de los divorcios conflictivos.
      
Las propuestas de ley sobre Tenencia Compartida continúan instando al debate. La participación de profesionales de diferentes especialidades da cuenta de que la salud de los chicos tiene que ser lo más importante. Julio Trucco, presidente de la Asociación de Nuevos Padres (Anupa); Clara Gelman, abogada, integra el Servicio Jurídico gratuito de la UBA, y especialista en familia, violencia y abuso intrafamiliar; Carlos Díaz Usandivaras, director del Instituto de la Familia de San Isidro; y Julieta Calmels, psicóloga clínica, doctorada en discursos sociales sobre el incesto (UBA) participan. “Es importante trasmitir la importancia de igualar los derechos de los papás con relación a la tenencia compartida”, asegura la abogada Eitel Yanina Cali, especializada en Mediación Familiar. “En este tipo de conflictos familiares la realidad dista mucho de aplicar una generalidad debido a que como comúnmente se dice ‘cada casa es un mundo distinto al otro’ y en este tipo de hechos ‘cada caso es distinto al otro’. Si evitáramos generalizar, nadie se sentiría afectado desde su historia personal”, invita la letrada.
–¿Qué significa la Tenencia Compartida?
Julio Trucco: –Es una opción superadora que equilibra la balanza. Habría que añadirle un apartado sobre cómo separarse sin conflicto. La opción de la Tenencia Compartida es la que automáticamente elimina todas las problemáticas: garantiza el respeto a ambos padres, la no alienación, la confianza. También hay que entender que existe mucha gente alterada por el divorcio. No puede existir una pelea de género a modo corporativo, no hay lugar para teorías conspirativas masivas.
Clara Gelman: –Es la mayor expresión de cooperación entre padres divorciados, porque reflejan que han trabajado en forma colaborativa para llegar a diferentes acuerdos en su implementación. Es por eso que la tenencia debe ser otorgada en forma compartida siempre y cuando los padres puedan implementarla de esa manera, sin malograr el objeto de la misma. Cada familia tiene su situación particular y hay que valorizar esa situación. El SAP está en la vereda opuesta: es una patología extrema de la conflictividad familiar, porque es una forma de afectar a los hijos a un divorcio de carácter destructivo que protagonizan sus padres.
–Pero, ¿qué significa el SAP y para quiénes existe?
Carlos Díaz Usandivaras: –En la Argentina, el problema del SAP –la expresión de una conducta abusiva– cae sobre la denominación. Algunos sectores lo rechazan porque en la época de su creador, casi todas las víctimas eran padres; pero ahora hay tanto padres como madres. No estamos hablando de una ideología ni de una creencia, sino de una problemática que los profesionales estamos abordando de forma seria. Es por eso que se podrán discutir los porcentajes, pero no su existencia. El reconocimiento es un problema interdisciplinario, y no sirve cualquier terapia ni cualquier terapeuta.
J.T.: –Para nosotros, existe lo que llamamos “inculcación”. Existe por ambas partes. Son situaciones de gente que está en crisis, en donde producen ese daño a la autoestima de los padres, pero los chicos crecen. Lo importante es hacer dar cuenta del error, que destruyen la mente de los chicos, es un hecho realmente nefasto. La inculcación, a la larga o a la corta, se vuelve en contra del que lo hizo, es como un boomerang.
Julieta Camels: –Lo que llaman SAP tuvo una gran adhesión en el campo jurídico pero no en la salud mental. Para la psicología, no es necesaria una categoría como ésta porque lo que se intenta explicar ya tiene nombres: conflicto en el vínculo o maltrato emocional. Si esto ocurriera, que es una entre otras opciones y no es la más frecuente como sí lo es la violencia física, se lo podría reconocer con un terapeuta especializado y dando condiciones a los chicos para poder evaluarlos. Hay mucha discusión en torno al término, porque no tiene reconocimiento oficial en el campo de la salud mental y porque es muy débil como categoría teórico-clínica; la circulación, básicamente, es en el campo jurídico (jueces, abogados, peritos de parte). Para explicar por qué un niño no quiere ver ni estar con uno de sus padres, hay variadas explicaciones. Puede tener que ver con que el niño no tiene un vínculo formado por eso no quiere, situaciones de negligencia o maltrato emocional y físico; abuso sexual o también interacciones inadecuadas en el vínculo. Otra opción es que alguno de los padres tenga un vínculo altamente conflictivo con el niño, que produzca la captura de ese niño en el discurso del adulto y por esto no quiera ver al otro de sus padres. Esto último es lo que llaman SAP. Ahora esta es una opción entre muchas otras, pero este supuesto síndrome se usa muchas veces rápidamente para explicar cualquier caso en que un chico no quiere ver a su padre.
–Para los que lo reconocen, ¿cómo se presenta?
C.D.U.: –La Alienación Parental es el trabajo que hacen los padres que quieren alejar al otro de sus hijos. Hay un momento en que el trabajo es exitoso, el chico cree en lo que dice el padre, está convencido, y no quiere ver al otro progenitor. Allí es cuando se hace presente el síndrome. Del SAP hay diferentes definiciones: es un problema que se ha ideologizando, por lo tanto pierde rigor científico y objetividad. Yo no estoy de acuerdo en que sea un trastorno del niño. Para mí, es de la familia. Como hay también interpretaciones diversas –por un lado, el creador del término está reconocido por profesionales, por otro lado fue acusado de pedófilo–. El Sindrome se puede presentar de muchas maneras. Por ejemplo, el caso del SAP franco: el caso del padre que llega a un estudio jurídico y explica “hace tres años que no puedo ver a mi hijo porque me lo niegan, en el medio me hicieron una denuncia de violencia y abuso entonces mediante una medida cautelar me interrumpen el contacto”. Con los años, esa acusación puede caer. Pero sin olvidar la existencia de la Ley 24.270 –reprime con pena de prisión al padre que, ilegalmente, impidiere u obstruyere el contacto de menores de edad–. En nuestro país, actualmente, la única opción ante un caso grave, es el cambio de tenencia y el cese del contacto por cierto tiempo.
C.G.: –Su encuadramiento no puede ser automático, hay que ver caso por caso, siempre en miras a preservar la sana comunicación de los menores con ambos progenitores.
El SAP refleja una conducta de un progenitor tendiente a obstruir el vínculo del hijo con el otro progenitor. Los derechos del niño están más allá de una sigla. En una situación extrema, la Justicia ante esa conducta reprochable ha llegado a otorgar la tenencia al otro progenitor.
–¿Y con respecto a las falsas denuncias?
J.T.: –En muchos casos, las falsas denuncias son incitadas por los estudios de abogados, que ven a un padre en crisis (“me quieren sacar a mi hijo, cómo hago para que no pase”) que accede. Aunque también sucede cuando el odio a su ex pareja supera el amor por sus hijos. En todas las cuestiones de familia debería haber mayor contención psicológica. Se necesita una opción más integral, mayor cantidad de especialistas que intervengan.
E.Y.C.: –De existir una denuncia falsa o errónea de abuso, siempre pienso ¿cómo devolvemos al menor el tiempo perdido de no haber compartido su vínculo parental? y ¿Cómo devolvemos al progenitor el tiempo en que se le impidió estar presente en la vida de su hijo? Para la formación del equilibrio del niño, es sumamente importante una mutua relación armoniosa con el padre y con la madre y no llena de tensión. Lo más importante es que si bien cada uno desde su historia personal en temas de divorcio, tenencia, alimentos y régimen de visitas pudiera proyectar que su historia le es propia y no generalizarla con todos los casos en este tipo de conflictos, tal vez aprendamos a colocarnos en el lugar del otro y ello nos lleve a lograr la igualdad en muchas cuestiones que hacen al derecho de familia y que, cuando ello ocurre, algunos conflictos tienen un buen final en beneficio de todos aquellos que han formado esa familia.
 
Fuente: Miradas al Sur

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