Las víctimas tienen entre 13 y 24 años. La mayoría fueron captadas con falsas promesas de trabajo y luego retenidas por la fuerza. Según la denuncia de ONGs, las redes de trata cada vez buscan más menores por la demanda del mercado.
Se fueron a otra provincia tras una promesa de empleo, o se marcharon con un novio reciente. Después, se las tragó la tierra. Si alguna pudo llamar a su casa, dijo estar bien y cortó sin dar las coordenadas. La información recogida por sus familias y por quienes ayudan a buscarlas indica que son víctimas de redes de explotación sexual. Son las nuevas desaparecidas: entre 550 y 600 chicas de 13 a 24 años -el 15% menores-, sólo desde enero de 2007."Nos falta confirmar 50 casos entre Santa Fe y Rosario. Y no están incluidas las mujeres migrantes, de República Dominicana y Paraguay -aclara Fabiana Tuñez, de La Casa del Encuentro- porque no hay familiar que haga la denuncia". La cifra se suma a las 476 chicas que se esfumaron entre 2002 -cuando Susana Trimarco salió a buscar a su hija, Marita Verón- y 2006: o sea, al menos un total de 1.026 chicas desaparecidas.Sin embargo, la sociedad argentina recién empieza a reconocer el problema a partir de la telenovela Vidas robadas, inspirada en Susana y Marita. "La mitad no hace la denuncia en la Justicia: hay familias que sólo asumen en privado que esa chica fue captada con fines de prostitución -agrega Tuñez -. Otras familias que sí hicieron la denuncia no muestran la foto en público porque están amenazadas, o tienen otras hijas en riesgo".El número es ajustado día a día por las asociaciones civiles que se preocupan por un problema social que crece al ritmo del negocio del sexo. A tal punto, que se convirtió en el tema principal del Primer Congreso Latinoamericano sobre Tráfico y Trata de Personas, que tiene lugar desde hoy y hasta el viernes en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA."La globalización aumentó muchísimo el negocio del sexo -señala el sociólogo e investigador Esteban De Gori, uno de los organizadores del congreso-.
El sexo es una mercancía que genera necesidad por sí mismo, y las organizaciones criminales son buenas electoras del mercado'. El estereotipo que demanda el hombre argentino es cada vez más el de la mujer aniñada": son las "colegialas", lo que se traduce en víctimas menores de edad, cuyo número creció un 10% en los dos últimos años.De Gori se asombra por "el volumen de negocios.
Lo vemos en algunos signos, como la publicidad de oferta de sexo: avisos en diarios y revistas, tarjetitas en teléfonos públicos, volantes con fotos de mujeres, entregados en mano en el microcentro -la hora pico es el horario de almuerzo de los oficinistas-, los salvapantallas para celulares. Internet también ha ayudado, con la publicidad online y las páginas pornográficas.
Además, se han multiplicado los departamentos -los privados'-, sobre todo en Barrio Norte, Recoleta, Belgrano y Núñez".Muchos de esos signos, impunemente visibles, delatan el tráfico y la trata. "¿Qué prostituta tiene más de 2.400 pesos por mes para publicar por su cuenta un aviso de dos líneas todos los días?", descarta Tuñez.Un mismo teléfono repetido varias veces en los avisos, y términos como "VIP", "24 horas", "staff" y "$ 150 tarjeta crédito", revelan la existencia de prostíbulos, prohibidos porque la ley pena la explotación sexual. En el glosario de la trata, "staff renovado", "nuevas bellas" y "nuevo plantel" indican que las esclavas acaban de ser trasladadas desde otra ciudad o provincia, ya que las rotan permanentemente."Las organizaciones criminales también son muy buenas lectoras de la vulnerabilidad social, la que produce a "alguien disponible" -señala De Gori-. Hay contextos socioeconómicos, culturales e institucionales que posibilitan la trata. Las políticas excluyentes han devastado sociedades y regiones, y conformado niveles tales de vulnerabilidad, que las chicas creen y aceptan cualquier promesa".Apunta que en Misiones y Tucumán -las provincias con mayor captación de víctimas-, la presencia del Estado es mínima. La "disponibilidad" suele completarse con desintegración familiar, sobre todo en el caso de las menores. "Y el criadazgo -entregar a la hija para que progrese- sigue existiendo, pero ahora también se articula con la trata", observa el sociólogo.Susana Trimarco agrega una variante, que descubrió en su ciudad, Tucumán: "Estos delincuentes están actuando en la universidad, seleccionando a las chicas que vienen de Salta, Catamarca y La Rioja y no tienen familia aquí. Siguen estudiando, pero de noche las prostituyen en los departamentos donde viven ellas, las controlan de cerca y las tienen amenazadas".¿Los clientes no se dan cuenta? Trimarco afirma que sí: "Desde el 19 de octubre, con la Fundación María de los Angeles rescatamos y asistimos a 149 víctimas en todo el país.
Una víctima de trata siempre está mirando hacia el piso. Es tanta la humillación, los golpes, la droga, las violaciones, que cree que todo el mundo la está señalando"."Es en el contexto facilitador al que tienen que apuntar las políticas públicas", exhorta De Gori, y reclama "campañas de sensibilización, de capacitación -a los funcionarios públicos, judiciales y personal de seguridad-, y políticas de integración social".
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