lunes, 16 de noviembre de 2009

REPORTAJE A GUSTAVO CORDERA (Clarín)


Es el desafío más importante de mi vida. Incluso más que River", anticipa Gustavo Cordera, mientras liquida unos escones. El Pelado se está preparando para la presentación de su disco solista (Suelto) en el Gran Rex (19/11) y usa los históricos estudios Del Cielito como base de operaciones. La quinta de Parque Leloir (¡el Cabildo del rock!), que atesora tantas anécdotas de Pappo, Charly, Spinetta, Los Piojos y los propios Bersuit, le sienta bien. Alejado de los estadios y los pijamas-parties, se lo ve con look místico, como quien cambia los libros de Bukowski por unos de Ari Paluch o Paulo Coelho. Habla de "un viaje", una "nueva vida", una "liberación" interior. "Estoy viviendo esta etapa con mucha alegría y también con dolor. La libertad se paga. Cuando te corrés de una relación de tantos años, con tanta gente, es imposible escaparle a la sensación de traición", confiesa el cantante, en referencia a su ¿ex? banda. "A veces, el ego puede ponerse en víctima cuando ocurren estas cosas y hay que saber bajar la guardia. Hoy siento que es mucho más interesante abrazar que dar una trompada".


-¿Antes pensabas lo contrario?-

Sí, claro, antes creía en el odio. El odio y el resentimiento fueron el motor de mis composiciones. Por suerte, quedó afuera de mí eso, porque se hicieron canciones. Cuando escribís un tema, vas dejando cosas afuera y en un momento te vaciás. Igual, el amor y el odio son dos caras de una misma moneda. El amor se puede desplegar una vez curtido el odio, el resentimiento y tus propias miserias. Sólo desde ese lugar puede salir la flor del amor: no creo en los santos, no creo en aquellas personas que accedieron a Dios sin haber tocado a una mujer.


-¿Tanto amor no te aleja del espíritu combativo de la Bersuit?-

Desplegar amor no es necesariamente perder el espíritu rebelde. Este disco mío tiene una mirada desde otro lado, desde un costado más femenino, dejando afuera el machismo.


-¿Apuntás a una audiencia ATP ahora? -

Más bien, Apto Todo Corazón, ¡un público ATC! (risas). En Halloween estuve cantando para 22 chicos de 11 años, con una guitarra, haciendo un mini concierto en una casa. Me pedían Me la juego a morir, Ansiedad de buscar. ¡Me encantó!


-¿Te bancás las críticas de los bersuiteros ortodoxos?-

Si bien genera dolor nuestra situación, la gente agradece por estos 21 años de entrega, y desde ese agradecimiento es que permiten lo que nosotros estamos haciendo: que Juan (Subirá) tenga su banda, que esté De Bueyes, que Albertito (Verenzuela) tenga La Demanda, y este proyecto mío. Igual siempre hay algunos idiotas que tienen esa onda futbolera en la cabeza, es gente que ve las cosas partidas, que necesitan del enfrentamiento para liberar energía. Tienen odio adentro, el mismo odio que tenía yo.


-Bueno, son un reflejo tuyo, tendrías que hacerte cargo... -

Por supuesto. De alguna manera responden a un reflejo de mi vida anterior, por eso tampoco los condeno: si yo pude evolucionar, ellos también pueden, les doy esa posibilidad, ¿entendés? Creo que toda esa manera de pensar, que fue masiva en una época, hoy ya está reducida a un grupo muy pequeño de lo que sería el rock más conservador. Gracias a Dios son menos ahora, y son formas de relación que tienden a desaparecer. Estoy viendo muchos grupos que ya están tirando una onda mucho más copada.


-¿Ves algún sucesor de Bersuit?-

Espero que no haya. Si nosotros hemos dejado un legado, es ése: que vos seas vos, loco. En muchos shows dije que me gustaría ver a la gente poniéndose una remera con su propia cara, siendo fans de sí mismos. Eso es lo más interesante que podemos dejar, que el que esté abajo diga: "Si ese pelotudo pudo, yo también lo puedo hacer". La conquista humana es la conquista de uno mismo.


-Hace poco dijiste que te gustaría cantar con Ricky Martin. ¿Es una provocación al público rock?-

Tuve muchas propuestas a lo largo de todos estos años y no pude aceptar ninguna porque la imagen de una banda está cercada por la estúpida mirada del rock nacional. Me gustaría cantar con mucha gente que el rock no te permite, como Camilo Sesto, Cacho Castaña, Roberto Carlos, Caetano Veloso o Jorge Drexler. Ricky es hermoso. Cómo baila, cómo canta, lo que hace, lo que trasmite como persona. No lo conozco personalmente, pero es uno de los seres más hermosos que vi en mi vida. Me gustaría hacer algo con él. Con Bersuit en stand by, Cordera habla de la banda en tiempo pasado. Con nostalgia, orgullo, bronca y autocrítica.


"Bersuit representó un momento, siempre tuvimos esa antena vinculada con la realidad argentina de una manera directa. Pero el último disco careció de eso", piensa: "Hubo una necesidad de experimentación, pero le faltó el ADN que siempre tuvo el grupo, y ahí empecé a sentir que necesitábamos una refundación".


-¿Cómo viven este parate? -

Estamos atravesando la sensación que deben tener las personas que se internan en el desierto para encontrarse a sí mismos. Fuimos todos confinados a nuestro propio desierto interior. En 21 años, no paramos nunca, loco. Bersuit era una máquina infernal. Llegó un momento en que no estábamos bien y no nos dábamos cuenta. El amor por mis compañeros está intacto. Son maestros y amigos, y les deseo lo mejor.


-¿No especulan con una vuelta a lo grande, en estos años de mega-regresos?-

Seguramente va a haber mucha gente que especule con eso, pero a mí lo único que me interesa es reconstruir mi relación con mis compañeros, que ellos estén bien. Contribuyendo a mi historia personal, contribuye también a la de ellos. Ese es el viaje en este momento. Con lo otro no quiero especular, y mucho menos por una necesidad de negocio. El cantante interrumpe la charla. "Boludo, mirá, mirá", señala. "Fijate ese pájaro, cómo está llevando la ramita, está midiendo el peso, a ver si la puede levantar, para construir su nido. Uh, la dejó porque no puede volar, ¿viste?", explica. Otra vez florece el nuevo Cordera, el que se erradicó en La Paloma hace tres años, el que descansa en la playa y hace yoga. El que cultiva una plantita de marihuana a la que bautizó Rosaura (¡y le escribió una canción!). "Me gusta estar trabajando con la tierra, con la pala, cargando madera. Estoy más rústico: vivo sin celular y sin auto", cuenta. "Estoy en constante contacto con la naturaleza. ¡Canto con las ranas, hago música con las ranas, boludo!".


-¿Y te responden? -

Por supuesto. Vení a la noche, y vas a ver: quedás loco. Es que la música es una comunicación universal. Vos empezás a tocar una guitarra, a cantar y los animales te entienden, ahí nos entendemos todos. Somos de la misma familia.

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