sábado, 25 de febrero de 2012

PADRES SIN TRABAJO, EMPLEADOS SIN SUELDO Y JOVENES QUE EMIGRAN


Los griegos intentan sobrevivir en medio de los duros ajustes del gobierno y la quiebra de empresas.
En una pequeña taberna en Atenas, durante un almuerzo con ensalada cretense y hojas de parra rellenas, el periodista griego Aris Hadjigeorgiou habla largamente sobre el estado calamitoso de su ciudad y su país. Reconoce que la vida se vuelve más difícil. El medio donde trabaja, el diario izquierdista más importante, hace cuatro meses que no le paga. Tampoco a sus colegas. Con todo, son pocos los empleados, si acaso alguno, que abandonan el diario (que se declaró en quiebra) por la sencilla razón de que no hay adónde ir .Esta historia resume en gran medida a Grecia. Todos hablan sin parar de la economía, pero de alguna manera la vida cotidiana va tirando, en un trance colectivo, plagada de humor negro.De acuerdo con numerosos indicadores, Grecia está convirtiéndose en algo sin precedente en la experiencia occidental moderna . La cuarta parte de las empresas griegas quebró desde 2009 y la mitad de las pequeñas compañías del país dice que no puede pagar los sueldos a sus empleados.La tasa de suicidios creció 40% en el primer semestre de 2011 . Ha aparecido una economía del trueque, en tanto la gente trata de trabajar alrededor de un sistema financiero quebrado. Casi la mitad de los menores de 25 años están desocupados. Los banqueros dicen que la gente sacó alrededor de un tercio del dinero de sus cuentas; muchos al parecer guardan los ahorros debajo del colchón.Durante meses, Grecia ha sido el epicentro de una crisis económica que está amenazando los fundamentos de Europa y que tiene el potencial de generar nuevas ondas de desestabilización económica para Estados Unidos. El plan de austeridad más reciente pensado para satisfacer a los acreedores de Atenas y permitir nuevas inyecciones de ayuda financiera probablemente evitó un default involuntario –y una recesión económica global– pero hará aún más difícil la vida para los griegos del llano. El plan reduce el salario mínimo más de un 20%, impone miles de despidos y baja algunas jubilaciones.Pasar cierto tiempo en Grecia presenta un panorama complejo de lo que está ocurriendo. Ciertamente hay un ajuste del cinturón y oscuras nubes de depresión. Es frecuente ver a griegos bien vestidos revolviendo tachos de basura buscando comida . Pero también hay historias de éxito.Petros Vafiadis tiene 56 años y pasó su vida en la construcción. En los últimos 10 años fue supervisor de obra en una empresa llamada Archi-Tek y siguió de cerca la construcción de proyectos grandes, en su mayoría financiados por el Estado, como escuelas y museos. El trabajo en la región de Tesalia, donde está su empresa, prácticamente está parado. El fue despedido en septiembre, dos años antes de jubilarse. “En el futuro esto no va a mejorar”, dice. “Las cosas sólo pueden empeorar”.Su mujer, Ekaterina, señala, sin embargo: “Hay familias que están peor que nosotros. Hay montones de parejas en las que ninguno trabaja”. Ella todavía tiene su empleo –es cocinera en un jardín de infantes– aunque su sueldo pasó de 1.730 dólares a 1.260 dólares mensuales. Los ingresos de la pareja cayeron a la mitad y bajarán aún más cuando se agote el año de beneficios por desempleo que recibe Vafiadis, de 530 dólares por mes.No tienen ahorros, dicen, porque cuando compraron la casa en el año 2000, usaron los ahorros de toda la vida para pagar el anticipo. Y tienen dos hijos de poco más de 20 años que van a la universidad.Las medidas de austeridad impuestas por el gobierno para tratar de apaciguar a los banqueros y los gobiernos indiferentes han generado penurias a la gente común, pero Vafiadis opina: “De todos modos creo que es la única forma de salir de la crisis. El gobierno tiene que bajar los sueldos y las jubilaciones”.Mientras la economía hace implosión, hay jóvenes que abandonan Giannitsa. El hijo de Vafiadis, Traianos, de 24 años, dice que de los seis amigos que tiene desde la infancia, es el único que tiene un trabajo y los otros emigraron o están buscando empleo afuera. Muchos griegos son dolorosamente conscientes de estar repitiendo la diáspora de los años 1940, cuando una cantidad de jóvenes se fue para buscar trabajo. La diferencia crucial es que ahora los que se van tienen formación –futuros médicos e ingenieros–, lo cual muestra el vaciamiento no sólo de la economía sino de todo un sistema social .Pero, pese a todos los problemas de Grecia, en Atenas no se ven personas sin techo como en otras ciudades muy castigadas. Esto se debe a que aun desarrollando carreras en la capital como agentes de bolsa o banqueros de inversión, muchos mantuvieron los lazos con sus pueblos.Increíblemente, 80% de los griegos tienen casa propia. Muchos de los que perdieron los empleos en la ciudad poseen casas en el campo para retirarse. Si al volver allí tienen o no ingresos, es otra cuestión.

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