viernes, 20 de noviembre de 2009

BULAÑÓN


Por Eduardo Fabregat


Ah, sí, íbamos a aprender. La muerte de Walter Bulacio iba a dejar una enseñanza. Las muertes de República Cromañón iban a dejar una enseñanza.


Y aquí estamos nuevamente, enfrentados a la misma miseria.


El sábado 14 de noviembre, en la cancha de Vélez Sarsfield volvieron a hacerse presentes los peores fantasmas de la historia reciente del rock argentino. Hubo una organización superada por los acontecimientos, que cometió errores que pusieron en peligro a los asistentes (¿una sola vía de ingreso para 15 mil personas que iban al campo?). Hubo un Estado ausente que no controló nada, que dejó hacer. Hubo una policía dedicada a uno de sus deportes favoritos, cagar a palos a la pendejada; hubo tipos vestidos de azul que reventaron a un pibe de 17 años llamado Rubén Carballo, y lo tiraron lejos para que lo encontraran al día siguiente, con la entrada en el bolsillo y la cabeza abierta, medio muerto.


Bulañón.


A esta altura ya no importa la opinión de periodistas de éste y otros medios, que señalaron las deficiencias artísticas de la reagrupada banda de Piedrabuena. Otra vez, no hablamos de música. Otra vez, asistimos al carnaval del yonofui: Facundo Echeverría, jefe de seguridad de Viejas Locas, se desligó de los incidentes. La productora Fénix se desligó de los incidentes. Pity Alvarez, en una carta dada a conocer el jueves, se desligó de los incidentes. La policía se desligó de los incidentes. El gobierno porteño todavía no se desligó de los incidentes, está buscando la manera de encajarles también esto a los Kirchner.


La culpa de todo la tiene Yoko Ono.


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Dicen los conocedores del mundillo futbolístico que no hay que dejar afuera de la ecuación a los barrabravas, que hacen de los estadios su dominio, que en los recitales se apoderan de una puerta para hacer su negocio entrando gente por izquierda. En las imágenes televisivas de las corridas en Liniers pudieron verse a unos cuantos muchachos con la camiseta del Fortín.


Algunos pibes que fueron al show afirman que varios barras se dedicaron al arrebato y reventa de tickets. En los pasillos se dice que la discutible decisión de habilitar una sola entrada para el campo radica precisamente en el intento de desactivar ese circuito espurio. Como sea, los que garpan son los pibes, desprotegidos ante un peligroso estado de las cosas como en Cromañón, desprotegidos ante el palazo, las balas de goma y el chorro de agua azul, aunque tengan su entrada en la mano.


La cana nos toma el pelo: le abre la cabeza a un pibe y después pretende sostener la teoría de que intentó colarse y se rompió solo. Curioso caso de alguien que tenía entrada, pero se quería colar. Ayer, la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) no sólo señaló los obvios paralelismos con el Caso Bulacio, también dio a conocer cifras escalofriantes: “Desde el 10 de diciembre de 1983 hasta ayer, policías, gendarmes, prefectos, servicios penitenciarios y vigiladores privados nos mataron 2826 chicos”.


Hace sólo unos días, Susana Giménez, animadora televisiva, campeona de la nadería, importadora ilegal de autos de lujo, ex esposa de un golpeador de mujeres y resucitadora de dinosaurios, pidió represión ante cualquier desborde social.


¿Estás contenta ahora, Susanita?


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“Con un auto prestado voy tratando de llegar lo más rápido posible y veo la situación en la que se encuentran los alrededores del estadio. Si describiría lo antes mencionado diría que veo mucha pero mucha gente caminando de un lugar a otro y en ningún momento vi violencia o problemas entre los chicos que esperaban para entrar, todo tranquilo y me sorprendió. Por otro lado, a lo lejos, veo personal policial en gran cantidad los cuales me pararon muchas veces para pedirme los datos y al reconocerme me dejan ir y todo sigue tranquilo, esto se repite alrededor de cinco ocasiones. Los demás músicos, que se encuentran desde temprano en el estadio, no deben saber qué sucede en la Av. Juan B. Justo. Si esto fuese un censo trasladémoslo a estadística, tenemos 40.000 personas que asistieron al show y hay un porcentaje que no está bajo su control y además hay 400 efectivos uniformados, móviles, carros hidrantes, brigada y efectivos de civil (los cuales desconozco en ese momento la cantidad). No voy a decir que vi represión (en ese momento preciso) ni gente descontrolada, sólo vibré que la gente disfrutaba de sus caminatas y que no estaba en la maternidad.”


El párrafo (sic) pertenece a Pity Alvarez. Los comentarios huelgan.


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Sí, los pibes también bardearon. Mientras la jueza subrogante Guillermina Martínez investiga la agresión policial a Carballo, y la fiscal contravencional porteña Mariela De Minicis lleva la causa en la que se investiga la presunta omisión de tomar los recaudos en materia de seguridad por parte de los organizadores, el juez de menores Enrique Velásquez investiga los desmanes cometidos por parte del público. Pero el que quiera poner el foco principal en la mala conducta de un público sometido a maltratos de toda laya, sometido a la interminable espera en una cola que no avanza nunca, con caballos policiales hostigando, estará echando tierra sobre lo importante. A Aníbal Ibarra se lo cargaron por no cumplir sus deberes de gobernar un Estado que vigile el bienestar de los ciudadanos. ¿Dónde estaban los inspectores del Gobierno de la Ciudad el 14 de noviembre? ¿Los únicos que laburan son los medidores de decibeles?


No parece haber término medio. Los políticos se llenan la boca con la palabra educación, pero a la hora de pensar los problemas de fondo sólo saben apelar a la represión. A los desangelados, minga de inclusión social: bastonazo. El miércoles, ochenta organizaciones políticas, sociales y sindicales se reunieron para buscar la forma de frenar el proyecto de Código Contravencional que impulsan el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, y su ministro de Seguridad, Carlos Stornelli. El proyecto es una actualización de los malhadados edictos policiales volteados tras años de lucha de las organizaciones de DD.HH.: restablece la ambigua figura del “merodeo”, da atribuciones a la Bonaerense a detener a menores de 14 sin autorización judicial, incluso amplía el tiempo de detención de esos menores en comisarías.


Los jueces que apliquen el código serán nombrados por el Poder Ejecutivo y los Concejos Deliberantes, y no por el Senado provincial. Lo pide Tinelli, lo pide Susana, lo pide Mirtha, lo piden los prohombres de la Nación: palo y palo, muchachos. Que así no se puede vivir.


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Bulañón provocó que a Miguel “Don Vilanova” Botafogo se le soltara la cadena. “Declaro responsables y culpables de la muerte de ciento noventa y ocho personas en Cromañón y del cráneo destrozado de Rubén en Vélez a las empresas discográficas, medios gráficos, radiales y televisivos, managers y representantes, que dieron difusión a grupos de mierda integrados por pseudo músicos horribles e hijos de puta que desde sus canciones y sus escenarios hablan de que está todo bien con el descontrol, la autodestrucción con la ‘merca’, el ‘paco’, el alcohol, los psicofármacos”, arranca la carta que el guitarrista dio a conocer esta semana. Ya las primeras reacciones en la web indican por dónde irá el debate: la mayoría se concentrará en los brulotes verbales, acusará a Vilanova de buscar difusión fácil. Como le sucedió a la Bersuit cuando apuntó a la responsabilidad de Callejeros, no faltará quien lo acuse de careta.


A Bulacio lo mató la policía hace 18 años.


En cuarenta días se cumplirán 5 años de la masacre de Cromañón.


Ah, sí, íbamos a aprender.


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