martes, 26 de febrero de 2013

LA EDITORIAL MAS COLORINCHE DEL MUNDO CUMPLE 10 AÑOS

Eloísa Cartonera festeja en San Telmo. La pionera de las editoriales cartoneras de América Latina, nacida en plena crisis de 2001, rememora su década de trayectoria en el mercado literario con una muestra de libros y esténciles y un registro gráfico de su historia.
 
Por Ivana Romero.
 
Por Coronel Díaz yendo a Santa Fe, / juntando cartones, papeles, pedazos / de viejos diarios, botellitas, plásticos, / iba solita, toda pintadita / como una muñequita entre las basuritas", dice el poema "La cartonerita", de Washington Cucurto. No es casual que el emprendimiento que impulsó este poeta –cuyos textos se caracterizan por buscar belleza en lugares impensados–, esté armado con esos mismos cartones y palabras que en medio de la crisis brotaban en la calle. Esos materiales resultaron ser muy resistentes. Porque la editorial Eloísa Cartonera está a punto de cumplir diez años como institución "más o menos formal", según aclaran sus responsables.
Para celebrarlo, esta cooperativa que publica textos de autores consagrados con el mismo empeño con el que busca rarezas literarias, celebró un encuentro ayer por la tarde en el centro cultural Los Chisperos (Carlos Calvo 240) en San Telmo. De ese modo, inauguró además una muestra que incluye libros, stenciles y afiches para reconstruir la historia de quienes se definen como "la editorial más colorinche del mundo, pionera de las editoriales cartoneras de América Latina, nacional y boquense".
La historia comenzó en enero de 2003. Por entonces Washington Cucurto y Javier Barilaro viajaron a Santiago de Chile para vender los libros de poesía de su pequeña editorial, Ediciones Eloísa. El futuro del emprendimiento se había complicado con el colapso económico del 2001: el precio del papel se había disparado a las nubes. El vuelo se demoró y eso permitió que el escritor le contara al diseñador una idea que se le había ocurrido para salir adelante: ¿qué pasaría si ellos compraran el cartón a los cartoneros que recorrían las calles porteñas y unas resmas de hojas A4 para armar artesanalmente libros muy baratos? Así nació Eloísa Cartonera, que en principio funcionó cerca de la galería Belleza y Felicidad –ese polirrubro creativo en Almagro comandado por la artista Fernanda Laguna– con el nombre de "cartonería No Hay Cuchillos Sin Rosas".
La legisladora Gabriela Cerruti, mentora del centro cultural, abrió la presentación afirmando que "la Argentina ha inventado cosas horribles como el término ‘desaparecido’ pero también inventó formas maravillosas de salir de las crisis a través del trabajo y la cultura. Este es uno de los casos". Luego, Miriam Merlo –que al principio vendía a "la Carto" los cartones que recolectaba hasta que pasó a formar parte del proyecto– aseguró que allí pagaban por las cajas cinco veces más de lo que los cartoneros recibían de los mayoristas. "Era, en realidad, el precio justo, la materia prima que originó los esténciles y las letras recortadas y coloridas con que se hacen las tapas", dijo. En cuanto al catálogo, Cucurto explicó que se fue armando con textos famosos cedidos por sus autores, rescates literarios e inéditos de valor.
Otro de los cooperativistas, Alejandro Miranda –un chileno de 35 años que antes de sumase al proyecto había hecho mil trabajos para surfear la crisis, incluido uno en servicios fúnebres– se refirió a una idea que atraviesa el trabajo hasta hoy: "Sumamos a los cartoneros como actores del proceso y trabajadores activos, lo que dignificaba su actividad y creaba un vínculo." Así, ellos dejaron de ser sólo proveedores para convertirse en colaboradores en la fabricación de los libros.
"Todos se hacen cargo de todas las tareas", sintetizó María Gómez, también integrante de Eloísa, para explicar cuál es el sentido del concepto "cooperativa". Los diez socios saben imprimir, hacer tapas, ensamblar interiores y vender los libros terminados. Y también, pintar las portadas con colores chillones y tipografías que desafían la imaginación de cualquier diseñador, lo que también ha constituido su identidad, mestiza y juguetona. Quizás por eso el mítico Eloy Martínez –quien cedió el cuento "Bazán" para su publicación entre tapas de cartón– dijo una vez que estas piezas estaban "destinadas a ser joyas de coleccionistas: ninguna tapa es igual a otra, todos los ejemplares son únicos".
Casi 160 títulos crearon un catálogo heterogéneo tanto a nivel geográfico como estilístico que incluye –haciendo una síntesis caprichosa– a Horacio Quiroga, Rodolfo Walsh o Julio Cortázar y también a Ricardo Zelarrayán, Leónidas Lamborghini, César Aira, Diana Bellesi, Fabián Casas o Damián Ríos. En tanto que la selección internacional la componen escritores como el guatemalteco Rodrigo Rey Rosa, los chilenos Sergio Parra y Pedro Lemebel, los mexicanos Julián Herbert y Mario Bellatin, la brasileña Camila Do Valle, el peruano Santiago Roncagliolo, el uruguayo Mario Levrero y el colombiano Andrés Caicedo. Además Ricardo Piña, uno de los cooperativistas, publicó Ortega no se va.
 
"Nos interesa la prosa tanto como la poesía y publicamos autores que nos gustan. A veces decimos que éste es un club de fútbol chico, de los que han salido escritores que después se destacan como Juan Diego Incardona o Dani Umpi", comentó Miranda a Tiempo. También dijo que los autores de Eloísa son leídos sin prejuicio por públicos de todo tipo. Y que eso se debe, entre otras cosas, a que cada ejemplar cuesta entre 10 y 30 pesos. "Hacer libros accesibles hace que más gente lea", afirmó. En el mismo sentido, otro integrante de la cooperativa, Julián González, afirmó que "en estos diez años Eloísa se ganó un lugar de peso propio en el mercado literario under y alternativo".
El proyecto –que actualmente funciona en Aristóbulo del Valle al 600, en La Boca– recibió en 2012 el Premio Principal Príncipe Claus, en Holanda, que reconoce a "personas u organizaciones cuyas acciones culturales tienen un impacto positivo en el desarrollo de sus sociedades". También inspiró la creación de 60 editoriales similares en América latina: Sarita Cartonera, (Perú), Yerba Mala y Mandrágora Cartonera (Bolivia), Animita Cartonera (Chile), La Cartonera y Santa Muerte (México), Felicita Cartonera y Yiyi Jambo (Paraguay) y Dulcineia Catadora (Brasil), entre otras. Se consolidó así una estética cartonera, que se define en el manifiesto de Yerba Mala: "Se acerca más a lo inacabado que a lo certero, más al instante que a lo eterno, a la apertura más que a la edición/lujo/final/tapa/dura". «
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Dónde
En el C. C. Los Chisperos Carlos Calvo 240.
 
Fuente: Tiempo Argentino

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