jueves, 8 de octubre de 2009

PIBES


Ya no es una suerte de privilegio ser niño, aunque lo era cuando las palabras se parecían a las cosas y la palabra pibe era una gambeta cortita en los potreros. En realidad, ser niño no es más que una escaramuza, un combate que comienza con su advenimiento.Esos pibes agazapados, entre el dolor y el hambre endémica que agobia los mañanas, aguardando noches enteras y días que no cesan en la esperanza de ser otros. Buscando quién sabe qué futuros detrás de esos tazones vacíos hasta el hartazgo, que empuja a salir como mariposas sedientas sobre los charcos. Pero la noche les ha dejado apenas el deseo que no tiene más peso que el aire entre los dientes. Bajo constelaciones de escarcha la policía siempre nos sirve un plato de sangre en una esquina cualquiera, sin nombre y sin rostro, de donde siempre salen las victimas.Cuando se dice pibe, se dicen todos los derechos, proclama cierta “progresía”. Pero en la mayoría de nuestros barrios nada huele a esperanza, las cosas humanas han dejado de tener importancia. Cuando dicen pibe es un aviso de muerte o un tiro en la nuca. Pero la memoria de tantos asesinatos no nos va a impedir recordar esas vidas luminosas. Borges diría la muerte -tempestad oscura e inmóvil- desbandará mis horas. Alguien recogerá mis pasos y usurpará mi devoción y esa estrella.

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