miércoles, 24 de octubre de 2012

"EN EL ENCIERRO DEL SUBTE SALEN LAS PEORES ACTITUDES"

Por Einat Rozenwasser

Darío Sztajnszrajber aplica sus saberes al día a día de la Ciudad. Y rescata sus paseos en bici: “Te perdés de tus lugares habituales, de la cotidianeidad”, dice.
 
De la calle venimos, a la calle vamos. Todo a cuento de la explicación que trae Darío Sztajnszrajber para empezar a hablar sobre el camino que recorre con la idea de entrecruzar la filosofía con ámbitos que, en principio, no le son naturales. “La filosofía nace en las calles de Atenas, con Sócrates dialogando con sus alumnos de las grandes cuestiones existenciales”, expone. En contra del saber enclaustrado que propone la academia, entonces, se trata de recuperar la ciudad como lugar de intercambio. “Me parece que hoy esa calle, el ágora, son los medios de comunicación”, analiza.
 
-El lunes tuiteabas sobre el subte y nuestras miserias, algo que se ve en el tránsito y en el fútbol…
-El subte implica un encierro y va generando una sensación de sofocamiento donde emergen las peores actitudes. El egoísmo y el individualismo se juegan en las cuestiones más ínfimas, como pararse en la puerta y no dejar pasar. Es una pavada, pero en ese momento se vuelve cuestión de vida o muerte. No correrse implica atribuirse prioridad desde una filosofía bastante ingenua que es pensar que porque subí primero tengo más derecho que el que sigue. Además de poco estratégica, porque mañana subís segundo y te quedás afuera. No existe una política de solidaridad. Todo indica, y podríamos ponerlo a prueba, que en la medida que la gente se organice desde valores más solidarios y colectivos para convivir en ese monstruo que es el subte en hora pico viajaríamos mejor.
Hablamos sobre la contraposición entre lo rural y lo urbano y llegamos al tiempo que pasa arriba de su bicicleta. “Es una manera de encontrar otros caminos. Baudelaire tiene una figura muy hermosa que es la de flaneur, un paseante. Iba a cualquier punto y tomaba el camino que le resultaba más extraño, se dejaba sorprender. La ciudad es un lugar lindo para perderse porque no sólo te perdés de tus lugares habituales, también de la dictadura de la eficiencia y la productividad que rige tu cotidianeidad”, expone.
 
-Ese montón de gente que circula con los sentidos anulados…
-Agregaría que hay una práctica propia de nuestros tiempos que es “desotrar” al otro para que encaje en lo que mi “yo” necesita, convertirlo en propiedad. Una pareja, un amigo o un hijo no pueden dejar de ser quien son para encajar en los modelos propios. No existe el amor donde todo cierra perfectamente, si sucede es porque uno se convirtió en secretario del otro. Se pierde la naturaleza del vínculo que es la relación de dos diferentes.
Trae un cuento de Platón y es inevitable recordar “las obras completas de Sócrates” y los errores básicos del (no) saber popular. “Nos agarramos de frases famosas. Por ejemplo, ‘solo sé que no sé nada’. Sócrates no escribió. Están las obras de Platón que registran los diálogos con sus discípulos y en Apología de Sócrates dice algo parecido, pero no esa frase. O las interpretaciones del ‘Dios ha muerto’ de Nietzsche o el ‘pienso, luego existo’ de Descartes”, repasa.
 
-¿Algunos se vuelcan a la filosofía en una búsqueda terapéutica?
-El tema es la salvación, viene de la religión y llega al día de hoy como una búsqueda secular. Desde que nacemos empezamos una carrera para encontrar sentido a la existencia. No hay formas más válidas que otras. Podés cuestionar cuando en nombre de la salvación venden un buzón pero, incluso en esos casos, si las personas se sienten salvadas, las envidio. En ese sentido, la filosofía es muy espiritual. Genera un impacto en las verdades en las que uno se siente seguro y eso puede ser productivo en la búsqueda.
Son algunos de los temas que recorre en el programa Mentira la verdad (nominado a los Emmy, por Encuentro), sus participaciones en radio (Gente Sexy) y en Desencajados, el show que presenta en el Konex con Lucrecia Pinto, Guillermo Martel, Lucas Wilders y Juan Finger. “Juntamos música y filosofía, algo que parecería imposible, sin embargo se conectan desde el desencaje. Es un concepto que nos cuesta entender porque consideramos que, cuando algo cierra, las partes pierden sus características singulares”, describe. De Spinetta, Charly y Cerati a Derrida y Platón. “ Barro tal vez habla de la introspección y me habilita a trabajar con filósofos que tratan de entender qué es el yo”, ejemplifica. No hay que esperar respuestas. “La filosofía es más una búsqueda que un encuentro”, apunta. La idea es seguir participando, ¿no?
 
 
Fuente: Clarin.




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