lunes, 26 de octubre de 2009

PADRE DANIEL DE LA SIERRA, EL ÁNGEL DE LA BICICLETA


La historia del Padre Daniel de la Sierra quedó grabada en la Villa 21. En 1976 fundó la parroquia del lugar y se opuso a las topadoras de la dictadura, que intentaron erradicar los barrios más pobres por la fuerza. Un héroe barrial que llegó pedaleando a las vidas de los más pobres, para darles una mano.



En la Villa 21, un tramo de la calle Montesquieu se denomina Paseo Padre Daniel De la Sierra. El mismo nombre fue votado por papás y maestros para bautizar al Jardín de Infantes número 7. Se llama así uno de los comedores comunitarios del barrio. Y también un centro de oficios. Pasó más de una década desde la muerte del Padre Daniel De la Sierra, y casi tres desde su retiro de la Parroquia Nuestra Señora de Caacupé. Pero él sigue presente. Como los pasillos angostos y los techos de chapa, su historia forma parte de la Villa. Vale la pena recuperarla, para que cada vecino de Barracas sepa que hubo en su barrio un cura que luchaba por sus ideales, ayudaba a los más pobres y tocaba la guitarra en las misas.Este 6 de agosto, Daniel De la Sierra hubiera cumplido 68 años. Nació en España, en Valladolid, en 1938. En la década del 60, ya convertido en sacerdote, llegó a la Argentina. A mediados de los 70 su bicicleta lo condujo a Barracas. Y se quedó. En una vivienda prefabricada inauguró la capilla que con el tiempo se convirtió en la parroquia de la Villa, Nuestra Señora de Caacupé. Y la fundó en el año más difícil: 1976. “Esta iglesia es un símbolo de fe y de resistencia”, dice el Padre Pepe Di Paola, quien hoy ocupa el lugar que por entonces tenía De la Sierra.El Padre Pepe llegó a la Villa hace menos de diez años. No tuvo trato personal con el Padre Daniel, pero se impregnó de su pasado apenas empezó a hablar con los vecinos. “Lo rescaté más desde la opinión de la gente que de la historia que me pueden haber enseñado. A Carlos Mugica uno lo conocía a través del seminario. Pero la historia de De la Sierra se escribe a través de lo que dice la gente”.¿Qué dice la gente? Que fue el Padre Daniel quien en plena dictadura se paraba frente a las topadoras que enviaba el brigadier Osvaldo Cacciatore, intendente de la ciudad, para borrar del mapa las villas. Que fue él quien a través de los parlantes de la iglesia convocaba a los vecinos que hubieran recibido amenazas de desalojo. Quien creó una cooperativa de vivienda para más de 60 familias. Quien -junto a otros seis curas tercermundistas- elaboró un informe sobre el macabro plan de erradicación y consiguió frenar varios desalojos. “Fue uno de los que más luchó -asegura el Padre Pepe- Lo que cuestionaba, además del método, era que sacaban a la gente de las villas y no cumplían con lo que les prometían. Los curas empezaron a repartir volantes que decían ‘no dejes la casa’, ‘no te vayas’”. “El Padre le decía a la gente que defienda su casa con martillos, con palos de escoba, con machetes, con lo que fuera”, recuerda Marta Bado, una vecina de 70 años a quien le brillan los ojos cuando habla del Ángel de la Bicicleta.Así llamaban al Padre de la Sierra (aunque hoy ese apodo refiera también a otra historia, entonada por la voz de León Gieco). Porque cada mañana la gente de la Villa lo veía venir pedaleando desde Constitución, siempre vestido de negro y cantando. “Hacía su misa y tocaba la guitarra a la vez. Ningún otro padre era así. Él no usaba micrófono pero se lo escuchaba a una cuadra de distancia. Tenía una voz maravillosa”, se emociona Marta, antes de ponerse a preparar la merienda para los 70 chicos que llegan por la tarde a la Parroquia.La generación de los más chicos no llegó a conocer al Padre Daniel. El 25 de octubre de 1992, en una noche lluviosa, fue atropellado mientras andaba en su infaltable bicicleta. “Supimos del accidente a las dos de la madrugada. Él siempre decía que cuando pasara algo grave había que tocar la campana. La encargada de la iglesia la tocó y todos nos levantamos para ver qué pasaba. La gente corría de acá para allá. Todos lloraban”, cuenta Marta. En ese momento el Padre Daniel ya no estaba en Barracas. Pero muchos, como ella, habían seguido sus pasos para no alejarse de quien les había tendido una mano en los momentos más difíciles. Las lágrimas no ahogaron el recuerdo. En 2002, para conmemorar el décimo aniversario de su fallecimiento, la Villa 21 recuperó los restos del Padre Daniel, que hoy descansa cerca del altar de la parroquia que fundó. En una ceremonia multitudinaria, los más viejos le transmitieron sus anécdotas a los más pequeños, para que nunca se pierdan. “Hicimos una canción con un estribillo muy pegadizo: ‘Padre Daniel, el Ángel de la Bicicleta, tu vida nos habla de Dios’. Ibas a cualquier lado y los pibes estaban escuchando eso, como si fuera el hit de la Villa”, sonríe el Padre Pepe.Hoy, en el patio de la Parroquia Nuestra Señora de Caacupé, hay una bicicleta. Se destaca sobre un fondo que iba a convertirse en mural, pero hasta ahora está inconcluso. Está toda pintada de blanco, colgada en lo alto de una pared. En el aire. Como si un Ángel la hubiera dejado estacionada.

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