Poeta y performer, Fernando Noy habla de su nuevo libro, "Piedra en flor", sus experiencias artísticas y su poesía.
Por Julian Lopez Y Paula Jimenez
La cita es nada menos que en el barrio del Abasto y se hace difícil llegar sin tararear El cantor de Buenos Aires, el tangazo que Enrique Cadícamo escribió en 1936 y que nombra al abuelo paterno de nuestro personaje: “ ¿Dónde estarán Traverso, el Cordobés y el Noy, ...”Y aunque la rima hoy no esté de moda y en el barrio ya no se vean ni glicinas ni malvones, el poeta Fernando Noy nos espera en su casa con una taza de té helado para apagar el infierno del verano porteño y para hablar de Piedra en flor, su nuevo libro de poesía que promete que llegará a las librerías con los primeros tambores del carnaval. Sobre aquel tango que nombra a su abuelo, tan personaje del barrio como él, aclara: “Él era el Noy; yo soy ‘La’ Noy”, y queda dicho: este poeta es su propia construcción. Criado en la Patagonia, llegó a Buenos Aires para estudiar y en esta ciudad comenzaron su derrotero poético y una especie de militancia de sus particularidades que resultó demasiado para el país que se ensombrecía: “En 1975 me fui a Brasil autoexiliado porque ya era terrible caer tantas veces detenido, me fui con alguien pero llegué solo a Bahía, –ciudad en la que fue elegido Reina del Carnaval–, y ahí empezó algo tan distinto a lo que había vivido que doce años después, cuando volví a Buenos Aires, mis cicatrices eran puro strass, puro brillo.” -¿Por qué volviste? -Yo creo que me estaban llamando Urdapilleta, Batato, Tortonese, el Parakultural, acá nacía algo único que pude vivir desde el principio, improvisábamos muchísimo y yo experimentaba con mi propia poesía, cantándola en el escenario, con una minifaldita de cuero.El departamento de Noy es una especie de altar en el que reina el sincretismo, allí todas son deidades, hay fotos de la uruguaya Marosa di Giorgio, de la poeta brasileña Adelia Prado a quien tradujo, de Iemanjá, la diosa del mar. “La poesía no está solamente en los libros”, dice mientras evoca. Fernando Noy escribe poesía desde que tiene memoria y su primer premio se lo dio Blackie, cuando tenía 11 años. Él mandó un poema a un concurso de Radio Continental y fue la conductora quien lo leyó al aire. Había ganado. Quizás ya sucedía eso que hoy sorprende en alguien tan extrovertido como él: a la hora de leer sus propios versos en público se pone nervioso. De esta sensación habla en el poema “Pánico escénico”, uno de los que integran su Piedra en flor.Yo con la poesía siempre estaré al borde del abismo. En este libro toco esos temas: el terror de la página escrita, el terror de tener que leer poemas en público. En cambio, cuando leo a otros poetas soy el mejor. Porque además de estar con esos autores, les conozco el tono a cada uno. Alejandra, la llorona medieval, Orozco, la hechicera, Biaggioni, la cósmica. Amo la poesía. Y cuando las cosas me superan, en definitiva, nace el poema.-La publicación de Piedra en flor se demoró porque tardaste en darle un cierre. ¿Qué es para vos finalizar un libro? -Es algo superior a cualquier experiencia, un riesgo de acróbata en el punto más alto. Una sensación que no es de placer. Amelia Biaggioni me decía que el poeta deja un poema y corre el riesgo de dejar algo mal hecho al mundo. Lo precioso de publicar es que exiliás al texto de vos.-¿Tu libro es una especie de obra reunida? -No, al revés, Piedra en flor es una nueva poética en mi trabajo. Me puse grave, me dije ¡hay que decir lo obvio! y hablar de ese horror de la poesía transgénica que no dice nada, de los falsos poetas, de una cosa que no es más que una caricatura profana. A mí me interesa el vértigo, lo sagrado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario